VIOLENCIA Y GUERRA EN LA PREHISTORIA: Presentación
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Resumo
En los últimos años se ha desarrollado una tendencia general a rechazar las inter- pretaciones tradicionales sobre determinados fenómenos arqueológicos. En muchos casos esta revisión ha afectado a elementos que habían sido interpretados en relación con la violencia y la guerra, como expresión de una sociedad jerarquizada. Acusaciones de que se estaba proyectando nuestras propias concepciones al pasado están paradójica- mente presentes en estas argumentaciones “posmodernas” que demandan a menudo una imposible aproximación “emic”. Adjetivos como “belicista” se aplican, sin pudor, a las aproximaciones tradicionales. Naturalmente ello implica, según estos críticos, que las aproximaciones posmodernas son “pacifistas”.
Por otro lado la propia Historia reciente, incluso la del continente europeo, nos revela la necesidad de analizar la Prehistoria de los conflictos, como forma de profundizar en la investigación de sus causas y formas de desarrollo. Puede considerarse en último extremo que la negación de éstos en el pasado es una forma de “revisionismo” que con objetivos sin duda loables reduce muchas sociedades humanas prehistóricas a redes de convivencia pacíf ica. Esto es difícil de creer en contextos de explotación social, pero las nuevas posiciones tienden a negar o minimizar también la jerarquización social en la Prehistoria Reciente europea.
Sin embargo, los indicios de conflicto y muertes violentas para los diferentes periodos de la Prehistoria europea no pueden ser negados y diferentes artículos de este volumen proporcionan datos sobre ellos y modelos interpretativos sobre su signif icado.
Una visión general de los casos de muerte violenta y conflicto bélico en la Prehistoria europea seguida por un estudio de la consolidación de la figura del guerrero es presentada por J. Guilaine. A diferencia de lo que de forma casi caricaturesca presentan los críticos como propio de la supuesta visión “belicista”, el ascenso de la importancia ideológica de la función del “guerrero” no implica la existencia de conflictos abiertos permanentes ni de un incremento de los datos sobre muerte violenta aunque éstos existan. En cualquier caso, la violencia sí queda reflejada en la proliferación de armas (usadas o no).
A. Vila muestra como la gestión de la reproducción en sociedades cazadoras-reco- lectoras-pescadoras pudo generar en la Prehistoria una organización social en la que las mujeres estaban sujetas a una violencia estructural. Esta aproximación demuestra cómo no se puede considerar la violencia en sus manifestaciones abiertas y coyunturales, sino que ésta depende de las propias relaciones de explotación.
V. Brizzi y C. Loi llaman la atención sobre los problemas que se encuentran en la identif icación de armas usadas expresamente para el conflicto entre personas y grupos humanos. Parten del estudio de los geométricos, mostrando cómo, aun existiendo refe- rencias gráf icas (incluyendo documentos escritos) a su uso en batalla por determinados guerreros, su efectividad es bastante más reducida que la de otro tipo de proyectiles.
V. Gonçalves, A. C. Sousa y C. Costeira estudian las fortif icaciones calcolíticas del centro y sur de Portugal señalando sus ventajas en términos defensivos y de control del territorio, teniendo en cuenta los datos sobre reestructuraciones, destrucciones y abandonos.
Dentro de una revisión de todos los indicadores para el conflicto a partir del registro del Neolítico Reciente y el Calcolítico del Sudeste de la Península ibérica, J. A. Cámara y F. Molina llevan a cabo una aproximación similar a la anterior intentando demostrar cómo los rasgos de las fortif icaciones en piedra pueden arrojar luz sobre otros sistemas de defensa (especialmente negados por otros investigadores) como los recintos de fosos.
Un yacimiento de este tipo, Velim, es utilizado por A. Harding para estudiar los conflictos bélicos y las muertes violentas en la Edad del Bronce centroeuropea.
Sistemas de agresión y violencia más elusivos en sus manifestaciones arqueológicas son discutidos por E. Guerra Doce, combinando los escasos datos arqueológicos con datos etnográf icos e historiográf icos.
Finalmente A. Ruiz, C. Rueda, J. P. Bellón y C. Gómez analizan el desarrollo y el impacto de una batalla a partir de los restos localizados por prospección y excava- ción en la zona de su desarrollo y los cambios territoriales constatados a partir de ese momento en un área más amplia.
Por último, queremos señalar en esta presentación que el análisis de la violencia y la guerra en el pasado y la defensa de su existencia, no pueden considerarse nunca como una defensa de la guerra como fenómeno recurrente, ineludible y naturalizado. De la misma manera no se debe confundir la aspiración a una sociedad sin conflictos, imposible en un contexto social jerarquizado y caracterizado por la explotación, con la idealización de las sociedades del pasado. En caso contrario, en nuestra opinión, estaremos allanando el camino para la reproducción de situaciones de conflicto en el futuro, al ser incapaces de comprender que la raíz de éstos está en las relaciones de desigualdad imperantes, que también conducen a formas de agresión exterior como mecanismos de desvío de las presiones internas.