estructurales son la equidad, el trabajo en equipo y el liderazgo transformador.
Ambas virtudes y sus fortalezas correspondientes conforman ejes claves de
presencia obligada en los planes y programas de educación para la ciudadanía.
La virtud de la humanidad está asociada a fortalezas como el amor, la bondad
y la inteligencia social, claves para una convivencia ciudadana, serena, pacífica
y armónica. Igualmente, desde la virtud de la moderación, la humildad, el
perdón, la prudencia y la autorregulación contribuyen al bienestar y la felicidad
colectiva. La virtud de la trascendencia se nutre de fortalezas tales como la
gratitud, la esperanza, el humor positivo, el aprecio de la belleza, la búsqueda
de la excelencia y el cultivo de la espiritualidad, junto a las anteriores,
constituyen un conglomerado muy valioso de virtudes y fortalezas
imprescindibles para un crecimiento psicológico individual y social que optimice
la convivencia de las personas, organizaciones y comunidades (educación
ciudadana para el bienestar y la felicidad).
Finalmente tenemos la virtud relacionada con el conocimiento y sabiduría, con
fortalezas vinculadas tales como la curiosidad, el amor por aprender, la
creatividad, la apertura mental, el juicio crítico y la perspectiva vital.
Este catálogo aúreo de 32 virtudes y fortalezas universales es propio de las
personas y las sociedades cultas, justas, felices y solidarias que apuestan por
subrayar en sus sistemas educativos y agencias educativas informales y no
formales, la importancia sustancial de la educación para la ciudadanía como
garante de la consolidación democrática, la justicia social, el bienestar, la
felicidad y la prosperidad de los pueblos.
La inclusión en los currículos de educación infantil, primaria, secundaria y
universitaria de la educación para una ciudadanía ética, virtuosa, cívica,
consciente, responsable y solidaria, es una urgencia inaplazable en la actual
sociedad digital.
Esta modalidad educativa actúa como antídoto ante la perversa influencia de
las redes sociales gestionadas por una deshumanizada inteligencia artificial,
orientada a la manipulación y coerción de la infancia, la adolescencia y la
juventud, pero también a la incitación del consumismo desmedido de la adultez.