estudiantes del estudio habían sido parte o victima en situaciones de acoso
escolar, y que, según Buelga y Pons (2012), la prevalencia de agresores a
través de las TIC (teléfono móvil e internet) va en aumento, teniendo en cuenta
la duración e intensidad del acoso. Pero además la víctima, como indica
Bowllan (2010) presentan síntomas de depresión, ansiedad, abandono escolar
y baja autoestima independientemente del tipo de acoso que se sufra, según
Garaigordobil (2011) y que según Wang et al. (2009), se debe distinguir cuatro
formas de acoso escolar: 1) física, cuando se llevan a cabo conductas
agresivas directas dirigidas contra el cuerpo (pegar, empujar, zarandear, etc.);
2) verbal, cuando se realizan conductas verbales negativas (insultar, poner
motes, hablar mal de esa persona, calumniarla…etc.); 3) social, cuando con
actos se aísla al individuo del grupo (se le impide participar en alguna actividad,
se le margina, aísla, ignora, etc.); y 4) psicológico, cuando las acciones corroen
la autoestima de la víctima, le crean inseguridad y miedo (se ríen de la víctima,
la desvalorizan, la injurian, la humillan, la acechan creándole sentimientos de
indefensión, temor, etc.). Aunque hay que tener siempre presente que todas las
formas de acoso tienen un componente psicológico.
El rápido desarrollo del ciberbullying ha generado numerosos estudios en los
últimos años y ha abierto el debate sobre si debe considerarse como una forma
más de acoso escolar o si tiene entidad propia. Por ejemplo, investigadores
como Estévez, Villardón, Calvete, Padilla y Orue (2010), consideran que este,
posee unas características diferentes a las del acoso tradicional, como son la
impredecibilidad respecto a cuándo, dónde y por qué medio electrónico va a
ocurrir, generando una mayor sensación de inseguridad, por una parte, y un
mayor grado de generalización de las reacciones emocionales asociadas en las
víctimas. El bullying y el ciberbullying suponen por su extensión y sus efectos
(ansiedad, depresión, estrés, somatizaciones, problemas académicos, suicidio
y violencia) un problema que hay que afrontar. Blanco, De Caso y Navas
(2012), indican que en un estudio del Instituto Nacional de Estadística del año
2009 de Perú acerca del uso de TIC, por los menores, se constata que la
proporción de uso de estas, por la población adolescente (de 10 a 15 años) es,
en general, muy elevada, y el uso de ordenador entre los menores es
prácticamente universal (94.5%) mientras que el 85.1% utiliza internet lo que en
su gran mayoría sin la supervisión de los padres, podría llegar a generar
situaciones de acoso. Por sexo, el uso de ordenador y de internet es