Lápida sepulcral de Mosheh Najarí (Teruel)
Mosheh Najari’s Tombstone (Teruel, Spain)
José R. Ayaso
jayaso@ugr.es
Universidad de Granada
ORCID 0000-0002-9090-5932
1.Introducción
Cuando Umberto Eco presentó en España su primera novela, El nombre de la Rosa, recuerdo que un periodista le preguntó por la razón que había llevado a un sesudo y reconocido académico, catedrático de Semiótica en Bolonia, a escribir una novela policíaca en la que homenajeaba a Sherlock Holmes. El profesor Eco contestó que no había nada de extraño en ese cambio de registro, puesto que toda investigación, por teórica que fuera, tenía mucho de labor detectivesca. Salvando las distancias enormes que me separan tanto del profesor Eco como de Mr. Holmes, yo mismo llevé a cabo una pequeña labor detectivesca para localizar el paradero de una inscripción funeraria hebrea aparecida en Teruel.
Hace algunos años un estudiante de mi universidad me mostró unas fotos de una inscripción hebrea para que se la tradujera. Aunque no me dio muchas explicaciones, le proporcioné la lectura pidiéndole que cuando volviera a Teruel informara a los responsables de patrimonio para que se hicieran cargo de la pieza. Tuve la precaución de escanear las dos fotos que me enseñó.
Pasó el tiempo y, como no volví a tener noticia alguna de la lápida, me decidí a hacer yo mismo algunas averiguaciones. Fue fácil identificar al alumno, ya que era el único turolense matriculado en Musicología en Granada. En ese momento ya estaba trabajando de profesor, pero pude hablar con su madre. Así que, sin sombrero ni pipa, me monté en el coche y viajé a Teruel.
Desgraciadamente la información obtenida no fue mucha. Me temo que en el fondo hay un problema familiar, y yo me comprometí, además, a ser discreto. La señora, muy agradable, me acompañó durante la visita, me llevó al lugar donde fue encontrada y me aseguró que la pieza había desaparecido. En la presente nota he procurado recoger toda la información que he podido encontrar para que la inscripción quede suficientemente documentada.
2.La lápida sepulcral de Mosheh Najarí
2.1.Descripción
Los fragmentos con inscripción hebrea objeto de este estudio aparecieron durante las obras de construcción de unos edificios de viviendas en la zona conocida como las Cuevas del Siete, un barranco que separa, al norte, la meseta donde se asienta la Teruel medieval y la planicie de los Altos de Santa Lucía o de San Cristóbal por donde discurre la carretera de Alcañiz (fig.1 y 2).
Figura 1. Las Cuevas del Siete desde la puerta de Daroca o de Andaquilla a principios del siglo pasado. En la parte superior izquierda se ve la Casa Utrillas y la plaza de toros. Tarjeta postal Llanas, Calatayud-Teruel.
Figura 2. Las Cuevas del Siete en la actualidad. Se reconocen algunas de las construcciones antiguas que aparecen en la figura 1. En primer plano, la última fase de la urbanización en cuyo solar apareció la lápida.
En las fotos se ven dos grandes fragmentos depositados en un local o sótano, junto con materiales de construcción (fig. 3 y 4). Debieron pertenecer a una lápida rectangular de gran tamaño y corte trapezoidal. Como sucedió con otras lápidas de gran tamaño, como las que se exponen en el museo judío de Girona, nuestra lápida fue vaciada y recortada para ser reutilizada como pilón de agua, depósito o abrevadero para ganado. Se aprecia en las fotos el desgaste de la piedra por el efecto del agua, que debía desbordar constantemente el pilón.
Figuras 3 y 4: Fotos de los dos fragmentos de la inscripción tal como fueron encontrados durante las obras de construcción.
La lápida está realizada en la piedra caliza de la zona, un travertino de color beige. Por sus grandes proporciones, la piedra debe proceder de una cantera cercana al cementerio, aunque es posible que, debido a la importancia del difunto, la familia no escatimara gastos y recurriera a canteras más lejanas, como la de la Peña del Macho, a unos 8 kilómetros de Teruel.
2.2.Inscripción hebrea
Los dos fragmentos, que formarían parte de uno de los laterales de la lápida (fig. 5), contienen un cuidado texto hebreo en relieve dentro de una cartela, donde se hace referencia al difunto. La inscripción es de muy buena factura y de evidente complejidad técnica, con unos caracteres regulares, proporcionados, que se ajustan a la cartela con la única excepción del lámed, como es habitual.
Figura 5: Montaje con la ubicación de los fragmentos encontrados en la pieza original.
(infografía: Luis Rodríguez)
El texto es el siguiente:
El ilustre prócer, el nasí don Mosheh Najarí, de bendita memoria
En una incripción de Sagunto, encastrada en los paramentos de la Torre de Benavites, se usa un tratamiento similiar para referirse al difunto, al que se denomina sar y nasí. Francisco Cantera y José Mª Millás, con su estilo característico, traducen «el primate, el Nasi…» (Cantera, F. y Millás, J.M., 1956, nº 223).
En la parte superior de la lápida se aprecia el inicio de otra línea de texto, que no es posible leer por la erosión del agua. El texto también estaba en relieve, enmarcado en una cartela recortada en la piedra. Es una lástima no contar con el original para distinguir lo que es original de lo que es producto de la adaptación a un uso agrícola-ganadero. Se lee perfectamente los tres primeros caracteres: ..עינ. Es probable que se trate del versículo de un salmo. Aunque no estoy nada seguro, en la reconstrucción hipotética de la pieza he elegido el versículo 15 del salmo 25, porque es un salmo utilizado en otras inscripciones funerarias recogidas por Cantera y Millás (1956, nº 138, 199 y 241).
Mis ojos están fijos en Yahvé que sacará mis pies de la trampa
(traducción de la Biblia de Jerusalén. Bilbao, 2009)
Otra posibilidad es que se trate de una expresión funeraria del tipo «los ojos de toda la tierra vertieron lágrimas por él», como las que aparecen en dos inscripciones toledanas copiadas por Luzzato y estudiadas por Cantera y Millás (1956, nº 99 y 87).
2.3.Reconstrucción y datación
La lápida sepulcral debió ser un gran losa rectangular de corte o sección trapezoidal, que tendría una longitud entre 2,70 y 3,20 metros. F. Cantera y J.M. Millás las denominan «losas sepulcrales de forma tumbal o de artesa invertida», con cuatro caras trapezoidales en vertiente y una cara rectangular en la parte superior. Es similar, aunque de dimensiones más grandes, a la lápida número 16 de la tipología que Jordi Casanovas nos propone al final de su corpus de inscripciones funerarias (2004: 218).
Hemos tenido como única referencia los palés de madera para materiales de construcción que aparecen en las fotos junto a los fragmentos. De ellos se han deducido las dimensiones aproximadas, tal como aparecen en la figura 6. En esa figura aparecen reflejados los valores máximos.
En cuanto a la fecha, debe ser del siglo XIV, probablemente de finales de dicha centuria, momento de máximo poderío de la familia Najarí en Teruel, como afirma Asunción Blasco.
Figura 6: Reconstrucción de la lápida con sus dimensiones máximas. (infografía: Luis Rodríguez)
3.La familia Najarí de Teruel
La familia Najarí, originaria de Albarracín, se asentó en Teruel a mediados del siglo XIII. Los miembros de esta familia se dedicaron a los negocios financieros (A. Blasco, 1997:23) y debieron ejercer importantes cargos en la aljama. No pretendo aquí reconstruir la historia familiar de los Najarí, que es labor de enorme complejidad. Recojo aquí brevemente algunos datos que aparecen en trabajos de Asunción Blasco, que quizás sea la persona que mejor conozca la documentación referente a esta familia.
En 1382 el infante don Juan autorizó a los hermanos Açach y Saçón Najarí a establecer un oratorio privado en una de las casas que poseían en la judería. El permiso fue confirmado por la licencia otorgada por el arzobispo de Zaragoza, don García Fernández de Heredia, el 6 de diciembre de 1387.
En aquellos años la familia estuvo liderada por Saçón Najarí y su hijo Samuel. Fue precisamente Samuel, el Najarí más importante de finales del XIV y principios del XV, quien construyó la sinagoga, como aparece en un documento del Archivo Municipal de Teruel de 1410 en el que se menciona «la sinagoga llamada de los Najerio que construyó Samuel Najarí, hijo de Yacón Najarí». Samuel se convirtió al cristianismo en 1416, tomando el nombre de Gil Ruiz Najarí.
Conocemos a un Mosse Najarí, que era uno de los hijos de Samuel. Por las fechas, podría ser el Mosheh de nuestra inscripción, pero es muy probable que se convirtiera como su padre. Otro Mosse, nieto de Samuel e hijo de Golcalvo Ruiz Najarí, vivió a mediados del siglo XV, cuando la decadencia de la familia era evidente. En 1445 se vendía la mitad de la sinagoga de los Najaríes, que lindaba con la casa y corral de Mosse Najarí.
Aparte de otras localidades turolenses, miembros de esta familia están documentados en el reino de Valencia, en especial en Játiva y Murviedro-Sagunto (J. Hinojosa 1993, s.v. David, Samuel y Yucef Nageri).
4.El cementerio judío de Teruel
El cementerio de Teruel fue la primera necrópolis judía excavada con metodología “moderna” en España, pero desgraciadamente los trabajos arqueológicos no han sido sistemáticos. Los descubrimientos se han ido produciendo de manera fortuita a lo largo de los años, razón por la que los arqueólogos han llegado cuando el destrozo ya se había producido, limitándose a hacer un registro de los materiales o, en el mejor de los casos, una pequeña excavación complementaria.
El cementerio se encuentra en una planicie que circunda a Teruel por el NE, conocida como Altos o Eras de Santa Lucía, por una ermita hoy desaparecida. El cortejo fúnebre saldría por el portal de la Judería hacia las Eras del Mercado, descendería hacia la Rambla del Arrabal y desde allí, dejando a la derecha el camino de Zaragoza, subiría a la zona alta por la ladera menos escarpada (fig. 7). Debió ser un cementerio bastante extenso, de unas 7 hectáreas de superficie (J. Vicente y C. Escriche 2002:121). Desde principios del siglo pasado, la zona ha sufrido una completa urbanización, que ha supuesto la destrucción del yacimiento. Compárese el mapa de Teruel en 1914 (fig. 8) con el callejero actual de la ciudad.
Los enterramientos se hacen en fosas trapezoidales, con la forma de los ataúdes, de los que se conservan restos de madera y sobre todo clavos. La orientación predominante es la NW-SE, aunque hay otras con una orientación más extraña. Las tumbas aparecen aisladas, bien alineadas y sin superposiciones. El cementerio no se llegó, por tanto, a colmatar.
Figura 7: Teruel a finales del siglo XIV, donde se resaltan la zona del cementerio judío y el lugar de aparición de la lápida. El plano está sacado de R. Betrán Abadía (2005: 137, lámina 16).
Las primeras tumbas del cementerio aparecieron durante unas obras de cimentación en las eras de Santa Lucía en los años veinte del siglo pasado. Antonio Floriano Cumbreño llegó al lugar cuando ya habían sido excavadas las tumbas. Recogió la información que le dieron los obreros, estudió el abundante ajuar encontrado (un total de 20 anillos y sortijas, una placa de plata y cuentas de collar) y elaboró un informe para la Academia de la Historia (A. Floriano 1926b). Poco después, tras conseguir el permiso del propietario del solar, Rumesindo Lacasa, Floriano excavó 8 tumbas más, con un ajuar menos rico, excavación de la que publicó una memoria (Floriano 1926a). En el momento en el que se estaba imprimiendo la memoria aparecieron 5 tumbas más, dos de ellas pertenecientes a niños de 5 a 10 años. Estos últimos hallazgos no llegaron a publicarse.
Figura 8: Plano de Teruel hacia 1914.
Las piezas que dibujó Floriano pasaron a ser propiedad del citado Sr. Lacasa y, con la Guerra Civil, se les perdió la pista.
En enero de 1953, en el desmonte de la nueva variante de la carretera de Alcañiz (N-420a), que evitaba el trazado sinuoso de la carretera original, se descubrieron 30 tumbas antes de que se hiciera cargo del asunto Ángel Novella. Este excavó nueve sepulturas más en la trasera de la casa Utrillas (fig. 9), en su mayoría orientadas NW-SE, como las excavadas en 1926, pero más pobres, sin ajuar. El excavador piensa que se trataba de tumbas de las familias más pobres de la comunidad (A. Novella, 1953).
En aquel año, Francisco Cantera y José Mª Millás hicieron una visita al cementerio acompañados por Ángel Novella, profesor de Dibujo, y otros, comprobando que no había aparecido ninguna piedra sepulcral de interés, como afirma Cantera en una reseña de su visita publicada en Sefarad (F. Cantera 1953:366).
Figura 9: Los Llanos de Santa Lucía. Explanada de la antigua plaza de toros a principios del siglo XX. Al fondo, a la derecha, la casa Utrillas. Detrás de dicha casa hizo su excavación A. Novella. Foto por cortesía de Carmen Escriche, Museo de Teruel.
En 1962, Purificación Atrián, directora del museo de Teruel, recogió los materiales aparecidos durante las obras de construcción del centro cultural de Ibercaja en la avenida de Alcañiz, a la altura de la casa Utrillas, que sigue en pie y es testigo impasible de la transformación urbana de su entorno. Estos materiales se conservan en el museo de Teruel y son los conocidos ajuares, fechados en los siglos XIV-XV, que se incluyeron en la exposición Memoria de Sefarad que organizó Acción Cultural Española en Toledo en 2002 (J. Vicente y C. Escriche, 2002).
Purificación Atrián no hizo ningún tipo de intervención arqueológica. Recientemente, tras el traslado del centro cultural a un edificio histórico de Teruel, el edificio de Ibercaja en la avenida de Alcañiz fue demolido para construir una residencia de ancianos de la Fundación Rey Ardid e Ibercaja que, según mis noticias, tiene previsto inaugurarse a finales de 2018. Carmen Escriche, del museo de Teruel, me informó de que se hicieron excavaciones pero no apareció nada: la construcción del edificio anterior de Ibercaja debió arrasar el yacimiento.
5.Referencias bibliográficas
Betrán Abadía, Ramón (2005), “Planeamiento y geometría en la ciudad medieval aragonesa”. AyTM 12,2, pp. 75-146.
Blasco Martínez, Asunción (1997), “Nuevos datos sobre la judería de Teruel, con especial estudio de sus sinagogas”. Studium, 3 (Homenaje al profesor Antonio Gargallo Moya), pp. 13-43.
Blasco Martínez, Asunción (2014), “Minorías religiosas: judíos y musulmanes”, en M. Martínez González y J.M. Latorre Ciria, coord., Historia de la ciudad de Teruel. Teruel: Instituto de Estudios Turolenses, pp. 215-249.
Cantera, Francisco (1953), “Cementerios hebreos de España”. Sefarad 13, pp. 362-367.
Cantera, Francisco y Millás, José Mª (1956), Inscripciones hebraicas de España. Madrid: CSIC
Casanovas Miró, Jordi (2004), Las inscripciones funerarias hebraicas medievales de España. “Monumenta Palaeographica Medii Aevi”. Series Hebraica, tomus I. Turnhout: Brepols.
Floriano Cumbreño, Antonio C. (1926ª), La aljama de judíos de Teruel y el hallazgo de su necrópolis. Memoria de excavaciones, nº 1. Teruel, Imprenta La Voz de Teruel.
Floriano Cumbreño, Antonio C. (1926b), “Hallazgo de la Necrópolis judaica de la ciudad de Teruel”. B.R.A.H., 88, pp. 845-851.
Hinojosa Moltalvo, José (1993), The Jews of the Kingdom of Valencia. From Persecution to Expulsion, 1391-1492. “Hispania Judaica”, 9. Jerusalem: The Hebrew University.
Novella Mateo, Ángel (1953), “Informe sobre la necrópolis judaica de Teruel y sus recientes exploraciones”. Teruel, 10, pp. 257-261.
Vendrell, Francisca (1948), “Concesión de nobleza a un converso”. Sefarad, 8:2, pp. 397-401.
Vicente Redón, Jaime y Escriche Jaime, Carmen (2002), “Ajuares de la necrópolis judía de Teruel”, en Memoria de Sefarad. Madrid: Sociedad Estatal para la Acción Cultural Exterior, p. 121. Piezas números 56-62. Disponible en red: https://www.accioncultural.es/es/publicaciones/memoria-de-sefarad.