A la luz de Joaquina. Un siglo de mujeres de Estudios Semíticos en la Universidad de Granada

By the Light of Joaquina. A Century of Women in Semitic Studies at the University of Granada

Carmen Caballero Navas

carmenca@ugr.es

Universidad de Granada

Joaquina Eguaras (fuente: fondo documental
del Ateneo de Córdoba)

Aunque hoy nos parece que ser universitaria no tiene nada de especial, en realidad las mujeres no tuvieron (no tuvimos) acceso a la universidad en España hasta hace poco más de un siglo. La Universidad de Granada admitió su primera estudiante en 1910, tras la publicación ese mismo año de la real orden que reconocía el derecho de las mujeres a la enseñanza universitaria sin restricciones en nuestro país, y contrató a su primera profesora en 1925. Precisamente a una mujer que había hecho la especialidad en Estudios Semíticos, aunque su primer contrato fuera como profesora ayudante de clases prácticas adscrita a la asignatura de Teoría de la Literatura y de las Artes. Se llamaba Joaquina Eguaras Ibáñez (Orbaiceta, Navarra, 1897 – Granada, 1981).

Su nombre es muy conocido en Granada, porque así se denomina una importante avenida que lleva a un popular centro comercial, lo que la convierte en un camino a menudo transitado por gentes de todas las edades. Pero casi nadie sabe quién era Joaquina. Tanto es así que llegamos a jugar con la idea de llamar al Homenaje que le dedicamos hace unos meses en el Departamento de Estudios Semíticos de la UGR, y que aquí se relata, «Joaquina (Eguaras) no es una calle», emulando el título de la célebre revista musical de Lina Morgan «Celeste no es un color». Pero consideramos que era mucho más significativa la imagen de la luz que alumbra nuestra genealogía de mujeres de Estudios Semíticos, que comienza con ella y, tras unos duros inicios, ha dado lugar a un presente rico en investigación y docencia en las dos disciplinas que forman el ámbito de estudios, ambas considerablemente feminizadas hoy día. También nos dimos cuenta de que la luz de Joaquina, y de las pioneras que llegaron tras ella, se contraponía a la oscuridad de los tiempos en los que los hombres (religiosos y seglares) se repartían las cátedras, adquiriendo con ello la capacidad o el derecho a decidir qué estudiantes podían seguir carrera académica, sobre qué temas debían trabajar y qué contratos se vinculaban a sus pequeños feudos; lo que, en el caso de las mujeres, se reflejó en una pronunciada y jerarquizada división sexual del trabajo académico.

Como se puede inferir de lo dicho hasta ahora, partíamos de un doble deseo: poner de relieve la importancia de la figura de Joaquina Eguaras, una especialista en Estudios Semíticos, como primera mujer en formar parte del claustro de profesores de la UGR (en este caso el género gramatical masculino es justo, pues todos eran hombres); y hacer un ejercicio de memoria histórica para reconstruir la genealogía femenina de nuestro ámbito de estudio y subrayar la fuerza transformadora que han supuesto las mujeres y su aportación al conocimiento producido en la universidad. Así, elegimos la simbólica fecha del 8 de marzo para hacer un Homenaje a Joaquina Eguaras y a las mujeres que han contribuido con su presencia y su trabajo a los Estudios Semíticos en la Universidad de Granada durante el último siglo.

Preparar el homenaje fue una tarea grata, pero ardua, por la falta de documentación e información sobre las primeras generaciones de profesoras de nuestro ámbito. En un mundo digitalizado, cuesta entender los escasos datos que se han conservado sobre ellas, incluso sobre algunas profesoras que entraron en la universidad en los años 90. El argumento de la «era pre-digitalización» palidece cuando comparamos estos datos con los que se conservan de sus colegas varones. No solo de los catedráticos, sino de otros profesores. En parte esta circunstancia se debe a los tipos de contratos que se hicieron a las mujeres y que, prácticamente hasta los años 70 del siglo XX, tenían casi siempre carácter subsidiario (ayudante de clases prácticas). Es cierto que esos fueron también los primeros contratos de muchos hombres jóvenes, con la diferencia de que las ayudantes de las primeras generaciones rara vez tuvieron la oportunidad de promocionar y conseguir mejores categorías laborales. Y ellas tenían tan claro que así sería que casi todas ellas, comenzando por Joaquina Eguaras, se presentaron (o lo intentaron) a las oposiciones para el Cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos al terminar la carrera. Al parecer, se consideraba que el trabajo de archivera era más adecuado para las mujeres. Joaquina nunca lo fue. Desde que aprobara dichas oposiciones en 1930, tras haber desempeñado su labor como profesora de Literatura Española en el Instituto de Segunda Enseñanza de Baza entre 1928 y 1930 (también por oposición), se convertiría en la primera Directora del Museo Arqueológico de Granada hasta su jubilación en 1967. Y seguiría siendo su Directora Honoraria hasta su fallecimiento en 1981.

La carrera profesional de Joaquina Eguaras es tan llamativa e intensa que merece que se la conozca con algo más de detalle. Fue una de las primeras estudiantes en acceder a la Universidad de Granada, donde realizó primero estudios de Magisterio, licenciándose posteriormente con Premio Extraordinario en Filosofía y Letras (1922). Tras un primer breve periodo como docente universitaria (1925-1928), y después de convertirse en la Directora del Museo Arqueológico de Granada, se incorpora a la ­Escuela de Estudios Árabes de Granada. Esta había sido creada junto a la de Madrid en 1932, aunque la de Granada se vincularía en su primera etapa a la Facultad de Filosofía y Letras de la universidad. A lo largo de los años, Joaquina Eguaras desempeñaría en la Escuela las tareas de becaria, auxiliar de biblioteca, profesora y secretaria académica. Allí y en la propia Facultad de Filosofía y Letras, a la que se reincorporará en 1940 como profesora auxiliar de árabe y hebreo, inicia la línea de investigación en agronomía andalusí que tanto éxito y continuidad tendría posteriormente en ambos centros. Su tesis doctoral sobre el Kitāb al-Filāḥa (Libro de la agricultura) de Ibn Luyūn fue defendida en 1944 (aunque publicada en 1975), el mismo año en que se convertirá en Profesora Adjunta de Árabe mediante concurso-oposición.

Tras estos azarosos principios, con una guerra de por medio, Joaquina Eguaras Ibáñez fue una de las dos primeras mujeres arabistas españolas —y quizá la primera hebraísta— que hicieron carrera profesional en este ámbito. Sabemos que fue una docente entregada, a la que sus estudiantes querían y respetaban, que priorizó la docencia sobre la investigación. Compaginó estas tareas con su trabajo en la Escuela de Estudios Árabes y con su intensa labor como directora del Museo Arqueológico, donde impulsó la adquisición de fondos, así como la documentación de estos y la de las colecciones. En un despliegue infatigable de lo que hoy día llamaríamos «multitarea», representativo del trabajo de las mujeres en general, y de las académicas en particular, no descuidó su participación activa en la vida cultural e intelectual de Granada, de cuya Real Academia de Bellas Artes se convertiría también en la primera mujer académica de número en 1942. Recibió otros muchos honores y distinciones, entre ellas, la Orden de la Mehdawiyya; la Orden Civil de Alfonso X el Sabio con la categoría de Encomienda; y la Medalla al ­Mérito en las Bellas Artes, Categoría de Plata. Además, fue miembro correspondiente de la Real Academia de la Historia de Madrid, Miembro de Honor de la Asociación Española de Orientalistas, Miembro Correspondiente de The Hispanic ­Society of ­America, de la Comisión Provincial de Monumentos, de la Junta Conservadora del Tesoro ­Artístico de Granada y Delegada de Excavaciones en la provincia de Granada.

Joaquina Eguaras conoció el cambio educativo de principios del siglo XX en España, vivió las oportunidades que se le ofrecieron y logró, a diferencia de otras, mantenerse en la época dura de la posguerra. Su entrega y sus éxitos no la librarían, sin embargo, de que su memoria no ocupara el lugar que ocupó la de sus contemporáneos y quienes los siguieron, los grandes arabistas y hebraístas, en la genealogía de nuestras disciplinas. Tristemente, ni nuestro estudiantado ni una buena parte del profesorado sabían que la señora que da nombre a la famosa avenida Joaquina Eguaras había sido profesora de nuestro Departamento, la primera de la UGR, y había enseñado tanto árabe como hebreo. Más borrosa es aún si cabe la memoria de la generación de pioneras que comenzó sus estudios en los años treinta a cincuenta, muchas de las cuales hubieron de sufrir las injustas trabas con las que se encontraban las mujeres y la asimetría en el acceso a la carrera académica entre ellas y los hombres, incluida la que suponía vivir a la sombra de un «gran hombre». Y es que los efectos del matrimonio, especialmente con anterioridad a los cambios normativos de los años 60, supusieron un impedimento para la dedicación que la academia exigía a quienes no podían abandonar el trabajo que como esposas (para las que se casaron) se esperaba de ellas. Con todo, tras Joaquina, la primera, varias generaciones de mujeres semitistas la siguieron y la seguimos, al principio tímidamente y con mayor seguridad y empuje después, construyendo una genealogía femenina que parte de su tronco y ha florecido a lo largo de los años al calor de su luz, de la luz de nuestras antecesoras, aunque a veces lo hayamos olvidado.

Las trayectorias académicas y laborales de las pioneras de la primera etapa hasta los años sesenta estuvieron profundamente marcadas por la situación política y social del país y de la universidad, así como por la singularidad de la organización de los planes de estudio. Como Joaquina, publicaron poco, a lo que se unió la escasa importancia que se dio a su trabajo. Un caso paradigmático es el de Carmen Martínez Loscos (c. 1920/5 - Granada 2009), Archivera en la Chancillería de Granada y profesora adjunta (por oposición) a la cátedra de Historia del Islam desde 1959 hasta al menos 1969. Sorprende la escasez de datos desperdigados que conocemos de la vida y la carrera de una mujer que ya en 1950 ganó un premio de la Institución «Fernando el Católico» a la mejor monografía en Historia de la Medicina con un trabajo titulado Orígenes de la Medicina en Aragón. Los médicos árabes y judíos, publicado unos años más tarde (1954). Significativamente, la mayoría de los documentos que hemos encontrado se refieren a ella exclusivamente como esposa de Don Jacinto Bosch Vilá.

Unos años antes, en 1933, María del Carmen Villanueva Rico (Santander, 1910 - Granada, 2001) había estado adscrita a la Escuela de Estudios Árabes de Granada. Tras la guerra, que le sorprende en Madrid, se reincorpora a la Facultad de Filosofía y Letras como Profesora Auxiliar de, sucesivamente, Historia de España, Lengua árabe y Latín y Griego. Finalmente, consigue la plaza de Profesora Adjunta en Latín y Griego, pero no renuncia a su vocación, obteniendo el título de Doctora en Estudios Semíticos en 1952 con una tesis titulada «Contribución al estudio de la farmacia árabe», que no llegaría a publicar. Sería, no obstante, la más prolífica de las escasísimas mujeres que publicaron en Miscelánea de Estudios Árabes y Hebraicos con tres artículos en los números correspondientes a 1954, 1958 y 1960. La tercera de este grupo, Joaquina Albarracín Navarro (Almería, 1921 - Granada, 2011), tuvo una tardía incorporación como profesora a la Universidad de Granada (1974 - 1987), aunque había concluido allí la Especialidad de Filología Semítica en 1945. Tras ello abandona la ciudad. Primero marcha a Madrid para enseguida dirigirse al Protectorado Español de Marruecos, en el que desempeñaría distintos trabajos en la enseñanza y, sobre todo, en el Archivo General del Protectorado. Defendería su tesis doctoral «Vestido y adorno de la mujer musulmana de Ŷebala» en 1960, publicada en 1964 con el nombre de Joaquina Albarracín de Martínez Ruiz. En su madurez llevó a cabo estudios sobre magia, medicina y documentos árabes granadinos.

A partir de Joaquina Eguaras y de este pequeño grupo de pioneras, la lista continúa y se hace larga, y comienza a dar sus frutos. En los años 80, la participación de un grupo de profesoras y alumnas del Departamento en el recientemente fundado «Seminario de Estudios de la Mujer» de la UGR tuvo un efecto fundacional en nuestras áreas de estudio, al convertirse en un respaldo necesario y legitimador de la investigación feminista que algunas compañeras ya estaban haciendo, a la vez que impulsaba nuevas investigaciones que se proyectaban en la docencia. Se convirtió también en una plataforma desde la que abrir los ojos a un nuevo mundo de posibilidades de interpretación de la historia, la lengua, la literatura, etc., lejos del androcentrismo y ayudando a superar el orientalismo que era (y aún es) mucho más dominante si cabe en su mirada hacia las mujeres árabes y judías. En este proceso de transformación epistemológica, dos hitos tuvieron un impacto decisivo en torno al cambio de década (de los 80 a los 90). El primero sería el curso «La mujer en el mundo árabe contemporáneo», organizado por Mercedes del Amo como coordinadora del Seminario de Estudios de la Mujer, en febrero de 1988, que sirvió para reunir por primera vez alrededor a este tema a un grupo de investigadoras e investigadores, permitió identificar temas de interés, y marcó para siempre a una generación de estudiantes. Sobre todo, porque les descubrió el feminismo árabe de mano de una de sus más significativas representantes, la gran feminista egipcia Nawal El Saadawi (1931-2021), quien impartió una reveladora conferencia. El segundo momento clave fue curso «Árabes, Judías y Cristianas. La mujer en el medioevo occidental», organizado también por el Seminario de Estudios de la Mujer en enero de 1991 y coordinado por Celia del Moral. Este encuentro, que se plasmaría más tarde en un libro (1991), resultó también fundacional al reunir por primera vez especialistas sobre las mujeres medievales a través de un reconocimiento explícito a la diversidad cultural y religiosa de la Iberia medieval en relación con las mujeres.

En términos históricos, la transformación que ha supuesto la incorporación de las mujeres a la universidad ha sido rapidísima. Aunque un siglo —el tiempo que ha hecho falta para que hubiera catedráticas de árabe y de hebreo— parece mucho tiempo, ha mejorado el lapso de casi 400 años que pasaron desde la fundación de la UGR hasta que la primera alumna pisó sus aulas. En el año 2009 obtuvo la Cátedra María José Cano Pérez, del Área de Estudios Hebreos y Arameos; mientras que en 2010 la obtendría Celia del Moral Molina, del Área de Estudios Árabes e Islámicos. A ellas las han seguido pronto otras. Hoy día, las profesoras de Estudios Árabes e Islámicos y de Estudios Hebreos y Arameos han enriquecido con su docencia y su investigación dos disciplinas antiguas pero muy actuales que, partiendo de los Estudios de al-Andalus y los Estudios Bíblicos, se ha expandido en un amplísimo abanico de líneas de investigación. Son líneas en las que se indaga con tesón, atravesando épocas, lugares y disciplinas: de la lingüística y la literatura a la historia, pasando por las ciencias sociales, la ciencia de las religiones, los estudios culturales, los estudios poscoloniales y los estudios de las mujeres y de género. Son líneas que se concretan en la docencia y en el acompañamiento y tutorización del estudiantado.

No queríamos que el homenaje a la memoria de Joaquina Eguaras Ibáñez y de las pioneras de los Estudios Semíticos en la Universidad de Granada, cuyo legado se hace carne en las generaciones de mujeres que han contribuido con su presencia y su trabajo a lo que hoy es el Departamento de Estudios Semíticos, se quedara en un acto bonito de un día. Por ello, la propuesta ha ido acompañada del diseño de una página web, todavía en construcción, que recoge las «historias» de las pioneras, junto a un listado actualizado de todas las profesoras de Estudios Semíticos de la UGR, así como de los hitos importantes que han marcado e impulsado la participación de las mujeres, en número y en visibilidad histórica y social, en nuestras áreas. La relación de profesoras, organizada por décadas según el año de entrada de cada una, incluye las líneas principales de investigación desarrolladas. Este listado irá acompañado también de la relación de doctorandas de ambas áreas. También habrá dos entradas dedicadas a bibliografía, que serán actualizadas periódicamente: la primera, recogerá toda la bibliografía publicada por las profesoras del Departamento desde Joaquina Eguaras hasta el presente, con el fin de visibilizar y poner de relieve las distintas áreas de trabajo en que se ha desarrollado nuestra investigación desde que una mujer comenzara a investigar en ellas en la UGR; la segunda recogerá toda la bibliografía sobre estudios de las mujeres y de género publicada por las y los colegas de ambas áreas, con el fin de resaltar la fuerza e importancia que tienen los estudios feministas en nuestro Departamento.

Referencias bibliográficas

Albarracín de Martínez Ruiz, J. (1964), Vestido y Adorno de la mujer musulmana de Ŷebala (Marruecos). Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Eguaras Ibañez, J. (1975), Ibn Luyūn, Saʽd b. Ahmad: Tratado de agricultura. Granada: Patronato de la Alhambra y Generalife.

Martínez Loscos, C. (1954), Orígenes de la Medicina en Aragón: los médicos árabes y judíos, Cuadernos de historia Jerónimo Zurita, 6-7: 7-60.

Mirón Pérez, M.D. (2001), Biografía de Joaquina Eguaras Ibáñez. En Ramos, M.D - Vera, M.T. - Ballesteros, R.M. (Coords.), Mujeres de Andalucía. Sevilla: Consejería de Educación y Ciencia-Instituto Andaluz de la Mujer, Junta de Andalucía.

Moral Molina, C. del (Ed.) (1993), Árabes, judías y cristianas. Mujeres en la Europa Medieval. Granada: EUG, Col. Feminae.

Villanueva Rico, M.C. (1954), Rábitas granadinas, Miscelánea de Estudios Árabes y hebraicos, 3: 79-86.

--- (1958), La Farmacia árabe y su ambiente histórico, Miscelánea de Estudios Árabes y hebraicos, 7: 29-83.

--- (1960), La Farmacia árabe y su ambiente histórico, Miscelánea de Estudios Árabes y hebraicos, 9: 167-172.