Revista científica electrónica de Educación y Comunicación en la Sociedad del Conocimiento
Publicación en línea (Semestral) Granada (España) Época II Año XII Vol. 12 (2) Julio- Diciembre de 2012 ISSN: 1695-324X
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INCLUSIÓN EN EDUCACIÓN SUPERIOR: DE LA
ATENCIÓN A LA DIVERSIDAD AL FACULTAMIENTO
DEL ESTUDIANTADO
Inclusion in higher education: from diversity care to students empowered
Dra. Gabriela de la Cruz Flores
Universidad Nacional Autónoma de México y
Universidad Pedagógica Nacional (México)
gabydc74@yahoo.com.mx
Recibido: 15/11/2012
Aceptado: 10/12/2012
Resumen
La sociedad del conocimiento exige incorporar a la educación superior a
sectores que tradicionalmente no se incluían en este nivel educativo, por lo que
se demanda la adopción de enfoques inclusivos que promuevan prácticas de
equidad, igualdad y acceso, con calidad educativa. Entendemos a la inclusión
educativa como la generación de espacios promotores de la equidad para
capitalizar culturalmente a los menos favorecidos en un ambiente de
colaboración, desarrollando en todos, nuevas capacidades y liderazgo. Con el
propósito de describir un marco general para la inclusión educativa en la
educación superior, se analizan dos dimensiones: la primera reflexiona sobre
las políticas de equidad, igualdad y acceso establecidas por la UNESCO y la
segunda profundiza desde una perspectiva psicopedagógica sobre los atributos
que promueven sistemas inclusivos.
Abstract
The knowledge society demands to sum new students, which traditionally do
not access, to higher education level. This requires an inclusive approach that
promotes access, equity, and equal opportunities, all with educational quality.
We approach educational inclusion as construction of spaces oriented to
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capitalize culturally the less favored in an environment of collaboration, in order
to develop new capabilities and leadership. We describe a general frame for
educational inclusion in higher education, and analyze two dimensions: The first
about access, equity and equal opportunities as UNESCO rules. The second
deepen, from a pedagogical perspective, about the attributes that promote
inclusive systems.
Palabras Clave: Tutoría, educación superior, inclusión educativa.
Key Words: Mentoring, higher education, educational inclusion.
Introducción
No hay inversión más rentable que la del conocimiento
Benjamin Franklin
El conocimiento es la fuente más democrática de poder
Alvin Toffler
La sociedad del conocimiento plantea retos ineludibles a las instituciones de
educación superior vinculados con el acceso y la calidad de los procesos
educativos, en pro de promover en las nuevas generaciones capacidades para
innovar y gestionar conocimiento, este último como el capital más precisado
que una nación posee. En este contexto, la inclusión educativa adquiere un rol
relevante para la conformación de formas alternas de organizar la cultura
académica encaminadas a promover equidad e igualdad en ambientes de
colaboración, donde se incorpore a aquellos sectores de la población menos
favorecidos, pero al mismo tiempo fortalecer el desarrollo de capacidades y
talentos de todos los estudiantes, democratizando el conocimiento.
A fin de analizar el papel de la inclusión educativa en la educación superior, se
proponen dos dimensiones de análisis. La primera dimensión explora algunos
componentes de la inclusión educativa desde el prisma de la política educativa,
para ello se reflexiona en torno a lo que la UNESCO a emitido como pautas de
acción en materia de equidad e igualdad en la educación superior. La segunda
dimensión abarca cuestiones psicopedagógicas vinculadas con el diseño de
sistemas inclusivos en educación superior.
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En el presente artículo, el aprendizaje colaborativo, se plantea como el núcleo
generador de sistemas educativos inclusivos, en tanto promueve el diálogo, la
convivencia, la integración de distintos puntos de vista y la gestión de apoyos
entre los propios estudiantes a fin de alcanzar una meta en común. Adyacente
a la promoción de espacios orientados al aprendizaje colaborativo, se propone
revalorar la función de la tutoría en educación superior, como una estrategia
que de manera tradicional se ha ligado con el seguimiento y acompañamiento
del estudiantado. Desde el discurso de la inclusión educativa se conceptúa a la
tutoría como un conglomerado de apoyos que las instituciones educativas
ofrecen a los estudiantes, de ahí que se plantea la necesidad de discutir la
pertinencia de hablar de sistemas tutoriales orientados a la gestión de
comunidades de aprendizaje, a ampliar el capital cultural así como a la
promoción de procesos de autorregulación en el estudiantado, argumentando
que mediante estas acciones se favorecen espacios para la inclusión
educativa, en tanto se facilita la adquisición de una serie de recursos cognitivos
y sociales indispensables para que los estudiantes tengan una incorporación
plena a la sociedad como agentes activos.
En síntesis, la tesis básica de este documento radica en afirmar que la
inclusión educativa va más allá de la incorporación de sectores que
históricamente se han soslayado, para transitar a la urgente necesidad de
discutir a la inclusión educativa como un factor que faculta a todo el
estudiantado para actuar como agente de cambio en la actual sociedad del
conocimiento.
El contexto actual
Nunca antes en la historia, el bienestar de las
naciones ha estado tan estrechamente vinculado
a la calidad y el alcance de sus sistemas e
instituciones de enseñanza superior.
Conferencia Mundial sobre la Educación
Superior, Junio del 2003
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La educación superior ha cobrado un papel relevante en la transformación de
la sociedad, no sólo porque a partir de ella se genera el capitán humano para la
generación e innovación del conocimiento premisa básica de la sociedad del
conocimiento (Stehr,1994), sino, ante todo, por configurarse en un nicho de
apertura hacia sectores de la población marginados, lo cual demanda la
adopción de enfoques inclusivos que promuevan prácticas de equidad,
igualdad y acceso, con calidad educativa.
A nivel internacional, el crecimiento de la matricula en educación superior se
muestra exponencial, así como las diversas opciones que integran la cartera de
oferta educativa. Esta alta demanda reclama a las instituciones de educación
superior reafirmar un profundo compromiso social y contender con una serie de
desafíos, como son: incrementar sus recursos (financieros, infraestructura,
convenios); elevar su reconocimiento y prestigio nacional e internacional;
transferir y generar conocimiento; pero sobre todo garantizar la formación de
los estudiantes, a fin de que se conviertan en vectores para el cambio y la
innovación en sectores estratégicos. Es en este contexto donde hablar de
inclusión educativa en educación superior cobra sentido.
La inclusión educativa ha tenido como punto de origen la creación de sistemas
educativos abiertos capaces de coadyuvar el desarrollo y crecimiento humano
en especial, de aquellos sectores de la población vulnerables, con altos niveles
de riesgo o que históricamente han permanecido en la sombra. Las diferencias
individuales son el marco de acción para postular que la educación debe
responder a características diversas, las cuales son la fuente del
enriquecimiento en general de las instituciones educativas y en específico de la
vida cotidiana en las aulas. Al respecto, para Torres (2011) la inclusión
educativa puede y debe ser considerada como una actitud, como un sistema
de creencias y valores que estará presente en la toma de decisiones de
aquellos que apuestan por ella.
En aras de analizar algunas implicaciones que enfoques inclusivos demandan
a la educación superior, se desarrollan dos dimensiones que actúan como
sustentos básicos de dichos enfoques. La primera dimensión tiene que ver con
una serie de principios que desde el marco legal se retoman para argumentar
la pertinencia de incorporar una visión inclusiva en la educación superior.
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Conceptos tales como igualdad, equidad, acceso y calidad educativa forman
parte de los cimientos que respaldan perspectivas inclusivas. Para desarrollar
esta dimensión, se retomará con especial atención los pronunciamientos que la
propia UNESCO ha externado en cuanto a los retos de la educación superior,
en el entendido de que dicho organismo marca acciones y políticas
internacionales que guían el desenvolvimiento de las instituciones educativas.
Una segunda dimensión, se afianza en el diseño y desarrollo de estrategias
psicopedagógicas que permitan dar respuesta a la diversidad y con ello crear
ambientes educativos inclusivos. Al respecto, se pretende resaltar el papel de
la inclusión educativa como una estrategia que promueve el desarrollo
humano, este último es entendido como un “proceso orientado a la ampliación
de las opciones que disponen las personas, donde la educación no se reduce a
proveer al mundo económico de personas calificadas, sino que favorece el
desarrollo de los talentos y aptitudes de cada individuo” (Delgado, 2007: 56).
En la figura 1, se representan ambas dimensiones como pilares de la inclusión
educativa, sin embargo, como se observa, ambas dimensiones tienen como
base la reconfiguración de los sistemas educativos, en otras palabras, sólo una
profunda transformación de la cultura institucional que impacte la vida
académica, estudiantil y organizacional, creará las condiciones para que los
enfoques inclusivos en educación superior tengan cabida.
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Inclusión educativa: dimensión política
Para Valenciano (2009) hablar de inclusión educativa trasciende el ámbito de la
atención a poblaciones con discapacidades, ampliando su esfera de acción a
sectores tradicionalmente alejados de la educación. Coincidiendo con dicho
autor, hablar de inclusión educativa en el terrero de la educación superior no
sólo se limita a crear las condiciones para atender a estudiantes con ciertas
discapacidades sino ampliar el abanico de posibilidades que promuevan la
incorporación de estudiantes de diversos sectores, su permanencia en los
estudios, su egreso y lo más importante abonar a su futuro profesional.
La inclusión educativa se entreteje con conceptos tales como la igualdad y la
equidad, términos que con frecuencia son utilizados desde el marco legal. A
nivel internacional, existen pronunciamientos en torno a la urgente necesidad
de generar sistemas educativos orientados a la inclusión. A fin de dar cuenta
de lo anterior se reflexiona sobre algunos lineamientos que la UNESCO a
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referido en materia de Educación Superior en dos eventos claves y
contemporáneos que han marcado un hito en el replanteamiento de las
funciones y responsabilidades de las instituciones de Educación Superior, a
saber, las Conferencias Mundiales sobre Educación Superior celebradas en
1998 y en el 2009.
La UNESCO en la Conferencia Mundial sobre la Educación Superior celebrada
en 1998, advertía la necesidad de ofrecer igualdad de acceso, donde se
enfatizaba:
el acceso a los estudios superiores debería estar basado en los méritos, la
capacidad, los esfuerzos, la perseverancia y la determinación de los aspirantes y, en
la perspectiva de la educación a lo largo de toda la vida, podtener lugar a cualquier
edad, tomando debidamente en cuenta las competencias adquiridas anteriormente. En
consecuencia, en el acceso a la educación superior no se podrá admitir ninguna
discriminación fundada en la raza, el sexo, el idioma, la religión o en consideraciones
económicas, culturales o sociales, ni en incapacidades físicas.
En la anterior cita se destaca el imperativo de promover igualdad de acceso en
la educación superior atendiendo a la no discriminación, sin embargo, habría
que advertir que la noción del acceso a la educación por méritos podría
acentuar las desigualdades, dando pie a lo que se conoce como el Efecto
Mateo, en la medida de que quienes llegan a la educación superior han
contado con las mejores condiciones para su formación dejando en desventaja
a quienes no han contado con los mejores entornos. Este dilema ha tratado de
ser compensado con políticas de acciones afirmativas donde se incorporan a
grupos que históricamente han sido desfavorecidos. El debate no resulta
sencillo y salta a la vista por lo menos un desafío: en el caso de que las
instituciones de educación superior promuevan prácticas de igualdad de
acceso basadas en la no discriminación ¿cómo promover sistemas educativos
proclives al desarrollo de potencialidades atendiendo a la diversidad?
Asimismo, en el evento referido, se apuntaba sobre la equidad de acceso lo
siguiente:
La equidad en el acceso a la educación superior debería empezar por el
fortalecimiento y, de ser necesario, una nueva orientación de su vinculación con los
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demás niveles de enseñanza, y más concretamente con la enseñanza secundaria…La
enseñanza secundaria no debería limitarse a formar candidatos cualificados para
acceder a la enseñanza superior fomentando la capacidad de aprender en general,
sino también prepararlos para la vida activa brindando formación para una amplia
gama de profesiones….
Sobre la anterior cita se destaca el papel de la equidad de acceso a la
educación superior vinculada con la generación de sistemas educativos que
promuevan tanto la capacidad de aprender como ofrecer apoyos para la vida
activa mediante la formación profesional. Esta aseveración plantea un segundo
dilema para las instituciones de educación superior ¿cómo promover sistemas
que coadyuven a la formación profesional sin reducirse al campo laboral sino
ampliado sus posibilidades para promover el aprendizaje a lo largo de la vida?
Una última cita de la conferencia referida, tiene que ver con la urgencia por
atender a grupos específicos y con ello promover prácticas de igualdad y
equidad:
Se debe facilitar activamente el acceso a la educación superior de los miembros de
algunos grupos específicos, como los pueblos indígenas, las minorías culturales y
lingüísticas, de grupos desfavorecidos, de pueblos que viven en situación de
ocupación y personas que sufren discapacidades, puesto que esos grupos, tanto
colectiva como individualmente, pueden poseer experiencias y talentos que podrían
ser muy valiosos para el desarrollo de las sociedades y naciones. Una asistencia
material especial y soluciones educativas pueden contribuir a superar los obstáculos
con que tropiezan esos grupos tanto para tener acceso a la educación superior como
para llevar a cabo estudios en ese nivel.
En el párrafo anterior, es explícita la necesidad de generar espacios inclusivos,
donde se asume que la diversidad podrá ser un motor de desarrollo para las
propias sociedades y naciones. Este punto es crucial para enmarcar la
relevancia y pertinencia de la inclusión educativa como vertebra de la
educación superior.
Por otra parte, en la Conferencia Mundial de Educación Superior (UNESCO)
celebrada en el 2009, se retomó como un hito fundamental el acceso y la
equidad a la educación superior. De lo expresado en dicho evento se destaca
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la necesidad de asegurar el éxito del estudiantado no sólo garantizar su
acceso. Lo anterior redefine el concepto de equidad, al subrayar que esta
última no sólo se traduce en acceso, sino se amplia su significado a fin de
garantizar la participación exitosa, la culminación de los estudios, acomo el
bienestar estudiantil, mediante apoyos financieros y educativos apropiados
para aquellos que provengan de comunidades pobres y marginadas.
Un elemento nuevo que se incorpora al entramado del discurso de la equidad e
igualdad en educación superior, tiene que ver con el uso de las TICs no sólo
como una vía para ampliar el acceso sino como una ruta para generar espacios
inclusivos globales mediante el uso de la tecnología. Al respecto existen
experiencias exitosas en la educación superior que describen de qué manera la
inclusión educativa mediante el uso de distintos recursos tecnológicos a
favorecido la atención a la diversidad (Hockings, Brett & Terentjevs, 2012).
A manera de resumen, se advierte que desde el discurso que ofrece la
UNESCO, como organismo con un alto impacto en las políticas en materia
educativa, se han expresado una serie de acuerdos que crean las condiciones
para generar sistemas inclusivos en educación superior, asentados en
principios de igualdad, equidad, acceso y calidad educativa. Lo anterior marca
un precedente relevante en tanto se reconoce la urgente necesidad de crear
condiciones para atender a la diversidad, de involucrar sin diferenciar a
aquellos grupos que históricamente se han excluido, reconociendo que la
diversidad es el recurso más preciado de las naciones. Sin embargo, para
autores como Skelton (2002) no basta con el acceso a la educación superior, la
inclusión educativa demanda ante todo democratizar el conocimiento.
Inclusión educativa: dimensión psicopedagógica
La inclusión educativa demanda acciones concretas en el diseño, desarrollo y
evaluación de actividades educativas. Si se parte de la premisa de que la
inclusión educativa tiene como hilo conductor generar sistemas orientados a la
diversidad encaminados a democratizar el conocimiento tal como lo refiere
Skelton (2002) cabría cuestionarse ¿a través de qué componentes
psicopedagógicos podrá expresarse la inclusión educativa? A fin de perfilar
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algunos componentes, podemos distinguir por lo menos cuatro, tal como se
representan en la figura 2.
Tal como se representa en la figura 2, dichos componentes se articulan de
manera anidada, es decir los enfoques educativos centrados en el aprendizaje,
incluyen y tienen por centro al aprendizaje colaborativo, como el principal
regulador que permite generar desde las aulas espacios inclusivos. Veamos
cada uno de estos componentes que la inclusión educativa requiere ponderar
en materia psicopedagógica.
Un primer componente es la generación de sistemas educativos centrados en
el aprendizaje lo cual demanda crear las condiciones para que mediante
escenarios y experiencias diversas se construya saberes, teniendo como
premisa que la heterogeneidad es la norma y que es imprescindible ofrecer
múltiples oportunidades para el aprendizaje.
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Un segundo componente tiene que ver con personalizar los procesos
educativos, en el entendido de que cada estudiante posee particularidades que
habrá que potenciarse tanto en el terrero académico como personal.
Un tercer componente se relaciona con estructurar sistemas tutoriales,
orientados a la generación de apoyos y recursos que las instituciones
educativas pueden ofrecer al estudiantado durante su itinerario académico, que
les permitan con éxito contender con una serie de retos y prepararlos para su
futuro profesional.
Por último, un cuarto componente es el aprendizaje colaborativo, como el
espacio ideal que permite el diálogo, la convivencia, la solución de tareas
compartidas, la negociación, la escucha activa y la empatía, atributos
indispensables para transitar hacia una sociedad inclusiva.
Sobre estos dos últimos componentes versarán los siguientes apartados.
Tutoría e inclusión educativa
La tutoría en educación superior en las últimas décadas ha cobrado mayor
notoriedad, debido en parte, al énfasis por generar sistemas educativos
centrados en el aprendizaje. La tutoría, en general, ha estado orientada a
coadyuvar el desempeño de los estudiantes y tradicionalmente se ha
organizado mediante la tutoría bipersonal (tutor-estudiante) o tutoría grupal
(tutor-grupo de estudiantes). La primera se ha enfocado a atender
problemáticas muy específicas del estudiantado; en tanto la segunda ha sido
empleada con mayor frecuencia en la práctica docente, en tanto se busca
mayor acercamiento y seguimiento sobre el desempeño de los estudiantes, así
como atender necesidades como grupo. Sin embargo, esta visión de la tutoría
desde la inclusión educativa requiere replantear sus propósitos y modos de
organización a fin de atender a la diversidad potenciando talentos y
capacidades. La tutoría desde la inclusión educativa requiere:
a. Configurar modos de organización alternas al binomio tutor-tutorado
y tutor-grupos, incorporando como parte sustancial de su organización la
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tutoría entre pares y la generación de verdaderos sistemas tutoriales, en
donde las instituciones educativas y los departamentos que la integren
giren en torno a las necesidades e intereses de los propios estudiantes.
De manera particular, la tutoría entre pares, resulta indispensable para la
generación de ambientes inclusivos pues mediante el aprendizaje
conjunto, a nivel interpersonal, se generan lazos estrechos entre los
estudiantes mediante el diálogo y la reflexión conjunta incrementando su
empatía y sentido de pertenencia con sus compañeros; a nivel
intrapersonal se fortalece la autoconfianza y la construcción de la
identidad profesional.
b. Incluir como parte de las actividades tutoriales apoyos para
incrementar el capital cultural de los estudiantes. El ingreso a la
educación superior no garantiza tener las mejores condiciones para
desenvolverse con éxito en el futuro, por ello la tutoría puede actuar
como catalizadora de experiencias culturalmente significativas para la
configuración de profesionales no reproductivos sino generadores de
cambio e innovación. Según el pensamiento de Bourdieu, el capital no
sólo se restringe a los bienes materiales, instrumentales y monetarios,
sino que el capital más precisado que una persona como agente social
posee se deriva: de la educación (formal como informal, sicamente
derivada de la familia); de la capacidad intelectual y el aprecio por lo
estético; de saber interactuar con otros; de la adquisición de códigos que
lo hagan formar parte de un grupo o lo que el mismo Bourdieu llamaría
habitus, en el caso de la educación superior, sería la construcción de un
habitus profesional.
c. Incluir como parte sustancial del quehacer tutorial la gestión de
comunidades de aprendizaje, en donde confluyan distintos saberes y
experiencias en torno a situaciones que demanden el trabajo
colaborativo. La conformación de comunidades de aprendizaje en la
educación superior permite recuperar la diversidad sin diferenciar o
fragmentar, pues es la diversidad la que enriquece la comunidad en su
conjunto. Mediante la integración de comunidades de aprendizaje se
recupera la inclusión educativa en la medida en que se promueve la
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equidad de los procesos educativos al ofrecer diversas experiencias
para el aprendizaje.
d. Propiciar espacios de autorregulación en el estudiantado a fin de
disponer de recursos cognoscitivos para el aprendizaje a lo largo de la
vida. Probablemente esta sería la meta final de la inclusión educativa en
las instituciones de educación superior: facultar al estudiantado para el
aprendizaje continuo y con ello ser promotores activos de innovación y
desarrollo en el conocimiento.
Aprendizaje colaborativo e inclusión educativa.
Mediante el aprendizaje colaborativo, los estudiantes organizados en pequeños
grupos no sólo llegan a realizar tareas compartidas, sino en la interacción, la
discusión, los encuentros y desencuentros tienen oportunidades para conocer
a sus compañeros y a mismos e incrementar sus niveles de asertividad. Si
como se ha reiterado en este documento, mediante la inclusión educativa se
pretende generar espacios abiertos a la diversidad y la heterogeneidad, donde
todas las voces sean escuchadas, la tolerancia, el respeto y el crecimiento
conjunto sean las constantes, entonces potenciar el aprendizaje colaborativo
entre los estudiantes cobra sentido.
Se destaca que el aprendizaje colaborativo en la educación superior demanda
que las actividades motivo de aprendizaje representen para los estudiantes un
reto en si mismas, que les permitan contender con situaciones cercanas a la
realidad profesional y promuevan el desarrollo de una serie de competencias,
estas últimas entendidas como la integración de saberes promotores del
desempeño profesional. Utilizar estrategias que promuevan el aprendizaje
colaborativo a través de metodologías tales como el aprendizaje basado en
problemas, estudios de casos, método por proyectos y actividades de
aprendizaje basadas en simulaciones se vuelven imprescindibles.
El énfasis por el aprendizaje colaborativo, resalta el papel de la interacción
entre los pares, como nicho que promueve la construcción activa y conjunta de
los conocimientos. En dicha construcción, tanto estudiantes como docentes
actúan como mediadores y pueden proveer de andamios o ayudas ajustadas a
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las necesidades de otros estudiantes. Dado que mediante la inclusión
educativa se pretende generar espacios abiertos a la diversidad y potenciar las
capacidades, el énfasis en la interacción y en el intercambio de experiencias
desde diferentes miradas, resulta fundamental para la generación de saberes
compartidos.
Consideraciones finales
En el presente artículo se partió de la conceptualización de la inclusión
educativa en educación superior como la generación de espacios promotores
de la equidad para capitalizar culturalmente a los menos favorecidos en un
ambiente de colaboración, desarrollando en todos, nuevas capacidades y
liderazgo.
Con las dimensiones propuestas para el análisis de la inclusión educativa (una
ligada a cuestiones legales y de política educativa, la otra vinculada con
aspectos psicopedagógicos) se buscó enfatizar que se cuentan con una serie
de condiciones para promover desde la educación superior la generación de
espacios inclusivos. Sin embargo, la implementación, desarrollo y posible éxito
de la inclusión educativa dependerá en gran medida de cambios y
transformaciones paulatinas y sustanciales en la organización y cultura
académica dentro de las instituciones educativas, en tanto la inclusión
educativa implica el reconocimiento del otro en un espacio de colaboración y
enriquecimiento mutuo.
Se destaca de este artículo repensar el propósito de la inclusión educativa en
la educación superior, donde no lo se promueva la equidad, la igualdad y el
acceso a sectores de la población marginados o vulnerables, sino que se
pondere el poder de la inclusión orientada a la incorporación plena de los
estudiantes en la generación e innovación del conocimiento, lo que
posiblemente promoverá su inserción no sólo a las instituciones de educación
superior sino a la propia sociedad del conocimiento como agentes de
transformación.
Referencias bibliográficas
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