se ve humillada por su agresor ante un público virtual muy amplio. Además,
una vez publicados esos contenidos —mensajes, imágenes, vídeos, audios,
etcétera— que pretenden perjudicar a la víctima, pueden ser guardados,
fotografiados y colgados nuevamente en otra plataforma digital, por el mismo
agresor u otros usuarios, así que detener su difusión se presenta como una
tarea complicada, que requiere la intervención inmediata de las Fuerzas del
Orden.
El ciberacoso se configura como un peligro que corre toda la comunidad digital,
pero especialmente los usuarios adolescentes que nacieron a partir del año
2000, cuya relación con las TIC no solo es cotidiana, sino también muy íntima.
El teléfono móvil y el ordenador, en particular, se han convertido en
herramientas indispensables para los jóvenes, quienes gozan de las
oportunidades que ofrece la web para estudiar, ver películas y series, leer
libros, jugar a los videojuegos y juegos online, descubrir nuevos sitios y
lugares, pero, sobre todo, interactuar con otros usuarios digitales, bien
conocidos, bien desconocidos. Muchos jóvenes, sin tener consciencia del
peligro, comparten en plataformas como WhatsApp, Instragram, Facebook,
Twitter, YouTube, TikTok y Snapchat, entre numerosas otras, todo tipo de
datos e imágenes personales que pueden terminar en manos de algún
individuo mal intencionado.
Para minimizar las violencias digitales es necesaria una profunda educación
sobre el uso de las plataformas de Internet, que no deben provenir solo de los
entornos escolares, sino también familiares y, en suma, cotidianos de los
jóvenes. A causa de la gran proliferación de este fenómeno, cada vez surgen
más asociaciones encargadas de la sensibilización, la prevención y la
intervención en los entornos educativos ante los casos de acoso escolar y
ciberacoso. En conclusión, se considera esencial realizar numerosos estudios,
talleres, seminarios, congresos, cursos, clases o cualquier otra forma o medio
que visibilice la existencia del acoso escolar, en general, y del ciberacoso, en
particular, con el fin de enfrentarlos y prevenirlos. Para ello, es fundamental
educar a los jóvenes en el uso responsable y adecuado de las redes sociales y
de Internet, así como a los padres y los profesores, con el fin de que estos
puedan identificar e intervenir en las situaciones de acoso escolar.