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Autores/as

  • Maria-José Cano Universidad de Granada
  • Beatriz Molina Rueda Universidad de Granada
Vol. 8 Núm. 2 (2015), Artículos, Páginas 9-27
DOI: https://doi.org/10.30827/revpaz.v8i2.3178
Recibido: Jul 24, 2015 Aceptado: Nov 19, 2015 Publicado: Dec 19, 2015

Resumen

Este artículo toma como punto de partida los trabajos realizados en el campo de los estudios sobre la paz, y más específicamente la teoría sobre la paz imperfecta que se viene desarrollando hace años por un grupo de investigadores. Esta teoría fue iniciada por el investigador granadino Francisco A. Muñoz a principios de los años dos mil y, posteriormente, aplicada por diversos investigadores a distintos ámbitos relacionados con la paz.

El eje central de nuestro trabajo es analizar el papel mediador de las culturas en la regulación pacífica de los conflictos, teniendo en cuenta que toda actividad humana tiene connotaciones culturales. Hablaremos de las culturas, no como entidades aisladas y delimitadas geográficamente, sino como espacios que se interrelacionan dando lugar a entramados sociales en los que se dan cambios y transformaciones, ideas y modos de actuación, que van desde lo personal hasta lo social, lo político o lo internacional) que pueden ser comunes, compartidos y compatibles.

El método o enfoque desde el que abordaremos estos aspectos culturales es el de la Investigación para la Paz, disciplina que nos permite analizar, entre otros, los fenómenos sociales y culturales que forman parte de los procesos históricos en diversos lugares y tiempos. Sin restar importancia a otras dimensiones culturales (económica, política, ambiental, educativa…), se hará especial hincapié en el aspecto religioso, como uno de los identificadores de la cultura, y su influencia en las identidades.

Por otra parte, situaremos nuestro análisis en el escenario del mundo global, en el que hoy se desenvuelven las culturas, y cualquier actividad humana. La globalización actual es un proceso que afecta a la mayoría de nuestras realidades: modelos económicos, mercado, nacionalismos, relaciones internacionales, relaciones entre culturas y religiones, relaciones de género, educación, etc. En todos estos ámbitos se generan problemáticas y conflictos que sólo serán entendidos adecuadamente si los contemplamos como ‘problemas globales’. Tras los resultados de nuestro análisis podemos llegar a la conclusión de que es posible pensar las culturas desde sus aportaciones pacíficas, más que desde las violentas.

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