La otra conquista de América de Laurent Binet en Civilizations

The Other Conquest of the Americas in Laurent Binet’s Civilizations

 

 

 

María Álvarez de la Cruz

Universidad Autónoma de Madrid

 

maria.alvarezd@uam.es

https://orcid.org/0000-0003-1691-8994

Recibido: 22/12/2022

Aceptado: 18/04/2023

 

Resumen

Este trabajo trata de analizar el uso de las formas más clásicas del género histórico y de la escritura histórica que hace Laurent Binet para construir un relato ucrónico y simbólico de lo que hubiera podido ser otro encuentro entre civilizaciones. Al partir de una base ucrónica, se examina la novela Civilizations desde una perspectiva literaria, pero también historicista para deshilar las implicaciones del enfoque de Binet, que sitúa sus giros argumentales en un plano multidimensional, a la par que original en el devenir de la Literatura y la Historia en sí.

Palabras clave: ucronía, narrativa francesa, novela histórica, Laurent Binet, Civilizaciones, Historia alternativa, hipótesis.

 

Abstract

This paper attempts to analyze the use made by Laurent Binet of most classical patterns of historical fiction and historiography to propose an uchronia tale in another world scenario, where civilizations encounter occurs in a different way. Adopting uchronia as its basis, his novel Civilizations is examined in the light of current literary and historiographic approaches, as its nuanced plot spins at a multidimensional scale, to reveal also an original and genuine questioning about Literature and History themselves.  

Keywords: Uchronia, French Fiction, Historical Fiction, Laurent Binet, Civilizations, Alternate History, Hypothesis.

 

 

Introducción

 

Sumergirnos en mundos paralelos anida en el corazón mismo de la literatura, al igual que replantearnos el nuestro propio. Si, además, le añadimos el componente de repensar la Historia desde la ficción, el atractivo se multiplica. Podríamos pensar que la ucronía surge a raíz de las limitaciones de un género, que estaría “encapsulated and represented by an alternate history that expresses a profound regret over the tragedy of modern history” (Winthrop-Young, 2009: 101). No obstante, sus perspectivas transcienden el pesar por el devenir histórico, al igual que su análisis teórico transcurre dentro y más allá de la ciencia ficción.[1] Resulta reseñable que muchas ucronías narrativas se centren en un resultado distinto de las guerras más significativas de los últimos dos siglos, desde las campañas napoleónicas a, especialmente, la Segunda Guerra Mundial. La intranquilidad que provoca esta perspectiva se acompaña de las exploraciones ficcionales que posibilita. Esta desviación prefiguraría el punto de bifurcación entre realidad y ficción, núcleo mismo de la escritura especulativa. De la quiebra factual emerge la transformación ficcional de la realidad y su irremediable comparativa con el relato histórico, que nos empuja a replantearnos los discursos de las ciencias sociales bajo otro prisma. Por tanto, es condición necesaria tomar un desvío respecto a un momento clave de la Historia como argumento de la trama ucrónica. En este sentido, el descubrimiento de América de 1492 y la colonización hispana del continente guardan el necesario atractivo para su ficcionalización en clave alternativa.[2]

Resulta coherente que un autor como Laurent Binet (1972) que ya había demostrado su interés por la problemática del discurso histórico, así como el uso de personajes reales –desde Heydrich a Barthes– en su obra, diera un paso más, para adentrarse en la narrativa ucrónica.[3] Este artículo se acerca a su novela Civilizations (2019) desde un enfoque transversal, donde se confronta la proposición literaria de Binet a estudios teóricos sobre historia alternativa. En particular, a aquellos orientados a la ciencia ficción –en especial Suvin, Winthrop-Young y Spiegel–, así como a los parámetros de la escritura histórica y la evolución de las distintas corrientes historiográficas.[4] Todo ello planteado para iluminar la concepción imagológica de la alteridad contrafactual. Con este fin, se traza primero un análisis formal de la construcción de la narración de Binet, para adentrarse después en las múltiples dimensiones de su transcendencia textual, acopio de aspectos literarios, historicistas y reflexivos sobre la constitución de las sociedades actuales. Conviene destacar aquí que la aproximación de Binet no se efectúa en un entorno futurista, sino que reenfoca el discurso sobre el pasado. Igualmente se analizan en este trabajo las interrelaciones con la otredad, sin olvidar un maravilloso ejercicio intertextual de reescritura de los hitos de la literatura renacentista.

 

 

Forma y materia: la mecánica de la construcción alternativa

 

La premisa de la que parte Binet en Civilizations es la construcción hipotética: qué hubiera pasado si los americanos hubieran llegado a costas europeas antes que los europeos a América. Sin ser una novedad ni temática ni estilística, Binet se rodea de una escritura imitativa de la época que refleja.[5] De este modo, para ensamblar su relato, el autor recurre a técnicas literarias diferentes a las de su novela HHhH, pero que entroncan con paradigmas de la historiografía, para perfilar un mundo de posibilidades no realizadas. El postulado e hilo conductor de Binet es que Europa se podría haber ahorrado las cruentas guerras religiosas de la Edad Moderna y haber avanzado desde el siglo XVI más hacia la tolerancia y la concordia. En este sentido, se postula como un acelerador de la Historia, recurriendo al análisis de Boireau: “En gros, le choix impose aux auteurs d'uchronies est le suivant : ils peuvent accélérer ou ralentir le temps de l'Histoire” (Boireau en Winthrop-Young, 2009: 113). Partiendo desde el mismo punto, el cambio en un elemento inicial hubiera permitido un sendero distinto en una historia paralela que habría “corregido” de alguna manera algunos dislates con los que transcurrió la realidad histórica. Tal característica se sostiene, porque el reinado ficticio de Atahualpa primero en España y luego, a través de su influencia, en Europa, se manifiesta en una mayor tolerancia hacia el otro, la libertad de culto religioso y un sincretismo de creencias que evitan las matanzas religiosas del siglo XVI. Pero antes de llegar a este punto, vamos a detenernos en los aspectos formales, su estructura y los recursos narrativos, donde convergen literatura e historiografía, de la novela de Binet, que nos van a permitir comprender cómo determinados recursos – narrativos e historiográficos – clásicos pueden utilizarse de modo innovador y en consonancia con un Verfremdungseffekt que no desmerece ni los razonamientos de Suvin (1972), ni de sus críticos (Spiegel, 2008), lo cual no es poco mérito.

En primer lugar, Binet se había interrogado sobre cómo se debe contar la Historia en HHhH, su carácter metafísico y su plano multidimensional, en la que incluso la Historia se personifica como oráculo que se manifiesta en todos nosotros (Bracher, 2015: 137). Pero a diferencia de HHhH, donde Binet se hace presente como autor en el relato, en Civilizations no aparece rastro de la autoficción contemporánea, ni de intersecciones temporales fragmentarias concomitantes. Civilizations se articula en cuatro partes bien diferenciadas, tanto en su dimensión cronoespacial, como por su estructuración formal. Las cuatro partes, además, apelan a distintos procedimientos y géneros de la historia literaria y del estudio historiográfico. Sin embargo, el autor se manifiesta a través de la voz narrativa del cronista, donde expresa su visión sobre la Historia.

En la primera, situada alrededor del año 1000, Binet se fija en las sagas islandesas de corte histórico, que recordemos, a diferencia de las primigenias, no se refieren a hechos mitológicos, para contarnos cómo llegaron los vikingos a costas mesoamericanas. Su base es un hecho auténtico y personajes que existieron en la realidad, característica dominante en toda su novela. Pero la lleva un poco más allá. Si bien se conoce la existencia de Freydis Eriksdottir a través de las sagas nórdicas y las exploraciones vikingas en el territorio noreste del actual Canadá, la especulación de Binet es narrar una navegación más al Sur, hasta costas mayas. Su escritura respeta las convenciones de género, se cuenta la historia de una familia en sus diferentes generaciones y sus aventuras –las exploraciones en el Atlántico al Sur de Terranova–. La imitación que emplea Binet permite que el lector se sumerja en el universo paralelo que nos va a plantear en toda la novela, ya que la narración ucrónica es altamente exigente para sus lectores, que tienen que acatar que la realidad de la historia se aleja completamente de la realidad del mundo no literario, de ahí la necesidad de imbuirse en otro universo. El Verfremdungseffekt se produciría en dos planos, el primero en la propia presentación narrativa, donde se relatan, en apariencia, hechos de una forma clásica, respetando la cronología de eventos y con abundantes nexos causales, que permiten seguir perfectamente el transcurso de los acontecimientos, pero sobre todo a través de una disonancia cognitiva que se da en la lectura. En efecto, el lector tiene que distanciarse de las normas del mundo real, de todo lo que conoce de los hechos históricos, y dejarse llevar por los hechos que desconoce, la historia alternativa. La lectura de esta novela se lleva a cabo, por tanto, con un doble enfoque. Por un lado, averiguar cómo transcurren los hechos en este mundo paralelo, por otro, la inevitable comparación con el mundo que conocemos históricamente. Respecto a la novela de Binet, esta primera parte resulta imprescindible para dotar a las poblaciones meso y sudamericanas del contacto con aquello de lo que carecieron en los siglos XV y XVI: caballería, uso del hierro y, sobre todo, anticuerpos para defenderse de los principales virus que recorrían Europa. La fusión de Freydis y su estirpe –un pequeño número de personas– con poblaciones mesoamericanas es necesaria, y funciona aquí como primer eje causal de la bifurcación histórica. Su muerte permite que se cierre la saga –y esta primera parte– de forma coherente tanto con el género imitado como con el propósito narrativo.

La segunda parte supone un salto temporal al siglo XV, y en esta Binet recurre a un diario de navegación ficticio de Cristóbal Colón. Nuevamente un personaje histórico real y una travesía que ocurrió. Lo que el autor está arguyendo es que la vida de Colón y su viaje bien pudieron haber transcurrido de modo diferente. Estilísticamente, Binet recurre a todos los tópicos de la narración de la época: invocaciones y expresiones religiosas, referencias a sí mismo como servidor de sus señores reyes (“Notre Seigneur, qui est la lumière et la forcé de tous ceux qui vont sur la bonne voie, a décidé d’éprouver son plus fidèle serviteur et celui de Vos Altesses”, Binet, 2019: 51), expresiones tipo “pour prendre langue” (Binet, 2019: 39), denominación de los habitantes como “Indiens” (Binet, 2019: 64), al igual que el verdadero Colón, que nunca supo que no había llegado a donde pretendía. Todo ello produce un efecto “realista” en el lector. La fidelidad de Binet a las formas y estilos de la época que retrata hace que el lector se acople mejor a su narración y entre en este mundo paralelo. Lo importante en esta segunda parte es su doble finalidad. Por una parte, es perentoria la necesaria coherencia respecto al fracaso de la expedición de Colón. Por otra, permite que un personaje, que va a ser fundamental en la siguiente, tenga contacto con los tripulantes y, en especial, con el navegante, y pueda así aprender castellano y desempeñar un rol fundamental a la hora de explorar el mundo, el de trujamán, para que los integrantes de alejadas civilizaciones puedan tener contacto utilizando ese mecanismo de la comunicación humana, el lenguaje articulado.

La tercera parte, el auténtico núcleo f de la narración o desarrollo aristotélico de la trama, no supone un salto de cinco siglos, sino de unos cuantos años respecto al viaje de Colón. Las dos partes anteriores constituirían un introitus para la realización de la acción en pleno siglo XVI alternativo. De nuevo, el novelista se hace eco de una tipología historiográfica –la crónica– para explicar cómo Atahualpa, a raíz de las guerras con su hermano, se ve obligado a hacerse a la mar hasta Europa. Primero, una vez más, el uso que hace Binet de la crónica respeta sus convenciones, pero no por ello deja de lado otras técnicas literarias, en este caso diálogos, descripciones, etopeyas y abundante metaliteratura, que será esbozada más adelante, todo ello conservando el hilo narrativo de corte cronístico. Así el texto ficcional imitativo se erige en factual diegético. Dicho de otro modo, la aparente mímesis –por sus correspondencias con la realidad histórica que conocemos– se transforma en diégesis paralela, en la que Binet juega con las equivalencias entre ambos mundos. Los personajes, por su parte, son históricos; no así su tratamiento novelístico, que aúna técnicas de novela histórica y crónica historiográfica. El artefacto híbrido resultante es justamente lo que permite a Binet activar la verosimilitud de la historia alternativa y que el lector evalúe todas las posibilidades que presentaría si hubiera acaecido. El distanciamiento lector –que podríamos calificar tanto de Entfremdung como Verfremdung[6]– permite el efecto espejo que la novela provoca en sus lectores, la inevitable comparación con la perspectiva histórica. Claro que se sabe que el final de Carlos V no es el descrito en la novela, pero ¿qué azar condujo a que fuera el que fue y no otro? Así se resalta la cuestión subyacente, como es la exposición de todas las otras posibilidades no realizadas. Y siguiendo esta línea argumental, la distancia entre la concretización real de un hecho histórico es muy escasa respecto a la falta de materialización de otra posibilidad en ese mismo contexto histórico. Binet juega con la Historia, respetando sus propias reglas, sin personificarse, al menos directamente en ella, sino mediante íncipits que abren las distintas partes de su crónica, comentarios del cronista donde se percibe este alejamiento pretendido de los hechos narrados. Es el cronista que no puede salirse de la historia, con sus personajes que tampoco pueden escapar de sus designios, al modo clásico, pero en un mundo narrativo contrafactual. De este modo, el distanciamiento también se produce a nivel autoral, al contrario de lo que sucede en sus incursiones autoficcionales de HHhH. La reflexión va a ser metaficcional y se va a producir en un plano distinto, como es la propia elaboración de lo textual a través de la lectura.

Es en esta parte donde Binet explora con profusión el efecto espejo –entre lo histórico y lo ficcional– del encuentro civilizatorio. Veamos algunos de sus principales ejemplos. Primero, la navegación. Bien es sabido que Colón desembarcó en las Canarias antes de seguir su ruta. De forma paralela, la expedición de Atahualpa fondea en Cuba, donde recogen a la princesa trujamán –a imagen de otras como Malinche– que va a permitir la comunicación entre civilizaciones. De nuevo, como en la conquista española, Higuénamota tiene un triple rol para Atahualpa: amante, consejera y traductora. Sin ella, el avance sería poco factible. El encuentro propiamente dicho con la alteridad europea se rodea de incomprensión de los parámetros que mueven esa realidad. El desembarco en Lisboa, cuyo idioma no maneja Higuénamota, se enfrenta a cómo denominar a esas personas desconocidas. Igual que Colón refiriéndose a los indios, por la supuesta pertenencia geográfica, los incas se topan con monjes y esos europeos son para ellos los tondus por el rasurado que practicaban los religiosos de entonces. Todas las disputas interterritoriales, dinásticas y religiosas que aparecen en la Europa del XVI son eco de esas otras que encontraron Cortés y Pizarro y que supieron aprovechar para sus propios fines. Así, se produce un fenómeno de doble alteridad-distanciamiento-acercamiento. Por un lado, las civilizaciones americanas y europeas estaban viviendo los mismos tipos de conflictos: lo que las diferenciaba eran los intervinientes. La percepción de que un conflicto supone una ventaja para la conquista se produce del mismo modo en la Historia que en su modelo de historia alternativa. Atahualpa sabe hacerse con estos nuevos territorios gracias a su comprensión del sinsentido que implicaban todas esas disputas. Además, están los deseos expansionistas de este Atahualpa frente a los que experimentaron los conquistadores españoles. El Inca, al hacerse con el puesto de Carlos V, se erige en un emperador alternativo, que tiene dificultades para detener su afán conquistador. Pero también surge el desvelo de impregnarse a sí mismo de la cultura europea, puesto que experimenta un deseo creciente de conocimiento del otro: “Atahualpa aimait écouter Francisco de Vitoria lui parler de droit natural, de théologie positive, de libre arbitre, ainsi que d’autres notions” (Binet, 2019: 139). Es el revés de lo que pasó con algunos cronistas, religiosos y exploradores, como Díaz del Castillo o de las Casas, que intentaron aproximarse a la cultura del otro. Sin embargo, es en el aspecto religioso donde se encuentran algunos de los mayores reveses alternativos y paralelismos. Si los conquistadores y exploradores del siglo XVI aborrecieron las costumbres precolombinas de sacrificios humanos, los incas reciben un impacto muy negativo al ver los autodafés inquisitoriales de los condenados por judaizar y recurriendo al estilo indirecto libre nos encontramos este razonamiento:

Il voulut leur expliquer qu’un dieu qui exigeait qu’on brulât des hommes vivants, quel qu’ait pu être leur crime, était un dieu mauvais, car le corps des morts devait être conservé afin qu’ils puissent continuer à vivre après la mort, et qu’un tel dieu ne méritait pas qu’on l’adore (Binet, 2019: 126).

 

 

Al comprender el potencial de la diversidad de esos nuevos territorios, el Inca consigue vislumbrar las posibles alianzas con todos los excluidos de esas sociedades para hacerse con el gobierno europeo. Atahualpa no se limita a los conflictos ibéricos, sino que se implica en el corazón de la reforma protestante y trata de encontrar puntos para contentar a unos y otros, en un mensaje unificador. Sin duda, aquí le ayuda retomar costumbres para él desconocidas, pero no para el lector, ni por supuesto para el autor, de permitir la diversidad religiosa, incluida la de su propia religión solar. El ficticio edicto de Sevilla, imagen narrativa del edicto de Nantes de 1598, revocado en 1685 por Luis XIV en Francia, arroja luz a la esperanza de tolerancia en Europa y el fin de las luchas religiosas: “Puisque le rêve d’un monde sans Inquisition prenait forme en Espagne, alors peut-être tout devenait-il, sinon posible, du moins envisageable, y compris la paix et la concorde” (Binet, 2019: 201). Este afán de paz y concordia guía la escritura ucrónica de Binet, pero no solo para el siglo XVI, sino para todos cuantos les siguen. En cuanto a la reformulación religiosa de Atahualpa, se da de una manera “assez proche de l’ancienne en vérité, reconnaissant les mêmes dieux mais souhaitant leur rendre hommage selon des coutumes différentes” (Binet, 2019: 201). El cambio, no tanto del contenido pero sí de la forma, no opera con un fin lampedusiano, sino que actúa en pro de ese deseo subyacente de paz y concordia de toda la obra.

Llegados a este punto, es necesario nombrar otro recurso formal y estilístico de Binet, como es la inserción de la correspondencia entre dos humanistas de la talla de Erasmo de Rotterdam y Tomás Moro. Primero, por traer a colación la honda tradición de narración epistolar, y segundo, por dar una oportunidad a las visiones de estos dos pensadores de realizarse en este mundo paralelo. Si Moro rechaza inicialmente la figura de Atahualpa, Erasmo le hace ver cómo concuerda con los principios de los dos. Siguiendo la argumentación ficticia entre ambos, Binet anuda su narración con las corrientes humanistas del renacimiento que se toparon con intolerancias religiosas y políticas, y acabaron en decapitaciones y exilio. La historia contrafactual ofrece precisamente eso a personajes reales: alternativas a su destino real. “La sagesse d’un païen, s’il est guidé para Dieu, quand bien même à son insu, peut faire davantage pour l’humanité qu’un chrétien assoiffé de sang” (Binet, 2019: 196), le dice Erasmo a Moro, para refrendar el objetivo común de una Europa humanista, construida en paz y concordia, construida incluso desde el poder foráneo. Si algo se aprecia en la construcción narrativa del autor es el respeto a las relaciones causales entre acontecimientos y desarrollo de personajes históricos, que adquieren una nueva dimensión, pero absolutamente coherente con sus postulados históricos. No en vano, la cita de Carlos Fuentes que abre la novela revela todas las posibilidades que el arte ofrece en contraposición a las estrecheces de la realidad. Parece que la loca de la casa, en términos de Santa Teresa, es más posibilista, mientras que la realidad se queda en un plano limitante.

La fidelidad de Binet es tan explícita que, a la primera incursión y dominación inca, añade el arribo y posterior dominación de otra potencia americana, la azteca, que coloniza Francia. Así, los distintos imperios americanos se disputan la hegemonía en Europa, ocasionando disputas entre ellos; tal y como hicieron en nuestra Historia factual los distintos reinos europeos. Y siguiendo este paralelismo contrastivo, Binet también incluye el mestizaje, tan característico del proceso de conquista español, en su ficcionalización de la expansión inca en Europa, primero entre las realezas y noblezas de ambas civilizaciones, que luego imprime su marca en el resto de Europa. El futuro europeo nacerá de esa mezcla, sin poder desligarla.

El efecto especular llega a su máximo esplendor tras derrotar el Inca y sus lugartenientes al corsario berberisco adquiriendo una dimensión muy de la época y de completo reconocimiento: “Pour les Espagnols, Atahualpa était désormais le conquistador” (Binet, 2019: 226). En este punto, se produce la reflexión interior del autor, que muestra los nexos causales de la Historia y la inescrutabilidad de sus designios: “L’histoire aurait pu d’arrêter . Mais la geste des hommes est un fleuve dont personne, hormis le Soleil s’il venait à s’éteindre, ne saurait interrompre le cours” (Binet, 2019: 226).

Por todo ello, la novela se adscribe a lo propuesto por Darko Suvin, en su análisis de la poética de la ciencia ficción:

Thus SF takes off from a fictional ("literary") hypothesis and develops it with extrapolating and totalizing ("scientific") rigor in genre. The effect of such factual reporting of fictions is one of confronting a set normative system - a Ptolemaic-type closed world picture - with a point of view or glance implying a new set of norms; in literary theory, this is known as the attitude of estrangement (Suvin, 1972: 373).

 

Y por supuesto, en su fin mismo, extrapolado al siglo XXI: “In the 20th century, SF has moved into the sphere of anthropological and cosmological thought, becoming a diagnosis, a warning, a call to understanding and action, and - most important - a mapping of possible alternatives” (Suvin, 1972: 378).

Como se ha observado, todo ese Verfremdungseffekt es necesario, pero también se corresponde con el análisis que hace Spiegel (2008) de los procesos de naturalization, defamiliarization y diegetic estrangement. Si bien su estudio se centra en el cine de ciencia ficción, se puede aplicar a las ucronías narrativas. Estos tres fenómenos se producen de forma continua en el texto de Binet y a ello ayuda la progresión cronológica lineal – tan característica de la escritura historiográfica de las crónicas–. Aceptamos que, si nos hemos adentrado en costas mayas siguiendo una pequeña incursión vikinga, bien podemos naturalizar acontecimientos paralelos que se encuentran próximos a los históricos. En cuanto a la defamiliarization, se encontraría enraizada en descubrir las peripecias alternativas del recorrido de Colón. Puesto que conocemos la historia de 1492 según el relato histórico, en la novela estamos frente a un navegante que sí llega a su destino, pero no vuelve y cuya hazaña y memoria se pierden en el recorrido lineal de la historia alternativa. Todo ello con el propósito de sumergirnos en un alejamiento diegético con las crónicas de Atahualpa que, aun imitando la realidad, siguen su propia lógica, bien trazada, pero perteneciente a otro universo. El interés como lectores se centra en ese doble juego: por un lado, sabemos lo qué paso –en la Historia– por otro, estamos expectantes por descubrir y comparar lo que pasa en la narración. Por tanto, incluso podemos estar ejerciendo una labor lectora similar a la de un historiador, que averigua sobre hechos del pasado, pero en este caso, sobre las perspectivas que la Historia no ha permitido concretar.

Por último, sobre la cuarta parte, centrada en el efecto de esta historia alternativa en los grandes artistas del siglo XVI, un limitado esbozo se encuentra en el siguiente apartado.

En resumen, la cimentación narrativa de Binet se sirve de amplios conocimientos en géneros literarios y en historiografía. Este uso de la escritura y de las corrientes historiográficas no es ajeno a la narrativa ucrónica como subraya Winthrop-Young:

For the emergence of Alternate History proper, however, borrowings from historiography were indispensable, but the exchange between the two was so successful precisely because of their obvious distance from each other. It is up to historians to determine to what degree the reverse process has set in, that is, to what degree Alternate History is finding its way back into historiography (Winthrop-Young, 2009: 114).

 

No obstante, gran parte de estudios teóricos consultados ha girado en torno al género de ciencia ficción, considerado en sus formas más conocidas, muchas desde un enfoque futurista y alejado de los parámetros de la novela histórica “pura” (viajes en el tiempo, exploraciones espaciales, etc.),  que se adscriben mejor a las categorías de Todorov: “the uncanny, the fantastic, and the marvelous, the latter designating fictional worlds that are not compatible with our empirical world” (Spiegel, 2008: 383), mientras que Binet desarrolla su periplo ucrónico de un modo no solo compatible con nuestro mundo empírico, sino de forma pretendida y falsamente mimética. Pero no nos dejemos engañar, este buscado efecto mimético dentro de una diégesis narrativa es su particular logro. Con este procedimiento, la ucronía, en su hibridación con la novela histórica, la escritura historiográfica y distintos géneros literarios, coloca a la historia alternativa en un efecto contrastivo con la realidad y la dota de una novedosa función narrativa. En definitiva, se abre a la vía (im)posible de conocimiento del mundo a través de la ficción compuesta de imágenes invertidas. Por lo demás, la ucronía de Binet se construye con varias desviaciones, la adquisición por la vía vikinga de elementos necesarios para impedir la supremacía europea, la conflictividad en el seno del imperio inca que origina la navegación hacia Europa y, de ahí, esta construcción alternativa de Europa. La casualidad se entreteje con la causalidad y funciona en una metadimensión teñida de precisión ficcional-factual, en la que la reflexión conlleva una reiteración de los motivos por los que aceptamos los eventos históricos como verdaderos.

 

 

El futuro del pasado alternativo: imaginar otro presente, el metatexto del lector

 

Si toda la novela cristaliza en otro encuentro entre civilizaciones, en otra conquista de América, también en otra Europa, cabe volver a uno de los planteamientos básicos en análisis literario, la intencionalidad del autor. El presupuesto también es básico: si la exploración y colonización de las otras partes del mundo por parte de los europeos nos ha llevado a tantos horrores, qué hubiera sido de haberse producido al revés, una Europa explorada y colonizada por americanos originarios. Conviene no olvidar que, según el historiador Hugh Thomas, el proceso de conquista, fue “el choque entre dos imperios […] [que] pese a sus diferencias, tenían mucho en común” (2007: 11), así como el postulado de que la construcción identitaria europea estaba en plena transición en el siglo XVI, por lo que ambos procesos se dieron a la vez, con los posibles influjos –positivos o negativos– colindantes. Aunque consideremos el ejemplo de un imperio bien codificado cultural y políticamente, como podría haber sido el romano en ciertos periodos, ello no lo exime de estar en permanente cambio a la hora de expandirse. Sin embargo, en el caso español, la expansión y su formación como Estado sucedieron a la par, con toda la problemática que suscita.

De haberse dado a la inversa: ¿habría sido mejor? Para responder a esa pregunta, Binet representa aquí la hipótesis de otra historia del famoso choque entre las civilizaciones europeas y americanas, que bien puedo haber estado a punto de producirse. Por ello, el rol del azar –no sujeto a las disposiciones humanas– es fundamental para entender nuestra formación como sociedades y, también, como individuos dentro de las mismas. 

La pregunta subyacente es esencial para comprender la intencionalidad del autor, que podríamos formular como: ¿la exploración de todas estas otras posibilidades no materializadas por una serie de azares a qué nos lleva? Claramente a imaginarnos como lectores un presente diferente, fruto de un devenir histórico distinto. En este sentido, Binet recoge el testigo de varias influencias de análisis del discurso histórico. Por un lado, los ecos crocianos de formación del propio historiador como condicionantes de su propia aproximación a los fenómenos históricos. Por otra, una línea algo más hegeliana de construcción del presente. De una formación política y social basada en el rechazo al otro e intento de constitución unitaria, como la derivada de los enfrentamientos religiosos, pero también internacionales –contra otros estados o civilizaciones– de toda la Edad Moderna y más allá, no pueden surgir sino los Estados actuales, imbuidos de miedos hacia la alteridad. Además, la consideración que hace Binet del proceso muestra la superación de los paradigmas nacionales, para adentrarse en el proceso macrohistórico de identidad europea. Corresponde aquí al lector crear su propio presente alternativo, fruto de la propuesta de Binet de ese encuentro entre civilizaciones. El iluminador artículo de Geoffrey Winthrop-Young no deja de puntualizar sobre todas estas intersecciones y funcionalidades de la ucronía: “Replacing what was with what could have been will necessarily impact what will be” (Winthrop-Young, 2009: 113). Ese impacto es justamente lo que nos proporciona la novela de Binet. Por tanto, la reflexión sobre la historia no está excluida, sino que se articula en torno a las líneas de la escritura historiográfica, como ya se ha dicho, a través de comentarios de cronista renacentista: “Mais l’histoire nous a appris qu’au fond, peu d’événements prennent la peine de s’annoncer, parmi lesquels un certain nombre se plaisent à déjouer les prévisions, et qu’en définitive, la plupart se contentent de survenir” (Binet, 2019: 108). Aquí, como ya hemos apuntado antes, en contraste con las apariencias, Binet retoma su reflexión tan cara sobre la Historia, y la falta de control que ejercemos sobre los acontecimientos, muchas veces tan contrarios a deseos y decisiones. Volviendo al impacto metaficcional, la novela termina, pero no sus efectos, puesto que este siglo XVI ucrónico nos conduce a un futuro, un siglo XXI emergido de su tolerancia religiosa, del mestizaje entre incas y europeos. Sugiere más mundos alternativos. En definitiva, ese futuro, nuestro presente alternativo, el otro texto de esta obra, se construye en la imaginación del lector.

 

 

Pequeña coda: metaliteratura ucrónica

 

De cara a la historia de la literatura, ya que hablamos del siglo XVI, uno de los efectos más interesantes y que mayor juego literario proporcionan a Binet es imaginar el devenir de las grandes figuras literarias y artísticas de este periodo, emergidas a tenor de la bifurcación en los acontecimientos. A lo largo de las crónicas de Atahualpa encontramos versos de un poema intitulado Les Incades, reescritura ucrónica de Os Lusíadas. Confrontado a que los grandes descubrimientos los efectúan los incas, Camões –o su alteridad– les dedica aquí su obra magna. Binet no lo nombra, sino que establece su propio diálogo de lector a lector, a través de su reescritura. Por tanto, los versos iniciales del Canto I se transforman en:

Ô vous, hommes vaillants de plages si lointaines

Qui, partis d’Occident, avez par vos exploits,

Soumis bien au-delà de ces côtes cubaines

Des mers qu’on sillonnait pour la première fois;

Ô vous, qui méprisant les vents et les tempêtes

À travers les dangers, les combats de géants,

Parvîntes à poser, pour prix de vos conquêtes,

D’un Empire nouveau les premiers fondements (Binet, 2019: 112).

Resulta meritorio el ejercicio de reconstrucción poética de Binet, que no descuida ningún aspecto de su recreación ucrónica, especialmente la transformación paralela de toda la historia del pensamiento, arte y literatura occidentales a partir del siglo XVI.

Por eso mismo, y tal vez por ello, siendo este el siglo de invención de la novela, Binet cierra su texto con una cuarta parte dedicada a Cervantes. Aquí el autor se deleita con el ejercicio de la reconfiguración de Cervantes como personaje imitando la famosa apertura de su más insigne obra. Así, construye el recorrido vital de Cervantes como una novela de aventuras, en la que tiene que huir de España y se encuentra con otra figura artística de gran relieve, El Greco. Las posturas a favor y en contra del imperio inca de Europa se exacerban y toda la experiencia vital de Cervantes, su paso por el cautiverio en Argelia, se reescribe en el contexto del Cinquième Quartier, denominación con la que se conoce a la Europa novoinca. Ambos van a dar al retiro de Montaigne, al servicio de la hegemonía americana en Europa. Las limitaciones del presente trabajo no permiten sino esbozar las implicaciones a nivel artístico para Europa de esta realidad paralela, pero la cuestión que nos arroja Binet es crucial: ¿qué habría sido de Cervantes?, ¿habría escrito El Quijote? Y Montaigne, ¿habría perfilado sus ensayos? ¿Tendríamos la literatura o el arte que conocemos? Porque no solo estamos condicionados por el lugar al que pertenecemos, también por el tiempo histórico que nos ha tocado vivir.

 

 

Conclusiones

 

Binet teje con hilos de distintas madejas, la novela histórica, las sagas escandinavas, las crónicas, los derroteros y diarios de navegación, la Historia, su filosofía y la historiografía, un relato que es una reverberación de todos los ecos que nos han formado como sociedades. Valiéndose de procesos absolutamente respetuosos con los recursos formales (narrativos e historicistas) más clásicos construye un devenir ucrónico lleno de poderosa originalidad. Su relación de imágenes especulares de todos los presupuestos históricos que se plasmaron en la conquista de América nos ofrece un relato iluminador de las ocasiones perdidas de nuestra Historia. Todas sus bifurcaciones encierran una doble dimensión. Por un lado, enlazan nexos causales de distintos periodos temporales perfectamente trabados, por otro, también resaltan la importancia de la casualidad. Esta continua espiral de causalidad-casualidad, acompañada de sus reflexiones de cronista sobre el devenir de la Historia, es la que incide en un replanteamiento del discurso histórico y los interrogantes derivados de la eterna dualidad de identidad-alteridad y el rol del azar en la Historia.

Por otra parte, tal vez el componente “mágico” de su narración resida precisamente en la ausencia de elementos legendarios, mitológicos o sobrenaturales, que, sin embargo, nos abren la puerta de la imaginación a percibir las oportunidades extraordinarias de la realidad alternativa. La concepción que maneja Binet de la Historia es sobrepasar su carácter limitador para llevar al lector hasta (re)crear sus propios presentes especulativos.

Por último, los reflejos especulares sobre los acontecimientos históricos y sobre lo propio y lo ajeno adquieren una metadimensión histórica y social que apunta a las bases constituyentes de las sociedades europeas actuales. De hecho, el gran acierto de Binet es emplear formas clásicas para este cuestionamiento en una novela abierta, que deja al lector la libertad de imaginar un presente alternativo. Del mismo modo, las lindes de género y texto se difuminan para finalizar en la interesante cuestión sobre el devenir de la literatura en un mundo paralelo.

 

 

Referencias bibliográficas

 

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[1] Algunos estudios para profundizar en este aspecto serían los de Hellekson (2000) o Rodiek (1997).

[2] Por supuesto, la propuesta de Laurent Binet no es la única. García-Romeu (2012) se refiere a algunas obras literarias y videojuegos, desde una expresión cultural que persigue un nuevo imaginario político y cultural de reivindicación poscolonial, pero también consciente de la problemática actual.

[3] Para las manifestaciones previas de la ucronía en francés, se puede consultar Henriet (2004).

[4] Se puede ampliar este punto con Burke [ed.] (2001) o Aurell et al. (2013).

[5] En esencia, imita distintos tipos de crónicas de entonces.

[6] Resulta problemática la traducción de estos dos términos (Bloch, 1970), a pesar de las existentes. Se ha preferido dejarlos en alemán.