MODULEMA | ISSN: 2530-934X | VOLUMEN 3. EDITORIAL. PÁGINAS 4-7 | 5
Si bien la expresión del diccionario inglés –uno entre muchos– es, además de bella,
integradora de todo lo que supone una cultura: “the way of life” (Cambridge
Dictionary, 2019), vuélvase a leer la acepción recogida de la Academia Francesa, que
se adecua más a la intención de este editorial, es la entrada más explícita de entre
las expuestas y que, como señalan los académicos galos, bebe simultáneamente de
dos términos procedentes de mundos emparentados histórica y logenéticamente,
el germano y el anglosajón: “Au sens III, [culture] a subi l’inuence conjuguée
de l’allemand Kultur et de l’anglo-saxon culture” (Académie Française, 2018).
Igualmente, como germanismo aparecerá nuestro adjetivo cultural en el mismo
siglo XX, aunque ya teníamos en la lengua española la voz cultura, documentada
por primera vez en 1515 de la pluma del humanista Pedro Fernández de Villegas
(Corominas & Pascual, 1980, p. 289). Al leer esos elementos que constituyen la
cultura, inevitablemente llevan a pensar en la clasicación que de este concepto
hicieron Miquel y Sans (1992), matizada más tarde por Miquel (2004); en ambos
momentos esta categorización fue motivada para su aplicación en el aula de idiomas.
En primer lugar, encontramos Cultura (con C mayúscula) y cultura (con c minúscula),
la primera hace referencia a aquellos datos histórico-geográcos, literarios y de
las bellas artes que se identican con una sociedad, por lo que también recibirá
la denominación de cultura legitimada, siendo la que mayor atención recibía
antaño en las aulas de idiomas. La segunda, o cultura esencial, está formada por
esos elementos del día a día característicos de la misma sociedad, sean materiales
(indumentaria, alimentación…) sean simbólicos o espirituales (comportamientos,
valores, creencias…), que, si bien apenas aparecían en los libros –aunque van
asomándose cada vez más desde el auge del enfoque comunicativo para el
aprendizaje de las lenguas, allá por nales de la década de 1960–, permiten al
recién llegado que los conozca, integrarse de forma efectiva en el grupo nativo.
Esta dicotomía procede de la germana Kultur / kultur, traducida en francés como
civilisation (Cultura) y culture (cultura) (Estévez Coto y Fernández, 2006), y con la
que Unamuno (1913) ironiza (a propósito de Kultur).
Pero encontraremos un tercer tipo: la kultura (con K) que identica a lo marginal,
a los elementos propios de un grupo determinado y que no pueden vincularse con la
sociedad en general, como puede ser, por ejemplo, la estética, en sus más diversas
expresiones, de un grupo urbano. De esta forma, una persona con kultura es capaz
de reconocer diferentes registros para poder adaptarse a una situación comunicativa
concreta.