Garzón-Martínez, M.A. & Jiménez-Bernal, D.J. (2022). La música carranguera, el campo y la identidad
campesina: variaciones y continuidades de un patrimonio cultural. MODULEMA. Revista Cientíca sobre
Diversidad Cultural, 6, 40-54. http://dx.doi.org/10.30827/modulema.v6i.24000
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de 25 años, denuncian esta situación a través de sus canciones. Ahora bien, el territorio en
la música carranguera cuenta con otra arista, una que relaciona identidad y construcción de
nación. Es común encontrar en estas líricas referencias al ser boyacense (personas nacidas en
el departamento de Boyacá) o de cantarle a la nación. Jenaro Vargas, en su tema “Que viva
mi folclor” relaciona la carranga con la identidad boyacense y la nación. Uno de los versos de
esta canción dice: “Que bailen este ritmo por toda la nación (…) Este ritmo sabroso, nacido
en Boyacá (…) Mi canción carranguera, se escucha en la nación” (Pinzón, 2015).
A pesar de ser nombrada, la nación poco se dene. Se le asocia a un territorio nacional
(Colombia), a una nacionalidad (colombianos/as) y a ideas de patria: “le canto a mi patria
linda, le canto de corazón” (Pico, 2020). Por el contrario, el territorio boyacense y su
identidad son denidos mediante una adscripción de nacimiento que a su vez genera profundos
sentimientos. Así lo deja saber Sebastián Pico en su canción “De Boyacá” en la que canta: “yo
le canto a la vida, yo le canto al amor, boyacense he nacido, boyacense moriré” (Pico, 2020).
Emiro Méndez, por su parte, representa el territorio boyacense como un regalo de Dios al ser
una tierra linda, al respecto canta Méndez: “A esta tierra Boyacense, que tan linda Dios la
hizo” (Herrera, 2009). Los anteriores ejemplos proponen una lectura particular del territorio,
como si este fuera un hecho dado y no una construcción social, como bien lo dice Méndez, un
regalo de Dios y no una realidad cruzada por elementos culturales, sociales, políticos, etc. De
hecho, este tipo de lectura territorial se encuentra profundamente relacionada con supuestos
culturales tradicionales y naturalistas.
La identidad transmitida desde la música carranguera es una que está en clave de territorio,
de allí el énfasis importante que se hace en las canciones respecto a la naturaleza, los lugares,
las prácticas y las relaciones: “Y mi canto aquí se eleva, en mi tierra boyacense” (Pico, 2020),
“a esta tierra Boyacense, que tan linda dios la hizo” (Herrera, 2009), “que bailen este ritmo
por toda la nación, este ritmo sabroso” (Vargas, 2019), “nacido en Boyacá” (Vargas, 2019), “mi
canción carranguera, se escucha en la nación” (Vargas, 2019). Aquí, de la misma forma en que
fue rastreado por Acevedo & Yie (2016) en su investigación sobre el periódico “El campesino”,
la tierra aparece como un regalo de Dios que debe cuidarse, agradecer y entregarse a sus
labores como gesto de gratitud. Patria, nación y tierra terminan siendo signicados como
progenitores que encomiendan una misión a la que el campesino está obligado a responder
(Acevedo & Yie, 2016).
Hasta aquí, la música carranguera compuesta por los autores examinados parece reiterar
representaciones de campo y campesino tradicionales que poco o nada retan ideas instaladas
por élites políticas colombianas, que a inicios del siglo XX encontraron en el campesinado
plataformas de enunciación y acción para la puesta en marcha de proyectos desarrollistas
que, movilizadas a manera de redención y salvación, ubicaron al campesino como sujeto
que debía superarse (Acevedo & Yie, 2016). No obstante, no todas las composiciones siguen