aquellos otros que no lo poseen o no tienen los cauces educativos oportunos
para su óptima implementación.
Así mismo, la brecha digital puede producirse en un mismo contexto,
especialmente entre personas de distintas generaciones (brecha
intergeneracional), o incluso entre diferentes poblaciones dentro de una misma
sociedad y con distintos referentes culturales (brecha digicultural), o finalmente,
en un abanico amplio de sujetos y grupos donde existe una carencia
significativa de formación virtual (analfabetismo digital). En todos estos casos,
resulta clave el establecimiento de medidas pedagógicas y sociales que
permitan la mejora formativa de múltiples personas y grupos sociales,
favoreciendo su plena inclusión y valorando positivamente las oportunidades
que suscita, a día de hoy, el empleo de mecanismos digitales abiertos y de bajo
coste.
En efecto, como apunta Pérez (2012), la era digital requiere aprendizajes que
nos permitan manejar la incertidumbre y la ambigüedad del mundo actual,
donde no es de recibo la existencia de desigualdades y disfunciones sociales,
por la escasez de medidas favorecedoras de integración curricular y didáctica
de las TIC en los sistemas educativos. No sólo se trata de una cuestión de
modernización de la tecnología, sino de innovación de los instrumentos
pedagógicos al servicio de una sociedad del conocimiento, donde todos y todas
podamos beneficiarnos de las enormes potencialidades de Internet y todo lo
que implica desde la perspectiva del aprendizaje autónomo y relevante.
Desde la perspectiva de las propuestas formativas, inclusivas e interculturales,
que podemos vislumbrar como generalizadas y masivas en estos próximos
años y décadas, nos encontramos con la apuesta de muchas universidades e
instituciones en la promoción de los MOOCs, las redes sociales, con un fuerte
protagonismo del intercambio académico y científico y los continuos avances
tecnológicos en la línea de democratización de la cultura digital; lo cual, no
cabe duda, plantea nuevas exigencias, demandas, interrogantes y desafíos al
ámbito pedagógico y social, tanto presencial como virtual.
En síntesis, la superación de la brecha digital es condición sine qua non para
favorecer la igualdad de oportunidades para muchas personas y grupos