pobre disfrutaron al menos un siglo de unos términos de intercambio en
crecimiento constante, puesto que aumentó extraordinariamente tanto la
demanda necesaria para alimentar a las fábricas de Europa, como la de los
productos alimentarios de lujo, que consumieron los ciudadanos
económicamente boyantes que vivían en ellos. Williamson afirma que la
correlación positiva existente entre la paulatina globalización del mundo, y la
brecha económica de rápido crecimiento que acabó separando a los países
pobres de las naciones ricas, fue lo que obedeció a un vínculo de causa y
efecto, contribuyendo al primer fenómeno a la génesis del segundo, a partir de
tres canales de impacto como fueron la desigualdad, la volatilidad, y la
volatilidad de los precios de los productos básicos.
En estos momentos, inmersos en le la segunda etapa globalizadora, desde su
nacimiento en 1991, el efecto locomotora no se ha producido, y los países
desarrollados no han arrastrados hacia el progreso, ni social, ni económico, a
los países del Tercer Mundo. En los últimos años, la pobreza y el crecimiento
demográfico se ha sostenido, pero no se ha detenido, y la rapidez del
crecimiento no ha sido sinónimo de avance hacia el desarrollo, sino que ha sido
un fenómeno coyuntural de la buena marcha de los negocios del capital
transnacional, localizado en algunos de los países de nueva industrialización,
en los que se ha realizado una parte de la actividad productiva, producción que
sigue acelerándose, aprovechándose este capital de la posibilidad de pagar
salarios bajos, y de poseer un nivel de defensa sindical muy por debajo de los
países más industrializados. La importancia del intercambio comercial,
financiero, tecnológico y de inversiones extranjeras en Estados Unidos, Europa
Occidental y Japón en detrimento de las relaciones comerciales con la mayoría
de los países en vías de desarrollo es un hecho ante una población, la del
Tercer Mundo, que sigue creciendo en número percibiendo como normal su
condición de menesteroso dentro de una sociedad global (Francisco
Alburquerque-El País, 1987).
Joan Picas Contreras en su obra “Papel de las Organizaciones No
Gubernamentales y la crisis del desarrollo. Una crítica antropológica a las
formas de cooperación, El, (p. 155-156)” por ejemplo expone que la ciencia y la
tecnología, la naturaleza, o la sociedad no son comportamientos estáticos, sino
que forman una trama sociotécnica compleja en el que todos los elementos se