Para comprender sus alrededores, adquirir movilidad y desarrollar
habilidades, inclusive de relacionamiento, el deficiente visual necesita entender
el mecanismo de la representación, o sea, de la acción de representar dada
información obtenida a través de una abstracción, que indica imagen o idea – o
ambos – en semejanza con determinado objeto (ABBAGNANO, 2007). Es lo
que le garantiza la inserción en el cotidiano de las relaciones sociales. De
acuerdo con Bourdieu (1990), el desplazamiento en los distintos espacios
proporciona al deficiente visual estímulos de la memoria y de la organización
espacio-temporal que propician mayor interacción con la sociedad, permitiendo
movimientos del cuerpo y evitando su aislamiento.
Comprender el carácter y la función de las representaciones hace que se
pase a entender mejor el mundo en que se vive. Por eso, el estudio de la
representación del espacio es tan importante para el deficiente visual. Según
Faé (2009), los conceptos para el aprendizaje de las representaciones
espaciales son construidos con base en las habilidades de las nociones
espaciales, por medio de las observaciones, de las actividades escolares y
cotidianas. Ya se sabe que, aunque el individuo con deficiencia visual tenga
todas las condiciones de aprender tanto cuanto una persona sin deficiencia, la
mayor dificultad del deficiente visual en la escuela es depararse con la no
aceptación y el no reconocimiento de los profesores en cuanto su limitación
visual (VENTORINI, 2007).
El deficiente visual y la comprensión del espacio
Para Faé (2009), la comprensión del espacio se da a través del
entrelazamiento complejo de la construcción y de la vivencia de los aspectos
de la realidad. Castellar (2006) corrobora la idea al afirmar que la noción de
espacial no es solo una copia de la realidad, sino que una construcción activa
del sujeto en interacción con el entorno. Así que la noción espacial no deriva
solamente de la percepción, sino que también de la inteligencia del sujeto que
atribuye significado a los objetos percibidos.” (CASTELLAR, 2006, p.39).
Telford & Sawrey (1988 apud SANTOS, 2010) observaron en sus
investigaciones que los deficientes visuales, además de privados de la
inserción social, provocan racionalizaciones de los movimientos para su
adaptación: a) impedimento directo a la palabra impresa; b) restricción de
movilidad independiente en ambientes no familiares; c) limitación de percepción
de objetos demasiado grandes para ser asimilados por el tacto. Torres,