Cohen de Herrera, A. (2015), Puerta del cielo. Edición, introducción
y notas de Miquel Beltrán. Madrid: Trotta. 487 págs.
ISBN 987-84-9879-585-1.

Miguel Riera Font

miquel.riera@uib.es
Universidad de las Islas Baleares

Los aspectos más relevantes de esta edición de Puerta del cielo son, por un lado, la ejecución de una transcripción de la versión íntegra de la obra en el original castellano según normas que actualizan la ortografía y, por otro, un exhaustivo aparato crítico en el que se detalla el modo en que se desarrolla, en la obra de Herrera, un sincretismo entre cábala y filosofía entendida esta última como un fundamento terminológico en el que afianzar las primeras elevaciones que permiten adentrarse, justamente, en el sendero de la mística. En efecto, en las más de mil notas que presenta esta cuidadísima edición se citan muchas de las obras de los numerosos autores cuyos nombres pueblan el texto original, y que van desde pensadores neoplatónicos clásicos, sobre todo Proclo, a algunos de la filosofía medieval árabe y judía, pero también otros de la cábala cristiana renacentista, en particular Pico, e incluso de la neo-escolástica española. Se señala como dificultad singular de la edición que en el manuscrito original elegido -el de La Librería Real de La Haya 131 C 10, cuya autoría se desconoce- apenas aparecen signos de puntuación, por ejemplo, y muchas de las palabras se hallan unidas por la caligrafía, además de algunas de ellas poder considerarse apenas legibles. Es así que la empresa se ha llevado a cabo sobre el cotejo de los cuatro manuscritos existentes, ninguno de ellos autógrafo, con la finalidad de subsanar, a través de la comparación con los tres restantes, las lagunas del original transcrito, que a juzgar por las indicaciones del editor deben ser escasas pues el de La Haya es el más completo de los cuatro existentes. Miquel Beltrán pretende hacer prevalecer, a través de un estudio liminar de notable agudeza que demuestra un conocimiento profundo de la cábala italiana del Renacimiento, tanto en las comunidades judías de ciudades como Mantua o Venecia, como de autores cristianos de la época que se interesaron por el conocimiento de la mística judía, el interés de Puerta del cielo como obra en sí misma. Y es que en la obra capital de Herrera, tras una descripción de las principales nociones sobre las que se fundamenta la cábala de Luria, se examinan y desarrollan en profundidad nociones como la del timtsum o encogimiento de Dios, por el cual este deja vacío un espacio en el que se configurarán –emanarán, según la terminología filosófica- los mundos y los atributos/sefirot que acaban en la décima o shekiná, habitáculo o presencia de Dios en el mundo en su origen, pero en la cábala de Herrera y sus predecesores, intermediario celeste, el lugar en el que Él interrelaciona con el mundo.

A través de la introducción y las notas el Beltrán demuestra que Herrera, tantas veces considerado un mero compilador, es en realidad un pensador original en la estela de Luria, pues es el primero en desarrollar una interpretación del tsimtsum no desde la literalidad, según la cual este se produciría en la facticidad, sino como metáfora, inaugurando la que puede denominarse la consideración metafórica de la emanación, pues el tsimtsum no sería más que una metáfora, en efecto, del hecho de que el Ensof o infinito, ilimitado e indeterminado, se configura a sí mismo en esencia, desde aquella iniciática indeterminación que es, paradójicamente, perfección suprema. La esencia en la que Dios se configura tiene la potencia, además de multiplicarse en el mundo de lo múltiple, con objeto de hacerse otra en sí misma, y constituirse a la vez en receptor que contempla y entiende aquella misma esencia, de modo que lo otro es esta misma esencia desarrollándose. En efecto, se muestra cómo Herrera manifiesta que el encogimiento es metáfora a través de expresiones adverbiales como ‘casi como si encogiera’ o también, ‘como si encogiera’, advirtiéndonos de que no es fáctico lo que se describe, sino que es un proceso en el mismo Dios ideado por Él, pero emprendido para que lo perciban ‘de la parte de los receptores’, fórmula que se encuentra en la cábala italiana de los siglos xv y xvi. Esta interpretación metafórica la continúan cabalistas como Yosef Ergas, y será la que prefigure el acosmismo que según autores como Solomon Maimon o el propio Hegel se percibe en la Ethica de Spinoza. Así pues, esta originalidad e importancia de la obra para el desarrollo de la cábala luriánica se despliega hacia ámbitos que serían estudiados desde la filosofía. Y así, aunque al menos por el momento no parece ser la intención del editor incidir en esta cuestión de las influencias, Puerta del cielo fue, a través de la traducción latina de fragmentos de la obra que realizó Christian Knorr von Rosenroth, y que publicó en su elenco de textos cabalísticos titulado Kabbala Denudata (La cábala al descubierto), un texto tratado por ciertos pensadores del idealismo alemán, como Jacobi o Fichte.

Siendo la transcripción de gran ayuda para la clarificación del texto, nos hallamos ante una obra árida en ocasiones, pero también fulgurante en sus arrebatos, en otras. La recurrencia, en los primeros libros, a una aproximación filosófica que será la antecámara de la exposición de la cábala luriánica, se basa en argumentos de pensadores medievales, a veces de gran complejidad, como cuando se arguye la libertad de Dios recurriendo a intrincadas demostraciones de Duns Scoto o Tomás de Aquino. También cuando se tratan cuestiones como la concepción de la causalidad, la naturaleza de los atributos divinos, o la entitatividad de las cosas finitas, son particularmente difíciles ciertos argumentos de Maimónides, como también otros de Suárez-. Por otro lado, la interpretación de Luria (recuérdese que se ha supuesto a veces ser un burdo remedo de la mística de Safed, conocida por Herrera, en primer lugar, por su encuentro con Israel Sarug, quien propagó la mística luríanica por Italia y otras partes de Europa, pero también sobre los textos de otros discípulos directos de Luria, como Hayim Vital, cuyos textos son citados numerosas veces, y de otras compilaciones del maestro), la hace Herrera inclinándose aún más por considerar la metáfora que es la naturaleza de los atributos divinos, y concebir el mundo como una proyección metafórica del intelecto que puede multiplicarse en receptores que perciben la magnificencia de la esencia de Dios. Esto remite al concepto de las necesidades divinas, que se hallaba, por ejemplo, en el cabalista Meir ibn Gabbai, citado también por Herrera, noción según la cual, si bien los humanos necesitan a Dios desde la perspectiva ontológica –nada somos sin Él- Dios nos necesita desde la perspectiva ética, pues no puede amarse a Sí mismo si no le aman los humanos conociéndole a través de sus emanaciones y los intermediarios, y así, al conocerle, amarle.

La edición de Trotta, de exquisito cuidado, ha de convertirse, entendemos, en un eslabón indispensable para el estudio de la Historia de ideas por cuanto presenta un complejo entramado conceptual, filosófico y cabalístico, por no decir una buena muestra de la complejidad de la época en que fue escrita esta singular obra, en cuyo conocimiento el editor demuestra desenvolverse con admirable naturalidad.