La “Propuesta para la fundación de un Instituto de Traducción” (1894) de Ma Jianzhong y su contribución a la teoría de la traducción en China

Juan José Ciruela Alférez

juancir@ugr.es
Universidad de Granada

Recibido: 22/2/2013 | Revisado: 11/10/2013 | Aceptado: 30/01/2014

Resumen

Los estudios de Traductología en China han experimentado un resurgir en los últimos años debido, entre otras muchas razones, al auge de las traducciones y al desarrollo de los estudios relacionados con la lingüística aplicada en ese país. Se han recuperado para la Traductología actual figuras emblemáticas de los inicios de los estudios traductológicos en China, como es el caso de Ma Jianzhong (1845-1900), muy conocido en el ámbito de la lingüística tradicional china, y autor de un manifiesto sobre la Traducción que trasladamos al español y estudiamos en el presente trabajo. La aportación de Ma Jianzhong a los estudios traductológicos chinos estuvo silenciada durante muchos lustros, a pesar de la innegable modernidad que supuso en su época.

Palabras clave: Historia de la Traducción, China, Ma Jianzhong, Yan Fu.

Abstract

Ma Jianzhong and his contribution to the Theory of Translation in China

Translation Studies in China have experienced a vivid impulse in the last decades. Ma Jianzhong (1845-1900) is not only a very well-known scholar in the field of traditional Linguistics in China, but also the author of a fundamental document called Proposal for the funding of a Translation Institute which we translate and study here. In this “Proposal”, Ma Jianzhong presented his ideas about translation, ideas based on a very modern concept of the translation work and of translators.

Key words: translation history, China, Ma Jianzhong, Yan Fu.

1. Introducción, objetivos y método

La figura de Ma Jianzhong (1845-1900) ocupa un lugar muy destacado en la historia de la lingüística china por ser el primer lingüista en redactar una gramática de la lengua china (Mashi Wentong, 馬氏文通) siguiendo los cánones de la gramática latina. Sin embargo, su contribución al campo de la teoría traductológica pasó desapercibida durante mucho tiempo, quizás ofuscada por la profunda influencia que su aportación a la lingüística china ejerció durante décadas (Mei, 2001:41).

Tanto su gramática Mashi Wentong como sus ideas sobre la Traducción deben contextualizarse en un momento muy particular de la historia de China, a finales de la dinastía Qing (1644-1912). Las ideas reformistas de Ma Jianzhong1 y la importancia que otorgó al estudio de la cultura occidental se inscriben en un movimiento social e intelectual muy amplio que recorre la segunda mitad del siglo XIX y se prolonga durante las primeras décadas del XX. Esas ideas reformistas, en el caso de Ma Jianzhong, estaban estrechamente relacionadas con su concepción del papel que la traducción debía jugar en ese necesario proceso de renovación y modernización al que aspiraban tantos intelectuales de su época.

A partir de la década de los 80 del siglo XX, algunos traductólogos (Luo, 1984; Jin2, 1989; Liu 2005) recuperaron la figura de Ma Jianzhong como traductólogo y consiguieron que sus ideas recibieran la atención y estudio merecidos:

有的文章说,严复是近代第一个探讨翻译理论的人,此说不甚确切。严复的“天演论-译例言” 写于一八九八年,而早在一八九四年,马建忠在拟设翻译书院议中,已提出 “善译”的问题。(Luo, 1984:4)

Algunos estudios afirman que Yan Fu fue el primero, en época moderna, que exploró cuestiones teóricas sobre la traducción. Pero esta afirmación no es del todo correcta. El Tianyanlun·Yiliyan de Yan Fu se escribió en 1898, mientras que en 1894 Ma Jianzhong ya había planteado la cuestión de la “traducción perfecta” en su “Propuesta para la fundación del Instituto de Traducción”.

理论的系统化是学科的基础,也是科学的保证。从严复(1853—1921)与马建忠(1840—1900)提出具有近代翻译思想的理论主张以还的近一百余年中,中国翻译界所做的,正是齐心努力打造翻译学有科学保证的学科基础。(Liu, 2005:18).

La sistematización teórica es la base de cualquier disciplina, y también una garantía científica. Desde que Yan Fu (1853-1921) y Ma Jianzhong (1840-1900) plantearan cuestiones teóricas pertenecientes ya al pensamiento traductológico moderno, el mundo de la traducción en China se ha dedicado, con gran empeño y dedicación, a sentar las bases científicas que sustentan la traducción como disciplina.

在中国译学中首先论及“神”者,当推马建忠. (Liu, 2005:72)

El primero que en la Traductología china habló de “espíritu” fue Ma Jianzhong.

El objetivo del presente estudio es doble: por un lado, analizar las ideas de Ma Jianzhong sobre la traducción y el papel de ésta como instrumento primordial para el conocimiento y estudio de la cultura extranjera, basándonos en nuestra traducción del texto considerado como su “manifiesto” sobre la Teoría de la traducción: “Propuesta para la fundación del Instituto de Traducción” (Nishe fanyi shuyuan yi, 拟设翻译书院议3). En segundo lugar, procederemos a comparar, en lo sustancial, las ideas traductológicas de Ma Jianzhong con las de Yan Fu (严复, 1857-1921), traductor y teórico contemporáneo, tal como las expuso en el breve prólogo a su traducción de Evolution, Ethics and other Essays, de T. H. Huxley (1897)4. Para ello, contextualizamos históricamente la “Propuesta” de Ma Jianzhong antes de entrar en el análisis de las cuestiones más importantes de su teoría traductológica, especialmente la relación entre su idea de “traducción perfecta” con el moderno concepto de “equivalencia” en la traducción. Tras una breve descripción de las ideas traductológicas de Yan Fu, planteamos unas conclusiones que contrastan las aportaciones de estos dos autores para explicar el prolongado silencio histórico de la “Propuesta”.

2. La traducción en tiempos de Ma Jianzhong: contextualización histórica de su “Propuesta”

Las Guerras del Opio (1839-1842 y 1856-1860) supusieron un punto de inflexión muy importante en la historia de las relaciones sino-occidentales, pero no tuvieron el efecto de producir, por sí solas y de manera inmediata, la transformación social e ideológica que convulsionaría China unas décadas más tarde. Fue a partir de la segunda mitad del siglo XIX, cuando China experimentó una entrada masiva de elementos culturales occidentales que provocarían, a la postre, una auténtica crisis de identidad (Wang, 2007:72). La primera Guerra Sino-Japonesa (1894-1895) supuso la humillante derrota de China ante un Japón más poderoso militarmente y desarrollado socialmente, y agravó esa crisis ya iniciada con las potencias occidentales. Como consecuencia de esas derrotas militares y de otros factores, se pusieron en marcha una serie de movimientos sociales e ideológicos que buscaban la transformación de China en un país moderno y avanzado.

Durante siglos China había ido construyendo un marco cultural sólido y potente, independiente de otras culturas de su entorno, autónomo y autosuficiente. En ese largo periodo histórico de pretendida “supremacía” cultural china, la traducción jugó un papel de relativa importancia5. Hacia 1870, buena parte de la intelectualidad china seguía considerando su lengua y su cultura como superiores y creían poco probable que la cultura china pudiera enriquecerse significativamente en ese contacto con otras culturas a través de la traducción (Chang, 2008). Sin embargo, la historia de la segunda mitad del siglo XIX pondría a China y a sus intelectuales frente a una innegable realidad: la de su atraso social y tecnológico. A partir de esa constatación histórica crecieron las voces de intelectuales que exigían aprender de occidente (y de Japón) para modernizarse, y es en ese contexto en el que la traducción pasó a ocupar un lugar de urgente necesidad.

Las ideas tradicionales sobre traducción se basaban en China en conceptos de la filosofía, la antropología, la estética, la literatura y el arte, y se fueron elaborando a partir de las primeras traducciones al chino de textos budistas (s. III en adelante). En el periodo de los Tres Reinos (s. III) aparecieron las primeras menciones a la tarea del traductor y de la traducción en un texto de Zhi Qian (支謙, s. III), al que se le atribuye una interesante reflexión sobre la idea de fidelidad en la traducción: “las palabras bellas son poco creíbles, y las creíbles no son bellas6. Esta búsqueda del equilibrio entre la belleza y la credibilidad, entre el texto original y el texto traducido y entre la eficacia y la calidad en la traducción, son cuestiones que irán apareciendo de manera esporádica a lo largo de la historia de la traducción en China.

A finales del siglo XIX parece existir un generalizado desconocimiento del mundo occidental entre los traductores chinos. Tampoco muchos intelectuales7 de entonces podían alardear de conocer bien ese mundo8, y menos aún de poder traducir alguna de sus lenguas. Es el propio Ma Jianzhong quien nos ofrece en su “Propuesta” un afinado diagnóstico de la situación y la preparación de los traductores chinos de su época:

今之译者,大扺于外国之语言,或稍涉其藩篱,而其文字之微词奥旨,与夫各国之所谓古文词者,率茫然而未识其名称9

Hoy día los traductores conocen por encima las lenguas extranjeras, o en algunos casos tienen un contacto meramente superficial con ellas, y eso hace que no alcancen a entender la crítica sutil ni el sentido profundo [de los textos traducidos] ni tampoco las palabras antiguas de los textos clásicos de todos esos países.

Ma Jianzhong describe un panorama desolador de la traducción y los traductores a finales del siglo XIX en China y es en ese contexto social e intelectual en el que plantea su “Propuesta” para fundar un Instituto de Traductores.

3. Análisis de la “Propuesta”: la teoría traductológica de Ma Jianzhong

La “Propuesta” de Ma está considerada como una de las más importantes aportaciones en el campo de la teoría de la traducción en China en el último siglo y medio (Mei, 2001:41; Li, 2006:66; Wang, 2007:72), y como tal ha sido analizada y debatida por varios autores y desde distintas posiciones teóricas (Wang, 2007; Mei, 2001).

Ma Jianzhong redactó su “Propuesta” en el invierno de 1894, en plena guerra Sino-Japonesa y en medio de un ambiente social pesimista y descorazonador. Al inicio del texto, el autor exclama con vehemencia: “Creo que la China de hoy está siendo humillada por los invasores extranjeros…10, palabras que reflejan honesta y dolorosamente la situación que vivía China en esos momentos. Ante esta situación, Ma Jianzhong, al igual que otros intelectuales antes que él11 , veía en la traducción un instrumento imprescindible para salir de la crisis de identidad en la que estaba sumido el país, pues solo traduciendo se podía “conocer occidente y jugar con sus mismas armas” (Shi yi changji yi zhi yi, 师夷长技以制夷12).

Esta idea de utilizar los conocimientos tecnológicos de occidente para defenderse de la amenaza occidental no era ni nueva ni suya, pues había gozado ya de cierta influencia durante el periodo conocido como Movimiento de Autofortalecimiento (Yangwu Yundong, 洋務運動, 1861-1895). Para Ma y otros intelectuales, la traducción debía convertirse en “la primera y más importante política del país” (Tian xia di yi yao zheng, 天下第一要政), puesto que solamente a través de los textos occidentales traducidos serían capaces los chinos de combatir y vencer la humillación extranjera:

中国士大夫,其泥古守旧者无论已。而一二在位有志之士,又苦于言语不达,文字不通,不能遍览其书,遂不能遍知其风尚。欲不受欺其也得乎?虽然,前车之覆,喘谤顺抵鉴也。然则,欲使吾士大夫之在位者,尽知其情实,尽通其壅蔽,因而参观互证,尽得其柔操纵之所以然,则译书一事非当今之急务欤13.

Los intelectuales chinos siguen a pies juntillas los dictados de la tradición, sin plantearse por un momento su discusión. Y sin embargo, unos pocos que sí tienen la determinación necesaria para conocer otras lenguas que no conocen, por dominar otras tradiciones escritas, por conocer ampliamente las obras importantes de otras culturas, no pueden hacerlo porque se lo impiden. ¿Cómo es posible evitar entonces que nos humillen?. Debemos aprender la lección de la experiencia. Por eso, si nuestros eruditos quieren comprender profundamente la realidad de esos países, si quieren conocer lo que ellos esconden y discernir en dónde reside su fortaleza y su debilidad, la tarea de traducir sus textos ¿no es acaso lo más apremiante hoy día?.

Para alcanzar ese objetivo prioritario, Ma impulsó con vehemencia la fundación de un Instituto de Traducción para la formación de jóvenes traductores. Ese Instituto debía convertirse en un centro de primer nivel, muy por encima de la ya existente Escuela de Lenguas Extranjeras (Tong Wen Guan, 同文管), fundada en Pekín en 1862.

Entre las funciones y cometidos que dicho Instituto debería acometer estaban las de controlar rigurosamente el proceso de selección de traductores e intérpretes, la implantación de métodos de enseñanza y aprendizaje de la traducción y la interpretación, la compilación de diccionarios de lenguas extranjeras, la compra de textos extranjeros, su traducción y publicación, entre otros. De manera muy ambiciosa, Ma proyectó un Instituto que trabajara integralmente con el problema de la traducción, desde la elección y compra de las obras hasta su edición, pasando por la selección y formación de los propios traductores.

Durante el periodo del Movimiento de Autofortalecimiento, eran fundamentalmente los extranjeros en China quienes decidían qué obras se traducían, ya que, como apunta la propia “Propuesta”, muy pocos intelectuales chinos tenían conocimientos suficientes para seleccionar y traducir textos occidentales. Por otro lado, se deduce también de la “Propuesta” que buena parte de los traductores chinos activos durante aquellos años carecían de los conocimientos teóricos y prácticos necesarios para garantizar que una traducción fuera técnicamente aceptable (Wang, 2007:73)14. De ahí que la “Propuesta” hiciera especial hincapié en mejorar la formación de los traductores chinos así como la calidad de sus traducciones.

Existían en China instituciones dedicadas a la traducción y se traducían textos extranjeros, pero para Ma eran insuficientes, bien porque se traducían textos que no ayudaban al desarrollo social e intelectual de China, bien porque los textos traducidos eran “incompletos, sesgados y repetitivos, y no cumplen con el objetivo de servir de referencia y de investigación del original”15.

3.1. La “traducción perfecta”

Las ideas traductológicas de Ma Jianzhong, tal como las expuso en su “Propuesta”, giran en torno al concepto de “traducción perfecta”16 (shan yi, 善译). Ma plantea abiertamente la pregunta con la que da paso a su exposición sobre la tarea de traducir y la preparación del traductor: ¿cómo hay que traducir? En el siguiente párrafo, Ma no solamente responde a su propia pregunta sino que, además, expone en detalle ese concepto sobre el que giran todas sus ideas traductológicas:

夫译之为事难矣,译之将奈何?其平日冥,心考必先将所译者,与所以译者,两国之文字,深嗜笃好,字栉句比,以考彼此文字孳生之源,同异之故。所有相当之实义,委曲推究,务其审声音之高下,析其字句之繁简,尽其文体之变态,及其义理精深奥折之所由然。夫如是,则一书到手,经营反复确,知其意旨之所在,而又摹写其神情,仿佛其语气。然后心悟神解,振笔而书,译成之文,适如其所译而止,而曾无毫发出入于其间。夫而后能使阅者所得之益,与观原文无异。是则为善译也17

Considero pues que la tarea de traducir no es una tarea fácil. ¿Cómo deberíamos entonces traducir? En su fase de formación, el traductor debe desarrollar un profundo interés por las lenguas que traduce y por sus culturas, reflexionar seriamente sobre ellas. Debe saber primero lo que va a traducir y cómo lo va a traducir, deteniéndose pausadamente en las palabras y expresiones de ambas lenguas, analizando la intención que motivó el texto original, examinando las diferencias y similitudes entre las dos lenguas. Es muy importante que [el traductor] siga todos los vericuetos del texto, examinando la superioridad o inferioridad de los tonos, analizando la complejidad o la simpleza de caracteres y frases, respetando al máximo la intención y los matices del texto, la profundidad del original y de la traducción. Si eso se tiene en cuenta, en cuanto el texto original llega a las manos del traductor, debe trabajarlo una y otra vez, conociendo perfectamente en qué consiste la intención del texto. Debe tratar de imitar su espíritu, reproducir el tono, y solamente después, cuando haya sido capaz de identificarse conscientemente con la esencia del texto, podrá tomar su pincel en iniciar la traducción, haciendo de esta un texto sólido, ciñéndose a lo que se traduce, sin apartarse un ápice de lo traducido. Es así como se consigue que el lector pueda sacarle todo el provecho a la traducción, sin diferencia alguna con respecto al original. En esto consiste una traducción perfecta.

Ma consideraba que un traductor, para llevar a cabo correctamente su trabajo, debe ser extremadamente meticuloso en el análisis y comprensión del texto que va a traducir, además de conocer bien la lengua de origen y, por supuesto, la lengua de llegada. En su opinión, es preciso que el traductor lleve a cabo un importante trabajo previo a la traducción para comprender en profundidad el texto que va a traducir (él lo describe como “ser capaz de identificarse conscientemente con la esencia del texto”, literalmente “despertar del corazón y liberación del espíritu”, xinwu shenjie, 心悟神解) y, a partir de esa comprensión previa, traducir el texto de la manera más fiel posible, siendo muy respetuoso con la intención del original. Para Ma el texto original y su estilo son muy importantes y por eso hay que analizarlos concienzudamente.

Como filólogo y lingüista, Ma consideraba que la traducción debía fundamentarse en principios y conceptos de la Lingüística comparada. La suya fue una propuesta teórica y metodológica muy bien trabada y en muchos sentidos extremadamente moderna, pues abarcaba cuestiones relacionadas con las lenguas comparadas, con los procesos de traducción, con el análisis textual y con las equivalencias en la traducción (Chang Bo, 2008).

Podemos resumir en tres los rasgos más importantes de su “traducción perfecta”:

• El traductor debe en primer lugar conocer en profundidad la naturaleza de las dos lenguas con las que trabaja, así como las similitudes y las diferencias entre ambas.

• El traductor debe comprender perfectamente el sentido del texto original y además debe saber cómo transmitirlo al texto meta (lo que él llama “intención”, yizhi, 意旨); “espíritu”, shenqing, 神情 y “tono”, yuqi, 语气).

• El resultado de la traducción no debe alejarse en nada del texto original (wuhao fa churu, 无毫发出入) para que “el lector pueda sacarle todo el provecho a la traducción, sin diferencia alguna con respecto al original” (Shi yuezhe suode zhi yi yu guan yuanwen wuyi, 使阅者所得之益与观原文无异).

3.2. La “traducción perfecta” y el concepto de “equivalencia”

El concepto de “equivalencia” ocupa un lugar fundamental en la moderna Teoría de la traducción. Como señala Gómez González-Jover (2002:439):

La noción de equivalencia, compleja e indeterminada, parece estar condenada a seguir siendo la cuestión clave, y sin duda más polémica, de los estudios contemporáneos de traducción. La raíz del problema está en que la equivalencia constituye la esencia misma de la traducción…

El concepto de equivalencia en traducción se puede abordar también desde un punto de vista histórico (Pym, 2012:8):

… la “equivalencia” sería básicamente la “fidelidad” que siempre han declarado los traductores pero reformulada según los criterios de una época estructuralista, en la que todo tenía que parecer científico.

La moderna Teoría de la Traducción occidental plantea que entre los textos original y traducido debe darse el mayor grado posible de equivalencia18, teniendo en cuenta que dicha equivalencia ha sido definida en distintos planos y por distintos autores y que prácticamente todos coinciden en afirmar que la equivalencia total es, por definición, imposible. Desde este punto de vista, podemos afirmar que la idea de “traducción perfecta” planteada por Ma Jianzhong en su “Propuesta” se acercó, al menos en el plano teórico, a lo que algunos decenios después los teóricos occidentales empezaron a llamar “equivalencia”. Dentro de la moderna teoría traductológica en China, el concepto de “traducción perfecta” de Ma es considerado por algunos especialistas como una “idea brillante y profunda, aunque expuesta de manera muy simple”19 (Luo, 1984:5).

Ma Jianzhong no llegó a utilizar el término “equivalencia”, aunque es posible identificar en su “Propuesta” la práctica totalidad de los rasgos que constituyen hoy, para muchos teóricos, los elementos fundamentales de dicho concepto (Mei, 2001:40). Podemos relacionar el concepto de “traducción perfecta” con tres tipos de equivalencia: equivalencia del signo, equivalencia del significado y equivalencia pragmática (Zhang & Gong, 2008).

3.2.1. Equivalencia del signo escrito

Dice Ma Jianzhong:

其平日冥,心考必先将所译者,与所以译者,两国之文字,深嗜笃好,字栉句比,以考彼此文字孳生之源,同异之故20.

En su fase de formación, el traductor debe desarrollar un profundo interés por las lenguas que traduce y por sus culturas, reflexionar seriamente sobre ellas, y debe saber primero lo que va a traducir y cómo lo va a traducir, deteniéndose en profundidad en las palabras y expresiones de ambas lenguas, analizando la intención que motivó el texto original, examinando las diferencias y similitudes entre las dos lenguas.

El traductor debe utilizar durante el proceso de traducción técnicas de lingüística comparada que le permitan analizar y comparar las lenguas de origen y de llegada desde el punto de vista del signo escrito. Ma enfatiza así el importante papel que el traductor debe desempeñar en el proceso de traducción, especialmente cuando no existen términos o giros equivalentes entre las dos lenguas que se traducen, por lo que el traductor debe resolver el problema de la mejor forma posible y sacar adelante la traducción. El traductor debe llevar a cabo, en primer lugar, una codificación de la información del texto original, y a partir de ella, debe transformar la información original en información equivalente en el texto meta.

3.2.2. Equivalencia del significado

La “traducción perfecta” debe sustentarse en un profundo conocimiento del significado de los signos escritos que se traducen. Ma lo señala de forma clara cuando dice:

所有相当之实义,委曲推究,务其审声音之高下,析其字句之繁简,尽其文体之变态,及其义理精深奥折之所由然21.

Es muy importante que [el traductor] siga todos los vericuetos del texto, examinando la superioridad o inferioridad de los tonos, analizando la complejidad o la simpleza de caracteres y frases, respetando al máximo la intención y los matices del texto, la profundidad del original y de la traducción.

Lo que Ma entiende por “superioridad” o “inferioridad” de los tonos tiene que ver con el significado contenido en el texto original, más concretamente, con el registro en el que está escrito el texto original. Se debe respetar, por tanto, el registro original utilizado por el autor y buscar la equivalencia semántica en el texto de llegada. En cuanto a la “simpleza” o “complejidad de los caracteres”, Ma se refiere a lo que entenderíamos como una traducción meramente formal de las palabras del texto original (en el primer caso), o a una traducción que trate de buscar la equivalencia perfecta en el significado entre dos términos (en el segundo caso). Ma considera que la traducción es, expresado en términos actuales, una búsqueda de equivalencias entre dos lenguas cuyo resultado final debe ser la emoción del lector del texto meta. Cuanto más se asemeja la emoción despertada en el lector del texto meta a la del lector del texto original, más “perfecta” es la traducción y más competente el traductor.

3.2.3. Equivalencia de la intención

La equivalencia de la intención es el último requisito, y seguramente el más importante, de la tarea del traductor competente, quien, con respecto al texto original:

…知其意旨之所在,而又摹写其神情,仿佛其语气。然后心悟神解,振笔而书,译成之文,适如其所译而止,而曾无毫发出入于其间22.

…debe tratar de imitar su espíritu, reproducir el tono, y solamente después, cuando haya sido capaz de identificarse conscientemente con la esencia del texto, podrá tomar su pincel en iniciar la traducción, haciendo de esta un texto sólido, ciñéndose a lo que se traduce, sin apartarse un ápice de lo traducido.

Para Ma, la equivalencia del signo escrito y la del significado deben respetar en todo momento la “intención” del texto, lo que él llama “imitar el espíritu y reproducir el tono” del texto original (Moxie qi shenqing, fangfu qi yuqi, 摹写其神情,仿佛其语气). Exige que el traductor no se ponga a traducir hasta que no se haya “identificado plenamente con la esencia del texto”, lo haya hecho propiamente suyo y lo haya entendido en profundidad. Solo entonces será capaz de “tomar su pincel” y traducir sólidamente el texto original.

Es, en definitiva, la búsqueda de estas equivalencias en los planos semiótico, semántico y pragmático, lo que debe motivar y guiar la tarea del traductor competente. Ma Jianzhong confiere especial importancia a la equivalencia pragmática (“equivalencia de la intención”), apoyada ésta en una correcta interpretación del signo escrito y en una adecuada transferencia semántica. El objetivo de la traducción es conseguir una reacción en el lector del texto meta idéntica, en la medida de lo posible, a la del lector del texto original. Es esto lo que identifica una buena traducción. La equivalencia pragmática cobra, pues, total protagonismo en la “traducción perfecta” de Ma al ubicar al lector del texto meta como núcleo y centro de la actividad traductora.

4. La teoría traductológica de un contemporáneo de Ma Jianzhong: Yan Fu23

Yan Fu (严复, 1857-1921) es sin duda uno de los traductores más conocidos e influyentes en la China de finales del siglo XIX y principios del XX. En el prólogo a su traducción al chino de la obra de Thomas Henry Huxley, Evolution, Ethics and other Essays, (1897), Yan Fu habló de los tres principios que toda traducción debe respetar: fidelidad, claridad y elegancia (Xin, Da, Ya, 信,达,雅, respectivamente)) y que constituirían finalmente el eje de su teoría de la traducción24. Las ideas de Yan Fu sobre traducción son básicamente continuistas. Aunque fue Zhi Qian25 quien primero habló de estos tres principios fundamentales de la traducción, Yan Fu los desarrolló y actualizó en su “Prólogo” de 1897.

Hoy día algunos críticos consideran esa traducción de Evolution, Ethics and other Essays como una reescritura de la obra original (Chang, 2008:58). Como otras traducciones de Yan Fu, especialmente en su primera etapa, su fidelidad al original no parece haber sido su punto fuerte, pues su objetivo primordial era hacer que la obra traducida fuera fácil de entender y se pudieran asimilar rápidamente las ideas y conceptos occidentales26 (Wang, 2012). Efectivamente, sus traducciones fueron muy bien acogidas por sus contemporáneos, alcanzando una reconocida fama como traductor.

La contribución de Yan Fu a la moderna teoría de la traducción en China se entiende como la de un heredero de la práctica traductológica clásica iniciada por Zhi Qian, eso sí, con el mérito de haber sabido actualizar y modernizar esas ideas tradicionales. Yan Fu fue mucho más que un traductor: está considerado como un auténtico agitador ideológico de su tiempo a través, precisamente, de sus traducciones. Eligió las obras del pensamiento occidental que consideró más importantes para la renovación ideológica y cultural que necesitaba China en esos momentos y las tradujo al chino utilizando una técnica que podríamos llamar “macroscópica”, es decir, seleccionando los pasajes del texto original que consideraba más útiles para absorber la cultura y el pensamiento occidentales, siempre desde el punto de vista de lo que él, personalmente, consideraba necesario para la situación china, y añadiendo frecuentes notas y comentarios propios a lo que traducía (He, 2006; Wang, 2012).

4.1. Los tres principios de la traducción según Yan Fu: fidelidad, claridad y elegancia (Xin, Da, Ya, 信,达,雅)

Como bien señala Ramírez (1998:118):

La propia traducción e interpretación de estos tres términos ha dado lugar a numerosas confusiones, sobre todo la del último, ya, entendido a veces como «elegancia» o refinamiento». El lenguaje arcaico utilizado por Yan Fu y la parquedad de sus explicaciones son, posiblemente, los causantes de las diversas interpretaciones…

La exacta interpretación de estos tres conceptos sigue siendo objeto de discusión entre los especialistas (Yan, 2013:237). Yan Fu se refiere con Xin, “fidelidad”, a la obligación por parte del traductor de respetar el texto original. El traductor debe elegir acertadamente las palabras que mejor trasladen el significado original del texto, aunque Yan Fu reconoce explícitamente que este cometido es, probablemente, el más difícil de conseguir para el traductor.

El segundo aspecto, Da, “claridad”, entra, según Yan Fu, en directa confrontación con el primero, puesto que si la traducción es demasiado fiel, probablemente es poco clara, y si es muy clara probablemente no es demasiado fiel. En este punto, la elección de Yan Fu es clara: “Conseguir la fidelidad es ya de por sí una cuestión muy complicada. Si solamente se traduce el significado exacto sin que este quede claro, es como si no se hubiera traducido. Por lo tanto, es preferible que sea claro” (Qiu qi xin yi da nan yi, gu xin yi bu da sui yi you bu yi ye, ze da shan yan, 求其信已大难矣,顾信矣不达虽译犹不译也,则达尚焉27).

El último aspecto, más discutido, es el de Ya, “elegancia”, que podemos entender también como “tratamiento estilístico del texto”:

Este punto es el que ha originado mayores controversias, ya que Yan Fu se decanta por un estilo arcaico, más apropiado, según él, para transmitir el sentido del original. Un estilo sumamente erudito y bello, pero de difícil comprensión para la mayoría de la población, y que ha sido fuente de elogios y críticas como la de Qu Qiubai, quien niega que una traducción redactada en estilo arcaico pueda ser a la vez «fiel» al original y «comprensible» para el lector moderno. (Ramírez, 1998: 118)

4.2. Yan Fu y la formación del traductor

Además del planteamiento teórico sobre los principios de la traducción, Yan Fu se implicó personalmente en cuestiones prácticas y organizativas relacionadas con la traducción y el traductor, como el establecimiento del Buró de Traducción (Yi shu ju, 譯書局), fundado en 1897 en Shanghai. Desde 1902, Yan Fu ocupó, además, el cargo de Director General de dicha institución, y desde ese puesto impulsó los estatutos que debían regir su gestión. Dichos estatutos no sólo diseñaban la estructura organizativa del Buró, sino también el trabajo específico de los traductores. Así, se les exigía que en el proceso de traducción recogieran tecnicismos y neologismos, los clasificaran y entregaran para su supervisión y aprobación por el Traductor General. Éste decidía qué traductores debían traducir qué obras, establecía sus emolumentos en función de la dificultad de la traducción (aunque tenían una asignación fija mensual) y elaboraba un calendario de entregas. En definitiva, estos estatutos ideados por Yan Fu dan una idea de la meticulosidad y la importancia que otorgaba al trabajo institucional y personal de los traductores pertenecientes a este Buró. En muchos aspectos recuerda lo que, sobre este aspecto, Ma Jianzhong había plasmado unos años antes en su “Propuesta”.

Algunas de las ideas de Yan Fu relativas a la tarea de traducir y a la figura del traductor se publicaron en distintos medios de su época (periódicos, cartas, etc.), y no únicamente en los prólogos, introducciones o notas a la decena larga de obras que tradujo. Sabemos, por ejemplo, que sentía una cierta desconfianza por la obra final traducida porque consideraba que la mejor forma de aprehender la ciencia y la tecnología occidentales era irse a vivir y a estudiar a occidente, leer sus periódicos y sus libros directamente, sin tener que pasar por las traducciones de otros. Yan Fu expresó en varios artículos y cartas su desconfianza hacia la tarea de traducir ya que consideraba que la traducción siempre tergiversa, en mayor o menor medida, la obra original (He, 2006).

Por otro lado, una buena parte de las traducciones al chino de obras occidentales aparecidas a finales del siglo XIX y principios del XX se hicieron a través del japonés por lo que en realidad se trataba de traducciones indirectas. Esta práctica despertaba aún mayor recelo en Yan Fu porque consideraba que las traducciones del japonés eran inmaduras, poco serias y en algunos casos incompletas (He, 2006).

Yan Fu planteaba, además, una postura muy exigente con respecto a la traducción de textos occidentales, incluyendo en esa exigencia sus propias traducciones. Al igual que Ma Jianzhong, Yan Fu señaló repetidamente la enorme dificultad que entraña la tarea de traducir y la notoria escasez de buenos traductores que sufría China en aquellos momentos.

Finalmente, Yan Fu fue un gran impulsor de la instauración en China de los derechos de traducción. A principios de 1900, propuso por carta a sus editores que se tuviera en cuenta esta cuestión. Aunque no obtuvo resultados inmediatos, el primer libro chino que apareció con un “certificado de derechos de edición” impreso al final de la obra fue precisamente una “Gramática inglesa explicada en chino” (Yingwen han gu, 英文漢詁), publicada por Yan Fu en 1904. Seis años después, en 1910, el impulso de Yan Fu se vio materializado con la publicación de la primera Ley de Derechos de Autor en China (He, 2006).

5. Discusión y conclusiones

El análisis de la “Propuesta” de Ma Jianzhong y su comparación con las ideas de Yan Fu sobre Traducción arrojan dos claras conclusiones: primera, que las ideas de Ma Jianzhong resultan más modernas y sólidas, desde el punto de vista teórico, que las de Yan Fu, más continuistas y plegadas a la ideología dominante y a las corrientes intelectuales prevalentes del momento; segunda, que a pesar de esta modernidad, la “Propuesta” de Ma Jianzhong no ejerció la influencia que cabría esperar de ella.

En efecto, las ideas de Ma Jianzhong sobre traducción comparten algunos elementos con las de Yan Fu: primero, la convicción de que la traducción podía transformar la sociedad china; segundo, la necesidad de que el trabajo del traductor se regulase e institucionalizase para garantizar la seriedad y la calidad de las traducciones; tercero, la urgencia de contar con buenas traducciones que sirvieran de apoyo a la intelectualidad de la época.

Sin embargo, Ma Jianzhong plantea una aproximación a la traducción fundamentada en sus amplios conocimientos de Lingüística y Filología, tanto china como occidental. Ma consideraba cualquier lengua extranjera al mismo nivel que la lengua china, algo muy novedoso para la intelectualidad del momento. Su “Propuesta” pudo resultar excesivamente exigente y rigurosa para la situación de la traducción en China en esos momentos. El planteamiento teórico de Yan Fu, en cambio, supo entroncar con una tradición traductológica muy asentada por lo que finalmente acabó imponiéndose.

Por otro lado, en un momento en el que para muchos traductores las traducciones significaban dinero rápido o prestigio fácil, Ma exigía mucha preparación previa, mucha reflexión y tiempo para terminar una traducción. La urgencia por traducir no ayudó a que el planteamiento de Ma se tuviera en cuenta.

Finalmente, la propuesta de Ma resultaba demasiado teórica para muchos traductores faltos de formación, ya que se preocupaba “excesivamente” por cuestiones lingüísticas, frente a la visión más práctica y directa de Yan Fu.

Todo esto hizo que las ideas sobre la “traducción perfecta” de Ma Jianzhong acabaran en el olvido histórico hasta que en la década de los 80 del pasado siglo su “Propuesta” recibiera la atención y estudio merecidos. Su propuesta constituía, en realidad, una idealización de la traducción y de sus procesos, una visión adelantada para los tiempos que corrían, por lo que el mundo de la traducción en China no supo o no pudo aceptarla en su momento.

Hemos esbozado aquí los rasgos más sobresalientes de la “Propuesta” de Ma Jianzhong, contextualizados en su momento histórico, y los hemos relacionado con el concepto de equivalencia en la Traductología moderna. Por otro lado, las ideas traductológicas de Yan Fu, brevemente descritas, nos han servido de contrapunto para plantear las posibles causas que explicarían el olvido histórico de la “Propuesta”.

Sin embargo, queda pendiente un estudio comparativo en profundidad entre estos dos importantes teóricos de la traducción en China. Nuevos estudios deberían dilucidar, también, la más que probable influencia de la “Propuesta” de Ma Jianzhong en las ideas de Yan Fu, o la influencia que estos dos autores tuvieron en el desarrollo teórico y práctico de la Traductología china. Ambos representan dos concepciones distintas de la traducción en un periodo complejo y rico marcado por importantes movimientos de reforma social e ideológica.

6. Bibliografía

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Apéndice. Traducción de Nishe fanyi shuyuan yi, 拟设翻译书院议, “Propuesta de fundación del Instituto de Traducción” (1894),
de Ma Jianzhong.

Sobre la fundación del Instituto de Traducción

Ma Jianzhong (1894)

Creo que la China de hoy está siendo humillada por los invasores extranjeros. Desde el reinado del emperador Daoguang de la dinastía Qing, esos invasores extranjeros han forzado una y otra vez al gobierno Qing a firmar una serie de tratados injustos y de imposición de tasas, al mismo tiempo que han considerado al imperio Qing como uno de los países de oriente que deben ser conquistados. Como consecuencia de ello, sus representantes diplomáticos abusan y humillan a nuestro gobierno despreciando todo lo que representa Jingshi [Pekín], capital del imperio Qing. Sus cónsules provocan brutalmente a nuestros funcionarios en los puertos; sus comerciantes se asientan forzosamente sobre nuestro territorio cedido para explotar los ricos provechos que obtienen del comercio y de los negocios; y sus misioneros se han expandido por todo el territorio chino confundiendo a nuestro pueblo con sus prédicas. Creo que nos tratan con tanta desconsideración y se atreven a hacer todo eso con nosotros porque piensan que no nos damos cuenta de sus prácticas deshonestas y porque nos consideran incapaces de entender sus limitaciones. Y sin embargo, toda esa deshonestidad y todas sus limitaciones las conocemos. Todos los países extranjeros registran en sus propios libros y con sus propias lenguas las órdenes y los edictos, la fortaleza y la debilidad de sus gobiernos, las dificultades y las alegrías de sus pueblos, la unidad de los de arriba con los de abajo, el trabajo de todos a una para protegerse de las humillaciones que los extranjeros les tratan de infringir. Y lo hacen sin miedo al esfuerzo que eso les pueda suponer.

En esos países, todos sin excepción, saben lo que está pasando, no ocultan nada. Los intelectuales chinos siguen a pies juntillas los dictados de la tradición, sin plantearse por un momento una discusión. Y sin embargo, unos pocos que sí tienen la determinación necesaria para conocer otras lenguas que no conocen, por dominar otras tradiciones escritas, por conocer ampliamente las obras importantes de otras culturas, no pueden hacerlo porque se lo impiden. ¿Cómo es posible evitar entonces que nos humillen? Debemos aprender la lección de la experiencia. Por eso, si nuestros eruditos quieren comprender profundamente la realidad de esos países, si quieren conocer lo que ellos esconden y discernir en dónde reside su fortaleza y su debilidad, la tarea de traducir sus textos ¿no es acaso lo más apremiante hoy día?. Como dice el refrán: conócete a ti mismo y conoce a los demás si quieres ganar cualquier batalla. Ganar la guerra en el campo de batalla y ganar la guerra en los templos imperiales, ¿no es acaso lo mismo? Los países occidentales, desde que iniciaron sus relaciones comerciales con la dinastía Ming, han contado con las traducciones que de nuestros clásicos hicieron los misioneros al latín, al inglés y al francés. Durante el reinado del emperador Kangxi se instauró una Oficina de China en Paris y desde tiempos más recientes todos esos países han instituido oficinas chinas en sus respectivas capitales sin importar el fuerte dispendio económico. Esos extranjeros son generosamente recompensados por traducir los libros clásicos del chino, incluso las novelas y las historias populares, a sus lenguas nativas. Sus ministros y diplomáticos acreditados en China contratan con fuertes sumas de dinero a instructores para aprender la lengua china. Y no cejan en su empeño hasta que consiguen dominar nuestra lengua. Todos esos países tienen el mismo interés y albergan las mismas exigencias para aprender la lengua china. La traducción de libros ha sido un asunto de la máxima importancia para ellos desde mucho tiempo atrás.

Es cierto que hoy día el Buró de Manufacturas de Shanghai, la Oficina Naviera de Fuzhou y la Oficina Gubernamental de Jinshi [Pekín] han establecido todas ellas oficinas de traducción en las que han enrolado a estudiantes para que puedan aprender a leer las lenguas de distintos países. Pero para ellos su prioridad es mantener una buena relación con los extranjeros, no traducir sus textos. Si bien han traducido unos cuantos libros, han sido todos ellos para un uso práctico y concreto, no han traducido todavía los textos originales de política o educación, de manera ordenada, para que todos podamos conocerlos y entenderlos cabalmente. Algunos ejemplos de leyes y de decretos públicos están traducidos parcialmente, pero o bien son difíciles de comprender porque [al traducirlos] han perdido toda conexión de sentido con respecto al texto original, o bien son totalmente incompletos, sesgados y repetitivos, y no cumplen con el objetivo de servir de referencia y de investigación del original. Considero pues que la tarea de traducir no es una tarea fácil. ¿Cómo deberíamos entonces traducir? En su fase de formación, el traductor debe desarrollar un profundo interés por las lenguas que traduce y por sus culturas, reflexionar seriamente sobre ellas, y debe saber primero lo que va a traducir y cómo lo va a traducir, deteniéndose en profundidad en las palabras y expresiones de ambas lenguas, analizando la intención que motivó el texto original, examinando las diferencias y similitudes entre las dos lenguas. Es muy importante que [el traductor] siga todos los vericuetos del texto, examinando la superioridad o inferioridad de los tonos, analizando la complejidad o la simpleza de caracteres y frases, respetando al máximo la intención y los matices del texto, la profundidad del original y de la traducción. Si eso se tiene en cuenta, en cuanto el texto original llega a las manos del traductor, debe trabajarlo una y otra vez, conociendo perfectamente en qué consiste la intención del texto. Debe tratar de imitar su espíritu, reproducir el tono, y solamente después, cuando haya sido capaz de identificarse plenamente con la esencia del texto, podrá tomar su pincel en iniciar la traducción, haciendo de esta un texto sólido, ciñéndose a lo que se traduce, sin apartarse un ápice de lo traducido. Es así como se consigue que el lector pueda sacarle todo el provecho a la traducción, sin diferencia alguna con respecto al original. En esto consiste una traducción perfecta.

Hoy día los traductores conocen por encima las lenguas extranjeras, o en algunos casos tienen un contacto meramente superficial con ellas, y eso hace que no alcancen a entender la crítica sutil, ni su sentido profundo, ni tampoco las palabras antiguas de los textos clásicos de todos esos países. Hay algunos que conocen lenguas extranjeras y sin embargo su chino es vulgar y chabacano, y no es fácil entender lo que se lee. Sus traducciones solo consiguen que el lector sea incapaz de terminar de leer el texto, preso de una sensación nauseabunda por tanta vulgaridad y repugnancia. Por último, hay casos en los que el traductor solicita a algún extranjero con escasos conocimientos de chino que le haga una descripción oral del texto mientras él escucha y escribe como si hubiera entendido el sentido expresado por el texto original. Y lo que no ha logrado entender lo suple añadiendo arbitrariamente cosas de su propia experiencia. Los traductores que dominan lenguas extranjeras no se pueden expresar correctamente en chino, y los que dominan el chino no son capaces de entender bien una lengua extranjera. No debe extrañarnos, pues, que los textos traducidos por estos traductores estén repletos de errores de todo tipo y que sean objeto de la burla y el desprecio de los entendidos. Los textos que China realmente necesita no han sido todavía traducidos y los pocos que han sido traducidos están llenos de equivocaciones y dislates. Es realmente deseable que preparemos en profundidad a traductores que sean capaces de acometer con éxito su trabajo, que conozcan profundamente las lenguas y las culturas extranjeras y que al mismo tiempo dominen la lengua y la cultura china, que tengan amplios conocimientos de China y occidente. La traducción de textos no puede demorarse más y por ello debemos formar a traductores de talento a tiempo. Esta cuestión no admite discusión.

Cuando todavía me quedaba mucha vida por delante vi cómo se extendía el desastre provocado por los extranjeros y cómo los conflictos internos asolaban el país. Una tras otra las ciudades del sureste han sido invadidas y por ello no he podido tomar el examen imperial. Además de mi interés por la lengua china, me entregué al estudio del latín, del griego y de las lenguas inglesa y francesa. El latín es el ancestro de las lenguas europeas. No saber latín es como no haber ido a la escuela para aprender los caracteres chinos, es decir, nunca se comprenderá el significado profundo de las palabras. Por eso los intelectuales ingleses y franceses estudian las palabras del latín cada día, y las traducen a sus propias lenguas. Después crecí un poco y empecé a conocer la historia del mundo, los gobiernos y los mapas, la educación, el cálculo, el calendario, el agua, la luz, el sonido y la electricidad. También los insectos, las plantas y los árboles, los metales y las piedras, todo eso pude estudiar durante cinco o seis años. Más adelante leí libros sobre la naturaleza de los hombres y sobre las leyes de la ciencia. Tiempo después alcancé un profundo conocimiento de los libros de esos países y me adentré en la comprensión y en la cercanía con ellos, y así se disiparon todos los malentendidos y vi que no había diferencias entre ellos y la lengua china. Cuando el ministro asistente Guo28 fue nombrado [como Embajador] tuve la oportunidad de acompañarle en su visita a Gran Bretaña y Francia. Gracias a todo lo que había estudiado previamente pude pasar el examen de francés y de ciencia del Buró de Exámenes de Francia, y así obtener mi diploma. También pasé los exámenes de selección para abogados, políticos y embajadores. Me planteé reunir en un libro traducciones sobre los orígenes de la educación y la política en esos países, sobre las diferencias y similitudes en el sistema legal, sobre las doctrinas educativas, sobre los textos fundacionales utilizados, sobre las reformas del pasado y del presente, sobre los preceptos que rigen la recaudación y el gasto de productos y riquezas. Pero tuve que contenerme en ese propósito porque me resultó imposible llevarlo a cabo. Ahora el odio y las acusaciones de mis contemporáneos me han obligado a abandonar mis ocupaciones oficiales, pero afortunadamente dispongo de tiempo libre para retomar aquella tarea incompleta. Hoy los japoneses nos causan problemas y no tenemos una estrategia para defendernos. Nadie tendría que arrepentirse ahora ni estaríamos en la situación en la que estamos si en el momento en que se declaró el embargo comercial con los países extranjeros hubiera habido unos cuantos intelectuales chinos conocedores en profundidad de las verdaderas intenciones de los extranjeros y hubieran establecido a tiempo estrategias para contenerlas. Observo con profunda preocupación los problemas de mi país y por eso creo, personalmente, que China necesita con urgencia fundar un Instituto de Traducción. Por eso no voy a escatimar palabras a la hora de señalar las dificultades, las ventajas, los éxitos y los fracasos a los que nos enfrentamos, por un lado, con este Instituto, pero por otro, también voy a proponer con todo detalle los contenidos académicos y las normas y reglamentos que deben regirlo. Si los eruditos de hoy, con un alto sentido de la moral y con una férrea voluntad, se entregan a esta tarea, la hacen suya y la ponen en marcha, entonces ¡China tiene esperanzas!

El objetivo fundamental que da sentido a la fundación del Instituto de Traducción es el de dedicarse específicamente a la formación de traductores de primera. Todos los alumnos que ingresen en él se dividirán en dos cursos. En el primero de ellos estarán alumnos de unos veinte años de edad, con buen conocimiento de inglés y francés, y con una inteligencia y preparación por encima de la media. En función de sus conocimientos, más o menos profundos, de las lenguas inglesa y francesa, se verá la posibilidad de ofrecerles cursos de lecturas complementarias, además de las varias traducciones que deberán acometer diariamente como tareas de clase. También tendrán que leer textos en chino, como por ejemplo las obras de los grandes literatos de las dinastías Tang y Song, e incluso textos de las dinastías Zhou, Qin y Han, deliberando y argumentando en clase sobre ellos para mejorar el dominio de la expresión y el conocimiento de las palabras. Después de un año podrán dedicarse a traducir, evitando así que su estilo sea inferior e incomprensible.

En el otro curso habrá una decena larga de estudiantes de unos veinte años de edad, con excelentes dotes para la lengua china y que hayan demostrado sus capacidades innatas. Tendrán que estudiar en clase textos en francés e inglés, incluso en latín y griego. Si son constantes en sus tareas de clase, si no se distraen, si siguen escrupulosamente la guía y las indicaciones que se les ofrecen, en menos de dos años podrán conocer perfectamente esas lenguas extranjeras. Después se dedicarán en cuerpo y alma a la traducción y conseguirán excelentes resultados de manera inmediata con mucho menos esfuerzo, ya que primero han sido capaces de dominar la lengua china y después la lengua extranjera. La unidad y la coherencia en la escritura en chino y en una lengua extranjera muestran diferencias solamente en las palabras que se refieren a las cosas y a las personas.

Como Director del Instituto de Traducción se invitará a alguien que domine tanto la lengua china como lenguas extranjeras, y además actuará como instructor de dichas lenguas. Decidirá qué libros en lenguas extranjeras deben estudiar los alumnos y también qué cursos y materias deberán impartirse diariamente. Elegirá aquellos libros que deban ser traducidos. Examinará la diligencia y los avances de los estudiantes, y si triunfan o fracasan en sus estudios.

Se invitará a cuatro o cinco especialistas en chino clásico para que embellezcan y corrijan las traducciones, para que trabajen como instructores de lengua china, corrigiendo o eliminando los argumentos erróneos de los estudiantes. En su tiempo libre podrán discutir y fijar las traducciones correctas para algunos términos, eligiendo palabras elegantes siempre que no entren en conflicto con la lengua actual y que puedan ser refrendadas por los textos clásicos. Todas estas palabras las irán recogiendo con el fin de compilar finalmente un diccionario de palabras traducidas al chino. Se intentará que cinco o seis personas se encarguen de este trabajo de copia y edición.

En el Instituto habrá empleados que deberán residir de forma permanente. Los estudiantes tomarán un baño diario y sus vacaciones anuales no deberán exceder los treinta días. Al final de cada año los méritos de cada estudiante se expondrán públicamente por parte de los supervisores.

Los textos a traducir se dividirán en tres grupos. El primero tendrá que ver con la política actual de los distintos gobiernos, como por ejemplo las ideas políticas expuestas en los diferentes Parlamentos y Senados; asuntos relacionados con los contactos internacionales de cada país, como por ejemplo las comunicaciones oficiales de las cancillerías extranjeras, nuevos tratados internacionales, las declaraciones de los enviados diplomáticos a las reuniones internacionales, los textos originales y los informes especiales. Todo esto deberá traducirse de manera inmediata, a medida que se vaya recibiendo, y se imprimirá y difundirá cada diez días. Esto se hará así al principio de la instauración del Instituto. Otro grupo será el de aquellos textos examinados y corregidos por los supervisores. Por ejemplo, relacionados con la práctica del gobierno y la dirección del ejército, las finanzas y las relaciones con los países fronterizos. Hay muchos textos. Hoy, a modo de ejemplo, puedo recomendar la Ley Romana porque es la que fundamenta los sistemas legales de muchos países, o las diferencias entre las leyes en unos países y otros, también de las leyes comerciales, las leyes en las que se basan los sistemas democráticos y los monárquicos, las leyes que rigen los bosques, las montañas, la pesca o los embalses, el correo y las telecomunicaciones, o el ferrocarril. También la legislación pública, incluyendo casos y ejemplos de todo tipo, compilaciones de normas, tanto antiguas como modernas, de todos los países. Toda norma o ley deberá ser incluida para enriquecer el contenido de los volúmenes. Se podrían traducir trescientos o cuatrocientos de ellos. También reseñas de las sedes diplomáticas en oriente, o las vías por las que se recaudan las finanzas, el incremento o cancelación de la deuda de los estados, o la utilización de los bancos; la “Antología de las Diez Mil Carrozas”, una colección de tres mil detallados mapas de lugares estratégicos y de difícil acceso ubicados en los cinco continentes; los diarios militares de los emperadores romanos y el de la primera campaña del emperador francés Napoleón. Hay otros muchos libros, no se pueden citar todos, pero todos están escritos en francés e inglés y se deben elegir siempre los mejores para su traducción. Un año después de la fundación del Instituto habrá muchos alumnos que dominen lenguas extranjeras y que podrán traducir en clase esos citados libros. Dos años después, los nuevos alumnos que ingresen podrán incorporarse y ayudar con las traducciones. Los libros publicados se pueden vender fácilmente. Un tercer grupo será el de aquellos textos que son obligatorios en las escuelas extranjeras, que serán traducidos con posterioridad. Los asuntos de otros países son la base primordial, por ejemplo, las crónicas históricas de todos ellos, el auge y del declive de sus dinastías, los orígenes de la relación entre política y religión. También las matemáticas y la geometría, la termo óptica, la electricidad y la acústica, la zoología y la botánica, los minerales y los metales así como libros de ciencias naturales en general. De todos ellos se elegirán los más notables sobre los que se puede debatir y servirán como ejemplos para las clases diarias. Uno o dos años después, los estudiantes podrán traducir estos, y se podrán enviar a los periódicos para su publicación cada diez días.

El Instituto tratará de construir un edificio para su Biblioteca. Además de comprar libros chinos y extranjeros para los cursos iniciales, se comprarán también nuevos textos publicados a medida que vayan apareciendo. Habrá personas encargadas específicamente del cuidado de estos libros y el edificio se abrirá y cerrará a diario según un horario establecido. Serán registrados cada mes. Los libros que se deberán comprar al principio alcanzan varios miles y cada año se incrementará el gasto para poder comprar más e ir completando los que falten.

Uno o dos años después de su fundación, el Instituto tratará de hacerse con su propia imprenta y contratará a varios empleados expertos en la edición e impresión de libros. Al principio las traducciones no serán muchas, por lo que se podrán imprimir a través de la Biblioteca.

El edificio que albergue el Instituto será espacioso, ordenado y limpio. Su ubicación será preferentemente cercana a las zonas portuarias comerciales. De esa manera sus comunicaciones serán rápidas y eficientes y la información estará siempre actualizada. Todos los periódicos extranjeros y todos los barcos de las empresas navieras que llegan y parten continuamente permitirán que las traducciones se vayan actualizando progresivamente, sin necesidad de sufrir ningún retraso.

Los gastos del Instituto serán fijos. Se nombrará a alguien para que se encargue de la entrada y salida de fondos, y elaborará un informe mensual de todo ello. En cuanto a los gastos extras necesarios fuera del presupuesto interno del Instituto se presupuestarán con antelación y se otorgarán anualmente, todo ello con el fin de establecer unas bases firmes en la constitución de este Instituto.

Notas

1. Para una revisión detallada de la figura de Ma Jianzhong y su contribución a la historia de la lingüística china véase Ciruela (2012, Capítulo 10).

2. Citado por Mei (2001:40) como el primero que exploró la “traducción perfecta” de Ma Jianzhong desde el punto de vista del moderno concepto de “equivalencia” en traducción

3. Presentamos nuestra traducción en el Apéndice final 1. En lo sucesivo nos referiremos a este texto como la “Propuesta”. El original en chino es accesible en línea: http://wenxian.fanren8.com/06/13/6/97.htm. Véase Ma Jianzhong (1894) en la Bibliografía.

4. A partir de ahora “Prólogo”.

5. No podemos ignorar la importancia de las traducciones de textos budistas a partir del siglo III, ni el impacto que tuvieron en el desarrollo del pensamiento lingüístico en China. Para una excelente y resumida trayectoria por los autores y los textos más importantes de la historia de la traducción en China, véase Luo (1984: 1-19).

6. “美言不信,信言不美”, citado por Chang (2008:57). Zhi Qian es considerado el primer gran traductor de la historia china.

7. A diferencia de otros intelectuales de la época, Ma Jianzhong era una voz respetada por su conocimiento del mundo europeo. En Shanghai estudió en una escuela católica dirigida por jesuitas y posteriormente estudió inglés, francés, latín y griego durante su estancia en Paris, convirtiéndose en el primer asiático en obtener una Licence de Droit francesa en la École Libre des Sciences Politiques de Paris (Li Bing, 2006:66).

8. Hasta cierto punto ocurría lo mismo con Japón, país que, a pesar de su cercanía geográfica y cultural, era bastante desconocido para los propios chinos. Así se desprende de las observaciones de diplomáticos y viajeros chinos de la época, como Huang Zunxian (黄遵宪, 1848-1905). En los textos de entonces, se diferencia claramente entre lo occidental (西) y Japón (). La influencia de Japón en la sociedad e intelectualidad chinas de este periodo es profunda y compleja, por lo que debe abordarse en estudios más pormenorizados.

9. “Sobre la fundación del Instituto de Traducción”, (Ma, 1984).

10. 窃谓今日之中国其见欺于外人也甚矣. Ibíd.

11. Entre otros muchos, Lin Zexu (1785-1850) y Wei Yuan (1794-1856), influyeron directamente en Ma Jianzhong.

12. Shi yi changji yi zhi yi, (师夷长技以制夷), “Contener a los extranjeros estudiando la misma tecnología avanzada que ellos utilizan para dominarnos”, se convirtió en un lema entre los intelectuales reformistas de la segunda mitad del XIX, entre los que destacaban los mencionados Lin Zexu y Wei Yuan. Fue precisamente este último quien acuñó esta frase en su obra “Crónica Ilustrada de los países extranjeros” (HaiguoTuzhi, 海国图志, 1843).

13. “Sobre la fundación del Instituto de Traducción”, (Ma, 1984).

14. A este respecto, Wang Xiaonong señala lo siguiente: “Durante el periodo Yangwu [1861-1895], los textos que se traducían eran seleccionados, todos ellos, por extranjeros, sin ninguna garantía ni de la calidad de los mismos ni de su utilidad práctica. La mayor parte de los traductores chinos y occidentales desconocían las técnicas de traducción y la teoría traductológica” (Wang, 2008:73). El propio Ma Jianzhong describe en su “Propuesta” un panorama ciertamente crítico de la traducción y los traductores de su época, a los que parece señalar directamente como responsables del bajo nivel de su trabajo y de su escasa o nula preparación.

15. 其律例公法之类,间有摘译,或文辞艰涩,于原书之面目尽失本来,或挂一漏万,割裂复重,未足资为考订之助. “Sobre la fundación del Instituto de Traducción”, (Ma, 1984).

16. Shan: perfeccionar; yi: traducción. Ma Jianzhong no parece haber utilizado esta combinación de caracteres con la intención de exponer una teoría. Fue la investigación posterior la que realmente acuñó el término para referirse a las ideas de Ma.

17. “Sobre la fundación del Instituto de Traducción”, (Ma, 1984).

18. Existe numerosa bibliografía científica sobre el problema de la equivalencia. Según Wotjak (1995): “..sigue siendo muy controvertido y no presenta una solución convincente”. En ese mismo trabajo, el autor presenta una bibliografía útil sobre esta cuestión.

19. “文字虽简短,论述颇精彩”. (Luo, 1984)

20. “Sobre la fundación del Instituto de Traducción”, (Ma, 1984).

21. Ibíd.

22. Ibíd.

23. La figura de Yan Fu es demasiado importante y compleja como para tratarla aquí en profundidad. Adoptamos en este trabajo una visión muy resumida de aquellas ideas traductológicas que nos sirvan para contrastar su aportación con la de Ma Jianzhong, objetivo principal de este estudio. Luo (1984, 1-19) dedica en su Prólogo unas interesantes líneas a la figura de Yan Fu, e igualmente se detiene en los textos principales de este prolijo autor (pág. 136-160). Pero la bibliografía sobre Yan Fu es amplísima, por lo que no podemos resumirla aquí en detalle. El texto original de ese “Prólogo” se puede consultar en Yan Fu (1981).

24. Para una explicación detallada de estos tres conceptos de la teoría de Yan Fu, véase Ramírez (1998).

25. Zhi Qian, Fajujing Xu, 法句经序, Prólogo a la traducción al chino del Dhammapada.

26. Wang Zhiping (2012, 22-30), señala lo siguiente: “En el Prólogo a su Tianyanlun, 天演论, (Evolution, Ethics and other Essays), Yan Fu expuso sus “tres dificultades”: “xin” [fidelidad], “da” [claridad], “ya” [elegancia], proporcionando a la posteridad tres principios normativos para la traducción. Sin embargo, en sus propias traducciones, especialmente en las de su primera etapa, se han detectado muchas “infidelidades”, ya que en muchos puntos elimina, suprime o cambia partes del original, o añade comentarios con un marcado matiz personal”.

27. “Sobre la fundación del Instituto de Traducción”, (Ma, 1984).

28. Guo Songtao (郭嵩焘), Embajador chino en Londres desde 1877 a 1878.