Reseña de / Review of
Juan Pedro Martín
Villarreal (2023). Mujer y suicidio en la
literatura española y británica de la segunda mitad del siglo XIX. Lausana:
Peter Lang. ISBN 978-3-631-89557-3. 335 pp.
Pablo Zambrano Carballo
Universidad
de Huelva
https://orcid.org/0000-0001-5728-1753
Recibido: 16/02/2024
Aceptado: 15/04/2024
10.30827/impossibilia.272024.30158
Dos frases
célebres e impactantes sirven para enmarcar la excelente investigación que Juan
Pedro Martín Villarreal lleva a cabo en este trabajo. El propio autor acude a
ellas. Por un lado, la de Albert Camus en Le
mythe de Sisyphe (1942):
“il n'y a qu'un problème philosophique vraiment sérieux: c'est le suicide”. Y, por otro, la de Edgar Allan Poe en The Philosophy of
Composition (1846), que sentencia que “the death of a beautiful
woman is, unquestionably, the most poetical topic in the world”. El
pormenorizado análisis de Martín Villarreal incide con toda justicia en el
abundantísimo y variado reflejo que ese tema filosófico medular ha tenido en
numerosos campos, en especial en la historia del arte y de la literatura. A ese
panorama inabarcable y de casi imposible resumen dedica el autor unas
sustanciosas y necesarias páginas al inicio del libro, por las que desfilan,
apresurada pero atractiva y convincentemente, la remota Epopeya de Gilgamesh, Platón y los trágicos griegos, Santo Tomás,
Erasmo, Moro, Montaigne, Shakespeare, Donne, Robert Burton, Hume, Rousseau,
Goethe, Moratín y Moebius, entre otros muchos nombres. Aunque haya matices
interesantes que el corto espacio de esta reseña no permite ni siquiera
mencionar, grosso modo ese extenso
panorama ha basculado entre la condena y la comprensión, en grados diversos, de
la muerte voluntaria, acto que ha recibido diferentes nombres a lo largo de la
historia y en distintas lenguas. Pero en lo que el libro realmente incide es en
cómo, en ese desarrollo histórico de la visión y del pensamiento acerca del
suicidio, el femenino ha ocupado un lugar diríase casi central, hasta
desembocar en toda una obsesión en el periodo concreto de la segunda mitad del
siglo XIX. No es de extrañar que la célebre frase de Poe citada antes, de
mediados de siglo precisamente, sirva para encapsular a la perfección esa
obsesión (de los hombres) por la muerte (de las mujeres) y, muy especialmente,
por su suicido, acto sobre el que se proyectó de modo muy significativo el
poder y el control del patriarcado sobre el cuerpo, la mente y la vida de las
mujeres.
El libro analiza, por un lado, cómo esa
fijación patriarcal ha sido la constructora de las imágenes y de los discursos
dominantes sobre el suicidio femenino en la cultura europea, que han
privilegiado la asociación de mujer, locura, enfermedad y suicidio; y, por
otro, en lo que quizás sea la aportación más relevante y atractiva del estudio,
cómo, sobre todo en la segunda mitad del siglo XIX, surgen múltiples discursos
(proto)feministas destinados a dinamitar y deslegitimar dichas construcciones
patriarcales y a resignificar las imágenes negativas tradicionalmente asociadas
al suicidio femenino para, en clara rebeldía antipatriarcal,
presentarlo como un acto positivo de liberación frente a la opresión en la que
vivían tantas mujeres por el simple hecho de serlo.
En su minuciosa investigación, el libro
se vale de una estructura muy apropiada que nos lleva desde lo general a lo
particular. Así, una primera parte, compuesta de cuatro capítulos, repasa el
complejo contexto literario, cultural y social que propició el asentamiento del
discurso patriarcal en torno al suicidio femenino. Se enfatiza de modo muy
oportuno cómo fue el discurso médico el que contribuyó en gran medida a la
patologización del tema, apuntalado en buena medida por la obsesión con las
representaciones artísticas de la Ofelia shakespeariana y su asociación con la
inestabilidad y fragilidad mental femeninas.
Los dos capítulos iniciales de esta
primera parte exploran de qué modo la cuestión del suicidio femenino se fue
consolidando con el tiempo como un hecho diferencial. Así, mientras el suicidio
masculino se vinculaba mayormente al concepto (positivo y patriarcal) del
honor, el femenino iba en muchos casos de la mano de la idea (negativa y
patriarcal también) de la honra. La conexión del suicidio femenino con la
enfermedad y la locura se vio reforzada no sólo por los discursos médicos, sino
también muy especialmente por los artísticos, que extendieron dicha vinculación
a otros ámbitos de fuerte repercusión social y personal, como el legal y, claro
está, el religioso. El análisis, en el capítulo 3, de las literaturas
decimonónicas británica y española, cada una con sus peculiaridades
diferenciadoras, arroja luz sobre cómo los escritores fetichizaron las imágenes
de la mujer suicida para, en buena medida, reforzar los discursos dominantes
acerca del carácter desviado de la mente femenina y la condena de cualquier atisbo
de disidencia moral o sexual. Se trata de un capítulo en el que se nos vuelve a
ofrecer un excelente compendio de un panorama inabarcable, del que se destacan,
de entrada, dos hitos fundamentales por su impacto europeo, Madame Bovary y Ana Karenina, a los que siguen nombres fundamentales en los ámbitos
británico y español como los de Dickens, Tennyson,
Wilkie Collins, Meredith, Hardy, Henry James, Larra, Galdós, Pedro Antonio de
Alarcón y Juan Valera, entre otros muchos. Esta primera parte del estudio se
cierra con un interesantísimo capítulo que, desde la poética del imaginario,
aborda con perspicacia la rica capa de simbología que los espacios en los que
se desarrollan los suicidios femeninos añaden a la complejidad inherente al
tema.
Los cuatro capítulos de la segunda parte
adquieren una marcada perspectiva práctica y ginocrítica.
En los capítulos 5 y 6 se examina el tratamiento del suicidio en la narrativa
femenina británica y española y los mecanismos de reapropiación y
resignificación temática que se llevan a cabo en ella. Asimismo, se exponen las
razones que conducen al autor del estudio a abrazar la teoría de que la
literatura escrita por mujeres, especialmente en el género novelístico,
constituye una categoría literaria propia de naturaleza transnacional, cuya
argamasa está formada por una superación consciente de los límites impuestos
por las literaturas de los estados-nación, una búsqueda de referentes femeninos
compartidos y un claro propósito de denuncia de la situación de las mujeres.
Los dos últimos capítulos de esta segunda parte analizan con detenimiento y
soltura la presencia del tema del suicidio en un atractivo corpus de
escritoras: Mary Ann Evans (George Eliot), Mary Elizabeth Braddon,
Mona Caird y Eliza Lynn Linton, en la literatura británica; y Gertrudis Gómez
de Avellaneda, Carolina Coronado, Rosalía de Castro y Emilia Pardo Bazán, en la
española.
Estamos,
en definitiva, ante una investigación comparatista clásica e innovadora a la
vez, que a conciencia reivindica la utilidad de la tematología
para el análisis de los textos literarios. Podría haberse deslizado con
facilidad, pero no lo hace en ningún momento, gracias precisamente a su
inequívoca naturaleza comparada, hacia las trampas de ciertos estudios
culturales que tienden a simplificar la complejidad inherente a muchos asuntos
que, como el del suicidio, precisan de una aproximación igualmente compleja. Es
un estudio que abraza con acierto ciertas teorías feministas, pero tampoco cae
en radicalismos que, de igual modo, conducen siempre a la simplificación. Muy
al contrario, se trata de un estudio culto, sosegado y abierto, que, por
ejemplo, enfatiza con toda razón los tópicos patriarcales sobre el suicidio
femenino y el modo en que muchas escritoras, y ciertos escritores también,
lucharon por desmantelarlos, pero no olvida que hubo asimismo no pocas
escritoras que contribuyeron precisamente a afianzar esos tópicos. En este
sentido, es especialmente loable el abordaje crítico de la controvertida figura
de Lynn Linton, escritora de señalado antifeminismo, pero de la que se pone de
manifiesto su ambigua imagen de feminista a su pesar, como el propio autor la
considera.
En conclusión, dentro de la amplísima
bibliografía sobre el tratamiento literario del suicidio, este libro de Juan
Pedro Martín Villarreal brilla con luz propia y está llamado a ser un
referente.