Núm. 10 (2013): Monográfico La Guerra Civil española en Hispanoamérica

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En octubre de 1936 la filósofa María Zambrano llegó a Santiago de Chile, acompañando a su marido Alfonso Rodríguez Aldave que viajaba para asumir el puesto de secretario en la Embajada republicana dirigida por Rodrigo Soriano. Durante algo más de seis meses Zambrano vivió la guerra civil desde la lejana retaguardia americana, sufriéndola al ritmo de los cables, de las alocuciones radiofónicas, de los grandes titulares de los periódicos, de las revistas ilustradas repletas de imágenes escalofriantes de los bombardeos en Madrid, y de las mismas imágenes proyectadas –como si se las estuvieran viendo en vivo– en los noticieros de los cines.

María Zambrano se dedicó en cuerpo y alma a movilizar a la sociedad y a los intelectuales chilenos, y a asistir a cuanto homenaje se organizara a favor de la República Española. Veía, conmovida, que la “desnaturalizada madrastra” de Simón Bolívar había vuelto a conquistar a los chilenos; había vuelto a ser madre en el imaginario popular. “Fue en los actos populares de adhesión a España cuando lo escuché por primera vez”, diría más tarde en su ensayo “La tierra de Arauco” (1938): “Fue a oradores de partidos obreros, fue a representantes de ese pueblo abandonado de nuestra cultura a quien escuché la expresión con toda su fuerza: ‘Madre España’. ¿Cuánto tiempo haría que los pueblos de América (...) no decían estas palabras? ¡Cuánto tiempo que no nombraban a España como madre? No sé, pero pienso que ha tenido que ser necesario que España muestre su cara verdadera, que rompa la espesa costra formularia, el fuego de su verdadero ser, para que vuelva a parecer como madre del Nuevo Mundo”.

Para grandes sectores de las sociedades americanas, y para los intelectuales liberales y progresistas de las repúblicas de Hispanoamérica, la desgastada relación transatlántica –la madre patria y sus antiguas colonias– había ya empezado a refundarse en 1931, con la proclamación de la República. Pero si el 14 de abril se vivió con entusiasmo en la otra orilla, el 18 de julio de 1936 inauguraría una época en la que vibraron los países americanos con un fervor, un apasionamiento y una ansiedad sin parangón en sus relaciones con España. España había vuelto, en efecto, a ser madre: “madre y maestra”, diría Vallejo, y pronto a caer.

Las secciones “Estudios Transatlánticos” y “Miscelánea” de este número de Letral se centran en la repercusión de la guerra española en Hispanoamérica. La figura de Lorca recorre varios de los artículos. ¿Cómo no? Cuando viajó a Cuba en 1930, y sobre todo cuando visitó Argentina y brevemente Uruguay en 1933 y 1934, el dinamismo y el carisma que irradiaba el granadino se veían como una encarnación de la nueva España que se estaba construyendo; su muerte sería vista como una destilación individual y ejemplar de la tragedia, y como una muestra ardua de rebatir de la barbarie de los sublevados. Olga Muñoz Carrasco estudia el impacto de la fusilamiento de Lorca en el campo intelectual peruano; Pedro Larrea, su impacto en Argentina; Romuald-Achille Mahop Ma Mahop examina cómo el recuerdo infantil del fusilamiento de Lorca se reactualiza en Juan Gelman, en los turbulentos comienzos de los años setenta en Argentina; Pepa Merlo, por su parte, regresa al viaje cubano de Lorca en “Hablando de ti y de lo que tardarían las cartas de La Habana”. En relación con Lorca, pero también con sus compañeros de la Generación del 27, Álvaro Salvador estudia la retroalimentación de la poesía española y la poesía hispanoamericana en los años de esplendor creativo que pasó Pablo Neruda en Madrid entre 1934 y 1936.

Julia Miranda, en su artículo, estudia la incidencia decisiva de la guerra civil en la tensa historia de las relaciones intelectuales transatlánticas. Matías Barchino examina el impacto de la figura de la mujer española –la miliciana, la madre dolorida– en círculos feministas de Chile, y sobre todo el incipiente culto a la personalidad de Dolores Ibárruri, la Pasionaria. Jesús Cano Reyes indaga en las crónicas y los cuentos de la guerra del notable narrador cubano, de origen gallego, Lino Novás Calvo. Mi contribución se centra en algunos intelectuales que perdieron su “fe” en el comunismo a raíz de la guerra española, y la instrumentalización de esta desafección ideológica en la “guerra fría cultural” de los cincuenta.

La entrevista de Sabine Bivort a Leonardo Padura parte con una reflexión sobre el papel de la guerra civil en su novela El hombre que amaba a los perros; el también cubano Jorge Domingo Cuadriello, por su parte, cuenta a Ana Casado Fernández la repercusión en la isla de la guerra civil y luego del exilio español.

Quisiera agradecer a la editora Ana Gallego Cuiñas esta oportunidad de compartir en Letral algunas de las búsquedas y algunos resultados del proyecto I+D “El Impacto de la Guerra Civil Española en la Vida Intelectual de Hispanoamérica” (FFI2011-28618), que dirijo desde hace ahora seis años, y del que forman parte también Matías Barchino, Jesús Cano Reyes, Ana Casado Fernández, Carlos Fernández López, Olga Muñoz Carrasco y Álvaro Salvador, director de Letral. Gracias a las ayudas de la Dirección General del Libro y del Ministerio de la Presidencia hemos publicado cuatro libros, en la editorial Calambur, sobre el impacto de la guerra civil en intelectuales de Ecuador, Argentina, Chile y Perú (véase http://impactoguerracivil.blogspot.com.es/).

Por último, quisiera señalar que para mí es una alegría muy grande poder incluir en este número los cuentos de dos de las narradoras más sugerentes de la literatura latinoamericana de hoy: “Gurú”, por la ecuatoriana Gabriela Alemán; y “La liebre”, de la argentina Pía Bouzas. Niall Binns (Universidad Complutense de Madrid)

Publicado: 15-06-2013

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