El desarrollo docente en los escenarios del currículum y la organización
Resumen
Abordar la tarea de la enseñanza desde un planteamiento curricular supone ampliar la perspectiva de análisis de la práctica docente para no centrarla de manera exclusiva en aspectos normativos y tecnológicos del proceso educativo sino extenderla a los aspectos culturales, sociales e ideológicos que desde la teoría del currículum se priorizan como objeto de estudio1. Es decir, adoptar una perspectiva omnicomprensiva (Sáenz, 1993) que permita integrar el estudio de los problemas prácticos de enseñanza, en el marco más amplio del análisis social y antropológico de la educación escolar que facilita la reflexión sobre los procesos implicados en la selección cultural que la escuela realiza y se concreta en el contenido y la forma de cada una de las distintas experiencias de aprendizaje que el alumnado realiza en el centro educativo. Esto permite trasladarnos de la visión normativa predominantes en los estudios didácticos a la perspectiva de la intervención profesional (con más clara ubicación en los estudios curriculares).
De esta manera se pretende que el enfoque curricular de la enseñanza realice una doble función: (a) permitir la adopción de pautas orientativas de la práctica docente, y (b) facilitar la declaración de las intenciones educativas. Por ello, cuando el sistema educativo se configura de tal manera que se cede formalmente al profesorado un espacio amplio de toma de decisiones cuya ocupación exige implicarse en tareas de indagación, reflexión y selección cultural, se hace necesario adoptar el enfoque curricular.
A la formalización de esta perspectiva holística e integradora de análisis sobre la enseñanza, en propuestas de diseño, pautas para la realización, evaluación y mejora de la práctica educativa, y su concreción en acciones formativas que completan la experiencia escolar del alumnado, le llamamos curriculum.
Para Imbernón (1993) currículum es una herramienta de profesionalización, de desarrollo profesional del profesorado y de la institución, e incluso de mejora social, pero desde la perspectiva de servicio a la sociedad y, por tanto, de apoyo a las ideas de progreso (pág.32).
Pero más que conceptualizaciones comprensivas, las distintas definiciones del término, representan auténticas aproximaciones a la investigación sobre la práctica escolar, más reducidas o más amplias, más nítidas o más difusas, que priorizan algún o algunos aspectos de esa práctica. Un análisis de las definiciones de currículum permitió, en su momento, a Ferrández (1990), extraer tres elementos que aparecen implícitos en ellas y que justifican la adopción de un planteamiento curricular en la enseñanza:
(a) El propósito educativo que orienta toda acción escolar.
(b) La apertura a la crítica y, por ello, el cambio que promueve. (c) La relación con la práctica –normativa u orientadora-.
En general, existen dos concepciones complementarias latentes en las definiciones de currículum: (a) currículum como experiencia a desarrollar en la escuela o como conjunto de experiencias de aprendizaje –currículum como acción-; y (b) currículum como plataforma para la descripción y mejora de la realidad de las clases y para la reconstrucción del conocimiento configurador de la práctica –currículum como representación de la acción-.