Su segunda fase es el desarrollo, el cual se refiere a lo que sucede
efectivamente en el taller con lo que se planificó previamente. El desarrollo a su
vez tiene tres momentos: la apertura, que es el inicio en sí del desarrollo y si
los integrantes del taller no se conocen, hay que comenzar dedicando un
tiempo a la presentación, mediante técnicas específicas para ello. Lo
fundamental de la apertura, imprescindible para cualquier taller, y condición
casi necesaria para el éxito de este es el análisis de las expectativas, el
contrato de trabajo y el establecimiento del encuadre. Cada integrante llega al
taller con un conjunto de ideas previas y fantasías respecto a lo que allí se
trabajará, y de para qué servirá, o no servirá, la actividad. En función de estas
ideas previas se dará el compromiso, participación, satisfacción o frustración de
cada integrante en relación con el taller.
Por lo tanto, es importante comenzar por poner en común las expectativas de
cada uno respecto al taller, y realizar una nivelación de expectativas en función
de los objetivos que tiene el taller. El análisis de las expectativas está vinculado
al establecimiento del contrato de trabajo y del encuadre. Esto comprende
establecer qué se trabajará, cuánto durará el taller, y con qué frecuencia se
realizará (en el caso en que el taller forme parte de un proceso mayor, de un
ciclo de talleres).
El otro momento es el desarrollo, que debe ser con flexibilidad y creatividad de
las tareas planificadas, por último el cierre que es el fin de la actividad y es un
punto importante en sí mismo, por ser el momento en que se realiza la
evaluación del taller. Tanto para la creación y producción realizada, así como
para la percepción colectiva del mismo, es importante que cada taller tenga un
cierre en el cual recapitular, repasar acuerdos, objetivar aprendizajes, dar
cuenta del proceso, y vivenciar las transformaciones operadas dando cuenta de
un proceso de acumulación. El cierre es un momento necesario en el proceso
de trabajo, como modo de restituir consistencia grupal luego de un tiempo de
trabajo que obligó a la apertura, que eventualmente implicó desacuerdos o
conflictos, y que requiere de una etapa de síntesis y cierre.
Una última fase es la evaluación, ésta se refiere al análisis y reflexión de todo
lo acontecido en el taller. La consideración de los presentes de lo que vieron,
pensaron y sintieron en torno a lo que sucedió en el taller. La evaluación