De acuerdo con Marqués (2007) el trabajo colaborativo implica también nuevos
roles de los alumnos y de los profesores, dirigido a realizar un trabajo más
autónomo, crítico, creativo, que les permita reflexionar, investigar, crear… etc.
En los casos analizados se observó este cambio de roles; los alumnos estaban
completamente implicados en la tarea, asumiendo un papel activo durante las
clases y trabajando de forma autónoma, ayudándose mutuamente entre ellos y
también atendiendo a otros compañeros que requerían su ayuda.
Queremos resaltar además en este apartado de conclusiones que en la
mayoría de los casos se combinaron las explicaciones en gran grupo,
especialmente en las primeras fases de desarrollo del proyecto, dándose las
explicaciones teóricas, instrucciones y dinámica de trabajo, con la realización
de actividades en pequeños grupos constituidos por tres o cuatro estudiantes
para desarrollar las tareas concretas que implicaba cada proyecto. En casi
todos ellos se llevaron a cabo también algunas tareas de carácter individual
como leer, buscar determinadas informaciones, redactar, etc.; con la finalidad
de preparar aspectos que después se ponían en común en los grupos. Todo
ello implica, desde nuestro punto de vista, el desarrollo de toda una serie de
habilidades en los estudiantes que no solo se ponen en práctica en el proyecto
en cuestión, sino que se pueden transferir a otras materias y dinámicas de
trabajo.
Dependiendo del proyecto en cuestión y de la dotación de los distintos centros,
los recursos empleados fueron diversos, aunque algunos comunes en todos
ellos: los libros de texto y otras lecturas, Internet, ordenadores, tabletas
digitales, miniportátiles, vídeos, cámara de fotos, webcam, pen-drives, software
variado (procesadores de texto, programas de presentación como PowerPoint
o Prezi, navegadores, etc.), o espacios de almacenamiento compartido en la
nube que ofrecen aplicaciones como Dropbox, Box, OneDrive o Google Drive y
pizarras digitales. Es decir, nos encontramos con proyectos en los que se
emplea una gran variedad de recursos y materiales, nada desdeñables en la
puesta en práctica de metodologías de aprendizaje colaborativas.
En síntesis, las evidencias que apoyan las condiciones positivas para
desarrollar esta forma de trabajo son las siguientes: