Cuerpos, docilidad y deseo. La identidad colectiva en ese monstruo llamado Belfondo, de Jenn Díaz
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Resumen
Aparecida en 2011, Belfondo, la opera prima de Jenn Díaz (Barcelona, 1988), se ocupa de la monstruosidad de un pueblo imaginario, homónimo, que mediante su funcionamiento a modo de organismo vivo, desafía la naturaleza, e impone un orden centrífugo, fundamentado en la repetición. Junto a él, se establece también esa vida más simple y si no más verdadera al menos tan verdadera como cualquier vida, por lo que cabe dirimir que el encerramiento en Belfondo tiene poco de cárcel y acaba constituyéndose a través de una dulce rutina, acomodaticia, por la que se cuela, día a día, la vida de sus habitantes, como en un lento desagüe que, sin embargo, los hace girar a todos, en perfectos círculos concéntricos en espiral, hacia un centro que los aniquila poco a poco. El mismo proceso iterativo acaba materializando unas funciones marcadas por el género-sexo y hasta llega a naturalizar unos cuerpos dóciles, obedientes a la ley y miedosos del castigo. Jenn Díaz, de mano de la etimología, lleva esa monstruosidad al propósito íntimo de su escritura; esto es: convertir un pueblo-monstruo en algo digno de ser expuesto, mostrado (del latín monstrare), porque los monstruos, por excepcionales, solamente pueden evidenciarse con el testimonio irrefutable de su propia presencia.