‘Tiempo’ y ‘aspecto’ en la conjugación hebrea (Parte IV-2): Reflexiones de un Octogenario

‘Verbal Aspect’ and ‘Tense’ in the Hebrew Verbal System (Part IV-2): Thoughts by an Eighty-Year-Old Man

Antonio Torres Fernández

Facultad de Teología. Granada

Recibido: 30-11-2016 | Aceptado: 01-02-2017

Resumen

En esta última sección del estudio el autor estudia los problemas planteados por la conjugación de los verbos II-infirmae. Se recuerdan las leyes fundamentales del funcionamiento de estos verbos, con una C(onjugación) P(refijal) cuya F(orma) L(arga) viene caracterizada por la presencia de una vocal larga /u/ o /i/, marcada, en principio, por la mater lectionis /w/ o /y/. Se insiste en que, a diferencia de lo observado en los verbos III-infirmae, estudiados en el artículo anterior (MEAH/H 62 [2013] pp.189-225), en que la presencia de la aparente FL de la CP podía documentarse en construcciones de tipo wayyiqtol (modelo [wayyibnæh]) con claro valor perfectivo, en el caso de los verbos II-inf. la presencia de la mater lectionis parece ser un indicio de que nos encontramos ante la FL. Los aparentes usos anómalos podrían explicarse por la analogía con el llamado «imperfecto sucesivo» del griego (en concreto, del neotestamentario). A esa luz se analizan las construcciones a base del adverbio ['åz] seguido de la FL de la CP (en alternancia con el qatal). También los casos de wayyiqtol con formas verbales terminadas en nun paragogicum (modelo [wayyiqṭelûn]) y algún caso de pugna entre el ketib del Texto Masorético y el qeré de los masoretas, como el de 2 Sam 13,8.

Abstract

In this last section of the study, the author goes on to the study of the problems raised by the conjugation of the II-infirmae verbs. The fundamental laws of working of these verbs are remembered, where the L(ong) F(orm) of the P(refix) C(onjugation) is characterized by the presence of a long vowel /u/ or /i/, marked habitually by the matres lectionis /w/ or /y/. Insistence is laid on the fact that, contrary to the conclusion arrived at in the precedent article (MEAH/H 62 [2013] pp.189-225) that the presence of an apparent LF of the PC might be documented in constructions of the wayyiqtol type (the [wayyibnæh] model) with a clear perfective meaning, in the case of the II-inf. verbs the presence of the mater lectionis is regularly a sign indicating that we are faced with the LF. The apparent anomalous cases could be explained perhaps through the analogy with the so called «successive imperfect» of the (NT) Greek. In this light the constructions are analyzed, in which the adverb ['åz] is documented followed by a verb in the LF of the PC (alternatively, in qatal). And also the wayyiqtol forms with a nun paragogicum (the [wayyiqṭelûn] model) and some case in which the ketib of the Massoretic Text and the qere of the Massoretes are in struggle, as it can be observed in 2 Sam 13,8.

Palabras clave: Aspecto; Hebreo bíblico; Sistema verbal hebreo; Verbos II-infirmae; Verbos «cóncavos»; 2 Sam 13,8

Key words: Aspect; Biblical Hebrew; Hebrew Verbal System; II-infirmae Verbs; «Hollow»; Verbs; 2 Sam 13,8

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Torres Fernández, A. (2017), ‘Tiempo’ y ‘aspecto’ en la conjugación hebrea (Parte IV-2): Reflexiones de un Octogenario. Miscelánea de Estudios Árabes y Hebraicos. Sección Hebreo, 66: 111-145.

Antes de pasar a la consideración de este tramo final del estudio, parece que se impone una justificación por no haber sabido cumplir con la semipromesa expresada en el Resumen/Abstract con que se abría la sección anterior (MEAH/H 62 [2013] p.190) en el sentido de que esta sección de la parte IV se esperaba que fuese publicada «en el próximo número de MEAH/H». En realidad, un primer borrador de toda la Parte IV estaba terminado ya a fines de junio de 2012. Por su extensión hubo que dividirlo en dos secciones. La primera se reelaboró durante el curso 2012-2013 y se publicó, como ya se ha recordado, en el número de MEAH/H correspondiente al año 2013. Era, efectivamente, mi intención haber reelaborado la segunda sección durante el curso 2013-2014 y que se publicara en el número correspondiente al año 2014. Pero una caída accidental en noviembre de 2013, con consecuencias más graves de lo que se hubiera podido predecir en un principio, me tuvo, entre recuperación y rehabilitaciones, apartado del estudio y el trabajo intelectual. Y, durante el siguiente curso 2014-2015, un cambio de residencia, temporal pero forzoso, me tuvo alejado de mi lugar habitual de trabajo. Al retomar la actividad durante el curso 2015-2016, el cansancio propio de la edad y el bache que suponían esos dos años de alejamiento del estudio amén de alguna otra incomodidad inesperada me fueron haciendo posponer la reanudación del trabajo. Por eso, al empezar por fin a informatizar aquel borrador de hace cuatro años en este mes de septiembre de 2016, a pocos días de cumplir ochenta y siete años, espero que se me sabrá perdonar si me limito a reproducir, con algunos ligeros retoques, el manuscrito de junio de 2012.

No quisiera, con todo, dejar de aprovechar este espacio inicial para aludir a la aparición, en 2013, del exhaustivo estudio El sistema verbal hebreo en su contexto semítico. Una visión dinámica (Estella [Navarra], Editorial Verbo Divino), por obra del investigador de origen islandés, aunque doctorado en la UCM, Alexander W. Andrason. No puedo detenerme aquí en la exposición de esta detallada monografía. De momento, solo indicar que, aunque partiendo de presupuestos teóricos no del todo coincidentes, las «Reflexiones» que hemos venido exponiendo en las diversas etapas de este estudio sobre «tiempo» y «aspecto» en la conjugación hebrea creo que pueden encajar dentro de las consideraciones del autor islandés. Únicamente, me permitiría señalar quizás una, a mi modesto entender, no demasiado nítida distinción por parte de dicho autor de las categorías de «aspecto» y «Aktionsart». Me refiero, en concreto, a la definición de «aspecto» expuesta en la p.24 nt.7: «A lo largo de este trabajo el término “aspecto” corresponde a una etapa de determinadas trayectorias (resultativa e imperfectiva) en las que una formación acumula ciertos significados más específicos (definidos comúnmente en la literatura como Aktionsart: por ejemplo, en relación con el aspecto imperfectivo se trata del valor iterativo, habitual, progresivo o continuo) proporcionando o bien una visión entera/bounded (perfectivo) de la acción o bien una visión parcial/unbounded (imperfectivo)...»

Si comparamos estas dos frases:

A) «Mientras Juan estuvo ingresado en el hospital, María lo visitaba diariamente»

B) «Mientras Juan estuvo ingresado en el hospital, María lo visitó diariamente»,

percibiremos que, aunque la acción expresada por el verbo visitar es de tipo iterativo en ambos casos, la forma de «visionarla» es distinta en A) y en B) (unbounded/bounded, si se quiere utilizar la terminología de Andrason).

Pero no podemos detenernos más tiempo en la consideración de este interesante libro.

Tampoco podemos hacer más que una rápida referencia a un libro que, por varias razones, solo recientemente ha llegado a mis manos. Me refiero al libro del profesor de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma Flaminio Poggi, cuya versión española, obra de Marta García Fernández bajo la revisión de José Pérez Escobar, apareció en 2011 con el título Curso avanzado de griego del Nuevo Testamento (Estella [Navarra] Editorial Verbo Divino), y que contiene un condensado, pero sustancioso, estudio (pp. 97-150) sobre «El tiempo y el aspecto en el sistema verbal griego». El hecho de citarlo aquí es porque, en su terminología, aparece como ‘imperfecto ingresivo (o incoativo)’ la categoría verbal que, a lo largo del estudio que sigue, yo he llamado ‘imperfecto sucesivo’, siguiendo la terminología de la monografía de Mateos/Alepuz allí profusamente citada.

Y, tras estas breves indicaciones, paso a transcribir, con ligeros retoques, las ‘reflexiones’, pergeñadas, como indiqué más arriba, hace ya cuatro años.

2.2.2. Los verbos II-inf. (y el Hipcil de los verbos fuertes)

Después de la larga ‘reflexión’ sobre los verbos III-inf. expuesta en la sección primera de esta Parte IV, parece que llega el momento de intentar una ‘reflexión’ semejante sobre los verbos II-inf. Adelanto que aquí, en mi modesta opinión, los casos más problemáticos van a ser, precisamente, no los que representan un uso abusivo de la FL con valor claramente perfectivo, como ocurría en el apartado anterior, sino las FL con valor imperfectivo falsamente clasificadas como perfectivas.

Ante todo, trataremos de considerar cómo ‘funciona’ a nivel morfológico (o morfosintáctico) este tipo de verbos.

La que pudiéramos clasificar como interpretación ‘tradicional’ suponía que este tipo de verbos (ע"ו/י) eran, en realidad, ‘trilíteros’, del esquema, pues, C1-C2-C3. Solo que el lugar de C2 estaría ocupado por las ‘semivocales’ /w/ o /y/.

Si consultamos, por ejemplo, el que durante mucho tiempo fue el clásico manual de aprendizaje del hebreo bíblico, A Practical Grammar for Classical Hebrew (Oxford 21959 repr. 1969) de J. Weingreen, nos encontramos con que (p.196), además de derivar el perfecto qal [qåm] de un original [qāwam], también el imperfecto [yåqûm] se hace remontar a un hipotético [yaqwum]. También un librito introductorio bastante posterior, que en nuestro país tuvo éxito como primer paso en el estudio del hebreo bíblico y que, a diferencia de otros manuales de ese tipo, solía aludir sumariamente a la evolución diacrónica, la Gramática elemental del hebreo bíblico (Estella 1998) de Enrique Farfán Navarro, en el §43 (pp.90-91) hace derivar el imperfecto qal [yåqûm] de un hipotético [*yaqwum] sobre el modelo de [*yaqṭul]. Pasando a un manual de mayor calado, pero dedicado a otra lengua semítica, la Gramática árabe (Madrid 1980) de F. Corriente, nos encontramos con que en su «Lección 19ª», dedicada a la segunda parte de las «Anomalías morfológicas en la flexión verbal» (pp.185-193), en el §121a) (p.185), se explica que «Ante sufijo consonántico o cero (o sea, sin sufijo), toda secuencia *{1wv3} o *{1yv3} se hace {1v3}, mientras ante sufijo vocálico el resultado es {1v:3}». Tengo que reconocer, sin embargo, que no acierto a dilucidar si nuestro ilustre arabista se mueve en un plano diacrónico o en un esquema sincrónico de tipo puramente estructural.

Con todo, si volvemos al campo de la hebraística y un manual de tipo más avanzado que los arriba citados, nos encontramos, una vez más, con la Grammaire de l'hébreu biblique de P. Joüon, que, en su §80 (pp.165-180), dedicado a los «Verbes ע"ו», abre el apartado con la afirmación de que «Les verbes communément appelés ע"ו (cayin-waw) sont des verbes avec deux consonnes radicales, entre lesquelles, dans l'état normal de la racine, il y a une voyelle longue ū», para continuar diciendo que «La racine de ces verbes ne se présente pas dans un état unique, mais dans un triple état, et cela, semble-t-il, dès l'origine». Esos tres estados son: 1) «l'état normal», con la vocal intermedia en su estadio de [ū]; 2) «l'état réduit», con la vocal breve [u] (evolucionada a otros timbres dentro del sistema masorético, de acuerdo con las ‘leyes’ resultantes del carácter libre/trabado de la sílaba o su categoría de tónica/átona); 3) «un 3e état, qu'on peut appeler consonantique», en que el elemento intermedio es la ‘semivocal’ o ‘semiconsonante’ [w], que Joüon califica simplemente de «consonne». Se anota que ese estadio en hebreo «est rare dans le verbe; mais il est fréquent dans le nom». La traducción/adaptación de T. Muraoka se limita a traducir, sin añadir prácticamente nada, salvo cambiar los términos «voyelle longue/brève» por «originally long, non deletable vowel u» y «originally short, changeable vowel u».

En cuanto a la Hebräische Grammatik de R. Meyer, el título que aparece (reproducido fielmente del original) en el §80 de la versión española (pp.270-275) es «Temas birradicales con vocal larga». Título que se explicita en el §1a) (p.270), remitiéndose a la Hebräische Grammatik de W. Gesenius-G. Bergsträsser (Leipzig 1926 §28) y a la Historische Grammatik der hebräischen Sprache de H. Bauer-P. Leander (Halle 1922; Nachdruck Hildesheim 1965 §56) de esta manera: «La clase de verbos II וי con וי débiles... se basa primordialmente en qāl, qīl, qūl con vocal larga en la conjugación preformativa, con influjo del vocalismo del verbo fuerte». A continuación (§80 1b, pp.270-271) se añade que «Con frecuencia se considera a las formas de los verbos de II וי como primariamente trirradicales; v.gr., el perfecto qām<*qāma<*qāwama»; y se matiza: «Aunque es posible que en un período prehistórico existieran formas fuertes de los temas II וי, ya en el estadio antiguo del semítico occidental representado por el ugarítico se pueden reconocer únicamente formas débiles, a excepción de los verbos de II וי que son al mismo tiempo de III וי... Lo mismo puede decirse de las formas amorreas que se desprenden de los textos de Mari». Finalmente, se termina añadiendo que «Bajo el influjo arameo se originan las formas fuertes de los verbos de II וי» del tipo [gåwac] y los paralelos del tipo II וי. Se concluye aludiendo a que «esas formas son especialmente frecuentes como de II י en hebreo medio», aludiendo al picel del tipo [qiyyem].

En realidad, la fluctuación en la consideración de este tipo de verbos como representante de raíces trilíteras con una ‘letra’ radical intermedia de tipo ‘débil’, que habría desaparecido o se habría contraído dando lugar a una vocal larga, o bien como raíces bilíteras que habrían alargado la vocal central para ‘compensar’ la ausencia de la segunda radical, es algo que viene de antiguo. Ya en el clásico Grundriß der vergleichenden Grammatik del semitischen Sprachen de C. Brockelmann (Berlin 1908; Nachdr. Hildesheim-Zürich-New York 1982), en su §270 (pp. 605-617) el ilustre semitista se decide por la primera solución.

Hace unos años, en las páginas de esta revista (MEAH/H 54 [2005] 244-260) tuve ocasión de reseñar el interesantísimo libro de nuestro ilustre semitista G. del Olmo Lete Questions de linguistique sémitique [Paris 2003]. En esa reseña aludí a la muy matizada postura de dicho autor respecto al dilema biconsonantismo/triconsonantismo, permitiéndome reproducir literalmente una larga cita, por miedo a poder malinterpretar alguna de sus afirmaciones. Recuerdo aquí que en ese lugar reproducido (p.128 del libro de d.O.) se parte de un esquema biconsonántico /CvC/ en que una cierta tendencia al triconsonantismo habría llevado a una especie de ‘expansión intensiva’ bien de la segunda consonante (/CvC/; quizás habría que añadir: o de la primera consonante, cuando esto es posible), bien del elemento vocálico. ‘Expansión intensiva’ que, a su vez, o bien habría producido una geminación (/CvCC/), o (cito literalmente) «un (pré)alongement ou épenthêse/glide [lamento una errata en la cita de mi reseña] (/CvC-/::/Cw:yC-)». Se matiza a continuación que «On ne peut pas encore parler de voyelles brèves/longues. Celles-ci résultent d'une opposition prosodique dérivée de la grammaticalisation postérieure. Il s'agit plutôt à ce niveau de voyelles contraintes par l'intensification ou non de la deuxième consonne». Así pues, parece que Del Olmo pone también en un mismo plano (al menos a nivel diacrónico) la ‘intensificación’ de la vocal (que termina en alargamiento) y la ‘epéntesis’ del glide [w/y].

Al modesto nivel de mis clases de hebreo bíblico, reconozco que siempre me sedujo, al menos por motivos pedagógicos, el esquema a base de ‘intensificación’ > alargamiento de la vocal, por la sencilla razón de que explicaba mejor y con más nitidez la mayor parte de las formas de estos verbos, al menos en su nivel de hebreo ‘clásico’ o ‘estándar’ de la clasificación tradicional. Para el caso concreto que nos ocupa (posible diferenciación morfológica/aspectual de las formas larga y corta de la CP), esa explicación parece, en principio, bastante adecuada. De una manera gráfica se podría explicar así el nacimiento de la FL de estos verbos:

*ya-ktub-u

*ya-quum-u>yåqûm(u)

La FC, en cambio, se tropezó con una constricción de tipo fonológico o fonético: una vocal larga originaria (no la breve alargada secundariamente al estar en sílaba libre y/o acentuada) no puede estar en una sílaba trabada por consonante. Por consiguiente, en las personas verbales sin desinencia que empiece por vocal no podía producirse el ‘alargamiento compensatorio’ que llevara a *ya-qūm (se supone que, cuando se perdió la vocal final -u de la FL y la sílaba quedó trabada por consonante, ya no regía la susodicha constricción).

Las gramáticas de hebreo bíblico distinguían en esa FC con la vocal breve mantenida un doble tratamiento, dependiendo de la colocación del acento: cuando éste carga sobre la segunda sílaba (con la vocal en su grado /o/), la vocal se alargaría [ō] , dando lugar a la vocal masorética cerrada ḥólem [o]; cuando el acento carga sobre la primera sílaba, esa [o] en sílaba trabada y átona mantendría el grado de [o] breve, que desembocaría en la vocal masorética abierta qameṣ [å] (coincidente, en cuanto a timbre, con la vocal masorética procedente del cierre de la /a/ de la preformativa, alargada secundariamente en sílaba libre:

*ya-qúm>yåqóm

*(way-)yá-qum>wayy´å-qåm

Y la doble realización sigue teniendo valor, prescindiendo del hecho de si (como sugiere van de Sande) la acentuación y la vocalización del wa- es responsabilidad exclusivamente de los masoretas.

Por supuesto, cuando la FC va seguida de desinencia vocálica (en el plural masculino), el alargamiento compensatorio tiene lugar:

way-yå-´qû-mû

En el hipcil tuvo lugar un proceso parecido: la hipotética forma primitiva del verbo ‘fuerte’ (vocalizo la preformativa con šewå', para obviar el problema de su timbre primitivo) sirvió de modelo para el alargamiento de la vocal del verbo ‘cóncavo’:

*y[e-h]a-qṭil-u

*y[e-h]a-qiim-u>yåqîm(u)

Curiosamente, esa [î] de los verbos ‘cóncavos’, al parecer, se ‘contagió’ a los verbos ‘fuertes’, donde no ejercía ninguna función estructural de satisfacción de la tendencia al triliterismo, y entró donde podía entrar, dando lugar al juego de vocales en la flexión que creo desorienta a todos los principiantes.

Estamos en la FL:

3ªm.sg.: ya-qṭîl(u)

2ªf.s.: ta-qṭîl(u)

3ªm.pl.: ya-qṭîl-û(n)

2ª/3ªf.pl.: ta-qṭél-nåh

En cambio, en el verbo ‘cóncavo’, donde la [î] tiene un valor estructural ‘triliterizador’, se recurrió a la ‘estratagema’ de introducir una vocal epentética para mantener la sílaba abierta y poder conservar la vocal larga:

te-qî-´mæy-nåh

Forma paralela (aunque con vocal epentética distinta) al [ha-qî-' mô-nû] de la 1ªp.pl. del perfecto, que tanta hilaridad suele provocar entre los principiantes, que preguntan si están aprendiendo japonés.

Como hemos visto en esta ojeada recordatoria de los verbos cóncavos, en la lengua bíblica ‘estándar’ la mayor parte de la conjugación puede explicarse por el juego del ‘alargamiento compensatorio’ de la vocal central. El caso del perfecto qal del modelo qåm requeriría un tratamiento especial, ya que la solución esperada en hebreo para un hipotético *qāma sería qôm. De hecho, la gramática de R. Meyer (§ 3f., p.272 de la versión española) contrapone el [qåm<qām] hebreo con el fenicio [qōm<*qōma<qāma (ugarítico)], aludiendo a que el vocalismo hebreo «puede basarse en el influjo conservador de las tribus del desierto». El problema se complica con la vocalización del árabe, donde la 3ªm.sg. [qāma] y f.sg. [qāmat] y 3ªm.pl. [qāmû] contrastan con las formas [qumtu, qumta, qumti...], sin que las explicaciones de R. M. Voigt (Die infirmen Verbaltypen des Arabischen und das Birradikalismus-Problem [Stuttgart 1988]), postulando leyes ‘ad hoc’ de contracción vocálica, creo que contribuyan a resolver el problema. En todo caso, la evolución postulable para explicar una forma como la del perfecto nipcal [nåkôn] (partiendo, pace Lipiński, de una forma terminada en -a) presentaría de nuevo el esquema de la adaptación del verbo biconsonántico al ‘modelo’ teórico triconsonántico, a base de ‘alargamiento compensatorio’:

*na-qṭal-a>niqṭal

*na-kaan-a>*na-kôn-a>nåkôn(a)

Y la 2ªp.sg. [ne-kû´'nô-tå]<[nekô-nô-ta]] (por disimilación) ofrecería de nuevo la ‘estratagema’ de la epéntesis vocálica para mantener la posibilidad de conservar la [ō<ā].

En cuanto al verbo ‘estativo’ [*buš], «estar avergonzado» > «avergonzarse», la explicación del imperfecto [yebôš] parece también fácil de explicar si se tiene en cuenta el modelo del verbo ‘fuerte’:

*yi-qṭan-u

*yi-baaš-u>yebôš

Según eso, el wayyiqtol de ese verbo debería ser [wayyebaš], al encontrarse la vocal /a/ en una sílaba que siempre estuvo trabada por consonante. Pero, de hecho, no está documentada esa forma en la BH. El plural [wayyebošû] de 2 Re 1,26 o Sal 109,28 (si es original), por ejemplo, no presenta problemas en su vocalización, ya que, al tener dicho plural desinencia vocálica, la /a/ siempre se encuentra en sílaba libre.

Las formas ‘intensivas’ tampoco presentan problemas para esta explicación, ya que, si se prescinde de verbos como [ṣ-w-y], en que la waw funciona como verdadera segunda radical, el picel es sustituido aquí por el pôlel del tipo [qômem], que (prescindiendo de su origen, posiblemente relacionado con la forma III del verbo árabe) en hebreo presenta un esquema claramente biconsonántico. El picel del tipo qiyyem, como es sabido, solo aparece en textos que se suelen considerar como tardíos.

Sin embargo, no cabe duda de que una forma como la II del árabe, qawwama es claramente triconsonántica, con /w/ como auténtica 2ª radical. De ahí, la hesitación que hemos notado en la mayor parte de los autores. Personalmente, reconozco que alguna vez llegué a pensar que la waw haya podido originarse por ‘(semi)consonatización’ del primer segmento vocálico de la /u/ alargada por motivos estructurales en [*ya-qum-u]. Con todo, el problema no parece admitir soluciones simplistas. Estaríamos, prácticamente, en los estadios ‘prehistóricos’ de la lengua. Aunque creo que no tuvo mucha vigencia, me parece recordar que, durante algún tiempo, se sostuvo la teoría de que el desarrollo de las vocales plenas podría ser un fenómeno relativamente tardío (a escala de paleoantropología), precedido por un tiempo en que solo existirían, además de las consonantes propiamente dichas, sonidos del tipo de (re)sonantes y semivocales, y quizás conatos vocálicos de tipo šewå'. Pero, prescindiendo de hipótesis etéreas, lo que podemos detectar, a nivel de estas raíces ‘cóncavas’, es la coexistencia, a nivel de ‘nombre’, de formas claramente biconsonánticas como [met], junto a otras con glide formando diptongo como [*mawt-], mientras que en el verbo, como ya indicamos más arriba, las formas más primitivas, al menos a nivel de lengua hebrea ‘clásica’, pueden explicarse a base de biconsonantismo originario y alargamientos vocálicos compensatorios.

Para lo que nos interesa ahora fundamentalmente, la posible diferenciación morfológica entre la FL y la FC de la CP, parece que la presencia de la mater lectionis constituye un criterio claro para detectar la existencia de la FL en todo el singular y en la 1ªp.pl. En la 2ª y 3ª m.pl. sería, en principio, la presencia de la terminación -n (nun paragogicum) lo que marcaría la diferencia. Pero, dado que, según la opinio communis, dicha -n fue difuminando cada vez más su función, su ausencia ya no tiene valor significativo. Su presencia, en principio, sí; pero, con el reparo que supone la presencia de las formas ‘abusivas’ de tipo wayyiqṭelûn, que creo que la mayoría de los autores clasifica como formas erróneas de tipo tardío. Con todo, volveremos más adelante sobre este punto.

La presencia de la m.l. sería, pues, en principio, un indicador de que nos encontramos ante una FL. Pero se plantea el problema de la existencia de formas con m.l. que, al menos aparentemente, presentan valor perfectivo.

Ya reseñamos en su lugar (y tuvimos ocasión de recordar al comienzo de este apartado) el escepticismo que parecían mostrar, respecto a la posibilidad de detectar por la grafía la presencia de la FL, los dos autores que estamos siguiendo fundamentalmente en este estudio, J. Tropper y A. van de Sande. Si volvemos de nuevo al artículo antes citado de Y. Bloch, nos encontramos con que su apartado 2. (pp.145-152) está dedicado al estudio de los «Verbs II-W/Y and the Hipcil Stem». En él, como indica su título, se estudian los verbos II-inf., especialmente en sus variantes de FL y FC de la CP, tanto en el qal como en el hipcil, y también esas mismas variantes en el hipcil del verbo ‘fuerte’ y de los verbos I-n y I-w/y, donde (en las personas 1ªp.sg. y pl., 2ªm.sg. y 3ªm./f.sg.) también se da la contraposición FL/FC a base de la alternancia entre la [-î-] (introducida, quizás, como indicamos arriba, por analogía con el verbo ‘cóncavo’) y la [-i-] originaria, convertida secundariamente en [-e-]. Y, también aquí, el foco de la atención se centra en las formas ‘anómalas’ en que la esperada FC (en concreto, en el wayyiqtol) deja paso a la FL. Bloch empieza su estudio sometiendo a crítica la explicación avanzada por J. Tropper (Tropper [1998] p.166) de que «in Pausalstellung der charakteristische ‘Kurze Vokal’ aus Akzentgründen wieder sekundär gelängt werden kann, so daß die PKK in diesem Fall formal mit der PKL identisch ist». Para ello, Bloch presenta (p.148) un listado de esas formas ‘anómalas’, indicando los casos en que aparecen en el TM marcadas con un «major disjunctive accent», sacando la conclusión de que «only a few of the prefixed verbal forms appearing in wayyiqṭōl constructions and displaying reflexes of long ū or ī in the last syllable are pointed with major disjunctive accent» y, en consecuencia, «it would be wrong to adduce pausal lengthening as an explanation of these forms» (ibídem). Y que los ejemplos citados tampoco permiten invocar como causa los cambios producidos en la vocal por el contacto con la 2ª o 3ª radical: otra de las explicaciones insinuadas por Tropper (Bloch, a.c., pp.146-147 nt.20). Como indiqué más arriba, creo que existe otro motivo para poner en duda la explicación a base del acento pausal elucubrada por el célebre hebraísta alemán. La alternancia [yåqûm//yåqóm/vay'yåqåm] proviene de un juego de sílabas libres/trabadas, completado por la posición del acento dentro de la palabra (y prescindiendo de si esta posición del acento es originaria u obra de los masoretas):

*ya=quum=u>yåqûm

*ya=qúm>yaqóm//*´ya=qum>(way)´yåqåm

Cuando una forma de este tipo [way´yåqåm] se encuentra en ‘pausa’, la tendencia es al desplazamiento del acento de la palabra a la última sílaba, con el consiguiente alargamiento de la vocal [o] en [ō] y, en un estadio posterior, paso de la vocal ‘abierta’ qameṣ (gadol) [å] a la cerrada ḥólæm [o]. Así pues, la forma pausal sería [yå´qom], con la posibilidad (ya indicada antes) de que esa [o] aparezca, con m.l., como [ô] con mayor frecuencia que el yiqtol del verbo ‘fuerte’. Pero, en todo caso, el resultado sería [wayyå´qôm] y no [wayyå´qûm]. Ya indicamos en un apartado anterior la posibilidad de que el [wayyå´ṣôm] de 1 Re 21,27 fuera en realidad un [weyå´ṣûm] con valor imperfectivo y que el 'atnaḥ estuviera cambiado de sitio.

Volviendo de nuevo al artículo de Y. Bloch, destacaremos la insinuación hecha por el autor israelí de que la raíz de la explicación pueda hallarse en la persona gramatical afectada. El cuadro que Bloch reproduce en la p.147 de su artículo es bien significativo (hay que tener en cuenta que abarca las formas ‘anómalas’ de uso de la FL por la esperada FC en todas las categorías verbales incluidas en este apartado: qal/hipcil de verbos III-inf. y hipcil de verbos ‘fuertes’, I-n y I-w/y). Me permito reproducirlo aquí:

1ªsg. 60 casos

1ªpl. 2 casos

2ªm.sg. 2 casos

3ªm.sg. 7 casos

3ªf.sg. 2 casos

A continuación, y destacando la preponderancia de los casos con 1ªp.sg., Bloch pasa a reseñar la explicación sugerida para este fenómeno por David Talshir y por Anson F. Rainey a base de un posible desarrollo analógico: yiqṭol (yusivo)//wayyiqṭol > wayyiqṭol//wå'æqṭeh/wanniqṭeh (cohortativo) > wå'åqûm, concluyendo que «Thus, we can speak of wayyiqṭōl-like constructions with cohortative and long prefixed verbal forms in the first person being used similarly to the genuine wayyiqṭōl constructions with short prefixed verbal forms» (p.147). Trataremos de volver sobre esta explicación más adelante. Pero, antes, recordaremos que Bloch echa en cara a los autores antes citados que su hipótesis aclaratoria deja sin explicar la enorme desproporción entre los usos ‘anómalos’ con 1ªp.sg. y sus correspondientes con 1ªp.pl. (60 frente a 2). La primera explicación que vendría a la mente, el mayor uso de la 1ªp.sg. frente a la 1ªp.pl., no vale para aclarar el problema, que, según Bloch, es más complejo. Si lo que se considera es la expresión masorética de la FC ‘correcta’ de este tipo de formas verbales, el resultado es que (excluido el verbo [b-w-'] por la dificultad de distinguir en él la FL y la FC en el qal) para la 1ªp.sg. aparecen 6 casos de la forma esperada para la construcción en wayyiqtol (frente a los 60 ‘anómalos’) y que, para la 1ªp.pl., aparecen también 6 casos (frente a los 2 ‘anómalos’). Por otra parte, se registran 17 casos de wå'æqṭeh frente a 2 de wanniqṭeh. Pero lo más interesante es que, de los 60 casos de 1ªp.sg. en construcción ‘anómala’, en realidad, solo 36 tienen scriptio plena, con m.l. [w/y]. En los otros 24 casos, es solo la vocalización masorética, con qibbuṣ o ḥiræq, lo que convierte la forma en ‘anómala’. Como de los listados que se reproducen en el artículo de Bloch (p.149, nts.28, 29 y 30) se deduce que en el Pentateuco no aparece ningún caso con m.l. (es decir, FL a nivel de ketib) y solo 8 sin m.l. pero con la vocalización masorética correspondiente a la FL, Bloch cita la opinión de Talshir de que, en el Pentateuco, la vocalización ‘anómala’ de la FC como FL se reduciría a la 1ªp.sg., mientras que las otras personas ofrecerían la vocalización ‘normal’. Pero, acto seguido, Bloch reprocha a Talshir el hecho de no haber tenido en cuenta el [wannaššîm] de Nú 21,30, que, aunque ofrece una morfología singular (probablemente, reflejando la construcción aramaizante del tipo [CvC] en vez de la normal [CvC], que no admitiría la [-î-] en el hipcil), es algo que, en opinión de nuestro autor, podría indicar que el desarrollo analógico propuesto por Talshir y Rainey y que esquematizamos más arriba «is evident already in the unvocalized MT of the Pentateuch, albeit to a very small degree» (p.150). Pasando al conjunto de los libros bíblicos y eliminando los casos en que la anomalía de la FC se debe solo a la vocalización masorética, las proporciones serían: en 1ªp.sg. 30 formas ‘normales’ frente a 36 ‘anómalas’; en 1ªp.pl. 6 ‘normales’ frente a 2 ‘anómalas’. Por otra parte, la construcción ‘anómala’ del cohortativo en singular [wå'æqṭeh], con 17 casos, supera claramente a la del plural [wanniqṭeh], con solo 2 casos. Si pasamos ahora a las otras personas verbales (2ªm.sg. y 3ª m./f.sg.), la conclusión es que, para las formas verbales aquí estudiadas, «in almost all wayyiqṭōl constructions which include apparently long prefixed forms…, these forms are spelled defectively». Y, en consecuencia, «it is reasonably to assume that the constructions in question were originally intended to employ short prefixed verbal forms (as is normal for wayyiqṭōl constructions), and the Masoretes had erroneously vocalized the relevant forms with ḥireq rather than ṣere in closed stressed syllables» (p.152).

La única excepción sería el [wayyåbî'] de Ne 8,2, que, al ser un caso aislado, no puede representar mucho peso y, según Bloch (ibídem), podría deberse a un «mispelling» de un copista en el proceso de transmisión textual. El apartado termina con una alusión a los casos de qere/ketib en que, a la inversa de lo que ocurría en los ejemplos arriba citados, son los masoretas los que ‘corrigen’ una scriptio abusiva (para la tendencia tardía al uso de las m.l. internas, cf. Bloch, p.151 nt.35) del tipo del [wtlwš] de 2 Sam 13,8 o el [wyšwb] de Ez 18,28 en sus ‘correctos’ [wattålåš] y [wayyåbåb]. Pero volveremos más adelante sobre estos casos concretos. Aquí se podría incluir también el [wyṣwm] de 1 Re 21,27, vocalizado por los masoretas como [wayyåṣôm], pero que más arriba intentamos explicar, a la luz del contexto, como un [weyåṣûm].

Antes de hacer una ‘reflexión’ sobre este tema de los verbos II-w/y (y el hipcil de los verbos fuertes, I-n y I-w/y), quisiera notar que, también para la mayor abundancia de las formas ‘anómalas’ de los verbos III-w/y en la 1ªp.sg., Bloch recurre (pp.154-155) al mismo desarrollo analógico propuesto por Talshir y Rainey y que nosotros esquematizamos más arriba.

La «reflexión» a que he aludido es simplemente ésta. Al modesto nivel de mis clases de hebreo bíblico, yo también creía haber notado esa relativa prevalencia de las formas ‘anómalas’ en la 1ªp. de los verbos II-inf. (qal/hipcil) y en el hipcil de los otros verbos antes reseñados. Un ejemplo puede ser el de 1 Sam 12,1: [wå'amlîk calêkæm mælæk]. Lo tenía que explicar con frecuencia, pues aparece en el ejercicio 21, nº2 (p.166) de la Practical Grammar de J. Weingreen que yo utilizaba para mis clases, donde, además, se cita tras la expresión [wayyamlek 'ôtô šåm šemû'el], con lo que destaca más el contraste entre la forma ‘normal’ de la construcción de la FC del hipcil en 3ªp.sg. y la ‘anómala’ de la 1ªp.sg. Solo que esa forma de la 3ªp.sg. no está documentada en el pasaje original del TM, muy retocado por el autor de la gramática por razones pedagógicas. El TM en cuestión sería el de 1 Sam 11,15, donde aparece el plural (con scr. defectiva) [wayyamlikû], cuyo sujeto es [håcåm]; aunque hay que tener en cuenta que la LXX sí hace sujeto a Samuel de la unción real. Pero, en todo caso, la construcción [wayyamlek] está bien documentada en otros lugares del TM (2 Re 23,34; 24,17; 1 Cr 23,1; 36,4. 10).

En cuanto a la explicación de esas estructuras ‘anómalas’ de la FC con la morfología de la FL en 1ªp.sg., me permito sugerir un camino distinto del elucubrado por D. Talshir y A. F. Rainey y seguido por Y. Bloch. Esa explicación que sugiero se basa en la distinción, muy cara a los partidarios del método del análisis del discurso, entre ‘discurso directo’ y ‘discurso narrativo’, o, simplemente, entre ‘discurso’ y ‘narración’. En el ‘discurso (directo)’ predomina la FL, contextualizada en situaciones de presente o de futuro; y tiene un uso predominante la 1ªp. (sg. o pl., aunque creo que con predominio claro de la sg.). La 3ªp., lógicamente, es minoritaria. En la narración ocurre exactamente lo contrario. De ahí se pudo llegar a una asociación subconsciente entre 1ªp. y FL. Asociación que, al perderse la diferenciación semántica y funcional entre las dos formas en ‘hebreo tardío’, pudo aflorar en una vocalización ‘larga’ para las construcciones del tipo wå'æqṭol. Esa vocalización ‘falsa’ empezaría primero en la tradición oral, reflejada más tarde por los masoretas, y se reflejaría más tarde en la grafía. Con todos los problemas que se plantean hoy día para la datación de los textos bíblicos, y teniendo en cuenta, además, que un texto ‘antiguo’ ha podido ser ‘modernizado’ en su grafía a través de la transmisión escribal, parecería que, entre los ejemplos citados por Bloch (p.149, nt.28) para usos anómalos de la 1ªp.sg. del hipcil con waw consecutivum y m.l., en una primera apreciación un poco superficial, dos tercios aproximadamente corresponden a libros que, tradicionalmente, se consideraban como ‘tardíos’ o de ‘transición’. E, incluso entre los otros, casi la mitad son de 1 Sam, cuya atormentada historia textual (y prescindiendo de los problemas de composición) creo que es algo que se suele admitir. En cuanto a las personas 1ªpl. y 2ªm.sg, que, en principio, también son más propias del discurso (directo), la menor proporción de formas ‘anómalas’ podría explicarse quizás por su menor uso.

Ya indicamos que, para Bloch, el único caso claro (con reflejo en la grafía) de uso ‘anómalo’ de una construcción tipo wayyiqtol en 3ªp.sg. (de hipcil de un verbo ‘cóncavo’) es el [wayyåbî'] de Ne 8,2. Aparte de su posible explicación como error escribal, aducida por dicho autor, hay que tener en cuenta que se trata de un texto de ‘hebreo tardío’. Esta aclaración podría parecer contradictoria con la que me atreví a dar en la sección anterior para el caso de los verbos III- inf., suponiendo que una aparente forma posiblemente ‘dialectal’ del tipo ‘anómalo’ [wayyibnæh] habría sido corregida en la época del segundo Templo de acuerdo con la ‘correcta’ [wayyíbæn]. Pero es que una cosa podía ser una m.l. ה- final, presente ya desde tiempos antiguos, y otra cosa una m.l. ו/י en interior de palabra, que posiblemente estaba empezando a generalizarse en esa época. Por lo demás, el verbo בוא, como es bien sabido, presenta características especiales, ya que, a su categoría de verbo ‘cóncavo’, añade la de ser III-', con la posibilidad de la pérdida del 'álef que cierra sílaba (su transformación en ‘quiescente’ en la denominación tradicional) y el consiguiente alargamiento de la vocal anterior, con el eventual paso previo de ésta a /a/. Una consulta rápida a las gramáticas más usuales nos revela que, para la Grammaire de Joüon (§80r, pp.172-173), el ḥólæm de [yåbo'] «ne vient pas de l'a primitif des verbes statifs [lo considera verbo de acción], mais de l'u des verbes d'action qui, pour une raison particulière, ne s'est pas ici allongé en ū». En nota de pie de página (p.173 nt.1) se remite a un artículo previamente publicado en la revista Biblica (1 [1920] pp.353-371) bajo el título «Études de morphologie hébraïque», donde, efectivamente, en uno de los apartados (pp.357-359), nuestro autor aventura una hipótesis para tratar de detectar esas «raisons particulières» que han alterado la esperada vocalización [*yabû'] del ‘futuro’ de [b-w-']. Resumiendo, podemos decir que, según el jesuita francés, el origen estaría en la 3ªp.m.pl. del ‘futuro’, donde habría que partir de un hipotético [*yabū'ū], pero, «l'alef étant une gutturale très faible, la forme avec deux ū contigus aura pu paraître cacophonique» (p.358), y, para evitar esa cacofonía, se habría conservado la forma con /u/ breve del yusivo. Desde esa persona, la vocalización se habría propagado al resto del futuro. Como hipótesis alternativa o acumulativa, se ofrece otra basada en la analogía con el antónimo [yeṣe']. Finalmente, se rechaza (p.359) la explicación de Brockelmann (Grundriß...§270 Fb, p.613) que parte de una forma con [ā] secundaria (se trata de un verbo de acción), producida «unter Einfluß einer Lar.» y convertida en [ō] en hebreo por el bien conocido ‘canaanaísmo’. Joüon se pregunta (ibídem) «Comment la gutturale la plus faible aurait-elle eu cet effet, alors que les gutturales fortes ne l'ont pas», citando los ejemplos de [yånûaḥ] o [yånûac], donde la [û] ha resistido el efecto de la ‘gutural’ (en este caso, faríngea), introduciendo el ‘pátaḥ furtivo’. Pero quizás lo que la explicación un tanto ‘telegráfica’ de Brockelmann quería suponer era una evolución [*yabu'u]>[*yaba'u]>[*yabaa'u]>[*yabō'u], como la que yo he insinuado arriba.

La traducción/adaptación de la gramática de Joüon por T. Muraoka (pp.227-228 de la versión española) no añade nada de especial.

En la Hebräische Grammatik de Gesenius-Kautzsch (cito una vez más por la traducción inglesa de A. E. Cowley) se nos dice (§72h, p.196) que «besides the forms with original ŭ (now û) there are also forms with original ă» y que «This ă was lengthened to ā, and then further obscured to ô», citando nuestro verbo.

La Hebräische Grammatik de R. Meyer (cito una vez más por la versión española) no da muchas explicaciones sobre este verbo, incluyendo las formas [yåbo'] «él entra» y su plural [yåbo'û], aparentemente, dentro de los casos de vocal ō<ā en el tema.

Por supuesto, soy plenamente consciente de que la evolución que he tratado de reflejar arriba: 1) paso de un original [*ya-bu'-u] a [*ya-ba'-u] por efecto de la ‘gutural’ (laríngea en este caso); 2) ‘alargamiento compensatorio’ en [*ya-baa'-u]; y 3) evolución final a [*ya-bō'-u]>[*ya-bô'] (mayoritariamente, con scripio defectiva en el TM) presenta varias lagunas. Queda por resolver la posible fecha del cambio [u]>[a] inducido por la ‘gutural’ (laríngea) ['] (y, como recuerda Joüon, por qué no se produjo en árabe). Y también la práctica identidad morfológica entre las formas larga y corta de la CP, ambas con ḥólæm. Y con una hipotética evolución de la FC [ya-bu']>[*ya-ba']>[ya-bā]>[*ya-bō], que recuerda más la del sustantivo [ṣo'n], con ḥólæm, que la del verbo [yimṣå'], con qameṣ.

Para terminar todo este largo apartado sobre las construcciones tipo wayyiqtol con morfología de FL, recordaremos que el tantas veces citado artículo de Y. Bloch se cierra (pp.165-168) con una breve consideración dedicada a las «Wayyiqṭelûn/wattiqṭelûn Constructions». Se trata de las formas verbales derivadas de las originarias [y/ta-qtul-ū-na], con el sufijo [-na] de la FL plural, reducido a [-n]. Como es bien sabido (y hemos recordado a lo largo de este artículo), con el tiempo, en hebreo (y en otras lenguas semíticas) se fue difuminando el valor originario de esa terminación, hasta quedar reducido al nun paragogicum de las gramáticas tradicionales. Sin embargo, creo que es más o menos opinio communis que, si bien su ausencia no tiene valor alguno, su presencia, en cambio, es signo de que nos encontramos ante un resto de la FL, con valor imperfectivo. Los datos estadísticos de Bloch corroboran este aserto: más de 300 ejemplos de esa construcción tienen valor imperfectivo. El problema lo plantean los 9 casos en que aparece en la construcción wayyiqtol (De 1,22; 4,11 [dos ejemplos]; 5,20; Ju 8,1; 11,18; Is 41,5; Ez 44,8; Am 6,3), y de los cuales, según Bloch, solo Am 6,3 admitiría una corrección en weyiqtol (con algún apoyo textual). Para nuestro autor (y para otros también), se trata de un uso erróneo de la forma: «Thus, it stands to reason that the use of the prefixed verbal forms with the suffix -ūn was often a deliberate attempt at archaization on the part of the biblical authors. In the vast majority of instances, this attempt was made in an environment where it was fully in place ─that is, with imperfective yiqṭōl forms─ but sometimes the suffix -ūn was mistakenly appended to perfective wayyiqṭōl constructions, already by biblical authors working in the Iron Age» (pp.167-168).

Con todo, volveremos, D. m., sobre el tema, a la luz de lo que vamos a considerar en las líneas sucesivas.

Para terminar este apartado sobre los verbos II inf. (y el hipcil de otros verbos) y las aparentes excepciones a las reglas que distinguen en ellos, a nivel morfológico, las formas larga y corta de la CP, quisiera aludir a la postura más bien escéptica que, como vimos arriba, representaba el, por lo demás excelente, estudio de A. van de Sande. Se trata, más en concreto, de la aseveración del autor belga de que «La présence d'une mater lectionis...n'indique pas forcément que la forme en question est une forme préfixée longue» (p.220). La afirmación va referida tanto a la m.l. -h de los verbos III inf. como a las -w/y- de los verbos II inf. (y del hipcil de otros verbos, habría que añadir).

Respecto a la -h final de los verbos III inf., ya aludimos en esta misma sección, por lo que respecta a su presencia “anómala” en las construcciones tipo wayyiqtol de 1ªp., a las opiniones lanzadas por algunos autores y recogidas por Y. Bloch, y aventuramos otra explicación, basada en la distribución de las formas según los tipos de discurso. Y, respecto a las otras personas, especialmente la 3ª sg.m./f., aparte de los posibles errores en la transmisión textual, aventuramos, en la sección anterior, una explicación basada en el posible carácter biconsonántico primitivo de esas formas ‘raras’, conservado en las personas que no tienen ‘desinencias’ añadidas, con alguna eventual variación de tipo ‘triliterizante’ y de carácter quizás dialectal.

En cambio, por lo que respecta a los verbos II inf., la presencia de la m.l. -w/y- a nivel de ketib en el TM, exceptuando una vez más la 1ªp. y centrándonos fundamentalmente en la 3ªm./f.sg., ya vimos que, salvo algún caso aislado como el [wayyåbî'] de Ne 8,2, la praesumptio iuris es que dicha presencia es indicadora de que nos encontramos ante la FL.

Van de Sande ofrece (pp.213-215) un cuadro sinóptico de las distintas atestiguaciones de las formas larga y corta de la CP qal de los verbos II-w y II-y, con o sin m.l., completado con otro cuadro (pp.216-217) del hipcil de estos (y otros) verbos. La observación previa (p.212) es que «comme le montre le cadre suivant, on trouve en effet...des formes préfixées courtes avec mater lectionis et des formes préfixées longues sans mater lectionis». Y, tras la exposición del cuadro con las variantes gráficas para la CP qal de los verbos II-w y II-y, tanto en su FL como en su FC, añade estas reflexiones conclusivas (p.216): «Ces deux listes d'exemples suffisent à montrer que la vision traditionnelle n'est pas toujours respectée. On peut ajouter que si l'absence de la mater lectionis dans la forme préfixée courte indique que la voyelle thématique est brève, alors on ne comprend pas pourquoi elle apparaît parfois au singulier et souvent au pluriel, surtout si elle indique un allongement». Para empezar, me da la sensación de que el investigador belga liga demasiado la posible pronunciación a nivel fonético de las formas verbales del hebreo ‘antiguo’ con su expresión gráfica. Reconozco que solo poseo unas nociones superficiales sobre la historia de la grafía del hebreo bíblico. Pero la lectura, hace ya muchos años, del clásico libro de Francis I. Andersen y A. Dean Forbes, Spelling in the Hebrew Bible (Rome 1986) para la reseña que apareció en Archivo Teológico Granadino (50 [1987] 433-434) me dejó la impresión de que el uso de las m.l., sobre todo en el interior de palabra, es algo que se fue imponiendo paulatinamente, de forma que «Those portions in the Hebrew Bible that deal with or come from earlier times tend to prefer defective spellings, while those from later times have relatively more plene spellings» (p.10). En el momento de redactar estas líneas (año 2012), no me resulta asequible el estudio de D. N. Freedman, «The Evolution of Hebrew Orthography», en D. N. Freedman/A. D. Forbes/F. I. Andersen, Studies in Hebrew and Aramaic Orthography (Winona Lake, IN 1992), pp.8-12; pero, por la alusión que a él se hace en el ya tan citado artículo de Y. Bloch (p.151 nt.35), deduzco que también en él se habla de un progresivo aumento del uso de las m.l. internas cuando los libros bíblicos fueron copiados durante el segundo Templo.

Por eso, variaciones gráficas como las que se dan entre el [wayyåmutû] de Le 10,2 y el [wayyåmûtû] de Jb 1,19; o incluso entre el [tebôšî] de Je 2,36 y el [tebošî] de Je 22,22 no creo que se puedan considerar especialmente significativas. Construcciones como el ['al-tåsûr] de Jos 1,7, en que la FL aparece claramente, a nivel gráfico, como FL, a pesar de tratarse de un ‘yusivo’, que exigiría la FC, creo que solo indican una confusión ‘tardía’ (a nivel de copista y prescindiendo de fechas de composición) de la expresión morfosintáctica de la negación del volitivo y la del ‘futuro’ inyuctivo [lo' tåsûr], mientras que el ['al-tåsûrû] de 1 Sam 12,20 entra totalmente dentro de las normas ‘tradicionales’, puesto que, al abrirse la sílaba del singular [*ta-sur] con la adición de la terminación vocálica [-û], la vocal temática se alarga ‘compensatoriamente’ para acomodarse al primitivo modelo trilítero ['al-ta-qtul-û]:

*ta-qtul-û

*ta-suur-û

El [wayyåṣôm] de 1 Re 21,27 lo estudiamos ya anteriormente. Y otros casos podrían también ser objeto de estudio, sin que contravengan las conclusiones que hemos tratado de ir esbozando hasta aquí.

En cuanto a la afirmación de Van de Sande de que «on constate en général que, si la forme préfixée courte peut être transmise comme une forme longue du point de vue formel, la forme préfixée longue est plus rarement transmise comme une forme courte de ce même point de vue», y que, en consecuencia, «lorsqu'une forme préfixée apparaît morphologiquement courte, il y a de grandes chances pour que ce soit une vraie forme préfixée courte, par contre lorsqu'elle apparaît morphologiquement lomgue, on est tout à fait en droit d'hésiter» (p.221), ya indiqué en su lugar la perplejidad que me produjo su primera lectura. Hasta donde llegan mis conocimientos, en el TM es mucho más abundante la scriptio defectiva que la scriptio abusiva. Y, en consecuencia, en mi modesta opinión (como indiqué más arriba), la praesumptio iuris es que la presencia de las m.l. internas [-w-] y [-y-] en los verbos ‘cóncavos’ (y en el hipcil de otros verbos) es un indicador de que nos encontramos ante una verdadera FL, aunque su detección suponga, en ocasiones, un detenido estudio del texto.

Con estas consideraciones delante, volveremos ahora nuestra atención al otro estudio que nos está sirviendo de guía, el, por lo demás magníficamente elaborado, artículo de J. Tropper, al que tantas veces hemos aludido. En su §7.2 (pp.169-171), y bajo el epígrafe «PKK (allein) für perfektive Vergangenheit», el ilustre semitista dirige su atención a las posibles apariciones de la FC originaria yaqtul fuera de la acostumbrada construcción wayyiqtol, pero con sentido perfectivo. Con el peligro de repetir cosas ya dichas al exponer las teorías del profesor alemán, recordaremos que el apartado se abre con esta aseveración: «In hebr. Texten gibt es eine Reihe von yiqtol-Belegen mit Vergangenheitsfunktion, die eindeutig pfv. SVe [=perfektive Sachverhalte] zum Ausdruck bringen» (p.169). A continuación, se recuerda que la mayoría de los ejemplos procede de contextos poéticos (formarían parte del ‘Hebreo Arcaico’ de la clasificación tradicional, término que nuestro autor cautamente evita para obviar el, hoy discutido, problema de la datación de esos textos). En nota de pie de página (p.169 nt.59) se cita la bibliografía correspondiente, empezando por la gramática de Joüon, en su versión de 1993, y siguiendo con el clásico estudio (1972) de D. A. Robertson, Linguistic Evidence in Dating Early Hebrew Poetry y el libro de P. Sanders, The Provenance of Deuteronomy 32 (1996). Pero lo que me resulta más interesante es su anotación de que «Allerdings sind mehrere dieser Belege nicht überzeugend». Y, como ejemplo, cita el [šåmecû cammîm yirgåzûn] de Éx 15, 14a, indicando que la forma [yirgåzûn] «dürfte etwa...ipfv. zu deuten sein» y traducirse al alemán como «Die Völker hörten (es), wobei sie zittierten». Es curioso que Tropper no alude a la terminación -n, que puede ser otro claro indicador de que nos encontramos ante la FL. Pero lo interesante es que se remite al paralelo con «vergleichbaren akk. Syntagmen», citando el artículo de M. P. Streck «Ittašab ibakki 'weinend setzte er sich': iparras für die Vergangenheit in der akkadischen Epik», publicado en Or (64 [1995] 33-91); artículo que yo mismo, en la modesta medida de mis muy superficiales conocimientos del acadio, tenía recogido ya como testimonio de la secuencia ‘puntual’-‘lineal’ (en el sentido tantas veces aclarado a lo largo de este artículo, que no supone connotación alguna de tipo ‘durativo’ vs. ‘momentáneo’) dentro del campo de las lenguas semíticas. Quizás una mayor atención a ese posible juego de secuencias pf.-ipf. hubiera permitido afinar más en algunos casos, como la comparación, hecha también por otros autores como Van de Sande (cf. reseña en ATG 73 [2010] p.354), entre Sal 18,4-20 y su paralelo 2 Sam 22. Tropper llega a afirmar categóricamente que «Zwar gibt es tatsächlich Kurzformfähige pfv. yiqtol-Belege, die entgegen die Erwartung die Langform aufweisen» (p.169). Pero matiza inmediatamente que «Sicher nachweisbar sind m.W. dafür aber nur Belege der Wurzelklasse III-inf., die eine nicht-apokopierte Form aufweisen» (ibídem). Ya vimos los problemas que planteaba ese tipo de verbos e incluso tratamos de aventurar una explicación. Pero, volviendo a nuestro autor, en la página siguiente se nos confirma que «Häufiger sind jedoch pfv. yiqtol-Belege, die erwartungsgemäß als Kurzformen überliefert sind» (p.170). Y se cita (ibídem) una lista de una quincena de ejemplos, rechazando la explicación de Gesenius-Kautzsch de que se trate de FL de la CP abreviadas por motivos rítmicos. La conclusión final (p.171) es que «Somit ist davon auszugehen, daß die PKK-Kategorie in bestimmten, typologisch alten Texten, wo solche yiqtol-Belege frei mit wayyiqtol-Formen wechseln, vollkommen produktiv ist».

Personalmente, me permitiría anotar que el hecho de que un yiqtol indiferente desde el punto de vista morfológico aparezca entremezclado con formas de tipo wayyiqtol no significa necesariamente que ese yiqtol corresponda a una FC. Si vale la comparación con el español, ya vimos en la segunda parte de este estudio (Torres [2011] p.291) algún ejemplo, sobre todo de lenguaje periodístico, en que se mezclaban el ‘imperfecto’ y el ‘indefinido’ o ‘perfecto simple’; y en la parte tercera aludimos al tratamiento del tema por la Nueva gramática de la lengua española de la RAE. Y ya recordamos más arriba cómo el mismo Tropper aludía al uso yuxtapuesto de las equivalentes formas verbales en acadio. Para el caso de Jb 29,3b citado por Tropper con la anotación de que está tras una frase nominal, pero es «kontextuell eindeutig präterital» (p.170), habría que notar que la BJ, por ejemplo, traduce el ['elæk] de ese hemistiquio por «caminaba» (el segol de la segunda sílaba podría deberse al desplazamiento del acento por motivos rítmicos). Y el caso de Os 11,4b creo merece una especial consideración precisamente a luz de ese posible entremezclamiento entre FL y FC. El TM de ese hemistiquio reza así: [we'aṭ 'elåyw 'ôkîl]. Tropper traduce: «Ich neigte mich ihm (zu) (und) gab (ihm) zu essen», anotando que se encuentra tras (v.4b): [wå'æhæh låhem], que traduce por «und ich war für sie da». Puesto que el alemán no permite (al menos para un lector extranjero) percibir con claridad la diferencia entre el perfectivo y el imperfectivo, me permito suponer que Tropper, al incluir ese hemistiquio 4b entre los «kontextuell weitgehend gesicherte pfv.-präteritale PKK-Belege», se refiere a la forma ['aṭ], morfológicamente FC (“apocopado”) de la 1ªp.sg. de la CP en hipcil de la raíz √n-ṭ-y; y que el hecho de incluirlo en esta lista se debe a la vocalización masorética con waw copulativum, no con waw conversivum. Nada se anota respecto al ['ôkîl] yuxtapuesto; lo que parece indicar que se ha interpretado, como corresponde a su morfología, que se trata de una FL.

Si acudimos a las traducciones españolas, nos encontramos con una disparidad de versiones. La Sagrada Biblia de C-I, que normalmente trata de traducir más literalmente, para el pasaje concreto que acabamos de citar sigue un texto corregido críticamente. La Sagrada Biblia de la CEE ha interpretado todos los verbos como perfectivos, traduciendo el completo v.4: «Con lazos humanos los atraje, con vínculos de amor. Fui para ellos como quien alza un niño hasta sus mejillas. Me incliné hacia él para darle de comer». La BJ, en cambio, los ha interpretado como imperfectivos: “Con cuerdas humanas los atraía, con lazos de amor; yo era para ellos como los que alzan a un niño contra su mejilla, me inclinaba y le daba de comer”. Es evidente que el ketib [w'hyh] se puede vocalizar lo mismo [weæhyæh] que, como han hecho los masoretas, [wå'æhyææh]. Es verdad que esta última construcción, de tipo wayyiqtol, exigiría la FC del verbo (‘apocopado’ de las gramáticas tradicionales); pero no conviene olvidar que estamos ante un verbo III-inf. y con una 1ªp.sg. Con todo, hay que reconocer que la forma [wå'æhî] está documentada una docena de veces en el TM, entre ellas, en Os 13,7. Así pues, parecería quizás más lógico corregir la vocalización masorética y leer [we'æhyæh], interpretándolo como un imperfectivo: «yo era». En cambio, el [we'aṭ], con la FC marcada en la grafía, habría que corregirlo en [wå'aṭ] (tal vez [wå'æṭ], en qal, más fácil de interpretar en sentido reflexivo que el hipcil] (cf. Sal 40,2). Y el ['ôkîl] del final, del pasaje, en cambio, parece preferible interpretarlo, de acuerdo con la grafía, como FL. Es verdad que, una vez más, se trata de una 1ªp.sg. Pero, a la luz de lo que vimos más arriba, pienso que la praesumptio iuris está a favor de que la m.l. está puesta conscientemente y con todo su valor.

Tendríamos, pues, un caso de yuxtaposición de FC y FL, tras una serie de formas largas. La traducción literal sería: «...los atraía... yo era... me incliné: le daba de comer...» Si tenemos en cuenta que en la traducción española podemos sustituir la parataxis del hebreo por hipotaxis, tendríamos esta versión del hemistiquio final: «E, inclinándome hacia él, le daba de comer». En nuestra lengua, el gerundio simple solo tiene como alternativa la variante compuesta («y habiéndome inclinado»), con una diferencia de significado que se puede considerar de ‘tiempo relativo’ (simultaneidad/anterioridad) respecto al verbo principal. En griego, aunque las antiguas gramáticas escolares solían dar ese mismo valor diferencial al participio de aoristo respecto al de presente, creo que la opinio communis actual es (o, por lo menos, era hace algún tiempo) que esa diferencia es secundaria y no necesariamente se da; la verdadera diferencia sería de tipo aspectual (perfectivo vs. imperfectivo). En consecuencia, si es correcta la interpretación que hemos dado a la secuencia FC-FL atestiguada en el hemistiquio 4b, la traducción griega esperada tendría un participio de aoristo seguido de un imperfecto. Pero el recurso a la LXX convierte esa esperanza en un fiasco, porque el traductor griego ha vertido torpemente las dos formas en cuestión de la CP como futuros griegos (y cambiando las raíces verbales respecto a las del TM).

Si me he detenido tanto en este ejemplo es porque pienso que representa un caso relativamente claro de la secuencia FC-FL de la CP, asimilable, quizás, a los que vimos reflejados en pasajes literarios (y, sobre todo, periodísticos) de nuestra lengua (secuencias ‘indefinido’-‘imperfecto’). Probablemente hay más ejemplos de esa secuencia, aunque la grafía no permita detectarlos en una gran parte de los casos. Sí es más fácil, en cambio, detectar un tipo similar de secuencia cuando el aspecto perfectivo viene representado por una forma qatal con valor de pretérito ‘puntual’ (en el sentido que damos al término en este estudio). Se trata de un tema estudiado y discutido desde antiguo. El Canto del Mar de Éx 15,1b-18 podría, quizás, prestarse a un estudio de esa yuxtaposición de CS y CPFL. Es verdad que, en muchos casos, resulta difícil dilucidar si un yiqtol que aparece detrás de un qatal (o entremezclado con formas qatal) es FL o FC arcaica sin el wa- del wayyiqtol. Pero ya vimos cómo Tropper interpretaba el [yirgåzûn] de Éx 15,14a (¡con la terminación arcaica -ûn de la FL!) como ‘imperfectivo’; y, a esa luz, podrían interpretarse posiblemente la mayoría de las formas yiqtol que aparecen en el poema.

El Canto del Mar ha sido objeto hace unos años de un minucioso examen por obra del conocido hebraísta Alviero Niccacci («Esodo 15. Esame letterario, composzione, interpretazione», en LA (SBF) 59 [2009] 9-26). En mi modesta opinión, junto a observaciones muy acertadas sobre la secuencia qtl/yqtl, aparecen otras demasiado influenciadas por los postulados de la lingüística textual. Por ejemplo, la aseveración (p.17) de que «Nel v.12 lo yiqtol è probabilmente volitivo (come poi nei vv.16-17) con valore finale, una funzione per cui nella prosa si attenderebbe una forma weyiqtol». Se refiere al [tiblåcemô] de ese versículo, colocado tras un qatal [nåṭîtå]. A continuación se señala (ibídem) que «Inveci due yiqtol dei vv.14a e 15b sono legati all'asse del passato, collocati come sono tra forme di qatal sia prima che dopo, per cui hanno funzione descrittiva e si traducono con l'imperfetto». En mi modesta opinión, no habría motivo para hacer esas sutiles distinciones. Niccacci ha taducido el célebre ‘arcaísmo’ [yekasyumû<*yekasseyūmô] del v.5a por «mentre gli abissi li ricoprivano», porque (p.15) «è un costrutto x-yiqtol che si trova in mezzo a una serie di qatal». Repito que, con todos los respetos hacia el célebre hebraísta italiano, no veo motivo para esas sutiles distinciones (que, por lo demás, están influenciadas por las consecuencias que su autor creyó deducir de la posición del yiqtol, en su artículo de 1987 en [SBF]LA 37, p.7-19).

El uso de las formas verbales en el Canto del Mar ha sido estudiado también hace unos años por Robert Shreckhise («The Problem of Finite Verb Translation in Exodus 15.1-18», en JSOT 32.3 [2008] 287-310), con afirmaciones interesantes, pero sobre las que no nos podemos detener aquí.

Por lo demás, el fenómeno de la yuxtaposición de qtl y yqtl tiene una vertiente concreta: la alternancia paralelística de las dos formas en hemistiquios contiguos, sobre todo en los Salmos. Se trata, como indicamos más arriba, de un fenómeno estudiado y discutido desde tiempo atrás, pero sobre el que tampoco podemos detenernos ahora. Se puede considerar como una variación estilística. Pero el problema está en dilucidar si existe detrás una distinta percepción de tipo ‘aspectual’. Y, en caso afirmativo (como yo personalmente pienso), de qué tipo es.

Por otra parte, está el hecho de las alternancias de formas verbales, al parecer también con variación de tipo aspectual, en otras lenguas semíticas. Ya vimos más arriba cómo Tropper (a.c., p.169 nt.59) aludía al ejemplo del acadio, en concreto con la secuencia iprus-iparras. Sin olvidar que la secuencia qtl/yqtl se ha señalado también en ugarítico y en arameo, en concreto, el del libro de Daniel. Pero tampoco podemos detenernos en ello. Sí quisiera recordar aquí, como ya lo hice hace unos años al elaborar la primera reseña del libro de Van de Sande (Torres [2010] p.355), la extrañeza que me produjo el hecho de que el (por lo demás, encomiable) investigador belga, siguiendo a F. Rosenthal, pusiera (p.212) como ejemplo de «forme préfixée courte» con m.l. el [yetûb] de Da 4,31. Es verdad que esa forma sigue a un ‘perfecto’ [niṭelet] con valor ‘perfectivo’. Pero ello no obsta para que podamos interpretarla, una vez más, como un ‘lineal’ que sigue a un ‘puntual’ (utilizando los términos en el sentido tantas veces explicado): «levanté mis ojos al cielo y mi razón volvía a mí». Me hubiera gustado poder escribir alguna reflexión sobre el uso de los ‘tiempos’ en el arameo de Daniel, teniendo en cuenta también algunas monografías sobre el tema aparecidas en fechas más o menos recientes. Pero la esperanza de poder hacerlo se va diluyendo cada vez más.

En cambio, no quisiera cerrar este artículo sin añadir una «reflexión», a la luz de lo que hemos ido exponiendo a lo largo del estudio, sobre un fenómeno que, desde hace mucho tiempo, viene constituyendo una crux interpretum. Es el tema del apartado que sigue.

2.3. La construcción con 'åz + FL de la CP

En el artículo que acabamos de citar (Niccacci [2009]), A. Niccacci nota, un poco de pasada (p.17), que en Éx 15,15 el adverbio ['åz] rige un qatal, mientras que en 15,1 rige un yiqtol, añadiendo la observación de que «il secondo costrutto è più comune ma non sembra esserci differenza tra i due», remitiéndose a la tradicional gramática de Gesenius-Kautzsch-Cowley. Efectivamente, en ella (§107c, p.314), bajo el epígrafe del uso del «imperfect in the sphere of past time», tras recordar en el §107b que el imperfecto, en esa esfera temporal, sirve «To express actions, which continued throughout a longer or shorter period», se añade, en forma de «Remark», que el imperfecto «is frequently used in this way» tras las partículas ['åz], [beṭæræm] y [cad-]. Pero se agrega la observación de que el «perfect» se usa tras 'åz «when stress is to be laid on the fact that the action has really taken place, and not upon its gradual accomplishment or duration in the past». En nota de pie de página (p.314 nt.3) se recuerda que, cuando la partícula 'åz se usa para anunciar acontecimientos futuros, entonces el imperfecto, naturalmente, tiene sentido de futuro.

Si pasamos a la Grammaire de P. Joüon (§113i, p.304), nos encontramos con la afirmación de que, con el adverbio 'åz, «cet emploi de yiqtol [es decir, “sans aucun aspect itératif ou duratif”] est ordinaire en prose; et même yiqtol est un peu plus fréquent que qatal». En nota de pie de página (p.304 nt.1) se hace la observación de que «Le yiqtol n'ayant pas le sens de l'imperfait français de simultanéité, le yiqtol avec אז n'est pas plus facile à expliquer que le yiqtol sans אז». Se añade que, en esa construcción, un mismo verbo puede aparecer en yiqtol o en qatal.

La traducción/adaptación de T. Muraoka (cito, como siempre, por su versión española) añade algunas observaciones interesantes. A la aseveración de Joüon de que el yiqtol con 'åz es común en prosa se añade la precisión de que también aparece en poesía, citando los dos casos de Sal 126,2. Se añade también que la construcción con yiqtol puede aparecer «incluso tan tardíamente como 2 Cr 21,10». Y, de la observación de que un mismo verbo puede aparecer con 'åz en yiqtol y en qatal, se saca la deducción de que «Esta circunstancia sugiere [la versión inglesa añade “probably”] que el uso pretérito de yiqtol no está condicionado por אז». Se subraya que «solo una vez encontramos una forma claramente pretérita» con 'åz, aludiendo al [yaqhel] de 1 Re 8,1, mientras que fuera de ese pasaje «se encuentra el imperfecto alargado». Pero las adiciones más interesantes aparecen en la ya citada nota de pie de página del original francés (p.304 nt.1; p.341 nt.2 de la versión inglesa y p.386 nt.19 de la traducción española). La frase ya citada respecto a la no equivalencia con el imperfecto francés de simultaneidad se convierte en «Puesto que yiqtol no tiene el sentido del imperfecto español de simultaneidad» (la versión inglesa conserva el original «the French imperfect of simultaneity»). Y, sobre todo, se añade la interesantísima observación de que «Este sintagma introduce las más de las veces un nuevo giro en la narración. Puede asignársele una fuerza ingresiva o incoativa», citando el ejemplo de Éx 15,1, traducido como «entonces Moisés comenzó a cantar» (en la versión inglesa: «there was then Moses, singing away»). Se dice también que en Jb 38,21 «puede tratarse de una extensión de este uso». La nota termina con una crítica de la opinión de R. S. Hendel («In the margins of the Hebrew Verbal System: Situation, tense, aspect, mood», en ZAH 9 [1996] 152-181, espec. pp.159-160), que analiza estos yiqtol como ‘futuros relativos’, y con una breve alusión a estudios de J. A. Hughes (1970), A. Niccacci (2002) y R. E. Longacre (1989) sobre el sistema de los tiempos hebreos, no considerados aisladamente, sino «en conexión con las partículas y unidades amplias».

El artículo de J. Tropper (Tropper [1998]) que tantas veces hemos citado dedica a este tema un breve, pero denso, subapartado (§7.3, pp.171-172) con el título «PKK nach 'āz ‘damals’ für perfektive Vergangenheit». El estudio se abre con la constatación de que «Nach dem Adverb 'āz im Sinne von ‘damals’ [para distinguirlo de su uso en contexto de futuro] wird im Hebr. entweder die SK oder ─häufiger noch─ die PK verwendet» (p.171). Y, acto seguido, se emite la aseveración de que «Beide Kategorien haben dabei pfv.-präteritale Funktion» (ibídem). Como corroboración de ese aserto se citan los pasajes de Jos 8,30 y 1 Re 11,7, con ['åz yibnæh], frente a 1 Re 9,24 ['åz bånåh]. Se insiste en que «Die zahlreichen Versuche der jüngeren Forschungsgeschichte, die PK nach 'āz als ipf. bzw. nachzetig zu interpretieren, vermögen nicht zu überzeugen» (ibídem). Entre esos «zahlreichen Versuche» se citan, además del conocidísimo manual An Introduction to Biblical Hebrew Syntax de B. K. Waltke-M. O'Connor 190), las monografías de R. Bartelmus sobre HYH (1982) y artículos de H.-P. Müller (1986) y W. von Soden (1991). También se alude en otra nota (p.171 nt.67) a la, para Tropper errónea, interpretación de R. Meyer, ya que esa interpretación «beruht auf einer verfehlten Gleichsetzung von ‘Narrativ’ und PKL» (ya aludimos a esa «verfehlten Gleichsetzung» en un apartado anterior). Se alude también al paralelismo del árabe con el uso de la «SK» tras la partícula ['id] «für pfv. SVe der Vergangenheit» aunque anotando [p.171 nt.68] que «nur ipfv. SVe nach 'id werden mit der PKL... ausgedrückt»). Y la conclusión lógica es que, cuando en hebreo aparece la CP, «es sich um die pfv. PKK und nicht um die ipfv. PKL handelt» (ibídem). A continuación, se reconoce que, en los casos en que la morfología permite distinguir las dos formas de la CP, predominan las formas ‘largas’. Pero esa dificultad se trata de resolver recurriendo al hecho de que, cuando se trata de verbos III-inf., las formas no apocopadas «nicht notwendiger Weise PKL-Belege sind». Y que, en el caso de los verbos II-inf., frente a las FL [yåšîr] de Éx 15,1 y Nú 21,17 y [yabdîl] de De 4,41, tenemos la FC [yaqhel] de 1 Re 8,1 (sobre su variante en el pasaje paralelo de 2 Cr 5,2 volveremos más adelante). Ante esta situación, la conclusión final, un tanto matizada, es que «Eine Zuordnung der yiqtol-Belege nach 'āz zur PKK-Kagorie ist vor diesem Hintergrund ─unter Vorbehalt─ vertretbar» (p.172).

En cuanto a la otra monografía que estamos siguiendo fundamentalmente, la de Van de Sande, dado el escepticismo que, como ya tuvimos ocasión de reseñar, muestra su autor respecto a la posibilidad de distinguir FL y FC por la presencia o ausencia de m.l., no extraña que considere todos los usos de la CP tras ['åz] como ejemplos de FC; FC que habría ido cediendo su puesto a la CS, a medida que esta última se imponía como forma concurrencial para expresar el aspecto perfectivo. Así parece desprenderse, por contraste, de las líneas que dedica (p.265) a apoyar la tesis de J. Tropper de que los ejemplos de CP que aparecen tras [beṭæræm] representan formas largas. Y, más especialmente, cuando, al tratar de la evolución del sistema verbal dentro del hebreo ‘antiguo’, alude a «le retrait de la forme préfixée courte indicative au profit de la forme suffixée» (p.299), citando como muestra la sustitución del esquema qatal...wayyiqtol por qatal...weqatal y también el hecho de que ['åz] seguido de «yiqtol court» sea reemplazado por ['åz] seguido de qatal. En nota de pie de página (pp.299-300 nt.3) se alude al pasaje de la gramática de Gesenius-Kautzsch-Cowley que citamos más arriba para explicar la diferencia de construcción entre 'åz+yiqtol y 'åz+qatal. Puesto que si, como señalamos arriba, en el susodicho manual ese uso de yiqtol se encuadra dentro del empleo de la forma en contexto de (acción) pasada durativa, «c'est évidemment parce qu'il n'envisage pas qu'il puisse y avoir en hébreu ancien un yiqtol court indicatif passé perfectif à côté d'un yiqtol long imprfectif». Van de Sande se remite también a la Grammaire de Joüon que, como vimos más arriba, incluye estos usos de yiqtol tras 'åz bajo el epígrafe de los usos de la forma «sans aucun aspect itératif ou duratif».

Ni Tropper ni van de Sande citan un artículo de Isaac Rabinowitz, publicado en Vetus Testamentum (34.1 [1984] 53-62), bajo el título «'Āz Followed by Imperfect Verb-Form in Preterite Contexts: A Redactional Device in Biblical Hebrew». El artículo comienza (p.53) subrayando que los «standard lexica and gammars of Biblical Hebrew» (se citan en nota el Hebrew and English Lexicon of the Old Testament de BDB, la Habräische Grammatik de G. Bergsträsser y la Grammaire de l'hébreu biblique de P. Joüon) reconocen correctamente los numerosos («many») ejemplos de ['åz] «followed by an imperfect verb-form to express a future-temporal or a logical consequence»; pero que, en cambio, según su opinión, no han interpretado correctamente la quincena de casos en que esa construcción de ['åz]+impf. «expresses neither a future nor a logical consequence, but rather a past action or happening» y que parecen «scarcely distinguishable in usage» de los más de treinta casos en que la misma partícula va seguida de un «perfect». Para nuestro autor, «in fact, however, as will here be shown, when used past-temporally 'āz followed by an imperfect is not at all the equivalent in meaning of 'āz followed by a perfect that our lexica and grammars allege it to be» (pp.53-54). Y a intentar dilucidar esa diferencia de significado se dedica todo el artículo. En forma de resumen, se adelanta (p.54) que «Temporal āz [sic]+perfect always marks a consecution in an uninterrupted narration of past actions or events». En cambio, «The imperfect verb-form is used in these instances because the action is thought of as having taken place before the completion of, hence as incomplete relative to, the actions described as completed in the preceding context». En consecuencia, «The construction is resorted to as an efficient means of causing a reader or hearer to regard the ensuing additional textual material as temporally (though not sequentially) linked to the preceding textual statements, when the writer, editor or speaker does not wish to work in and to merge such additional material with that of the preceding text as given». La conclusión es que ese uso de ['åz]+ipf. en contexto de pretérito es «a redactinal usage» (ibídem). Y, a esa luz, se estudia la quincena de ejemplo esparcidos en el TM de ['åz]+yiqtol pretérito.

Una breve reflexión nos lleva a pensar que Rabinowitz se mueve en la línea de la gramática de GKC arriba citada (y que, en cuanto he podido observar, no se cita en el artículo), sustituyendo, quizás, la terminología «gradual accomplishment or duration in the past» por la antinomia «acción completa/incompleta». Por otra parte, no se hace ninguna alusión, dentro de la CP, a la posible diferencia morfológica entre FL y FC, incluyendo el [yaqhel] de 1 Re 8,1 dentro de la lista de ‘imperfectos’, sin ninguna anotación.

Tratando ahora de aportar una consideración de tipo más personal, creo que el primer punto a abordar es precisamente el de la morfología.

Una revisión de los pasajes citados por Rabinowitz nos arroja este resultado:

1.media docena de casos morfológicamente neutros: [yedabber] (Jos 10,12); [yiqrå'] (Jos 22,11); [tåbo'nåh] (1 Re 3,16: la ausencia de m.l. no es decisiva); [yitten] (1 Re 9,11); [yeḥåleq] (1 Re 16,21); [tipšac] (2 Re 8,22).

2.tres casos morfológicamente claros de FL en verbos II-inf.: [yåšîr] (Éx 15,1); [yåšîr] (Nú 21,17); [yabdîl] (De 4,41).

3.un caso morfológicamente claro de FC en verbo II-inf.: [yaqhel] (1 R 8,1: el paralelo de 2 Cr 5,2 lo discutiremos más abajo).

4.cinco casos aparentemente claros de FL con verbos III-inf.: [yibnæh] (Jos 8,30); [yibnæh] (1 Re 11,7); [yacah] (2 Re 12,18); [yakkæh] (2 Re 15,16); [yacah] (2 Re 16,5).

En mi modesta opinión, el hilo conductor para tratar de desenmarañar este complicado problema quizás pudiera partir de los casos incluidos en los apartados 2) y 3). Más arriba me atreví a insinuar que, a diferencia de lo que ocurría con los verbos III-inf., en los verbos II-inf. la presencia/ausencia de m.l., al menos en la 3ªsg.m./f., puede ser un indicio de la presencia de la FL frente a la FC. Ya tuvimos ocasión de recordar más arriba, al comentar el artículo de Y. Bloch, que la única excepción clara (en la 3ªsg.) es el [wayyåbî'] de Ne 8,2, en un texto ‘tardío’ y, por consiguiente, en una época en que se acentuaba la tendencia a usar las m.l. en interior de palabra y, por otra parte, se había desdibujado la diferencia semántica/funcional entre la FL y la FC.

Y también tuvimos ocasión de recordar la sugerencia de la gramática de Joüon/Muraoka (§113i; p.386 nt.19) de que al ['åz yåšîr] de Éx 15,1 pueda asignársele «una fuerza ingresiva o incoativa» y traducirlo como «entonces Moisés comenzó a cantar». A ese mismo resultado nos habíamos acercado nosotros por otro camino. Como se recordará, en un apartado anterior de este artículo tratamos de hacer, sin entrar en análisis muy rigurosos, un amago de clasificación de los usos entremezclados del ‘perfecto simple’ de nuestra lengua (yo, personalmente, como ya indiqué, prefiero el término tradicional ‘indefinido’, traducción del aoristo del griego) y el ‘imperfecto’. Uso que, por lo demás, en este momento parece un tanto anárquico en los medios de comunicación y con una tendencia (para mi sensibilidad lingüística) algo exagerada al uso del imperfecto. En aquel esbozo de clasificación distinguimos dos tipos fundamentales: 1) En el primero se enunciaba, de manera global, con un ‘indefinido’ un conjunto de acontecimientos, que luego se iba desgranando, de manera descriptiva, con una serie paralela de acontecimientos parciales, a base de imperfectos. 2) En el segundo, después de enunciar un acontecimiento (o una serie de acontecimientos) con un ‘indefinido’ de tipo puntual, se continuaba con un imperfecto (o una serie de ellos) que describía, de manera directa y plástica una acción o acciones sucesivas en el tiempo. El ejemplo que cité en la segunda parte de esta serie de artículos (Torres [2011] p.291) pertenecía al primer modelo: la periodista enunciaba, en indefinido, una serie de acontecimientos globales («golpearon», «se desarrolló») y explicitaba estos acontecimientos a base de imperfectos («se registraban», «dejaban», «fallecía», «empezaban», «impactaba», «era alcanzado»). Al segundo tipo, como ya indiqué allí, pertenecían algunos de los ejemplos de ‘imperfecto narrativo’ que cita la Nueva gramática de la lengua española de la RAE (opus fusius: §23.12p, pp.1760-1761). Elijo uno como modelo (p.1760; la cursiva es mía): «Un día, el 7 de febrero de 1979, al tratar de ascender a un ómnibus, doña Corina resbaló y cayó al pavimento. Instantes después moría».

Pero, en aquel mismo apartado, aludimos a una tercera posibilidad, al parecer inexistente en nuestra lengua: aquella en que una acción comienza en un punto concreto, expresado normalmente por una forma verbal de tipo ‘puntual’ o ‘perfectivo’, y se continúa con una forma ‘lineal’. Allí recordamos que esa construcción sí se documenta claramente en griego; en concreto, en el griego del NT. Citamos el detenido estudio que a este fenómeno dedicaron Juan Mateos y Miguel Alepuz (siguiendo a A. T. Robertson) en un amplio artículo publicado en 1977 bajo el título «El imperfecto sucesivo en el Nuevo Testamento» (Mateos/Alepuz [1977]). Como ejemplo, recordamos el caso de Hech 7,58, donde, tras una serie de aoristos (de indicativo y de participio), aparece el imperfecto [elithobóloun], que las biblias españolas suelen traducir con perífrasis del tipo «se pusieron a apedrear». Utilizando una comparación de tipo visual, podríamos decir que, si, en lo que hemos llamado modelo 2), la imagen gráfica podría ser un punto (o una ‘línea enrollada sobre sí misma’) que representaría la acción o el proceso indicado por la forma verbal de tipo ‘aorístico’, seguida, en paralelo, por una línea de puntos, representativa del desarrollo lineal propio de una forma verbal de tipo imperfectivo, en este modelo 3), el punto de tipo perfectivo-aorístico representaría el arranque del desarrollo lineal expresado por el imperfectivo.

En nuestra lengua, en este tercer modelo, el imperfecto original no puede traducirse por nuestro imperfecto, sino por una perífrasis de tipo ‘incoativo’ (es lo que sugería la explicación de Muraoka y, como recordamos en la introducción de esta última sección, algunas gramáticas de griego neotestamentario denominan a este tipo de imperfecto «imperfecto ingresivo o incoativo»), en forma verbal ‘aorística’ («se pusieron a...»), que representaría el arranque de la acción, seguido por un infinitivo que, aunque de suyo neutro en relación al aspecto, se adapta mejor para expresar la ‘linealidad’ del resto de la acción («apedrear», en el ejemplo citado de Hech 7,58).

Me llamó la atención un punto concreto del citado estudio de Mateos/Alepuz (pp.69-70) en que se nos dice que «Cuando el imperfecto constituye un eslabón de la cadena narrativa, denotando tiempo absoluto, y expresa, por tanto, la aparición de un nuevo suceso, su aspecto durativo adquiere una connotación [la cursiva es mía] incoativa»; y se explicita que «la novedad del suceso denotado [cursiva mía] puede estar indicada de diversos modos». Esos «diversos modos» son «a) por la mera sucesión narrativa»; «b) por una indicación temporal»; y »c) por estar precedido de una forma verbal puntual, ordinariamente un aoristo..., a veces un presente histórico». Nos interesan aquí especialmente las construcciones recogidas en el apartado b), y, en concreto, una cita de Hech 9,20: (me permito transcribir, para evitar problemas de conversión de programas; las vocales largas se marcan con [:]) [kaì euthéo:s en taîs sunago:gaîs ekérussen]. Frase que nuestros autores traducen como «e, inmediatamente, se puso a predicar en las sinagogas». Y es que esa construcción creo que nos podría servir para tratar de interpretar, en concreto, el ['åz yåšîr] de Ex 15,1. El adverbio ['åz] puede servir para indicar un lapso temporal, dentro del cual se produce un suceso; suceso que se expresa, de forma globalizada, con un qatal (o una FC de CP) de tipo perfectivo. Para el caso del verbo [š-y-r], no he encontrado ningún ejemplo. Pero puede indicar también el punto temporal a partir del cual se desarrolla una acción; y creo que esto último es lo que tenemos en Éx 15,1. Cambiando el número del verbo, por razones obvias, y en paralelo con la indicación de T. Muraoka/M. Pérez Fernández, podríamos traducir: «Entonces Moisés y los hijos de Israel se pusieron a cantar este cántico a YHWH».

En la introducción de la cita de Mateos/Alepuz arriba reproducida me permití subrayar los términos ‘connotación’ y ‘denotación’. Y es que nuestros autores, muy acertadamente en mi opinión, al comentar un texto de B. G. Mandilaras (en The Verb in the Greek Non-Literary Papyri [1973]), enuncian esta afirmación: «Precisamente por tratarse de un imperfecto sucesivo, denota la duración y connota el comienzo de la acción. Es al mismo tiempo incoativo y durativo». Aduzco la cita porque creo que es aclarativa de la aparente contradicción que supone el hecho de que una forma verbal que, a nivel denotativo, tiene un valor aspectual de tipo imperfectivo/lineal (siempre en el sentido que venimos dando al término), puede incluir también, a nivel connotativo, un elemento de tipo ingresivo/incoativo con valor fundamentalmente perfectivo/puntual. Como indicamos más arriba, la perífrasis española ‘«se pusieron a» + infinitivo’ expresa los dos elementos.

El caso paralelo de Nú 21,17 creo que puede traducirse de la misma manera: «se puso a cantar».

Habría que destacar, como ya insinuamos arriba, que el verbo [š-y-r] apenas se emplea en qatal, y, en todo caso, nunca con ['åz]. En cuanto a la FC de la CP, el ejemplo más claro quizás sea el [wattåšar debôråh] de Ju 5,1, que introduce el «Canto de Débora». Ahí se ha empleado la construcción con wayyiqtol. En este caso no tenemos el adverbio ['åz]. No sería posible colocarlo delante del wayyiqtol. La determinación temporal aparece en la expresión [bayyôm hahû']. Pero el problema se plantearía quizás a la hora de determinar si se trata de una delimitación temporal (el lapso de tiempo dentro del cual se desarrolla la acción de cantar) o de un mero anclaje (el momento en que empieza a desarrollarse la acción de cantar). En esta segunda interpretación, el sentido del verbo sería también ‘incoativo’; con el detalle de que ese sema de ‘incoatividad’ ha pasado del plano connotativo al denotativo, dejando a la sombra el de ‘desarrollo de la acción’. De ahí, el uso de la FC en lugar de la FL. Es quizás lo que han intentado expresar algunas traducciones españolas (C-I, BJ, SB-CEE...) al traducir por «entonó/entonaron (este) cántico».

En cuanto al tercer ejemplo de verbo II-inf. morfológicamente largo con ['åz], el ['åz yabdîl] de De 4,41, creo que le podríamos aplicar una interpretación parecida a la de los dos ['åz yåšîr] que acabamos de analizar. Y traducir, en consecuencia: «Entonces Moisés procedió a separar tres ciudades...». Es decir, utilizar también una perífrasis verbal que connota el aspecto puntual/incoativo, aunque denote propiamente el aspecto lineal de desarrollo de la acción.

En cambio, y con todas las reservas que supone interpretar un ejemplo aislado por el simple hecho de la ausencia de la m.l., yo diría que el ['åz yaqhel] de 1 Re 8,1 representa realmente una FC de CP con ['åz]: «Entonces [=dentro de aquel lapso de tiempo] convocó Salomón a los ancianos de Israel». Es verdad que el paralelo de 2 Cr 5,2 presenta el ketib [yqhyl]. En mi modesto entender, se trata de una ultracorrección del ‘Cronista’ (prescindiendo del enojoso tema de la fecha de redacción de la obra y de si bajo esa etiqueta se oculta un ‘autor’, un ‘redactor’ o, en este caso, simplemente un ‘copista’). En todo caso, ese personaje (o personajes) conocía ya probablemente no solo su posible modelo de Sam/Re, sino también una versión más o menos amplia de la Torá. Sabía posiblemente que en los dos casos similares de construcciones con ['åz] aparecía la m.l., y se creyó obligado a añadirla aquí. Los masoretas respetaron el texto consonántico; pero vocalizaron de acuerdo con 1 Re 8,1, indicando en la masora marginal el consabido ytyr y.

Si para los casos de ['åz] seguido de verbos II-inf. me he atrevido a sugerir una interpretación basada en el respeto al TM, en el caso de los verbos III-inf. la situación creo que es distinta. Ya vimos en la sección anterior de esta cuarta parte que parece claro el sentido perfectivo de construcciones del tipo [wayyibnæh], incluso en 3ªp.sg.; aunque, eso sí, circunscritas fundamentalmente a la trilogía Re-Je-Ez. Y me atreví a insinuar una explicación basada en la coexistencia, en las construcciones con la FC de la CP sin morfema funcional añadido, de una base primitiva bilítera que habría producido la forma [yíbæn<*yibn] y otra triliterizada por analogía con las otras personas [yibnæh<*yibnay], coincidente con la FL [yibnæh<*yibnay<*yibnayu], aunque quizás con cambio en la posición del acento. De hecho, de los cinco casos documentados del modelo ['åz yibnæh], cuatro proceden de Re. Por otro lado, habría que notar la ausencia total (tampoco demasiado notable en un corpus tan reducido) de ejemplo alguno del modelo ['åz yíbæn]. La solución podría venir a través de un análisis pormenorizado de cada caso. Rabinowitz lo intentó en el artículo antes citado; pero, a mi modesto entender, con unos presupuestos no demasiado bien orientados. Alguna luz podría arrojar quizás el análisis comparado de construcciones similares con ['åz yibnæh] y ['åz bånåh] (ejemplos en Joüon/Muraoka §113i, p.386 de la versión española). En el caso de 1 Re 9,24 [bånåh] y 1 Re 11,7 [yibnæh], el [bånåh] del primer pasaje (que viene detrás de dos verbos en qatal: [cåleh] y otro [bånåh], ambos con sentido de anterioridad a otra acción) parece tener un claro sentido perfectivo: «precisamente en ese momento edificó». El [yibnæh] del segundo pasaje queda ambiguo: «entonces edificó» o «entonces se puso a edificar». En los otros casos, el qatal se da en Jos y Sam, mientras que el yiqtol aparece en Re: Jos 10,33 [cålåh]// 2 Re 12,18 y 16,5 [yacah]; 2 Sam 21,18 [hikkåh]//2 Re 15,16 [yakkæh]. A la luz de estos paralelos, quizás habría que aceptar que la balanza se inclina ligeramente a favor de que construcciones del tipo ['åz + yiqtol] en Re sean ejemplos de forma corta de CP aparentemente larga desde el punto de vista morfológico. En cambio, el ['åz yibnæh] de Jos 8,30 quizás sí se podría interpretar como «Entonces pasó Josué a edificar un altar a YHWH, dios de Israel en el monte Ebal». A favor de esta interpretación podría aducirse el ['åz yabdîl] de De 4,41 (fuera, por consiguiente, de la tríada Re-Je-Ez). Mientras que, a favor de una interpretación como FC del ['åz yibnæh] de 1 Re 11,7, podría estar el ['åz yaqhel] de 1 Re 8,1. Pero, en todo caso, se trata de meros ‘indicios’.

En cambio, sí quisiera detenerme un momento, a la luz de lo que acabamos de exponer, en dos casos en que, una vez más, el ketib del TM parece representar una FL, mientras que el sentido de la construcción verbal es aparentemente perfectivo.

En el artículo de Y. Bloch, arriba profusamente citado, encontramos, al final del apartado en que se estudian los verbos II-w/y (p.152), un párrafo dedicado a dos casos en que los masoretas han corregido un ketib con FL a base de eliminar la m.l. Se trata del [wtlwš] de 2 Sam 13,8 y el [wyšwb] de Ez 18,28.

Prescindo provisionalmente del pasaje de Ez, entre otras cosas, porque quizás no esté clara la esfera temporal en que se mueve ese versículo concreto y la concatenación de las construcciones con (way)yiqtol. En cambio, el caso de 2 Sam 13,8 sí creo que merece una consideración especial, a la luz de lo que hemos tratado de estudiar más arriba.

Recordemos, ante todo, que la forma verbal se encuentra incrustada en una cadena de formas wayyiqtol que expresan las acciones realizadas por Tamar para dar gusto a su hermanastro Amnón. Sigo la traducción de la Sagrada Biblia de Cantera-Iglesias: «Marchó [wattélæk], pues, Tamar a casa de su hermano 'Amnón... Ella cogió [wattiqqaḥ] la masa, la hiñó [wtlwš], preparó [wattelabbeb] los pastelillos a la vista de aquél y los puso a freír [wattebaššel]».

Los dos primeros verbos en wayyiqtol ([wattélæk] y [watiqqaḥ]) no plantean problemas. La interrogante está en la forma [wtlwš]. Si se respeta el ketib, la vocalización normal sería [wetålûš]; es decir, una construcción de tipo weyiqtol con FL y sentido imperfectivo. Recordemos que en un apartado anterior tuvimos ocasión de analizar el [wyṣwm] de 1 Re 21,27, puntuado por los masoretas como un [wayyaṣôm] pausal, pero que nosotros nos atrevimos a insinuar que se trataba de un [weyåṣûm] imperfectivo coordinado (una vez desplazado el 'atnaḥ) con el [wyškb] y el [wyhlk] que siguen y que se interpretarían también como ejemplos de weyiqtol con valor de pretéritos iterativos. En el caso que nos ocupa ahora de 2 Sam 13,8, los masoretas han preferido corregir el texto poniendo en la masora marginal wtlš como qeré (lectura seguida, según la BHS, por muchos mss.). Pero el problema está en si, a la luz de la interpretación que sugerimos anteriormente para el ['åz yåšîr] de Éx 15,1, no podríamos, quizás, mantener el ketib. La traducción del verbo [l-w-š] plantea algún problema, derivado de la dificultad de especificar su sentido concreto. En Gén 18,6 y 1 Sam 28,24 el objeto del verbo es el sustantivo [qæmaḥ], ‘harina’, con lo que el significado de [l-w-š] parece ser simplemente ‘amasar’. Pero en Je 7,18; Os 7,4 y en nuestro pasaje de 2 Sam 13,8, el objeto es [båṣeq], que, de acuerdo con Éx 12,34 y 39, se aplica a la harina ya convertida en masa, pero aún no fermentada ni cocida. La biblia de C-I, como hemos visto un poco más arriba, traduce el verbo por el tecnicismo «heñir». También el Diccionario Bíblico Hebreo-Español de Luis Alonso Schökel (Madrid 1994) traduce el verbo [l-w-š] como «Amasar, heñir, fedegar»; significados que aparecen, igualmente, en el Diccionario Hebreo-Español de Judit Targarona Borrás (Barcelona 1995). Tengo que reconocer que, dada mi poca experiencia en ese campo, el significado del tecnicismo ‘heñir’ es algo que no acabo de identificar exactamente. La definición del DRAE «sobar con los puños la masa, especialmente la del pan» no resulta demasiado clarificadora. Tampoco una rápida consulta al buscador de Internet Google me acaba de identificar el significado exacto, y, en concreto, si, como se podría esperar de su etimología (latín fingere, ‘dar forma’, ‘moldear’) se refiere a la labor de ir convirtiendo la harina ya amasada en piezas de una determinada forma, destinadas a su posterior cocción o freidura. En todo caso, este último significado es el que parece encajar mejor en el contexto de nuestro pasaje, ya que el verbo [wtlwš] va seguido de [wtlbb] que, con toda probabilidad, parece ser un verbo denominativo (en picel), derivado del sustantivo [leb/lebåb], «corazón», y se suele interpretar que se refiere a la acción de convertir la masa en piezas con forma de corazón. Aunque [wtlbb] es neutro desde el punto de vista morfológico, la m.l. del ketib [wtlwš] podría indicar que nos encontramos ante la FL de la CP con valor de ‘imperfecto sucesivo’. Los dos verbos contiguos formarían una especie de hendíadis que podríamos traducir como: «fue hiñendo [la masa] y convirtiéndola en “corazones”». El verbo que sigue [wtbšl], también neutro desde el punto de vista morfológico, podría tener el mismo sentido de imperfecto sucesivo. Nótese que la Biblia de C-I, como acabamos de ver, traduce espontáneamente por «y los puso a freír». En resumen, en este pasaje de 2 Sam 13,8ss podríamos tener un nuevo caso en que la interpretación a base de imperfecto sucesivo, tomada por analogía con el griego (neotestamentario), ayudaría a respetar un ketib del TM, malinterpretado por los masoretas.

* * *

El otro fenómeno que quisiera estudiar aquí guarda relación con el uso de la terminación [-ûn] de la 2ªm.pl. y 3ªm.pl. No es necesario que recordemos de nuevo que esa terminación en [-n] es el resto de la partícula [-na] añadida a esas personas del plural en la FL de la CP: [y/ta-qtul-û-na] frente al simple [y/ta-qtul-û] de la FC. Ni tampoco hace falta recordar que esa [-n] fue perdiendo su sentido diferenciador, hasta convertirse en un nun paragogicum, que unas veces aparece y otras no, sin que su ausencia signifique necesariamente que estamos ante la FC. El fenómeno ha sido estudiado desde antiguo, y no es el momento de repasar la extensa bibliografía que existe sobre el tema.

Pero en lo que parecen estar de acuerdo los autores, al menos los más recientes, es en que, si bien la ausencia de [-n] no significa necesariamente que nos encontremos ante una FC, en cambio su presencia significa que estamos ante la FL. Con ese postulado por delante, es evidente que una construcción del tipo [wayyiqṭelûn] tiene que ser rechazada como espúrea y propia de un estadio ‘tardío’ de la lengua, donde se ha perdido ya el sentido de lo que es el wayyiqtol. Aunque A. Van de Sande trató de salvar el problema al decir, dentro de una sección en que se trataban de detectar FL de CP mal puntuadas como wayyiqtol por los masoretas, que «Dans certains cas le caractère duratif ou répété de l'action est plus difficile à rendre en français», pero con la salvedad de que «on peut néanmoins le déceler dans les exemples suivants, ou les wayyiqtol sont également des formes préfixées longues imperfectives coordonnées», citando el [wattiqrebûn] de De 1,22; 4,11 y 5,23; el [wayerîbûn] de Ju 8,1 y el [watteśîmûn] de Ez 44,8 (p.269), en cambio, el tantas veces citado artículo de Y. Bloch, como ya tuvimos ocasión de ver, es radical en este punto, al afirmar que «sometimes the suffix -ûn was mistakenly appended to perfective wayyiqṭol constructions, already by biblical authors working in the Iron Age» (p.168). Reconozco que, cuando por primera vez reproduje esa frase del investigador israelí, estaba de acuerdo con el «mistakenly». Pero en aquel mismo momento vino a mi mente la posibilidad de que, una vez más, nos encontremos ante una variedad de 'imperfecto sucesivo' (por conservar la etiqueta de Mateos/Alepuz). Es decir, de un imperfecto que indica una acción que se va desarrollando en forma de una 'línea' que arranca de un determinado punto temporal. La traducción española (además de la que hemos utilizado a base de «se puso/pusieron a» + infinitivo) sería en algunos casos (ya lo hemos hecho ocasionalmente en los esquemas tratados previamente) a base una construcción con el 'indefinido' del verbo ir, utilizado como auxiliar, y el gerundio del verbo 'principal'. Así, el [wtqrbwn] de De 1,22; 4,11 y 5,20 se podría traducir por «os fuisteis acercando»; el [wtcmdwn] de De 4,11, igualmente, por «os fuisteis poniendo/quedando de pie»; el [wyrybwn] de Ju 8,1 como «se pusieron/empezaron a litigar»; el [wyḥnwn] de Ju 11,18 por «y fueron erigiendo/se pusieron a erigir su campamento». El [wy'tywn] de Is 41,5 merece una atención especial: hay que notar la presencia del esquema qatal-(we)yiqtol (FL). La traducción que sugiero es esta (respetando en este caso parcialmente la vocalización masorética): «Lo vieron las islas y se llenaban de temor; los extremos de la tierra(, y) temblaban; se acercaron y llegaban». En cuanto al [wtśymwn] de Ez 44,8, por el carácter especial de la lengua de este libro, el pasaje podría quedar, de momento, fuera de consideración. Y también el pasaje de Am 6,3, por su dificultad de interpretación; aunque sospecho que podría ser paralelo al caso del [wtqrbwn] de los versículos citados de De.

* * *

Y aquí doy por terminadas estas «Reflexiones». En el manuscrito original (fechado a 25-06-2012) había apostillado «por ahora». Y es que contaba con la posibilidad de retomarlas y completarlas en alguna ocasión. Cuatro años después, esa posibilidad parece desvanecerse, y estas últimas líneas adquieren un cierto tinte de despedida.

Y espero que, en ese ambiente de despedida, se me permita, por un momento, expresar mis sentimientos personales. Y así, y sin ánimo alguno de romper los límites que impone el carácter aconfesional de esta revista y del departamento universitario al que pertenece (cosa que, como bien saben mis antiguos alumnos y compañeros de docencia, he procurado evitar siempre escrupulosamente), quisiera terminar estas líneas citando unas palabras de Sta. Teresa de Lisieux que aparecían reproducidas tras la portada de mi viejo ejemplar de la Analysis Philologica Novi Testamenti Graeci del que fuera mi profesor en el P.I.B de Roma, el P. Max Zerwick S.I. Palabras que en gran parte han guiado mi labor de estudio e investigación: «Si j'avais été prêtre, j'aurais étudié l'hébreu et le grec afin de pouvoir lire la parole de Dieu tel qu'il daigna l'exprimer dans le langage humain».

* * *

Como colofón a esta serie de artículos, quisiera añadir unas brevísimas líneas de acknowledgments. En primer lugar, al equipo de dirección de MEAH, y, de una manera especialísima, a su antiguo secretario de redacción, el Prof. José Martínez Delgado, sin cuya generosa y desinteresada colaboración no hubiera sido posible publicarlos. Tampoco puedo olvidar la preciosa ayuda prestada por el personal de la Facultad de Teología, y, en concreto, por su encargado de mantenimiento, D. Francisco José Ferrer Castillo, que generosamente supo sacarme del atasco, en concreto, una aciaga mañana otoñal, todavía casi en los comienzos del proceso de informatización del manuscrito original, cuando mi ordenador, cansado de mi impericia, se negó a seguir trabajando; y que siguió siempre al quite para «desfazer los entuertos» que mi torpeza seguía cometiendo.

Y, aunque ya he entregado a la redacción de MEAH unas líneas con mis recuerdos personales de la interesada, no puedo olvidar aquí a la que fue una de mis primeras alumnas en la Universidad, y después compañera de dichas y desdichas en la docencia, la profesora Mª Encarnación Varela, fallecida hace unos meses, y añadir un «¡Hasta siempre, Encarna!»

(Granada, 29-11-2016)

3. Abreviaturas

CP=Conjugación a base de prefijos (yiqṭol)

CS=Conjugación a base de sufijos (qaṭal[a])

FC=Forma corta de la CP (*yaqtul>[way]yiqṭol)

FL=Forma larga de la CP (*yaqtulu>yiqṭol)

m.l.=mater lectionis.

4. Versiones españolas de la Biblia más citadas

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CEE=Sagrada Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española, 2010, Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos.

C-I=Cantera Burgos, Francisco/Iglesias González, Manuel, Sagrada Biblia, 19792, Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos.

NBE=Alonso Schökel, Luis/Mateos, Juan, Nueva Biblia Española, 1975, Madrid: Ediciones Cristiandad.

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