Estudio de la Estructura Reticular de la Barriada de Las Palmeras, Córdoba, para la Planificación Participada de Propuestas de Convivencias Pacíficas

Network Analysis for Participatory Peace Building in Las Palmeras Neighborhood, Córdoba

Por Esteban A. Ramos Muslera.

Resumen

El estudio participado de redes (institucionales y de base) en la barriada de Las Palmeras (Córdoba), en el que se da cuenta del dinámico entramado relacional-reticular existente, constituye una herramienta básica para la Planificación Participada de Propuestas de Convivencias Pacíficas y Estrategias para el Desarrollo Local Integral de la comunidad. Además de arrojar luz sobre las diferentes redes presentes, sus relaciones, la fuerza de éstas, su jerarquía, los actores puente y el impacto de éstos en la situación convivencial imperante en la barriada, la perspectiva participativa desde la que se ha desarrollado la investigación ha facilitado la implicación de la ciudadanía en todo el proceso de reflexión, favoreciendo la asunción de las responsabilidades sociales necesarias por parte de los vecinos para la implementación de las propuestas generadoras de Convivencias Pacíficas, a través de la creación de unas estructuras de participación, reflexión y consenso, capaces de abordar autónomamente las situaciones de confrontación resultantes del conflicto.

La estrategia de intervención partía de la construcción-reflexión comunitaria sobre las redes y relaciones, abordando las problemáticas sociales comunitarias e iniciando la búsqueda, desarrollo e implementación de las propuestas consensuadas capaces de generar más y mejores convivencias pacíficas.

Palabras clave: Capacidad Reflexiva, Conflicto, Redes y Relaciones, Construcción Participada de Paz, Violencia.


Abstract

The participatory study of networks (institutional and base groups) in Las Palmeras (Córdoba) outlines the neighbourhood’s current dynamic relational-reticular framework and constitutes a basic tool for the Participative Planning of Proposals for Peaceful Coexistence and for Building Strategies for a Comprehensive Development of the Local Community. Besides shedding light on the different active networks, their relations and their strength, the existing hierarchies, the elements and actors that function as bridges, and the impact of these in the situations prevailing in the community, the participatory perspective from which this research project has been developed has allowed a greater implication of the citizenry in the whole process of reflection, facilitating the assumption of social responsibilities by the neighbours, for the implementation of proposals for Peaceful Coexistence, through the creation of mechanisms and structures for participation, reflection and consensus that will be able to independently and effectively tackle the clashing situations resulting from conflicts.

The intervention strategy started from a community construction-reflection focused on the networks and relations, approaching the community’s social problems and initiating the search, development and implementation of the agreed proposals able to generate more and better peaceful coexistences.

Keywords: Reflective capacity, Conflict, Networks and Relations, Participatory Peace Building, Violence.

 

1. Presentación de la Investigación, finalidad e hipótesis

El presente artículo tiene su base en el proyecto iniciado en abril de 2007 a partir de la constitución del equipo de intervención sociocomunitaria que la Empresa Pública del Suelo de Andalucía de Córdoba destinó a la barriada de Las Palmeras, con la intención de conocer de primera mano cuál era el estado de deterioro de las infraestructuras físicas y “sociales” del barrio, estableciendo una serie de objetivos operativos, de los que destacan los siguientes: A) la mejora de la gestión administrativa de la barriada, B) la mejora de los canales de información entre la Administración y el inquilino, C) el establecimiento de un padrón fidedigno de inquilinos, D) el conocimiento de las necesidades y demandas de los inquilinos respecto de las viviendas y el entorno barrial.

La situación de confrontación latente existente entre las diferentes etnias y linajes familiares habitantes de la barriada unido a la situación de exclusión y marginalidad[1] social del barrio en su conjunto respecto del desarrollo de la ciudad de Córdoba y las graves problemáticas y carencias sociales asociadas (desestructuración familiar, absentismo escolar, precariedad laboral, venta y consumo de droga, prostitución, agresiones, violencia de género, abandono de responsabilidades cívicas y convivenciales, pillaje, etc.) condujo a la puesta en marcha de una Investigación Social Participativa, cuya finalidad principal era la de construir más y mejores espacios de convivencias pacíficas a través de la consolidación de nuevas estructuras reticulares y la aplicación del método reflexivo-reversivo participativo.

Gráfico I: Mapa de situación de la barriada de Las Palmeras, Córdoba
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El objeto-sujeto de estudio de dicha investigación se correspondía con los habitantes de Las Palmeras en su proceso de construcción de realidades sociales, mediante el análisis de la estructura reticular que éstos conforman en su praxis cotidiana y su influencia en la cohesión de la comunidad y en la posibilidad de construir nuevas convivencias pacíficas. En otras palabras, los objetos-sujetos de estudio eran los vecinos de Las Palmeras en su práctica reflexiva de producción y transformación del entorno, y los acoplamientos con otras realidades y sus efectos (construcción de redes sociales), para la planificación participada de estrategias generadoras de más y mejores convivencias pacíficas.

Como hipótesis de investigación, se definieron las siguientes:

  1. La estructura reticular existente entre los actores presentes en Las Palmeras es capaz de determinar respuestas a los procesos de conflicto, por lo que la creación de nuevas redes y conjuntos de acción más amplios e integradores será capaz de producir más y mejores convivencias pacíficas, a través de la planificación participada de alternativas consensuadas.

  2. A través del método reflexivo-reversivo participativo y la implementación de diversas herramientas de regulación del conflicto, como la mediación o la negociación, es posible remplazar las respuestas violentas al proceso de conflicto por otras generadoras de convivencias pacíficas.

Dichos postulados se materializan en Las Palmeras a través de la consolidación de un Gran Conjunto de Acción Ciudadanista, como estructura reticular capaz de influir y determinar respuestas en el proceso de conflicto; y mediante la creación e implementación participada de normativas convivenciales producto de la reflexión y el debate comunitarios, capaces de transformar respuestas violentas en pacíficas.


2. Observación y capacidad reflexiva como habilitadores de la construcción de realidades y la vida en comunidad

Todo lo conocido es resultado de la observación de un sujeto concreto. El conocimiento no es más que una producción singular de un sujeto que observa, desde su particular medio de observación, aquello que él mismo produce; nada externo de sí mismo.

Esta observación consiste en la recepción de diferentes estímulos, que son procesados activamente por el sujeto para construir la realidad. Lo observado es construido por el sujeto, y la realidad resultado de dicha observación y objetivación de lo observado es propia e intransferible, y está en constante evolución y transformación. De tal suerte que el humano, articulando lo nuevo en lo conocido, vuelve a producir realidad.

Lo que observa el ser humano lo observa de tal modo porque es fruto de un cálculo interno de todo aquello que éste práctica con el objeto de satisfacer sus propias necesidades (o de desarrollar sus potencialidades). Está claro que las prácticas sociales modifican dichas realidades construidas, pues el cálculo interno de los efectos de éstas, si fueran otras, produciría nuevas realidades, que conducirían, inexorablemente, a desarrollar nuevas prácticas diferentes de las anteriores.

Esta afirmación implica que las dimensiones tecnológicas, teóricas, epistemológicas y ontológicas se encuentran supeditadas a la dimensión práxica, entendida ésta no sólo como práctica, sino también como transformación del sujeto a través del acto de transformar; lo cual, inevitablemente, tiene consecuencias en la manera de investigar.

La vida humana es posible gracias a la capacidad de hacer compatibles las realidades de, en y entre cada sujeto. La realidad compleja que cada sujeto objetiva y en la que se desenvuelve el uno con los otros precisa de constantes acoplamientos sucesivos para encajar unas realidades con otras, ya que no es posible compartir, ni crear algo conjuntamente, pues el algo de uno sería diferente del algo del otro. Así pues, es a través de la capacidad de encajar con las realidades de los otros que la vida humana en sociedad, ligada a la naturaleza y al cosmos, en absoluta dependencia biológica de éste, es posible.

La necesidad, dadas las características biológicas del ser humano, de encajar los unos con los otros, unas realidades con otras, unos pluriversos con otros, unos contextos con otros, no es eludible en la praxis del ser humano. Sin embargo, será según las propias necesidades de cada sujeto, singulares e intransferibles, que éste se forzará a compatibilizar sus realidades con unas y no con otras. Será a través de las propias valoraciones y prácticas que logrará la compatibilidad, y así, ésta se convertirá en un estímulo, que a su vez generará un nuevo acoplamiento, y así sucesivamente.

Las comunidades son, consecuentemente, el conjunto resultante de los múltiples y constantes acoplamientos de realidades subjetivas entre los habitantes de un entorno concreto. La convivencia, por tanto, es entendida como el fruto de la acción reticular de los diversos actores sociales presentes en una comunidad en el ejercicio de su cotidianidad, siendo clave en ella, por un lado, la capacidad reflexiva del sujeto (que lo posibilita como ser social, en tanto en cuanto es productor de realidad objetivada y buscador de las satisfacciones de sus propias necesidades), y por otro, el conflicto, que se define aquí como el proceso de acoplamientos sucesivos de las realidades individuales y subjetivas. Se entiende, por tanto, a este último, como parte activa imprescindible para la configuración de comunidades y de cualquier tipo de relación (incluidas las relativas al sujeto consigo mismo), motor de transformación comunitaria y elemento básico de configuración de las realidades sociales compatibilizadas: convivencias pacíficas. Equilibrios dinámicos.

Es por ello por lo que, en consecuencia, no se considera la comunidad monolítica como una entidad única, sólida, cohesionada, pétrea, consolidada, unida y permanente, sino más bien lo contrario, tal que trencadís gaudiniano de infinitos mosaicos interiores, donde cada pieza del mosaico es asimismo un trencadís gaudiniano de infinitos mosaicos interiores, y… donde la fragmentación, la diversidad de necesidades, intereses, proyectos, emociones, satisfactores, pensamientos, objetivos y medios es propia de cada universo, que es universo en sí mismo, en relación con otros. En constante conflicto. En constante transformación.

Y es por ello también, por lo que, para lograr crear estructuras reticulares favorecedoras de convivencias pacíficas (equilibrios dinámicos), será necesario hacer partícipe a la población de la comunidad del análisis de la configuración de sus relaciones. El conocimiento de éstas, de la estructura de las redes que se configuran y de su funcionamiento, será imprescindible para impulsar un desarrollo social encanminado a la creación de convivencias pacíficas. Las centralidades de las posiciones de los actores, la existencia de puentes, círculos sociales y subredes, así como la delimitación de las redes, y otros datos pueden arrojar algo de luz sobre los porqués de la existencia de determinadas estructuras reticulares comunitarias. Debe hacerse especial hincapié tanto en los contenidos como en las cualidades de dichas estructuras, dando cuenta tanto de los aspectos emocionales como de los racionales que habitan en la relación, ya que, en numerosas ocasiones, es en los primeros donde descansa la formación de una alianza o confrontación.

La herramienta esencial para la construcción de acoplamientos de realidades es la reflexividad del sujeto, que es la responsable de la objetivación y creación de éstas, y por tanto de la vida en comunidad. Las estrategias que la propia reflexividad de cada sujeto utilice para lograr su correspondiente acoplamiento exitoso, su compatibilización, serán tantas como éste sea capaz de imaginar, percibir, calcular o crear[2] (Villasante, 2006), y dependerán [como todo en la vida] de los propios condicionantes, contextos, redes, intereses y prácticas que cohabiten en el sujeto. Si el sujeto careciera de capacidad reflexiva, “sería imposible construir una realidad que pudiera más o menos afectar a uno; simplemente, como el resto de seres vivos, viviríamos en un mundo de realidades sin capacidad para objetivar ni subjetivar.” (Montañés, 2006: 44)

Dentro del proceso de conflicto, de acoplamiento constante de realidades entre sujetos fruto de la capacidad reflexiva del ser humano, la dimensión práctica contextual en el que éste se produce es capaz de condicionar, como ya se apuntaba, las respuestas estratégicas que el sujeto concluye para lograr la compatibilidad de y entre realidades. Por lo tanto, resulta pertinente indagar en el proceso de investigación sobre las construcciones de las observaciones de los sujetos observados en torno al contexto que habitan y transforman con sus prácticas, pues “lo que cambia, a través del tiempo y de las culturas, son los satisfactores [de las necesidades]” (Max Neef, 1993: 42), así como éstas de la misma forma.

La consideración de esta posibilidad implica la existencia de redes sociales que condicionan las acciones del sujeto, pero que existen en tanto que éste ha creado la red, en tanto que éste se ve representado en la misma y la transforma con sus prácticas, que se convierten en efectos que nuevamente transforman la estructura de la red que éste ha creado y en la que se ve representado.


3. Redes sociales y participación

Se considera que la estructura reticular de una comunidad es un condicionante básico en la formación de grupos, alianzas, consensos e intereses, por lo que en su estudio se precisa dar cuenta de la estructura de las redes, de sus características y de las cualidades de las relaciones, resaltando la importancia de las relaciones débiles en la generación de conexiones fundamentales para la consolidación de comunidades.

La red social es entendida como la serie de vínculos existentes entre un conjunto definido de entidades sociales, donde los “vínculos existentes entre los elementos cumplen determinadas propiedades que repercuten sobre los aspectos de las conductas de los actores. Tales propiedades (intensidad relacional, posición del actor, accesibilidad, “claques”, grupos de equivalencia estructural, etc.) definen la función o funciones de una red social.” (Garrido, 2000: 71)

La perspectiva de análisis de redes busca descifrar las determinaciones que sobre la conducta humana tiene la estructura social, haciendo a esta última operativa, mediante la representación como un sistema de relaciones que intervincula todo tipo de entidad social, incluyendo individuos, grupos, organizaciones formales, informales, etc., entre sí. Estos conjuntos de vínculos, llamados nodos, forman las redes sociales. Las pautas que se hallan en las formas de vinculación entre los actores de cada red son lo que consolida una estructura de red (Pizarro, 1988).

Villasante, por su parte, trabaja el concepto de red y desarrolla la idea de conjunto de acción, a través del cual se definen redes sociales en tres niveles de acción y poder: instituciones, asociaciones y grupos de base. Los diversos modos de interacción entre estos estamentos dan lugar a cuatro diversas tipologías de conjuntos de acción. A saber: Populistas (gestión y movilización, con rupturas con otros grupos; de relaciones jerárquicas), Gestionistas o Elitistas (que conectan a varios grupos y asociaciones entre sí, gestionado desde arriba con apoyo de los poderes instituidos, pero sin lograr una conexión con las bases sociales de forma empática), Ciudadanistas o Basistas (que se vinculan bien entre grupos y colectivos de base, así como con los colectivos no organizados, pero en conflicto frontal o negociación con los poderes instituidos) y, por último, Tecnicistas (gestión desde arriba, problemas con otros grupos y asistencia formal a la base; sin capacidad de generar transformaciones en las estructuras de las subredes, y, por tanto, en las conductas de sus actores).

El concepto de Poder por el que se distinguen dichos conjuntos se plantea en función de las relaciones de lo cotidiano y no como el poder en sí mismo, sino como una construcción en proceso. Unos actores tienen más influencia sobre otros, más por las relaciones que se mantienen y las posiciones de centralidad de éstos, que per se. Es desde lo cotidiano desde donde se construyen los poderes: el poder de la familia, la vecindad, el trabajo, etc. (Villasante, 1994)

En esta misma línea y en contraste con otras tradiciones de “investigación que explican la conducta social por la semejanza de los atributos individuales compartidos (por ejemplo, género, edad, nivel de instrucción) y por la normas internalizadas, el "network analysis" sostiene que la tarea principal del investigador social consiste en estudiar la estructura reticular y sus consecuencias. Revirtiendo la lógica tradicional, defiende que las categorías sociales y los grupos se deben descubrir y analizar a partir del estudio de las relaciones entre los actores sociales. De las relaciones estudiadas se extrae la estructura de la red, se describen sus patrones de forma y contenidos -usando generalmente unos métodos derivados de la teoría de grafos- y se busca encontrar sus efectos en la conducta de los actores” (Garrido, 2000: 73).

Una serie de postulados podrían ayudar a entender mejor el fondo de la metodología propuesta en esta investigación:

De estas afirmaciones se suceden, según Garrido, cinco principios metodológicos del análisis: “(1) La estructura de las redes no es directamente observable en los datos, sino el resultado del análisis; (2) por lo general, las relaciones son recíprocamente asimétricas, diferenciándose en contenido e intensidad; (3) los miembros de la red se vinculan de forma directa e indirecta, y es el conjunto del contexto estructural el que define una relación específica; (4) las redes creadas por la estructura de las relaciones no son arbitrarias; y (5) las relaciones pueden vincular a individuos, así como a grupos y organizaciones”. (Garrido, 2000: 74) Todos ellos al servicio de la detección de la estructura de las redes existentes, sus contenidos y sus cualidades.


4. La investigación para la Paz: de la Paz Imperfecta a la Construcción Participada de Paz

La vida en comunidad de los seres humanos se ha consolidado a través de experiencias de paz, es decir, compatibilizaciones exitosas de realidades.  El éxito como especie de los seres humanos en la Tierra es fruto de toda una serie de “experiencias y manifestaciones pacíficas” en comunidad. (Muñoz, 2004)

Todas estas experiencias pacíficas, construidas por los sujetos en su acción relacional cotidiana, como “condición de posibilidad de las relaciones humanas y, a la vez, horizonte a conseguir” (Muñoz, 2001: 73), constituyen un ingente material de análisis, normalmente ajeno a su estudio, dado el acento tradicional que los científicos sociales han puesto en los aspectos violentológicos derivados de los procesos de acoplamiento de realidades. Reconocer todas esas experiencias es parte de lo que se llama Paz Imperfecta, como Paz en constante proceso, inacabada (Muñoz, 2001).

Concebir la paz como un proceso vivo creado por los propios sujetos, conduce ineludiblemente a hablar de paz como constructo humano e inacabado (en constante evolución y transformación), fruto del conflicto tanto como lo puede ser la violencia; por lo que ambas manifestaciones son constituyentes de respuestas posibles en el proceso de acoplamientos de realidades entre sujetos. La elección de una u otra alternativa dependerá de los cálculos que sean capaces de realizar los sujetos, en los que múltiples factores, como la satisfacción de las necesidades, las redes de pertenencia, los valores, las leyes, las normativas sociales o el poder que se atesore, influirán en la toma de decisión final. Es en este sentido en el que se revela como necesaria la vinculación en plena dimensión en todo el proceso de investigación a los propios protagonistas creadores de paz (y violencia), pues el camino que se elija dependerá de los procesos reflexivos que los sujetos lleven a cabo previamente, llegando de este modo a lo que se entiende como Construcción Participada de la Paz: la adaptación metodológica de la Investigación Acción Participativa a los procesos de regulación del conflicto en pro de la mejora de la convivencia pacífica de las comunidades.

Los conflictos como motor de cambio social

Se entiende por conflicto el proceso de acoplamiento de realidades de y entre los sujetos. En este proceso, “se han de producir múltiples y complejas coaliciones y colisiones (…): asimilación de la otredad y la variedad humana; comprensión de las apreciaciones del otro (inexistencia de una única verdad, de una única visión de la realidad, etc.); mera coexistencia (tolerancia negativa, al menos), emergencia de nuevas formas de colaboración, convivencia y mestizaje, alianzas, discusiones, disputas, luchas, competencias, contiendas. Y, en ocasiones y por desgracia, procesos destructivos y aniquiladores.” (Muñoz, 2004: 159)

El conflicto en las entidades humanas se encuentra impregnado de una serie de componentes culturales propios de cada ser humano, y en él, los procesos de socialización de los sujetos, las redes en las que participa y que transforma con su acción de participar, así como las normatividades sociales, los valores, las actitudes, las personalidades, los poderes, los objetivos vitales y el propio sistema político-social-institucional (todo ello construido y transformado por la acción práxica del sujeto) juegan un papel fundamental que determina el resultado (compatibilización-Paz, confrontación-incompatibilidad-violencia) del propio proceso conflictivo.

Las infinitas formas de construcción de la realidad de las que dispone el sujeto gracias a su capacidad reflexiva, y la producción constante de acoplamientos de realidades mediante las que se conforma la vida en comunidad, implican que el conflicto, tal y como en esta obra se entiende, sea una constante ineludible a regular incesantemente, donde se articula lo nuevo en lo conocido, se crean nuevas estructuras reticulares sobre la transformación de las existentes, nuevas normas y valores y actitudes, que vuelven a formar parte del material del proceso de acoplamiento de realidades que utilizan los sujetos. Son, por tanto, los conflictos, procesos plagados de posibilidades y alternativas (pacíficas, violentas, bélicas), en los que pueden estar en juego incluso la supervivencia de los sujetos, la estabilidad de la comunidad, la familia, el barrio… ¿Cuáles son los elementos reguladores más importantes de este proceso de acoplamiento de realidades de cara a construir paz?

La capacidad reflexiva del ser humano, en tanto en cuanto a través de ésta se configuran las realidades, y se asumen como propias  (construyéndose dentro de uno mismo) las distintas normas sociales, valores y actitudes personales, y los mecanismos de adaptación constante a las nuevas realidades construidas, definiendo los acoplamientos oportunos que darán lugar en conjunto a las redes y a la convivencia en comunidad. La acción de un sujeto, condicionado por su contexto social, su comunidad, y/o las redes sociales concretas en las que participe (y que transforme), irá encaminada a la satisfacción de sus propias necesidades, y producirá unas formas de acción concreta, unas respuestas determinadas en el proceso de acoplamiento de realidades, que podrán ser solidarias, cooperativas, altruistas, de mutua ayuda, o, por el contrario, agresivas, violentas, impositivas, confrontativas. (Muñoz, 2004)

Según Francisco A. Muñoz, el éxito de la especie humana se debe a que la mayor parte de las veces los humanos, ante los procesos conflictivos, se decidieron por respuestas de tipo pacífico; sin embargo, dentro de todas las comunidades también se dan respuestas “no exitosas” al proceso de acoplamiento de realidades: egoístas, agresivas, violentas, confrontativas, que han negado y niegan el acceso a las satisfacciones de las necesidades de algunos de sus miembros, por ejemplo, mujeres, minorías étnicas, etc. En cualquier caso, ser consciente de que son los sujetos en su acción de construcción de realidades, redes, normas, leyes, instituciones, etc., los actores protagonistas de todo el proceso, implica dar un paso adelante imprescindible para afrontar los conflictos desde una nueva perspectiva participativa. Si los sujetos son los propios reguladores del conflicto y en éste entran en juego sus poderes, sus objetivos vitales, su satisfacción de necesidades, sus redes y relaciones, las normas que imperan en su comunidad y los elementos de coerción del sistema, esto supondría que deben abordarse dichas dimensiones en el proceso de investigación social, participadamente; dando cuenta de cómo son gestionados pacífica y violentamente los conflictos, y contribuyendo a generar procesos reflexivos comunitarios en los que se propongan alternativas creativas para la satisfacción mayoritaria de las necesidades, objetivos, intereses y demandas de los propios actores.

Desde el modelo de Paz Imperfecta (Muñoz, 2001) se propone una Matriz (Muñoz y Molina, 2009) que considere el tratamiento de los diversos fenómenos de paz efectivos en las sociedades de estudio, la proposición de alternativas de gestión del conflicto en sus diversas dimensiones, la detección de las violencias existentes y sus relaciones, así como las herramientas para la regulación y prevención de confrontaciones más comunes en el entorno y la construcción de redes generadoras de equilibrios dinámicos (llamadas empoderamiento pacifista). La aplicación de esta matriz en el proceso de Construcción Participada de Paz implicará dar cuenta participadamente de las circunstancias que definen cada proceso conflictivo sobre el que se vaya a intervenir: las causas que lo motivan, los actores involucrados y sus peculiaridades, las redes en las que se vinculan y las relaciones, los espacios donde se produce, las normatividades sociales del entorno, las leyes y coerciones del sistema político imperantes, los poderes de los actores, las propias orientaciones por los satisfactores de las necesidades a los que se recurre, y los ámbitos en los que se produce. Conocer estas características ayudará a producir más y mejores reflexiones entre los sujetos, y a diseñar más y mejores acciones encaminadas a producir convivencias pacíficas.

El evidente dinamismo del proceso de conflicto le confiere la especial capacidad para ser motor de la sociedad, desarrollarla, transformarla… De éste se pueden obtener resultados capaces de profundizar la clave de paz de una comunidad, a través de la construcción de nuevos conjuntos de acción y el diseño participado de estrategias y acciones concretas para la mejora de las problemáticas sociocomunitarias existentes.

Paz y violencia como respuestas al proceso de conflicto

Si desde la perspectiva de la Paz imperfecta “todas aquellas realidades en las que se regulan pacíficamente los conflictos, en las que se satisfacen al máximo las necesidades y los objetivos de los actores implicados” (Muñoz, 2004: 30) se pueden considerar paz, y promover la gestión, regulación o transformación pacífica de los conflictos entre actores, tiempos y espacios es una de las cualidades más importantes de este modelo de paz; desde la perspectiva de la Construcción Participada de Paz, se entiende que ésta es la compatibilización de las realidades entre sujetos, como respuesta al proceso de conflicto.

A mayores compatibilizaciones exitosas entre sujetos, mayor extensión de la convivencia pacífica en una localidad, y a mayor desarrollo de conjuntos de acción, más estabilidad y perdurabilidad de la propia convivencia pacífica.

Si la paz se entiende como una compatibilización de las realidades entre sujetos, fruto del proceso de conflicto, en la que la satisfacción de las necesidades de la mayoría, la cooperación, la solidaridad y la generación de estructuras reticulares recursivas de paz son parte integrante del universo pacífico, la violencia comprende aquellas respuestas de los sujetos al proceso de conflicto incompatibles entre sí, susceptibles de hacerse manifiestas a partir de la confrontación entre actores, la insatisfacción de las necesidades y/o el sometimiento de la satisfacción de algunos sobre otros.

La violencia nace de la interpretación de una respuesta como excluyente, confrontativa y dañina (deletérea) hacia el otro, capaz de implicar la construcción de un espacio de uso exclusivo, donde no caben dos; esto es, un terreno que traspasa la frontera de la tolerancia y se instala en la exclusión, en la incompatibilidad. Se trata de unas respuestas al proceso de acoplamiento de realidades creadas por los sujetos e interpretadas por éstos (y sus redes y contextos) como excluyentes unas de otras.

De la misma forma que la compatibilización exitosa dependerá de los cálculos que sea capaz de realizar el sujeto, en los que entrarán en juego y se interrelacionarán todos los condicionantes anteriormente referidos (contextos, redes, prácticas sociales, intereses, normatividades, valores, poderes etc.), en sintonía con la satisfacción de las necesidades propias; las respuestas incompatibles, y violentas, serán el camino elegido por los sujetos tras la realización de los pertinentes cálculos, en los que se considerarán amenazadas las satisfacciones de necesidades por “los otros”, o agredidos los constructos del propio sujeto: sus redes, sus normatividades, sus convenciones, sus espacios, sus poderes, sus valores, o incluso como dice Martín Morillas,  “la viabilidad humana” (2004: 241). Las praxis sociales de los sujetos en sus redes consolidarán ciertas áreas de incompatibilización con otros sujetos y sus realidades, pero a su vez modificarán, poco a poco, dichas incompatibilidades, a través de la construcción de nuevos y genuinos consensos: una respuesta violenta, incompatible, en un momento determinado, podrá no ser la misma en otro momento, pues, como se ha dicho, dependerá de los cálculos que se realicen en cada situación, fruto de cómo se vayan transformando las redes y los sujetos en su acción práxica.

Por lo tanto, el propio devenir convivencial del sujeto será capaz de construir espacios compatibilizados con los otros, así como limitar incluso el alcance de las incompatibilizaciones, proponiendo regularizaciones o alternativas. Transformar las respuestas incompatibles en respuestas compatibles será la estrategia a seguir en un estudio de Construcción Participada de Paz.

La regulación y transformación de las incompatibilidades en los procesos de conflicto: método reflexivo-reversivo participativo y encuentros de creatividad social, mediaciones, negociaciones y autorregulaciones como herramientas para la Construcción Participada de Paz

Siendo el conflicto una constante “omnipresente en todas las actividades de los humanos” (Muñoz, 2004: 162), la convivencia con él resulta una consecuencia ineludible a gestionar por parte de los sujetos en su propia cotidianidad comunitaria. Este proceso es la mayor parte de veces pacífico, producido sin significar apenas un gasto consciente de energías y capaz de engendrar bienestar, de satisfacer necesidades y de crear equilibrio dinámico, ya que, fundamentalmente, cada sujeto realiza las compatibilizaciones con aquéllos con quienes decide compatibilizarse, dando lugar a la creación de redes y más redes, interconectadas entre sí. Sin embargo, sucede que, en ocasiones, las posibles elecciones de los sujetos con relación a cómo abordar el proceso de conflicto terminan por decantarse hacia respuestas incompatibles y violentas de diverso grado, que desembocan en convivencias no pacíficas.

Si en los apartados anteriores se hacía referencia a elementos de análisis a tener en cuenta en el proceso de conflicto (qué actores intervienen, qué redes y cuál es la estructura de éstas, qué relaciones mantienen, cuáles son los poderes y los valores, pensamientos, conductas y sentimientos presentes, así como las normatividades sociales imperantes y las necesidades y demandas planteadas), y se proponía la articulación de mecanismos capaces de generar un mayor equilibrio dinámico en el entorno, mediante la creación de conjuntos de acción amplios, en los que todos se sienten dentro, o la elección de satisfactores capaces de satisfacer las necesidades de la mayoría; cabe reflexionar a continuación sobre las diversas herramientas (negociación-mediación, arbitraje y autorregulación) y métodos (reflexión-reversión participativa) capaces de controlar, limitar y, sobre todo, transformar en posturas compatibilizadas (generadoras de equilibrios dinámicos) las respuestas de incompatibilidad violentas.

Lo que se propone es desarrollar un método reflexivo-reversivo de carácter participativo, en el que se vincule a la reflexión comunitaria una estrategia reversiva basada en la propuesta de alternativas capaces de propiciar compatibilidades encaminadas al reemplazo de las respuestas violentas por otras pacíficas. Este método de reflexión busca construir terceras opciones a partir de la presentación de dilemas, paradojas o contradicciones que habitan en los distintos discursos sociales sobre una problemática determinada, para hacer que opere  la contradicción, generando reflexividades de segundo grado, pues “no se trata de deducir o de inducir desde unos ‘datos’ o unos ‘hechos’ incuestionados, sino de translucir, es decir, de hacer pasar a otro tipo de energía o de vida los elementos con los que contamos, propugnar ‘un universo a ensanchar’. No tiene sentido intentar reducir la complejidad de los procesos, sino retroalimentarlos para que sean en sí mismos más creativos” (Villasante, 2006).

Utilizar este método reflexivo implica provocar las reflexiones comunitarias, a través de la devolución de información en forma de preguntas o de posicionamientos contradictorios sobre la propia confrontación determinada sobre la que se trata de actuar. Se busca llegar a consensos o a posturas aceptables, mediante la reflexión con los propios actores del conflicto.

Existen muchas técnicas destinadas a la producción de reflexiones creativas, como el tetralema o la matriz parlante. Todas ellas serán susceptibles de ser aplicadas durante los procesos de transformación de las confrontaciones. En las negociaciones, la mediación e incluso el arbitraje, herramientas más extendidas para la regulación de los conflictos, y la generación de diálogos abiertos y reflexiones de segundo orden entre los actores del conflicto, serán clave para alcanzar posturas aceptables para todos. Para ello, será preciso convocar a la concordia y al diálogo entre actores, cuestión no siempre posible en primera instancia, por lo que se sugiere tratar en un inicio las problemáticas sociales y confrontaciones derivadas del proceso de conflicto con aquellos actores entre los que exista la posibilidad de diálogo. A medida que avance el proceso de investigación participativa para la construcción de paz, se irán configurando los espacios necesarios para establecer nuevas posibilidades de reflexión y transformación de confrontaciones.


5. Metodología para la Construcción Participada de la Paz

Para que una investigación social pueda llamarse participativa es preciso que los sujetos participantes en la misma lo sean en plena dimensión; es decir, que participen en la toma de decisiones. Para que ello sea posible, es preciso generar un diálogo perpetuo, en constante intercambio entre sujetos, libremente expresado y en expresa libertad. Un diálogo que contenga tanto preguntas como respuestas, tanto objeciones, refutaciones o disensiones como asentimientos, dando lugar a la sustitución del método lógico inductivo (de lo concreto a lo general) y/o deductivo (de lo general a lo particular) por un método basado en la “abducción” (Montañés 2006: 243); ya que de lo que se trata es de aceptar las lógicas presentes en cada pensamiento, reflexión o posicionamiento discursivo, como realidades igualmente lógicas y válidas las unas respecto a las otras, de tal suerte que la agregación de discursos, reflexiones y pensamientos produzca nuevos escenarios insertados transductivamente, articulando lo nuevo en lo conocido.

La consecuencia de esta manera de obrar suprime la separación entre conocimiento científico y conocimiento popular, pues las lógicas de uno y otro son igualmente válidas e igualmente enriquecedoras para la producción de conocimiento, ya que todas son capaces de suministrar material objeto de análisis, siendo éste, a su vez, objeto de análisis nuevamente. Es a través de este proceso, en el que los sujetos interpretan y se interpretan, que se logra producir conocimiento y compatibilizaciones de realidades para la producción de equilibrios dinámicos.

Para poder emprender este proceso de investigación en el que sucesivamente se van creando nuevas alternativas, nuevos escenarios, nuevas realidades, nuevas preguntas y nuevas respuestas, es necesario diseñar una estrategia capaz de adaptarse constantemente a las nuevas necesidades de investigación, que facilite la reflexión sobre posibles soluciones, así como la aparición de nuevas problemáticas sin soluciones implícitas. Esta estrategia, por naturaleza, no podrá ser lineal, pues deberá asumir los principios de la “lógica compleja, dialógica, hologramática y recursiva” (Morin, 1995: 106), de cara a facilitar el debate entre los sujetos que sostienen diferentes lógicas para generar propuestas; siendo el proceso condicionado constantemente por las eventuales modificaciones, fruto de las exigencias a tal efecto realizadas por los sujetos participantes en el proceso, lo que constituye  una suerte de espiral sin fin.

La estrategia debe contener un modo de proceder prediseñado por parte del equipo investigador, susceptible de ser reformulado en cualquier momento, y necesario para orientar, sistematizar y organizar la información recogida. Desde la demanda inicial de Investigación se ha de presentar una propuesta, de cara a poder construir participadamente un proyecto concreto; siendo dicha propuesta, en sí misma, una propuesta abierta a las modificaciones pertinentes que se puedan dar a lo largo del proceso.

Si lo que se pretende es construir espacios de convivencias pacíficas de la mano de la reflexión y la acción colectivas, dentro de una barriada como Las Palmeras, será necesario diseñar un proceso en el que todas las observaciones de todos los sistemas observadores tengan la posibilidad de incidir en todo el proceso en su conjunto. Será pues necesario recolectar información de las realidades sociales cristalizadas, recabar información respecto de las diferentes categorías socioculturales que se tenga a bien establecer, recoger y analizar los discursos de los diversos sujetos y redes sociales existentes en la barriada, dar cuenta de las necesidades, la estructura reticular existente, las normatividades, las circunstancias que rodean a los procesos de conflicto, etc., siempre dando lugar a la reflexión por parte de todos los sujetos participantes, sobre lo observado por los otros sujetos observadores y por sí mismos, a partir del método reflexivo-reversivo participativo.

Siguiendo a Manuel Montañés, la estrategia metodológica puede establecerse en cuatro fases. A saber: conversación inicial (reflexividad inicial), conversaciones en las redes (reflexividad de redes), dialógica informativa (reflexividad inter e intra grupal) y conversación proyectiva (reflexividad proyectiva). La presente investigación se ha desarrollado a lo largo de estas cuatro fases, mediante la recopilación de los discursos de las redes existentes, y la reflexión entre y en dichas redes sobre sus relaciones grupales e intergrupales, hasta la puesta en marcha de las acciones primeramente planificadas en las conversaciones proyectivas.

Tabla I: Técnicas utilizadas al servicio de la investigación

Técnicas utilizadas al servicio de la investigación
Elaboración propia

 

6. Apuntes sobre el análisis de redes y relaciones de la barriada. Un universo tricotómico en plena transformación

“Es cierto que normalmente hablamos de payos, y gitanos y quinquilleros cada uno por su lado, pero también es cierto que ya no se puede hablar tan claramente de grupos separados. Aquí muchos ya estamos juntados… mi mujer es gitana, mis hijos son mezclados, por ejemplo. Esta señora tiene primos casados con gitanos y del linaje más complicado de todos. Lo que quiero decir es que ya no somos unas familias por un lado y otras por otro, tenemos que conseguir superar eso. Somos una gran familia. ¿Quién no tiene alguien en el otro lado?” (Vecino de Palmeras en Taller de Sociograma)

Tres grupos étnicos (castellanos, quinquilleros y gitanos) presentes en la barriada, con diferentes familias (organizadas jerárquicamente bajo estructuras de tipo patriarcal para las etnias gitanas y quinquilleras) participantes en ellos, configuran una comunidad poco cohesionada, con escasísimos actores puente (entre los que destacan dos importantes Personas de Respeto), con subredes endógenas de relaciones densas y relaciones de carácter confrontativo muy explícitas, como la protagonizada por los linajes Quinquilleros y Gitano II, producto de la lucha por la imposición del patriarcado de sendos linajes, uno sobre el otro, y agravada tras el “juramento de sangre” causado por la muerte por intoxicación de un hermano de la Persona de Respeto del linaje Quinquillero I, tras el consumo de droga adulterada vendida por una familia del Linaje Gitano II. Esta lucha por el control del barrio ha dejado atrás numerosos episodios de reyertas a tiros o machetes, y se mantiene viva en la actualidad, dándose un equilibrio de fuerzas y una distribución del espacio físico del barrio, según la cual cada grupo controla su patio (gitanos el Mulhacén, Quinquilleros el Almanzor), que se ha traducido en una fase de calma tensa, capaz de estallar en cualquier momento.

Asimismo, es identificable la situación de confrontación entre las estructuras de participación formal de base, mayoritariamente castellanas, y el Linaje Gitano II. Debido a los efectos de la venta de drogas sobre la convivencia, las familias castellanas y sus estructuras de participación formales propiciaron un levantamiento, que se tradujo en la organización de patrullas y cuadrillas de vecinos armados, que buscaban evitar la entrada de consumidores de droga a la barriada. Estos escenarios provocaron el deterioro y la ruptura generalizada de relaciones entre las estructuras de participación formal castellanas (así como la mayor parte de familias castellanas) y las familias pertenecientes al Linaje Gitano II.

La situación de ruptura relacional general, sostenida a lo largo de los años y profundizada por la escasa presencia de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, la desatención de las administraciones públicas responsables y la sensación de impunidad de algunos grupos, han provocado en Palmeras ciertas respuestas al proceso de conflicto muy lejanas al establecimiento de diálogos entre las partes y/o la posibilidad de entendimiento entre los diferentes grupos sociales. De hecho, la vida de puertas para adentro ha sido una constante a lo largo de los últimos años, lo que ha provocado el desentendimiento de las responsabilidades sociales convivenciales por parte de los vecinos del barrio, y ha posibilitado la conquista del espacio público por otro tipo de normas ajenas al respeto y el cuidado del convecino.

El análisis participado de las redes de familias y sus relaciones dentro de la barriada significó para el proceso de investigación un importante hito, pues fue descifrada, sistematizada, ampliada y aclarada enormemente la información recogida, permitiendo descubrir nuevos actores, reposicionar a varios de ellos, justificar las circunstancias que envuelven los espacios de incompatibilidad cristalizados en relaciones de tipo confrontativo, y, lo más importante, diseñar una estrategia de intervención en las redes, a través de las figuras consideradas nexo de unión entre familias, linajes y etnias.

El nuevo panorama dibujado por el sociograma de familias dejó constancia de lo siguiente:

Gráfico II: Sociograma elaborado participadamente de redes y relaciones familiares y de grupos de base
clic para agrandar / click to enlarge Elaboración propia


7. Conclusiones

  1. La estructura relacional reticular tricotómica, basada en la vinculación materno-paterno-filiar de base étnica, presente en la barriada, tiene significativas consecuencias respecto de la convivencia pacífica. La participación del sujeto en (y la construcción de) una red social determinada, lo condiciona y lo sitúa dentro de un marco determinado (y viceversa), a través del cual construye e interviene socialmente. En Palmeras, la participación del sujeto en una estructura étnico-familiar concreta puede llegar a implicar, automáticamente, la participación de éste en una confrontación violenta, en el caso de que se trate de un sujeto perteneciente a las subredes de uno de los linajes gitanos concretos o del linaje de los Quinquilleros. De la misma forma, la participación en las redes formales de representación ciudadana de Palmeras implica el mantenimiento de relaciones de beneficio mutuo y exclusivo para sus integrantes, únicamente sujetos castellanos o muy afines a estas redes. Por otra parte, el trabajo para la construcción de un gran Conjunto de Acción Ciudadanista que implica a todas las redes vecinales en tres niveles organizativos tomando como estrategia habilitante el argumento de la Co-vecindad (herramienta fundamental capaz de habilitar procesos de diálogo, negociación, mediación y autogestión vecinal de las controversias más habituales), ha posibilitado la aparición de nuevos espacios pacíficos allí donde anteriormente la confrontación estaba garantizada.  El “pacto social” suscrito sobre la base del argumento de la Co-vecindad ha logrado frenar las respuestas violentas al proceso de conflicto, y ha dado lugar a la aparición de alternativas viables capaces de crear nuevas compatibilizaciones.

    Estas observaciones permiten comprobar la validez de la hipótesis 1 planteada, pues efectivamente la estructura reticular existente entre los actores es capaz de determinar respuestas a los procesos de conflicto por lo que la creación de nuevas redes y conjuntos de acción (más amplios e integradores) es capaz de producir más y mejores convivencias pacíficas.

  2. El diseño participado de las estrategias para el desarrollo y la generación de nuevos espacios convivenciales pacíficos es fruto de las reflexiones de segundo orden que se producen entre los sujetos participantes, que fomentan, asimismo, la asunción de responsabilidades respecto de la transformación de la situación, facilitando la construcción de nuevos conjuntos de acción y la implementación de acciones concretas encaminadas a la producción de convivencias pacíficas. La aplicación del método reflexivo-reversivo participativo y la implementación de diversas herramientas de regulación del conflicto, como la mediación o la negociación, son capaces de remplazar las respuestas violentas al proceso de conflicto por otras generadoras de convivencias pacíficas tal y como se planteaba en la Hipótesis 2. En Palmeras, el uso de este método a partir de Encuentros Participativos de Creatividad Social en cada bloque de viviendas, unido a la paralela cristalización de un gran Conjunto de Acción Ciudadanista, ha facilitado la creación de alternativas y nuevos espacios compatibles en la barriada. La construcción de numerosas normativas de convivencia ha sido posible gracias a estos EPCS organizados a partir del método reflexivo-reversivo y del argumento de la Co-vecindad, lo que ha posibilitado cambios en las acciones, las posiciones discursivas, los pensamientos y los planteamientos vitales de los sujetos, y, según la misma lógica, en sus redes, y, por tanto también, en la conducta de otros actores. La aplicación en este marco de las diversas herramientas de regulación del conflicto ha permitido que la gestión de los conflictos existentes disponga de alternativas viables a la respuesta violenta.

    La consolidación de un Gran Conjunto de Acción Ciudadanista como estructura reticular capaz de influir y determinar respuestas en el proceso de conflicto; y la creación e implementación participada de normativas convivenciales producto de la reflexión y el debate comunitario, capaces de reconducir respuestas violentas en pacíficas, son una realidad dinámica actualmente en Palmeras.

  3. Dar cuenta de cuál es la estructura reticular de una comunidad y hacerlo de forma participada permite prevenir confrontaciones imposibles de calcular siguiendo otras metodologías de intervención. Gracias al análisis participado de redes y relaciones, y al trabajo encaminado a implementar nuevas estructuras reticulares en las que todos los vecinos y sus cuentos cuentan, se han logrado nuevas formas de respuesta a los procesos de conflicto, anteriormente inimaginables en el entorno, así como la prevención de posibles confrontaciones derivadas, por ejemplo, de la acción administrativa. En este último sentido, el conocimiento de quiénes componen qué grupos, qué confrontaciones existen entre dichos grupos, así como qué actores juegan un papel relevante en la estructura de cada subred concreta, ha mejorado la aplicación de las políticas de adjudicación de viviendas por parte de EPSA, reduciendo las respuestas violentas en la toma de posesión de las viviendas.

Se plasman a continuación una serie de observaciones que se desprenden del estudio realizado:

  1. Se aporta material de reflexión, tanto para los grupos de población de base como para las organizaciones formales y las instituciones, en torno a las desconexiones existentes entre los actores de base y los institucionales que componen la comunidad, y a las responsabilidades de cada uno en ellas.

  2. La direccionalidad de las relaciones ayuda a descifrar posiciones de centralidad de poder. En Palmeras, la pérdida gradual de relaciones entre el círculo social conformado por las entidades castellanas de participación formal de base y la administración pública ha debilitado sus estructuras y utilidad, hasta tal punto que carecen prácticamente del apoyo de la base social. Cuando se elaboró el mapeo de relaciones participado no fueron referidas estas entidades como relacionadas con la administración por parte de ésta, pero sí al revés.

  3. La existencia de relaciones débiles es lo que cohesiona a la comunidad. En Palmeras, la práctica inexistencia de dichas relaciones y, por el contrario, la miríada de relaciones fuertes entre determinados actores, ha creado un universo de relaciones muy densas, a través de la articulación de círculos sociales desconectados entre sí, e incuso abiertamente enfrentados, que constituyen un pluriverso de relaciones polarizadas: asociaciones “castellanas” y familias castellanas, frente a círculos sociales gitanos o quinquilleros, sin prácticamente ningún actor puente, si bien, en transformación.

  4. El poder y la centralidad de un actor puede descansar en su calidad como puente entre actores o subredes. La importancia del Representante Castellano y de la Persona de Respeto del linaje V, así como de la Persona de Respeto III, V y VI, son buena muestra de esta situación, dada su capacidad para mediar entre actores que ocupan posiciones no relacionadas, sólo conectadas indirectamente a través de ellos. Por ejemplo con el linaje Quinquillero o con el Gitano II.

  5. La estructura de relaciones determina el marco de acción de las normas y los valores de los grupos e individuos. En Palmeras, las redes con Personas de Respeto participan de los valores que éstos tienen a bien imponer, y las normas y valores sociales “al uso” se encuentran modificados, como resultado de su práctica dentro de este entorno.


Bibliografía

Investigaciones y estudios citados

 

[1] Nacida en Febrero de 1963 tras la creación de una nueva entidad urbana denominada Unidades Vecinales de Absorción (U.V.A) a raíz de las graves inundaciones ocurridas en Córdoba. Se encuentra  situada en el extremo occidental de la ciudad y se compone de 5 grandes patios rodeados de bloques de Viviendas de Protección Oficial. Con una población total de 2623 habitantes, según el padrón municipal del año 2002, y una estructura demográfica piramidal (joven), no ha experimentado los profundos cambios sociodemográficos acontecidos durante las últimas décadas en la mayoría de poblaciones españolas, tal y como se puede comprobar tras el análisis de datos como los siguientes: A) El porcentaje de habitantes sin ningún tipo de estudios finalizados es para la población del barrio de Las Palmeras del 85,7%, siendo la media de la ciudad de Córdoba de tan sólo el 16,1%. B) Solamente el 14,3% de los habitantes de la barriada ha finalizado algún tipo de estudios, frente a casi un 85% en el municipio de Córdoba. C) El porcentaje de población ocupada en Las palmeras es un 27% menor que en el resto del municipio, siendo cerca de un 10% mayor su población activa. D) Los niveles de renta son para un 76,2% de sus habitantes inferiores a 600 € corrientes por mes, frente a un porcentaje del 16,4% en el resto del municipio de Córdoba.

[2] Estilos de éticas y estrategias metodológicas de Tomás Villasante: Adaptativa-conservadora, Educativa-reformadora, Huracán-subversiva, Semilla-reversiva.

Esteban A. Ramos Muslera. Licenciado en Ciencias Políticas (UCM), Magíster en Investigación Participativa para el Desarrollo Local (UCM), Diploma Universitario en Análisis y Gestión de Crisis en Asia Pacífico (UCM), Diploma universitario en Análisis de ONG y Proyectos de Desarrollo (IUDC, UCM) y Diploma de Estudios Avanzados (DEA) por el Instituto de Paz y Conflictos (UGr). Técnico Superior en Investigación Social Participativa para EPSA Córdoba en el Marco del Proyecto de Desarrollo Sociocomunitario en la Barriada de Las Palmeras, Córdoba (desde 2007); Técnico Superior en Investigación Social Participativa para MMS en el Marco del proyecto de Promoción y Fortalecimiento del Asociacionismo en el Distrito de Latina, Madrid (2006); Técnico Superior en Investigación Participativa para Ayuntamiento de Arganda del Rey – CIMAS en el Marco de la Intervención para la Integración y la Mejora de la Convivencia entre Población Autóctona y Migrante en Arganda del Rey, Madrid. E-mail: esteban.ramos@gmail.com