humana, para hacer del sujeto humano un ser integro en el ejercicio profesional
o en su rol como ciudadano. Sin embargo, desde la educación virtual y de
modo más específico en el campus virtual es válido preguntar: ¿Es posible
alguna actuación humana sin que estén implícitos los valores éticos? ¿Cómo
es posible que no se haya planteado el tema del tránsito de los valores en los
entornos virtuales de educación? Las reflexiones teóricas y la literatura sobre la
educación virtual no han abordado de forma contundente un problema central
para el ser humano en la actualidad. Se ha centrado en habilidades técnicas y
en algunos casos cognitivas, pero el tema de los valores desde la educación
virtual no ha sido suficientemente abordado. Cuando se ha hecho, ha sido para
definir, denunciar y acordar formas de prevenir, combatir o penalizar el plagio.
La ética, va mucho más allá de esto porque los valores siguen siendo y serán
relevantes en los entornos virtuales de aprendizaje. La literatura que puede
respaldar el tema del fraude, la deshonestidad o el plagio es cada vez más
numerosa, por ejemplo, el estudio concienzudo y estadístico que realizaron los
investigadores colombianos Martínez y Ramírez (2018) sobre el fraude
académico en algunas universidades colombianas, en el cual tratan de indagar
sobre lo crónico del asunto, desde hacer copia hasta suplantar al otro. Lo
específico del estudiante que interactúa en el entorno virtual y los valores éticos
que expresa y percibe se ha quedado como algo neutral, como si no hubiese
valores éticos que se expresaran en la comunicación que se establece durante
el aprendizaje. El marco teórico que ha acompañado a la educación apoyada
en lo tecnológico, llámese virtual, digital, e-learning e inclusive la educación a
distancia, no ha tenido una literatura que explique y defina elementos
axiológicos propios de esta(s) modalidades de educación. Buena parte de la
literatura ha definido los campus virtuales únicamente en términos técnicos e
incluso pedagógicos, sin considerar los valores éticos que se implican en los
procesos de aprendizaje. En Duart (2002) se tiene un primer referente sobre lo
que el autor enfatiza en cuanto a las realidades y mitos de educar en valores
en entornos virtuales de aprendizaje. Es un artículo de los pocos que han
estudiado el modo de aprender los valores en entornos virtuales, sin embargo,
la propuesta del autor es algo mecanicista desde el punto de vista psicológico,
al afirmar que: “si podemos sentir y emocionarnos en y a través de lo que
convenimos en llamar entornos virtuales, sin duda, podemos concluir que es
posible aprender los valores en ellos” (p. 2). El entorno virtual, o también
llamado campus virtual, es mucho más elaborado y “maduro” para reducir el