INTRODUCCIÓN AL MONOGRÁFICO

Ellas también construyeron la Edad de Plata

Purificació MASCARELL

Verònica ZARAGOZA GÓMEZ

Universitat de València, España

purificacio.mascarell[at]uv.es

veronica.zaragoza[at]uv.es



Impossibilia. Revista Internacional de Estudios Literarios. ISSN 2174-2464. No. 23 (mayo 2022). Monográfico. Páginas 01-09.



En los últimos años, gracias al esfuerzo desempeñado por investigadoras, editoriales e instancias culturales, estamos asistiendo a la apertura y resignificación del canon de la Edad de Plata española, ese periodo que abarca desde el inicio del siglo xx hasta el final de la guerra civil y que alcanza su cota más significativa durante los años de la Segunda República española. Cuarenta años de franquismo y otras tantas décadas de desinterés sistemático y de estudios literarios anclados en una concepción patriarcal —ya durante el restablecimiento de la democracia— habían lastrado el estudio de “la mitad ignorada”, por usar la expresión de Jairo García Jaramillo (2013), en relación a las aportaciones de todas las mujeres que participaron activamente en la vida cultural entre 1900 y 1939, y que resultan indispensables para entender la revolución intelectual y artística que se desarrolló en España en aquella época.

Recordemos que muchas de aquellas mujeres fueron esposas o compañeras, o amigas íntimas de los hombres clave de la cultura hispánica del primer tercio del xx: María Teresa León estuvo casada con Rafael Alberti; Josefina de la Torre fue gran amiga de Pedro Salinas; Concha Méndez era la esposa de Manuel Altolaguirre y fue también amiga de Luis Cernuda; María Lejárraga era la mujer de Gregorio Martínez Sierra (y, como se sabe, la verdadera autora en la sombra de las exitosas piezas dramáticas firmadas por su marido); Magda Donato contrajo matrimonio con Salvador Bartolozzi; Carmen Conde, con el crítico y poeta Antonio Oliver; Zenobia Camprubí era la célebre compañera de Juan Ramón Jiménez… Y podríamos seguir estableciendo vínculos en los que, a la manera de los pares binarios opuestos que invita a deconstruir Jacques Derrida, se construye una relación jerárquica en la que el hombre ocupa el lugar privilegiado o no-marcado y la mujer el subsidiario o marcado.

Así pues, las relaciones amistosas, laborales, familiares o amorosas han servido durante décadas como pretexto para que estas mujeres fueran arrinconadas por la historiografía hegemónica masculina y presentadas, siempre, como compañeras de los protagonistas del festín literario: ellas eran las que viajaban con ellos, las que los acompañaban a los encuentros culturales, a las tertulias, a los cafés; eran las que ayudaban en la editorial o corregían las pruebas de imprenta, o contestaban la correspondencia; en definitiva, las que aportaban el apoyo intelectual y espiritual indispensable para el correcto desarrollo de la actividad creativa de “ellos”, esa actividad que merecía la pena mimar y preservar en un delicado equilibrio al que contribuía el savoir faire, la inteligencia y la generosidad de la esposa, hermana o amiga. En el discurso cultural sobre la modernidad española, a estas mujeres se les adjudicó un recatado y meritorio segundo plano frente al nivel protagónico que ocuparon los hombres.

Por ello, nunca hasta el presente se las había observado de manera autónoma como novelistas, poetas, pintoras, escultoras, compositoras, intelectuales, editoras, dramaturgas, activistas, políticas, filósofas, gestoras culturales, pedagogas, investigadoras… Como artistas o profesionales, en definitiva. Y ello pese a poseer obra propia, haber publicado, expuesto o intervenido en debates de toda índole, sin contar la atención crítica recibida ya durante los años de la Segunda República.

Si la crítica literaria feminista reflexiona en torno al poder, la jerarquía y el dominio masculino en el ámbito cultural, su función en el caso que nos ocupa es determinante. No en balde estamos ante un ejemplo de recuperación cultural que enlaza con el interés de la teoría feminista por redescubrir los textos apartados del núcleo del canon, trazar una tradición de literatura de autoría femenina e interpretar la escritura de mujeres, no solo como producto estético, sino también como documento simbólico de alto valor colectivo.

Monográficos como el que acoge ahora Impossibilia. Revista Internacional de Estudios Literarios surgen para contribuir a la recuperación y reivindicación de las pioneras de nuestra modernidad, las llamadas “modernas” o “sinsombrero”. En este sentido, cabe destacar un par de trabajos que han resultado significativos para asentar entre las y los especialistas y el gran público las dos maneras con las que, en la actualidad, denominamos al conjunto de mujeres creadoras de la Edad de Plata: el precursor estudio Las modernas de Madrid de Shirley Mangini (2001), que abrió toda una vía de investigación desde el ámbito académico con el cambio de siglo,1 y el proyecto transmedia Las Sinsombrero a cargo de Tània Balló, ya desde una óptica divulgativa de éxito generalista.2

El estudio y la difusión actuales de las Sinsombrero han puesto en cuestión el canon español moderno y el término “Generación del 27” tal como se había establecido y empleado hasta el presente, con la ineludible consideración central de las figuras masculinas de dicha generación, convertidas en emblemas perennes de una época, al tiempo que se desdibujaba y perdía la memoria de las figuras femeninas.3

Pero, ¿por qué ahora ese regreso? ¿Y qué vienen a contarnos estas mujeres? Esto trata de contestar Nuria Capdevila-Argüelles, una de las más activas defensoras de la memoria de aquellas mujeres, en su imprescindible ensayo El regreso de las modernas (2018):

Ellas han regresado de una muerte a destiempo para señalar una ausencia de representación violentamente impuesta sobre ellas, las excluidas de la narrativa oficial de nuestra historia, sociedad y cultura contemporáneas. A pesar de que durante mucho tiempo se las dio no ya simplemente por muertas, sino por inexistentes, y, a pesar de que se puede responder en honor a la verdad que durante la dictadura tuvieron que callarse, fueron silenciadas, partieron al exilio o vivieron el exilio interior, la historia es otra. En tanto que función autoral que son, nuestras modernas tienen una historia que comunicar. Ellas hacen que el pasado resuene en ecos significativos para nuestro presente. […] El regreso de las modernas constituye una poderosa línea de acción feminista y, como tal, está preñada de poder transformador si el mensaje que comunica es escuchado e incorporado rotundamente a nuestro devenir cultural (2018: 18-19).

Capdevila aborda la perfecta imbricación del discurso y el posicionamiento vital de las modernas en nuestro momento histórico. No podemos estar más de acuerdo con ella. Resulta ineludible vincular este resurgir con la demanda de referentes por parte de las nuevas generaciones de mujeres, formadas en el marco de un pensamiento feminista de base como nunca antes se había dado en la historia española. Más en concreto, la búsqueda de referentes se acentúa entre las escritoras y artistas contemporáneas, nacidas mayoritariamente a partir de los 1970, que bucean en la historia para trazar una genealogía femenina con la que entroncar, para coger impulso; una estirpe familiar —Capdevila las nombra “nuestras madres” en sentido metafórico— que ha flotado incierta, entre sombras, durante demasiado tiempo.

Para profundizar en la concretización de esa genealogía desde el ámbito académico, presentamos este monográfico conformado por seis trabajos dedicados a las autoras Luisa Carnés, Concha Méndez, Josefina de la Torre, María Martínez Sierra, María Teresa León, Adelina Gurrea y Elena Fortún.

Gerardo Báez Peralta y Victoria Pérez, de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla de México, firman a cuatro manos el trabajo que abre el número: “La Edad de Plata española en el espejo de tres libros de memorias”. En él, se contempla un corpus memorialístico y autobiográfico —a caballo entre la historia y la ficción— con el fin de retratar el ambiente de implicación intelectual y política de algunas autoras de la Edad de Plata española. Los tres libros de memoria tomados como objeto de estudio son Una mujer por caminos de España, de María Martínez Sierra (1989); Memoria de la melancolía, de María Teresa León (1977); y Concha Méndez. Memorias habladas, memorias armadas (2018, firmado además por la nieta de Méndez, Paloma Ulacia Altolaguirre). Los textos son examinados a trasluz de las teorías de análisis del discurso, la crítica literaria y la fenomenología de Paul Ricoeur (2000).

El monográfico prosigue con un estudio centrado en las “Relaciones de amistad integradas en las redes culturales femeninas: el caso de Adelina Gurrea y Elena Fortún”, a cargo de María Jesús Fraga Fernández-Cuevas, en el que la investigadora de la Universidad Complutense de Madrid teje la madeja de relaciones personales e intelectuales establecidas por dos figuras clave de la intelectualidad femenina de mediados del siglo xx. El estudio se basa en la correspondencia escrita entre 1939 y 1952 por Elena Fortún durante su exilio y hasta su muerte. De hecho, se transcribe por vez primera cuatro cartas recuperadas del intercambio epistolar entre Fortún y su amiga, la autora filipina Adelina Gurrea. Sobre esta última, Fraga señala su “temprana intervención en la vida cultural madrileña a través de la participación en actos públicos y en los movimientos y asociaciones más reconocidas del activismo femenino de la época, en especial en el Lyceum Club”.

A continuación, el trabajo “La dimensión colectiva e identitaria de la memoria en De Barcelona a la Bretaña francesa, de Luisa Carnés” disecciona los anclajes memorialísticos de una obra que Carnés terminó de componer en México a finales de los treinta, tras un fugaz periplo por Francia. Javier Sánchez Zapatero, autor del estudio, centra su análisis en los resortes identitarios y colectivos activados en esta lectura personal de Carnés sobre su experiencia del exilio. Un relato que condensa la voz de los republicanos que pasaron por este mismo trance. Haciendo suyas las palabras de Iliana Olmedo, el profesor de la Universidad de Salamanca recuerda que Carnés fue “una escritora fuera de su tiempo y muy de su tiempo”, debido al retraso en la publicación de su obra. En el caso que aquí nos ocupa, no ve la luz hasta 2014. Un horizonte de recepción tardío (y póstumo) que otorga a la obra un carácter de “complemento capaz de aportar una nueva y singular perspectiva a los relatos historiográficos, testimoniales e incluso artísticos de lo sucedido en la frontera y en los campos franceses que han ido difundiéndose con el paso del tiempo”.

A la misma autora está consagrado otro de los estudios del monográfico: “La potencialidad narrativa de Luisa Carnés. Una propuesta para leer Tea rooms: mujeres obreras (1932)”, a cargo de Ángela Martínez Fernández, de la Universitat de València. El análisis que aquí se plantea de la novela de Carnés, publicada en 1933 y reeditada con éxito en 2016, atiende a su funcionamiento narrativo, político y ficcional desde la perspectiva de la interseccionalidad de las categorías de clase y género. Dentro de estas dos dimensiones, Martínez examina la plasmación ideológica de los personajes, los espacios y la trama carnesianos con base en el contexto histórico y desde presupuestos obreristas. Todo ello, sin obviar la perspectiva de autoficción de la novela, definida como una obra “de lucha de clases”, en términos de la propia Carnés, o como “trasposición de la experiencia biográfica de Carnés como camarera” y “propuesta firme de transformación social”, según lo estudiado por Martínez.

El siguiente estudio, “Al Sur de la libertad: el neopopularismo personal de Concha Méndez”, está centrado en los vínculos de Concha Méndez con la Generación del 27 y los autores de las vanguardias españolas. Elizabeth Fernández Lam-Sen, de la Universidad Internacional de Valencia, avanza en la comprensión de las relaciones intelectuales que mantuvo la escritora en su época. Más en específico, Fernández trata de demostrar cómo la pluma de Méndez se vio influida por las poéticas de Federico García Lorca y de Rafael Alberti, fuentes del neopopularismo que desarrollaría más tarde la poeta, con los tonos personales que refleja Canciones de mar y tierra. Partiendo de las dificultades y contradicciones con las que tuvieron que lidiar las “modernas”, este trabajo examina también las vías e itinerario de construcción de “una identidad, una voz poética, una forma de ser y estar en el mundo” por el que transitó Méndez, obligada al exilio como no pocas de sus coetáneas y sometida a tres de grandes preocupaciones: “la femineidad, la libertad y el deseo de autorrealización”, según Fernández.

Marina Patrón Sánchez, de la Universidad Complutense de Madrid, cierra el monográfico con el estudio “La configuración de la voz poética de Josefina de la Torre a través de sus primeros poemarios”. Este trabajo examina la construcción del universo lírico de la poeta y polifacética activista cultural analizando los planteamientos de sus primeras obras. El abordaje a esta vocación temprana de Josefina de la Torre se centra en sus tres primeros poemarios —Poesías ingenuas (1918) (inédito hasta 2020) Versos y estampas (1927) y Poemas de la isla (1930)— y señala “temas, elementos, formas métricas e influencias” de esta voz poética femenina destacada entre el Modernismo canario y la Generación del 27, una mujer a medio camino entre la tradición y la vanguardia, como demuestra el estudio de Patrón.

Deseamos que este monográfico sea recibido por parte de la academia con el mismo interés que hemos puesto nosotras en coordinarlo; y esperamos que contribuya a ampliar la mirada sobre la Edad de Plata española, más allá de los grandes nombres masculinos y de los límites de un canon que se ha revelado demasiado estrecho. Porque ellas —ellas también— hicieron posible una de las épocas más esplendorosas de nuestra historia cultural. Y merecen toda la atención crítica tanto como seguir emocionando a futuras generaciones de lectoras y lectores.

Referencias bibliográficas

CAPDEVILA-ARGÜELLES, Nuria. (2018). El regreso de las modernas. València: La Caja Books.

GARCÍA JARAMILLO, Jairo. (2013). La mitad ignorada. En torno a las mujeres intelectuales de la Segunda República. Madrid: Devenir.

KIRKPATRICK, Susan. (2003). Mujer, modernismo y vanguardia en España (1898-1931). Madrid: Cátedra.

MANGINI, Shirley. (2001). Las modernas de Madrid. Las grandes intelectuales españolas de la vanguardia. Barcelona: Península.

RODRIGO, Antonina. (2013). Mujeres olvidadas. Las grandes silenciadas de la Segunda República. Madrid: La Esfera de los Libros.

ROMERO LÓPEZ, Dolores. (2009). Canon e historiografía: Las poetisas del 27. En ANDREWES Jean & ROBERTS, Stephen H. (Eds). Obra en marcha. Ensayos en honor de Richard A. Cardwel (pp. 170-180). Nottingham: Critical, Cultural and Communications Press.

SAZ, Sara. 2018. La recuperación de la memoria histórica. Las mujeres olvidadas de la Generación del 27. Revista de la Asociación Europea de Profesores de Español. El español por el mundo 1, 301-316.



1Y ello, muy significativamente, desde fuera de España. En concreto, desde Estados Unidos, donde los estudios de género siempre han ido unas décadas por delante y otras investigadoras, como Susan Kirkpatrick (2003), se han interesado por las mujeres de la Edad de Plata abriendo la senda para su recuperación académica. Eso sí, como pionera de esta línea, en España, se ha reconocer a Antonina Rodrigo (2013).

2Buena parte de los resultados de este proyecto pueden visualizarse en https://www.rtve.es/lassinsombrero/es

3En esta línea, han reflexionado sobre la necesidad de ampliar el canon poético de la Generación del 27 investigadoras como Dolores Romero (2009) y Sara Saz (2018).

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