Revista científica electrónica de Educación y Comunicación en la Sociedad del Conocimiento
Publicación en línea (Semestral) Granada (España) Época II Año XVII Vol. 17 (1) Enero-Junio de 2017 ISSN: 1695-324X
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DOI: http://dx.doi.org/10.30827/eticanet.v17i1.11919
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ASPECTOS DEONTOLÓGICOS DE LA INVESTIGACIÓN
EDUCATIVA MEDIADA POR LA TECNOLOGÍA
Deontological aspects of educational research based in technology
José Rafael Rodríguez Requena
jrrr69@gmail.com
Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL Maracay, Venezuela)
Recibido: 12/03/2017
Aceptado: 02/06/2017
Resumen
Este ensayo, con características de investigación documental presenta un
análisis crítico sobre los aspectos vinculados con deontología o ética
profesional en el ámbito de la investigación científica mediada por las
Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) y sus alcances en el sector
educativo universitario. El trabajo aborda las cuatro (04) vertientes
fundamentales involucradas en este proceso como lo son los docentes, los
estudiantes, las TIC como disciplina y el ejercicio investigativo propiamente
dicho. Se afirma con esta breve disertación que la validez ética y moral de los
procesos educativos, investigativos y sus productos resultantes, mediados por
la tecnología, deben estar enmarcados dentro de los códigos deontológicos
internacionales, nacionales e instituciones, dejando en claro que en muchos
casos, la responsabilidad de un hecho “bueno” o “malo”, recae en la
intencionalidad soslayada de los involucrados y no en la tecnología per se.
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Abstract
This research-type essay presents a critical analysis of the linked aspects of
deontology or professional ethics in the Information and Communication
Technology (ICT) based research field, and its scopes in the university
educational sector. The work approaches four (04) fundamental entities
involved in this process, as teachers, students, ICT discipline and the processes
of scientific research in its strict sense. It is asseverated through this brief
dissertation that the ethical and moral validity of the research and educational
as well as their ICT mediated results, should be framed in international, national
and institutional codes of practice, clearly establishing that in many cases the
responsibility of what is 'good' or 'bad' falls on the intentionally of those involved
and not on technology per se.
Palabras Clave: Deontología tecnológica, deontología investigativa, ética
profesional, ética tecnológica, ética investigativa.
Keywords: Technological deontology, research ethics, professional ethics,
ttechnological ethics, research ethics.
Introducción
La Deontología, también conocida como Teoría del Deber fue propuesta por
Benthan (1834) quien la define, por primera vez, como la “ciencia de los
deberes o teoría de las normas morales”. Según este autor, cuando se refiere a
las profesiones, se denomina “deontología profesional”, siendo en este caso, la
disciplina que se ocupa de determinar y regular el conjunto de
responsabilidades éticas y morales que surgen en relación con el ejercicio de la
profesión, especialmente aquellas de dimensiones que tienen repercusión
social. Personalmente, para el caso de la investigación educativa y su
vinculación con la teoría de Berthan, las escuelas y universidades, al ser
organizaciones formadas por una selección intelectual cuyo compromiso es
justamente con la colectividad en la cual se desempeñan, tienen la
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responsabilidad social de inculcar a los docentes y educandos los fundamentos
básicos de la educación moral, la ética y la deontológica. Por, sobre todo, la
Universidad tiene que sentir, por encima de cualquier divergencia ideológica, la
importancia esencial del impacto que ejerce permanentemente el intelecto
sobre la salud de la voluntad y la responsabilidad de una tarea moral sica
que cumplir.
En el caso concreto de la investigación educativa mediada por las TIC, es un
proceso complejo donde intervienen cuatro (04) vertientes responsables de los
productos generados de estos procesos científicos y académicos y que son: los
docentes, los estudiantes, las TIC como disciplina y el ejercicio investigativo
propiamente dicho. Ellos estarán integrados en una sinergia sistémica
orientada a solucionar situaciones problemáticas determinadas, pero sin dejar a
un lado los fundamentos éticos profesionales que garanticen el desempeño
responsable, tanto de manera individual como grupal, con miras a obtener
resultados honestos, transparentes y verdaderos y que, en la manera de lo
posible, no den cabida a posiciones subjetivas que cuestionen la gestión
científica.
Definiciones formales de la deontología profesional
Las conceptualizaciones del término son variadas, por lo que se presentan las
propuestas por varias fuentes, resumidas en el cuadro 1, a continuación:
Cuadro 1. Definiciones de deontología o ética profesional.
Autor / Año
García (2010)
RAE (2016)
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Polo (2003)
Silva (2001)
Entonces, vale decir que la Ética Profesional tiene como objetivo fundamental
la creación de una conciencia basada en la responsabilidad en todos y cada
uno de individuos que ejercen un oficio o profesión y se sustenta en la
naturaleza racional del hombre. Esta naturaleza es espiritualmente libre, lo que
deduce una voluntad que se acerca al bien moral, evitando el mal y haciendo el
bien, mostrando de esta manera un ser profesional digno que represente la
excelencia, el compromiso con sus semejantes, el decoro y el respeto consigo
mismo. Es así como el profesional con ética debe contar con virtudes
académicas por excelencia, las cuales, a su vez, son virtudes sociales como la
justicia, la caridad, la piedad, la gratitud, la veracidad, afabilidad y la equidad.
En otras palabras, debe aceptar la justicia como bandera desde el mismo
momento en que recibe su título, aún cuando estos principios éticos deben
comenzar a consolidarse desde sus días de estudiante.
De lo mencionado sobre la Ética Profesional, es conveniente hacer referencia a
los llamados Códigos Deontológicos, definidos por García (2010) como
declaraciones de intenciones que reúnen sistematizadamente aquellos
principios éticos y deberes de carácter moral relativos al ámbito de una
profesión concreta, consensuados y proclamados por los propios miembros de
esta (s/p). El autor menciona además que estos códigos, también llamados
“códigos éticos”, “normas de conducta profesional” o “declaraciones de
principios”, se refieren principalmente al ámbito moral de las obligaciones y
responsabilidades profesionales, es decir, concretamente a aquellos deberes
que no alcanzan la posibilidad del uso legítimo y legal de la fuerza para su
cumplimiento de la ley y que por lo tanto escapan al control de las actividades
típicas de cualquier profesión.
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De lo anterior, puede pensarse que se trata de documentos que carecen de
valor jurídico o una exigibilidad tangible pero hay que hacer notar que en la
práctica pueden generarse efectos legales o sanciones, dependiendo del
contexto normativo en que se integren o de la gravedad y consecuencias a
terceros que sus incumplimientos o faltas generen. Por eso, es común hoy día
conseguir documentos que son meramente testimoniales, hasta otros donde se
concreten sanciones y penalizaciones por parte de las organizaciones
profesionales que competa, como suspensión del ejercicio o en el peor de los
casos, la expulsión de la profesión.
Todo código de ética propone entonces las conductas deseables como las
buenas y más justas. Resulta evidente pues que un código de ética profesional
o código deontológico se rija por la idea del “deber ser” en forma de deberes y
obligaciones que el profesional ha de cumplir respecto a sus colegas,
profesionales afines, personas a quienes preste sus servicios y la sociedad en
general durante el ejercicio de su profesión. Estas obligaciones son imperativas
y no pueden trasgredirse sin llegar a faltar al honor de su profesión.
Por otro lado, para los efectos de esta revisión documental, las Teorías del
Deber fueron divididas de acuerdo a cuatro (04) grupos que abarcan las
dimensiones de la investigación educativa mediada por las TIC. Estos son:
1. La deontología del docente, por ser el encargado de impartir y difundir a
los estudiantes los fundamentos éticos en el uso de las TIC en los procesos
investigativos y además de dar el ejemplo a la hora de ejercer él el rol de
investigador.
2. La deontología del estudiante, quienes deben demostrar el desempeño
ético en el uso de las TIC impartido por sus docentes.
3. La deontología informática, que describe los lineamientos deontológicos
para el uso ético de las TIC en todas sus áreas de aplicación.
4. La deontología en la investigación científica y tecnológica, de describe
los aspectos éticos que deben ser considerados durante los procesos de
desarrollo en las actividades investigativas en general.
La deontología del docente
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En atención a todos los planteamientos teóricos anteriores, los educadores
deben trabajar en función del cumplimiento de los principios éticos que
presenta la sociedad actual. Al mismo tiempo, los institutos educativos, se
obligan a dar la apropiada valoración a la ética profesional del docente, cuyo
propósito es lograr el ideal del hombre con un alto nivel de compromiso
académico que determine una conducta apropiada en relación con los
educandos, profesionales afines y con la sociedad. De esto, debe quedar claro
que la educación tiene entonces como responsabilidad, velar por los valores
nacionales y culturales de los pueblos, razón por la cual los profesionales
deben ser formados para pedir condiciones de dignificación del trabajo y formar
conciencia de la profesión como un servicio social, cuya condición implica el
desarrollo, el cambio y promoción de los valores humanos.
Es importante destacar que el sistema de valores éticos de todas las
profesiones, se encuentra considerablemente alterado y distorsionado por las
prácticas económicas, sociales y políticas, a lo cual la profesión docente no
escapa. No obstante, los principios deben ser cumplidos tanto por el personal
académico como por los educandos implicados en el proceso. De acuerdo a
esto, Román (2008) propone una serie de criterios éticos que deberían estar
presentes en todo proceso educativo y que no solo pueden aplicar a la
enseñanza superior, sino a cualquier sistema yo/ nivel, a saber:
1. La Universidad ha de ser motor de progreso y el profesorado es pieza
esencial del mismo. Este progreso se concreta en dos vertientes: en primer
lugar, en saber adaptarse al medio, en el doble sentido de que la
Universidad debe adaptarse a la sociedad y ésta al entorno más amplio,
que es el mundo. En segundo lugar, progresar implica, al tiempo que
adaptación al medio, ofrecer respuesta a los nuevos retos que dicho
entorno cambiante plantea.
2. Juzgar la propia conducta con relación a su adecuación y a las finalidades
legitimadoras, esto a través de las respuestas que se darían a preguntas
como: ¿Se está investigando? ¿Se está impartiendo una docencia que
permita desarrollar la autonomía de los alumnos? ¿Se está coadyuvando a
descubrir la verdad y a trasmitirla? Y estas preguntas han de abordarse
siempre desde la crítica continua y con conciencia ética.
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3. Considerar como se lleva el difícil equilibrio con el mundo político, el mundo
empresarial y las modas sociales de cualquier tipo, entendiendo que esos
factores pueden cambiar algunas temáticas de los programas que se
impartirán y así nunca vivir de espaldas a la realidad de los alumnos y la
sociedad.
La deontología del estudiante
Camargo (2010) propone su “Código de Ética del Estudiante Universitario”, con
el cual pretende que se formen escolares responsables, conscientes de su
labor académica, que se esfuercen por ser mejores, obteniendo la confianza
colectiva y constituyéndose en un factor de transformación de la vida nacional
(p. 11), además, sostiene que el perfil de un estudiante ético debe estar
definido por características y cualidades bien particulares, entre las que
menciona: sensatez, investigación, autonomía, orden, cuestionamiento,
liderazgo y perseverancia (p. 17). Cabe destacar que inicialmente el autor
propuso este basamento para el caso particular de las universidades en
Colombia, pero no cabe duda que su visión iba más allá de las fronteras de ese
país pues todos estos postulados tienen perfecta aplicación a cualquier
institución educativa, incluso, no solo universitaria, sino de casi cualquier nivel
de educación.
En cuanto a los Valores que según Camargo deben definir el desempeño
estudiantil, se destacan:
1. Honestidad: Es la relación entre lo que se siente, piensa, dice y hace.
Camargo dice que “un estudiante honesto es fiel a mismo, consciente de
la responsabilidad social y de la rectitud que debe tener y reflejar en sus
actos. Esto implica no defraudar en ningún sentido a sus compañeros y
profesores y a la comunidad universitaria en general haciendo uso
adecuado de los bienes y recursos de la Institución” (p. 19).
2. Impecabilidad: Calidad, efectividad, discreción, intachabilidad, y perfección
del estudiante en su relación con las personas, las cosas y el desarrollo de
sus tareas y responsabilidades académicas, asumiendo que sus acciones
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son importantes en los procesos y los resultados; reconociendo y
superando debilidades y limitaciones.
3. Transparencia: El estudiante debe obrar con absoluta claridad y pulcritud
en sus acciones no dejando duda en sus actuaciones personales y
académicas dentro de la institución. De esto debemos destacar la
importancia de este Valor en el uso que el educando de a los elementos
tecnológicos como fuentes de información y documentación al momento de
realizar sus asignaciones investigativas, respetando las fuentes originales y
los derechos de autor.
Asimismo, este Código propuesto por Camargo incluye otra serie de principios
fundamentales de los estudiantes, entre los que destacamos, a razón del tema
del uso de las TIC en los procesos investigativos, los siguientes (p. 25):
1. Decoro: Guardar el recato correspondiente a su condición de estudiante,
actuando con el convencimiento de que toda tarea que realice tiene su
propia dignidad.
2. Legalidad: Las actividades que se realicen en la Universidad deben
ajustarse a los reglamentos, a las sanas prácticas y costumbres que
permitan la integración y transparencia de la práctica académica.
3. Honradez: Deberá anteponerse en todas las actuaciones del estudiante,
absteniéndose de realizar por sí o inducir a terceros a la comisión de
cualquier acto indebido u omisión que perturbe o perjudique los intereses de
la Universidad y no solo de esta sino también de terceros con el fin de
obtener un beneficio particular.
4. Rectitud: Obrar con justicia e integridad en todas sus actuaciones dentro y
fuera de la Universidad.
5. Integridad: Debe tener calidad moral actuando digna, sincera y
honradamente de acuerdo con una recta conciencia.
6. Moralidad: Los estudiantes deben observar un comportamiento ético que
beneficie a la Universidad y a la sociedad en general.
Finalmente, para culminar con la referencia hecha a Camargo, destacamos lo
que él denomina en su libro “Capítulo Sexto: Comportamientos no éticos y
tipologías” (p. 48) y donde destacan dos (02) situaciones que el autor considera
no éticas dentro del desempeño de los estudiantes. Estas son:
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1. Hacer copias: Esta situación se presenta con frecuencia en las
instituciones educativas y aunque se trata de un grado de fraude que no ha
sido erradicado. Es el producto de la inseguridad del estudiante en sus
conocimientos, motivado posiblemente por el estilo de educación recibida
(evaluaciones extensas y memorísticas, mala preparación académica, falta
de metodología de estudio, entre otras) (p. 49). Por otro lado, se observa
que Camargo no hace una especificación al plagio a través del uso de las
TIC, esto a sabiendas que dichas situaciones son de larga data, incluso
antes de la aparición de las fuentes digitales de información y
documentación.
2. Comprar trabajos: Es una modalidad en la que algunos estudiantes
incurren y pagan sumas de dinero a compañeros o a terceros bien sea para
que les elaboren lo los trabajos, sean incluidos en ellos o sencillamente
modificar aquellos que ya han sido efectuados anteriormente (p. 49).
Es importante destacar que, si bien es cierto que estos postulados fueron
originalmente propuestos por Camargo para regir el comportamiento ético de
los estudiantes, pueden aplicar igualmente para el caso de los docentes en su
desempeño como investigador e incluso como estudiante al momento de cursar
estudios de postgrado, lo cual ha sido demostrado a través de investigaciones
especializadas en el tema.
La deontología informática
Los cánones o fundamentos deontológicos de la informática, definen la
orientación que deben regir el uso ético de las TIC en los procesos de
investigación y las diferentes áreas en las que estas sean aplicadas. El cuadro
2 presenta algunas de sus definiciones.
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Cuadro 2. Definiciones de ética informática.
Autor / Año
Guibert (1997)
Carvajal,
Castro,
Contreras y
Laciar (2001)
Cabañas (2004)
Los autores anteriores plantean, como común denominador, que la existencia
de la Ética Informática tiene como punto de partida el hecho de que los
computadores suponen problemas éticos particulares y por tanto distintos a
otras tecnologías, por lo cual, se debe pasar de la simple aplicación de criterios
éticos generales, a la elaboración de una ética propia de la profesión, de aquí
que los códigos éticos de asociaciones profesionales y de empresas de
informática van en esa dirección. Es por esto que ya se han desarrollado “letras
de conducta profesional” que tienen como objetivo la formulación de normas de
acción para los responsables de los aspectos técnicos de los productos
informáticos y también de las consecuencias económicas, sociológicas y
culturales del mismo. Dichas regulaciones varían de una región a otra de
acuerdo a especificidades pero en líneas generales se basan en los mismos
principios de legalidad de uso de los programas informáticos y manejo de los
contenidos de información de los mismos.
Con respecto al manejo ético de la información que existe en los sistemas
informáticos, Brown (1991) plantea los siguientes elementos a considerar:
1. Evitar el uso de datos personales sin pedir permiso del sujeto.
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2. No ojear registros personales a menos que sea con intencionalidades
justificadas profesionalmente.
3. Evitar la creación de contenidos inapropiados o que atenten contra valores
fundamentales o universalmente establecidos como apologías de
terrorismo, racismo, pornografía infantil, entre otros).
4. Evitar el plagio de contenidos de tipo intelectual (libros, documentos,
trabajos de investigación) y artístico.
En ningún momento se puede negar que las TIC hayan contribuido con el
desarrollo positivo de la sociedad. Estas han hecho posible las comunicaciones
instantáneas, el acumular y diseminar información y hechos como la educación
a distancia, el comercio electrónico, entre muchas otras. Sin embargo, al
plantear los elementos éticos asociados a ellas, muchos autores prestan mayor
atención a los aspectos problemáticos de su implantación que en los logros
positivos, lo que pudiera considerarse como una posición “tecnofóbica”
(Fuentes y Ortiz, 2004; Fuentes y Quintero, 2010 y Fuentes, 2003) o de buscar
solo lo negativo en la técnica. Estas posiciones cargadas de radicalidad no son
sanas y en resumidas cuentas no benefician a nadie. Una actitud positiva ante
las TIC debe incluir el hecho de hacer que las consecuencias negativas de la
tecnología se transformen en positivas, evitando de esta forma el determinismo
tecnológico en el cual la técnica es el fin y no el medio y donde el ser humano
sirve a la técnica y no ésta a las necesidades humanas.
Con miras a mitigar los efectos negativos del uso de las TIC, se debe entonces
tratar de transmitir un conjunto de valores concretos que permitan la
incorporación de una conciencia social relacionada con la tecnología y sus
diversas aplicaciones, así como también ayudar a los informáticos a utilizarla
no solo con eficiencia sino con criterios éticos. Se deben tomar decisiones
sobre temas tecnológicos de manera consistente con la afirmación de los
propios valores que el ser ético profesa. Es de destacar que los códigos de
ética en la informática pretenden responder a los conflictos éticos que surgen
en la vida profesional pero no son una respuesta suficiente a los problemas
derivados de las TIC. Por esto, la Ética Informática plantea todo un reto para el
ámbito educativo, en el sentido de que educar en concienciación ética ha de
ser también parte de los currícula de las instituciones educativas o centros de
enseñanza e investigación informática. El reto es proponer una reflexión que
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resulte significativa tanto para los informáticos como para cualquier profesional
que haga uso de la tecnología.
La deontología en la investigación científica y tecnológica
El tema de la ética en la producción científica ha sido objeto de controversia en
innumerables ocasiones, pero si recordamos el carácter reflexivo y personal de
la misma, nos daremos cuenta que lo realmente “malo” o “bueno” de un
producto científico y/o tecnológico, radica en el uso que se le de al mismo, es
decir que el juicio moral recae realmente sobre la intencionalidad humana
detrás de la utilidad del objeto en cuestión. En este sentido, Lezama (2008)
sostiene que “buenas o malas serán las intenciones de aquel que lo usó;
buenas o malas serán, también las consecuencias del uso de ese instrumento;
bueno o malo será, por tanto, el agente que ejerza su voluntad para emplearlo
según un fin determinado” (p. 77).
La afirmación de Lezama, desde el punto de vista de la Ética Utilitarista, es
verdaderamente cierta, pues ésta asevera que lo que es útil es bueno, y por lo
tanto, el valor ético de la conducta está determinado por el carácter práctico de
sus resultados y que el objetivo de la acción moral es el logro de la mayor
felicidad para el más amplio número de personas. Por otra parte, de acuerdo
con la Ética Relativista, se supone que no es posible considerar que el uso de
una invención científica o tecnológica sea bueno o malo absolutamente; pues
en todo caso, esto dependerá de la satisfacción de la necesidad por parte de
quien ejecuta la acción, lo cual, a juicio de otras personas, pudiera ser
considerado como “malo”, y más aún cuando estos son perjudicados de alguna
manera.
En contraposición a lo anterior, no pueden olvidarse factores como la existencia
de intenciones soslayadas o solapadas de un científico o investigador para el
desarrollo de un producto, los caminos que tome o su responsabilidad en el uso
que otros le den a su creación, de aquí que preguntas como “¿para qué
construí esto?”, “¿cómo lo hice?”, “¿cuál es mi responsabilidad sobre las
consecuencias del uso de mi invención?”, son en definitiva, objeto de una
revisión crítica, reflexiva y ciertamente de connotaciones éticas evidentes. La
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primera de las tres interrogantes tiene vinculación directa con las
características epistemológicas de la Ética Racionalista, donde prevalece la
afirmación de que las ideas morales primarias son innatas en la especie
humana y que tales principios son evidentes en a la facultad racional. De
esta manera, las acciones de todo investigador, deberían estar en
concordancia con un fundamento ético racional que oriente su trabajo hacia la
creación de productos destinados al beneficio de la sociedad colectiva, por
encima del beneficio individual y menos aún que socave la dignidad, el trabajo
y los esfuerzos de terceras personas. Pero no se trata de adoptar una posición
crítica opositora ante los adelantos científicos y tecnológicos del mundo actual,
sino de formar una unidad como la mencionada por Rivera (2000) donde exista
una convergencia armónica entre la racionalidad, el discurso científico
moderno, lo epistemológico y el progreso (p. 81).
La segunda de las interrogantes determina los mecanismos que aplica el
investigador durante el desarrollo de sus trabajos. Uno de los epistemes que
puede condicionar sus acciones es la Equifinalidad, postulado de la Teoría
General de los Sistemas (Bertalanffy, 1976) y que describe una cualidad o
propiedad de conseguir por caminos muy diferentes, determinados objetivos,
con independencia de las condiciones individuales que posea el sistema. Este
comportamiento suele asociarse con la expresión popular que reza “Por todas
partes se va a Roma”. De acuerdo con la Equifinalidad, aunque varíen
determinadas condiciones del sistema, los objetivos deben ser igualmente
logrados. Así pues, en educación, investigación y otras áreas del desempeño
humano y profesional, se puede hablar de variedad de estímulos, de diferentes
métodos de trabajo, de creatividad en las actividades, e incluso mecanismos
que vayan en contra de principios establecidos, siempre en función de los
objetivos a lograr.
De acuerdo a lo anterior y con la finalidad de mitigar el efecto negativo de la
Equifinalidad dentro de los procesos investigativos, se han planteado algunos
códigos de ética que regulen de alguna manera la práctica de estas
actividades. En este sentido, mencionamos a Ordóñez (2009), quien esboza
unos lineamientos de desempeño para el investigador, concretamente en el
área de la tecnología educativa, pero que perfectamente aplican a otras plazas
investigativas, a saber:
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I. No plagiar: Siempre se debe citar y hacer referencia a las ideas de otros
autores en los trabajos académicos y de investigación, manteniendo
argumentaciones correctamente sustentadas y con rigor científico.
II. Escuchar: Tomar en cuenta y escuchar las opiniones de los demás en la
elaboración de trabajos académicos y de investigación, aceptando con
apertura la crítica constructiva de los pares.
III. Respeto: Respetar las ideas, creencias de los demás en discusiones y la
elaboración de trabajos académicos y de investigación. Asimismo ofrecer
críticas siempre honestas, constructivas y que aporten mejoras en el
desarrollo de la investigación.
IV. Metodología: Apegarse a la metodología de investigación y evaluación con
énfasis en diferentes posturas teóricas, aplicando el pensamiento crítico a
todas las consultas de fuentes impresas o electrónicas.
V. Manipulación: Evitar la manipulación de la información y los resultados de
las investigaciones, reportándolos con honestidad, veracidad y sin omitir
deliberadamente datos que contradigan las hipótesis del trabajo.
VI. Confidencialidad: Tener un comportamiento ético ante los sujetos de
estudio, respetando su integridad personal y decisión de mantener su
anonimato y/o de participar en la investigación.
VII. Actitud: Promover una actitud positiva y creativa en el proceso de
investigación.
En cuanto a la tercera de las tres interrogantes que se plantearon, puede
abordarse desde el enfoque Consecuencialcita de la ética, afirmando en
principio que lo “bueno” o “malo” de una invención científica y/o tecnológica, ha
de ser determinado por las consecuencias que su uso genere. En estos
términos, se entra siempre en valores cargados de subjetividad, por lo que las
polémicas sobre la responsabilidad del investigador en las consecuencias
generadas por el uso de sus invenciones estarán siempre a la orden del día.
Sobre estas posturas y opiniones, Schulz (2005) destaca la afirmación clásica
de que “la ciencia da instrumentos neutros, y son las fuerzas políticas quienes
deben usarlos justicieramente. Si no la hacen, no es culpa de la ciencia” (p.
125). De esto podría pensarse entonces que un producto científico creado en
función de la búsqueda del bien colectivo, como instancia más optimista, no
puede ser objeto de juicios posteriores a causa de negligencias ajenas que
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desvirtúen el objetivo original de su creación y esto es trasferible al creador del
mismo. Así pues, las responsabilidades de alguien que con una buena
intención produce resultados negativos no son aplicables, pues al actuar con
reflexión, convicción y conforme a los principios de la razón, queda eximido de
toda culpa.
Como contraparte a lo anterior, el mismo Schulz (2005) manifiesta la opinión de
los partidarios de lo que él denomina la “ciencia politizada”, quienes sostienen
que esta respuesta es falsa pues la ciencia actual no crea toda clase de
instrumentos, sino sólo aquellos que el sistema le estimula a crear (p. 125). En
este caso, si hablamos del hombre de ciencia responsable, éste habrá de hacer
un seguimiento continuo de su producto para velar por el buen uso del mismo,
partiendo de su experiencia previa y de la gran cantidad de información que
hoy día suministra el contexto social, político o educativo que rodea a la
comunidad científica. Esto se corrobora con la frase de Bertrand Russell en
1960 y citada por Rivera (2000) que reza “en el mundo moderno es imposible
para un hombre de ciencia decir con honestidad: “mi tarea es proporcionar el
conocimiento, y el uso que se haga del conocimiento no es mi responsabilidad”
(p. 72). Por su parte, Jonas (1995), es partidario de que la responsabilidad
científica va s allá, incluso a niveles donde la intencionalidad del inventor
sea la de resarcir los errores cometidos. Respecto a esto, el autor manifiesta
que
“El daño causado debe ser reparado, y esto aunque la causa no fuera un delito,
aunque la consecuencia no estuviera prevista ni siquiera intencionalmente.
Basta con que yo haya sido la causa activa. Sin embargo, eso sólo ocurre
cuando se da una estrecha conexión causal con el acto, de modo que la
atribución no se pierda en lo imprevisible” (p. 161)
De lo anterior, afirmamos entonces que la ética profesional y científica
permite regular la convivencia entre el hombre de ciencia, sus productos y la
comunidad que los recibe o aprovecha, versando sobre lo bueno y lo malo del
uso que demos a estos productos de la inventiva humana. En esto se conjugan
valores e intereses políticos, sociales, económicos e incluso personales, por lo
que no se puede hablar de ética sin un claro sentido del yo, es decir, sin
autoconciencia. Con respecto al rol de la ciencia, éste se concentra en el
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descubrimiento del y diferenciar entre lo verdadero y lo falso, reduciendo la
incertidumbre del hombre ante hechos que sin la intervención de la ciencia, no
tendría explicación alguna.
Si bien es cierta y comprobada la existencia de método científico, lo mismo no
aplica a las cuestiones relacionadas con la ética, pues ésta no está sujeta a
pasos o procedimientos preestablecidos o escritos metódicamente. Así, la
elección entre lo bueno y lo malo no es el resultado de un acuerdo lógico entre
el científico, sus productos y la sociedad que los consume, sino más bien como
un pacto de compromisos, valores y responsabilidades que va más allá de la
lógica racional. Mientras que la ciencia se rige por la universalidad del método
científico, la ética depende en la mayoría de los casos de elementos culturales,
tradicionales, ideologías y creencias colectivas o individuales.
Aspectos concluyentes
El acoplamiento entre la convivencia cotidiana y los aportes de la ciencia a la
sociedad actual, requiere de conceptos claros para la ética y la razón, lo cual
se dificulta pues esta relación es afectada continuamente por aspectos morales
complejos en diferentes “tonos” de opiniones cargados de subjetividades. Esto
tendría un mayor asidero si se lograra desarrollar la lógica de lo verdadero y lo
falso o de lo bueno y lo malo para afinar la idea de ética científica y definir
límites definidos y concretos entre la legalidad o ilegalidad en lo que a las
aplicaciones de la ciencia se refiere. No debemos olvidar que la ciencia es un
instrumento con el cual el hombre explora los entornos sociales y naturales
para obtener conocimiento de ellos. En este sentido, el uso que le demos a ese
conocimiento no dependen ni del método empleado para alcanzarlo ni de su
contenido, por lo que desde el punto de vista de la Deontología o Teoría del
Deber, su aplicabilidad, en todo caso, se enfoca más en la manera de obtenerlo
que en el uso que se le dé. De esto último, solo la conciencia y la
responsabilidad personal podrán dar sus consideraciones finales.
Cierro esto con los ya clásicos ejemplos que suelen presentarse en artículos
vinculados con la responsabilidad científica o profesional, que son el de la
experimentación inicial sobre la fusión nuclear y sus nefastas aplicaciones en la
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construcción de armas de destrucción masiva o el de la creación de las redes
sociales y las repercusiones negativas que éstas han tenido sobre la privacidad
e integridad de algunas personas a causa del uso mal intencionado por parte
de “amigos inescrupulosos” o el del plagio de contenidos digitales gracias a las
“bondades” que brindan los comandos “copiar y pegar” de muchas aplicaciones
informáticas y que tanto ha perjudicado la transparencia y efectividad de los
procesos investigativos en el área educativa. Esto evidencia que la única
responsabilidad recae sobre la intencionalidad que como seres humanos le
demos a los productos generados de la inventiva y de la ciencia. Así pues, la
ética de un científico no difiere para nada con la de cualquier otro profesional,
pues ésta no depende por completo de su desempeño, sino de su participación
en la vida social como todo ser humano. A manera de reflexión, quiero
mencionar el más reciente slogan de la empresa finlandesa Nokia, famosa
internacionalmente como fabricante de teléfonos celulares viles y otros
dispositivos vinculados a las telecomunicaciones, el cual reza: No es la
tecnología sino lo que haces con ella”.
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