Percepciones identitarias en Paraíso en la tierra, de Kjartan Fløgstad

Identity perceptions in Paraíso en la tierra, by Kjartan Fløgstad

Richard Ángelo LEONARDO-LOAYZA

Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Perú

rleonardol[at]unmsm.edu.pe

Impossibilia. Revista Internacional de Estudios Literarios. ISSN 2174-2464. No. 21 (mayo 2021). Monográfico. Páginas 186-209. Artículo recibido 25 octubre 2020, aceptado 17 mayo 2021, publicado 30 mayo 2021

Resumen: En este artículo se aborda la crítica que Kjartan Fløgstad lleva a cabo en Paraíso en la tierra sobre la manera cómo escandinavos y latinoamericanos se perciben mutuamente. Dicha percepción identitaria parte del estereotipo, el cual permite construir una imagen del otro sustentada en el prejuicio. Si bien la novela de Fløgstad afronta las dos percepciones, lo cierto es que enfatiza en la de los europeos sobre los latinoamericanos, al evidenciar el maltrato y la marginación que experimentan estos últimos cuando migran a los países de los primeros. Para lograr el objetivo propuesto se apelará a algunos aportes teóricos de la imagología contemporánea.

Palabras clave: Kjartan Fløgstad, Paraíso en la tierra, literatura noruega, imagología, estereotipo, prejuicio

Abstract: This article aims to show that in Paradise in the Land of Kjartan Fløgstad there is a critique of the way Scandinavians and Latin Americans perceive each other. This identity perception is based on stereotype, which builds an image of the other that is supported by prejudice. Now, although Fløgstad’s novel addresses both perceptions, the truth is that it emphasizes that of Europeans over Latin Americans, evidencing the mistreatment and marginalization that the latter experience when they migrate to the countries of the former. To achieve the objective proposed by the article, some theoretical contributions from contemporary imagology will be used.

Keywords: Kjartan Fløgstad, Paraíso en la tierra, Norwegian Literature, imagology, stereotype, prejudice

...



Introducción

Kjartan Fløgstad (Sauda, 1944) pertenece a la generación de escritoras/es que cultivaron el realismo socialista en Noruega, como Dag Solstad, Tor Obrestad y Espen Haavarsholm; sin embargo, se le puede considerar “políticamente radical como ellos, pero no maoísta, y curiosamente en ese aspecto más realista” (Baggethun, 2005: 70). La crítica especializada inscribe su trabajo en el realismo asombroso, o como él mismo denomina, “realismo ártico” (una especie de variante del realismo mágico). Fløgstad tiene un estrecho vínculo con Latinoamérica, como ha reconocido más de una vez (Kleveland, 2012: 420). Chile, por ejemplo, le concedió en 2004 la Orden de O’Higgins. Se le considera de los más atentos traductores de Pablo Neruda al noruego. Asimismo, es traductor y estudioso de Julio Cortázar (quien influyó en sus primeras novelas), Jorge Luis Borges, Roberto Arlt, Alejo Carpentier y Octavio Paz.1 Hasta el momento, solo tres novelas suyas han sido traducidas al castellano: El cuchillo en la garganta, Paraíso en la tierra y Gran Manila.

En este artículo se pretende demostrar que en Paraíso en la tierra se produce un cuestionamiento a la forma como escandinavos (especialmente los noruegos) y latinoamericanos se perciben entre sí. Mientras aquéllos son considerados como seres excepcionales, con una vida plena por sus altos ingresos económicos, los segundos son exóticos cuando habitan sus países de origen, pero dañinos y peligrosos cuando se convierten en migrantes en los países nórdicos. Se trata de percepciones estereotipadas, construidas sobre la base de los contextos económicos y sociales en los que se desenvuelven ambos grupos. En Paraíso en la tierra se pone en evidencia que dichas percepciones son falsas cuando no exageradas.

Para alcanzar nuestro objetivo se referirá en primer lugar el argumento de la novela, luego se procederá a analizar las representaciones de latinoamericanos y escandinavos. Para ello, se utilizarán algunos aportes teóricos de la imagología contemporánea, poniendo énfasis en el estudio de los estereotipos y los prejuicios.

Paraíso en la tierra: el argumento

En esta obra se narra la historia de José Andersen Galindo, hijo de Natividad Galindo La Serna y Arthur Andersen, quien no llegaría a conocer a su padre porque el noruego abandonó a la chica antes de que ella diera a luz. Con todo, José nunca le guardó ningún tipo de rencor a su progenitor, más bien, quiso recuperar el capital simbólico paterno que le fue negado, por esta razón aprendió su idioma y se abocó a conocer todo lo que pudo sobre Escandinavia. De esta forma, José tomó Noruega como un lugar de ensueño, por su gente y su geografía extraordinaria. Como muchos en su pueblo natal chileno, Calama, él tuvo que trabajar en las minas. Por eso, en setiembre de 1973 fue testigo de excepción de los crímenes que los militares golpistas, bajo el mando de Pinochet, cometieron en dicha región. Una de las víctimas fue Pablo Armando Godoy, su colega y amigo de naipes. Si bien José no se expresó públicamente ante el temor a la tortura y la desaparición, sí se apartó de quienes de algún modo se prestaron a los abusos. Con el paso de los años el neoliberalismo más rabioso se implanta en Chile bajo el aval de Pinochet y, como consecuencia, nuestro protagonista es despedido aunque con atractivas liquidación y pensión. Sin mucho que hacer en Calama, decide cumplir un viejo sueño: buscar a su padre o algún vestigio que le informe sobre su destino tras su partida de Chile.

Una aproximación a la imagología

La imagología es considerada una disciplina que se aplica al estudio de la construcción de la alteridad que los textos literarios vehiculizan, con el fin de establecer comparaciones culturales e ideológicas (Pérez Grass, 2016: 10). Se ocupa asimismo de estudiar las imágenes que emergen de los textos literarios y cómo estas son leídas, procesadas, asimiladas y consolidadas por el público lector y sus comunidades. En otras palabras, el interés de la imagología está centrado en las imágenes elaboradas en el discurso literario acerca del otro, y en los estudios de la recepción de los textos. Son su objeto de estudio las diversas construcciones imagológicas de un Yo o colectivo sobre el Otro individual o colectivo: “incluso si ambos individuos o grupos pertenecen a la misma cultura o nación, puesto que, aun así, pueden presentar diferencias étnicas, religiosas, de género, o simplemente pertenecer a distintas tribus urbanas” (Pérez Grass, 2018: 42).

La imagología es un recurso hermenéutico excepcional que puede contribuir a interpretar ideológica y políticamente las representaciones que se hace de la otredad y, a la vez, permite visibilizar la propia naturaleza de quien elabora la representación, es decir, problematizar su identidad. En el mismo sentido, Daniel-Henri Pageaux acota que la imagen es la representación de una realidad cultural a través de la cual el individuo o grupo que la ha desarrollado (o que la comparte o difunde) revela y traduce el espacio cultural, social e ideológico en el que se ubica (1995: 195).

Cabe señalar que en la imagología el término imagen es sustituido por el de imagotipo. Manuel Sánchez Moreno indica que el imagotipo representa los estereotipos, los prejuicios y las imágenes (2005: 22) así como la mezcla de estos elementos, los cuales poseen una función ideológica o utópica por sí mismos, además de una evolución histórica. No se trata, por lo tanto, de una representación directa de la realidad como ocurre con el término de imagen, sino de una creación lingüística, discursiva e ideológica, y puesto que no todos los imagotipos equivalen a una imagen, el campo de investigación de la imagología trasciende al de las imágenes (Sánchez Moreno, 2005: 22).

Pérez Gras (2016) añade que los imagotipos se conforman a partir de la confrontación del heteroimagotipo —imagen del otro—, con el autoimagotipo, —imagen de sí misma/o—. Son fenómenos muy dinámicos que cambian bajo la influencia de la historia, según las circunstancias políticas, económicas y sociales de las distintas épocas. Asimismo, los autoimagotipos y los heteroimagotipos pueden ser propios o haberse importado de otra cultura. Ahora bien, como añade Nora Moll, puede suceder que una comunidad se identifique con la imagen (positiva o negativa) que sus vecinos han realizado sobre ella, es decir, “que esta se apropie de una heteroimage [heteroimagotipo] para transformarla en una autoimage [autoimagotipo] o que, al contrario, intente diferenciarse intencionadamente de ésta” (2002: 359).

Dentro del imagotipo resalta el estereotipo, por ser utilizado por los grupos sociales para elaborar sus representaciones. En este aspecto, Fredric Jameson afirma que las relaciones intergrupales siempre son estereotipadas, “en la medida en que siempre implican realizar una abstracción colectiva del otro grupo, por más cuidado o respeto que se tenga, o censura que se ejerza” (2016: 57). La creación de estereotipos, entonces, puede entenderse como un dispositivo cultural que se asume como categoría o creencia consensual conformada por un universo de atributos asignado a un grupo determinado (Cosme et al, 2007: 22). Es importante distinguir los estereotipos creados de manera cognitiva, de los prejuicios, generados de forma emocional. Muchas veces los estereotipos surgen a partir de prejuicios ya existentes, es decir, que se usa el intelecto para justificar convicciones emocionales, por lo cual son generalmente negativos y se generan de manera irracional.

En los textos existen dos tipos de estereotipo: los reproductivos y los productivos (creativos). En el primer caso estos pueden considerarse una puesta en escena del estereotipo colectivo y, en el segundo caso, una nueva creación, una innovación de la fuerza creativa en los textos de un autor determinado que se distancia de las imágenes sociales o colectivas (Sánchez Moreno, 2005: 14). Pageaux (2012) expone que al enunciarse el estereotipo, queda asentada y afirmada con más fuerza la jerarquía entre culturas, la relación de poder que desarrolla cualquier tipo de diálogo cultural. De esta manera, el estereotipo traza una línea divisoria entre el yo que enuncia y el otro puesto en escena. Sin embargo, el estereotipo también funciona en clave paródica o lúdica: su utilización consciente puede proporcionar efectos que, mediante la distancia crítica, expresen parte de las relaciones culturales entabladas entre las culturas a las que alude el texto (2012: 23).

Por último, la imagología aborda los textos tanto de manera inmanente como contextual. Pageaux (1994) explica que gran parte de los desvíos en los estudios imagológicos se debía tanto al abordaje descontextualizado de los textos como a la pérdida de conciencia de que hay una estructura del texto que no debe responder a modelos y esquemas rígidos que lo conviertan en un simple inventario de imágenes o estereotipos.

Representaciones imagológícas en Paraíso en la tierra

Del lado de acá: más allá del borealismo

Los estereotipos sobre los escandinavos (los habitantes de Suecia, Dinamarca, Noruega, Finlandia e Islandia)2 reciben el nombre conjunto de borealismo. El vocablo aparece por primera vez en 1982, cuando Gunnar Broberg lo acuña para calificar el "interés por el Norte, en el punto cardinal del Rey Boreas", la inclinación por "lo exótico y lo primitivo" y la aspiración a reconectarse con la pureza, el frío y el hielo (Briens, 2018: 10). Se trata de un término que “denota la estandarización y diseminación de ideas acerca del Norte y principalmente el lejano norte” (Ísleifsson, 2011: 8). Moguin lo llama: un espacio discursivo de proyección de “sueños, miedos y fantasías” sobre esta región (2020: 46). Así, borealismo designa el discurso fabricado desde el sur sobre estas naciones que ocupan el hemisferio norte de Europa. Se trata de una construcción imagológica supranacional sobre los países nórdicos, que los define en función a su geografía particular, haciendo énfasis en elementos como el frío, el hielo y la nieve.

En Paraíso en la tierra puede encontrarse una manifestación del borealismo. Al inicio del relato, José Andersen, afincado en Calama, es llamado por la policía local para ayudar a clarificar la identidad de una mujer extranjera que fue encontrada muerta. Al ver el cadáver, José piensa: “Aunque no era del todo joven, yacía en la cama todavía con pinta de escandinava, rubia y hermosa incluso en la muerte; incluso en el lugar equivocado del planeta” (Fløgstad, 2007: 9). Para el protagonista, la mujer es poseedora de cualidades especiales debido a su origen escandinavo; una de estas es la belleza. A pesar de no ser tan joven, estar muerta y encontrarse en un “lugar equivocado del planeta”. Esta última expresión sugiere el establecimiento de una dicotomía entre su lugar de origen y aquel en el que muere, que puede leerse como Escandinavia (el norte) versus América Latina (el sur).3 Mientras la primera se define como un lugar eufórico, acertado y propicio para vivir (e, incluso, morir), la segunda representa lo opuesto.

De otra parte, a José siempre le ha llamado la atención el aspecto juvenil del pueblo escandinavo:

La gente del norte parece más joven. ¿Es por qué tienen una vida más fácil? ¿Porque proceden de un paraíso terrenal? ¿El reino de los cielos en la tierra? No lo sé. Pero cuando mueren, tienen el mismo aspecto que nosotros cuando empezamos a vivir. La mujer muerta que yacía en la cama delante de mí parecía a la vez más joven y más marchita que nosotros (Fløgstad, 2007: 9).

Se reitera lo de creer que nacer en los países del norte otorga cualidades excepcionales. Una posible razón de que en Escandinavia las personas parezcan más jóvenes que en Latinoamérica radicaría en que las primeras se desenvuelven en una sociedad sin problemas económicos, a diferencia de las segundas, que viven en crisis permanentes, en sociedades en las que hay una carencia sistemática de recursos. La circunstancia de tener “una vida más fácil” hace que el narrador califique a estos países europeos como “el paraíso terrenal”, “el reino de los cielos en la tierra”. Las metáforas no son gratuitas, evidencian la alta valoración que José Andersen les otorga. Se trata de lugares ideales, armónicos y felices, donde sus habitantes son bellos y jóvenes “por siempre”, lugares en los cualquiera anhelaría vivir.

En consecuencia, la opinión de José sobre el aspecto físico de los escandinavos es un estereotipo reproductivo, puesto que se trata de una creación personal, un punto de vista particular. Pero esta imagen no surge del vacío, sino que tiene apoyo en un estereotipo productivo, propio de lo colectivo. Los noruegos son bellos, altos, eternamente jóvenes porque son ricos. El mismo personaje acepta que tiene ideas preconcebidas sobre Escandinavia, que no conoce personalmente. De este modo, confiesa:
tendía siempre a idealizar mi lejana y desconocida patria, como un lugar donde todo mundo era alto, hermoso y rico, donde el paisaje era blanco como la nieve y las personas podían andar sobre el agua durante seis meses al año (Fløgstad, 2007: 20).

Escandinavia es percibida con muchas cualidades, un lugar que se define por la maravilla. El narrador insiste sobre este último aspecto cuando dice que la patria de su padre está

llena de frío, nieve y bacalao […], donde el sol ni salía ni se ponía, y donde no se veía la luz diurna durante todo el invierno, aunque el día sí tenía 24 horas ¿O eso solo era en el verano? ¿Y cero horas en el invierno? (Fløgstad, 2007: 19).

El personaje pone en marcha la maquinaria del estereotipo, componente sine qua non del discurso del borealismo, el heteroimagotipo por excelencia para definir a los escandinavos. Louis Edmond Hamelin denomina esta mirada sobre el espacio escandinavo como “nordicidad” y Daniel Chartier lo define como “imaginario del norte” (2016).4 En la imagen que José tiene sobre Escandinavia se añade un elemento más al borealismo: el exotismo. Se trataría de un mundo particular y asombroso que se rige por sus propias reglas naturales: el sol no sale ni se pone, la luz diurna desaparece durante toda una estación. Como José nunca ha viajado a Noruega, construye su mirada a partir de los libros que dejó su padre en una pequeña biblioteca de la casa en la que vivía. Allí encontró autores como Andersen, Almquist, Ekelund, Gullberg, Ibsen, Jacobsen, Nexø, Strindberg (Fløgstad, 2007: 15). El narrador fabricará una imagen literaturizada de Noruega y Escandinavia, una imagen idealizada por la imaginación de sus escritores.

Dicha imagen contrasta con lo que José Andersen encuentra en Noruega cuando va a buscar indicios sobre su progenitor. El país se le presenta distinto a como lo imaginaba: “No sólo era viejo. También era frío y extraño ese viejo mundo donde nací de nuevo. Y confuso. El paisaje parecía dibujado por un dios borracho y sin reglas, lo mismo que todos los edificios” (Fløgstad, 2007: 51). La figura del envejecimiento del espacio contradice la imagen de juventud de los inicios del relato, cuando aún José se encontraba en América Latina. Al parecer, si bien la gente aparenta “una juventud eterna”, el lugar en el que viven no lo es tanto. Asimismo, las ideas de orden y perfección que tenía sobre Noruega se desvanecen cuando se percata que el paisaje es confuso y sin armonía. Por una parte, tampoco los escandinavos son como los imaginaba desde Chile. El narrador se refiere así a unos noruegos que ve en el transporte cerca del aeropuerto al que llega:

No voy a comentar las causas de su estado mental. Pueden ser muchas y variadas. Esta luz tan oscura ha de deberse a la estación del año, pero también a que Oslo está situada en un valle con bosques que cubren las laderas. Y, además esa hora del día la luz oscura era sustituida por una oscuridad clara, que tenía que ver más con el cielo pesado de nieve que con las colinas cubiertas de bosques (Fløgstad, 2007: 65).

De pronto, aquella nieve y frío que parecían tan glamorosos y mágicos desde el otro lado del mundo, desde el sur, ahora ya no lo son más. De algún modo resultan los causantes del estado de desánimo crónico que experimentan los noruegos.

Por otro lado, la imagen de que la felicidad de los noruegos está sustentada en la opulencia de su sociedad también es cuestionada. El narrador comenta:

Para los que hemos visto pobreza, la palabra pobre está excluida del diccionario noruego. Aunque aquí no existen pobres, y por lo tanto tampoco barrios de pobres, el viejo barrio obrero de Sangene sigue siendo la parte caduca de Oslo. No nos hacemos viejos en Sangene, se dice en una antigua canción del barrio. Pero parecemos ajados y viejos muy pronto, y sobrios estamos completamente silenciosos (Fløgstad, 2007: 65).

La experiencia de conocer Noruega le ha dado a José Andersen otra perspectiva. Sus habitantes son ricos, pero esto no implica que sean felices, lo cual se comprueba porque necesitan del alcohol para socializar. Sin esta bebida están silenciosos y tristes. En la novela se asiste a un progresivo desencanto de lo que supuestamente es Noruega. Si bien en un primer momento hay una idealización de la gente y el espacio, lo que José va encontrando en sus pesquisas por el paradero de su padre lo convence de que estaba equivocado. Los noruegos son gente común y corriente, a pesar de su posición económica acomodada.

Un aspecto importante que descubre José en su viaje a Noruega es que entre los propios escandinavos se producen diferencias e, incluso, hay jerarquías. Por ejemplo, cuando regresa de visitar a su hermano en Veanova, intenta cenar algo en el comedor del hotel en el que se hospeda y, entonces,

entró uno de los obreros daneses a los que había visto, y sobre todo oído, la noche anterior. Ya sabe cómo son los daneses, me había dicho el dueño del hotel. Albañiles y cerveza negra. Son así. No lo pueden remediar. No se puede esperar otra cosa de ellos (Fløgstad, 2007: 137).

La percepción que tiene el dueño del hotel sobre los daneses no solo revela que en el imaginario escandinavo estos últimos ocupan un lugar inferior en la jerarquización social. Según el dueño del hotel, la de Dinamarca es gente sencilla, cuyas actividades se reducen a oficios y ocios elementales, es parte de su naturaleza y, por lo tanto, no se puede cambiar. El estereotipo niega movilidad, ancla el sentido y promueve el prejuicio.

En la novela de Fløgstad hay una descripción de un noruego en Latinoamérica: Arthur Andersen, el padre del protagonista. Arthur llevaba casi un año en Chile, pero solo unas semanas en Calama de conocer a Natividad Galindo de la Serna. A diferencia de los extranjeros que llegaban a la región y se alojaban en el hotel, él decidió alquilar un bungalow en un barrio a las afueras de la ciudad. Para poder manejar su nuevo hogar decidió contratar un ama de llaves. De catorce solicitantes eligió a Natividad, de apenas dieciséis años. El narrador explica: “Nunca se habló de matrimonio. Ni hablar. Ama de llaves era la denominación correcta. Y mientras Natividad cumplía dieciséis, y luego diecisiete, y mantenía la casa limpia y en orden, don Arturo no descansaba nunca” (Fløgstad, 2007: 18). Arthur tenía sus metas claras:

Quiero hacer cantar al dinero […] Durante dos años, Arthur Andersen se dedicó con gran energía a esa tarea musical, gritando ¡Atención! Y consiguiendo que el dinero de los inversores de la Anaconda Coper CO. cantara arias cada vez más sonoras de montes rojos de cobre. Arthur Andersen perforaba y cargaba, y el dinero caía al suelo como truenos cantando. Luego volvía con su tesoro, que era el nombre que empleaba para Natividad Galindo (Fløgstad, 2007: 18-19).

Arthur es un personaje ambicioso, trabajador, pragmático en sus relaciones amorosas. No obstante, ya en otro nivel de significación, puede ser considerado como una metáfora no solo de Escandinavia, sino de Europa misma, la cual llegó hasta Latinoamérica para despojarla de sus bienes. Por eso, resulta también interesante analizar la relación entre este aventurero noruego con Natividad Galindo, mujer que también se presenta como una metáfora, pero de América Latina (joven, ingenua, fértil). La relación que entablan ambos puede ser entendida una de explotación, saqueo y aprovechamiento de los recursos de los segundos en beneficio de los primeros.5 No es casual que Arthur llame “mi tesoro” a Natividad, la está homologando a la tierra, a las minas, las cuales son perforadas, penetradas, arrasadas hasta que no puedan ofrecer nada. Lo que se hace con esta alegoría es remarcar la manera cómo es definida la identidad de América en tanto naturaleza y Europa como civilización. Esta identificación justifica que la primera sea intervenida por la segunda, sea explotada, aprovechada. Asimismo, no deja de tener relación con el rol de proveedora de materias primas asignado a la región por el capitalismo. El narrador de este modo no solo está graficando la relación entre sus padres, sino que se vale de esta para mostrar las relaciones históricas entre Europa y América Latina.

Del lado de allá: el otro migrante como amenaza

Paraíso en la tierra tiene la peculiaridad de presentar al latinoamericano en su calidad de migrante. José viaja hasta Noruega en busca de algún vestigio que lo ayude a saber más de su padre. Cuando llega al aeropuerto de Oslo no es tratado como esperaba, como el hijo de uno de los suyos, sino que, por el contrario, su carácter híbrido levanta sospechas:

Me había esforzado por ir bien vestido, con los zapatos relucientes. Yo no me veo a mí mismo como un panel ilustrativo de los que se utilizan en la Academia de Policía para mostrar cómo descubrir a narcotraficantes, aunque es obvio que eso era lo que parecía a ojos de los guardias fronterizos locales. Estaba en la fila, delante del controlador de aduanas en el nuevo aeropuerto al norte de Oslo, y el punto de partida del viaje estaba escrito en mi billete como una marca de nacimiento en la frente. Procedía del mal afamado país Cocaína, de un lugar del Sur, y como tal fui recibido (Fløgstad, 2007: 51-52).

Uno de los heteroimagotipos más frecuente que define a los latinoamericanos es el de asociarlos con el narcotráfico. Por venir de este continente (“país Cocaína”) se es sospechoso de transportar alguna clase de droga. El hecho de ser latinoamericano, entonces, se manifiesta como un estigma. Esta imagen es fundamental, porque permite esbozar una crítica no solo a los noruegos, sino a todos los europeos que piensan que los latinoamericanos solo pueden arribar a sus países para traerles algún tipo de sustancia prohibida. Por esta razón, hay que dudar de ellos, tratarlos con severidad. Fløgstad afirma que el estatus de sospechosos ya no es privativo de los latinoamericanos, sino también se hace extensivo a otros migrantes. Así, el narrador expresa: “Los polvos de cocaína tampoco eran ya el enemigo público número uno. Ahora desempeñan ese papel los estudiantes de teología islamista” (2007: 52). Esta condición de indeseables se ha extendido a los musulmanes. El temor y el rechazo al otro extranjero se ha ampliado.6 En este contexto, José es revisado rigurosamente en la frontera:

los uniformados examinaron en primer lugar mi equipaje con rayos X y luego la mayor parte de orificios y cavidades de mi cuerpo […] En lugar de infundir confianza, parecía que mi inocente apellido les provocaba sospechas aún mayores. ¿José Andersen Galindo? José Andersen Galindo, repetía el portero, contraalmirante, cartero o policía fronterizo una y otra vez, como una prueba fonética de que había algo que no encajaba (2007: 52).

El apellido del personaje en lugar de infundir confianza acrecienta las sospechas, es como si los funcionarios creyeran que un híbrido de esta naturaleza no pudiera existir. Les parece falso, una impostura que “no encaja”, que oculta un delito. El protagonista es un mestizo y, como tal, se le percibe como un individuo trasgresor, la prueba viviente del desorden que implica la mezcla, el contacto entre diferentes grupos étnico-raciales. Lo ambiguo ofende, desestabiliza y preocupa. Hay aquí una crítica al purismo, en su versión de nacionalismo, que muchos países europeos rechazan públicamente, pero que desean en el fondo. Aunque, a decir verdad, en los últimos años, en las naciones nórdicas este deseo se explícita si se analiza los partidos políticos que han llegado al poder, o están cerca del mismo, cuya bandera máxima es un populismo antiinmigración. En Noruega, por ejemplo, la principal formación antiinmigración comparte el gobierno. Así lo expone Carles Planas Bou:

desde el 2013 el Partido del Progreso noruego (FrP) actúa como muleta de los conservadores en el ejecutivo. Con su 15,2% de los votos actual, esa alianza les ha permitido avanzar su agenda, normalizando el cierre de fronteras, la limitación de la reunificación familiar, la agilización de las deportaciones e incluso intentando prohibir que los pobres pidan limosna (2019).

En la misma línea de interpretación, lo que sucede con Andersen Galindo se puede extrapolar a la realidad que se vive en Noruega el día de hoy. En 2020, autoridades políticas de ese país, entre ellas la primera ministra, Erna Solberg, reconocieron sesgos racistas en las prácticas de control policial y se pronunciaron particularmente con respecto al denominado perfil étnico, que consiste en controles y arrestos basados en estereotipos, relacionados con el color de piel u origen étnico de las personas.

Ahora bien, en la novela se dan tres manifestaciones de cómo los noruegos se relacionan con la idea de que los extranjeros (sean de origen latinoamericano o no) vengan a poblar su territorio. Por una parte, se tiene a la clase media, educada y culta, representada en la diégesis por el doctor N. L. Niedermann, el director del Centro Ibsen, lugar en el que trabaja como asistente de higiene la refugiada política de procedencia chilena Esther Godoy. Para el mencionado grupo, la migración solo es vista con buenos ojos si los extranjeros ocupan puestos de orden menor. Esta es la idea que esboza Niedermann cuando en su conversación con Andersen se refiere a Esther:

Para mí, ella ha sido el gran ejemplo de que los inmigrantes pueden hacer un buen trabajo. Cuando llegan a ocupar su lugar idóneo, pueden lucirse de verdad. Suelo decir que también deberíamos haber tenido a Esther en el Café Andhrimmer, así habríamos comido algo comestible en ese lugar (2007: 87).

El comentario pareciera un elogio a la labor realizada por la refugiada, pero en verdad es la constatación lógica del lugar social que deben ocupar los migrantes. Para el académico en cuestión, este lugar “idóneo” está relacionado con las labores de servicio como el aseo o la cocina. Solo en dichos espacios los migrantes pueden llegar a “lucirse de verdad”. El subtexto del enunciado último remite a la idea de que solo ocupando estos puestos subalternos, los migrantes puedan llegar a ser tolerados en esta sociedad. Debe recordarse que la asignación de un tipo de actividad laboral específica, para un grupo étnico-racial determinado, implica una especie de racialización del trabajo, es decir, se asume que por supuestas características etno-raciales las personas deben desempeñarse en un tipo de labor específica (Leonardo-Loayza, 2016). Aceptar esta situación conlleva a que el grupo dominante blanco occidental se arrogue las actividades racionales o intelectuales, mientras se deja para los demás, los no occidentales, las actividades relacionadas al cuerpo, las menos prestigiosas socialmente. A este respecto señala Aníbal Quijano, “el control de una forma específica de trabajo puede ser, al mismo tiempo, el control de un grupo específico de gente dominada” (2003: 205). Difundir la imagen de que los migrantes sirven únicamente para los trabajos elementales, aseguraría que los trabajos más prestigiosos sean ejecutados por los noruegos. Lo que, a su vez, permitiría a este grupo seguir ocupando la jerarquía mayor en la estructura social.

Volviendo a la cita anterior de la novela de Fløgstad, esta cordialidad enmascara el desprecio hacia las y los extranjeros. Lo que se aprecia con nitidez cuando José le comenta a Niedermann su intención de viajar a Veanova, una especie de comunidad a las afueras de la ciudad en la que hay una fuerte presencia de migrantes:

Al oír adonde tenía intención de desplazarme, empezó a hablar, sin que se lo hubiera pedido, de algo que él llamaba White trash […]. El amable y tímido académico no tuvo ningún reparo en decir cosas como esas. Sus colegas no se molestaron en absoluto ante esas expresiones. Niedermann sonrió con esa sonrisa que hacía que su cara pareciera una patata arrugada. Un nutrido grupo de compatriotas suyos, a los que sin duda él no conocía personalmente, ofrecieron al sonriente profesor Niedermann calificativos elegantes y urbanos, tales como mierda, porquería, disparate, tontería, chusma, gentuza, desperdicios, escoria, hez, canalla., despojos, chatarra, mugre, engendro, contaminación […]. ¿Era aquello realmente legal? ¿Tenían derecho a llamar así a africanos, musulmanes o sudacas como yo? (2007: 107-108).

La escena revela el heteroimagotipo negativo que los noruegos han construido sobre los migrantes. Para ellos, estos últimos son “basura”, “desperdicio”, “porquería”, “contaminación”. Usar estos términos implica instrumentalizar en el otro extranjero, en el otro migrante, un proceso de “basurización simbólica” (Castillo, 1998: 239), en la que no se reconoce a este como un igual, sino apenas como un residuo, algo que mancha, pervierte y contamina. La reacción de los vecinos, que añaden insultos a los migrantes, se debe tomar como un contenido latente del inconsciente colectivo europeo, aquello que no está permitido decir, pero que a la primera oportunidad emerge. A este respecto explica Slavoj Žižek que “el inconsciente está expuesto, no oculto por una profundidad insondable” (2007: 11). De este modo, se hace visible “lo políticamente incorrecto” que impide a los noruegos considerar a las y los migrantes como escoria que ha venido a desbaratar el orden social, la armonía cotidiana. Según afirma Peter Hervik en una entrevista, en estas naciones hay un problema estructural de “racismo sutil” que se manifiesta en situaciones cotidianas. Por eso, apunta este antropólogo danés que “en los países nórdicos ser xenófobo no está mal visto” (apud Vila Masclans, 2020). Los insultos proferidos a los migrantes en el texto de Fløgstad serían una prueba de ello.

Una segunda percepción sobre los latinoamericanos (y los extranjeros, en general) en Paraíso en la tierra es la de la clase popular en Noruega, representada por Kjell Andersen, medio hermano del protagonista y mecánico eventual. José ha viajado a Veanova para conocerlo y saber más de su padre. Kjell lo recibe en su casa y, en plena charla, junto a su esposa, comenta sobre su madre:

Y entonces ella se puso a trabajar […]. Un buen puesto de mujer de la limpieza en unas oficinas. Pero eso fue entonces. Ahora, en cambio…
—¡Kjell! —dijo Ruth Andersen en tono de reproche.
—Ahora no habría tenido ninguna posibilidad. Ahora vienen los inmigrantes y nos quitan el trabajo a gente como nosotros. ¡A que sí! Mira a Vergard [su hijo]. Lleva un montón de tiempo sin encontrar trabajo por culpa de esos negros.
—¡Kjell! —repitió Ruth Andersen afablemente (2007: 129).

Kjell evidencia lo que siente el pueblo escandinavo ante la presencia de los migrantes (por eso el intento de su esposa de acallarlo). El heteroimagotipo “negros” (la carga racista es evidente) denota que esta gente es percibida como usurpadora, perjudicial, que ha llegado al país para estropearles las vidas y quitarles el trabajo. Žižek  explica esta postura: “lo que nos pone nerviosos, lo que realmente nos molesta del ‘otro’, es […] su actitud respecto del trabajo que nos roba nuestro puesto” (2000: 271). Esta es la imagen que se ha construido sobre el otro migrante: se le ha convertido en el chivo expiatorio de los problemas de la sociedad noruega que, pese a su riqueza, no ha sabido qué hacer con el otro extranjero, alentando así el prejuicio y el rechazo por parte de quienes se sienten afectados por su presencia. Con razón el filósofo coreano-alemán Byung-Chul Han dice que en las sociedades con una fuerte presencia migrante “el miedo por el futuro propio se trueca […] en xenofobia” (2017: 26). Es el otro migrante el que pone en riesgo el modo de vida nacional, por eso hay que repudiarlo y echarlo. Una cuestión significativa es la manera cómo Kjell llama a los migrantes: “esos negros”. Esta denominación no está asociada a la pigmentación de la piel. “Negros”. Con este término se engloba, se generaliza, a todo migrante: musulmanes, latinoamericanos y, por supuesto, africanos. El Otro ha sido pigmentado, “ennegrecido”, lo que equivale a tratarlo como a los esclavos “negros” de antaño, como no humanos o individuos “basurizados”. Hervick, en la entrevista referida, sostiene que, en general, hay mucho más racismo en los países nórdicos de lo que se podría pensar. En especial en Noruega y Dinamarca, y hasta cierto punto también en Finlandia. Así, “el racismo está vinculado directamente al nacionalismo, que implica definir quién está incluido y quién no” (apud Vila Masclans, 2020).

Una tercera percepción sobre lo latinoamericano en la novela de Fløgstad viene de las clases altas noruegas, las cuales se muestran solidarias respecto a los migrantes, pero saben poco o nada de ellos. En la novela, el narrador acude a una fiesta de la clase privilegiada, en la cual prometen ayudarle a encontrar algún rastro de su padre. Mientras cenan, una mujer de este grupo conversa con él. José relata: “A continuación me colocó en una alta posición moral como refugiado político de ese interesantísimo continente de Isabel Allende, Julio Iglesias, Cohelo y Llosa, todos ellos perseguidos por la dictadura comunista de Alberto Pinochet en Brasil” (2007: 50). Esta mujer está confundida con los referentes que nombra sobre Latinoamérica. Para ella la novelista chilena, el cantante español, el escritor brasileño y el Nobel peruano son perseguidos políticos de la dictadura comunista de Alberto Pinochet. Dicha dictadura que protagoniza Pinochet (Augusto), no Alberto (se debe referir a Fujimori, el dictador peruano de los años noventa) es una reacción en contra de un gobierno socialista y no se lleva a cabo en Brasil, sino en Chile.

El texto pareciera proponer que las sociedades pudientes de los Países nórdicos ayudan económicamente a otras sociedades menos favorecidas, pero no intentan averiguar cuáles son sus verdaderos problemas. Piensan acaso que es suficiente el dinero que envían o el refugio que les proporcionan a los exiliados; ayudan por una cuestión formal, de etiqueta, sin sentir verdadera empatía por estos pueblos. El migrante que tolera la clase alta noruega es el otro aséptico, el del saber ecológico, el de los ritos fascinantes, el exótico. Pero, como explica Žižek, cuando aparece el otro real, el migrante de carne y hueso, con su forma particular de organizar el mundo, desaparece dicha tolerancia, entonces este otro toma la forma del abyecto, que ensucia y pervierte (2008: 60).

Conclusiones

Paraíso en la tierra es una novela que versa sobre cómo los latinoamericanos y los escandinavos se perciben mutuamente. Mientras los primeros son definidos en una especie de ambivalencia, en el que por un lado son considerados dueños de una realidad extraordinaria, también se les mira como gente perniciosa que está condenada a delinquir o, en todo caso, a servir al occidental. Por su parte, el escandinavo es visto como poseedor de riquezas, lo que de algún modo se ligaría al hecho de su belleza física y su aspecto juvenil. En ambos casos se trata de un discurso falso, o, en todo caso, exagerado. La novela desmantela tales ideas.

Por otro lado, el texto pone en evidencia la xenofobia que se vive en estos países nórdicos respecto a los migrantes, sean cuales sean sus orígenes o creencias. Cartografía cómo las diversas clases sociales en Noruega consideran a estos extranjeros, los cuales son reducidos a ciudadanos de segundo orden. En este libro hay una crítica severa al trato que Noruega da a los migrantes y refugiados. Como recuerda Han: “El grado civilizatorio de una sociedad se puede medir justamente en función de su hospitalidad, es más, en función a su amabilidad” (2017: 35). Y Noruega, según lo que muestra el narrador de Paraíso en la tierra, al parecer no es del todo hospitalaria ni amable.

A pesar de que la novela de Fløgstad aborda una temática que involucra lo latinoamericano, lo cierto es que se trata de un texto que está dirigido a los escandinavos y al resto de europeos en general. Boadas, Navas de Pereira y Plaza enseñan, desde la imagología, que: “La imagen literaria […] habla, por un lado, de la cultura mirada, pero también transmite cierta representación de la cultura de origen” (2017: 142). Paraíso en la tierra ofrece tanta o más información de los escandinavos que de los latinoamericanos. Lo que pretende es interpelar a los primeros respecto a la manera cómo se relacionan con los segundos y con otros migrantes, cómo los tratan una vez que están entre ellos. Según Fernández Mosquera: “Si la mirada del otro sirve para desnudar nuestra propia existencia, la mirada propia sobre el otro acaba por delimitar y definir el ser personal” (2010: 52). En este sentido, Paraíso en la tierra realiza una puesta en escena de lo que está debajo de la cordialidad de Escandinavia con aquellos que por diferentes razones se ven obligados a dejar sus hogares y trasladarse hasta esos territorios.

Referencias bibliográficas

BAGGETHUN, Kirsti. (2005). La literatura noruega actual. En ARAGÓN MARTÍNEZ, Juana (Coord.) Cercle Foro Europeo. La actualidad literaria en Europa (pp. 65-75). Murcia: CERCLE-Consejería de Educación y Cultura.

BOADAS, Aura Marina; NAVAS DE PEREIRA, Grauben; & PLAZA, Jefferson. (2016). La imagología literaria: una propuesta de aplicación. Núcleo, 32-33, 137-170.

BRIENS, Sylvain. (2018). Boréalisme. Pour un atlas sensible du Nord. Études Germaniques, 73-2, 151-176.

CASTILLO, Daniel. (1998). Culturas excrementicias y postcolonialismo. En DE TORO, Alfonso y DE TORO, Fernando (Eds.). El debate de la postcolonialidad en Latinoamérica. Una posmodernidad periférica o cambio de paradigma en el pensamiento latinoamericano (pp. 235-257). Leipzig/Winnipeg: Verveuert-Iberoamericana.

CHARTIER, Daniel. (2016). Qu’est-ce que l’imaginaire du Nord? Études Germaniques, 71-2, 189-200.

COSME, Carlos; JAIME, Martín; MERINO, Alejandro; & ROSALES, José Luis (2007). La imagen in/decente. Diversidad sexual, prejuicio y discriminación en la prensa escrita peruana. Lima: IEP.

DAVENPORT, Randi Lise. (2019). La recreación de la poesía de Quevedo en la obra del escritor noruego Kjartan Fløgstad. En CANDELAS COLODRÓN, Manuel Ángel & GERARDI, Flavia (Eds.). Amor constante. Quevedo más allá de la muerte (pp. 145-160). Barcelona: Universitat Autónoma de Barcelona.

ECO, Umberto (1981). Lector in fabula. Barcelona: Lumen.

FERNÁNDEZ MOSQUERA, Santiago. (2010). El “otro” como definidor del “yo” en el Siglo de Oro: la estrategia imagológica. RILCE, 26-1, 52-6.

FLØGSTAD, Kjartan. (2005). El cuchillo en la garganta. Madrid: Lengua de Trapo.

FLØGSTAD, Kjartan. (2007). Paraíso en la tierra. Madrid: Lengua de Trapo.

FLØGSTAD, Kjartan. (2013). Gran Manila. Madrid: Lengua de Trapo.

HAN, Byung-Chul. (2017). La expulsión de lo distinto. Barcelona: Herder.

ÍSLEIFSSON, Sumarliði R. (2011). Imaginations of National Identity and the North. In, ÍSLEIFSSON, Sumarliði R. & CHARTIER, Daniel (Eds.). Iceland and Images of the North (pp. 3-22). Québec: Presses de l’Université du Québec.

JAMESON, Fredric. (2016). Los estudios culturales. Buenos Aires: Ediciones Godot.

KLEVELAND, Anne Karine. (2012). Y el júbilo secreto de esta forma: las huellas de Julio Cortázar en la obra del escritor noruego Kjartan Fløgstad. En BOTTA, Patricia (Coord.). Rumbos del hispanismo en el umbral del Cincuentenario de la AIH (pp. 420-424). Roma: Bagatto Libri.

LEONARDO-LOAYZA, Richard. (2016). El cuerpo mirado. La narrativa afroperuana del siglo XX. Lima: Universidad San Ignacio de Loyola.

MOLL, Nora. (2002). Imágenes del otro. En GNISCI, Armando (Ed.). Introducción a la literatura comparada (pp. 347-390). Barcelona: Crítica.

MOUGUIN, Mathilde. (2019). La sublimation du Nord américain dans le récit de Marc Lescarbot (1609). Viaggiatori. Circolazioni scambi ed esilio, 3-1, 41-68.

PAGEAUX, Daniel-Henri. (1994). De la imaginería cultural al imaginario. En BRUNEL, Pierre & CHEVREL, Yves (Edits.). Compendio de literatura comparada. (pp. 101-131). México: Siglo XXI.

PAGEAUX, Daniel-Henri. (1995). Recherches sur l´imagologie: de l’Histoire culturelle á la Poétique. Thélème. Revista Complutense de Estudios Franceses, 8, 135-160. https://revistas.ucm.es/index.php/THEL/article/view/THEL9595330135A/34104

PAGEAUX, Daniel-Henri. (2012). Diálogos ibéricos, imágenes, relaciones e interculturalidad luso-españolas. En FERNÁNDEZ GARCÍA, María Jesús; & LEAL, María Luísa (Coord.). Imagologías Ibéricas: construyendo la imagen del otro peninsular (pp. 19-31). Mérida: Gobierno de Extremadura.

PÉREZ GRAS, María Laura. (2016). Imagología: la evolución de la disciplina y sus posibles aportes a los estudios literarios actuales. Enfoques, 28-1, 9-38.

PÉREZ GRAS, María Laura. (2018). La imagología de cara al presente a la luz de la hermenéutica analógico-contextual: el caso de la construcción imagológica del aborigen en la literatura argentina. Enfoques 30-2, 39-65.

PLANAS BOU, Carles. (2019). Desmontando el mito escandinavo. elPeriódico. https://www.elperiodico.com/es/internacional/20190414/el-populismo-anti-inmigracion-se-consolida-en-la-europa-nordica-7408105

QUIJANO, Aníbal. (2003). Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina. En LANDER, Edgardo (Comp). La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas (pp. 201-246). Buenos Aires: CLACSO.

RIVAS, Luz María. (2020). De El laberinto de la soledad a “Chac Mool” y “Luvina” en perspectiva imagológica. Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofía, Política, Humanidades y Relaciones Internacionales, 22-43, 305-318.

SÁNCHEZ ROMERO, Manuel. (2005). La investigación textual imagológica contemporánea y su aplicación en el análisis de obras literarias. Revista de Filología Alemana, 13, 9-27.

VILA MASCLANS, Núria. (19 de junio 2020). Los nórdicos, ninguna excepción en las prácticas racistas imperantes en Europa. La vanguardia. https://www.lavanguardia.com/internacional/20200619/481836056058/nordicos-ninguna-excepcion-practicas-racistas-imperantes-europa.html

ŽIŽEK, Slavoj. (2000). Mirando el sesgo. Una introducción a Jacques Lacan a través de la cultura popular. Buenos Aires: Paidós.

ŽIŽEK, Slavoj. (2007). El acoso de las fantasías. México: Siglo XXI .

ŽIŽEK, Slavoj. (2008). En defensa de la intolerancia. Madrid: Ediciones Sequitur.

1También ha traducido autores españoles como Francisco de Quevedo, Rafael Alberti y León Felipe.

2En este trabajo se emplearán indistintamente Escandinavia, países nórdicos y Norte.

3En este artículo el término sur se aplicará tanto para los países del hemisferio sur de Europa como para las naciones menos desarrolladas del planeta.

4Referirse al imaginario del norte supone la existencia de un vínculo entre las representaciones culturales y el territorio —lo cual no es obvio—, y equivale a sugerir que un lugar real puede incidir en las formas de representación que surgieron de él (Chartier, 2016: 192).

5Aunque no fueron grandes imperios como otros países europeos, Dinamarca y Suecia tuvieron colonias en África y las Indias Occidentales y participaron en el comercio transatlántico de esclavas/os.

6Esta islamofobia llega a niveles extremos en hechos como los que protagonizó, en julio de 2011, el ultraderechista Anders Breivik, quien atentó contra la ciudad de Oslo y que luego asesinó a setenta y siete personas en la isla de Utøya.

209