Sonidos ocultos, privados y públicos: imaginarios, rescatados y restituidos Cartografías sonoras (2021-2022)
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Resumen
Un niño mira por la ventana de un coche en movimiento. Trata de enfocar algún punto en el paisaje que lo cautive, alguna rareza, un gesto. Nada de lo que observa lo emociona, y se enfada. El presente ha perdido interés, es ahora un friso blanco y no hay nada que valga la pena rescatar. El niño es el hijo de una documentalista sonora que viaja con su madre al desierto de Sonora, y al verlo piensa: «Tal vez si encontramos una nueva manera de documentar el mundo empezaremos a entender esta nueva forma de experimentar el tiempo y el espacio».
Las cartografías que proponemos son una búsqueda esforzada en esa dirección en la que la reflexión sobre qué y cómo documentar se ha vuelto urgente. Hay una convicción que atraviesa todo el corpus y que se funda en la confianza de que el sonido guarda con llave sus secretos. Los entierra como un ser vivo lejos del rastro cotidiano solo por el impulso de conservar algo valioso. En cada lugar hay un sonido a la altura de la tierra, que es el de las orejas, pero otros no. Anidan en lo bajo o en lo alto, en lo roto o en lo pequeño, en los restos y en las resonancias. No hay ciudad que no tenga ni oculte lo prohibido, lo marginal, lo sucio, así como sus escándalos, vergüenzas e ignominias. No aparecen ni en Google Maps ni en los anaqueles de los hoteles. Pero están. Y suenan, y resuenan.
De esto se trata, pues, esta colección.