‘Tiempo’ y ‘aspecto’ en la conjugación hebrea
(Parte IV-1): Reflexiones de un octogenario

‘Verbal Aspect’ and ʻTense’ in the Hebrew Verbal System
(Part IV-1): Thoughts by an
Eighty-Year-Old Man

Antonio Torres Fernández

meahhebreo@ugr.es
Universidad de Granada

Recibido: 01/07/2013 | Aceptado: 08/07/2013

Resumen

En un intento de cumplir con la promesa enunciada en la Parte Tercera de este estudio [MEAH/H 61 (2012), 185-231], el autor presenta algunas reflexiones complementarias sobre el tema delaspecto verbal’, a la luz, especialmente, de las teorías expuestas en la edición completa de la Nueva gramática de la lengua española (2010) de la Real Academia Española. A continuación, se recuerda la experiencia personal del autor durante su etapa docente con algunos pasajes bíblicos en que una construcción puntuada por los masoretas como wayyiqtol ([F]orma C[orta] de la C[onjugación] P[refijal]) parecería corresponder, en realidad, a un weyiqtol (F[orma] L[arga] de la C[onjugación] P[refijal]), resaltando que alguno de esos pasajes ha sido calificado de igual forma en la monografía de Alex van de Sande (2008) reseñada en la Parte Tercera de este estudio [MEAH/H 61 (2012), 204-229]. El grueso del estudio se dedica a la consideración de aquellos casos en que la grafía del Texto Masorético permite distinguir la FC y la FL de la CP (verbos ה״ל y ע״ו hipˁil del verbo fuerte), pero en los que el sentido de la construcción parece estar en contradicción con la grafía. En el caso de los verbos iii-infirmae (y fuera de la persona singular y plural), es decir, en lo que pudiéramos llamar modelo wayyibnæh, se propone que la razón última de esa aparente anomalía se podría remontar al presunto carácter bilítero de una parte de la FC de la CP (FC *yíbn[a]>yíbæn, frente a FL *yibnáyu>yibn׳æh). En libros bíblicos que presentan un estadio de lengua tardío o transicional, como Ez, las formas anómalas de tipo wayyibnæh se deberían a la caída en desuso de la FC (wayyiqtol) y su confusión con la FL. En el caso de 1-2 Re y Je, quizás pudiera pensarse en un uso, tal vez dialectal, de la variante trilítera de la FC (*yíbnay FC frente a *yibnáy[u] FL, con presunta diferenciación por el lugar del acento). Por el contrario, en la segunda sección de esta Parte iv (que se espera sea publicada en el próximo número de MEAH/H) se sostiene la hipótesis de que, en el caso de los verbos iii-infirmae y en el hipˁil del verbo fuerte, cuando en el TM aparece una mater lectionis, la praesumptio iuris es que nos encontramos ante la FL de la CP. La comparación con el imperfecto narrativo del español y con el imperfecto sucesivo del griego (neotestamentario) podría quizás ayudar a comprender el uso de la FL en estos casos. Ello vale especialmente para la construcción del tipo ˀåz + yiqţol (FL). Quizás también para algunos casos de uso de formas del tipo wayyiqţelûn.

Palabras clave: Aspecto; Hebreo Bíblico; Sistema verbal hebreo; Verbos iii-infirmae; Verbos ii-infirmae.

Abstract

As an attempt to keep the promise made in the Third Part of this study [MEAH/H 61 (2012), 185-231], the author, after having presented some complementary reflections on the theme ofverbal aspect’, especially in the light of the theories expounded in the complete edition of the Nueva gramática de la lengua española (2010) by the Real Academia Española, goes on to remember his own experience during his teaching career with some biblical verses where a Hebrew construction, vocalized by the Massoretes as an wayyiqtol (S[hort] F[orm] of the P[refix] C[onjugation]), would seem to correspond in fact to a weyiqtol (L[ong] F[orm] of the P[refix] C[onjugation]), remembering that some of these biblical places were judged in an identical way in the book by Alex van de Sande (2008) which was reviewed in the Third Part of the present study [MEAH/H 61 (2012), 204-229]. The main body of the study is consecrated to the research of those cases in which the spelling of the Massoretic Text allows to differentiate between the SF and the LF od the PC (verbs ה״ל and ע״ו, and Hipˁil of the strong verb), but the meaning of the construction seems to contradict its spelling. in the case of the iii-infirmae verbs (except for the 1st singular and plural person) the hypothesis is proposed that the last reason to explain the apparent anomaly of the wayyibh construction could be due to the presumed biliteral character of a part of the SF of the PC (SF *yíbn[a]>yíbæn vs. LF *yibnáyu>yibn׳æh). in those biblical books which present a late or transitional stage of language such as Ezekiel, the anomalous forms of the wayyibnæh type could be due to the fall in disuse of the SF (wayyiqtol) and its confusion with the LF. in the case of 1-2 Kings and Jeremiah one could perhaps think of a triliteral dialectal variant of the SF (*yíbnay SF vs. *yibnáy[u] LF, with presumed difference in accent place). On the contrary, in the second section of this Fourth Part (to be published, as it is hoped, in the next number of MEAH/H), the hypothesis is suggested that, in the case of the iii-infirmae verbs and in the Hipˁil of the ʻstrongʼ verb, when a mater lectionis appears in the MT, the praesumptio iuris is that we are faced with the LF of the PC. The analogy with the Spanish narrative imperfect and the (NT) Greek successive imperfect might perhaps aid to understand the use of the LF in these cases. This could be of relevance for interpreting the construction with ˀåz + yiqţol (LF) and perhaps also in some cases of the wayyiqţelûn type.

Key words: Aspect; Biblical Hebrew; Hebrew verbal system; iii-infirmae verbs; ii-infirmae verbs.

 

Después de que en el artículo anterior1 han quedado resumidas dos aportaciones que, en mi modesta opinión, han preparado el camino para una consideración más exacta delenigma del sistema verbal hebreo’, vendría el momento apropiado para tratar de aportar un personalgranito de arenaal estudio de este intrincado problema, en forma, como indica el subtítuo de este artículo, de unasreflexionessurgidas a lo largo de muchos años de atención (no tan directa como hubiera sido de desear) a la lectura y consideración, desde el punto de vista lingüístico, del texto del Antiguo Testamento. En realidad, el material que tengo recogido (y soy perfectamente consciente de que, desde el punto de vista bibliográfico, es una mínima parte del existente) daría para la composición de un libro. No me siento ya con fuerzas para esa tarea. Me limito, pues, a recoger una serie de observaciones. Digoobservacionesporque tengo plena conciencia de que los temas tratados han sido objeto de una atención incompleta por mi parte desde el punto de vista bibliográfico y de profundización en el estudio del texto. Si alguien se anima a estudiarlos más en profiundidad, me daría por satisfecho. Y, si sus conclusiones son opuestas a las mías, serán igualmente agradecidas2.

El borrador básico de este artículo se terminó a fines de junio de 2012. Con posterioridad, me ha sido asequible el artículo de Yigal Bloch dedicado específicamente al estudio de la construcción ˀåz + yiqţol3, en el que se llega a conclusiones distintas de las que yo proponía en la versión original de este artículo4. Tras una larga hesitación, me he decidido por reproducir mi manuscrito tal como estaba en esa versión original y añadir un Postscriptum en que se analiza la posición y los argumentos del profesor de la Universidad Hebrea. En mi modesta opinión, esos argumentos no invalidan la posibilidad de elucubrar la hipótesis avanzada en este artículo.

1. Consideraciones adicionales sobre el tema del aspecto verbal

En la parte segunda de este estudio dedicamos un pequeño apartado a exponer las opiniones de algunos autores sobre el problema teórico que presenta la dilucidación de la categoría delaspecto verbal5, en concreto, del aspecto por antonomasia: elaspecto morfológicoen la denominación (no si demasiado feliz) de la Nueva gramática de la lengua española de la Real Academia Española. Perdonando lo vulgar de la expresión, quizás podría decirse que la impresión final que se saca después de leer las diversas opiniones, es que lo único que queda claro es que se trata de un tema enormemente oscuro. Pero, empleando un lenguaje más serio, parece que hay un consenso de fondo sobre lo que es la categoría gramatical, aunque la definición se resista a encajar en unos términos concretos y exactos. Por eso, me llamó la atención el símil, tomado del autor ruso Issachenko, que encontré en la obra de S. E. Porter sobre el aspecto verbal en el griego del Nuevo Testamento y que me permití reproducir en el citado artículo de 20116.

Quisiera insistir, una vez más, en que, si en este estudio utilizo los términospuntualylineal’, lo hago sin connotación ninguna de tipo temporal (‘momentáneo’/‘durativo’), sino como meras imágenes espaciales de lo que en lenguaje técnico (aunque quizás no demasiado preciso) se caracteriza como perfectivo/imperfectivo.

Con estas aclaraciones por delante, quisiera empezar completando un punto del artículo anterior de 2011. Como indiqué honradamente allí7, la premura de tiempo me impidió consultar la edición completa de la citada Nueva gramática de la lengua española de la RAE, y tuve que limitarme a citar la edición Manual. En el tiempo transcurrido después de la publiación de ese artículo, me ha sido posible realizar esa consulta detallada del opus fusius. Y, por eso, me permito añadir algunas aclaraciones, basándome esecialmente en el concienzudo análisis que en dicha obra se realiza de las formas canté/cantaba8.

En primer lugar, la gramática de la RAE mantiene la discutida denominacióncopretéritopara el imperfecto cantaba, aunque matizándola9. Otro punto al que quisiera aludir, a la luz de la versión completa de la NGLE de la RAE, es lo que esta obra califica como «el pretérito imperfecto llamado tradicionalmente NARRATIVO» y al que dedica los §§23.12p-23.12s10. En el artículo anterior11 se aludió brevemente a este uso, aduciéndose un ejemplo periodístico en que alternaban el pretérito perfecto simple (siguiendo la denominación de la RAE) y el imperfecto y citando el tratamiento compendiado que de este fenómeno hace la edición Manual de la NGLE de la RAE. Al examinar ahora el análisis más complejo recogido en la edición completa de dicha obra, me encuentro con una serie de ejemplos parecidos, recogidos en el §23.12p12. También en la mayoría de ellos el imperfecto alterna con el perfecto simple. Con todo, quisiera llamar la atención sobre una frase enunciada en el §23.12q13: «A favor de considerar el imperfecto narrativo como tiempo perfectivo [la cursiva es mía] está el hecho de que pueda sustituirse por el pretérito perfecto simple». Afirmación que se aclara a continuación indicando que, si en uno de los ejemplos allí citados se hubiera sustituido moría por murió, «no se habría alterado el significado de esa oración, pero se habría perdido el efecto estilístico que caracteriza al pretérito imperfecto en estos contextos»14. Perdonando la alusión a mi experiencia personal, reconozco que, al leer por primera vez este aserto, en concreto, el término que he subrayado (perfectivo), sentí un poco de sorpresa. Es evidente que, a nivel de referente, el hecho de que un/a alpinista pise la cima de una montaña es algo de tipo instantáneo y no durativo. Por otra parte, el verboalcanzares un predicado de consecución o logro (télico), cuyo modo de acción (ʽAktionsartʼ oaspecto léxico’, si se quiere) es también de tipo instantáneo o no durativo. Pero el problema está en, si al decir «El alpinista alcanzaba la cumbre», esa acción se percibe como algopuntualolineal’. Utilizando esos dos términos, a tenor de lo aclarado más arriba, como imágenes espaciales y sin ninguna denotación de temporalidad, podríamos decir que, si en algunos de los ejemplos citados en la NGLE de la RAE en los §§23.9i y siguientes, de predicados atélicos construidos con pretérito perfecto simple, lalíneaparece como si seenrollarapara dar un punto compacto (aoristo complexivo de la gramática tradicional griega), en estos casos, por el contrario, el punto seestirahasta convertirse en una línea. Por supuesto, la alternancia canté/cantaba con esos predicados télicos a que aludíamos antes se debe a factores estilísticos. El imperfecto concede una mayor sensación de cercanía al suceso, que parece como si se desarrollara ante los ojos del lector, mientras que el perfecto simple contempla el suceso desde la lejanía del momento de la lectura. Y, a veces, la alternancia puede deberse a puro deseo de variedad estilística, para evitar la monotonía. Adelantando cosas que trataremos de analizar más adelante, podríamos aducir un ejemplo de traducción bíblica. El Sal 78,21 presenta, en su original hebreo, esta secuencia de formas verbales: qatal-x/wayyiqtol/we-x-qatal/we-x-qatal. La Biblia de Jerusalén, por ejemplo, las ha traducido todas por perfectos simples, como parecería corresponder al presunto aspecto perfectivo de las formas verbales hebreas (aunque esas formas puedan plantear problemas de interpretación): «Pero Yahvé lo oyó, y se enfureció, un fuego se encendió contra Jacob, y la Cólera estalló contra Israel [la cursiva es mía]». En cambio, la Nueva Biblia Española, base de la traducción litúrgica vigente (y respetada en este caso, fundamentalmente, por la Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española), presenta una alternancia, debida al parecer al mero deseo de variación estilística (la cursiva es también mía): «Lo oyó el Señor, y se indignó, un incendio estalló contra Jacob, hervía su cólera contra Israel». Pero, volviendo al tema principal, lo que yo personalmente me planteo es si ese efecto estilístico producido por el imperfecto no entra precisamente en el concepto de aspecto. En último término, estaríamos ante él, quizás irresuelto, problema de la definición del aspecto verbal propiamente dicho (el morfológico, en la nomenclatura de la RAE). La misma NGLE15, al tratar de resumir «los rasgos fundamentales que oponen los pretéritos CANTÉ y CANTABA», y antes de recordar que «se ha defendido aquí que el análisis de CANTABA como tiempo relativo es compatible con que se oponga a CANTÉ en función de un rasgo aspectual», insiste en que «se deduce de esa exposición que las oraciones formadas con uno u otro pretérito no son nunca equivalentes, y también que los contextos que las diferencian pueden establecerse con recursos sintácticos, semánticos o pragmáticos».

Prescindiendo de estas cuestiones de tipo teórico o, al menos, terminológico, lo que podríamos destacar para el objetivo de este estudio es lo siguiente: aunque, como indicábamos en el artículo anterior16, resulte siempre peligroso tratar de trasladar las categorías de una lengua a otra (y, más, si esta última es una lengua muerta, como ocurre con el hebreo bíblico), también creo que es cierto que los fenómenos detectados en una lengua pueden quizás ʻayudarʼ a comprender fenómenos aparentemente similares detectados en otra.

Volviendo a los usos del imperfecto narrativo, quisiera resaltar dos detalles tomados de la lectura de la minuciosa descripción de esa forma en los parágrafos mencionados de la NGLE. Uno de ellos está en el antes citado §23.12p, en que se dice que dicha forma «suele concurrir [la cursiva es mía] con el pretérito perfecto simple». Aunque laconcurrenciapuede ser en forma de intercambiabilidad, en muchas ocasiones (en los ejemplos allí aducidos, en todos menos uno) es en forma de coexistencia. Sin tratar de penetrar en un tema complejo como éste (mi alejamiento, ya de muchas décadas, de los estudios de filología española no me permite conocer si existe alguna monografía sobre el tema), creo que, de forma provisional y superficial, podrían detectarse dos tipos de secuencias de las forma canté/cantaba. En el primero, que podemos identificar comoModelo (A)’, el pretérito perfecto simple enuncia un evento (o un conjunto de eventos de forma complexiva) y los imperfectos que siguen explicitan ese evento o conjunto de eventos. El modelo podría ser una noticia periodística de este tipo: «Ayer, a las 5 p.m., se produjo un aparatoso incidente a la altura del kilómetro 65 de la A44: un coche se saltaba la mediana e invadía el carril contrario, chocando frontalmente con un camión»17.

Otro tipo, al que llamaremosModelo (B)’, estaría representado por aquellos casos en que la acciónlineal’ (en el sentido antes explicado del término) del imperfecto es cronológicamente posterior, pero paralela, a la acción representada por el pretérito perfecto simple. Un ejemplo (inventado) podría ser: «Anoche, a la 1:15, las cámaras de seguridad de la Subdelegación del Gobierno captaron la llegada de una furgoneta de color blanco que se estacionó a unos metros de la puerta principal. Momentos después, se producía una tremenda deflagración». En el citado §23.12p de la NGLE hay ejemplos de este modelo. En realidad, en el ejemplo que aquí hemos citado, el primer pretérito simple (captaron) se podría sustituir también por un imperfecto, atraído, quizás, por elanclajetemporal18 que proporciona la localización cronológicaa la 1:15’. En todo caso, y recalcando una vez más mi distanciamento actual de los estudios de filología hispánica, tengo la sensación de que en la prensa (y en los medios de comunicación en general) en lengua española se abusa un poco del imperfecto narrativo, en un afán, quizás, de comunicar viveza e inmediatez a los hechos relatados.

Y, en relación con este detalle del posible abuso del imperfecto narrativo en los medios de comunicación, y pidiendo excusa una vez más por el carácter personal de la vivencia, me permito añadir una anécdota experimentada mientras realizaba la revisión de este artículo. Como, por desgracia, suele ocurrir, se trataba de un asunto desagradable: un conflicto laboral producido entre la empresa encargada de la limpieza en la ciudad de Granada y sus trabajadores (felizmente, se terminó resolviendo por acuerdo de las partes). Al dar cuenta de uno de los fallidos intentos de resolver el conflicto, en el diario IDEAL de Granada correspondiente al día 8 de enero de 2013 (p.4), el periodista J. E. Gómez comenzaba uno de los párrafos de su crónica así: «Trabajadores y empresa se reunían [la cursiva es mía] en la sala del Servicio Extrajudicial de Resolución de Conflictos Laborales (Sercla), para intentar, con la mediación de los funcionarios de este departamento, aunar criterios y poner fin a la huelga». Creo que a cualquier hispanohablante que lea este párrafo la forma verbal destacada en cursiva le resulta chocante y le da la sensación de que falta algo. Ese algo sería posiblemente elanclajetemporal del que hablan los párrafos citados de la NGLE. Una lectura más atenta, sin embargo, me hizo caer en la cuenta de que ese anclaje, en forma deladjunto temporaldel que habla la RAE, y, además, con la adición expresa de un perfeto simple, se encontraba de hecho; sólo que en el párrafo anterior y una decena de líneas más arriba, con estas palabras (que yo ya había olvidado en la lectura): «El comité de empresa no aceptó anoche las nuevas propuestas presentadas por la empresa». A continuación, y dentro del mismo párrafo, se exponían las razones de la no aceptación. Esa lejanía era lo que me había hecho olvidar la presencia de ese anclaje; pero, posiblemente, en la mente del escritor la mención del anclaje seguía presente. No si así se podrían explicar quizás algunos de esos casos aparentemente abusivos que oímos o leemos con frecuencia en los medios. Repito que ignoro si el tema ha sido estudiado.

Por otra parte, esa aparente necesidad de anclaje temporal plantea de nuevo el problema del carácter real del copretérito y el, aún más profundo, de si el sistema verbal del español está temporalizado totalmente o si conserva verdaderos usos aspectuales. Repito una vez más que no me siento capacitado para entrar en ese tema. Pero mi impresión como hispanohablante es que nuestra lengua conserva verdaderas oposiciones de carácter aspectual. Y, como hemos visto, esa parece ser también, fundamentalmente, la opinión de la NGLE. Como tema para una elucubración más detallada, que yo no me encuentro en condiciones de realizar, sugeriría la dilucidación de si eseanclaje temporalsupone una simultaneidad de la acción con un determinado momento, o si simplemente puede ser el pretexto paraacercar la cámara’, usando un lenguaje cinematográfico, para percibir la accióncomo si se desarrollara ante los ojos’.

Si, honrada y reiteradamente, he reconocido más arriba mis carencias en el seguimiento de los estudios sobre el aspecto verbal en nuestra lengua, con mayor razón aún tendría que hacerlo por lo que respecta a otras lenguas. Sin embargo, quisiera aludir aquí a un estudio que pasó por mis manos incidentalmente durante la elaboración de este artículo. Se trata de una breve consideración sobre el uso del imperfecto literario, en francés, obra de la profesora de la Università per Stranieri de Perugia, Giovanna Zaganelli19. Curiosamente, en él se alude, por un lado y siguiendo a U. Eco, al efecto niebla’ (ʻeffetto nebbiaʼ) qe puede producir en ocasiones el uso del imperfecto «che colloca le descrizioni in unatmosfera di sospensione rispetto ai fatti realmente accaduti»20, y, por otra, al, mucho más habitual, uso de esa forma verbal «come il tempo deltestimone oculare21, per la sua capacità di riportare sotto gli occhi azioni, eventi, che si sono svolti nel passato»22. Es, esta última, la cualidad que creo que también percibimos espontáneamente los hispanohablantes cuando nos encontramos con ejemplos de lo que venimos llamandoimperfecto narrativo’.

En todo caso, y sin entrar más en detalles teóricos, creo que en nuestra lengua parece faltar lo que podríamos calibrar comoModelo (C)’, en el cual la acción de tipolinealrepresentada por el imperfecto se inicia en el momento cronológico en que tiene lugar la acciónpuntualy se desarrolla a partir de ahí. Lo normal es que, en estos casos, en español se utilicen perífrasis a base del infinitivo y un verbo auxiliar de tipo incoativo (‘empezar a...’, ‘ponerse a...’). En griego, en cambio, se documenta este uso del imperfecto. Para el griego neotestamentario, en concreto, fue objeto de un estudio monográfico por parte de J. Mateos y M. Alepuz, bajo el título de «El imperfecto sucesivo en el Nuevo Testamento»23. Quizás uno de los ejemplos más claros sea el del pasaje del martirio de Esteban, narrado en Hech 7,58, donde, tras un participio de aoristo (κράξαvτες) y dos aoristos de indicativo (συvέσχov/ὤρμεσαv), se nos ofrece un nuevo participio de aoristo (ἐκβαλόvτες), seguido de un imperfecto (ἐλιθoβόλoυv). La traducción de la Nueva Biblia Española, base de la litúrgica y coincidente con la Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española, ha vertido «lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo». Más adelante volveremos sobre este uso del griego, que quizás ayude a entender otro uso del hebreo bíblico que ha dado mucho que pensar y ha producido elucubraciones divergentes: el del adverbio [ˀåz] seguido de la forma larga de la conjugación preformativa. Lógicamente, este tipo de construcción será difícil tras predicados de consecución o logro.

2. Reflexiones sobre algunos pasajes oscuros del Texto Masorético.

A continuación, paso a exponer algunas de esas reflexiones que constituyen el subtítulo de este artículo.

Pero, antes de empezar con ellas, quisiera hacer una aclaración, al mismo tiempo que presento mis excusas. Por una casi patológica dificultad para el manejo del ordenador y de los instrumentos informáticos en general, me voy a permitir (salvo algunos casos concretos y contando siempre con la inestimable ayuda del secretario de esta revista) citar los textos hebreos en transliteración. Asumo personalmente toda la responsabilidad y exonero a la redacción de la revista, y especialmente a su benemérito secretario, a quien ya hago sufrir bastante con mis tropiezos informáticos. Beneficiándome de la libertad que se deja en esta revista para la transcripción de las vocales cuando «sea necesaria una mayor determinación» (y en este caso lo es), me he permitido seguir el sistema de transcripción vocálica utilizado por algunas revistas, sobre todo alemanas, y que parte de la hipótesis de que el sistema vocálico reflejado en la tradición recogida por los masoretas tiberienses funcionaba por oposiciones de timbre (aunque, probablemente, procediera de un estadio previo basado en la cantidad vocálica, con la consabida evolución de vocal [a]larga[da] a vocal cerrada, y de vocal breve a vocal abierta). En consecuencia, qameş y segol se representan, respectivamente, como, [å] y [æ]. No se hace distinción gráfica entre qåmeş gådol y qåmeş qåţån, como no lo hacía el sistema tiberiense. Contra la opinión hoy quizás prevalente, me permito considerar que un šeˀ seguido por una begadkefat sin dågeš supone un resto de elemento vocálico capaz de fricativizar la consonante siguiente y, en consecuencia, lo transcribo como [e]. Por consiguiente, el sonido rafé de dichas consonantes sólo se marca en los casos de ambigüedad. Las matres lectionis [y] y [w] se marcan con el acento circunflejo sobre la vocal correspondiente; en cambio, el heˀ m.l. se transcribe en superíndice, como se hace ya con frecuencia. Para evitar las dislocaciones que se producen a veces cuando se utilizan en cursiva letras en superíndice, normalmente las transcripciones irán en letra redonda y entre paréntesis cuadrados.

Hechas estas aclaraciones paso a considerar el primer punto de estas reflexiones.

2.1. Wayyiqtol masorético por weyiqtol (FL)

Tanto J. Tropper24, como A. van de Sande25 consideran que en algunas formas verbales vocalizadas por los masoretas como wayyiqtol, pero que presentan un claro valor imperfectivo, puede estar enmascarada, en realidad, la FL de la CP. Se trata de aquel uso que ya P. Joüon calificaba de «anormal et abusif», como tuvimos ocasión de recordar en otro artículo anterior26.

Quizás cediendo, una vez más, a la tentación que tenemos los mayores de contar anécdotas de la vida personal, me atrevería a aludir aquí a una experiencia vivida durante mi docencia de hebreo bíblico. No tengo ningún inconveniente en reconocer que para los grados iniciales de esas clases utilizaba los ejercicios (no la teoría) del viejo manual A Practical Grammar for Classical Hebrew de J. Weingreen. El grave inconveniente que presenta esta obra de utilizar para el aprendizaje textos bíblicos retocados o incluso inventados totalmente me parecía compensado por la ventaja que ofrecía un aprendizaje sistemático y minuciosamente graduado. Pero, naturalmente, había que advertir a los alumnos de esa falta de originalidad de los textos o incluso de la posibilidad de que algunas formas, en concreto las pertenecientes al sistema verbal, estuvieran falsamente reconstruidas. Y uno de los puntos en que alumnos de habla española podían percibir directamente esa falta de congruencia era el mal uso del aspecto verbal.

Cuando unos alumnos, a los que se les había inculcado que el wayyiqtol tiene aspecto perfectivo y equivale al indefinido o pretérito perfecto simple del castellano, se encontraban con un texto como el del Ejercicio 39, n.13 del manual de Weingreen (228-229) [waye ˀaħa môt-haššopeţ wayyåšûbû be-yiśˀel ˀæl-dare-haggoyîm...], lo normal sería que tradujeran el verbo principal de la frase como «volvieron los hijos de Israel...«. Pero una ojeada al pasaje original, lareflexión deuteronomísticade Ju 2,19, en cualquier Biblia española les haría caer en la cuenta de que ese wayyiqtol está expresando una acción reiterada, que se repite a la muerte de cada juez. Si se comprueba el original hebreo, se corrobora que el texto genuino reza así: [wehåyåh bemôt haššopeţ yåšûbû wehišħîtû meˀabôtåm...]. Es decir, que, además de que el ʻsigno macrosintáctico que introduce la fórmula no es wyhy, sino whyh, la apódosis en este caso no contiene el wayyiqtol de Weingreen, sino un yiqtol con claro valor de FL imperfectiva, seguido de un weqatal con idéntico significado. Aunque es difícil interpretar una mente ajena, posiblemente Weingreen no captó el sentido reiterativo de whyh y de yšwbw (o no quiso ofrecer un uso del yiqtol y del weqatal que no había especificado demasiado en la parte teórica), y quizás reinterpretó el conjunto como referido a la muerte de un solo juez (aunque hay que tener en cuenta también lo añadido en el «Appendix 4», 252-253).

Con este ejemplo delante, reconozco que, al llegar al texto del ejercicio del manual de Weingreen 36, n.110 (208-209), que reza así: [waye binesoac ˀårôn wayyoˀmær mošæh qûmåh YHWH weyånûsû ˀoyey mippånæy], pensé que se trataba nuevamente de un error en la reelaboración del texto, ya que, aunque el [wayyoˀmær] podría interpretarse como un perfectivo referido al momento inicial de la peregrinación del pueblo por el desierto, las versiones españolas de Nu 10,35, base del texto de Weingreen, traducen ese [wayyoˀmær] de su manual por un imperfecto castellano, interpretando así que se trataba del comienzo de cada etapa. Sin embargo, al acudir al original hebreo, resultaba que el TM también presentaba claramente vocalizado [wayyoˀmær]. Puesto que ese v. 35 se completa, en forma de paralelismo quiástico, con el siguiente v.36, donde aparece el yiqtol simple [yoˀmar], que no ofrece ninguna dificultad para ser interpretado como un imperfecto de tipo iterativo o frecuentativo (FL de la CP), las dos posibilidades que quedaban eran o bien interpretar el [wayyoˀmær] como un wayyiqtol incorrectamente empleado por un autortardío’, o bien suponer una mala puntuación de los masoretas. Al leer, hace unos años, el libro de A. van de Sande27, me encontré con que el texto aparecía incluido en la larga lista de posibles casos de FL vocalizada como wayyiqtol en el TM28.

Queda, sin embargo, un punto por dilucidar. Si el ketib [wyˀmr] puede vocalizarse (en el sistema masorético) lo mismo como [wayyoˀmær] que como [weyoˀmar], no ocurre lo mismo con el ketib [wyhy]. En realidad, el texto había sido ya citado en la Grammaire de Joüon29, al indicar que «Cet emploi abusif [del wayyiqtol] se trouve notamment avec ויהי»30. No obstante, quizás nos permitiríamos sugerir que, en este caso concreto de Nu 10,35, el wyhy pudiera sercorrecto’. Una ojeada a dos posibles traducciones parafraseadas del pasaje en nuestra lengua nos arrojaría este resultado (interpretando siempre el [yˀmr] como FL):

• A-1) «Y sucedió que [durante todo el viaje], al ponerse en marcha el arca, decía Moisés...; y, al detenerse, decía... » [con wyhy]

• A-2) «Y [durante todo el viaje] sucedía que...» [con el signo macrosintáctico whyh: perfecto conversivo de la gramática tradicional, con valor imperfectivo]

En A-1), la determinación durativa colocada como glosa después del verbo suceder permite que lo ocurrido de forma reiterada en cada etapa del viaje se considere de forma global como unsuceso’ (el aoristo complexivo de la gramática griega tradicional), mientras que en A-2), al colocar esa duración delante del verbo, los distintossucesosse desgranan como una cadena iterativa.

En este mismo apartado de experiencias personales, quisiera añadir un pasaje bíblico que no si ha sido objeto de atención específica. En todo caso, y pidiendo una vez más excusa por recurrir a la primera persona singular, expongo aquí lo que fueron mis reflexiones cuando me lo tropecé en el curso de unas clases privadas de hebreo bíblico, aunque tengamos que volver a él más adelante. Se trata de 1Re 21,27. Tras las tremendas palabras de reproche y amenaza de castigo en boca de Elías por el crimen de Nabot (vv. 20-24), viene la reflexión deuteronomística que resume la conducta perversa de Ajab y Jezabel. Pero, a continuación, se indica que, ante esas palabras del profeta, Ajab se arrepiente y hace penitencia, lo que retrasa el castigo divino. Esa penitencia del rey se empieza así en el TM (v. 27; dada la importancia que tiene el ˀatnaħ en este pasaje, lo marco con [;]): [waye kišemoac ˀaħˀåb ˀæt-haddebårîm ˀellæh wayyiqråc begådåyw wayyåśaem-śaq cal-beśårô wayåşôm; wayyiškab baśśåq wayehallek ˀaţ]. El pasaje evoca otro parecido de descripción de una conducta penitente; sólo que en este caso orientada a impetrar de Dios una curación. Se trata de 2Sa 12,16. El niño concebido adulterinamente por la mujer de Urías cae herido de enfermedad como castigo divino anunciado por el profeta Natán. Entonces: [wayebaqqeš dåwid ˀæt ˀælohîm becad hannåcar; wayyåşåm dåwid şôm ûbåˀ welån wešåkab ˀårşåh].

En el segundo pasaje que acabamos de citar resulta claro que, respetando la puntuación masorética, tenemos esta secuencia de formas verbales: delante del ͗atnaħ, un wayyiqtol con sentido perfectivo (wybqš, con el significado deimploró’); detrás de ese signo de puntuación, otro wayyiqtol con sentido perfectivo complexivo, reforzado con un infintivo absoluto (wyşm şwm, «ayunó rigurosamente»; quizás ingresivo: «inició un ayuno riguroso»), seguido de dos formas weqatal con sentido iterativo (wbˀ-wln-wškb: «iba y entraba en su aposento y se acostaba en el suelo»). En el caso de 1Re 21,27, está claro que el ketib [wyşwm], interpretado por los masoretas como wayyiqtol, obligaba a considerar la forma como pausal, con desplazamiento del acento a la última sílaba, teniendo en cuenta lo inusitado que resultaría en hebreo bíblico vocalizar un qåmeş ħåţûp con mater lectionis, como puede apreciarse por los datos ofrecidos en la monografia de F. I. Andersen- A. D. Forbes31. Ello obligaba a colocarlo delante del ˀatnaħ. Sin embargo, hay que reconocer que tampoco es demasiado frecuente emplear la m.l. para un ħolæm procedente de una [u] breve originaria alargada secundariamente por el acento. Según el citado estudio de Andersen-Forbes32, en el caso concreto de los libros de los Reyes, el porcentaje de casos de [ō] (incluidos los procedentes de [ā] originaria convertida en [ō] y los de [ú] breve originaria alargada secundariamente por el acento) no llega al 40% (38,9%). Para el caso concreto de la [o] de la forma yiqtol de los verbos regulares, la proporción, según los citados autores33, es de 125 casos de scriptio plena frente a 1356 de scriptio defectiva, por lo que anotan que «The [plene] spelling is anomalous by biblical standards and in several occurrences has been overriden by a qere correction». Es verdad que aquí nos encontramos ante una raíz cóncava y que, para este caso, la proporción no es tan grande según los autores citados (805 defective frente a 315 plene); pero me temo que los números pueden estar un poco distorsionados por la fuerte presencia de las formas del imperfecto del verbo ˀ34. En la monografía de A. van de Sande, el [wayyåşôm] de 1Re 21,27 aparece citado en el listado correspondiente al epígrafe «Forme préfixée courte [avec mater lectionis35, sin hacer ningún comentario. El fenómeno se corresponde con el que vamos a estudiar más adelante sobre los verbos cóncavos. Pero aquí creo que podríamos adelantar ya la sospecha de que el ketib [wyşwm] pueda corresponder a una FL con waw copulativum [weşûm]. A favor de esta hipótesis estaría el hecho de que el [wayyiškab] y el [wayehallek] que cierran la serie de formas verbales del pasaje han sido traducidos espontáneamente por las biblias españolas que utilizo habitualmente (Sagrada Biblia de Cantera-Iglesias [C-I], Nueva Biblia Española de L. Alonso-Schökel/J. Mateos [NBE], Biblia de Jerusalén [BJ], Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española [CEE]) por imperfectos castellanos de acción iterativa/frecuentativa: ‘se acostaba..., caminaba’. Mi impresión es que, en este caso y a diferencia de lo que ocurre en 2Sa 12,16, la acción de ayunar no se concibe de forma global como un todo, sino como una línea continua: ‘ayunaba’. Los masoretas la interpretaron como una acción de tipo perfectivo en wayyiqtol; pero esa interpretación chocaba con la m.l. de [wyşwm]. En vez de corregir y vocalizar [wayyåşåm] como hicieron, por ejemplo, con el [wtlwš] de 2Sa 13,8, prefirieron retrasar el ˀatnaħ y considerar el ketib [wyşwm] como una forma pausal, con acento milerac y, en consecuencia, con un ħolæm en la sílaba final, representado con escritura plena.

2.2. Las formas larga y corta de la CP con los verbos ii/iii-infirmae

Tradicionalmente, las gramáticas de hebreo bíblico consideraban que, en el verbofuerte’, las formas larga y corta de la CP se habrían confundido, no sólo a nivel de ketib consonántico, sino a partir de un determinado estadio temprano de la evolución diacrónica también a nivel de pronunciación real, una vez eliminada la diferencia que, en las personas c.sg. y pl., m.sg. y m./f.sg., marcaba la vocal breve final [-u]. En el qal de un verbo como k-t-b, la FL [*ya-ktub-u] habría coincidido con la forma corta [ya-ktub] bajo un mismo resultado final [yi-ktob]. En cuanto a las personas m.pl. y m.pl., las formas [*y/ta-ktub-û-na] y [y/ta-ktub-û] se diferenciarían, teóricamente, por la final [-n]: [y/ti-kteb-û-n] (FL)//[y/ti-kteb-û] (FC); pero, al difuminarse el valor de esa terminación (nûn paragogicum), la diferencia funcional y, con el tiempo, quizás también semántica se habría ido desdibujando también paulatinamente (volveremos sobre este tema). En cambio, en la forma hipˁîl de ese mismo tipo de verbosfuertes’ (y de los verbos i-n y i-y/w), la vocal central habría marcado una diferencia entre las formas (vocalizo con šeˀ la preformativa para obviar el problema del timbre originario de su vocal) *y[e-h]a-mlīk-u>yamlîk (FL) y *y[e-h]a-mlik>yamlek (FC). Por otra parte, en los verbos ii-infirmae (‘cóncavos’), incluso en el qal, el esquema *ya-qūm-u>-qûm de la FL y el esquema *ya-qum>-qóm/wa-yyǻqåm de la FC mantienen una diferencia claramente perceptible. En cuanto a los verbos iii-infirmae, la FL yi-bnæh también se diferenciaría de la FCapocopada*yi-bn>yíbæn (‘segolización’, no siempre cumplida); así como la forma del hipˁîl *y[e-h]a-bnæh>yabnæh se distinguiría de *y[e-h]a-bn>*yabn>yæbæn (y yeşawwæh/ yeşaw[w]).

Sin embargo, los dos estudios que estamos siguiendo como guía en este artículo36, plantean un cierto escepticismo en este punto. Para Tropper, «Bei näherer Betrachtung stellt sich die betreffende Thematik jedoch als überaus komplexer aus»37, Para el ilustre semitista, las diferencias entre las formas largas y cortas de la CP en el hipˁîl y en los verbos ii-inf. «sind... aus phonologischer Sicht minimaler Natur und damit weniger verläßlich»38. A ello se añadiría: a) que la segunda y la tercera radical pueden cambiar lacualidadde la vocal y b) que, en pausa, «der charakteristischekurzeVokal aus Akzentgründen wieder sekundär gelängt werden kann, so daß die PKK in diesem Fall formel mit der PKL identisch ist»39. Sin embargo, tengo que reconocer que no acabo de ver claras estas dos últimas dificultades: en un verbo ii-gutturalis, una FC como la del hipˁîl [wayyôšac] se diferencia claramente de la FL [yôšîac], y, por otra parte, una FC de tipo pausal con desplazamiento del acento y alargamiento secundario de una [u] primitiva del tipo [wayyåqm], incluso si aparece con m.l. [wayyåqôm], también se distingue claramente de la FL [yåqûm].

Por lo que respecta a los verbos iii-inf., Tropper recuerda que «gibt es hier eine ganze Reihe nicht-apokopierter Formen in der wayyiqtol-Konstruktion einerseits und in der Funktion als Jussiv andererseits, ein Phänomen, das insbesondere in der 1.Person verbreitet ist»40, y que, puesto que, dada la abundancia de los ejemplos, ese fenómeno no se puede atribuir a una «inkorrekte Textüberlieferung», habrá que concluir que «nicht-apokopierte Formen nicht einfach mit der PKL-Kategorie gleichzusetzen sind, sondern grundsätzlich auch als Belege der PKK-Kategorie interpretiert werden können»; o, con otras palabras, que «PKK-Belege sind teilweise in apokopierter und teilweise in nicht-apokopierter Form überliefert» (p.167)41.

Como anécdota personal, no tengo inconveniente en reconocer que, en una ocasión, traduciendo pasajes de los libros de los Reyes a nivel de clase privada con un alumno inteligente, me obstiné en tratar de interpretar los ejemplos que encontrábamos del modelo [wayyibnæh] como FL mal puntuada con valor imperfectivo de pasado; y que el citado alumno me tuvo queparar los piesy advertirme respetuosamente que estaba fantaseando. Pero, volviendo al artículo de Tropper, conviene recordar que nuestro autor alude de forma sucinta a la presunta evolución de la FC en los verbos iii-y/w. Siguiendo la opinión expuesta por E. J. Revell42, en una raíz como gly, la FC de la CP remontaría a una «Tiefenform» [*yagliy], que en hebreo habría evolucionado a [*yigley], o, de acuerdo con la opinión convencional, se hubiera convertido en [*yiglay], por analogía con el modelo de verbo estativo. El resultado final hubiera sido la forma contraída [*yiglê]. Un abreviamiento secundario de la vocal final hubiera dado una forma [*yigl], ‘segolizadaposteriormente en [yigæl]. De ahí se seguirían dos cosecuencias: a) «Apokopierte PKK-Formen sind somit nichtkorrekterals nicht-apokopierte Formen, sondern typologisch vielmehr jünger als diese»; y b) «Aus dieser Erklärung folgt zugleich, daß eine Apokopierung nicht zwangsläufig eintreten mußte»43. El apartado termina aludiendo a los raros ejemplos de FC terminados en -î (Je 3,6 y 18,23), para concluir categóricamente: «Zusammenfassend ist festzustellen, daß nicht-apokopierte hebr. Formen iii-inf. nicht zwangsläufig als Belege der PKK zu deuten sind»44.

Antes de tratar de comentar estas observaciones del célebre semitista alemán, conviene que recordemos al otro autor que estamos siguiendo fundamentalmente en este estudio, el belga francófono A. van de Sande. Al reseñar sus aportaciones para este punto concreto en el artículo de 201245, ya tuvimos ocasión de aludir al extenso §3.1.1.2 de su obra46, en que, bajo el epígrafe «Repérage des deux formes préfixées dans le texte massorétique de la Bible hébraïque», expone sus opiniones sobre este tema de la distinción, a nivel morfológico, de las formas larga y corta de la CP. No se trata, naturalmente, de repetir lo allí expuesto, sino de recordar simplemente el escepticismo que dicho autor mostraba respecto a la posibilidad de diferenciar ambas formas incluso en el hipˁîl de los verbosfuertesy en el qal y el hipˁîl de los verbos ii/iii-inf.

Ni Tropper ni van de Sande pudieron utilizar un interesante estudio de Yigal Bloch, publicado en la revista Hebrew Studies en 200747. En realidad, Bloch se basa, a su vez, en otro artículo muy anterior de Hermann-Josef Stipp48, a quien cita profusamente. Este último artículo no aparece en la amplia bibliografía del libro de A. van de Sande, pero en el breve apéndice bibliográfico del artículo de J. Tropper49, y se cita un par de veces en el subapartado 6.3 de dicho artículo, al que aludimos antes. Volviendo al artículo de Bloch, podríamos destacar que se abre con la interesante observación de que el descubrimiento de que, bajo el wayyiqtol bíblico, se esconde no una «mere shortened variant of the imperfective form yiqţōl (original yaqţulu)», sino una «wholly different prefix-conjugation yaqţul» es «perhaps the most important contribution of comparative Semitic linguistics to the study of the Biblical Hebrew verbal system»50; y se hace una breve alusión a la historia de ese descubrimiento51. Si se me perdona que recurra una vez más a mi propia experiencia, no sabría decir ahora en qué momento de mi carrera docente pudedescubrira nivel personal ese fenómeno, ya que el manual de P. Joüon, en cuya versión original estudié fundamentalmente la gramática del hebreo bíblico, como tuvimos ocasión de recordar en un artículo anterior52, aunque intuyó la presencia en el wayyiqtol de unelementodistinto al de la forma separada yiqtol, no llegó a formularlo con claridad. En todo caso, creo que lo debía de tener más o menos claro cuando se publicó la primera parte de esta serie de artículos53. Creo recordar que, quizás todavía en los años ochenta del pasado siglo, leyendo en una revista británica de divulgación bíblica la reseña de una gramática de hebreo bíblico, me encontré con que el reseñante se extrañaba de tropezarse en la obra reseñada con la expresión «short imperfect«.

Volviendo de nuevo al artículo de Bloch, recordaremos que, después de aludir a la homofonización de la FL y la FC tras la pérdida de la [-u] final, perceptible ya en las inscripciones de los siglos x-viii a.C.54, se reseñan los casos en que la morfología (reflejada en la grafía) permite percibir la distinción entre ambas formas (verbos iii-y, qal y hipˁîl de los verbos ii-w/y, hipˁîl de los verbosfuertesy de los verbos i-n y i-w/y)55. Se alude también a la persistencia de las antiguas terminaciones de la FL -īna ( f.sg.)/-ūna ( m.pl. y m.pl.) en la forma tradicional del nun paragogicum. Se termina este apartado concretando que «The present study will focus on these cases where prefixed verbal forms, which appear morphologically as long, but occur in wayyiqţōl constructions, that is, in a syntactical context, in which one should expect a short prefixed verbal form, belonging to the original yaqţul conjugation»56. Y adelantando el resultado de que «the problems raised by these long prefixed forms can be solved on either linguistic or text-critical grounds without modifying the basic understanding of the original Northwest Semitic prefix-conjugations, which distinguishes between the perfective yaqţul and the imperfective yaqţulu».

2.2.1. Los verbos iii-y/w

Bloch empieza el examen de esas formas anómalas con los verbos ii-w/y y con la forma hipˁîl de esos mismos verbos y también de los verbosfuertesy de los verbos i-n y i-w/y: es decir, con los casos en que la diferencia entre la FL y la FC de la CP está marcada por la presencia/ausencia de una m.l. interna. Por razones metodológicas, vamos a invertir el orden y comenzar esta reseña de su estudio con los usosanómalosdel wayyiqtol de los verbos iii-infirmae57. Se trata, pues, de lo que podemos identificar comomodelo wayyibnæh”. Nuestro autor empieza rechazando la explicación [*yibnay>*yibnê>*yibn>yíbæn] dada por Tropper, a la que aludimos más arriba58. A continuación alude al citado artículo de H. J. Stipp, reconociendo que «the following discussion is much indepted to Stipp's study»59. Acto seguido, se ofrece un interesante cuadro estadístico de la distribución de los casos de wayyiqtol de este tipo de verbos con la esperada forma corta (sin -h) y con laanómalaforma larga (con -h). Para la p.c.sg., la relación es de 49 FC frente a 56 FL; y, para la p.c.pl., de 8 FC frente a 6 FL. Para la p.m.sg., de 13 FC por 5 FL. Para la p.m.sg., de 1.099 FC por 34 FL. Y, finalmente, la p.f.sg. presenta 131 FC frente a 9 FL. La concentración proporcional de usosanómalosde la FL en las primeras personas (singular y plural) salta a la vista, y el comentario de Bloch es que, aunque esa predilección por la forma larga en la primera persona del wayyiqtol de estos verbos iii-inf. no es tan acusada como la que aparece en el caso del qal y del hipˁîl de los verbos ii-inf. (previamente estudiados por él y que nosotros veremos más adelante) y del hipˁîl de los verbos fuertes, i-n y i-w/y, «it is nevertheless clear that long prefixed forms in the first person occupy a special position among the wayyiqţōl constructions of verbs iii-y»60. En cuanto a la posible explicación de esa predilección, volveremos sobre el tema más adelante, al tratar de los verbos ii-infirmae. Aquí, y siguiendo el estudio de Y. Bloch, trataremos de centrarnos en los 43 casos de p.m./f.sg.61.

Bloch continúa destacando dos cosas. La primera, que, en el caso de textos paralelos (especial, aunque no únicamente, en el de Sam-Re//Cr), la segunda aparición del wayyiqtol de un verbo iii-y «never features a long prefixed verbal form in the same wayyiqţōl construction, and almost always features a clearly short prefixed verbal form»62. Y, en una densa nota63, se indica, basándose en Z. Talshir, que eso significa que «the Vorlage used by the author of Chronicles preserved more original forms than the MT of these books [i.e., Sam-Re]«, para terminar recordando que, en otros casos, «we are probably dealing with varying and often inconsistent treatment of the biblical books by later copyists rather than by the original authors and redactors«.

El segundo detalle que destaca Bloch, siguiendo una vez más a Stipp, es que la gran mayoría de esas construcciones en wayyiqtol con la FL de verbos iii-y y fuera de las primeras personas verbales está concentrada en los libros de Reyes, Jeremías y Ezequiel (27 ejemplos sobre 34, en el caso de la p.m.sg.; 6 sobre 9, en la p.f.sg.; y 3 sobre 5, en la p.m.sg.). Siempre siguiendo a Stipp, nuestro autor recuerda que también el TM de Re y Je presenta una significativa concentración de la scriptio plena de la partícula negativa loˀ [ˀ] (לוא), y que Re, Je y Ez, además, presentan una concentración similar de la forma plena [ˀôt-] (-אות) para la preposición [ˀet] con el significado deconseguida de sufijos pronominales. Admitiendo con Sh. Morag que, en este último caso, se trata de una confusión de las dos preposiciones homófonas [ˀet], la que se traduce porcony la nota accusativi, pero matizando la explicación dada por Morag de que se trata de influjo acadio o arameo, nuestro autor termina conjeturando que, tanto la scr. plena [ˀ] como el uso de [ˀôt-] con sufijos en vez de [ˀitt-] «are likely to be seen as orthographic features characteristic of the late Second Temple period«. Y, en consecuencia, el hecho de que esas grafías estén fuertemene concentradas en el TM de Re, Je y Ez «suggests that the appearance of wayyiqţōl constructions with long prefixed forms of verbs iii-y (in 2 m.sg, 3 m.sg., and 3 f.sg.) in the MT of these books is also due to late Second Temple scribes who transmitted the text with less than complete fidelity to the original»64. Y el hecho de que esos escribas cambiaran la FC del wayyiqtol de los verbos iii-y por la FL se debería (siguiendo una vez más a Stipp) a los cambios lingüísticos producidos supuestamente durante esa época tardía del período del Segundo Templo en las áreas de Palestina que ambos autores suponen hebreófonas, «when one of the spoken Hebrew dialectsperhaps the main spoken dialecttook the form that would materialize somewhat later in written sources as Rabbinic Hebrew«. Dialecto que habría perdido «almost entirely« la distinción entre las diferentesconjugacionesprefijales65. Ese hebreoprotorrabínicohabría dejado de utilizar el wayyiqtol y, en consecuencia, cuando los escribas que lo hablaban copiaban textos bíblicos, podían inconscientemente introducir en el texto la única forma de la CP que les era habitual, la larga66. La docena de casos de FL en construcciones de tipo wayyiqtol de verbos iii-inf. no usadas en primera persona que se dan fuera del trío Re-Je-Ez se explicaría de diversas maneras, sin excluir algún caso de weyiqtol mal puntuado. En todo caso, «since scribal errors in the transmission of a text do happen occasionally even without evident causes, these instances cannot invalidate the hypothesis that wayyiqţōl constructions with long prefixed forms of verbs iii-y in 2 m.sg., 3 m.sg., and 3 f.sg. are a product of scribal errors»67.

Quisiera aquí añadir algunas reflexiones. Como hemos visto, Bloch rechaza la hipótesis elucubrada por Tropper para explicar las formas del tipo wayyibnæh como un resto del primer estadio de la evolución de la FC *yíbnay, en la que, debido al carácter átono de la terminación, la vocal larga [ê] resultante de la contracción del diptongo [-ay] se habría abreviado, para terminar desapareciendo y provocando el desarrollo de la forma segolizada yíbæn68. El problema se relaciona con un tema que viene afectando a los estudios del hebreo bíblico desde los lejanos tiempos de los primeros gramáticos judíos: el deltriliterismo’. Hace unos años, tuve ocasión de reseñar en las páginas de esta revista el interesante volumen en que el Prof. Gregorio del Olmo Lete recogió las lecciones del curso que había dictado en el Collège de France entre mayo y junio de 200169. En aquella reseña traté de hacer un amplio resumen del capítulo iv del libro del Prof. del Olmo, dedicado al problema del bi/triliterismo70. No se trata aquí, naturalmente, de repetir lo que expuse en aquella ocasión citando en lo posible literalmente al autor para evitar alguna indeseada malinterpretación en un tema muy técnico. Me permito recordar sólo que, frente a las posiciones extremas debiconsonatismo universalotriconsonantismo universal’, nuestro ilustre semitista optaba por lo que él llama «biconsonantisme/triconsonantisme à base partagée«. Para el tema que aquí nos interesa, podríamos considerar (simplificando un poco e interpretando en cierta medida la exposición del Prof. del Olmo) que, a partir de un esquema básico C1vC2, laexpansiónde la raíz puede producirse en algunos casos porintensificaciónde uno de los elementos de ese esquema:

• C1vC2 (cuando es posible)

• C1vC2

• C1vC2

Pero que también puede producirse por lo que del Olmo llama «expansion morphématique» mediante la adición al citado núcleo de una de las ‘semivocales’ [w] o [y]. La adición podrá realizarse por delante del núcleo (verbos i-w/y) o por detrás (verbos iii-y/w).

Para el problema que estamos tratando de aclarar aquí, cabe recurrir al posible paralelo entre lo que ocurre con los verbos i-w/y y iii-y/w y recordar las explicaciones que han dado las gramáticas tradicionales al hecho de que, en la forma yiqtol (tanto larga como corta) de una raíz como yšb (partiendo ya de la consonante [š] que nos encontramos en el texto bíblico y prescindiendo de su origen), la supuesta primera radical semivocálica no ha dejado ninguna huella aparente en [ye-šeb/te-šeb] ni en ninguna otra persona de la CP. La explicación a esa ausencia de la primera radical se ha elucubrado de diferentes maneras a lo largo de la moderna historia de la gramática hebrea. Sin pretensión de hacer un estudio exhaustivo, podemos empezar por el viejo manual de Gesenius-Kautzsch71. En él se habla de «The eight verbs, of which the initial consonant in the above-mentioned forms [=imperfecto, imperativo, infinitivo constructo qal] always suffers elision or aphaeresis»72.

La Hebräische Grammatik de G. Bergsträsser73, que, como es sabido, se presenta como Wilhelm Gesenius' hebräische Grammatik 29. Auflage, en su §26n74, bajo el epígrafe «Zur Geschichte der Verben י״פ», anota que «Die schwache Flexion geht auf die Verba iw mit i-Imperf. zurück, die zunächst dissimilatorisch im imper. wiṯib>*ṯib und dann weiter analogisch auch im imperf. *jaṯib- und im inf. *ṯibat- ihr w verloren haben». Si bien en nota se precisa que «Der zum großen Teil auf Überlieferungsfehler gestüzte Versuch von Ahrens (1d2) 178-81, die schwachen Formen für echt zweiradikalige zu erklären, muß als gescheitert gelten»75. La Grammaire de lhébreu biblique de P. Joüon, al hablar del «futur actif« del tipo [yešeb]76, después de explicar, de acuerdo con la opinio communis, el origen de la segunda vocal a partir de (un alargamiento por efecto del acento de) la [i] breve originaria característica de una (pequeña) parte de los verbos de acción, pasa a discutir la hipótesis de que, «dʼaprès de nombreux grammairiens«, la [e] de la preformativa provendría también de una [i] y, en consecuencia, se trataría de «une forme syncopée sans 1e radicale«, como elfuturoárabe del tipo [ya-lidu] (o, quizás más exacto, [ta-lidu]). Para el jesuita francés, parecería «beaucoup plus probable« que la forma originaria fuese [*ya-yšib], con contracción del diptongo [ay] en [e]. A favor de esa segunda hipótesis se invoca la analogía con los modelos [yîraš<*yi-yraš] y [yôsep<*ya-wsip], y también la vocalización normal con [a] de la preformativa delfuturode los verbos de acción y el hecho de que ese şeré de la preformativa no cae al pasar a posición antepretónica. En nota de pie de página se reconoce, sin embargo, que esremarquableque ese supuesto diptongo contraído no aparezca nunca con mater lectionis, salvo probablemente en Sal 138,6. En una «Remarque» sugiere que una forma con la [w] originaria (como correspondería a una raíz [w-š-b] cuando la [w] no está en posición inicial de palabra y, en consecuencia, no debería sufrir el cambio [w->y-]) del tipo [yôšeb<*ya-wšib] «avait linconvénient de ressembler au hifil jussif et au participe actif du qal»77. Pero tiene que reconocer que eseinconvenienteno ha funcionado en el caso de [yôsep] o [yôræh].

La traducción/reelaboración de T. Muraoka, al llegar a este punto concreto78, repite prácticamente los asertos del original francés, con algún detalle añadido. Así, el «dʼaprès de nombreux grammairiens, viendrait de i» del original se conviere en «según bastantes gramáticos, vendría de i por analogía con la vocal R2«, indicando así la posible razón del uso anómalo de dicha vocal en la preformativa de un yiqtol tratado como verbo de acción. Y a la alusión a la forma «sincopada sin la primera radical del árabe ya-lidu«, se añade la cita de formas del ugarítico como a-ši-ib, abl o atn79, indicando que dichas formas «sugieren que, al menos en ugarítico, la situación es probablemente similar a la del árabe clásico, HS [=Hebreo Samaritano]..., aunque la longitud de la primera vocal no puede determinarse»80. Finalmente, a las cuatro razones esgrimidas por Joüon a favor de que esa [e] de la preformativa viene de la contracción de [ay] «et est vraiment long« se añade el testimonio de la Secunda de Orígenes, con formas como ιησηβ y θηληχ81.

La Hebräische Grammatik de R. Meyer (traducción española de Á. Sáenz-Badillos, Gramática de la lengua hebrea), al tratar de los verbos i-w/y, recuerda que, aunque predomine el triconsonantismo, formas como las del imperativo exclamativo de los verbos i-w «apuntan a una base birradical»82. Con ello se apunta a lo que, en la modesta opinión del que suscribe estas líneas, puede ser la explicación auténtica de las formas biconsonánticas de estos verbos: el mantenimiento de esas formas de carácter bilítero originario de la raíz. En cuanto a la anómala [e] de la preformativa del yiqtol de estos verbos, en la citada gramática de Meyer se alude al paso [yešeb]<[*yašib]<[*yaṯib], sin dar más explicaciones. La realidad es que esa [e] parece proceder, como insinuamos más arriba, del alargamiento secundario, en sílaba libre, de una [i] previa. Y esa [i] posiblemente se deba a analogía con la [i] secundaria, producto de la actuación de la «ley de la atenuación» (Verdünnungsgesetz) en la forma [yaqţol]>[yiqţol] del verbo fuerte. Algo parecido ocurriría con la [e] de [he-qîm]<[*hi-qīma], analógica de [hiqţîl]<[hiq-ţīla]<[*ha-qţīla].

Para terminar, podemos aludir brevemente al manual de Joshua Blau, aparecido en fecha reciente83. Respecto al tema que nos ocupa, en dicho manual se adopta una postura un tanto ambigua, fruto quizás (no me ha sido posible consultar el original hebreo) de las diversas manos que han participado en su elaboración. Dentro del apartado 4.3.8.4.84, dedicado a los verbos i-y(w), en el §4.3.8.4.1.85, se empieza con la afirmación de que «Although the origin of some qal forms is obscure, most of them can easily be derived from triradical roots» y que incluso el imperativo qal [šeb] «can be derived by the assumption of dissimilation from triradical *wiṯib». Las otras formas birradicales como el «prefixe-tense» [yešeb] y el inf. cstr. [šæbæt] podrían ser explicadas como «newly derived» de [šeb]. En el §4.3.8.4.286, se reseña la hipótesis basada en el descubrimiento de Theodor Nöldeke87 de que puede haber intercambio entre raíces i-n y raíces i-w/i-y; y que, dado que ese intercambio no puede ser de carácter fonético, «it has to be interpreted as reflecting an alteration in the extension of biradical roots to triradical structure by the initial augments n/w(y)/ˀ«. Sin embargo, en el inmediato §4.3.8.4.2n88 se anota que «This assumption, however, is not without difficulties», para matizar a continuación que, si bien «one has to assume a somewhat skeptical attitude toward both the theory of biradical origin and the theory of triradical origin», con todo «Nevertheless, it is not out of question that the i-n verbs in general, both those of the qal yiqţal and those of the yaqţul pattern, were originally biradical. Whereas those of the yaqţul pattern haven become wholly triradical by the augment n-, those of the yiqţal pattern contain residues of the original biradical formation». Aunque no se alude directamente a los verbos i-y(w), sería fácil deducir para ellos un tratamiento más o menos paralelo. Sin embargo, en el §4.3.8.4.389 se indica que, de admitir la teoría de Nöldeke, habría que retroproyectarla al período protosemítico, al estar atestiguado el fenómeno también en otras lenguas semíticas y que, en todo caso, «Hebrew i-y verbs must be regarded synchronically as triradical, exhibiting w/y as their first radical. And even on the theory of the biradical origin of i-w verbs, it seems quite likely that is was only the imperative qal of the yaqţil pattern that preserved the Proto-Semitic biradical formation, whereas originally the prefix-tense was formed on a triradical basis, to be newly derived later from the biradical imperative». En apoyo de este aserto se cita el hipˁil [yôbîl] del hebreo bíblico, que, a la luz del imperativo qal del ugarítico [bl], parecería reflejar «the original qal pattern yaqţil, formed on a triradical basis, which was later reinterpreted as hifˁīl«, remitiéndose a otro artículo del mismo Blau90. Y en el §4.3.8.3n.91, se recurre al paralelo con el acadio, donde el imperativo [bil] carecería de la primera radical, frente a la forma iprus [ubil], forma esta en que, contra la opinión de Burkhart Kienast92, se interpreta que «the initial u is due to the influence of the triradical parallel ūbil<*yawbil«, a pesar de las reticencias de John Huehnegard.

Después de esta larga reseña de la, por el momento, última versión del libro de Blau, parece deducirse que la postura final de la obra (cuya tormentosa historia aparece resumida en el «Publisher's Foreword» del libro93; repito que no me ha sido posible cotejar el original hebreo) se inclina por la consideración de la CP qal de los verbos i-w como forma trirradical, al menos en origen, aunque luego se pudiera dejar influir por el presunto esquema birradical del imperativo.

No obstante, en la modesta opinión del que suscribe estas líneas, resultaría preferible optar por la hipótesis del biconsonantismo primitivo de esa forma de la CP qal de los verbos de acción del modelo i-w (con la excepción, ya anotada, de algún caso como [yôræh] o [yôsep]). El paralelismo con el árabe [y/talidu] militaría en este sentido. Dificultades planteadas contra esta solución, como la presunta vocalización de la preformativa en [i] en un verbo de acción (contra la «ley de Barth»), no parecen insuperables. Además de la posible analogía con la [i] secundaria del modelo [yiktob] del verbo fuerte, podría haber influido la armonización vocálica con la [i] central acentuada en el esquema [*ti-líd(u)], como sugiere también el manual de J. Blau94. Y tampoco creo que tenga un peso decisivo el hecho de que esa [e<i] se mantenga en posición antepretónica. Respecto a esta última dificultad, en el citado manual de J. Blau se añade un parágrafo95 en que se insinúan como posibles explicaciones o bien «the tendency to differentiate between the suffix-tense« (en que la primera vocal cae) y «the prefix-tense»; o bien quizás que esa vocal mantenida «was rhythmically influenced by the prefix-tense of the second group of i-y verbs... with long vowel in the first syllable«, sin excluir que puedan sumarse ambas soluciones.

En cambio, el modeloestativodel tip+o [yîbaš<*yi-ybaš], claramente triconsonántico, puede explicarse teniendo en cuenta que, en este tipo de verbos, probablemente el qatal es anterior cronológicamente al yiqtol y sirve de modelo para este último. Puesto que el qatal es claramente triconsonántico, pudo contagiar este carácter al yiqtol (yiqtal, de hecho), formado secundariamente sobre él. Por supuesto, no hace falta recordar la cantidad de formas intermedias que existe y los entremezclamientos entre formas con i-y y i-w. Es el caso, por ejemplo, del verbo [y-r-š], originariamente estativo (‘ser heredero’) y perteneciente al modelo i-w, como parece indicar la analogía con el árabe [wariṯa], el nipcal [yiwwåreš] y el hipˁil [hôrîš<*ha-wrîš]; pero con formas como el qal [wayyîraš] o el picel [yeyåreš]. En cualquier gramática al uso pueden encontrase profusamente tratados todos estos casos.

Un tratamiento especial merece, quizás, el caso del verbo [yåkol]. Si se me perdona una pequeña digresión, propia de la edad, recordaría que, cuando, hace algún tiempo, preparaba la primera reseña del libro de A. van de Sande para su publicación en la revista Archivo Teológico Granadino, me chocó encontrarme con la afirmación96 de que el [yûkal] de Ge 48,10 aparecía considerado como «Hophˁal yiqtol (causatif passif, valence augmentée, statif>actif)«, ya que en mis recuerdos discentes, aplicados, cuando había ocasión, a la docencia del hebreo bíblico, esa forma aparecía evocada como qal yiqtol, con reducción deltriptongo’ [yiw] de un hipotético [*yi-wkal(-u)] a []; y así lo hice notar al publicar aquella reseña97. Me intrigaba saber de dónde procedían esosrecuerdos’. En un primer momento, creí que su fuente estaba en la vieja Grammaire de lhébreu biblique de P. Joüon, que fue mi manual de aprendizaje en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma. Pero bastaba bajar la vista a la nota de pie de página del libro de van de Sande para caer en la cuenta de que el autor belga, al hacer aquella afirmación, se basaba precisamente en la obra del jesuita francés98. Tampoco la Hebräische Grammatik de R. Meyer99 aclaraba mucho al aludir a un posibleyuqtal originario’. Al revisar ahora el tema, creo descubrir que la fuente de aquellos recuerdos era el Lexicon Hebraicum Veteris Testamenti de F. Zorell100, quien, al tratar el verbo [yåkol], alude un pocotelegráficamenteal paso ʻ*jiwkal>jûkalʼ para elimperfectode dicho verbo. Zorell, a su vez, se remite a la Historische Grammatik der hebräischen Sprache de H. Bauer-P. Leander101, aunque ni esta obra ni el Grundriß der vergleichenden Grammatik der semitischen Sprachen de C. Brockelmann102, al que él se remite, parecen aportar una solución satisfactoria. En la perspectiva en que nos estamos moviendo, mi modesta opinión es que la explicación más sencilla puede ser también la más simple: laraízoriginaria sería [w-k-l], como parece deducirse por el paralelismo, señalado por los diccionarios tradicionales, con su equivalente árabe [w-k-l], que, en su forma ii [wakkala], según el Diccionario de F. Corriente-I. Ferrando significa «delegar, apoderar, dar una autorización« (con biencargar deʼ, ʻdar plenos poderesʼ)103. Aunque el verbo en árabe, en su forma i, presenta un esquema [wakala/yakilu], característico de losverbos de acción’, creo que para el hebreo se puede suponer una estructura en el qal de tipoestativo’ [*wakula>yåkol/*yiwkal>yûkal]. Ello significaría que la [w-] originaria, convertida en [y-] en posición inicial en el qatal/qatol como ocurre, en general, en las lenguas semíticas del NO, se habría conservado como tal en el yiqtol/yiqtal, posiblemente debido a la presunta precedencia cronológica del qatal en los verbos estativos. Añadamos, como colofón, que la versión inglesa del libro de J. Blau104 también supone que [yûkal] viene de [yi-wkal] y refleja «the archaic sound shift iw>ū in the prefix-tense [de la forma qal]«.

Por lo que respecta al verbo [h-l-k], la opinión del que suscribe estas líneas ha sido siempre que dicho verbo representa un ejemplo de raíz originariamente bilíteratriliterizadapor dos caminos distintos. El esquema sería, pues:

• I) h-l-k

• II) l-k

• III) w-l-k

La forma primitiva (II) estaría representada por el imperativo qal [lek] y la forma preponderante delimperfectoqal [y/te-lek]. La forma (III), con [w-]inicial añadido, típica de los verbos de acción de este modelo, por el hipˁil [hôlîk<*ha-wlika]//[yôlîk/yôlek<*ye-ha-wlik(u)]; prescindiendo del timbre primitivo de la vocal de la preformativa. Mientras que la forma (I) [h-l-k] aparecería en el resto de la conjugación y en los ejemplos del modelo (probablemente secundario) [yahalok].

Y, después de esta larga digresión sobre los verbos i-w/y, es el momento de volver a lo que constituía nuestro objeto directo de estudio: los verbos iii-y/w.

Si revisamos una vez más las gramáticas tradicionales, nos encontramos, por ejemplo, con el resumen expositivo de la Grammaire de P. Joüon, que, al tratar de este tipo de verbos105, nota que «Au jussif et au futur inverti ainsi quà limpératif on a souvent des formes apocopées«, para indicar a continuación que la forma [yiglæh], «par retranchement« de la final [-æh], se convierte (prescindo de marcar el posible resto vocálico del segundo šeˀ) primero en [yigl], considerado como «forme rare«, y a continuación en [yegl], tildado igualmente de «forme assez rare«, y terminar señalando que «Ordinairement on a des formes ségolisées« del tipo «le plus souvent« [yígæl] y «parfois» [yégæl]. Más adelante106, habla de «Formes non-apocopées au futur inverti et au jussif«, indicando que el fenómeno es tan frecuente, sobre todo en la p.sg., «quʼil ne peut guêre être considéré comme fautif«. Se insinúan algunos condicionamientos externos que pueden coadyuvar al fenómeno (presencia de una gutural; acento disyuntivo), para terminar recordado que las formas largas son especialmente frecuentes en los libros de los Reyes.

En cuanto a la traducción/revisión de dicha gramática por T. Muraoka107 se limita a añadir una referencia bibliográfica sobre posibles variaciones alomórficas en el imperativo y un apéndice que tengo que reconocer que no acabo de entender con claridad (estaba ya en la edición de 1993; la versión española traduce literalmente): «It should be noted that, unlike in the jussive and the impf. after inversive Waw, the apocopation of ל״ה verbs occurs in the first person sg. as well as pl.«. En cuanto al §79m, se añade (cito por la versión española) que «en algunos casos la forma no apocopada con waw inversivo representa un pasado iterativo, durativo«, remitiendo al §113e y f. Es decir, que tendríamos una auténtica FL originaria con valor imperfectivo, ‘incorrectamentepuntuada como wayyiqtol.

La Hebräische Grammatik de G. Bergsträsser108 explica que «Neben den Vollformen stehen im imperf. undaußer Kalimper. Kurzformen mit Verlust des vokalischen Ausgangs. Dabei kommt im Kal und Hif. Doppelkonsonanz in den Auslaut (*jigl *jagl); diese wird in verschiedenem Grade und verschiedener Weise sgolatisiert..., wodurch sich sehr mannigfaltige Formen ergeben». Y se añade la anotación de que «Die Kurzformen sind nicht, wie Jussiv und Anfangsbetonung des imperf. cons. sonst..., auf die 2. und 3. Pers. beschränkt, sondern finden sich ziemlich häuflich auch in der 1. Pers. (auch Sing.)«.

Si volvemos de nuevo a la Hebräische Grammatik de R. Meyer, nos encontramos aquí con un problema previo: el esquema aspectual elucubrado por el célebre hebraísta para la fase originaria del sistema verbalcananeo” (y hebreo) supone que «quedaría probada la existencia de la forma yaqattalu en el semítico occidental antiguo; de hecho en hebreo, incluyendo el samaritano, con su substrato occidental antiguo, se encuentran formas del tipo yaqattalu hasta en los textos de Qumrán»109. En todo caso, y prescindiendo del discutido tema de la existencia de esa forma yaqattalu de tipo arcaico, se reconoce que «En el semítico occidental reciente como en el estadio principal del hebreo, lo mismo que en todo el fenicio, arameo y árabe el antiguo yaqattalu desaparece o se transforma en intensivo creando analógicamente las formas que faltan» (ibídem). Pero esa asunción inicial de la forma yaqattalu condicionará la visión que Meyer ofrece del sistema aspectual-temporal del verbo hebreo. En el §100 «El uso de la conjugación preformativa« (337-345; espec. §1a, 337-338) se repite de nuevo que «El sistema verbal del semítico occidental no conoce en principio ningún tipo de tiempos en el sentido de categorías temporales objetivas«, pero con la salvedad de que «únicamente en el pretérito/yusivo arcaico *yaqtul, cuando se emplea en la narración, se da un verdadero tiempo pasado que se caracteriza por una notable estabilidad a lo largo de la evolución histórica de las lenguas«. Sin embargo, en definitiva, «puede decirse que la sintaxis verbal tiene un fundamento aspectual. Se distingue un aspecto constativo, en el que simplemente se presenta una acción o un proceso, y un aspecto cursivo, que refleja el desarrollo de una acción... damos al primero el nombre de puntual, y al segundo el de durativo« (p.337).

Haciendo un inciso, quisiera llamar la atención sobre el detalle de que da la sensación de que Meyer no distingue claramente entre (para decirlo en los términos de su lengua) ʻAktionsartʼ y ʻAspektʼ. Una vez más tendría que insistir en el hecho de que cuando aquí empleamos el términopuntual’, no lo contraponemos adurativo’, sino alineal’, como meras imágenes espaciales de los aspectos comúnmente etiquetados comoperfectivoeimperfectivo’.

En consecuencia, y volviendo al texto de Meyer, nos encontramos con que «En el antiguo cananeo ambos aspectos se contraponen originariamente dentro de la conjugación preformativa de acción, siendo el narrativo *yaqtulu predominantemente puntual, mientras que el durativo *yaqattalu tendría a nuestro modo de ver aspecto cursivo». Tras la irrupción de la forma *qatala, «que sólo secundariamente llegaría a expresar una acción«, se llegó al «jungwestsem. Schema«, en el que el aformativo *qatala tomó «la mayor parte de las funciones de pretérito de *yaqtul y del narrativo *yaqtulu». Y «Como consecuencia de ello, el narrativo se redujo en gran parte al presente/futuro, y se convirtió en durativo, mientras que *yaqattalu, originariamente cursivo, desapareció morfológicamente o se confundió secundariamente con el intensivo« (337-338).

Como puede apreciarse, además de la posible confusión arriba señalada, entreaspectoyAktionsart’, la asunción del hipotético *yaqattalu originario (que, en caso de haber existido, debió de ceder muy pronto su casilla semántico/funcional a *yaqtulu) provoca una distorsión del sistema, con unnarrativoyaqtulu compitiendo con unpretérito*yaqtul, sin aparente oposición aspectual.

Y, con estos presupuestos, no extraña que, al volver a nuestro tema de los verbos iii-y/w, nos encontremos con la afirmación del §82.2e (p.280) de que muchas veces, en lugar delimperfecto consecutivodel tipo [wayyígæl], aparezca elimperfecto completodel modelo [wayyiglæh], sin dedicar al hecho mayor consideración.

Desde el punto de vista morfológico, en el §82.2b (p.279) se nos dice que «El pretérito/yusivo termina en antiguo cananeo en vocal», citando como ejemplo (Meyer incluye el ugaríritco dentro delcananeo”) el ugarítico [ymġ], que nuestro autor vocaliza como [yamġī] y aparece en la traducción española interpretado como ʻel vino/vengaʼ. No se añade ninguna explicación especial para la [-ī] final larga. Se cita el §9,48 de la clásica obra de C. M. Gordon, Ugaritic Manual (Roma, 1955), reproducido en la reelaboración posterior Ugaritic Textbook §§9,52 (Roma 1965). Pero Gordon no vocaliza. lo hace el manual de S. Segert110. Como también el de D. Sivan111, con la aclaración en este último de que, en la forma yqtl, «The final radical is preserved when there is a vowel after it. When it is not followed by a vowel (preterite or jusive), it contracts because it is the second member of a diphthong, so it is not represented in the orthography». Algo que se aclara más abajo citando el caso de ˀabn, considerado como [ˀabnî<ˀabniy], aunque con la insinuación de que se trata de una «D stem», detalle éste que no afectaría en todo caso a lo que nos interesa aquí. En cuanto a la más completa Ugaritische Grammatik de J. Tropper112, en el §75.531e (655-657), se nos dice que «In der PK und analog im imp. werden (bei endlungslosen Formen) auslautende (steigende) Diphthonge immer kontrahiert». Añadiendo que «Es ist denkbar, daß das Kontraktionsprodukt im Ug. wie in ener Reihe anderer sem. Sprachen im Auslaut gekürzt wird» (p.655). Entre esa «Reihe anderer sem. Sprachen» se citan el caso del acadio ibni, explicado113 como abreviación de la vocal final larga [-ī] procedente de la contracción de *ibniy; el hebreo yigæl<yigli<*yigliy (que ya citamos antes) y el árabe yarmi<*yarmiy. El tema requeriría un tratamiento más detallado, a la luz también del minucioso estudio de Andrés Piquer Otero114. Pero se trata de algo que no podemos hacer aquí.

Tratando de completar un poco esta ojeada por algunas gramáticas de hebreo bíblico, y dentro de su conocido tratamiento un poco sui generis, podemos recordar que los Grundlagen einer althebräischen Grammatik de Wolfgang Richter115, dentro de su vol. I (B.-I. Das Wort (Morphologie), dedican un apartado2.2.2. 1.2., 99-101) al tema de «Die Opposition zwischen Lang- und Kurzform in der Präfixkonjugation». Se comienza diciendo que «Neben der Opposition in der Vokalqualität läßt der Themavokal in einigen Formen der PK [=Präfixkonjugation] eine weitere Opposition in der Quantität deuten und deren Ausdrucksmittel man als Kurzform (KF) und Langform (LF) beschreiben kann». Esta oposición en la ortografía masorética estaría restringida a tres casos: «(1) H-Stamm bei dreiradikaligen Basen»; «(2) G- und H-Stamm bei zweiradikaligen Basen nach QūL, QīL»; y «(3) alle Stämme bei zweiradikaligen Basen nach qalY»(p.99). A continuación (p.100), se hace notar que «Die Frage, ob diese Opposition in der Vokalquantität vormass. sei, ist schwierig zu beantworten». Mientras que «in (1) und (2) [=hipˁil del verbo ʻfuerteʼ; qal y hipˁil del verbo ʻcóncavoʼ] entspricht plene- und defectiv-Schreibung nur überwiegend», y, en consecuencia, «ist also kein sicheres Kriterium», se considera que «Sicherer ist der Schluß aus der Orthographie auf ein älteres System in (3) [=verbos iii-inf.]». En todo caso, «Die Distribution von KF und LF in (1)-(3) gibt eine weitere Stütze für Alter» (ibídem). Pero a continuación se matiza que, dado que en el marco de las formas señaladas de la CP, «die Formen der PK, denen vokalische anlautende grammatische Morpheme suffigiert sind, in der Regel als LF gestaltet sind, kann man vermuten, daß diachron vokalischer Auslaut der Grund für die LF ist». Ese «vokalischer Auslaut» sería -u [para el indicativo]/-a [para el subjuntivo]. La consecuencia es que «Dann ist aber nicht sicher, ob vormass. Opposition in der Vokalquantität vorliegt», dado que sólo en (2) [verbos ʻcóncavosʼ] puede detectarse esa marca de oposición cuantitativa. Por consiguiente, «Die allen Formen gemeinsame Opposition müßte dann ausgesetzt werden als -u/-a vs. -ø, das als äußeres grammatisches Morphem interpretiert werden kann«. Así pues, «Hier würde sich die Bezeichnung LF vs. KF nicht auf die Vokalquantität, sondern auf den Auslautvokal beziehen». Y ese «vermutete grammatische Morphem kann weiter verbreitet gewesen sein als synchron noch erkennbar. Es kann bei allen Verbformen der PK ohne andere suffigierte grammatische Morpheme gestanden haben» (ibídem).

Esa distinción entre la FL y la FC es, por lo demás, la que estamos siguiendo en este estudio. Y la oposición ʻcuantitativaʼ en los verbos ii-inf. y en el hipˁil de los verbos ʻfuertesʼ es, en realidad, consecuencia de la oposición -u//-ø, como recordaremos más adelante. Lo que quisiera destacar, para el tema que nos ocupa en este (sub)apartado, es esa cualificación como «zweiradikaligen Basen nach qalY« de los verbos iii-inf. En cuanto a la afirmación de que «Sicherer ist der Schluß aus der Orthographie auf ein älteres System«, dicha aseveración se tropieza con la dificultad de las formas tipo wayyibnæh, que es precisamente lo que estamos tratando de explicar aquí.

A continuación, tendríamos que revisar lo que sobre este tipo de verbos se dice en la introducción a la fonología y morfología del hebreo bíblico de J. Blau, tal como aparece en la ya citada traducción/revisión inglesa publicada hace unos años116.

Ante todo, habría que destacar que dicho tratamiento, contenido en el §4.3.8.6. (248-252), no es de fácil lectura, como cabía esperar de la bien conocida complejidad del tema (y posiblemente también de la azarosa historia de la elaboración de esa versión remozada del texto [Blau, 2010: xiii-xiv]). Por ello, nos fijaremos solamente en los puntos que más nos interesan aquí.

La sección empieza (§4.38.6.1., p.248) recordando el bien conocido fenómeno de que los verbos iii-y absorbieron a los verbos iii-w, de los que sólo habrían quedado vestigios dispersos. También se plantea, rechazándola, la hipótesis diacrónica de que la elisión de la semivocal pudiera remontar al estadio de lengua protosemítico. Más adelante (§4.3.8.6.4., p.249) alude al también bien conocido fenómeno de la «almost completehomogeneityof all verbal patterns regarding their endings». Pero antes se ha dedicado un parágrafo (§4.3.8.6.3., p.249) al problema del bi/trirradicalismo de este tipo de verbos. La redacción, al menos tal como la encontramos en esta versión actualizada del texto, aparece un tanto vacilante. Se comienza afirmando categóricamente que «It is easy to derive the Hebrew forms of iii-y verbs fromtriradicalroots with final y by positing sound shifts and analogy«. Aunque enseguida se reconoce que «A possible exception is the short prefix-tense«, con formas como [wayeşaw], «which should have terminated in a long vowel, if indeed it arose from a iii-y root«. Pero se concluye que «This, however, does not prove that all the existing iii-y roots were originally biradical. it only demonstrates that some of these roots were originallybiradical’, terminating in a long vowel, whereas it appears that other forms emerged from triradical iii-y(w) roots«. Y que «The coexistence of biradical forms terminating in a long vowel and triradical iii-y(w) roots that developed a final long vowel by the elision of the y(w) has, no doubt, contributed to the transfer of such biradivcal roots to iii-y verbs«. Finalmente, se concluye que «Nevertheless, synchronically all these verbs have to be considered triradical«, con la sola excepción del «short prefix-tense» y del «short imperative». Al tratar más específicamente de ese «short prefix-tense» (§4.3.8.6.7., p.251), se nos dice que ese tiempo verbal «often has a shortened, apocopated form, with elision of the final vowel«. Pero, a continuación (§4.3.8.6.7n.), se concreta que «Because the final vowel derived from a triradical iii-y root should have been long and accordingly preserved, the omission of the final syllable in the apocopated forms, prima facie, hints at the biradical origin of these forms«, remitiendo de nuevo al §4.3.8.6.3. que estudiamos más arriba.

Parece pues, que, aunque con alguna hesitación, se deja la puerta abierta a una interpretación birradical de la FC de la CP de este tipo de verbos. Era la postura que se había adoptado en la primera redacción de este estudio, antes de que me fuera asequible esta última versión de la obra de Blau. Únicamente, quisiera indicar que me ha resultado un poco chocante la descripción de esa supuesta forma birradical como «terminating in a long vowel» que, como hemos visto, se hace en el §4.3.8.6.3. La sugerencia recuerda la hipótesis lanzada por Werner Diem en 1977117, quien creía haber probado «daß es zur Erklärung der Bildungen tertiae infirmae nicht notwendig ist, Vorformen mit einem dritten Radikal y/w anzunehmen... Vielmehr läßt sich voreinzelsprachlich ein System von Verba und Nomina mit vokalischem Auslaut rekonstruieren... Die auslautenden Vokale waren gemeinsemitisch lang»118. Pero ese artículo de Diem no aparece citado en la bibliografía del libro de Blau.

Ya aludimos más arriba al amplio resumen de opiniones encontradas sobre el tema del bi/triliterismo que ofrece el Prof. Gregorio del Olmo en su libro Questions de linguistique sémitique119, antes de presentar su propia «Appréciation» sobre dicho problema120. Personalmente, el que suscribe estas líneas había tenido que asomarse al tema en la reseña del libro de Rainer Maria Voigt, Die infirmen Verbaltypen des Arabischen und das Biradikalismusproblem121; reseña que se publicó en las páginas de esta revista122. Allí me permití concluir (132) que «Personalmente, diría que me ha convencido más su partenegativa’ (rechazo de las exageraciones de losbirradicalistas’) que la positiva«. Por otra parte, es bien conocido que el mismo Prof. G. del Olmo dirigió un proyecto de investigación con el nombre «Study of the phonological and semantic congruence of the Semitic binary expanded radicals«, cuyos primeros resultados se fueron publicando, bajo el título «The Biconsonantic Semitic Lexicon«, en la revista Aula Oientalis, a partir del número correspondiente al año 2004123. No entraremos en detalles de ese estudio.

Nuestro objetivo ahora es tratar de ver si ese hipotético carácter bilítero originario de los verbos iii-infirmae puede ayudar a iluminar el juego de alternancia morfológica que se detecta en ellos entre la FC y la FL de la CP. W. Richter, en la obra que hemos visto más arriba (p.99), lo representa como oposición yiglä://yigl [cambio ligeramente la transcripción del original para indicar la /e/ abierta y larga], con sus equivalencias en las formas derivadas. Pero da la sensación de que se queda en el nivel sincrónico, con sólo una vaga alusión (p.100) a que «in (3) [=los verbos iii-inf.] eine Anzahl Verben konsonantischen Auslaut gehabt haben können«. Más explícita es, como tuvimos ocasión de recordar arriba, la alusión de J. Blau, en la última redacción de su libro, al aludir en una breve nota, a que «the omisson of the final syllable in the apocopated forms, prima facie, hints at the biradical origin of these forms»124.

Después de este recorrido por algunas de las gramáticas más usadas en los últimos tiempos, podemos tratar de emitir la teoría que, en nuestra modesta opinión, parece explicar mejor las aparentes anomalías que el uso de estos verbos iii-infirmae presenta en el texto de la Biblia hebrea.

Ante todo, quisiera adelantar que, en realidad, ignoro si entre la plétora de gramáticas introductorias al hebreo bíblico aparecidas en las últimas décadas y que reconozco que, en su mayor parte, no me han sido asequibles, alguna ha podido proponer la conjetura que vamos a sugerir a continuación (elucubrada ya antes de que me fuera asequible la versión inglesa de la obra de J. Blau) y que no es sino ésta: dada la analogía entre los verbos i-w y iii-y/w y la posibilidad, ya esbozada, de que los primeros correspondan a bases bilíteras primitivas, ʻtriliterizadasʼ posteriormente mediante la anteposición de una [w-] (convertida en [y-] en posición inicial en las lenguas semíticas del NO), y que esa forma bilítera pueda haberse conservado como tal en el imperativo y en la CP, cabría plantearse la hipótesis de si las formasapocopadasde los verbos iii-y podrían ser quizás restos de ese presunto estadio ʻbilíteroʼ primitivo.

Sin ánimo ninguno de recurrir a parentescos de orden genético y manteniéndonos en un plano puramentetipológico’ (empleado el término sin demasiadas precisiones técnicas), al que suscribe estas líneas se le ha planteado alguna vez la ʻtentaciónʼ de recurrir al esquema de la lengua griega clásica. Para un verbo como βάλλειv, nos encontramos (para el indicativo en situación de pretérito) con esta alternancia (utilizo la transcripción para mayor claridad):

• Aoristo: é=bal=e

• Imperfecto: é=bal-y=e>éballe

El aoristo correspondería a la forma más simple de la raíz. El imperfecto (tema depresente’), a la forma reforzada mediante la adición de lasemivocal’ [-y-].

En paralelo, y utilizando un verbo semítico que, casualmente, tiene el mismo significado que el verbo griego que acabamos de citar, quizás pudiéramos elucubrar este esquema:

• CPFC: *ya=rm(i)

• CPFL: *ya=rmi-y=u

Una ojeada a cualquier gramática del árabe clásico, aunque sea elemental, nos ofrece el juego [yarmī//yarmi] para las formas larga y corta de la CP. Sin ánimo de entrar en un terreno del que sólo tengo ideas generales, tal vez podría conjeturarse que la FL (utilizando otra raíz verbal) [yabkī] viene de la forma [*ya=bki-y=u], arriba postulada, pasando por una inflexión de la [-u] final en [-i], la absorción de esta última vocal en la ˀ precedente y la contracción del diptongo[-iy] en [-ī] larga. En cambio, la FC [*ya=bki] podría representar el estadio bilítero de la raíz, con la simple adición de una ʻvocal de apoyoʼ final, cuyo timbre estaría quizás condicionado secundariamente por la vocal de la FL. En paralelo, y para un verbo de tipo estativo, el juego de equivalencias sería: FL [yabqà/*yabqāy< *yabqayu]//FC [*yabqa]. El resto de la conjugación de la FC se habría acomodado al esquema trilítero, con la [-y-] introducida ante morfemas que empiezan por vocal. Y, aunque el plural [yabkū] podría, en absoluto, representar el grado bilítero de la raíz, parece más probable que, como el resto de las formas con morfema inicial vocálico pospuesto a la raíz, provenga de [*yabkiyū], con elisión de la [-y-] intervocálica y absorción de la [-i-] en la vocal larga siguiente. A ello coadyuvaría el paralelismo con la forma estativa [yabqaw], con elisión de la [-y-] intervocálica; aunque no hay que olvidar que, en los verbos estativos, la CP probablemente es posterior cronológicamente y formada sobre la CS, forma ésta claramente trilítera.

Si esta conjetura que acabamos de elucubrar tiene algunos visos de probabilidad, entonces las construcciones del modelo [wayyibnæh] quizas pudieran tener una explicación plausible. Prescindiendo de los casos, más abundantes, de aparición de esa forma en construcciones con primera persona gramatical, sobre las que volveremos más adelante, conviene recordar que, como señala Bloch, siguiendo a Stipp125, la gran mayoría de las contrucciones del tipo wayyiqtol con FL de los verbos iii-y en 3ª p.m.sg. (27 sobre 34) aparece concentrada en el TM de los libros de Re, Je y Ez. En vez de recurrir, como vimos que hacía Bloch, a una explicación del fenómeno como «due to late Second Temple scribes», quizás pudiéramos sospechar que se trata del reflejo de una forma dialectal que ha añadido la tercera radical [-y] al esquema, originariamente bilítero, de la FC [*yibn]. Si partimos de la hipótesis, creo que mayoritariamente aceptada, de que en hebreo ʻbíblico la CP de los verbos de acción se habría acomodado al esquema vocálico [-i-a-] de los verbos de estado, quizás podríamos conjeturar esta trilogía:

• FL: *yi-bnay-u>*yibnay>*yibn׳æh

• FC (estándar): *yi-bna>*yibne>-bæn

• FC (dialectal): *yi-bnay>yíbnæh

La FC ʻanómalaʼ [wayyíbnæh] se diferenciaría, pues, hipotéticamente por la posición del acento.

No conviene olvidar que, precisamente en Je 3,6, aparece documentado un wayyiqtol 3ª p.f.sg. [wattiznî]. Y en Je 18,23, un yusivo [ˀal-tæmħî]. Y que ambas formas pueden reflejar (sobre todo, la segunda) un hipotético mantenimiento de la vocal [-i-] característica de los verbos de acción, con la adición de la tercera radical [-y].

Y, finalmente, quizás cabría pensar en otra explicación para el ketib [wybnh]: que esté reflejando la presencia de la [-a] final de apoyo originaria (antes de su pérdida y la consiguiente segolización) de la FC, mantenida a nivel dialectal. No conviene olvidar que la extensión del fenómeno de lasegolizaciónno ha sido completa y que formas del TM como el [wayyebk] de 27,38 parecen indicar una persistencia del sonido vocálico final en forma de šeˀ más o menos pronunciado [wayyebke].

Para el posible carácter ʻdialectalʼ, en concreto reflejo de ʻhebreo israelianoʼ, del texto de los libros de los Reyes, son bien conocidas las aportaciones de Gary Rendsburg, sobre todo en su monografía de 2002126. Mientras se elaboraba este estudio, llegó a mis manos la reseña, publicada por Francis Landy en Journal of Semitic Studies127, del libro de 2009 de Scott J. Noegel y Gary Rendsburg sobre el Cantar de los Cantares, libro que, en el momento de redactar estas líneas no me ha sido asequible. Prescindiendo de la opinión de los autores sobre la fecha de composición del Cantar, en dicha reseña (p.178) se recoge la opinión de que «Jeremiah is largely written in Benjaminite dialect«. Sin entrar en detalle sobre el grado de probabilidad de estas teorías, el mero hecho de que hayan llegado a formularse parece indicar que en los dos cuerpos bíblicos objeto de discusión se encuentran caraterísticas que los hacen especiales desde el punto de vista lingüístico.

Esta consideración del fenómeno comodialectalen Re y Je iría en contra de la afirmación explícita de H.-J. Stipp128: «Demzufolge verdankt sich das Auftreten dieser Formen im Alten Testament nicht abweichenden Dalekten der Autoren, sondern der Kopisten, in derer Muttersprache die entsprechenden Kurzformen im Aussterben begriffenn waren«. Por lo que toca a Ez, es verdad que (utilizando la expresión vulgar) ʻha llovido muchoʼ desde que Avi Hurvitz expresaba su opoinión de que «The language of the Book of Ezekiel is therefore, both typologically and chronologically, a forerunner of LBH [=Late Biblical Hebrew] ‒i.e., it already displays rudiments of linguistic processes which reached full maturity only later on in the literature of the post-exilic period»129. Y no parece necesario recordar la jungla de opiniones que existe hoy día sobre la composición de ese libro bíblico, ni tampoco el escepticismo reinante sobre la cronología de los diversos niveles del hebreo bíblico. Pero, aun así, creo que la calificación del hebreo de Ez comohebreo de transiciónpuede seguir teniendo justificación. Y un posible uso equivocado de la construcción de tipo wayyibnæh quizás encajaría dentro de ese esquema.

Por otro lado, el fenómeno reseñado por Y. Bloch130 de que, en los pasajes paralelos del TM, cuando en uno de ellos ha aparecido una construcción del tipo [wayyibnæh], «its second occurrence never features a long prefixed verbal form in the same wayyiqţōl construction, and almost always features a clearly short prefixed verbal form» constituye quizás un motivo de reflexión. Para el caso concreto de Sam-Re//Cr, Bloch, inspirándose en Z. Talshir, aclara que «The fact that the regular, and supposedly original wayyiqţōl costructions with short prefixed forms of verbs iii-y are preserved in the MT of Chronicles does not contradict the common wisdom that the author of Chronicles had Samuel-Kings as his main source; it means only that the Vorlage of Samuel-Kings used by the author of Chronicles preserved more original forms than the MT of these books»131. Con todas las cautelas que exige el caso, me atrevería a insinuar otra solución. No hace falta recordar las enconadas discusiones que existen hoy día sobre la posibilidad o no de datar los textos bíblicos a partir de la lengua que reflejan. Pero, si admitimos que, al menos a nivel ʻtipológicoʼ (repito que uso el término sin demasiadas precisiones técnicas), los libros de las Crónicas representan un estadio de lengua más evolucionada que los de Samuel-Reyes; un estadio, en concreto, en que el wayyiqtol ya habría dejado de utilizarse como formaviva’ (a nivel, al menos, literario), pero se seguía empleando por imitar el modelo de la lengua considerada comoclásica’, es posible que, entre los autores o escribas que redactaron/copiaron ese texto de las Crónicas existiera una tendenciapurista’, preocupada por utilizar la forma considerada comomás correcta’. Y, en consecuencia y como caso ejemplificador, se hubieran creído obligados a cambiar el ʻanómaloʼ [wayyakkæh] de 1Re 22,24.34 o 2Re 8,21 por el ʻcorrectoʼ [wayyak] de 2Cr 18,23.33; 21,9. Algo parecido habría podido ocurrir entre el [wattaca śæh] de Je 32.20 y el [wattacaś] de Ne 9,10. En los casos de variación entre pasajes del mismo libro (aunque no necesariamente del mismo nivel redaccional) o los paralelos Is-Je//Re, las diferencias presumiblemente se deberían sólo a la labor de los copistas; pero, si vale la hipótesis que hemos elucubrado más arriba, no necesariamente la forma ʻcorrectaʼ sería la más genuina. Podría tratarse de un fenómeno deultracorrección’.

Una breve consideración merecería la forma estándar del imperativo qal ( p.m.sg.) de estos verbos, modelo [bekeh], con una terminación larga, paralela a la de la FL de la CP [yibkæh], aunque con cambio de timbre en la vocal, posiblemente provocado por la entonación de tipo exclamativo. Si la hipótesis que estamos siguiendo fuera cierta, cabría esperar aquí una forma bilítera, dada la conexión semántica entre el imperativo y la FC de la CP con valor volitivo. El ejemplo del árabe [ibki], paralelo a la FC [tabki], parecería militar en esa dirección. Sin embargo, hay que tener en cuenta las dificultades que encontraría una raíz bilítera en un esquema como el del imperativo, caracterizado (y prescindiendo de cuál fuera la vocalización primigenia) por la inexistencia de vocal (o la interposición de unavocal murmurada’) entre la primera y segunda radical. El árabe clásico resolvió el problema (tanto en el verbo fuerte como en el débil) mediante la anteposición de una vocal prostética. El acadio, hasta donde llegan mis conocimientos, mediante la intercalación de una vocal epentética. Y el hebreo, triliterizando esa forma.

(Continuará)

3. Abreviaturas

CP=Conjugación a base de prefijos (yiqţol)

CS=Conjugación a base de sufijos (qaţal[a])

FC=Forma corta de la CP (*yaqtul>[way]yiqţol)

FL=Forma larga dela CP (*yaqtulu>yiqţol)

m.l.=mater lectionis.

4. Versiones españolas de la Biblia más citadas

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Notas

1. Torres, 2012.

2. Quisiera aprovechar la ocasión para agradecer a la dirección de esta revista el haber acogido estas reflexiones, y, en especial, a su abnegado secretario, el Dr. José Martínez Delgado, por su jobiana paciencia para suplir las carencias producidas por mi ineptitud para el manejo de los instrumentos informáticos. Los errores propios de mi avanzada edad, los que hayan podido quedar a pesar de su solicitud, son pura responsabilidad mía; como también las posibles inconsistencias. Pido también perdón por haber cedido con frecuencia a la tentación propia de los ʻmayoresʼ de contar anécdotas personales. Que se me excuse, pues, el probablemente abusivo uso de la primera persona singular.

3. Bloch, 2010.

4. Segunda sección, que se publicará, D.m., en el próximo número de MEAH.

5. Torres Fernández, 2011: 273-299, especialmente 280-287.

6. Torres Fernández, 2011: 286-287.

7. Torres Fernández, 2011: 282

8. RAE §§23.9-23.13, 2010:1736-1767.

9. RAE §23.10b, 2010: 1743-1744, y §§23.10i-23.10l, 2010: 1747-1748; también, §23.11t, 2010: 1755.

10. RAE, 2010: 1760-1761.

11. Torres Fernández, 2011: 290-291.

12. RAE, 2010: 1760-1761.

13. RAE, 2010: 1761.

14. RAE §23.12q, 2010: 1761.

15. RAE §23.13, 2010: 1762.

16. Torres Fernández, 2011: 291.

17. El ejemplo citado en Torres Fernández, 2011: 291 pertenecía a ese tipo.

18. Cf. NGLE §23.10d, 2010: 1744-1745; también §23.10e, 2010: 1745.

19. Zaganelli, 2010: 155-168.

20. Zaganelli, 2010: 158.

21. Citando a R. Palmer, The Latin Language, Faber & Faber, London, 1954, traducción italiana, La lingua latina, Einaudi, Torino, 1977: 370.

22. Zaganelli, 2010: 162.

23. Mateos-Alepuz, 1977.

24. Tropper, 1998: §8.5, 179-180.

25. Van de Sande, 2008: §3.2.1.3.3., 266-268.

26. Torres Fernández, 2011: 297.

27. Reseñado en Torres Fernández, 2012.

28. Van de Sande, 2008: 267-268.

29. Joüon, 1923: §118n, 325.

30. Igual en Joüon-Muraoka, 2006.

31. Andersen-Forbes, 1986: 98-100.

32. Andersen-Forbes, 1986: 162.

33. Andersen-Forbes, 1986: 194.

34. El tema aparece aludido brevemente, basándose en E. Qimron, en la monografía de Bloch, 2007: 143, n.

35. Van de Sande, 2008: 214.

36. Tropper, 1998; y van de Sande, 2008.

37. Tropper, 1998, §6.3: 166-167.

38. Tropper, 1998, §6.3: 166.

39. Tropper, 1998, §6.3: 166.

40. Tropper, 1998, §6.3: 166-167.

41. Tropper, 1998, §6.3: 166.

42. Revell, 1984.

43. Tropper, 1998, §6.3: 167.

44. Tropper, 1998, §6.3: 167.

45. Torres, 2012: 204-229.

46. Van de Sande, 2008: 207-221; cf. Torres, 2012: 211-212.

47. Bloch, 2007.

48. Stipp, 1987.

49. Tropper, 1998: 190.

50. Bloch, 2007: 141-142.

51. Bloch, 2007: 142, n. 3.

52. Torres, 2011: 293.

53. Torres, 1982.

54. Bloch, 2007: 143; pero insinuando en la n. 8 de esa página la posibilidad de que la posición del acento siguiera diferenciando las dos formas.

55. Bloch, 2007: 144.

56. Bloch, 2007: 144.

57. Bloch, 2007: 152-156.1

58. Bloch, 2007: 153-154, n. 40.

59. Bloch, 2007: 154.

60. Bloch, 2007: 154.

61. Bloch incluye también los 5 casos de p.m.sg., pero nostros los dejaremos aparte por las razones que más adelante trataremos de exponer. Bloch, 2007: 156.

62. Bloch, 2007: 156.

63. Bloch, 2007: 156, n. 47.

64. Bloch, 2007: 161.

65. Bloch, 2007: 162-163.

66. Bloch, 2007: 163.

67. Bloch, 2007: 165.

68. Bloch, 2007: 153-154, n. 39 y también 156, n. 46.

69. Del Olmo, 2003; cf. Torres, 2005: 244-260.

70. Del Olmo, 2003: 91-137; cf. Torres, 2005: 250-254.

71. Gesenius-Kautzsch, 21910 §69h: 188.

72. Cito por la traducción inglesa de A. E. Cowley, Gesenius' Hebrew Grammar, Oxford, 21910. Repr. 1982.

73. Bergsträsser, 1918-1929.

74. Bergsträsser, 1918-1929: 130-131 de la parte ii-2.

75. Bergsträsser, 1918-1929: 131, n. 1.

76. Joüon, 1923, §75c: 147.

77. Joüon, 1923, §75e: 147.

78. Joüon-Muraoka, 2007: 199-200 de la versión española.

79. Joüon-Muraoka, 2007: 199, n. 4.

80. Se añade que la Ugaritische Grammatik de J. Tropper, 2000 opta por que sea larga.

81. Joüon, 1923, §75c: 200.5

82. Meyer, 1989, §78.1: 261 de la versión española.

83. Blau, 2010. Como es bien sabido, se trata de la versión inglesa actualizada del original hebreo publicado en 1972.

84. Blau, 2010: 243-248.

85. Blau, 2010: 243-244.

86. Blau, 2010: 244.

87. Nöldeke, 1910.

88. Blau, 2010: 244.

89. Blau, 2010: 244.

90. Blau, 1973.

91. Blau, 2010: 244-245.

92. Kienast, 2001: 354.

93. Blau, 2010: xii-xiv.

94. Blau, 2010, §4.3.8.4.12.: 246.

95. Blau, 2010, §4.3.8.12n.: 246.

96. Van de Sande, 2008: 364.

97. Torres, 2010: 362.

98. La traducción/actualización de T. Muraoka de 2006, que van de Sande no pudo utilizar, reproduce también el original francés.

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