Los primeros acercamientos de Mariano Baquero al perspectivismo novelesco. Influencias críticas y lecturas literarias[1]

Mariano Baquero’s First Contact with Narrative Perspectivism. Critical Influences and Literature Readings

 

Patricia López Ruiz

Universidad de Murcia

 

patriciateresa.lopez@um.es

https://orcid.org/0000-0003-1598-0446

Recibido: 13/12/2024

Aceptado: 19/04/2025

https://doi.org/10.30827/impossibilia.292024.31710

 

Resumen

Desde los inicios de su trayectoria investigadora, los estudios de Mariano Baquero Goyanes sobre la novela se caracterizaron por un especial interés por el análisis de las categorías narrativas. De todas ellas, a lo largo de sus estudios, le mereció especial atención el perspectivismo narrativo. Son numerosos los investigadores que han destacado la labor pionera en el ámbito literario que supusieron sus aproximaciones a dicha noción. Teniendo en cuenta la relevancia que esta categoría presenta dentro de sus estudios, este trabajo pretende realizar una revisión de sus primeros acercamientos a este concepto, haciendo especial hincapié en las influencias críticas y las lecturas literarias que contribuyeron a la elaboración de su pensamiento.  El período temporal que abarca va desde 1950, cuando realiza su primera mención a la noción de perspectivismo literario, hasta 1961, año en que publica una monografía que supone una exposición muy sintética de lo que para él era una novela.

 

Palabras clave: Mariano Baquero, Novela, Perspectivismo, Lecturas, Influencias.

 

Abstract

From the beginning of his research career, Mariano Baquero Goyanes' studies on the novel were characterised by a special interest in the analysis of narrative categories. Of all of them, throughout his studies, he paid special attention to narrative perspectivism. There are numerous researchers who have highlighted the pioneering work in the literary field that their approaches to this notion entailed. Taking into account the relevance that this category presents within his studies, this paper aims to review his first approaches to this concept, with special emphasis on the critical influences and literary readings that contributed to the elaboration of his thought. The time period it covers goes from 1950, when he makes his first mention of the notion of literary perspectivism, to 1961, the year in which he publishes a monograph that is a very synthetic exposition of what for him was a novel.

 

Keywords: Mariano Baquero, Novel, Perspectivism, Readings, Influences.

 

Introducción

La categoría del perspectivismo literario está presente a lo largo de toda la producción de Mariano Baquero.[2] Si bien tal vez sean sus obras Perspectivismo y contraste (de Cadalso a Pérez de Ayala) (1963) y Temas, formas y tonos literarios (1972) las que de modo más significativo han recogido sus principales aportaciones sobre este concepto, su aproximación a la categoría del perspectivismo data de fechas más tempranas. Baquero Escudero ha señalado, concretamente, su trabajo “La novela y sus técnicas” (1950) como el primero en incorporar este concepto (Baquero Escudero, 2020). Dentro del marco de los estudios narrativos, esta fecha resulta realmente prematura. Sobre todo, si tenemos en cuenta que todavía faltaban décadas para que naciese la narratología como rama de los estudios dedicada al análisis de textos narrativos y gran parte de la crítica literaria estaba enfocando sus trabajos hacia la definición de la naturaleza del lenguaje literario.

Hay, por tanto, que entender su interés por esta categoría dentro de la importancia que el perspectivismo presenta durante principios del siglo xx como noción vinculada a las ideas filosóficas del relativismo. Particularmente, en España, destaca la labor desempeñada por Ortega y Gasset, cuyo pensamiento sobre el perspectivismo conformó la principal base desde la que Mariano Baquero desarrolla sus aproximaciones a este concepto. Como bien ha señalado García Berrio (2004), la principal tarea de este investigador consistió en trasladar esta noción desde su ámbito originariamente filosófico al crítico-literario. La influencia del pensamiento del filósofo en las ideas sobre la novela de Mariano Baquero excedió en mucho lo relativo a esta noción. En verdad, las alusiones a la teoría de la novela de Ortega y Gasset son una constante. Tanto es así que la crítica ha venido considerándolo como uno de sus principales maestros. Pese a este indudable influjo, a lo largo de su trayectoria, Baquero se distancia de algunos de los planteamientos de su predecesor. Es lo que sucede con respecto a la categoría del perspectivismo narrativo. Debido a su lectura de la obra de críticos foráneos y a causa, principalmente, de un marco de lecturas novelescas más amplio y contemporáneo que el del filósofo, Baquero se vio en la necesidad de matizar algunos planteamientos de la teoría de la novela orteguiana. Conviene tener esta cuestión como horizonte para valorar mejor la relevancia que obtuvieron en la obra de Mariano Baquero tanto sus lecturas literarias como la influencia de otros críticos. Como hemos anticipado, el periodo temporal que se va a abordar discurre entre 1950 y 1961, años en los que, relacionados con el tema que nos ocupa, publica sus trabajos “La novela y sus técnicas”, “Gulliver y El enano”, “Perspectivismo y crítica en Cadalso, Larra y Mesonero Romanos”, “Perspectivismo y sátira en El Criticón” y Qué es la novela.

 

Influencias críticas

Partiendo de su condición de catedrático de Historia de la Lengua y la Literatura Española en sus relaciones con la Literatura Universal resulta llamativo el peso que adquieren en su producción las obras de grandes críticos literarios nacionales e internacionales. Esta influencia conviene entenderla a la luz de su amplia concepción de los estudios literarios. Lejos de desarrollar trabajos desde una perspectiva meramente histórica, sus planteamientos se nutren de las distintas disciplinas literarias: Teoría, Crítica, Historia y Literatura Comparada. En esta comprensión de los estudios, tuvo, sin duda, que influir el pensamiento de Menéndez Pelayo.[3]

 

La presencia de algunas ideas del perspectivismo orteguiano en sus análisis

Como hemos adelantado, en la producción de Mariano Baquero, destaca sobre todo el influjo de las ideas sobre el perspectivismo de Ortega y Gasset. Cuando en 1950 hace por primera vez mención del término de perspectivismo, ya estaba familiarizándose con las principales aportaciones a este concepto presentes en las Obras completas del filósofo Ortega y Gasset (1947). Si, en primer lugar, nos centramos en las confluencias y divergencias de los modelos literarios tomados por ambos, se observa cómo ya en 1950 Baquero coincide con Ortega en hallar en las obras de Cervantes y de Dostoievski una anticipación de la narrativa moderna, debido fundamentalmente al planteamiento en sus novelas del diálogo como vía principal de acceso al conocimiento. También coincide con el filósofo en encontrar en novelas extranjeras el mejor modelo con que comenzar a aproximarse a la cuestión del perspectivismo literario. Pese a ello, la nómina de autores empleada por Baquero (Lehmann, Hughes, Huxley, Alain Fournier) y la utilizada por Ortega (Dickens, Stendhal, Flaubert, Dostoievski…) dan ya muestra de la mayor recurrencia a fuentes contemporáneas del primero frente a los usuales modelos clásicos empleados por el segundo.[4]

Esta recurrencia a obras extranjeras se mantiene aún en su siguiente estudio dedicado a esta categoría, “Gulliver y El enano” (1953). En el análisis comparativo que realiza de ambas obras, es de nuevo constatable la influencia del pensamiento del filósofo. A través de la alusión a las diferentes escenas de estas obras, el crítico se acerca a una idea característica de los planteamientos perspectivísticos de Ortega, esto es, a cómo la distancia entre sujeto y objeto no es solo una cuestión geométrica sino también emocional:

 

En los dos casos, el efecto de asco y de fealdad viene dado por la no adecuación de la estatura […] Ninguno de los dos personajes es realmente enano […] Es solamente la mirada humana, cargada de piedad o de desesperado odio, la que configura el mundo que nos rodea, la que, teñida de pasión, da mudables estaturas (Baquero Goyanes, 1953: 11).

 

Es en su siguiente estudio sobre el perspectivismo publicado en 1954, cuando por primera vez toma como modelos narrativos para analizar esta categoría obras españolas, distanciándose de la casi siempre recurrencia a obras foráneas del filósofo.[5] A esta luz puede quizás considerarse que, en España, fue Mariano Baquero el primero en aplicar la categoría del perspectivismo orteguiano a la crítica de obras nacionales, concretamente con sus artículos, “Perspectivismo y crítica en Cadalso, Larra y Mesonero Romanos” (1954) y “Perspectivismo y sátira en El Criticón” (1958).

El primero de estos trabajos supone un análisis de la inusual perspectiva de los puntos de vista adoptados por los escritores como recurso con el que ejercer la sátira,  una concepción que, si, por un lado, se adelanta a la recepción en España del concepto formalista de "desautomatización", por otro, conecta con otra concepción orteguiana, la del sentimiento de perplejidad que el filósofo describe ante la advertencia del sujeto de la necesidad de desacostumbrarse de sus interpretaciones por no ser estas la realidad misma (proceso de alétheia). También en su trabajo sobre El Criticón es perceptible la influencia de Ortega. En concreto, en la acomodación de su análisis de la obra de Gracián a la idea de la perspectiva propuesta por el filósofo, basada en tres principales puntos: alguien que mire, algo visto al mirar y lo visto ordenado a diferente distancia del punto de vista.[6]

 

La influencia del New Criticism y de la crítica alemana y francesa en sus análisis

Cuando en 1950 Mariano Baquero hace alusión por primera vez al concepto de perspectivismo no solo había tenido acceso, como ya hemos mencionado, a los principales estudios de las Obras completas de Ortega y Gasset, sino que, de igual modo, conocía los presupuestos teóricos sobre el perspectivismo promulgados por Henry James e incluso algunos trabajos publicados por la crítica a propósito del mismo. Muestra de este conocimiento es la reseña que en 1950 realiza a la obra de Michael Swam, Henry James, en la que destaca el inteligente estudio que el autor lleva a cabo acerca de los temas y técnicas narrativas de Henry James, en especial del recurso del perspectivismo literario (Baquero Goyanes, 1950a). Como veremos en el apartado destinado a las influencias literarias, su familiarización con la obra de este autor y con la literatura anglosajona y norteamericana ya se revela de manera muy clara en su estudio de 1950 sobre las técnicas narrativas. Con todo, no es hasta su monografía de 1961, Qué es la novela, cuando la influencia de la crítica angloamericana se manifiesta bibliográficamente de un modo mucho más consolidado. Entremedias, en la década de los cincuenta, se encuentran sus estudios sobre el perspectivismo: “Gulliver y El enano”, Perspectivismo y crítica en Cadalso, Larra y Mesonero Romanosy “Perspectivismo y sátira en El Criticón. Debido seguramente a las condiciones de la revista Ínsula en que fue publicado, el primero de estos trabajos carece de bibliografía crítica. Por el contrario, los dos siguientes son clara evidencia de cómo es la crítica alemana la que principalmente le influye en esta década. No resulta extraño, si se tiene en cuenta la gran acogida que la corriente crítica de la estilística, desarrollada en este país, estaba teniendo en España durante los años cincuenta. Sin embargo, esto no debe conducir a pensar en una asunción por parte de Baquero de los presupuestos de esta corriente, pues, en verdad, sus interpretaciones se distanciaron mucho de las llevadas a cabo por otros críticos españoles influidos por ella.[7]

Es un valioso comentario llevado a cabo por Auerbach en Mímesis el que, en su trabajo “Perspectivismo y crítica en Cadalso, Larra y Mesonero Romanos” (1954), parece inspirar su interpretación de las Cartas marruecas y, por continuación, el de Larra y Mesonero Romanos. En las primeras páginas de su estudio, en una nota a pie de página, Baquero recoge cómo el crítico alemán exponía la perspectiva de asombro que, en Gargantúa y Pantagruel de Rabelais, proporcionaba la mirada de quien descubre un nuevo mundo. Si para Auerbach este aspecto era uno de los principales temas de la literatura renacentista y de los dos siglos siguientes, el estudio de Mariano Baquero se configura como una ampliación de dicha temática hacia la literatura del siglo xix. Tanto es así que investigadores como García Berrio (1973) y Baquero Escudero (2020) han emparentado esta frecuente práctica en sus análisis con el concepto de desautomatización de los formalistas rusos.

Cuatro años más tarde, son también dos autores alemanes los que parecen inspirar la interpretación de la obra gracianiana llevada a cabo en su trabajo “Perspectivismo y sátira en El Criticón”. Al comienzo de su estudio, en una nota a pie de página, aparecen citadas las investigaciones de Werner Krauss y Klaus Heger. Un estudio de Gonzalo Sobejano da muestra de la tradición que la literatura crítica alemana cosechaba en torno a esta novela:

 

El serio interés de un amplio círculo de lectores por la obra de nuestro moralista y el culto continuado y responsable a su ideología en ninguna otra parte han tenido más sólido reflejo que en Alemania […] En el campo de la investigación el opulento ideario y el estilo señero de su obra no han despertado estímulos y resonancias menos considerables, y los nombres de Vossler, Curtius, Schalk y Werner Krauss pueden servir de suficiente referencia probatoria (Sobejano, 1954: 23)

 

a los que, a continuación, añade los nombres de Kremers, Klaus Heger y Hellmut Jausen. Por las alusiones realizadas por Sobejano, el enfoque estilístico de los estudios de estos autores es evidente. Solo la segunda parte de la tesis de Klaus Heger parece distanciarse de esta orientación para focalizarse en la forma de vida y valores morales que el autor ofrece con su obra. Es, precisamente, en esta sección en donde consideramos que se encuentra la influencia de Heger en la interpretación de la novela llevada a cabo por Mariano Baquero. Ambos coinciden en la preocupación por los valores éticos que el autor presenta a través de su obra y en el interés por el perspectivismo como método con que llegar a la consideración de que, tras todos los puntos de vista, tras todos los dualismos −en esta obra principalmente representados por Andrenio y Critilo−, está siempre presente la infinita perspectiva de Dios.  

Como hemos señalado, también su monografía Qué es la novela resulta relevante dentro de sus aportaciones al perspectivismo literario. Dentro del capítulo destinado a las técnicas narrativas, son las cuestiones de la voz y focalización narrativa las que mayor relevancia adquieren. Entre su trabajo de 1950, “La novela y sus técnicas” y esta obra, las lecturas de Mariano Baquero de obras críticas angloamericanas parecen aumentar considerablemente. Además de las aportaciones teóricas de Henry James, aparecen citadas investigaciones como The craft of fiction de Lubbock, Aspects of novel de Foster, The Twentieth Century Novel de Beach, Stream of consciousness in the Modern Novel de Robert Humphrey o The Structure of the Novel de Edwin Muir. La influencia de estos críticos en sus consideraciones sobre el punto de vista se vuelve patente cuando reflexiona sobre la sustitución que los novelistas contemporáneos realizan de la habitual omnisciencia de la voz del narrador por una técnica que implique la supresión de:

 

la visión y estimativa propia del narrador, trasladándola a uno o varios personajes, desde cuyas perspectivas aparecen configurados y presentados al lector los hechos novelescos. James no pone a su lector en contacto directo con la acción novelesca, sino más bien a través de lo que algún o algunos personajes opinan de esa acción, a través de un punto de vista o conciencia intermediaria (Baquero Goyanes, 1961: 81-82).

 

Recordemos cómo Friedman señalaba la importancia de las ideas de Beach y Lubbock a este respecto:

 

The third decade is graced chiefly by Beach’s monumental study, in 1932, of the technique of the twentieth-century novel, which is characterized, he says, mainly by virtue of the fact that “the story tells itself; the story speaks for itself. The author does not apologize for his characters; he does not even tell us what they do but has them tell us, themselves. Above all, he has them tell us what they think, what they feel, what impressions beat in on their minds from the situations in which they find themselves,” Apparently encouraged by the work of Lubbock, which followed shortly after his own early study of James, Beach now makes a concerted and massive onslaught upon the telling-showing problem as it appears in hundreds of modern novels (Friedman, 1955: 116).

 

Compartida con la crítica angloamericana, esta preocupación por el perspectivismo en la novela contemporánea fue, sin duda, uno de los aspectos que le condujeron a evolucionar desde una concepción orteguiana del perspectivismo, según la cual dentro de la visión perspectivística se podía percibir siempre un punto de vista superior y abarcador de todos, hacia la interpretación de este fenómeno como representación de la realidad en sus múltiples variaciones y sin ninguna clase de jerarquización.[8]

También en esta monografía muestra interés por el monólogo interior como recurso objetivador situado en una dialéctica entre la tercera y primera persona. Si ya en 1954, en su trabajo “Novela autobiográfica y monólogo interior” había estudiado esta técnica teniendo en consideración los trabajos de Dujardin y Sartre, la constante actualización de sus lecturas críticas le lleva a incorporar los estudios sobre este recurso del alemán Oscar Walzel y del francés Albert Thibaudet.  Lo que principalmente le interesa destacar del monólogo interior es la capacidad de reflejar el fluir del pensamiento de los personajes que este recurso adquiere en la novela contemporánea. De ahí que para el crítico la vinculación del mismo con el perspectivismo literario resulte tan indiscutible.

 

Las lecturas literarias

Como bien ha señalado Rodríguez Gutiérrez (2020) en su trabajo dedicado al estudio sobre el cuento del Romanticismo español realizado por Mariano Baquero en su tesis doctoral, resulta realmente asombroso el corpus de lecturas que ya poseía en esos años (1944-1948). Su metodología de investigación coincide en esto con la de su maestro Menéndez Pelayo.[9] El contacto directo con los textos literarios, la transcripción de fragmentos o la alusión a determinados pasajes o personajes se convierte en una característica de todos sus acercamientos, tanto de los que poseen un carácter más crítico como de aquellos que presentan un enfoque principalmente teórico o histórico. No es, de este modo, extraño que investigadores como Quinn (2009), Beltrán Almería (2020) o Baquero Escudero (2020) hayan manifestado la presencia del comparatismo como una práctica habitual en sus investigaciones literarias. En un trabajo anterior, justificábamos la primacía que esta metodología comparativa de Baquero presentaba en España (López Ruiz, 2021: 376). Si en dicha ocasión analizamos esta práctica a través de los diversos tipos de discurso que empleó, en este trabajo el acercamiento a sus lecturas literarias nos permitirá observar cómo el comparatismo se convirtió en una herramienta necesaria para el desarrollo de su pensamiento y análisis del perspectivismo literario.

Pese a haber alcanzado el perspectivismo su punto más álgido en el siglo xx y pese a su gran conocimiento de la novela contemporánea, ya los estudios de Mariano Baquero de esta primera década permiten advertir cómo sus análisis de esta categoría literaria no se quedaron circunscritos simplemente a esta época literaria, sino que se retrotrajeron de igual modo a obras de siglos anteriores. Como ya señalamos, cuando en 1950 escribe “La novela y sus técnicas”, sus planteamientos del perspectivismo literario aparecen íntimamente vinculados a los modelos de la novela extranjera del siglo xx (Baquero Goyanes, 1950). Consciente de la contribución de esta categoría a la complejidad técnica que la novela ha experimentado en este siglo, para ejemplificarlo recurre a las Sagas de los Forsyte, de Galsworthy −como modelo de narración que proporciona una visión prismática de un mismo personaje− y a Contrapunto, Those Barren leaves o Eyeless in Gaza de Huxley −esta última como ejemplo de narración de diversas acciones en distintas fechas cuya acción y protagonistas no presentan más continuidad que la que el lector extrae del desorden cronológico−. A través de La leyenda de Magdalena Grey de Clémence Dane y de las novelas de Claude Houghton presenta el aumento de complejidad que esta técnica adquiere cuando el personaje del que se habla es un ser inexistente o que solo aparece al final de la novela.  Vinculado con el perspectivismo literario, las Ideas del gato Murr de Hoffmann, Las palmeras salvajes de Faulkner o Las viñas de la ira de Steinbeck le permiten presentar el deseo de algunos novelistas de insinuar la simultaneidad o el paralelismo entre dos relatos o, incluso, como sucede en la obra El curandero de su honra, de reflejar la simultaneidad de la vida de dos protagonistas de manera gráfica, disponiendo su narración en una misma página con dos columnas.

Su siguiente estudio enfocado en el perspectivismo literario supone una clara muestra de esa predilección por el comparatismo que hemos manifestado. Si el artículo va destinado al análisis comparado de Los viajes de Gulliver y de El enano, no deja asimismo de mostrar el interés que podría suscitar estudiar desde una perspectiva comparada algunas de las derivaciones novelescas de la obra de Swift. Cita concretamente la Guerra de las salamandras de Karel Capek, cuya visión de una sociedad animal que llega a ser superior a los hombres le recuerda la cruel sátira llevada a cabo por el escritor irlandés (Baquero Goyanes, 1953).[10]

Su artículo “Gulliver y El enano” ya supone una pequeña muestra de su tendencia a vincular autores distantes en el tiempo.[11] En su trabajo “Perspectivismo y crítica en Cadalso, Larra y Mesonero Romanos” (1954) esta metodología aumenta considerablemente como consecuencia de las constantes comparaciones de los textos de estos tres autores con otros escritores de su mismo siglo o de siglos anteriores o posteriores. De este modo, el artículo comienza con la asociación entre Cartas marruecas y las Lettres persanes de Montesquieu o los Viajes de Gulliver de Swift. Si, en estas obras, es la calidad de extranjero o la de un ser de otro mundo la que convierte a los personajes en observadores críticos, objetivos y perspicaces de una sociedad civilizada, no deja de señalar cómo en otros textos es la naturaleza adánica o ingenua de los personajes la que favorece esa inusual perspectiva −citando como ejemplos El ingenuo de Voltaire, El diablo mundo de Espronceda o la mirada de Andrenio en El Criticón−. Más allá de su presencia en esa tradición de siglos anteriores, el crítico manifiesta el desarrollo que esta perspectiva desautomatizadora adquiere en novelas del siglo xx como Erewhon de Butler, Dos fragmentos de una historia del año 1992 de André Maurois, los relatos de Wells, Un mundo feliz de Aldous Huxley, Flush de Woolf o Murr de Hoffmann, exponiendo a su vez la diversa intensidad que el efecto perspectivístico puede presentar en función de la desproporción que exista entre la perspectiva del lector y la de los personajes. No solo en cuanto a la alusión a esta concepción se asemeja Baquero al concepto de extrañamiento propuesto por los formalistas rusos, sino también en los ejemplos que a propósito del mismo propusieron Tomachevski y Sklovski.[12] De igual modo, en este artículo, respecto a de la índole perspectiva del procedimiento epistolar presente en algunos textos de Larra y Mesonero Romanos, establece la vinculación de esta técnica con la llevada a cabo en obras costumbristas como Cartas de un curioso provincial al curioso madrileño o Cartas de Andrés Niporesas al bachiller Pérez de Munguía de Mesonero Romanos, Don Justo Balzanza, Cartas del pobrecito holgazán o Madrileño de Sebastián Miñano, Cartas trascendentales escritas a un amigo de confianza de José de Castro y Serrano, Cartas a mi tío de Isidoro Fernández Flórez (Baquero Goyanes, 1954).

Bajo esta misma metodología de análisis comparativo, en 1958 se acerca a El Criticón de Gracián (Baquero Goyanes, 1958). Es en el tema del engaño de los sentidos en el que Baquero descubre la naturaleza perspectivística de esta novela. Consciente de la tradición de este motivo en la literatura barroca a lo largo de su estudio se suceden las alusiones a obras de este período. De este modo, vinculado a la intervención en la obra de Gracián del factor de la distancia en las confusiones ópticas, aparecen los versos de Jorge Manrique sobre el tema “cualquier tiempo pasado fue mejor” o la descripción del prado de Mateo Alemán visto desde la distancia. En cuanto a la intervención del factor de los afectos, el crítico asocia los fragmentos de la obra de Gracián con el motivo campoamorino del color del cristal con que se mira, trayendo asimismo a colación la presencia de este motivo en los escépticos poemas de Campoamor La opinión, Qué es el amor, Las creencias, así como en la traición cometida con Pompeyo, en el Marco Bruto de Quevedo, o en los versos emitidos por Don Juan en La villana de Vallecas de Tirso de Molina.[13] A otra obra de Quevedo, Sueño de las Calaveras, recurre para manifestar la raíz barroca que presenta la influencia de la edad y del paso del tiempo como factor configurador de las distintas perspectivas que aparecen en la obra gracianiana. En otros pasajes de El Criticón no son la distancia ni ningún rasgo psicológico lo que causa el engaño óptico, sino que la deformación es voluntaria e interesada. Si Baquero recuerda la presencia de esta intencionada desfiguración en El Conde Lucanor de Don Juan Manuel y en La hora de todos de Quevedo, especial mención le merece el tratamiento dado a este tema por Cervantes en El retablo de las maravillas.

Ante estas perspectivas suscitadoras del engaño, presenta la existencia de otros pasajes en los que Gracián reivindica la necesaria objetividad del punto de vista, bien por medio de la perspectiva del mirar ajeno −el de Argos, que compara con el punto de vista de Sempronio ante el enamorado Calixto en La Celestina−, bien a través de la perspectiva del mundo al revés o de la del mundo por de dentro, cuya base −recuerda− se encuentra en obras de Quevedo −De dentro y La hora de todos− y de Vélez de Guevara El diablo Cojuelo.  Gran conocedor de la literatura contemporánea, no deja tampoco de observar la semejanza que tiene la falta de sentido de la vida presente en la obra de Gracián y la desarrollada por autores posteriores como Kafka, en El proceso o Camus en El extranjero.

Sin ser la distancia temporal que separa a los autores citados tan amplia, también en su monografía Qué es la novela se sirve de esta metodología para desarrollar sus planteamientos sobre el perspectivismo. Es su estudio de la voz narrativa el que le conduce a manifestar el deseo de los novelistas contemporáneos por manejar la técnica del punto de vista como procedimiento sustituto de la usual omnisciencia narrativa. Si Baquero sitúa la consciencia de los novelistas del empleo de esta técnica a partir de la obra de Henry James, manifiesta asimismo el amplio seguimiento que ha tenido en Norteamérica desde Willa Cather, por ejemplo, hasta Hemingway. Especial atención le merece una vez más la obra Flush de Virginia Woolf por estar narrada desde la curiosa perspectiva del punto de vista de un perro (Baquero Goyanes 1961). Como ya indicamos, para Baquero la presencia del monólogo interior en la novela contemporánea está íntimamente ligada a la cuestión del perspectivismo. Si es consciente del gran desarrollo que esta técnica adquiere en la narrativa desde el Ulises, no deja de recordar su presencia en páginas de novelas de siglos anteriores como las de Fielding, Samuel Butler, Jane Austen, Dickens, Dostoievski, Tolstoi o Conrad. Con respecto a esta noción, es la novela de Faulkner, Mientras agonizo, a la que le dedica un tratamiento mayor debido a la sucesión en ella de distintos monólogos interiores.

En conclusión y como se ha podido comprobar, ya en los estudios de esta primera década se pueden encontrar muchos de los enfoques que caracterizarían sus planteamientos sobre el perspectivismo literario. Si su labor en torno a esta categoría resultó realmente precoz en el ámbito de los estudios literarios, fue el pensamiento filosófico de Ortega el que mayoritariamente le influyó. Pese a esto, su mayor número de lecturas de novelas contemporáneas le condujo a superar ciertas dificultades presentes en la teoría del perspectivismo del filósofo para su aplicación al análisis de la novela actual. Para ello, en esta primera década, fueron fundamentales la influencia de críticos alemanes como Auerbach, Heger o Krauss, franceses como Sartre o Dujardin y angloamericanos como James, Beach, Lubbock, Foster, Muir o Humphrey. Además de superar algunas de las limitaciones de la teoría de Ortega, de la mano de estos autores, se adelantó a la llegada del concepto formalista de “desautomatización” a Occidente. Ya en estos primeros trabajos se puede decir, por tanto, que está presente el que se convertiría en su procedimiento metodológico por excelencia: la lectura y búsqueda de fuentes críticas y literarias supranacionales. Un método que, como se ha podido observar, derivó en las que se convirtieron en tres de los rasgos que caracterizaron sus análisis literarios: su no afiliación a los presupuestos de una exclusiva corriente literaria, su predilección por el contacto directo con los textos literarios y su gusto por la comparación entre obras de distintas épocas y nacionalidades.

 

 

 

Referencias bibliográficas

 

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Rodríguez Gutiérrez, Borja (2020). Consideraciones sobre el cuento del Romanticismo español. Un diálogo con Mariano Baquero. En Baquero Escudero, Ana Luisa; & Vicente Gómez, Francisco (Eds.). Mariano Baquero Goyanes. Teoría de la novela y el cuento (35-52). Madrid: Visor.

Roig, José Antonio (1958). Gracián, el estilo y la obra. Monteagudo, 21, 4-10. http://hdl.handle.net/10201/14855

Sobejano, Gonzalo (1954). Nuevos estudios en torno a Gracián. Clavileño, 26, 23-32. https://www.cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmcw3893

Ynduraín, Francisco (1958). Gracián, un estilo. En Homenaje a Gracián (163-188). Zaragoza: Institución Fernando el Católico.

 

 

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[1] Esta investigación ha sido llevada a cabo gracias a una Ayuda de Formación del Profesorado Universitario del Ministerio de Universidades.

[2] Ya en estudios como los de Pozuelo Yvancos (1983), Martínez Ripoll (1984), Ramón Trives (1984), García Berrio (2004), Pueo (2010), Baquero Escudero (2020) o Beltrán Almería (2020, 2023) se ha señalado la relevancia que esta noción presenta dentro de su concepción sobre el género.

[3] El testimonio de este discipulado fue confesado por el crítico de manera explícita en la antología que realiza a las ideas sobre la novela española de Menéndez Pelayo, véase Baquero Goyanes (1956: 29). Para más información acerca de la concepción menendezpelayesca sobre la construcción de una historia de la literatura que no prescindiese ni de principios teóricos ni de una reflexión crítica, puede verse Baquero Escudero (2007: 45-70).

[4] El propio Baquero dejó muestra de su consciencia sobre dicha clasicidad como rasgo característico de la teoría de la novela de su maestro: “Si nos fijamos en los modelos novelescos que Ortega, en ese ensayo y en otras páginas suyas suele citar, nos encontraremos con verdaderos clásicos del género: Dickens, Stendhal, Flaubert, y, naturalmente, al frente de todos, Cervantes […] Si el ensayo orteguiano podría ser encuadrable en una dirección de signo clasicizante, el de Baroja responde…” (Baquero Goyanes, 1959: 10 y 15).

[5] A este respecto resulta interesante recordar cómo Brown señalaba la singularidad de que Ortega y Gasset en sus estudios sobre el perspectivismo no hubiese hecho alusión a obras nacionales, pese a que en los años en que escribía El tema de nuestro tiempo, La deshumanización del arte y Sobre el punto de vista en las artes, novelistas como Unamuno, Valle-Inclán, Pérez de Ayala o Miró ya se habían interesado por los diferentes medios con los que trascender los límites de la perspectiva (Brown, 1980: 38).

[6] En otros trabajos escritos con posterioridad sigue acomodando sus análisis a esta estructura. A modo de ejemplo, pueden leerse Perspectivismo y desengaño en Feijoo(1965) o “Perspectivismo y ensayo en Ganivet” (1966).

[7] Coincidentes con el trabajo de Mariano Baquero “Perspectivismo y sátira en El Criticón” (1958), no solo en el estudio de Gracián, sino también en la fecha de publicación, a modo de ejemplo pueden citarse los estudios “Gracián, un estilo” (Ynduráin, 1958), “Gracián, el estilo y la obra” (Roig, 1958) o “Apostillas sobre el estilo de Baltasar Gracián” (Leocadio Garasa, 1959). Como se pude percibir desde los propios títulos, estos trabajos fueron desarrollados desde un enfoque vinculado a las ideas de la estilística, ausente en el estudio de Mariano Baquero.

[8] Para más información puede verse Pueo (2010).

[9] Para más información sobre las confluencias entre la metodología de Menéndez Pelayo y Mariano Baquero, además del estudio de Rodríguez Gutiérrez (2020) puede verse el trabajo llevado a cabo por García Berrio (2015).

[10] Años después, el propio Baquero desarrolla esta comparación del hombre con los animales y la limitada perspectiva del primero a propósito de su artículo sobre el perspectivismo y el desengaño en la obra del Padre Feijoo (Baquero Goyanes, 1965).

[11] Para más información sobre la práctica de Mariano Baquero de asociar autores de diferentes épocas y naciones, véase Beltrán Almería (2020).

[12] Para más información sobre esta coincidencia véase García Berrio (1973) y Baquero Escudero (2020).

[13] Pese a su predilección por el estudio del género narrativo, sus trabajos demuestran cómo a lo largo de su trayectoria investigadora se aproximó a la lectura de obras teatrales y poéticas que le sirvieron para una mayor comprensión del género que era de su preferencia.