Muñoz Garrido, Daniel (2017) Las sinagogas de Córdoba y del Tránsito. Arte y Simbología. «Estudios de Cultura Hebrea», 18. Córdoba: El Almendro, 227 páginas. ISBN 978-84-8005-222-1
José R. Ayaso
jayaso@ugr.es
Universidad de Granada
Daniel Muñoz es un joven investigador que se ha formado en la Universidad de Granada, en la que estudió Historia del Arte y completó su formacion en el programa de doctorado «Cultura árabe y hebrea: pasado y presente» del departamento de Estudios Semíticos. En 2014 defendió su tesis doctoral, Leyendo la sinagoga: Arte, cultura y simbolismo hispanojudío, bajo la dirección de la profesora Carmen Caballero Navas. Desde sus estudios de postgrado colabora activamente en grupos y proyectos de investigación de la Sección Departamental de Estudios Hebreos y Arameos.
El libro que acaba de publicar, como indica su título, se centra en el análisis e interpretación del programa decorativo de las sinagogas de Córdoba (capítulo I, pp. 27-114) y la toledana del Tránsito (capitulo II, pp. 115-185), estudio que se completa con un breve capitulo dedicado a la evolución del espacio sinagogal y de su decoración en los siglos XIII-XV, en el que se incluyen también las conclusiones (capitulo III: «Nuevas modas para nuevos tiempos» , pp. 187-209). En cuanto al contenido, los dos capítulos principales, el núcleo de la obra, son en lo fundamental los mismos capítulos que aparecen en la tesis doctoral.
El libro de Daniel Muñoz es, por tanto, una parte de su tesis doctoral, pero también es un libro de tesis, que él defiende con vehemencia, con entusiamo. Su trabajo parte del supuesto de que el programa decorativo de las sinagogas mudéjares, la selección de los textos bíblicos que las adornan, tienen una clara intencionalidad y significado, de modo que un judío creyente podría captar su mensaje con cierta facilidad. Para su trabajo se apoya en el ejemplo de la Alhambra granadina. El arabista Emilio de Santiago Simón, cuando explicaba la Alhambra a alumnos y profesores del Departamento, solía decir que el palacio nazarí era una arquitectura que «hablaba» al visitante. En esta misma línea de interpretación del monumento ha profundizado nuestro colega de la UGR José Miguel Puerta Vílchez, cuyos trabajos y magisterio han influido notablemente en la investigación de Daniel Muñoz.
En cuanto al capítulo dedicado a la sinagoga de Córdoba, me ha gustado especialmente cómo ha puesto en relación la decoración de la sinagoga con los manuscritos bíblicos con masora ornamental, lo que le lleva a interpretar muro Sur, donde está la galería de mujeres, como la representación simbólica de Jerusalén, ya que la cinta epigráfica dibuja una puerta almenada. Otras cuestiones tratadas resultan menos interesantes, en concreto ese largo excurso sobre el mesianismo en el arte judío medieval que arranca de la sinagoga de Dura Europos. Por otra parte, aunque propone una lectura nueva para una de las inscripciones de la tevá, podría haber sido más ambicioso en su proyecto de investigación y haber abordado el problema de las inscripciones de la sinagoga de Córdoba y los fragmentos que se conservan en el Museo Arqueologico Provincial.
A continuación viene el estudio de la sinagoga del Tránsito, que es probablemente el monumento hispanojudío más estudiado, por lo que en principio resulta difícil pensar que se pueda decir algo nuevo al respecto, pero Daniel Muñoz lo hace. Esa es la grandeza de los grandes monumentos literarios y artísticos, que admiten lecturas y relecturas continuas, dependiendo del momento y de la mirada del que los analiza. Una querida compañera creyó hace unos años haber encontrado la clave que resolvía los interrogantes que planteaba Cien años de soledad de García Márquez, y se llevó una decepción cuando Gabo no reaccionó a su propuesta de interpretación. García Márquez nunca comentó las diferentes intepretaciones que se hicieron de su obra, lo que ahora me parece la actitud más sensata que pudo tener. Algo similar se puede decir de todas las interpretaciones y estudios que se han hecho sobre la sinagoga construida por Semuel ha-Leví Abulafia.
Por otro lado, no se suele dar importancia a una cuestión que a mi me parece fundamental. A saber: que la sinagoga del Tránsito es, en cierta manera, la menos representativa de las sinagogas hispanas. Todo en ella es excepcional: el momento del reinado de Pedro I de Castilla y la figura del poderoso cortesano judío; las proporciones de la obra, su visibilidad exterior y su fachada; el hecho de que ofrece un programa decorativo homogéneo, que se concibió y realizó de una vez con la ayuda de alarifes granadinos que rey don Pedro había traído para que decorasen algunos de sus palacios; y por último, que se haya conservado tan bien a pesar de todas las vicisitudes que sufrió el edificio desde su conversión en templo cristiano. Creer que la excepción es la norma distorsiona nuestro análisis. Algo comentaba al respecto Jaume Riera.
En cuanto al contenido del segundo capítulo, me ha gustado la intepretación que nos propone Daniel Muñoz de la decoración del Tránsito. Cómo se estructura en diferentes niveles, desde la tierra al cielo. Más complicado me resulta la cuestión de la lectura cabalística. La Cábala es un terreno vedado a los no iniciados y, por tanto, difícil de ser entendido o captado para la gran mayoría, de manera que el edificio nos dejaría de hablar directamente, sería una arquitectura intencionadamente críptica, muda para las gentes del común. Esto hace, asimismo, que la tesis del autor sea difícil, si no imposible, tanto de demostrar como de refutar.
El tercer y último capítulo es bastante breve. En él el autor plantea cómo evolucionaron la arquitectura y la decoración de las sinagogas en los siglos bajomedievales. Es algo muy complicado y arriesgado, porque no hay datos suficientes y porque no se puede unir tipología arquitectónica y decoración. Son cuestiones que, salvo excepciones, como la de la sinagoga del Tránsito, no suelen coincidir. Los programas decorativos se alargan en el tiempo, se modifican, etc. Y una última cuestión, que creo que ya le comenté en alguna ocasión al autor: los diferentes modelos de sinagoga no dependen a veces de modas sino de necesidades funcionales. Para una comunidad numerosa, la mejor solución para su sinagoga aljama era el modelo de tres naves, que soluciona los problemas de espacio y que se puede subdividir con elementos del mobiliario. Ojo, por tanto, con la cuestion de la zona de las mujeres en las sinagogas de tres o más naves.
En suma, el trabajo de Daniel Muñoz es un estudio que no deja indiferente al lector, lo que es una de sus virtudes. Ya he dicho que el autor defiende sus tesis con entusiasmo. El lector también reacciona con vehemencia a algunas de sus propuestas: mi original de la obra de Daniel Muñoz está lleno de anotaciones y de signos de interrogación y exclamación, lo que me ha hecho disfrutar y aprender mucho. Es una pena que haya erratas que están en la tesis y que siguen sin ser corregidas, como, p.e., la traducción de Isaías 26,1 en la pagina 69: se lee «Gladis» cuando lo que traduce Cantera es «glacis» , que no significa almenas sino un terraplén defensivo. También hay muchas repeticiones, sobre todo de citas de textos bíblicos, digresiones y notas explicativas que tienen sentido en una tesis pero no en libro publicado. Yo creo que debería haber corregido profundamente el texto de la tesis antes de darlo a la imprenta, pero estamos en unos tiempos que los que sometemos a los jóvenes investigadores a una gran presión para que puedan tener alguna oportunidad, por pequeña que sea, de continuar con su carrera académica, hoy convertida en una carrera de fondo llena de obstáculos.
En cuanto a la edición, voy a hacer una crítica a la Editorial El Almendro, una editorial a la que le tengo un cariño especial y a la que le tengo que reconocer su gran contribución a los estudios judíos en España. El libro de Daniel Muñoz tiene muchas ilustraciones, pero pequeñas y de mala calidad, con lo que dejan de cumplir su objetivo. Hay fotos en las que no se aprecia nada. En un tiempo en el que podemos recurrir a internet para apreciar en color y en mejor resolución muchas de las obras que se mencionan, debería haberse cuidado mejor este aspecto y haber optado por menos fotos, bien elegidas y de buena calidad.