Javier Cercas y las paradojas del género policial
Javier Cercas and the Paradoxes of Crime Novels
Roberto Ferro
Universidad
de Buenos Aires, profesorferro@gmail.com,
ORCID: 0000-0003-2448-1761
[Cercas, Javier. Terra Alta, Barcelona, Planeta, 2019.]
Javier
Cercas fue galardonado con el premio Planeta 2019 por su novela Terra Alta; la trama narrativa y los
personajes reenvían al género policial. A partir de la idea que el lector de
policiales es siempre, en mayor o menor medida, un experto que pone a prueba
frente a cada nuevo relato un saber configurado por la biblioteca y ante la
reciente producción narrativa del género policial en Europa e Hispanoamérica,
esta reseña da cuenta de la paradoja de haber premiado una novela de autor
consagrado que no supera las exigencias de un buen taller literario para
principiantes.
Palabras clave: Javier Cercas; género policial; premios
literarios.
Starting from the idea that the reader of crime
novels is always, to a greater or lesser extent, an expert who tests each new
story knowledge configured by the library and in from of the recent narrative
production of crime novels in Europe and Hispanic America, this review shows
the paradox of having rewarded a novel of consecrated author who does not
exceed the requirements of a good literary workshop for beginners.
Keywords: Javier Cercas; crime novels;
literature awards.
Tengo gran aprecio por algunas de las
obras de Javier Cercas como Soldados de
Salamina, Anatomía de un instante, El impostor, entre otras, de ahí que
ante el anuncio de que había abordado el género policial me dispuse a su
lectura a partir de ese horizonte de expectativas.
El
brutal asesinato de una pareja de ancianos, dueños de una empresa gráfica que
ha extendido sus negocios a varios países, en una localidad cercana a
Barcelona, es el punto de partida de la novela de Javier Cercas, galardonada, como reza en su portada, con el Premio Planeta
2019. Los
Adell eran los "dueños del pueblo" que da nombre al libro, la gran
mayoría de sus habitantes depende de ellos y en sintonía los aman y los odian.
Al
terminar su lectura me asedió un primer interrogante:
¿Los miembros del jurado que le
concedió el premio, Alberto Blecua, Fernando Delgado, Juan Eslava Galán, Pere
Gimferrer, Carmen Posadas, Rosa Regàs y Belén López
Celada, habían leído la novela?
Para
responder me impuse un pequeño rodeo:
Dado que
el lector de policiales es siempre, en mayor o menor medida, un experto que
pone a prueba frente a cada nuevo relato un saber configurado por la biblioteca
del género. La intuición, la capacidad de razonamiento y la audacia imaginativa
con que elige su recorrido en la indagación que cada caso le propone, agregan
al placer de la lectura, la tensión del desafío. El enigma, la simulación, el
suspenso, las dilaciones, el secreto responden a un régimen de reglas de juego
que el lector y el texto comparten. Por lo tanto, los componentes distintivos
del género están marcados por un alto grado de permanencia y estabilidad, que
asegura el reconocimiento de los lectores, centrando la variación en el talento
del escritor para producir una combinación sorprendente.
Tomando como referencia solo algunos de los
autores más reconocidos del género policial en los últimos años, las novelas de
Henning Mankell, Andrea Camillieri, Fred Vargas, Leonardo Padura, y los
protagonistas de sus historias, Wallander, Montalbano, Adamsberg, y Conde;
incluso yendo un poco más atrás, a la saga de Pepe Carvalho de Manuel Vázquez
Montalbán, es decir a una selección muy próxima, pienso que esa duda es válida
porque ¿cómo premiar esta novela a la que se le nota el apresuramiento y los costurones
por todos lados?
Los
personajes de la novela de Cercas son tan rígidos que compararlos con maniquíes
sería hiperbólico; el yerno de las víctimas candidato a culpable número uno
cumple con su cometido rompiendo una de las reglas más habituales del género:
el presunto culpable al comienzo será un seguro inocente al final; Grau el
gerente es un compendio de frialdad y cálculo, los compañeros de protagonista
no se apartan de lo previsible. En cuando a Melchor Marín toda su composición
reenvía a otra consigna de taller literario: los estereotipos pueden servir de
punto de partida no de llegada.
Vuelvo a
los miembros del jurado para recordar que Petros Márkaris, otro notable escritor de policiales ha dicho que Kostas Jaritos, un decepcionado policía ateniense lo
habilita para hacer una representación crítica; en tanto lector de policiales
la biblioteca asedia mi lectura, cómo digerir, entonces, la suma pesada de
clichés que componen al protagonista, hijo de una prostituta asesinada,
delincuente en su juventud que se convierte en policía con la ayuda de Domingo
Vivales, un abogado que asume el rol de una suerte de tutor muy cercano al Pepe
Grillo del Pinocho de Disney.
Me serviré de otro rodeo
para sostener mi argumentación. En el género policial la tensión entre el
crimen/enigma y la investigación/develamiento se vinculan en la instancia de un
juego, por lo tanto de un conjunto reglado de
codificaciones; la configuración genérica es reconocible porque es portadora
tanto de un alto grado de redundancia como de variantes de desorden entrópico,
lo que le otorga a la resolución del enigma planteado un amplio margen de
incertidumbre, por la aleatoriedad de las series en las que puede derivarse.
De lo que desprendo otro
interrogante, ¿Javier Cercas se olvidó de sus ideas acerca de la ambigüedad al
escribir Terra Alta? Porque en
su ensayo El punto ciego busca esos espacios de ambigüedad en las
grandes obras a partir de los que se despliegan la diseminación de sentidos,
contradictoriamente en su novela todo es literal, no hay indirectas ni
enmascaramientos; el lector a poco de aparecer en el relato Salom, el compañero de Melchor, es puesto al corriente de
una serie de indicios que lo hacen cómplice del yerno de las víctimas; si no
hay variaciones con el responsable de los crímenes tampoco lo habrá con Salom, no hay incertidumbre ni sorpresa: la verdad no está
a final de la espera, está mucho antes. En la última parte de la novela a pesar
de que la trama ha expuesto sus entretelas, Cercas recurre a un deus ex machina, esto es literal, el
mafioso mexicano que colabora con Melchor Marín aparece como traído por una
grúa mecánica a la historia de igual modo que en el teatro griego.
Tampoco ha habido cuidado
en detalles muy gruesos, por ejemplo, en la página 117 se dice: “Fue a mediados
de 2017…”, en relación con la búsqueda que hace de los asesinos de su madre en
Barcelona, pero en la página 146 dice: “aunque no nació en Terra Alta, lleva
cuatro años viviendo allí…”, las alusiones al referéndum independentista en
Cataluña y otras evidencias sitúan la novela en el presente de la edición, no
en el 2021. Asimismo, la escena en la cárcel en la que asiste un escritor que
es puesto en ridículo por un preso, llamado “casualmente” el Francés
que le sugiere al protagonista que lea “casualmente” Los miserables, lleva el registro cursi a grado insoportable,
porque satura toda alternativa de significación.
Así arribo al último
interrogante: ¿no habrá que cambiar de carátula del crimen en el que se centra
esta novela?
Se me ocurren dos
respuestas, la primera es que de homicidios se debería pasar a defraudaciones y
estafas. Aquí las víctimas no son los Adell, sino los lectores
La otra se vincula con un
aforismo que alguna vez profirió un personaje de la escena política argentina,
muy vinculado a los asuntos policiales fuera de la literatura, Alfredo Yabrán
dijo “El poder es tener impunidad”, lo que quizás responde al primer interrogante
acerca de la duda de si los jurados habían leído Terra Alta. Dicho en relación con la editorial y sus apócrifos.
Bibliografía
Cercas, Javier. Terra Alta, Barcelona, Planeta, 2019.
———, Javier. El punto ciego, Random
House. Barcelona, 2016.
Citation: Ferro,
Roberto, “Javier
Cercas y las paradojas del género policial”, Revista Letral, n.º 24, 2020, pp. 286-289. ISSN 1989-3302.
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