Revista científica electrónica de Educación y Comunicación en la Sociedad del Conocimiento
Publicación en línea (Semestral) Granada (España) Época II Año XVI Vol. 16 (1) Enero-Junio de 2016 ISSN: 1695-324X
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DOI: http://dx.doi.org/10.30827/eticanet.v16i1.11939
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EL ANTIHÉROE CINEMATOGRÁFICO COMO UN
MODELO ÉTICO A TRAVÉS DE LAS VIRTUDES
ARISTOTÉLICAS EN TAXI DRIVER
The cinematographic antihero as an ethical model through Aristotelian virtues
in Taxi driver
Francisco García García
fghenche@gmail.com
Universidad Complutense de Madrid (España)
Francisco José Gil Ruiz
francisco.gil87@gmail.com
Universidad de Nebrija (España)
Recibido: 25/05/2016
Aceptado: 15/06/2016
Resumen
En este artículo se propone un retrato del antihéroe cinematográfico a partir de
Travis Bickle, protagonista de Taxi driver (Scorsese, 1976), con el fin de
determinar la ética del antihéroe cinematográfico. Para ello se indaga en una
selección de acontecimientos y/o acciones clave del protagonista de la película
desde el punto de vista de la ética aristotélica, concretamente, atendiendo a las
virtudes que el autor describe en Ética a Nicómaco (Aristóteles, 2014). Los
resultados indican que, en efecto, el antihéroe cinematográfico aquí estudiado
no obedece a las virtudes aristotélicas, aunque su existencia es ética en cuanto
a que se erige como ejemplo de vida para el espectador, pues la ausencia de
virtudes corrobora la necesidad de las mismas.
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Abstract
This article proposes a cinematographic antihero´s portrait from Travis Bickle,
protagonist of Taxi driver (Scorsese, 1976) to determine the ethics of the
cinematographic antihero. For that, it is investigated a selection of the
protagonist’s key actions from the view of the Aristotle’s ethics, specifically,
attending to the virtues which are described in Ética a Nicómaco (Aristotle,
2014). Results indicate that, in fact, the cinematographic antihero which has
been studied does not obey to Aristotelian virtues, although his existence is
ethic regarding to it rises as an example of life for the audience, since the
absence of virtues corroborates the need of themselves.
Palabras Clave: antihéroe, cine, ética, Aristóteles, virtudes.
Keywords: antihero, cinema, ethics, Aristotle, virtues.
Introducción
Taxi driver: Contenido de la película
Travis Bickle, excombatiente de Vietnam, trabaja como taxista en Nueva York.
Su vida rutinaria, insomne y anodina da un giro cuando conoce a Betsy, una
atractiva mujer que trabaja en la campaña de un político: el Senador Palantine.
Tras el rechazo de esta bella joven, Travis, aquejado de los males que asolan
las calles de Nueva York, decide tomar cartas en el asunto: adquiere armas de
fuego y entrena para estar listo llegado el momento. Conoce a una prostituta
menor de edad, Iris, que se convertirá en el pretexto para llevar a cabo su
misión.
El primer paso serio hacia el mal será el de matar a un atracador en una tienda;
hecho esto, se consumará un cambio físico y psicológico que le convertirá en
un hombre capaz de hacer lo necesario para que triunfe la justicia. Su justicia.
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Se acercará sin éxito al Senador Palantine con el fin de asesinarle, y finalmente
arremeterá contra los proxenetas que aprisionan a Iris, provocando una
matanza que lo encumbrará como héroe para los que le rodean.
El antihéroe: Travis Bickle
Los héroes acostumbran a ocupar el rol protagónico de las historias. Dominique
Parent-Altier así lo afirma:
Encarna el tema y alrededor de él se teje el argumento. Su motivación, su
meta, presentes en la pantalla son los motores del conflicto que deberá
resolver franqueando todos los obstáculos con valentía y éxito. El protagonista
es el héroe de la película con el que el espectador se identifica. (Parént-Altier,
1997, p. 89).
No obstante, el antihéroe ocupa un lugar especial en la narración. Tiene gran
peso y nos enseña cuán confusa es la línea que separa al héroe del antihéroe.
Raquel Crisóstomo Gálvez (2014) analiza protagonistas de series televisivas
cuya forma de actuar es mediante el asesinato. Para ella, estos protagonistas
negativos son catalogados como héroes a pesar de realizar acciones contrarias
a la moral.
En este artículo ese perfil será tratado como el del antihéroe, puesto que Travis
encabeza el lugar álgido de la narración, atendiendo siempre a valores
negativos. Justificaremos esta postura con la siguiente cita de la definición que
propone Ira Kongsberg sobre el antihéroe:
Protagonista o figura masculina importante, literaria o cinematográfica, con
quien se identifica el lector o el espectador, pese a atesorar cualidades no
heroicas y una debilidad que tradicionalmente no se atribuye al héroe. Suelen
ser personajes alienados y aislados, vulnerables a las debilidades humanas,
pero que poseen un código ético privado y, en ocasiones, una integridad
personal que les obliga a enfrentarse a la sociedad. (Konigsberg, 2004, p.
37).
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Al poseer su propio código, el antihéroe se configura como contrario al orden
establecido. Siguiendo a Minerva Sánchez Casarrubios (2012), el antihéroe
sigue su propia ley, puesto que su tarea no le es impuesta por nadie ajeno a
mismo.
Esta afirmación es aplicable a Travis Bickle, ya que, llegado el caso, a la vez
que reniega de los males que le rodean, se sirve de ellos para ejercer su propia
justicia. Ese egoísmo caracteriza a un villano, y le convierte en antihéroe
cuando es el protagonista de la historia. Travis Bickle supera los obstáculos
que se le plantean, pero lo hace del modo más deshonesto posible, sin mostrar
clemencia ni aspirar al sacrificio por los demás, cualidades indivisibles del
héroe.
El mal, por tanto, cobra especial importancia en el contexto de este personaje,
ya que es un mal forjado en el universo de lo cotidiano, y como dijera Elena
Galán Fajardo (2003), actualmente el mal no presenta el aspecto de
monstruos, sino el de gente normal, lo cual es más aterrador.
Travis conoce, en primer lugar, un mal al que debe enfrentarse, y al que, sin
darse cuenta, se termina vinculando, constituyéndose parte del problema, y no
de la solución. Se deja corromper por sus s bajos instintos, y según
Christopher Vogler (2012), cuando un personaje se deja llevar por sus más
bajas tentaciones, cuando las dudas y la confusión se apoderan de él, éste se
convertirá en la sombra, en el mal.
El antihéroe generalmente destruye y se autodestruye. Un ejemplo de ello lo
veremos en este estudio a través de Taxi driver (Scorsese, 1976), sin olvidar
que esta concepción actual de personaje complejo y autodestructivo se forjó
especialmente en los años setenta, coincidiendo con la entrada del período
postclásico, aquel en el que, recordando a Requena (2007), prima la
identificación total del espectador con el personaje.
Ética cinematográfica
Roberto Arnau Roselló (2016) cita a Scolari (2013) al hablar de la tendencia
negativa de la división de audiencias, señalando que las narrativas transmedia
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pueden ser la solución a esa disgregación de públicos, de manera que cada
medio es un canal de extensión de las partes de una misma historia.
Si antes las audiencias estaban centradas en los medios, ahora lo están en los
relatos, lo que implica un cambio sustancial en las estrategias de venta y
agrupación de públicos dispersos que implementan las multinacionales de la
industria del espectáculo. (Arnau Roselló, 2016, p. 239)
El cine es uno de esos medios que se combinan para generar relatos, y dentro
de éstos seguimos teniendo a los personajes. De momento eso no ha
cambiado, y analizar holísticamente una película profundizando en un elemento
como lo es el personaje resulta todavía importante a pesar del contexto
transmediático actual. Es el caso de este trabajo, que tratará el tema de la
ética aplicándolo a un antihéroe cinematográfico.
En Ética a Nicómaco, Aristóteles (2014) estableció la base de la ética
occidental, explicando la finalidad del hombre con el concepto de felicidad, en
cuyo camino senecesaria la virtud. Los estudios de Aristóteles no se alejan
de la siguiente acepción de ética: conjunto de normas morales que rigen la
conducta humana” (Real Academia Española, 2014, 23ª ed.).
En adelante se profundizará en los postulados de Aristóteles. La cuestión que
aquí se plantea es: ¿resulta ética la presencia de personajes cinematográficos
protagonistas que actúan de forma negativa con su entorno y consigo mismos?
Lo que importa es el significado y sentido que la actuación de estos personajes
y su forma de ser alcanzan en el relato.
La ética conecta con todos los ámbitos de la existencia humana, y el relato
cinematográfico es una representación de dicha existencia. Atendiendo a
Gómez, Fariña, Solbakk (2011), ética y cine se relacionan desde la aparición
misma de este último en 1895, época en la que se desarrolla también el
psicoanálisis, lo cual tiende un puente entre el cine y los dilemas éticos
contemporáneos del público. Al abordar las impresiones de los intelectuales
franceses respecto del nacimiento del cine, Antonio Ansón (2014) afirma que el
cine ha traído consigo transformaciones no sólo estéticas o artísticas aplicadas
en la creación de obras, sino también sociales. Señala además que, en efecto,
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surgió una vertiente que necesitaba estudiar y comprender todo lo que ese
lenguaje en imágenes podía ofrecer, dando lugar, a finales del s. XIX, a un
importante abanico de innovaciones expresivas. De ahí que ahora se pueda
estudiar el cine.
Los comunicadores también son educadores, y el producto de su trabajo, que
es la narración, está sujeta a la comprensión de la sociedad, que asimila la
información y la aplica consciente o inconscientemente en su día a día. Grilli
Silva (2016) expone, citando a Porcher (1976), el concepto de “escuela
paralela”, aquella compuesta por los medios de comunicación y que bien
pueden usarse en las aulas:
La imagen y muy especialmente la imagen animada combinada con audio, es
decir los audiovisuales, son parte esencial de los medios de comunicación más
importantes en las sociedades actuales. Nuestros alumnos (cualquiera sea el
nivel educativo), viven inmersos en esta realidad, que representa otra escuela,
promotora de actitudes, valores, concepciones de ciencia, creencias, ideas, en
fin, cultura… (Grilli Silva, 2016, p. 137)
Alba Hernández Sánchez (2011) insiste en su estudio en la necesidad de
desarrollar un pensamiento crítico con la televisión y hacia ella. Plantea un
programa que sirve para la creación de un canal dirigido por y para niños,
donde la figura del docente resulta indispensable.
Vemos a que existe preocupación social por la interiorización de los
contenidos de los medios de comunicación; no sólo hay información en juego,
sino también sentimientos y emociones que, aunque en principio sean
intangibles o inmateriales, generan modelos de conducta, pues como dijera
también Aristóteles (2013), el ser humano aprende mediante la imitación desde
la niñez. A ello podemos añadir, por parte de Francisco García García, que la
narración transmite a través de sus personajes, espacios, tiempos y acciones
contenidos éticos que nos sitúan en el ámbito de los valores humanos.(García
García, 2011, p. 13)
El cine tiene ese efecto ético en el espectador, ya que construye realidad social
a través de la historia y el discurso narrativo. Es una manera de mostrar el
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mundo al tener una alta similitud con la vida, estableciendo representaciones
de la misma, o “realidades” según Bruner (1988), y así, se sirve y a su vez se
construye conceptos, arquetipos, estereotipos, valores, normas, principios y
sentido ético.
El cine, como otros medios, es susceptible de ser manipulado. Los nazis lo
utilizaron para encumbrar el imperio que llevaría al mundo a la Segunda Guerra
Mundial, convirtieron este medio en el idóneo para extender sus ideas, y
funcionó, al menos, mientras forjaban su idea de “nación”. Un ejemplo lo
constituye el filme El triunfo de la voluntad (Riefenstahl, 1935), que, con su
imponente estética, logró traducir en imágenes el mensaje nacionalsocialista.
En resumen, el nazismo empleó el cine según sus necesidades imperialistas,
dirigiendo la mirada de las masas hacia una idea grandilocuente de mismos
que resultó, cuanto menos, sangrienta. Se percibe así la necesidad de una
ética cinematográfica, que no tiene por qué ceñirse a mensajes positivos que
destaquen las virtudes humanas, sino que también ofrezca perfiles negativos
que arropen mensajes didácticos sobre la propia conducta de las personas.
Noël Burch (1998) destaca que los primeros cineastas de “no-ficción”, de la
mano de John Grierson, se preocuparon por erigir una ética en su trabajo a
través de la realidad, y de la imagen lmica bruta. Según el autor, con esa
objetividad los primeros documentalistas trataban de mostrar de forma clara y
bella la realidad que les rodeaba, buscando satisfacer tanto al espíritu, como a
los sentidos.
Esta finalidad no parece estar ausente en el cine de ficción, que, mediante
otros mecanismos (también obedientes a una finalidad estética), guía a los
espectadores hacia la reflexión. Y lo hará mediante la percepción y la empatía
con los personajes, que facilitan la identificación del espectador. Ahí es donde
entra en juego el papel del personaje, y por ende, el que lleva a cabo el
antihéroe. Graciela Padilla Castillo (2010) aplica los conceptos de ética, moral y
política al analizar antihéroes televisivos, llegando a la conclusión de que el
espectador perdona las faltas éticas, morales y políticas por el hecho de
conocer el pasado y las motivaciones del personaje, subrayando en todo ello
que el personaje en cuestión debe ostentar gran profundidad psicológica.
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En este trabajo se plantea analizar la ética desde un punto de vista distinto,
aplicándose a un antihéroe cinematográfico, que, en efecto, también ofrece un
perfil psicológico sumamente complejo. Travis Bickle expone un retrato de la
soledad en medio de una sociedad capaz de lo mejor y lo peor, enmarcado en
una de las ciudades más importantes del mundo: Nueva York.
Es positivo tener al alcance ejemplos de lo negativo, ya que ejemplifican con
fines didácticos lo que ocurriría si todos cometiesen los mismos errores que, en
este caso, comete Travis Bickle. Es otra manera de asegurar los buenos
hábitos sociales, conociendo los problemas en los que cualquier persona
podría verse implicada si se dejase llevar por sus pulsiones más salvajes,
entendiéndose éstas citando de nuevo a González Requena (2007), como
energía violenta y potencialmente destructiva.
Este medio ofrece gran variedad de retratos, expresión del temperamento, del
carácter, de la experiencia vivida, y del modo de ser propio y del entorno que
nos rodea, tanto de lo mejor, como de lo peor. Ejemplo de esto último es la
mafia: el espectador ha conocido ese submundo gracias a películas como El
padrino (Coppola, 1972), y se han generado estereotipos que con el tiempo
lograron su hueco en el seno de la cultura popular. Han erigido valores que
motivaron más adelante otras películas enmarcadas en el mundo de la mafia,
como Uno de los nuestros (Scorsese, 1990), de la que Igor Barrenetxea
Marañón (2004) destaca la emulación de los valores de sus protagonistas,
reunidos en una microsociedad soportada sobre la violencia y el crimen. En
ambos filmes existe una moraleja de pérdida: quien que se entrega al crimen
acaba perdiendo lo que más le importa. Michael Corleone se pierde a sí mismo,
y Henry Hill, la buena vida.
Actualmente el mal se disfruta en gran medida en la pantalla grande. Minerva
Sánchez Casarrubios (2012) afirma que la “verdad del horror” se impone a
otras temáticas debido a la cotidianeidad del mismo en otros medios de
comunicación. Así pues, la ética debe acompañar al antihéroe en su ideación.
Francisco García García destaca un principio ético fundamental, que tiene sus
pilares en el compromiso del autor por crear y mantener la coherencia dentro
de la propia narración:
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Quien cuenta una historia, genera un mundo, y tiene obligaciones pragmáticas
respecto a ese mundo que ha creado; quien genera una idea, relaciona unas
cosas con otras, las asocia o disocia de la realidad, quien construye modelos
de representación de mundos o de mensajes científicos, informativos,
históricos, ficcionales, publicitarios o propagandísticos, está llevando a cabo un
acto susceptible de ser considerado desde la perspectiva ética. (García
García, 2011, p.18)
Por otro lado, la ética de la narración debe mostrar valores educativos de cara
a los receptores de la misma. Y no sólo en lo que respecta a cómo se tratan los
mecanismos de construcción de la diégesis, sino también en el modo de
utilización del discurso (el “para qué”). Gómez, Fariña y Solbakk (2011) dicen
que la propia historia puede profundizar en conflictos éticos referentes a la
época en la que se realiza esa película, dando lugar a debates en temas
importantes para la sociedad, dentro y fuera de los entornos académicos.
Cabe la posibilidad de cuestionar la necesidad de llevar a cabo retratos
antiheroicos, pues en lugar de ofrecer virtudes al espectador, ofrecen vicios. Y
al hacerlo, observamos que en este tipo de personajes, capaces de sentir
según sus pulsiones, carecen de un valor fundamental: la compasión.
Íñigo Marzábal Albaina (2008) explora el concepto de la compasión analizando
obras cinematográficas, y muestra varios puntos de vista sobre este rmino,
tanto negativos, como positivos. De entre los negativos destacaremos, por un
lado, a la supuesta crudeza que implica aumentar el dolor al compartirlo entre
varias personas que se contagian de él; por otro, la compasión implica la
superioridad del que la lleva a cabo, y la humillación de aquel que la recibe. En
otra instancia, el autor pone de manifiesto variantes positivas mediante las que
entender la compasión: destacaremos, por un lado, que compasión implica
ponerse en el lugar del que sufre, y por otro, que nos ayuda a afrontar la
muerte a través de la de los demás, pues ante la muerte, dice más adelante el
autor, todos somos víctimas(Marzábal Albaina, 2008, p. 56). De las variantes
positivas podemos deducir que la compasión implica el reconocimiento de uno
mismo en los demás, planteamiento totalmente heroico en sí mismo.
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Un antihéroe no atiende a estos valores debido al egoísmo de sus pulsiones
internas. Cuando observa de cerca a su propia mortalidad o a la pérdida de sus
intereses, decide prolongar su actividad de la forma más práctica y a cualquier
precio. Es por ello por lo que merece la pena analizar a Travis como antihéroe,
y destacar por qué es necesaria la existencia de este tipo de personajes
destructivos en la cinematografía. Cabe recordar que Taxi driver generó
controversia debido a la violencia derivada de su protagonista, tal y como
afirma José Manuel González Fierro-Santos (2007).
Las virtudes
En Ética a Nicómaco, Aristóteles (2014) aborda el tema de la virtud, siendo
ésta para el autor un término medio en el que no hay ni exceso ni defecto. No
se relacionan con las capacidades, sino con las acciones que uno elige llevar a
cabo, con sus hábitos, de manera que ayudan a disponer de un estado
concreto para realizar bien una actividad. No es de extrañar que por todo ello el
estagirita defina virtud como un hábito elogiable. Las virtudes son una parte
esencial del hombre, ya que éstas le encaminan a buen puerto.
Siendo así, y dejando los vicios a un lado, ¿de qué virtudes dispone un
antihéroe cinematográfico? No olvidemos que los vicios humanizan en gran
medida un personaje. Somos capaces de comprender, e incluso simpatizar, por
(casi) todos sus vicios. Si no, no tendría sentido que los villanos tuviesen tanto
peso en cualquier tipo de narración.
Pero la virtud es también un elemento inherente al desarrollo humano, y junto
con los excesos y los defectos, se erige para Aristóteles (2014) como el término
medio ayudan a retratar la conducta humana. El autor distingue entre virtudes
intelectuales, y virtudes morales; las primeras se desarrollan mediante el
aprendizaje, y las segundas, con la costumbre. Añade que las virtudes no se
originan ni por naturaleza ni contra naturaleza, sino que lo hacen en nosotros
que, de un lado, estamos capacitados naturalmente para recibirlas y, de otro,
las perfeccionamos a través de la costumbre”. (Aristóteles, 2014, p. 89)
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Añade que las virtudes dependen de nosotros, puesto que son voluntarias,
aunque acciones y hábitos “no son voluntarios de forma similar: de las acciones
somos dueños nosotros de principio a fin (…) en cambio, de los hábitos lo
somos de inicio, pero su incremento en particular no es reconocible, como pasa
con las enfermedades”. (Aristóteles, 2014, p. 127-128)
Las virtudes morales son: valentía, templanza, generosidad, magnificencia,
magnanimidad, mansedumbre, carácter medio, justicia, y amistad. Las
intelectuales son ciencia, técnica, prudencia, sabiduría, y entendimiento. A
continuación, daremos una breve descripción de lo que dice el autor de cada
una de ellas:
- Valentía: es el rmino medio entre miedo y la confianza. Valiente es aquel
que soporta los miedos, pues, aunque temerá cosas, las soportará como
debe y como es razonable, por causa del bien, que éste es el fin de la
virtud.”(Aristóteles, 2014, p. 130). Además, el valiente soporta el dolor
cuando debe hacerlo porque obedece a un buen fin, o porque debe
hacerlo. El que se deja llevar por los medios es un cobarde, y el que no
tema a nada es un loco, un temerario.
- Templanza: referida a la condición intermedia de los placeres anímicos y
corporales, mientras que la intemperancia se centra en los placeres de los
que disfrutan los animales. Aquellos que se sacian más allá de la
necesidad son intemperantes, así como aquellos que se complacen con
cosas no debidas.
- Generosidad: “[…]es más propio del hombre generoso el entregar a
quienes debe, así como el tomar de donde debe y el no tomar de donde no
debe, pues es propio de la virtud más el obrar bien que el tomar bien, y el
realizar buenas acciones antes que no realizar las acciones malas.”
(Aristóteles, 2014, p. 146). El generoso da a quien debe y en la medida en
que debe, sin esperar nada a cambio, y por supuesto, no tomará de donde
no debe. Los extremos a este rmino medio, según el estagirita, serían la
avaricia por un lado (por defecto, ya que no se desprenden de sus bienes),
y la prodigalidad, por otro (por exceso, ya que dan demasiado), excesos
ambos, valga la redundancia, respecto de la generosidad.
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- Magnificencia: también relacionada con el dinero y al gasto, superando a la
generosidad en cantidad, ya que el magnificiente hace grandes gastos con
buen gusto, generando admiración por ello. En suma, los gastos del
magnificiente son grandes y adecuados” (Aristóteles, 2014, pág. 153). El
defecto en este caso es la mezquindad, y el exceso, la vulgaridad, por lo
que el magnificiente debe de ser generoso para hacer los gastos justos y
de manera honorable.
- Magnanimidad: referida a aquel que cree merecer grandes cosas, siendo
quien las merece. Se relaciona con la grandeza, pero una grandeza real y
justificada. El que se considera digno de grandes cosas sin serlo es un
vanidoso, mientras que quien cree merecer menos de lo que tiene, es un
pusilánime. El magnánimo sabe estar sobre los hombres grandes, a la vez
que, con los más humildes, sin aprovecharse de los segundos. En relación
a esta virtud expone el autor la de la ambición, vinculada a la
magnanimidad, y que es carente de término medio, pues unos tienden al
honor en mayor o menor medida, siendo mejor o peor según el caso.
- La mansedumbre: un término medio digamos “forzado” en este caso, ya
que se inclina hacia el defecto, mientras que el exceso es la ira. El término
medio irá en aquel que se irrite cuando y con quien deba, y el defecto más
acentuado, con aquel que se deje agraviar.
- Carácter medio: aunque es otra virtud sin nombre, un hombre así “[…]
acepta como debe cada cosa no por amor u odio, sino porque él es de esta
índole”. (Aristóteles, 2014, p. 168). Este hombre se comportará como debe,
complaciendo o dañando, pero siempre encaminado a lo bueno.
Relacionado con esto está la jactancia, para cuyo término medio el autor
tampoco encuentra palabra. El jactancioso se atribuye cualidades de las
que en realidad carece, mientras que el modesto las niega o les quita
importancia. El término medio es el hombre sincero, veraz, consecuente, y
que evita la falsedad, lo cual es elogiable.
Dentro del carácter, el autor habla también de lo placentero, situando un
término medio entre el exceso de divertimento (bufones), y el defecto del
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mismo (hombres rudos). La virtud estará en aquel que no bromea en
exceso ni se burla de los demás. Con ello tiene que ver otra disposición
intermedia: el tacto, presente en aquel que sabe qué decir y cómo decirlo
en cada circunstancia (bromas incluidas).
- Justicia: el autor realiza una exposición extensa de este término,
contraponiéndola a su opuesto, lo injusto. De manera que, si lo injusto es lo
ilegal y no igualitario, la justicia es lo contrario. Esto en cuanto a una visión
general de la justicia, donde ésta es una virtud como tal. Pero hay también
una justicia parcial, centrada en la distribución de elementos divisibles en
un grupo, así como aplicable a transacciones. A lo justo suma también el
concepto de la igualdad, de manera que lo desigual, lo desproporcionado,
es injusto. No obstante, la reciprocidad no siempre es igual de un lado
hacia otro, y se dará sólo cuando exista equivalencia en una relación
transaccional.
En referencia a las virtudes intelectuales:
- Ciencia: lo que es y sabemos que no puede ser de otra manera, y que está
ligado a la demostración.
- Técnica: disposición para la fabricación, pero no por la necesidad ni
tampoco por naturaleza.
- Prudencia: virtud que permite deliberar con uno mismo y con los demás
acerca de lo bueno para él o, en general, para un fin bueno.
- Sabiduría: la cúspide del conocimiento, lo que el estagirita relaciona con la
excelencia, con la capacidad de ir más allá: “El sabio, por tanto, no sólo
debe saber lo que sigue de los primeros principios, sino alcanzar la verdad
sobre los principios.” (Aristóteles, 2014, pág. 217)
- Entendimiento: se relaciona con la inteligencia y la prudencia, aplicadas a
la facultad de deliberación, pero no referido hacia lo que no puede ser de
otra forma (como la ciencia). El hombre comprensivo tiene un juicio recto,
de manera que el entendimiento y comprensión se refieren a la acción.
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Otra virtud que el estagirita destaca es la amistad, puesto que “es cosa
necesaria para la vida, pues sin amigos nadie desearía vivir aunque poseyera
todos los demás bienes.” (Aristóteles, 2014, p. 267). Tener amigos es algo
necesario y bueno para el autor, que distingue tres tipos: los amigos por
intereses útiles concretos; los amigos por placer (presente especialmente en
los jóvenes). Estos dos tipos de amigos son malos, ya que se basan
únicamente en la semejanza, en algo caduco. Los terceros, sin embargo,
comparten la bondad y la virtud en igualdad de condiciones, esto es, que se
desean lo mejor mutuamente. Son amigos por sí mismos. La virtud de la
amistad incluye otra que le da sentido, y es el hecho de amar, y más allá de
eso, amar sin esperar nada a cambio. Eso es lo elogioso en la amistad,
aunque existan excepciones, como la de los ancianos y los antipáticos, con los
que es más difícil entablar amistad al disfrutar menos con la compañía.
Asimismo, haremos un breve inciso hacia varios conceptos contrarios a la
virtud: el vicio, la incontinencia, y la brutalidad. La incontinencia no siempre
será censurable, aunque destacaremos al incontinente como aquel incapaz de
resistirse a sus pasiones, lo cual convierte a veces a la incontinencia en un
vicio, eso sí, corregible, ya que el incontinente es proclive al arrepentimiento.
La brutalidad, en cambio, la ejercen hombres de extrema maldad.
Objetivo
La investigación tiene como meta retratar la figura del antihéroe en Travis
Bickle, protagonista de Taxi driver (Scorsese, 1976), indagando en las virtudes
que presenta, para así corroborar el sentido ético que promueve su existencia
en la narración.
La hipótesis sobre la que se sustenta este trabajo es que la construcción de
antihéroes cinematográficos incluye un potencial mensaje ético al mostrar las
consecuencias negativas de las conductas destructivas y no éticas. Los
ejemplos de lo negativo también deben ser tenidos en cuenta para fines
educativos, pues se extraen de ellos lecciones de moral para la vida.
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Metodología
Consiste en un análisis de contenido bajo la perspectiva de la ética. Existen
diversas concepciones y propuestas de la ética como referencia a la actuación
humana, como las de Sócrates, Platón, Plotino, Epicuro, Séneca, San Agustín,
Kant, Spinoza, Fichte, Hobbes, Hegel, Scheller, Nietzsche, Sartre, Bataille,
Ogden, Richards, Dewey, Stevenson, Moore, Hare, Findlay, Aranguren… pero
esta investigación elige seguir los dictados, principios y sentido de la Ética a
Nicómaco de Aristóteles (2014). Analizaremos una selección de aconteceres
referidos al protagonista de Taxi driver (Scorsese, 1976) a través de las
virtudes aristotélicas mencionadas anteriormente. En primer lugar, se
destacarán las virtudes y/o excesos presentes en cada uno, para después
observarlas de manera global y profundizar así en la implicación moral del
personaje con sus acciones.
Quedarán determinadas las virtudes y/o vicios presentes en el protagonista,
delimitándose el marco de lo virtuoso en este antihéroe cinematográfico.
Análisis
Acontecimientos destacados
Al comenzar la película, Travis es un veterano de Vietnam y taxista neoyorkino
que pide el turno de noche debido a su insomnio. Este será el punto de partida
del personaje, que proseguirá su historia mediante las siguientes acciones:
- Invita a salir a Betsy, pero la cita no prospera para el protagonista al llevarla a
un cine porno. Hace uso de la virtud del valor para proponerle salir, pero su
ignorancia en cuanto a relaciones sociales le convierte en temerario. Muestra
además carencia de entendimiento en una práctica social tan común como la
de tener una cita.
- Travis se persona en la oficina de Betsy, donde ésta le rechaza
definitivamente. Al hacerlo, el protagonista se enfrenta al compañero de la
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chica. No hay virtud en esta acción; Travis se comporta de forma temeraria,
imprudente, e intemperante.
-Travis se obsesiona con la delincuencia que puebla las calles de Nueva York,
viéndose a mismo como una pieza que no encaja. Así se desahoga en su
diario. El personaje denota falta de entendimiento y juicio, ya que no logra
interpretar coherentemente su entorno. Su sensación de superioridad moral,
además, le da un tinte vanidoso a su manera de pensar, lo cual le convierte en
ambicioso, pero con mal fin, pues simplemente quiere imponerse a los demás.
- Pide consejo al “Mago”, sin llegar a sacar ninguna conclusión. Intenta hacer
uso de las virtudes de amistad y del entendimiento, pero de nada le sirve, ya
que la primera es por interés, y la segunda no llega a buen puerto, pues la
deliberación que mantienen es, cuanto menos, deficiente. Ni Travis ni el Mago
son capaces de expresarse con la suficiente claridad el uno con el otro.
- Decide comprar armas y entrenarse física y psicológicamente para el cambio
que desea provocar en la sociedad. Puesto que Travis decide ser violento, no
hay virtud aristotélica, sino brutalidad e incontinencia, ya que es incapaz de
resistirse a sus pasiones. Además, es factible de hablar de injusticia.
- Asesina a un atracador en una tienda a sangre fría, huyendo después de la
escena del crimen con el beneplácito del dueño del lugar, que golpea el cuerpo
del atracador, inerte, en el suelo. No hay virtud, sino brutalidad, injusticia,
incontinencia, imprudencia, y en general todo aquello que se aleja del rmino
medio.
- Rechaza los servicios de Iris, una joven prostituta. Travis actúa de manera
prudente, aunque para acceder a ella puede parecer ciertamente temerario, al
entrar en contacto con ese submundo. Al negarse a acostarse con ella,
destacaremos la virtud de la templanza, e incluso, de la generosidad, ya que
Travis en este caso mira por el bien de Iris.
- Intenta convencer a Iris de que debe abandonar la vida de prostituta, aunque
ésta no se presta a ello como Travis querría. Se detecta aquí la virtud de la
amistad, en este caso, con la joven.
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- Desarrolla artilugios que combina con las armas para ser más efectivo. Aquí
destaca indudablemente la virtud de la técnica por razones obvias. Podemos
destacar el concepto de la ambición, aunque siendo el propósito tan violento,
no podemos hablar de virtud, sino de exceso.
- Planea atentar contra el senador Palantine, sin éxito. Travis no hace acopio
de virtudes aristotélicas; lo que pudiera parecer prudencia al huir del senador
es, en realidad cobardía, pues huye de la justicia. No da la cara por sus actos,
y actúa con impulsividad, con ambición excesiva, y por ende, con imprudencia.
- Asalta el edificio en el que malvive Iris, asesinando a los proxenetas que
custodian a la chica. Los va matando uno a uno a la vez que él también recibe
daños. El valor, de nuevo, se convierte en locura, que alberga, de nuevo,
intemperancia, imprudencia, e injusticia.
Lectura global
Travis no es capaz de mantener una relación normal con una mujer. Betsy se
convierte en una misión inaccesible para él, ya que parece incapaz de descifrar
el código de la interacción usual hacia las mujeres. Es por eso que la virtud del
valor no le sirva de nada, ya que su relación con Betsy existe sólo para él
cuando ésta le rehúye tras la fatídica cita del cine porno.
Teniendo en cuenta la incapacidad de tratar con otras personas, su insomnio, y
la rabia que siente, se conforma un cóctel interior que degenera en ansias de
(in)justicia personal. A partir de aquí, tampoco podemos encontrar virtudes
aristotélicas en Travis, ya que ni siquiera está capacitado para hacer
autocrítica. Sus ambiciones, aunque le ayudan a avanzar, son equivocadas en
la dirección, ya que no le encaminan al bien. Se cree especial, valiente por
decidir limpiar el mundo que le rodea, pero en realidad se engaña a mismo
ingenuamente.
Travis nos descubre defectos, vicios, en todas sus acciones destacadas a
excepción de tres: en una brilla por su generosidad, templanza y prudencia al
no querer acostarse con Iris. En otra destaca con la virtud de la técnica al
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desarrollar artilugios que le facilitan el uso de armas, y en la tercera, muestra la
virtud de la amistad, al intentar convencer a Iris de dejar la vida de prostituta.
En dos de estos casos se observan atisbos de virtud, de sentido común, de
bondad. Pero, resulta que, dentro de la lógica interna del protagonista,
podemos plantear la posibilidad de que no es la empatía de Travis hacia Iris lo
que motiva esas virtudes, sino el odio y el desprecio a la delincuencia, a los
proxenetas que tienen a la chica. De hecho, asesina a uno de los delincuentes
delante de la niña, desoyendo sus súplicas de que no mate. Ese egoísmo se
superpone, indudablemente, a todo vestigio de virtud posible, ya que termina
de aniquilar la poca inocencia que podría quedarle a la chica.
Resultados
Puesto que no cabe repetirse respecto de lo dicho en el análisis global,
destacaremos que la película expone un caso de predominio del exceso. Las
virtudes morales presentes en dos acontecimientos (generosidad, templanza,
prudencia, amistad) son superadas tanto por su ausencia en las demás
acciones, como por el fin oscuro del protagonista: destacar por encima de los
demás mediante la violencia, empleando su propia justicia.
En otra instancia tenemos una virtud intelectual que es la cnica, que, si bien
queda al margen del ámbito moral, es otra virtud que le encamina hacia la
violencia, y por tanto, al exceso, la brutalidad, la imprudencia, la injusticia…en
definitiva, hacia el vicio.
Travis es una persona solitaria; su periplo en la historia no le hace más
sociable, ni mejor persona, sino que incluso podemos decir que justifica ese
punto de vista conflictivo. Busca respuestas en varias personas, pero ni Betsy,
ni el “Mago”, ni Iris pueden ayudarle a encajar en el mundo. Aun cuando al final
de la película es encumbrado como un héroe por rescatar a Iris, Travis no
presenta indicios de cambio en su forma de ser.
Conclusiones
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Se cumple la hipótesis formulada en este trabajo. En efecto, la construcción de
antihéroes cinematográficos incluye un potencial mensaje ético al mostrar las
consecuencias negativas de las conductas destructivas y no éticas. Los
ejemplos de lo negativo también deben ser tenidos en cuenta para fines
educativos, pues se extraen lecciones de moral para la vida. Así lo hemos visto
tras el análisis ético.
Justamente en el incumplimiento moral y en la ausencia de virtud encontramos
el ejemplo didáctico de Travis. La ausencia de virtud expone la necesidad de
virtud, y aunque en este caso parece que el mal triunfa, lo que hace es en
realidad transmitir un mensaje duro, desasosegante si se quiere- a cualquier
espectador, que si bien con esa “victoria”, puede identificarse con Travis, es
consciente del precio de sus fechorías. Citando a Gabriel Jiménez mez y
Ubaldo Cuesta Cambra:
La obtención de resultados positivos por parte del protagonista parece ser
crucial para obtener un alto grado de identificación con él y para obtener, en
consecuencia, una mayor persuasión de su postura. (Jiménez Gómez;
Cuesta Cambra, 2013, p. 275)
La película ofrece al espectador el retrato de un hombre que cumple con la
ausencia de virtud según la Ética a Nicómaco de Aristóteles (2014). El
espectador accede a un mensaje que consciente o inconscientemente tendrá
cabida en su interior, y, conformándose como ejemplo de vivencia ficticia,
podrá tenerlo en cuenta en su vida cotidiana, en sus elecciones, en sus
acciones para con los demás. Gómez, Fariña, y Solbakk (2011) confirman
estas afirmaciones al decir que el cine no funciona únicamente ilustrando
sujetos éticos, sino también como matriz donde acontece el acto ético-estético,
que conlleva una posibilidad de reflexión.
Y se observa que la presencia de una simple virtud en un momento dado no
basta para dotar del correcto sentido moral, puesto que, de hecho, la virtud
depende del sentido moral. Si uno no se encamina al bien, difícilmente podrá
obrar de manera virtuosa. Es más, no es bueno quien no se complace con las
actividades buenas” (Aristóteles, 2014, p. 75)
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Travis vive estímulos totalmente cotidianos, pero responde egoístamente a los
mismos, queriendo hacer el mundo a su medida antes de pararse a
comprenderlo. No atiende a las virtudes que pueden hacerle entender su lugar
en el mundo, de ahí que resulte un personaje interesante, ejemplo de antihéroe
cinematográfico: cuenta una historia por mismo, a través de su propia y
voluntaria destrucción. A nivel narrativo, de hecho, puede justificarse con otra
idea de Aristóteles (2013) referente a la tragedia: un hombre malo no debe
pasar del infortunio a la dicha.
Travis parte de premisas verosímiles de marginación e inadaptación en la
sociedad; de adopción de valores equivocados que conducen al desastre. El
mensaje es triste, el antihéroe logra su objetivo de destacar sobre los demás
mediante sus propios ideales destructivos haciendo uso de la violencia y el
exceso. Justamente de ahí se extrae el mensaje, pudiendo el espectador ser
consciente de que Travis ha errado en sus acciones y sigue un camino
equivocado, pues nunca llega a ser comprendido por los que le rodean. Su
infelicidad, ignorada o no, es su castigo, y es la lección que se deriva del film,
que subraya la siguiente afirmación:
Pero un relato es un escaparate de la naturaleza humana y un campo de
pruebas en que esperamos ver sancionado el mal, enarbolado el bien. El mal
no puede triunfar, porque, aunque triunfara solo sería aparente, ya que la
causa final del relato es enseñar a vivir.
(García García, 2011, p. 28)
Al no empatizar con los demás y aferrarse a su mundo interior de rechazo,
Travis no puede compadecer a nadie. Aunque trata de hacer algo bueno por
Iris y paliar la injusticia, es un monstruo capaz de matar a un semejante
llevándose por delante la inocencia que pudiera quedarle a la niña. Se cree
mejor que los demás, invulnerable, en posesión de la verdad más absoluta.
Cuando cree que está salvando a una niña, lo único que en realidad hace es
saciar la idea de héroe que cree ser. No avisa a la policía, no contacta con los
padres de la pequeña, decide sin s matar a los proxenetas. Carece de
compasión, pues no contempla la humanidad de los demás al ser incapaz de
verse a sí mismo en los que le rodean.
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Le es difícil identificar el bien común, y por ende, la felicidad. No puede acceder
a las virtudes que Aristóteles (2014) sitúa en la órbita de la felicidad, y aunque
a veces las roce, las usa para entregarse a los excesos que le alejan del
término medio.
Al carecer de toda virtud, se erige como ejemplo de esa misma carencia,
subrayando la importancia del concepto para el bien y la felicidad. A través del
mal apreciamos el bien. Mediante la ética aristotélica se reafirma así la
importancia del antihéroe en la narración cinematográfica.
Discusión
La interpretación de las acciones seleccionadas, planteada objetivamente, es
muy sujeta a la percepción individual de cada lector-espectador, y los autores
son conscientes de ello.
Las acciones, escritas de manera genérica con el fin de que se perciba el viaje
personal del protagonista, se han elegido según el criterio de los autores
respecto de la importancia de las mismas en el personaje y en la historia. Es
posible que por ello el lector encuentre recovecos de reflexión que entren en
conflicto con lo que aquí se propone, pues existen virtudes como tal en varias
acciones, pero atendiendo al contexto de la historia y el devenir del personaje,
es imposible considerarlas encaminadas al bien.
A una perspectiva ciertamente subjetiva puede referirse la conclusión del
trabajo, a razón de lo cual los autores han decidido incluir testimonios que,
aunque fueron realizados en otros estudios distintos y en diferentes contextos,
ayudan a complementar las afirmaciones que se realizan respecto a Travis, la
ética aristotélica, y el antihéroe cinematográfico.
Los autores de este estudio, no obstante, asumen el debate acerca de la
cuestión ética de la existencia del antihéroe, algo que sin duda enriquece al
personaje cinematográfico.
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