Reescritura,
autobiografía y agencia en Quant à je
(kantaje) de Katalin Molnár
Rewriting, Autobiography and Agency in Quant
à je (kantaje) by Katalin Molnár
Julia Ori
Universidad
Complutense de Madrid
https://orcid.org/0000-0001-6588-9179
Recibido: 15/12/2023
Aceptado: 02/03/2024
10.30827/impossibilia.272024.29756
Resumen
El
artículo explora diversos tipos de reescrituras, clasificadas según la
terminología de Genette en Palimpsestes (1982),
en Quant à je (kantaje) (1996) de la
autora franco-húngara Katalin Molnár. Con su análisis se pretende mostrar que
estas reescrituras pueden interpretarse como expresiones de una agencia
feminista, según la teoría de Judith Butler, aplicada a la literatura por
Barbara Havercroft (2017). El estudio de la obra se realiza en dos partes: en
primer lugar, se examina cómo el yo
autobiográfico molnáriano se relaciona con el architexto del género
autobiográfico y, en segundo lugar, se analizan algunos casos de reescritura
hipertextual donde la autora transforma o imita textos y autores importantes
del canon.
Palabras clave: Katalin Molnár, Quant à je (kantaje), autobiografía, reescritura, estudios de
género, agency.
Abstract
This article explores various types of rewriting⎯classified
according to Genette's terminology in
Palimpsestes
Keywords: Katalin Molnár, Quant à je (kantaje), Autobiography,
Rewriting, Gender Studies, Agency.
Reescritura y agencia
La
reescritura es indisociable de la risa, como dice Katalin Molnár (1996: 17),
utilizando un enfoque deconstruccionista erróneo: “’transcrire’ c’est ‘rire’ à
la fin”. En efecto, según Anne-Claire Gignoux (2005: 122), la complicidad con
el público hace de la reescritura un ejercicio necesariamente lúdico: “[...]
dans la mesure où la récriture, faisant appel à la culture du lecteur,
constitue un clin d’œil complice à ce dernier, il nous semble que la récriture
est toujours ludique”.
Sin embargo, la reescritura también puede significar un
compromiso, una crítica de los discursos dominantes. De esta manera, la noción
de agency o agencia[1]
–que Patricia S. Mann (1994: 14) define como “those individual or group actions deemed significant within a
particular social or institutional setting”[2]– en la
teoría de Judith Butler se basa en la “repetición con variación” entendida como
herramienta de subversión. Dicho de otro modo, la capacidad de acción reside en
la repetición alterada de los discursos de poder. El sujeto emerge en un marco
normativo, es producido por el poder; pero también tiene la capacidad de actuar
para transformar o subvertir las normas que lo produjeron y causaron su
sometimiento. Esta alteración pasa por la repetición de las tradiciones, ritos
y normas porque la repetición no es una copia exacta, sino un desplazamiento
continuo desde el centro hacia la periferia, de la norma a la subversión de la
norma:
The subject is not determined by the rules through which it
is generated because signification is not
a founding act, but rather a regulated process of repetition that both
conceals itself and enforces its rules precisely through the production of
substantializing effects. In a sense, all signification takes place within the
orbit of the compulsion to repeat; “agency”, then, is to be located within the
possibility of a variation on that repetition. (Butler,
2007: 198)
Llevando
esta noción de agencia al campo de la
literatura, Barbara Havercroft afirma que la autobiografía es un lugar
privilegiado para articular la subjetividad del sujeto y su deseo de
transformar la sociedad: “l’agentivité suppose une interaction entre la société
et le sujet féminin, dans laquelle ce dernier vise à provoquer des mutations
sur le plan des normes, des contraintes ou des limites” (2017: 266). En efecto,
la crítica feminista de la autobiografía ha subrayado a menudo el carácter
colectivo y comprometido de la autobiografía. Es decir, las historias
personales de mujeres serían en general escritas y leídas como relatos de
experiencias compartidas con otras mujeres: “el yo creado en la escritura
autobiográfica femenina a menudo se basa, aunque no exclusivamente, en una
conciencia de grupo, en una conciencia del significado de la categoría cultural
MUJER para los patrones del destino individual de las mujeres” (Stanford
Friedman, 1994: 163).
Para Havercroft, la manifestación textual de esta agencia es
lo que Genette (1982) llama la transtextualidad,
o “transcendance textuelle du texte, qu’ [il] définissai[t] déjà,
grossièrement, par ‘tout ce qui le met en relation, manifeste ou secrète, avec
d’autres textes’” (1982: 7). Que sea a través de la intertextualidad (cita, alusión o plagio), de la paratextualidad (los textos que “rodean”
el texto), de la metatextualidad (el
comentario), de la architextualidad
(la manera en la que el texto se relaciona con los géneros, discursos y modos
enunciativos) o de la hipertextualidad
(“toute relation unissant un texte B [que j’appellerai hypertexte] à un texte antérieur A [que j’appellerai, bien sûr, hypotexte] sur lequel il se greffe d’une
manière qui n’est pas celle du commentaire” [Genette, 1982 : 11-12]), la
relación con los otros textos permite una repetición crítica de los discursos
patriarcales. En su análisis de la autobiografía contemporánea escrita por
mujeres, Havercroft encuentra que estas herramientas de subversión transtextual
son omnipresentes:
Si
ces textes manifestent cet effet global d’agentivité par leur visée générale,
c’est plus particulièrement l’emploi de certains procédés discursifs d’ordre
itératif –l’intertextualité, la métatextualité, la citation, le cliché, le
stéréotype et le lieu commun– qui permet une répétition critique dans les
ouvrages où ils sont convoqués. Ne visant pas simplement à rendre le passé plus
“présent”, à faire revivre le temps de jadis, ces stratégies textuelles
constituent des moteurs, voire des “outils” d’agentivité scripturale,
l’inscrivant à même le texte. À ce propos, l’intertextualité s’avère un type de
répétition avec variation qui se présente sous plusieurs formes, dont toutes
sont susceptibles d’effectuer le renversement sémiotique crucial proposé par
Butler. Que ce soit par la citation, la référence, l’allusion ou le plagiat,
ces diverses formes de répétition et de greffe intertextuelles peuvent toutes
témoigner de l’agentivité de l’auteure qui les déploie. (Havercroft, 2017: 271)
De
una manera similar, este artículo tiene como objetivo encontrar y analizar
manifestaciones de esta agencia feminista en la obra de la autora
franco-húngara Katalin Molnár, y más concretamente en su texto autobiográfico Quant à je (kantaje) (1996), que no ha
sido hasta el momento explorado desde este punto de vista. Para ello, después
de presentar el estado de la cuestión de los estudios sobre la autora, se
analizarán los diferentes tipos de reescritura según la terminología y la
teoría desarrollada por Gérard Genette en Palimpsestes
(1982): por razones de espacio analizaremos únicamente la architextualidad y algunos casos de hipertextualidad. Puesto que, según
nuestra hipótesis, ante todo estas son las herramientas que Molnár empuña para
enfrentarse con algunos discursos patriarcales.
Quant à je de Katalin Molnár
Katalin
Molnár (1951) es outsider –o, como
diría la propia autora, outsaydeur[3]–
por más de una razón: húngara en Francia, hija de padres procedentes de la
clase obrera en los círculos intelectuales y escritora entre escritores. Sin
embargo, en su obra logra utilizar estas marginalidades a su favor al mezclar
géneros, estilos y lenguas, y crear un lenguaje molnáriano erróneo,
prácticamente intraducible. Aunque sus experimentos lingüístico-literarios
indubitablemente la mantuvieron en la periferia del canon, también le dieron
cierto renombre en los círculos neo-vanguardistas húngaros y franceses de los
años 80 y 90. Pero la crítica sólo recientemente empezó a interesarse por ella.
Si antes de 2000 su nombre apareció en contadas ocasiones en revistas
literarias (véanse por ejemplo: Székely, 1992; Diatkine, 1996; Picot, 1996),
además de una mención en el famoso libro de Pascale Casanova titulado La République mondiale des Lettres (1999:
467-468); y si entre 2000 y 2010 sólo encontramos dos artículos científicos y
un capítulo de libro dedicados al menos en parte a su obra (Cardonne-Arlyck, 2001;
Farkas, 2005; Bourassa, 2010), en los últimos diez años se han multiplicado los
estudios científicos que versan sobre su escritura: tesis doctorales (Ori,
2017; Murphy, 2020), capítulos de libros (Ausoni, 2018) y, sobre todo,
artículos (Ori, 2015, 2016, 2018, 2019, 2022; Murphy, 2017, 2019; Ausoni, 2017;
Kogut, 2022; Pshevorska, 2023).
Estos estudios en general ponen de relieve la originalidad
de la autora francófona y se centran en su experiencia translingüe (Kellman, 2000), es decir, su pasaje de la lengua
húngara a la francesa en su escritura, que se encontraría al origen de las
interferencias lingüísticas de sus textos: “Influenced by her avant-garde
background and migration from Hungary to France as an adult, Molnár’s writing
breaks with convention, probes the edges of formal innovation, and generates
unresolved tensions between language and readers” (Pshevorska, 2023: 265). De
hecho, la propia Molnár confirma la existencia de esta influencia que decidió
mantener en sus obras: “Ébin, sèl fransè de kèlkun ki a dabor apri unn ôtr lang
é ki a pratiké cet ôtr lang trô lontan pour an perdr linfluans […] ski donn, ô
bou du kont, un fransè déranjé par unn lang apriz avan” (Molnár, 1999: 8).
No obstante, muchos de los estudios mencionan también la
dimensión social o ética de su obra:
Dans
“Du français”et konférans pour lézilétrés,
Molnár propose une écriture phonétique plus facile à apprendre que l’autre, qui
pourrait coexister avec elle et servir dans
le quotidien pour permettre à plus de gens de lire. Sa proposition ne s’arrête
pas à la démocratisation de la lecture: elle croit aussi qu’il faut écrire la
langue parlée dans sa grammaire, son vocabulaire et sa syntaxe propres.
(Bourassa, 2010: 117)
Este
compromiso suele entenderse por la crítica como una solidaridad de Molnár con
los marginados: tanto los extranjeros como los socialmente desfavorecidos,
quienes –como ya demostró Bourdieu (Bourdieu y Passeron, 1964)– no tienen
acceso a la lengua normativa como las clases altas.
Pero muy pocos estudios se han preguntado hasta qué punto
esta subversión puede ser considerada como una reivindicación feminista. En
efecto, sólo dos críticas se han acercado al tema del género. Elisabeth
Cardonne-Arlyck –aunque más interesada en el género literario– en su análisis
de Quant à je (kantaje) identifica el
“yo erróneo” de Molnár como femenino por su afán de contradecir la norma. Para
ello, la investigadora se basa en Derrida y su ensayo “La loi du genre” (1979):
“Molnár affiche le féminin par le discours confessionnel et le ‘fôtif’”
(Cardonne-Arlyck, 2001: 315). Por otro lado, esta idea ha sido en parte
recogida por Amanda Murphy (2019) quien examina la escritura molnáriana desde
los estudios queer. Murphy habla de
la queerización de la lengua en la
obra de Molnár haciendo un paralelismo entre el cuerpo queer y el cuerpo del texto plurilingüe: “Ni dans une langue ni
dans une autre, mais écrites avec plus d’une langue, les poétiques
hétérolingues constituent une voie royale pour considérer les articulations
possibles entre traduction et genre” (Murphy, 2019: 74). A continuación, Murphy
analiza con gran acierto los textos molnárianos como rupturas con el esencialismo
o el binarismo. Ahora bien, ninguno de estos artículos se pregunta sobre la
posibilidad de hablar de un cierto compromiso o agencia feminista[4]
en las obras de Molnár, tal como lo proponemos aquí.
Según nuestra hipótesis, las subversiones de la lengua y de
los géneros literarios en los textos de esta autora no sólo son atentados
contra la lengua nacional, como sugiere Pascale Casanova (“un attentat
spécifique contre la langue nationale”, 1999: 467), sino contra toda convención
que se contempla como norma. Lo que queremos demostrar pues es que el
“atentado” literario-lingüístico se origina y desemboca al mismo tiempo en un
“atentado” genérico, en el sentido de gender.
Pero, insistimos, esta es solo una faceta o explicación de su poética: su caso,
como el de muchas otras, tiene que ser analizado desde una perspectiva
interseccional que tiene en cuenta cómo interactúan opresiones varias (hooks et al., 2004). Aunque en este estudio
nos centremos más en la cuestión de gender[5],
principalmente por la falta de estudios al respecto, no podemos perder de vista
los otros componentes de su identidad y de su poética.
En las páginas siguientes estudiaremos Quant à je (kantaje), una de las obras más emblemáticas de Molnár
por ser una especie de antología de su escritura al recoger muchos de sus
textos publicados o presentados en otros lugares y por estar profundamente
marcada por un yo que, como lo
veremos más adelante, es fácilmente identificable como autobiográfico.
Reescribir “más o menos bien”
En
su novela Lamour Dieu,[6]
Katalin Molnár confía al lector que no ha inventado nada y que ha robado un
“montón de cosas” a otros autores: “tas de choses dans ce récit viennent
directement de chez eux, on les a volés, on les a copiés, que tout le monde
soit rassuré là-dessus” (Moi, 1999: 122). En otro lugar define directamente
toda literatura como reescritura, evocando así indirectamente la noción
bajtiniana del dialogismo:[7] “Vou
savé, toutfason, la litératur, sé sa. Kèlkun ékri un truk épui unôtr le reékri,
pluzou moin bien, sé sa, sa peû ètr mieû kom sa peû ètr moin bien” (Molnár,
1997: 36).
En efecto, como si quisiera demostrar ella misma la validez
de su afirmación, Molnár no para de reescribir y reescribirse a lo largo de
toda su carrera literaria. Sus textos son en general difícilmente clasificables
por su heterogeneidad: su práctica habitual ya antes de la publicación de Quant à je es el collage de textos provenientes de diferentes fuentes, que
transcribe, traduce y/o reescribe. Por ejemplo, la regla principal del libro
poético vmely rejtett helyről a beszélő felől indulva és azt
elhagyva
(1987), publicado en húngaro, consistió en incluir solo textos no escritos por
la autora. Este libro está compuesto de fragmentos copiados de libros sobre
diversos temas, mezclados y recompuestos según distintos algoritmos
matemáticos. Y su primera obra publicada en francés, poèmesIncorrects et mauvaisChants chantsTranscrits de 1995,
como su título sugiere, contiene canciones populares, militares y patrióticas,
en su mayoría húngaras, “mal” transcritas al francés.
Quant à je (kantaje), como ya se ha
mencionado, es particularmente interesante desde el punto de vista de la
reescritura. En lo que sigue, se tratará en primer lugar de la reescritura del
architexto del género autobiográfico y, en segundo lugar, se analizarán algunas
reescrituras hipertextuales.
Architextualidad
Para
Genette (1982), la architextualidad significa una relación “muda” con los
diversos tipos de géneros, discursos y modos de enunciación: “la perception
générique, on le sait, oriente et détermine dans une large mesure l’horizon
d’attente’ du lecteur, et donc la réception de l’œuvre” (1982: 11). Esta relación
a menudo se explicita en el paratexto que puede dar pistas sobre la manera en
la que el texto debe leerse; como es el caso de Quant à je (kantaje) que recibió la etiqueta genérica “agrégat”
(agregado). Esta palabra aparece en la portada y su explicación se encuentra en
las notas finales del libro, redactadas por la propia autora: “Pourquoi
agrégat, ce livre? […] l’agrégat, c’est un ‘assemblage
hétérogène d’éléments qui adhèrent solidement entre eux’ (Petit Robert). […] Ce livre est donc
composé de textes autonomes souvent éclatés et de morceaux langagiers divers”
(Molnár, 1996: 232). El concepto de “agregado” aborda una perspectiva
fragmentada de la obra artística, construida a partir de fragmentos
aparentemente dispares que, al ser ensamblados, logran recobrar una unidad.
Como el título indica, la unidad de este libro se da
esencialmente por la presencia del yo,
aunque llama la atención la forma errónea: “un discours emphatiquement
personnel, confession, journal, poème lyrique, lettre; mais la formulation
erronée ‘quant à je’ signale ici aussi un dévoiement systématique du genre, en
même temps que de la situation de parole” (Cardonne-Arlyck, 2001: 309). En
efecto, en francés diríamos quant à moi.
Por supuesto, el cambio se debe en parte a la habitual práctica subversiva de la
lengua normativa por Molnár, a un juego, como dice Murphy: “pronom qui partage
sa phonétique avec le mot ‘jeu’, rappelant la dimension ludique de ses
interventions dans la Langue” (2019: 83). Sin embargo, a este punto podríamos
añadir la idea de una especie de emancipación del pronombre y, por ende, del
referente x: el je que normalmente se
usa en francés con un verbo, aquí aparece de forma independiente –tal como la
autora se emancipa en varias de sus reescrituras, como veremos más adelante.
Además, hay que observar también la repetición del mismo sintagma con la
escritura fonética, “comme pour mettre ce dernier [je] face à un miroir réfractaire grâce auquel on se lirait
autrement” (Murphy, 2019: 84). Asimismo, en este kantaje se percibe la palabra francesa contagieux (contagioso): la lengua húngara que contamina todo el
texto, así como el yo que deja su
huella en cada parte de este. No sólo como coleccionista-ensambladora cuyos
intereses y estilo determinan lo que entra en el libro, sino también porque la
mayoría de los textos de alguna manera están vinculados con ella:
autotraducciones, transcripciones de performances,
traducciones de cartas personales, transcripción de una conversación de su
hijo, etc.
En este sentido, podemos definir Quant à je (kantaje) como un texto autobiográfico con un yo
autobiográfico claramente identificable en el centro. De hecho, probablemente
con un guiño irónico a Lejeune, Molnár lleva “al extremo” el pacto
autobiográfico (Lejeune, 1975) e inserta su contrato de publicación con su
firma manuscrita al final del libro (Molnár, 1996: 228). Sin embargo, este
último está lejos de ser una autobiografía en el sentido que le da Lejeune:
“Récit rétrospectif en prose qu’une personne réelle fait de sa propre existence
lorsqu’elle met l’accent sur sa vie individuelle, en particulier sur l’histoire
de sa personnalité” (Lejeune, 1975: 14). En el texto de Molnár no hay una
historia coherente sino múltiples discursos que componen en mosaico el yo autobiográfico: por ejemplo, cartas
escritas por su padre (“France-vers-dedans écrites lettres”), extractos de
otros libros de la autora (“sans prédicat”) o transcripciones de conversaciones
(“bobigni” que recoge discusiones entre Christophe Tarkos y Molnár).
Las características de este relato se corresponderían con
los rasgos que una parte de la crítica feminista atribuye a las autobiografías
de mujeres, como dice Domna Stanton (1994: 86): “la narrativa de los hombres
era lineal, cronológica, coherente, mientras que la de las mujeres era
discontinua, digresiva, fragmentada”. Ahora bien, estas características que,
como bien observa Stanton, no se cumplen siempre,[8] son
además propias de la escritura autobiográfica contemporánea o postmoderna, que
“cuestionan la noción de un yo unificado y afirman la imposibilidad de su
representación literaria” (Neuman, 1994: 418). El yo autobiográfico femenino, tal como el yo postmoderno, necesita romper con el género autobiográfico
tradicional rousseauniana, caracterizado por su linealidad y coherencia dadas
por el afán del autobiógrafo para “reconstituirse en su unidad y en su
identidad a través del tiempo” (Gusdorf, 1991: 12).
Esta oposición a una tradición masculina de la autobiografía
aparece de forma evidente en los dieciséis fragmentos que estructuran el texto
y abren cada nueva parte:
quant à je, des poètes très
peur ai (de ceux qui connus par je sont du moins) et pour qui une famille
sommes, la même famille sommes et ensemble la poésie défendre devons (ce que je
avec ils jamais faire ne pourrais).[9]
(Molnár, 1996: 11)
En
cada fragmento Molnár critica una de las formas o normas de la poesía, desde la
corrección lingüística hasta la poesía comprometida o la poesía pura. En una de
ellas también se rebela contra el intimismo:
mais peur ai également me font ceux qui
des intimes sujets abordent dans leurs poèmes et pour qui à l’amoureux
halètement ceux-ci de plus ressembler doivent (lesquels les uns aux autres en
effet comme de halètement ce type énormément selon je trop se beaucoup
ressemblent.[10] (1996:
79)
Rechaza
pues el exceso de sentimentalismo, el lirismo vinculado con la expresión de los
sentimientos íntimos. En efecto, en el texto que se cita a continuación, Molnár
relata sus experiencias amorosas y desengaños evitando deliberadamente adoptar
un tono “poético” y utilizando un estilo “telegráfico”:
(Rues désertes, chars russes, premier mort suivi d’un
deuxième, symptômes psychosomatiques, tentative de viol, gifle de mon père,
vols, peur de la bombe atomique, le père d’Alexandre nouveau-né me quitte,
retour, Mathias naît, séparation définitive, Alexandre mord ses copains à la
crèche, mort de mon père, Claude, venue en France, Claude, séparation
définitive, Paul, départ de Mathias chez son père, Paul, pas de Paul, Paul, pas
de Paul, ainsi de suite, Mathias revient, Mathias redépart, suicide du père,
Paul, séparation définitive, trop c’est trop, une nouvelle ère commence).
(1996: 21)
Los
paréntesis que encierran este texto pueden entenderse como un rechazo de un
tipo específico de autobiografía, aquella que se enfoca únicamente en los
eventos vividos. Ausoni (2017) sostiene también que el yo molnáriano no está constituido por los eventos de su vida, sino
más bien por los discursos que lo atraviesan:
[p]lutôt que de faire le point sur ce qui le constituerait
en propre ou sur les étapes de son développement, tout dans Quant à je (kantaje) vise à faire
apparaître le sujet autobiographique comme le lieu d’une intersection de
discours, qu’ils soient écrits ou oraux, personnels ou tiers. (2017: 174)
De
hecho, su narrativa no establece jerarquías entre los acontecimientos; la
mordida de su hijo a sus compañeros se aborda al mismo nivel que la muerte de
su padre. Esto revela, por un lado, la subjetividad inherente al punto de vista
personal y, de cierta manera, con la repetición cómica de los eventos (“Paul,
pas de Paul”), se ridiculizan los relatos de vida centrados en los
acontecimientos exteriores.
Por ende, Quant à je
(kantaje), donde el yo
autobiográfico ocupa un lugar central, desafía la tradición autobiográfica en
múltiples aspectos: en su estructura, estilo y temática. En esta perspectiva,
se puede considerar como una reescritura de las convenciones del género, una
apropiación de la autobiografía. Al rechazar la norma de los poetas, de
“ellos”, busca formas alternativas, rompedoras para expresarse: “Le répondant
de «quant à je» n’est pas une des figures, parents, amants, fils, qui font
surface selon le tressage des voix narratives, mais «quant à ils», les poètes
dans la famille desquels le sujet féminin ne peut entrer” (Cardonne-Arlyck,
2001: 313-314). Al adoptar el discurso confesional y fôtif, Molnár construye un lenguaje personal que, según el sentido
derridiano, está asociada a lo femenino: “Mais, alors que le féminin est
l’indécidable qui permet à Derrida de marier le sujet (masculin) à la loi, le
fôtif est la décision qui permet à Molnár de donner le jour à un indécidable
féminin: à la fois actif et infixable” (Cardonne-Arlyck, 2001: 315).
Hipertextualidad
Dentro
del campo de la hipertextualidad, Genette distingue las transformaciones, donde
pertenecen la parodia (transformación lúdica), el travestimiento
(transformación satírica) y la transposición (transformación seria), y las
imitaciones, con el pastiche (imitación lúdica), imitación satírica (charge) e imitación seria (forgerie) (Genette, 1982: 33-34). Aunque
prácticamente todos los textos de Quant à
je (kantaje) son reescrituras que representan algún tipo de
hipertextualidad, nos centraremos ahora en tres fragmentos que de maneras
diferentes reescriben un hipotexto importante del canon.
En el texto “doulcettement” Molnár imita a Rabelais, lo que
menciona de forma explícita en las notas finales: “la source évidente de ce
texte est M. Fran. Rabelais, Docteur en Medicine” (Molnár, 1996: 234). La
historia personal de la autora, su encerramiento accidental en casa y su salto
“heroico” –que pueden evocar el aprendizaje y los ejercicios de salto de
Gargantúa–, se escriben en un estilo arcaico:
De cestuy enfermement sus le balcon je me passerois bien.
Puys, dedans icel balcon avecques grilles
par davant, on se sent soymesme comme animal on le zoo.
Or estant presentement chascunes des
portes et des fenêtres fermées, en la maison entrer n’est poinct possible.
Puys, sus ledict balcon nulle chaise n’y
est.
Ne confortables, ne inconfortables […] (1996: 127)
Este
ejercicio de estilo provoca un efecto cómico a causa de la inadecuación del
tema y la forma: la historia de una nimiedad de lo cotidiano (la narradora
salta del balcón porque se ha encerrado en casa) se cuenta en un lenguaje
literario y antiguo que suena extraño para los franceses de hoy en día. Sin
embargo, al mismo tiempo que el salto se vuelve heroico por la forma en que se
relata, la historia sugiere que cualquier tema es válido para ser tratado en la
literatura, al igual que en el caso de Rabelais, para quien la forma se impone
sobre el contenido: “Chez Rabelais, le plaisir du signifiant l’emporte souvent
sur celui du signifié” (Gauvain, 2004: 47).
Además, esta historia, por lo banal que pueda parecer, es al
mismo tiempo la historia de una emancipación femenina, tal como pasa en otro
texto del libro, “floeur bleu”, que denuncia la falta de modelos femeninos para
la emancipación de la mujer.[11]
Antes de la ruptura con su pareja Paul, siempre fue éste quien bajaba por el
balcón “en cas de fermeture ceste porte” (Molnár, 1996: 128). Según él, las
mujeres no serían capaces de hacer la misma acrobacia: “Cestuy Monsieur
faulcement disoit à une amie que en feminin usaige ne sera il jamais on
difficulté” (1996: 128). Es por lo tanto para demostrarle que sí es capaz de
apañárselas sola por lo que Molnár finalmente baja: “Par ma foy, je dis bien:
si Paul le faisoit, aussi je le fays” (1996: 128).
Aunque este texto, contrariamente a los otros, no se ha
fragmentado, estas últimas frases resuenan en otras partes del libro. Por
ejemplo, justo al principio donde todavía no conocemos la historia del salto.
Las dos frases se insertan en una parte donde la autora habla sobre todo de su
propio libro y de sus errores (“jvoulèSURtoupa éffaçé méfôt”) y cita las
críticas de Paul: (“taékriuntèkst plulonkelézôtr parsketuvoulètemètr anavan”)
(1996: 16). Probablemente se refiere a Pál Nagy, escritor húngaro, cofundador
de Magyar Műhely, quien fue durante
mucho tiempo su pareja. Pero existe una ambigüedad ya que su editor también se
llama Paul (se trata de Paul Otchakovsky-Laurens, de la editorial P.O.L.). Esta
ambigüedad permite hablar de la posibilidad de una doble emancipación: tanto
sentimental como literaria. De este modo, la historia del salto no debe
considerarse simplemente como un relato trivial, sino más bien como una
metáfora que ilustra el proceso emancipador de Molnár de sus referentes
masculinos.
En resumen, se trata de una reescritura a medio camino entre
un pastiche, que según Genette (1982: 33-34) significa la imitación lúdica del
estilo de un autor (o de un género, de una época, etc.), y la imitación
satírica. En efecto, no se trata tanto de una imitación satírica de Rabelais,
que es más bien un modelo positivo para Molnár, sino de una crítica de los
discursos heteronormativos vehiculados por su pareja que el estilo rabelaisiano
no hace más que resaltar.
La composición titulada “hongroise histoire” también puede
ser interpretada como una imitación satírica. Molnár describe su propia génesis (“Hongrie-dessus naquis-je”,
1996: 15) con el estilo de la Génesis: los verbos introductores “jdizè”, “ceci
pensai”; la expresión “et bien…”, la palabra “enfanter” así como el uso del
pasado simple evocan el estilo bíblico. Por añadidura, la historia del
matrimonio y del nacimiento de los dos hijos pueden hacer referencia al
principio del libro de Génesis.
Jdizè: hongroise suis comme Bartók Béla et comme la de
goulache soupe. Hongrie-dessus naquis-je. Et bien connus-je là un jeune
hongrois mâle et amoureux devînmes l’un-l’autre-envers et ensemble nous
mariâmes et deux fils enfantai. Et quand enfantai, ceci pensai: rire donnèrent ces
fils à moi et qui ceci entend, avec moi ensemble jouit et rit. (1996: 15)
La
comparación de su historia con la de la humanidad, evidentemente, no se hace
sin (auto)ironía. Es especialmente notable en la sección donde relata sus
desacuerdos y reconciliaciones con su compañero, ya que Molnár emplea fórmulas
bíblicas de manera irónica para cuestionar las intenciones de su pareja y de
las instituciones heteronormativas: “Et alors ceci répondit:
dehors-sortis-je-te l’immense détresse-tienne-depuis et le protecteur-tien
fus-je. Sois-tu donc obéissante et alors alliance conclus-je avec toi. Mais si
bien-violes-tu l’alliance-mienne, malheur frappera-te et sûrement
bien-mourras-tu” (1996: 158), y más tarde: “Et alors, ainsi sentis-je moi-même
comme un loin égaré agneau et retournai chez lui” (1996: 159). Estas
expresiones prestadas del Dios del Antiguo Testamento señalan el machismo de su
compañero y del matrimonio en general, contra los cuales la narradora solo
decide rebelarse más tarde: “Et alors je ceci dis-je à lui: désormais le
compagnon-mien tu n’es-tu. Sépares-tu donc loin de moi et pars-tu loin d’ici
car loin-perdis-tu l’honneur-tien les yeux-miens-dedans” (1996: 208). Además,
la ironía se manifiesta a través del empleo de formas gramaticales incorrectas
que imitan la sintaxis húngara. Estas reglas erróneas, como la inversión del sujeto-predicado
o sustantivo-preposición, son detalladas a lo largo de toda la obra (texto
“lihongroitt”), intentando reflejar la complejidad y aglutinación del idioma
húngaro (vid. Ori, 2019).
Frente a estos pastiches, la parte titulada “Pouchkine”,
compuesta, “dans une transcription très personnelle, [de] trois morceaux
d’Eugène Onéguine (romans en vers, publié de 1825 à 1833), [de] la lettre de
Tatiana, [de] la réponse d’Onéguine et [d’]une strophe de la fin (où Pouchkine
parle des fautes de grammaire)” (Molnár, 1996: 236) procede de la manera
inversa. En lugar de imitar el estilo del autor, Molnár reescribe algunos
fragmentos de Oneguin en un estilo
personal. Es una traducción-transformación que contiene algunas interferencias
(faltan los pronombres personales sujetos y cambia el orden de la frase):
“C’est moi qui vous écris et profondément en ai honte. Me mépriser pouvez, mais
si la moindre pitié avez pour moi, me pardonnerez. Croyez-moi, je ne l’aurais
pas fait si le moindre espoir de vous revoir avais eu” (1996: 40).
En las páginas 84 y 85, los textos “hongroise histoire” y
“Pouchekine” se entrecruzan y alternan. Mientras la autora relata los inicios
de su relación con el hombre que la hace mudarse a Francia, intercala las
cartas románticas de Tatiana. El relato franco y telegráfico de la autora
contrasta con el estilo de Tatiana:
T’ai reconnu dès que tu es entré ici et tout de suite me
suis dit: oui, c’est lui. Car c’était bien toi qu’avant de connaître j’aimais
déjà.
Et alors, je ceci dis-je le compagnon-mien-pour: tu es-tu le
compagnon-mien qui aimes-tu-me et sais-tu que faut-il que fasse-je. Et
bien-acceptai la parole-sienne. (1996: 84)
Este
contraste pone de relieve la ausencia de sentimentalidad en la historia de amor
de Molnár, que se somete enteramente a su pareja en una relación tóxica. Esta
idea se refuerza mediante la yuxtaposición y el tratamiento paralelo de estas
dos historias parecidas. El sometimiento y la decepción son comunes en las dos
historias, lo que puede sugerir que la historia de la autora es un idilio
imposible o incluso ingenuo, a semejanza de la historia de Tatiana.
Finalmente, el último fragmento de “Pouchekine” sirve para
Molnár como cierre para su propio libro: el autor ruso expresa su esperanza de
que los lectores encuentren algún tipo de interés en su obra, incluso si se
trata solamente de las deficiencias gramaticales: “Peu importe ce que tu as
trouvé dans ce livre: une certaine consolation ou des souvenirs ou purement et
simplemente des fautes d’orthographe” (1996: 228). De esta manera el hipotexto
se convierte en un comentario metatextual que transmite una concepción de la
lectura como acto libre y activo, refiriéndose además al prefacio donde la
autora se dirigió a sus lectores pidiendo que corrijan su texto con muchos
colores (Molnár, 1996: 9).
En resumen, aunque Molnár en los tres casos analizados
transforma o imita grandes textos o autores del canon, la subversión de los
discursos se realiza de manera diferente que en las autobiografías que estudió
Barbara Havercroft (2017). No se trata simplemente de repetir los discursos
dominantes para criticarlos, sino de una apropiación compleja donde el juego,
la autoderrisión y la crítica del patriarcado están estrechamente vinculados.
Aunque de estos ejemplos resulta claro que la emancipación femenina es un tema
importante en la obra, así como la oposición a las normas, podríamos decir que
quizás la agencia feminista de estas reescrituras reside ante todo en el acto
mismo de la reapropiación. Dicho de otro modo, si las transformaciones e
imitaciones sirven para desmontar estereotipos y denunciar comportamientos
machistas, es justamente el hecho de reescribirlos de manera creativa lo que
permite a la autora emanciparse de algunas convenciones lingüísticas y
literarias.
Conclusiones
Al
principio de este artículo nos preguntamos si en Quant à je (kantaje) se manifiesta una agencia feminista mediante
las reescrituras. Aunque la autora no habla en sus entrevistas de un compromiso
feminista, hemos visto que su obra se preocupa mucho por la
dependencia/independencia de la mujer. La emancipación femenina puede
considerarse uno de los temas más importantes de este libro, igual que en su
siguiente publicación, en la novela Lamour
Dieu de 1999 donde la narradora analiza su relación tóxica con su novio. La
ruptura con estos compañeros significa una liberación del sujeto femenino de la
tutela del hombre. Sin embargo, Quant à
je (kantaje) en un sentido más amplio también representa una emancipación
lingüística y literaria. Al ser una especie de antología, da cuenta de la
pluralidad de formas y subversiones que su escritura representa.
A pesar o más a causa de estas innovaciones que,
naturalmente, tienen antecedentes en la historia literaria (como la escritura
fonética de Queneau), Quant à je
(kantaje) no ha logrado captar la atención de un público considerable:
“J’ai imaginé que Quant à je
recevrait une reconnaissance pour son originalité. Au contraire… Quant à je était dans les librairies
pendant trois mois, j’en ai quand même vendu sept cents au fur et à mesure que
je faisais des performances” (Ori, 2017: 428). En última instancia, esto
cuestiona la efectividad de la obra y su intento de democratizar la escritura:
si el lenguaje y la forma poco convencional para el público la convierten en
una obra casi inaccesible, y además intraducible, ¿debemos considerarla como
vehículo de una agencia feminista o más bien entenderla solamente como un texto
profundamente personal?
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Esta obra está bajo
una licencia internacional Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0.
[1] A partir de ahora
utilizaremos la traducción castellana “agencia”.
[2] La cursiva es del texto
original.
[3] “jeumeudi kilétinpératif
derèsté outsaydeur” (Molnár, 1996: 13).
[4] En este artículo utilizamos
el adjetivo “feminista” en un sentido amplio, entendido como lo que se refiere
a la crítica de la dominación masculina, lo que está estrechamente relacionado
–y aún más si se refiere a la “agencia”– con una voluntad de transformar, de
cambiar la sociedad caracterizada por esta dominación. Como
dice Linda Gordon, en cualidad de historiadora: “Feminism is a critique of male
supremacy, formed and offered in the light of a will to change it, which in
turn assumes a conviction that it is changeable” (Gordon, 1988: 29).
[5] Puesto que en este
artículo nos interesamos a la crítica de la dominación masculina y a la agencia
feminista, entendemos por gender las
relaciones de poder entre los hombres y las mujeres, tal como las feministas
materialistas lo definen: “Le ‘genre’ est le système de division hiérarchique
de l’humanité en deux moitiés inégales” (Delphy, 2001: 247).
[6] Publicada en 1999 bajo el
seudónimo Kité Moi: una transcripción fonética de “quittez-moi” que da una pista
sobre el contenido del relato, centrado en una de las relaciones amorosas de
Molnár, pero que al mismo tiempo guarda las iniciales de la autora.
[7] “[A]ucun discours de la
prose littéraire, –qu’il soit quotidien, rhétorique, scientifique– ne peut
manquer de s’orienter dans le ‘déjà dit’, le ‘connu’, l’’opinion publique’,
etc. (Bajtín, 1978: 102). Pero también podríamos mencionar a Barthes quien, en Le Degré zéro de l’écriture (1953),
define la escritura como a la vez determinada por imposiciones históricas y una
libertad creadora: “l’écriture reste encore pleine du souvenir de ses usages
antérieurs, car le langage n'est jamais innocent: les mots ont une mémoire
seconde qui se prolonge mystérieusement au milieu des significations nouvelles.
L’écriture est précisément ce compromis entre une liberté et un souvenir, elle
est cette liberté souvenante qui n’est liberté que dans le geste du choix, mais
déjà plus dans sa durée” (1970: 19).
[8] “Y, sin embargo, las
mujeres también habían escrito narraciones lineales […] y la fragmentación
constituía la matriz del estudio de Beaujour sobre el ‘autorretrato’ desde San
Agustín a Leiris” (Stanton, 1994: 87).
[9] La cursiva es del texto
original.
[10] La cursiva es del texto
original.
[11] “onNOUreproch kenou,
jveudir léfamm kommoi, konsekonport komléZOMM, méanfèt, skispass, cèke,
cèkilgnaPAdôtremodèl” (Molnár, 1996: 207).