1. Algunos aspectos previos
Los centros educativos, y sus aulas, no son sólo tiempos y espacios en los que
llevar a cabo determinados aprendizajes académicos, sino también –y
principalmente- donde acontecen las ocasiones en las que promover valores
éticos y morales entre los escolares. Se trata de fomentar una educación que
integre valores, contenidos, experiencias y aprendizajes positivos en las
dimensiones personales, sociales y éticas de los estudiantes, no sólo en las
intelectuales (Escudero, 2005). Por este motivo, pretendemos con este
proyecto que en la Escuela se enseñe y aprenda sin generar aversión hacia el
orden, el esfuerzo, la disciplina y la diversidad; en definitiva, que sea un lugar
en el que haya también un aprendizaje de competencias cognitivas y socio-
emocionales.
No podemos creer que hubo un momento, en la historia de la educación
institucionalizada, en que el vínculo profesor-alumno estuviese exento de
situaciones tensas y problemáticas; aunque aceptar que el nivel de indisciplina
actual tiene más eco social, es más amenazante y da la impresión de estar
más fuera de control, no es difícil. Ahora bien, esto también hay que matizarlo
porque, por ejemplo, una cosa son los hechos violentos y otra bien distinta son
los problemas de convivencia y disciplina que angustian al profesorado. No
entraremos, aquí, en disquisiciones extensas porque lo importante, ahora, es
qué hacemos con este tipo de problemas, cuál es nuestra actitud personal y
grupal frente a ciertas conductas en el aula, y si las conductas problemáticas
son las mismas independientemente del centro y profesorado con el que
trabajemos. Para aclarar esta situación, la toma de decisiones debe partir de un
diagnóstico de la situación actual, de la convivencia en sentido genérico,
consultando con los sectores implicados del que se derivará, lógicamente, un
plan de actuación concreto en cada situación.
Retardar aún más la toma de medidas pedagógicas ayudará a la creación de
un ambiente que ahogue las posibilidades educativas y favorezca la adopción
de posturas únicamente sancionadoras y duras. Es necesario buscar otro tipo
de soluciones mucho más coherentes con el problema, por lo que la respuesta
a este tipo de comportamientos y situaciones ha de ser tan compleja como lo
son ellos mismos. En esta línea, el diagnóstico debe tener una primera fase de