inconcebibles para la vida diaria (como el uso de las computadoras, el internet,
las pizarras electrónicas, la robótica, la videotelefonía, las estaciones
espaciales, la telemedicina, las videoconferencias) son ahora comunes y ya no
sorprenden a nadie. Todo ello ha ocurrido en virtud de un notable desarrollo
científico, con el consiguiente desarrollo tecnológico que se ha dado en este
lapso. Sin embargo, paradójicamente de acuerdo con la UNESCO (2006) en la
mayoría de los países del mundo, la enseñanza de las ciencias y la tecnología
es incipiente y apenas están empezando a tomar importancia dentro de los
programas de educación. Además, las políticas, los currículos nacionales, los
planes de estudio, los métodos y estrategias de enseñanza relativos a las
disciplinas científicas y tecnológicas, así como a la formación de los docentes
en las mismas, suelen ser obsoletos y poco interesantes. Por eso, no es
sorprendente que en la enseñanza de estas disciplinas (matemáticas, física,
química y biología) los docentes carezcan a menudo de: dominio de contenido,
competencias para el manejo de tecnología educativa, diseño de estrategias de
enseñanza y faltos de estrategias para promover el pensamiento crítico y
creativo que propicie en los estudiantes el interés por estas disciplinas (Suárez,
Almerich, Gargallo y Aliaga 2010; Domínguez, Guillermo y Magaña, 2007,
OCDE, 2004, UNESCO, 2006, IEAE, 2007).
El aprendizaje de la ciencia y la tecnología es crucial en la preparación de los
estudiantes para que puedan desempeñarse mejor en la sociedad del
conocimiento. De igual forma es innegable la necesidad de promover la
competencia científica entre los ciudadanos, al ser la ciencia un factor esencial
para el desarrollo de las personas y un imperativo estratégico para el avance y
el desarrollo de una nación y de sus políticas públicas.
En la figura 1, se presentan las medias de desempeño de la escala global de
ciencias, en ella se observa el comportamiento de los países pertenecientes a
la OCDE y la posición de México en este tablero internacional. Al analizar la
situación de México en ciencias se observa que de los 65 países que
participaron en el estudio, 14 países tienen una media estadísticamente inferior
a la de México; y 49 una media estadísticamente mayor, y solo Jordania obtuvo
una media estadísticamente similar.