Revista científica electrónica de Educación y Comunicación en la Sociedad del Conocimiento
Publicación en línea (Semestral) Granada (España) Época II Año XVIII Vol. 18 (I) Enero-Junio de 2018 ISSN: 1695-324X
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DOI: http://dx.doi.org/10.30827/eticanet.v18i1.11886
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PROPAGANDA Y EDUCACIÓN. ESTUDIO DE LA
PROPAGANDA EN LA HISTORIA EDUCATIVA
ESPAÑOLA (1900-1975)
Propaganda and education. Study of propaganda in the Spanish educational
history (1900-1975)
Luis Rodrigo Martín
luis.rodrigo@uva.es
orcid.org/0000-0003-0580-9856
Isabel Rodrigo Martín
isabel.rodrigo@uva.es
orcid.org/0000-0001-8349-5093
Universidad de Valladolid (España)
Patricia Núñez Gómez
patnu@hotmail.com
Universidad Complutense de Madrid (España)
Recibido: 18/04/2018
Aceptado: 02/06/2018
Resumen
La educación como institución socializadora al servicio de los ciudadanos
cumple la función propagandística de transmitir los conocimientos y
descubrimientos, que habían logrado las anteriores generaciones, a la vez que
propaga los valores, las actitudes y las normas sociales de cada periodo
histórico.
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El periodo analizado corresponde con el inicio del siglo XX hasta la muerte del
general Franco en el año 1975. En este largo periodo distinguimos tres
momentos muy significativos e importantes en la Historia de la Educación en
España: El inicio del siglo XX, la Educación en la II República y la educación
durante la Guerra civil española y finalmente la Educación en el franquismo. En
cada uno de los tres periodos señalados podemos observar la gran importancia
que los gobiernos de la nación concedieron a la Educación por la fuerza que
esta tiene como herramienta propagandística y también su misión en la
formación de los ciudadanos que podrán perpetuar o cambiar los poderes
establecidos.
Abstract
Education as a socializing institution at the service of citizens fulfills the
propaganda function of transmitting the knowledge and discoveries that
previous generations had achieved, while propagating the values, attitudes and
social norms of each historical period.
The period analyzed corresponds to the beginning of the 20th century until the
death of General Franco in 1975. In this long period we distinguished three very
significant and important moments in the History of Education in Spain: The
beginning of the 20th century, Education in the Second Republic and education
during the Spanish Civil War and finally Education in the Franco regime. In each
of the three periods indicated we can see the great importance that the
governments of the nation granted to Education for the strength that it has as a
propaganda tool and also its mission in the formation of citizens who can
perpetuate or change the established powers.
Palabras Clave: Educación, comunicación, propaganda, ideología y
adoctrinamiento.
Keywords: Education, communication, propaganda, ideology and
indoctrination.
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Introducción
El presente trabajo trata de poner en evidencia la relación existente entre
Educación y Comunicación propagandística.
Para ello realizaremos, en un primer momento, un estudio de la propaganda
como vehículo de transmisión de ideológica a través de la Educación.
Destacando la importancia que la propaganda tuvo en la primera mitad del siglo
XX, no solo en España, y a lo largo del régimen del General Franco para
cumplir con la misión de perpetuar los ideales del nacional-catolicismo.
Posteriormente pasaremos a realizar un estudio del desarrollo histórico del
sistema español desde los años 1900 hasta el 1975, que corresponde con el
inicio del siglo XX y termina con la muerte del General Franco. En este periodo
destacamos tres momentos importantes en la Historia de la educación de
nuestro país:
- El inicio del siglo XX. Claves de la modernización pedagógica
- La educación en la II República. El proyecto de modernizar España
- La Educación en el franquismo. La educación como aparato ideológico
del Estado.
En cada uno de los tres periodos señalados cabe destacar la importancia que
los gobiernos de la nación concedieron a la Educación, fundamentalmente
porque no dudaron en aplicar la fuerza que la propaganda tiene como
herramienta capaz de influir en la formación y adoctrinamiento político y
religioso de los ciudadanos
Para llevar a cabo esta investigación partimos de un enfoque metodológico
basado en la educación comparada, lo que nos permitirá obtener datos
cualitativos importantes sobre nuestro objeto de estudio
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Propaganda como vehículo de transmisión ideológica a través de la
Educación
1. Concepto de propaganda.
La propaganda política es uno de los fenómenos dominantes en la primera
mitad del siglo XX. Sin ella serían inconcebibles las grandes conmociones de la
época, la revolución comunista y el fascismo. Fue en gran parte gracias a la
propaganda como Lenin y Hitler impusieron sus modelos totalitarios. Tanto el
bolchevismo soviético como la toma de poder y la invasión del 1940 por parte
del régimen nazi hunden sus raíces en la innovadora utilización de la
propaganda.
“Los dos hombres que han marcado más profundamente, aunque de manera
muy distinta, nuestra reciente historia es, antes que hombres de estado y
jefes militares, dos genios de la propaganda que proclamaron la supremacía
de esta arma moderna. "Lo principal, dijo Lenin, es la agitación y la
propaganda en todas las capas del pueblo”. Hitler, por su parte, afirmó; "La
propaganda nos permitió conservar el poder y nos dará la posibilidad de
conquistar el mundo. (Domenach, 1968)
Es cierto que los estudios de la propaganda se circunscriben principalmente a
los regímenes totalitarios y sitúan su momento de esplendor en el siglo XX, con
el bolchevismo, el fascismo o el nazismo. Sin embargo, no debe olvidarse que
la propaganda ha existido siempre y sigue existiendo en la actualidad, a pesar
de la implantación progresiva de los sistemas democráticos, pues, hoy día,
podemos encontrar numerosas muestras de comunicación que presentan
rasgos reconocibles e identificables con lo que en su día se denominó
“propaganda”.
Los poderes políticos, económicos, religiosos o de cualquier otro tipo siguen
produciendo un tipo de comunicación que bien podría llamarse “propaganda”,
sobre todo si al estudiar la comunicación tenemos en cuenta el pasado y la
historia de la propaganda como generadores de sentido de los hechos y
acontecimientos que se producen en el devenir de una sociedad en un
momento determinado.
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El vocablo con que se la designa es contemporáneo del fenómeno. La palabra
propaganda es uno de esos términos arbitrariamente extraídos de las rmulas
del latín pontifical; fue empleado por la Iglesia en los tiempos de la
Contrarreforma (de propaganda fide) y casi no rebasó los límites del
vocabulario eclesiástico (Colegio de la Propaganda) hasta que, a fines del siglo
XVIII, irrumpió en la lengua laica. Pero aún entonces conservó su resonancia
religiosa, que solo en el siglo XX perdió definitivamente.
Si recurrimos a las referencias etimológicas del término “propaganda”, nos
encontramos en un primer lugar con el prefijo “pro” que indica, siempre, lo que
está por delante en el espacio y/o en el tiempo; por otro lado la raíz de
“propaganda” proviene del indoeuropeo “pack” que significa atar, fijar, asegurar,
amarrar, de la que derivará la palabra “pax” con el significado de acuerdo o
vínculo y, también otros derivados como pacto o pagar, que tienen, sobre todo,
un carácter cuantitativo, que significan cantidad pactada o acordado.
Una característica curiosa de la palabra propaganda consiste en ser de las
pocas que, en español, hoy día, conservan la forma del gerundio latino
“propagandum”, manteniendo vivo su efecto de potencialidad, es decir, que no
se termina ni en su acción, ni en sus efectos, es decir que continúa activa,
como expresa Vázquez Medel:
“Propaganda es lo que ha de ser propagado, sin que su difusión agote ese
principio y esa pulsión a seguir existiendo y propagando un proyecto, unas
ideas, unas creencias La propaganda nunca se sacia: es imperialista,
holística, universal, expansiva… Es una violencia que sólo se detiene en
presencia de una violencia más fuerte” (Vázquez, 2004)
También cabe destacar que el verbo “propagar” tiene una acepción genética
que significa multiplicar por generación o por otra vía de producción, por lo que
propaganda apunta a esa acción productora y reproductora de ideología. Como
recuerda Brown (1991): “Aludía a la práctica del jardinero de introducir en la
tierra los esquejes frescos de una planta para multiplicarla”.
Por lo tanto, se acentúa la idea de una transformación mediante el empleo de
técnicas artificiales.
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Vemos pues, como con estas breves referencias etimológicas la propaganda
podrá ser considerada, tanto por sus acciones, como por sus efectos.
La articulación de los poderes fácticos de los entornos sociales, especialmente
aquellos de naturaleza política y religiosa, han recurrido reiteradamente a la
propaganda como forma de extenderse y perpetuarse. No obstante, durante el
siglo XX esta utilización se hace aún más evidente en tanto que se aprovecha
de los avances propios de la ciencia de la comunicación que irrumpen con
fuerza en las clásicas distribuciones de poderes de las estructuras estatales. El
cuarto poder, vinculado a la comunicación, es un medio propicio, pero no único,
para que la propaganda se convierta en un fenómeno configurador y
perpetuador de esquemas y sistemas de poder.
En este mismo sentido la educación utiliza las cnicas propagandísticas para
perpetuar su ideología dominante, como podremos comprobar en los distintos
regímenes políticos por los que pasó el sistema educativo español entre los
años 1900/1975.
2.- La educación y su función propagandística
La educación como institución socializadora al servicio de los ciudadanos
cumple la función comunicativa de transmitir los conocimientos y
descubrimientos, que habían logrado las anteriores generaciones, a la vez que
propaga los valores y las actitudes y las normas sociales de cada periodo
histórico.
Los sistemas educativos se convierten de inmediato un elemento muy tentador
para los aparatos propagandísticos en cuanto que ofrecen la posibilidad de
adoctrinar a una masa enorme que, según el desarrollo del territorio suele
comprender prácticamente a toda la base de la pirámide poblacional, en un
ambiente reglado, bajo un sistema jerarquizado. Si a todo esto le unimos la
doble ventaja desde el punto de vista propagandístico de que los receptores de
los mensajes son un público infantil que no suele tener ideas preconcebidas y,
por tanto, se limita la resistencia a la permeabilidad de los mensajes
propagandísticos y, en segundo lugar, que ese público de carácter infantil es el
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futuro del grupo social y que, en unos poco años, serán los que se distribuyan
por todo el entramado social perpetuando las estructuras y modelos de poder.
La propaganda política leninista convierte a la escuela en uno de los pilares de
su propaganda total. Después, los "seminarios políticos", las "escuelas de
perfeccionamiento" y los "círculos de estudio" formaron centenas de miles de
"propagandistas" o "agitadores". Las obras de Marx, Engels, Lenin.- Stalin y el
Compendio de Historia del P.C., “libro de cabecera de todos los comunistas",
fueron la base de la enseñanza en la Unión Soviética.
Objetivos y Metodología
Los objetivos de este trabajo, sobre el estudio del sistema educativo español,
desde una perspectiva del poder de la comunicación propagandística, quedan
definidos de la siguiente manera:
Conocer la Educación española en el periodo histórico señalado
(1900/1975)
Valorar loa cambios significativos producidos en la Educación española
desde el año 1900 hasta el año 1931
Reconocer el avance modernista y científico llevado a cabo entre los
años 1931/1939
Descubrir la Educación como aparato ideológico al servicio del régimen
del General Franco.
Para llevar a cabo este trabajo hemos partido de un enfoque metodológico
basado en la Educación Comparada, utilizando de forma predominante el
análisis, la descripción, la explicación y la valoración. El estudio se ha realizado
en cuatro fases consecutivas, tal como queda reflejado en el siguiente cuadro:
FASES
ESTUDIO
Primera
1.- Introducción
2.- Propaganda
Segunda
3.- Objetivos y Metodología
Tercera
4.- Estudio Histórico
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Cuarta
5.- Conclusiones
Cuadro 1. Fases del estudio. Fuente: Elaboración propia
Las operaciones analíticas, descriptiva y explicativas se han realizado en los
apartados de la Introducción, estudio de la propaganda y recorrido histórico por
el sistema educativo español durante los os 1900/1975, dividido en tres
periodos que representamos en el siguiente cuadro.
PERIODO
AÑOS
DESCRIPCIÓN
PRIMERO
1900/1931
Claves de la modernización pedagógica
SEGUNDO
1931/1935
El avance modernista y científico
TERCERO
1939/1975
La educación como aparato ideológico del
Estado
Cuadro 2. Periodos históricos. Fuente: Elaboración propia
Posteriormente pasamos a una valoración final que queda reflejado en el último
apartado de las conclusiones.
Los estudios comparativos nos permiten establecer relaciones entre los tres
periodos analizados y comparar las distintas situaciones educativas que se dan
dentro del Estado español.
Por todo lo expuesto, debemos destacar que nuestro trabajo se enmarca
dentro de las denominadas investigaciones cualitativas, con una metodología
creativa y constructivista, desde un paradigma, principalmente, interpretativo y
valorativo.
Este estudio comparativo nos ha permitido extraer los diferentes indicadores y
variables de cada periodo y poder seguir la evolución de la educación en el
estado español, desde los inicios del siglo XX, hasta el fin del régimen del
General Franco en 1975.
Desarrollo histórico del sistema educativo español (1900/1975)
Para llevar a cabo el estudio histórico del sistema educativo español en el
periodo señalado hemos diferenciado tres periodos señalados anteriormente.
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I. Primer tercio del siglo XX. Claves de la modernización pedagógica.
La educación como función pública. 1900 - 1931
Los años que transcurren desde el inicio del siglo XX hasta la guerra civil
marcan una época de desarrollo, extensión y modernización de la educación.
Por eso se ha denominado a este inicio del siglo XX como la edad de oro de la
pedagogía española.
El despertar educativo y el impulso pedagógico del primer tercio del siglo XX
es, en gran parte, consecuencia de la influencia de la Institución Libre de
Enseñanza en todos los ámbitos de la administración y la práctica educativa.
La Institución Libre de Enseñanza fue fundada en 1876 por un grupo de
catedráticos (entre los que se encontraban Francisco Giner de los Ríos,
Gumersindo de Azcárate y Nicolás Salmerón), separados de la Universidad por
defender la libertad de cátedra y negarse a ajustar sus enseñanzas a los
dogmas oficiales en materia religiosa, política o moral.
Ello les obligó a proseguir su tarea educadora al margen de los centros
universitarios del Estado, mediante la creación de un establecimiento educativo
privado, cuyas primeras experiencias se orientaron hacia la enseñanza
universitaria y, después, a la educación primaria y secundaria.
En el proyecto participaron Joaquín Costa, Augusto González de Linares,
Hermenegildo Giner, Federico Rubio y otras personalidades comprometidas en
la renovación educativa, cultural y social.
A partir de 1881 empezaron a formar parte del cuerpo docente de la Institución
profesores formados en ella (Manuel Bartolomé Cossío, que sucederá a Giner
al frente de la I.L.E., Ricardo Rubio, Pedro Blanco, Ángel do Rego, José
Ontañón, Pedro Jiménez-Landi...), cuya labor afianzará el proyecto
institucionista y garantizará su continuidad.
Desde 1876 hasta la guerra civil de 1936, la I.L.E. se convirtió en el centro de
gravedad de toda una época de la cultura española y en cauce para la
introducción en España de las s avanzadas teorías pedagógicas y
científicas que se estaban desarrollando fuera de las fronteras españolas.
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Además, el movimiento de la generación del 98 formado por Unamuno, Baroja,
Azorín, Machado, Maeztu, Valle Inclán, Zuloaga…, despertó entre los
intelectuales, políticos y escritores una preocupación por la educación, por la
escuela primaria y por la formación del magisterio que contribuiría a mejorar la
educación.
Las generaciones de 1914, con Ortega y Gasset, Marañón, Pérez de Ayala,
Falla, J.R. Jiménez, Gómez de la Serna…, y la de 1927, con García Lorca,
Buñuel, Alberti, Gillén, Salinas, Cernuda, Palencia, Vicente…, también
influyeron en la modernización de España, que pasaba por prestar especial
atención a la Educación.
Todos los integrantes de estas tres generaciones no eran nombres aislados y
ocasionales, sino que constituyeron un hecho histórico determinante. Tal como
apuntaba Fusi (2006): “Como consecuencia precisamente de la mejora que de
la oferta y la demanda de cultura experimentaba una sociedad en
transformación”
Junto al fenómeno de las generaciones anteriormente mencionadas es
necesario considerar el constante clamor de los regeneracionistas, que bien
podemos representar en Joaquín Costa, sobre la importancia de hacer un
nuevo tipo de español desde la escuela, porque la mitad del problema español
-escribía Costa- está en la escuela. Por eso, era necesaria una renovación
profunda de las instituciones docentes, de la metodología y de los contenidos
que se trabajaban en las escuelas. Había que dignificar a los maestros y el
camino hacia la dignificación se recorría dotando a estos profesionales de un
salario, al menos, suficiente y dándoles una formación adecuada.
La escuela del primer tercio del siglo XX sufrió los vaivenes de la política.
Políticos de uno y otro signo desmantelaban las empresas que habían puesto
en funcionamiento los adversarios como primera justificación de su trabajo.
Una buena muestra de este hacer y deshacer la encontramos en la enorme
inestabilidad de los máximos responsables de la política educativa. De 1902 a
1923 se suceden treinta y nueve presidentes de Gobierno y cincuenta y tres
ministros de Instrucción Pública.
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Nueva manera de entender la escuela
Durante las primeras décadas del siglo XX se produjeron importantes
transformaciones en la manera de entender la escuela que se concretarían, por
una parte, en los primeros ensayos de graduación de la enseñanza. Las
grandes escuelas contaban con espacios nuevos como laboratorio, biblioteca,
salón de actos, que demuestran que la educación planteaba necesidades
nuevas. Al mismo tiempo, la escuela recibió las primeras tecnologías:
proyectores de cuerpos opacos, el cinematógrafo, aparatos de radio, material
de laboratorio, etc. Por otra parte, y para que la escuela pudiera cumplir una
función social, se generalizaron las colonias las primeras que se celebraron
fueron promovidas por la Institución Libre de Enseñanza- y las cantinas
escolares, destinadas a los más pobres de entre los pobres. A través de las
mutualidades escolares se intentó favorecer el desarrollo de la previsión y el
ahorro entre los escolares. También se diseñaron nuevos planes de estudios
para los maestros, que mejoraron sensiblemente la capacitación profesional del
magisterio.
Las instituciones de modernización pedagógica.
En 1900 se creó el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. Por primera
vez, en España, la educación se convertía en un asunto con la suficiente
entidad como para merecer un ministerio propio.
La Hacienda Pública asumía, en 1902, el pago del salario de los maestros.
Esta medida representaba una gran conquista para el magisterio que había
sufrido enormes retrasos en la percepción de sus sueldos durante la
dependencia salarial de los ayuntamientos.
En 1911 se creó la Dirección General de Enseñanza Primaria.
En 1927 comenzó a funcionar la Sección de Construcciones Escolares en el
Ministerio de Instrucción Pública que establecería las directrices generales que
debían seguir los nuevos edificios escolares.
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La Escuela Nueva fue un movimiento de renovación pedagógica cuyos
orígenes pueden situarse en las últimas décadas del siglo XIX y en los
primeros años del siglo XX. La Escuela Nueva fue, en esencia, una revisión
crítica de los modelos tradicionales de enseñanza, que no servían para educar
al alumnado en el siglo de la industrialización, del progreso y de la
democratización. Como representantes de este movimiento de renovación
pedagógica podemos citar, entre otros, a autores como Adolfo Ferrière (1879-
1960), que dirigió la Oficina Internacional de Escuelas Nuevas que tuvo su
sede en Ginebra, los dicos Edouard Claparède (1873-1940) y Ovidio
Decroly (1871-1932), Jorge Kerschensteiner (1854-1932), María Montessori
(1870-1952), Jhon Dewey (1859-1952), Roger Cousinet (1881-1973) o el
maestro Celestin Freinet (1896-1966).
Este movimiento de renovación educativa empezó a conocerse entre el
magisterio gracias a las abundantes traducciones de las obras de los autores
más representativos de este movimiento, y a la difusión de sus principios en
revistas profesionales
Lentamente, y en gran parte por influencia de intelectuales, profesores y
políticos vinculados a la Institución Libre de Enseñanza nacieron algunos
centros que transformaron la educación y animaron la cultura durante el primer
tercio del siglo XX. Aquellas luces se multiplicaron durante el breve tiempo de
la II República y se extinguieron tras la guerra civil.
El Museo Pedagógico Nacional
Ya funcionaba, desde 1882, el Museo Pedagógico Nacional que se crea al
calor de la Institución Libre de Enseñanza. Bajo la dirección de Manuel
Bartolomé Cossío, con la finalidad de mejorar la formación del magisterio. A
pesar de llamarse Museo no fue un museo propiamente dicho, sino un
organismo pedagógico que intentó renovar la enseñanza que se impartía en las
escuelas españolas a través de la recolección y difusión de las innovaciones
que se estaban produciendo en España y en otros países.
“El museo Español no es un caso único en el contexto internacional. A finales
del siglo XIX es claramente perceptible en Europa y en América un
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movimiento de extensión de los Museos Pedagógicos, conocidos con ese u
otro nombre.” (Tiana, 1992)
Estos museos se crean en el contexto de la consolidación y extensión de los
sistemas educativos nacionales, especialmente en los primeros niveles de
enseñanza. En su origen responden a la idea tradicional de museos, reuniendo
planos de escuelas, exponiendo colecciones de materiales didácticos y
abriendo sus bibliotecas para uso público. Sin embargo, con el paso del tiempo
se van convirtiendo en entidades más vivas y activas. Así, se preocupan por el
estudio de documentos, difunden las experiencias innovadoras y, poco a poco,
cumplen la función dinamizadora y de renovación del magisterio.
El museo Pedagógico español contribuyó notablemente a la introducción y
difusión de una nueva concepción del edificio escolar, del mobiliario y de los
materiales didácticos, así como un centro de exposiciones y reuniones que
tenían la finalidad de mejorar la educación española.
El 30 de abril de 1904 una Real Orden creaba la primera cátedra de Pedagogía
de la Universidad española que fue ocupada por Manuel Bartolomé Cossío.
Estos estudios se convierten así en un saber universitario, que ya había
comenzado en otros países.
“La incorporación de los estudios pedagógicos a las universidades,
especialmente después de que Kant los tratara como un saber necesario en
la universidad de Könisberg y Herbart continuando su obra aspira a convertir
a la pedagogía en una ciencia”. (OteroUrtaza, 2003)
En 1907 comenzó su andadura la Junta para Ampliación de Estudios e
Investigaciones Científicas (JAE). Los objetivos que perseguía esta institución
presidida por Santiago Ramón y Cajal eran básicamente dos: por una parte, se
buscaba formar rigurosamente al profesorado para reformar la educación y, por
otra, se pretendía fomentar la cultura española enviando al extranjero a los
mejores universitarios. Además, la Junta creó o asumió la dirección de centros
de investigación muy relevantes como el Centro de Estudios Históricos (1910)
o el Instituto Nacional de Ciencias Físico-Naturales, fundado unos meses más
tarde.
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La Escuela de Estudios Superiores del Magisterio (1909-1932)
Surgió en 1909 por la necesidad de separar los estudios superiores del
magisterio y de pedagogía de los estudios destinados a formar maestros y
maestras. Por ello, se creó una Escuela Superior del Magisterio, única con
capacidad para otorgar el tulo de profesor o profesora normal, y con la
intención de servir de centro de educación superior e investigación en las
materias relacionadas con la educación y la pedagogía. El plan de estudios
correspondiente, de dos os de duración mas otro de prácticas, contempla la
división en las secciones de Ciencias y Letras, más una sección de Labores
específicamente para las mujeres. En 1911 se reorganizó la Escuela, momento
en que se cambió su nombre por el de Escuela de Estudios Superiores del
Magisterio.
Todos estos acontecimientos señalados, junto con el trabajo continuado de las
personas vinculadas a las instituciones que acabamos de mencionar, explican,
en gran parte, la transformación y modernización de la pedagogía española
durante el primer tercio del siglo XX. Además, la influencia de estos centros
terminó transformando la cultura española en su conjunto.
II. La educación en la II República. El proyecto de modernizar España
La educación como reforma social.
El nuevo gobierno republicano se impone como tarea prioritaria modernizar
España, de transformarla en una nación progresista y adelantada, como sus
vecinas de Europa. Para esto, surge la urgencia de abolir los privilegios de la
clase aristocrática y de los grandes terratenientes, de limitar el poder del
ejército y de la iglesia.
La reforma agrícola se hace necesaria en un país eminentemente agrícola,
donde es preciso modificar la propiedad de la tierra para cultivarla de una forma
mucho más racional y atender a su función social de dar trabajo a cientos de
miles de trabajadores, la mayoría analfabetos y casi sin ningún derecho.
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Se necesita también reformar un Ejército anticuado y anquilosado, lleno de
altos mandos, que demostraban cada día sus fracasos, como en la guerra
contra Marruecos.
Había también que limitar el poder de la Iglesia, que monopolizaba la
Educación y acumulaba excesivo poder social y se inmiscuía en los asuntos del
Estado.
Muchas fueron las expectativas que traía el primer gobierno provisional de la
República: libertad, democracia, cultura, progreso, eficacia administrativa,
justicia social y prestigio para la nación, con el convencimiento de que la
Educación era la gran herramienta para el cambio soñado.
Manuel Bartolomé Cossío, en una entrevista concedida al diario El Sol en julio
de 1931, recordaba las dos grandes fuerzas que hicieron posible la
proclamación de la II República: en primer lugar, Francisco Giner de los Ríos y
la Institución Libre de Enseñanza que llevaba entonces más de cincuenta años
reclamando educación para todos, mejores condiciones en la formación del
profesorado, mejor dotación para las escuelas y creando e impulsando centros
e instituciones que transformaron el panorama cultural español, y en segundo
lugar, señalaba la influencia del Partido Socialista Obrero Español de Pablo
Iglesias.
Una tierra poblada de hombres rotos
Había que formar ciudadanos nuevos porque la República, según Marcelino
Domingo, heredó "una tierra poblada de hombres rotos". La República heredó
una inmensa carencia de escuelas y de maestros. Un lastre que el sistema
educativo español arrastraba desde hacía más de cien años. Según un informe
que encargó Rodolfo Llopis a la Inspección, había en España 32.680 escuelas
y un déficit de 27.151, o lo que era lo mismo: había un millón de niños sin
escolarizar. Las carencias todavía eran s evidentes al considerar la
precariedad de los edificios dedicados a escuelas, la situación de la educación
de la mujer, la formación del profesorado, la educación de adultos, etc. Llopis,
R. Hacía la siguiente afirmación en 1933: “La República tenía que hacer
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muchas escuelas (...) y verdaderas, especialmente por el espíritu que ha de
vivificar la diaria labor docente”.
En 1930 la tasa de analfabetismo en España era del 32%. De los veintitrés
millones y medio de habitantes, casi seis no sabían leer ni escribir.
Tres repúblicas en una
Pero la II República española fue, sobre todo, un tiempo breve, un tiempo
insuficiente. Y esta escasez de tiempo para que se produjera una
transformación de las mentalidades se pone de manifiesto, de modo más
evidente, cuando se consideran los tres períodos que comúnmente se
distinguen en la misma.
En primer lugar, podemos distinguir un bienio azañista (1931-33). Éste es un
período claramente reformista, caracterizado por el progresismo en educación,
por la renovación de la enseñanza primaria, que se concretaría en el impulso
que se dio a la construcción de escuelas para paliar el histórico déficit de
plazas escolares, la mejora de la formación del profesorado, la dignificación de
la figura del maestro, la consagración en la Constitución de diciembre de 1931
de la libertad de cátedra y de la libertad de conciencia, el impulso que se dio a
la escuela única, laica y gratuita, la extensión y renovación la red escolar
mediante un plan de construcciones escolares que exigía, al mismo tiempo, la
ampliación de las plantillas del magisterio, la mayor atención prestada a la
formación de los maestros (cursillos, conferencias y jornadas), la elevación de
los sueldos y la supresión de las categorías más bajas del Escalafón, el
impulso que recibieron algunos servicios sociales que se prestaban a los más
desfavorecidos desde la escuela (las cantinas, las colonias o los roperos), la
labor cultural desarrollada a través del Patronato de Misiones Pedagógicas, la
transformación interna que sacudió la escuela como consecuencia de la
introducción de la coeducación y de nuevas metodologías, la mayor relación
entre la sociedad y la escuela mediante la puesta en marcha de los Consejos
Escolares.
En este primer bienio fueron ministros de Instrucción Pública Marcelino
Domingo -hasta diciembre de 1931- y Fernando de los Ríos. Durante el
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mandato de Marcelino Domingo, aunque aún no se había aprobado la
Constitución, se tomaron importantes medidas legislativas: programa masivo
de construcción de escuelas, se crearon 7.000 plazas para maestros, se
incrementó el sueldo de los maestros, se establecieron los cursillos de
selección profesional en sustitución de las clásicas oposiciones, se reformaron
las Escuelas Normales, se creó el Patronato de Misiones Pedagógicas que
presidió Manuel Bartolomé Cossío.
En la etapa ministerial de Fernando de los Ríos se abordaron cuestiones como
la disolución de la Compañía de Jesús (enero de 1932), el Proyecto de Ley de
Bases sobre la y la enseñanza, el Reglamento de Inspección de primera
enseñanza, el Plan Nacional de Cultura. Por otra parte, una de las notas más
características de este período es la decidida política de inversión en educación
y, más concretamente, la construcción de escuelas mediante la emisión de
obligaciones por valor de 400 millones de pesetas.
A este primer bienio le sucedió un bienio radical-cedista. Las elecciones de
noviembre de 1933 dieron el triunfo a la coalición formada por los radicales de
Lerroux y los católicos de la Confederación Española de Derechas Autónomas
(CEDA) de José María Gil Robles. Componían esta confederación una
amalgama de grupos como la Asociación Católica Nacional de Propagandistas,
fundada en 1909 por el padre jesuita Ángel Ayala, el colectivo de la Editorial
Católica, con su órgano de expresión El Debate, que cumplió un importante
papel en el asalto a la República, la beligerante Acción Popular, que aglutinaba
a personalidades conservadoras de la época como Ángel Herrera Oria, etc. En
lo que concierne a la educación puede afirmarse que se produjo una
contrarreforma, una involución de algunos de los logros del bienio anterior:
descenso en el ritmo de construcciones escolares, prohibición de la
coeducación en las escuelas primarias, reforma de la inspección, retroceso en
la enseñanza universitaria. Sin embargo, se prestó mucha atención al
Bachillerato.
Finalmente, el Frente Popular, un período que se extiende desde las elecciones
del 16 febrero a julio de 1936. Reunió a los partidos de izquierda -
fundamentalmente republicanos, socialistas y comunistas- en una entidad
común. Este período fue un tiempo convulso, caracterizado por la crispación
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social y la intolerancia, repartida a partes iguales entre la extrema derecha y la
extrema izquierda. Durante estos meses, se sucedieron graves
enfrentamientos, que fueron antesala de la trágica sublevación militar del mes
de julio.
De súbditos a ciudadanos: el proyecto cultural de la II República
Durante los doce primeros meses de la República se trabajó frenéticamente en
el área de Instrucción Pública. Puede decirse que la Gaceta se convirtió,
durante estos primeros meses republicanos, en un tratado de pedagogía.
Aunque los esfuerzos del gobierno republicano iban a dirigirse a la creación de
escuelas, los responsables de la política educativa reconocían que no bastaba
con levantar más edificios. La escuela tenía que recrearse, configurarse como
una institución acorde con el nuevo espíritu que el legislador republicano
trataba de imprimirle. Esta reconstrucción de la escuela habría de basarse en
los principios educativos inspirados en la experiencia de la Institución Libre de
Enseñanza, en los principios laicos del liberalismo y en proyectos como la
escuela única, laica y gratuita.
Rodolfo Llopis fue el que hizo más apelaciones al status superior del hombre
como «ciudadano consciente», categoría que en general se explicaba con los
conceptos de libertad y responsabilidad y se ligaba íntimamente a la labor
educativa. Así, en las Jornadas Pedagógicas de Zaragoza defendió que: “…la
misión de la escuela es transformar el país en estos momentos [...] que los que
estaban condenados a ser súbditos, puedan ser ciudadanos conscientes de
una República”. (Pozo de Andrés, 2008)
No podían prosperar los ideales democráticos si había españoles condenados
a perpetua ignorancia por falta de escuelas. Según los responsables de la
política educativa de la República, para lograr hacer de España una auténtica
democracia resultaba evidente que el programa pedagógico de la República
sólo podía basarse en una escuela pública, gratuita y laica.
El Gobierno provisional sintonizó muy pronto con el sentir de gran parte del
magisterio, tal y como ponía de manifiesto una circular de la Dirección General
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de Instrucción Pública de 24 de abril de 1931, en la que se agradecía al
profesorado
"La espontánea y fervorosa adhesión prestada por maestros, inspectores y
profesores a la República. Esta actitud, tan firme y resuelta desde el primer
momento, es la prueba más fehaciente de que la República hace tiempo que
vivía en sus corazones". (Dirección General de Instrucción Pública, 1931)
La importancia que el primer gobierno republicano otorgaba a la educación y,
concretamente a la enseñanza primaria, quedó bien patente con la aprobación
de un plan quinquenal de construcción de escuelas mediante el cual se
pretendía construir 5.000 escuelas por año.
Desde la proclamación de la República hasta diciembre de 1932 se crearon en
España 9.620 escuelas, muchas de ellas unitarias.
Manuel Puelles Benítez sostiene que mientras desde 1922 a 1931 se crearon
8.665 plazas de maestros, es decir, un promedio anual de 962 maestros, el
promedio de nuevas plazas de maestros fue durante la República de 3.232 por
año, a pesar del notable frenazo que el bienio radical-cedista representó para la
política educativa.
La escuela laica, la escuela única
El 31 de agosto de 1931, Marcelino Domingo le pedía a Miguel de Unamuno,
presidente del Consejo de Instrucción Pública, que preparase una ley que
sustituyese a la obsoleta Ley de Moyano, que databa de 1857. El Ministro le
pedía al catedrático de la Universidad de Salamanca que la ley favoreciera el
establecimiento en España de la escuela única. El Consejo encargó a Lorenzo
Luzuriaga la redacción de un proyecto de ley basado en la escuela única.
Según este documento, la educación debía basarse en los siguientes
principios:
1. La educación pública es esencialmente una función del Estado.
2. La educación pública debe ser laica.
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3. La educación pública debe ser gratuita, especialmente en la enseñanza
primaria y media.
4. La educación pública debe tener un carácter activo y creador.
5. La educación blica debe tener un carácter social, por lo que se
articulará un sistema de participación entre las representaciones
sociales diversas y la escuela.
6. La educación pública debe atender conjuntamente a los alumnos de uno
y otro sexo, haciendo de la coeducación un principio pedagógico
aplicable a todos los grados de la enseñanza.
7. La educación pública constituye un sistema unitario.
8. El profesorado de la educación pública constituye un todo orgánico.
Siendo una la función educativa, uno debe ser también el profesorado, lo
que significa que debe recibir una preparación equivalente, asumir un
trabajo docente similar y análoga retribución.
Estos principios se consagraron en la Constitución aprobada el 9 de diciembre
de 1931 como puede apreciarse en el contenido de algunos de sus artículos:
Artículo 1º: España es una República democrática de trabajadores de toda
clase que se organiza en régimen de Libertad y de Justicia.
Artículo 3º: El Estado español no tiene religión oficial.
Artículo 48º: El servicio de la cultura es atribución esencial del Estado, y lo
prestará mediante instituciones educativas enlazadas por el sistema de la
escuela unificada.
La enseñanza primaria será gratuita y obligatoria.
Los maestros, profesores y catedráticos de enseñanza oficial son funcionarios
públicos.
La libertad de cátedra queda reconocida y garantizada.
La República legislará en el sentido de garantizar a los españoles
económicamente necesitados el acceso a todos los grados de enseñanza, a fin
de que no se halle condicionado más que por la aptitud y la vocación.
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La enseñanza selaica, hará del trabajo el eje de su actividad metodológica y
se inspirará en ideales de solidaridad humana.
Se reconoce a las Iglesias el derecho, sujeto a inspección del Estado, de
enseñar sus respectivas doctrinas en sus propios establecimientos.
El Artículo 49º: hacía referencia a la expedición de títulos y el Artículo 50 a la
enseñanza de las religiones autónomas, a la inspección del Estado y a la
expansión cultural de España en el extranjero.
El reconocimiento constitucional de estos principios desató una guerra escolar
abierta y cada vez más encarnizada. La discusión en las Cortes Constituyentes
del Artículo 26 de la Constitución, sobre congregaciones religiosas, en el que
se establecía, entre otras cosas, la prohibición de ejercer la industria, el
comercio o la enseñanza, dio lugar a la primera crisis de gobierno. La oposición
de la iglesia española a la República fue cada vez más explícita. Posiblemente
en la posición de los legisladores republicanos frente a la Iglesia católica se
encuentra la clave de muchas de las resistencias que la República despertó.
La importancia del maestro
Los maestros eran un elemento esencial para extender los ideales de la
República, porque estaban llamados a ser consejeros y orientadores no sólo
con los niños/as de las escuelas, sino también con los adultos. El maestro
representaba una fuerza influyente en las pequeñas poblaciones. La República
era considerada como una obra de reconstrucción nacional y el maestro debía
colaborar fundando bibliotecas, organizando cursos y conferencias, solicitando
la creación de cooperativas, etc.
En la Revista de Pedagogía se sostenía en mayo de 1931:
"Los educadores españoles estamos, como nadie, obligados a ser los
defensores más entusiastas de la República. Tenemos el deber de llevar a las
escuelas las ideas esenciales en que se apoya: libertad, autonomía,
solidaridad, civilidad. Ningún poder puede haber sobre estas ideas; nadie que
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sea educador puede oponerse a ellas, ya que constituyen también la base de
la Educación Nueva". (Revista de Pedagogía, 1931)
Nuevos modelos de formación y de selección del magisterio
El 29 de septiembre de 1931, Marcelino Domingo firmó el Decreto que
establecía la reforma de las Escuelas Normales. Aquel cambio implicaba una
concepción radicalmente distinta del maestro y de los estudios de magisterio.
En primer lugar se pretendía asegurar una sólida formación cultural para los
maestros exigiendo el título de Bachillerato para ingresar en las escuelas
normales.
No bastaba con levantar edificios nuevos. Era necesario disponer de maestros
adecuadamente formados, y retribuidos, que pudieran ser el alma de la
escuela. Aquel plan de estudios que se establecía en la reforma de las
Escuelas Normales se llamó Plan Profesional.
VII. El Patronato de Misiones Pedagógicas. El progreso en las
zonas más deprimidas
El 29 de mayo de 1931 se publicaba el Decreto de creación del Patronato de
Misiones Pedagógicas con el propósito de:
“llevar a las gentes, con preferencia a las que habitan en localidades
rurales, el aliento del progreso y los medios de participar en él, en sus
estímulos morales y en los ejemplos del avance universal, de modo
que los pueblos todos de España, aún los apartados, participen de las
ventajas y goces nobles reservados hoy a los centros urbanos”.
Miembros destacados que formaron parte de la Comisión Central fueron,
Rodolfo Llopis, Antonio Machado, Marcelino Pascua, Pedro Salinas, Ángel
Llorca, Óscar Espláy Luis Álvarez Santullano.
El poeta Luis Cernuda, coordinaba el Servicio de Biblioteca junto con los
bibliotecarios María Moliner y Juan Vicens de la Llave. Este servicio era uno de
los más importantes del Patronato y a él se destinaba cerca del 60% del
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presupuesto en los tres primeros años de existencia. Todo este esfuerzo
económico sirvió para la creación de 5522 bibliotecas y la realización de 44
«misiones» a las zonas más deprimidas de España. .
Sus objetivos eran «difundir la cultura general, la moderna orientación docente
y la educación ciudadana en aldeas, villas y lugares, con especial atención a
los intereses espirituales de la población rural».
La acción de las Misiones abarcaba tres aspectos:
1. El fomento de la cultura general a través de la creación de
bibliotecas fijas y circulantes, proyecciones cinematográficas,
representaciones teatrales donde no había un teatro construido,
conciertos, un museo circulante, etc.
2. La orientación pedagógica a los maestros de escuelas rurales.
3. La educación ciudadana necesaria para hacer comprensibles
los principios de un Gobierno democrático a través de charlas y
reuniones públicas.
Entre las múltiples actividades de las Misiones Pedagógicas hay que destacar:
el Museo Pedagógico Nacional, el Museo Circulante; el Coro y el Teatro del
Pueblo y el Retablo de Fantoches, el Servicio de Cine y Proyecciones Fijas, el
Servicio de Música y el Servicio de Bibliotecas. A las Misiones pedagógicas
respondieron proyectos de teatro itinerante como el Teatro del Pueblo, dirigido
por Alejandro Casona, contemporáneo a los de la compañía de teatro
universitario La Barraca, dirigido por Federico García Lorca, y el Museo
Circulante, que trasladaba por las zonas rurales copias de los cuadros más
famosos, algunos de ellos fueron obra del pintor Eduardo Vicente.
En las Misiones Pedagógicas participaron también otros intelectuales, como
Miguel Hernández, María Zambrano, Carmen Conde o Ramón Gaya.
A pesar de su fama posterior, «La Barraca», teatro universitario con ciertas
limitaciones en su capacidad de movimiento, no tuvo la importancia del «Teatro
del Pueblo» de las Misiones Pedagógicas. El teatro universitario «La Barraca»,
con más intereses artísticos que pedagógicos, surgió hacia 1932 y lo integraron
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jóvenes universitarios vinculados a la Residencia de Estudiantes y herederos
del espíritu de la Institución Libre de Enseñanza. Al frente de ellos se encuentra
la figura ya consagrada de Federico García Lorca. Esta iniciativa fue apoyada
por Fernando de los Ríos, Ministro de Instrucción Pública en esos años, y por
la Unión Federal de Estudiantes Hispanos (UFEH), que fue el marco
administrativo del proyecto. El contexto socio-político del momento era propicio
a esta actividad.
Se regía por un comité directivo, formado por miembros de la UFEH: cuatro
estudiantes de Filosofía y Letras que colaboraban con la dirección literaria y
cuatro estudiantes de Arquitectura que se encargaban de la parte técnica.
Trabajaban además en la realización plástica destacados pintores y artistas. La
administración corría a cargo de los estudiantes del comité directivo. La
compañía estaba formada por estudiantes que previamente habían sido
seleccionados. Todos cuantos intervenían en este proyecto prestaban sus
servicios gratuitamente.
El Patronato de Misiones Pedagógicas estableció bibliotecas y organizó
sesiones cinematográficas, audiciones radiofónicas y discográficas,
representaciones teatrales, exposiciones reducidas de obras de arte y museos
circulantes. Otra de las funciones del Patronato era favorecer la formación del
magisterio, y para ello, se organizaron cursos de perfeccionamiento destinados
a los maestros de la zona que disfrutaba de una Misión. Además, el Patronato
organizaría conferencias y lecturas en las que se afirmasen los principios
democráticos y se analizaran cuestiones relativas a la estructura del Estado y
sus poderes, a la participación ciudadana, a la actividad política, etc.
Servicio de cine y proyecciones fijas
Si algo cautivaba la atención y despertaba el interés de las personas que
pudieron disfrutar de una misión era la magia de la imagen en movimiento. El
Patronato disponía de 156 películas de 16 milímetros que trataban de asuntos
agrícolas, históricos, de Ciencias Naturales, lecciones de cosas, sanitarias,
sobre industrias, de dibujos animados, de física, películas cómicas. También
disponían de otras 36 películas de treinta y cinco milímetros. Completaban este
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repertorio series de diapositivas sobre motivos históricos, artísticos y
colecciones de estampas reproduciendo cuadros famosos.
La educación republicana durante la guerra civil
Considerando la importancia que la educación y la escuela tenían para la
República, no sorprende que, a pesar de las terribles urgencias de la guerra, en
la zona republicana se procurara atender la educación de la infancia y la
alfabetización de los adultos, incluso en las propias trincheras. Una buena
muestra de este interés nos lo ofrecen las campañas de alfabetización entre los
soldados. En febrero de 1937 se disponía en la Gaceta la creación de las
"milicias de la cultura", formadas por maestros adscritos a unidades militares
con el fin de promover la alfabetización de la población adulta y combatiente.
Si la guerra, cualquier guerra y en cualquier tiempo, es siempre un episodio
doloroso para todos, en el caso de los niños, la tragedia adquiere un nivel difícil
de entender, difícil de explicar y, sobre todo, difícil de soportar. En las guerras,
los niños no entienden nada de cuanto ocurre a su alrededor, son siempre
víctimas y se les roba de mil maneras distintas su derecho a ser niños. Enrique
Satué ha estudiado en Los niños del frente cómo se organizaron durante la
guerra civil las colonias escolares oscenses para intentar proteger a los niños
de los desastres de la guerra.
Una guerra es siempre un monumento a la sinrazón. La guerra civil, la guerra
de España, fue la derrota del pensamiento y de la educación. Lo mejor de la
pedagogía española tuvo que partir al exilio. La guerra civil truncó la
trayectoria, muy prometedora, de la educación española y destrozó el sueño
emancipatorio e ilustrado de muchos educadores.
A partir del levantamiento militar del general Franco, la escuela fue, más que en
ningún otro momento, un aparato ideológico al servicio del Estado. Después de
la guerra civil, la escuela se convirtió, definitivamente, en un poderoso
instrumento utilizado para formar a los jóvenes y a los niños en los principios
que convenían al régimen. La escuela fue, principalmente, un medio de
legitimación de la dictadura.
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III. La educación en el franquismo. Aparato ideológico al servicio del
Estado.
La educación como adoctrinamiento. Someter la escuela. 1936-1975
La educación durante la guerra civil
El primer objetivo de la administración fue terminar con las instituciones que
había impulsado o creado la República. Desde los primeros días de la
sublevación militar, se evidencian las nuevas formas y el nuevo lenguaje que
iba a caracterizar una larga época. El cinco de noviembre de 1936 se publicó
en Zaragoza el número uno de Flechas. Semanario infantil de Falange
Española de las JONS de Aragón. En la primera página se reproducía un gran
retrato de José Antonio Primo de Rivera y se animaba a los niños a ser buenos
falangistas:
"El jefe, el camarada José Antonio Primo de Rivera, que es vuestro gran
amigo, vuestro Maestro -como lo es de todos los nacional-sindicalistas-,
quiere que vosotros seáis buenos españoles y buenos falangistas. Tenéis que
llevar siempre la camisa azul y pensar que el fusil y el libro, son los más
grandes regalos que pueden hacerse a un español". (Primo de Rivera, 1936)
La educación en el régimen del general Franco.
El periodo histórico que diferentes autores han venido denominando
“franquismo” corresponde a los casi cuarenta años que van desde el final de la
Guerra Civil española (1936) hasta la muerte del general Franco, sucedida en
noviembre de 1975. También se conoce a este periodo como el de la dictadura
de Franco, ya que en la figura de este General recaían todas las funciones
como jefe absoluto de Estado español, apoyado por la clase dominante y las
ideologías y mentalidades reaccionarias que se basaban en los valores del
pasado y entraban en absoluta contradicción con las innovaciones y los
avances que se habían producido a lo largo del siglo XX.
Desde el inicio de la Guerra Civil el nuevo régimen se esforzó por desmantelar
y deslegitimar todas las medidas adoptadas en la II República, el insulto y la
calumnia fueron usados con demasiada frecuencia, así podemos leer en
numerosos textos de la época.
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"Al llegar la República llegaron al Ministerio de Instrucción incompetentes o
sectarios que se propusieron sovietizar la escuela, es decir, descatolizarla y
desespañolizarla (…) la escuela se diluía en una labor pseudoeducativa,
anodina, inútil, estéril, de manos frías, sin contenido moral, ni amor, ni fe, ni
patriotismo (…) Nada. Extranjerismo y vacuidad. Ausencia de Dios y de
España". (Amanecer: 1936)
Los tópicos de las descalificaciones que se dirigían a la escuela de la
República ya pueden encontrarse en estas breves citas: escuela disolvente,
anodina, masónica, marxista, escuela estéril, extranjerismo, ausencia de Dios y
de España, escuela amoral, escuela sovietizada (...). Estos términos admitían
miles de combinaciones. Palabras vacías que son, paradójicamente, más que
palabras porque sirvieron para condenar, para excluir y para estigmatizar una
realidad sin necesidad de analizarla.
La violencia que encierran las críticas a la escuela es extrema. Así, las
autoridades y los ideólogos del nuevo régimen reconocían sin titubear que era
necesario exterminar, extirpar y destruir las ideas, y a las personas, que las
habían encarnado o que habían contribuido a su propagación.
Los años de este periodo se caracterizaron por la falta de libertades y derechos
democráticos.
El régimen instaurado después de la Guerra Civil ejerció el mismo papel que
otros movimientos de signo fascista como el que impulsó Hitler en Alemania o
Mussolini en Italia, llevando a cabo medidas tales como la abolición de los
Estatutos de Autonomía que fueron promulgados durante la República, control
absoluto de los mecanismos claves de la economía, eliminación de toda clase
de oposición, político o ideológica, a través de la erradicación de los partidos
políticos, integración de los trabajadores en sindicatos estatales y la conversión
de todos los medios de comunicación social en aparatos de adoctrinamiento y
represión ideológica.
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Todas estas medidas políticas se apoyaban por un lado por la Falange, y por
otro por fuentes tradicionalistas, monárquicas, católicas…, fuentes que fueron
sintetizadas con el nombre del “Nacional-Catolicismo”.
Este fenómeno cumplió en la ideología del nuevo régimen, así como en la
política educativa del franquismo, el mismo papel unificador, legitimador y
movilizador que desempeño el “Social-Imperialismo racista”, en el nacional-
socialismo alemán, idea señalada por Jacobo Muñoz.
El régimen franquista realizó grandes esfuerzos para establecer un marco legal
que asegurará a través de la educación la continuidad del nacional-catolicismo.
En el primer gobierno del régimen (1938) es nombrado ministro de educación
Pedro Sainz Rodríguez, hombre definido como católico y monárquico
convencido, “monárquico sin oscilaciones”, “nacionalista integral inspirado en el
siglo de oro”, “católico a ultranza”, “católico-tradicionalista en la línea de
Menéndez Pelayo” (definiciones procedentes del Equipo del Mundo (1971),
Robinson (1974) y ss., Tamames (1974) y citadas por Navarro Sandalinas.
La actuación de Sainz Rodríguez dentro del Ministerio estuvo dirigida al
desmantelamiento del sistema educativo de la República, con la finalidad de
implantar un nuevo sistema educativo que estuviera basado en el ideario del
nacional-catolicismo.
Una vez cesado Sainz Rodríguez, ocupa el Ministerio de Educación Nacional
José Ibáñez Martín, estando en el cargo de ministro casi doce años (desde el 9
de agosto de 1939 hasta el 18 de julio de 1951). Toda su labor consistió en
continuar el trabajo emprendido por su antecesor para consolidar el poder de
los vencedores de la Guerra Civil, que empieza a ser considerados por ellos
como “cruzada” necesaria para salvar a España de las ideas marxistas y
liberales, trabajo que culminaría con la publicación de la Ley de educación
Primaria del 17 de julio de 1945.
En el discurso de presentación de la Ley a las cortes españolas dice: “El
Estado hubo de surgir de una cruzada de la fe, en la que era necesario
restablecer por la victoria de las armas los sagrados ideales de la nuestra
religión”.
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La nueva Ley se presenta con dos directrices perfectamente definidas, por un
lado, el sentido religioso: “La escuela española ha de servir a Dios”. Y, por otro,
el sentido patriótico: “La Ley de Educación Primaria persigue y quiere como
primordial destino, la formación de todas las mentes juveniles en la idea y el
amor a la Patria” (Ibáñez Martín, 1945)
En la exposición que hizo Ibáñez Martín recordó que, ya en la antigüedad,
España "alumbraba césares para el Imperio de Roma" y señalaba que había
una tradición pedagógica netamente española representada por autores como
Lulio, Nebrija, Vives, San José de Calasanz o Andrés Manjón.
Y concluía afirmando que la Ley de Educación Primaria que se sometía a la
consideración de las Cortes era, lisa y llanamente, "un claro exponente de
política cristiana de Franco, basada en la Doctrina inmortal de la Iglesia,
maestra de la verdad y de la vida".
Con esta ideología, el franquismo exaltó el nacionalismo. Era el tiempo del
“Imperio hacia Dios” y de “Sentirnos incorporados al destino que la Patria tiene
que cumplir en el mundo”, así como “incorporar a todos los hombres a una
Empresa Universal de Salvación” (Pastor, 1984)
Los alumnos que asistieron a la escuela en estos años tuvieron que educarse
en un modelo de educación que no partía de sus intereses, que no respetaba
sus necesidades y, mucho menos tenía en cuenta sus opiniones. El alumno era
considerado como agente pasivo que recibía y aprendía lo que el Estado
pretendía. Todo lo que la escuela debía transmitir estaba absolutamente
planificado.
Dentro de este contexto ideológico, el sistema educativo español se convierte
en un aparato de fuerte adoctrinamiento y represión ideológica, sin libertades ni
derechos democráticos, lo mismo que sucede con los Medios de Comunicación
social y con todas las manifestaciones artísticas y culturales que se producían
en esta época.
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La política cultural y educativa del régimen franquista se configuró como
vehículo de transmisión ideológica, en el que su tarea prioritaria consistía en
acabar con las propuestas reformistas de los años anteriores y retomar los
valores tradicionales y religiosos de la sociedad española. Los objetivos
progresistas republicanos en materia educativa como el laicismo, la
coeducación y el bilingüismo fueron sustituidos por objetivos reaccionarios de
imponer la religión católica como obligatoria, rechazar las lenguas y separar las
aulas por sexos.
Se introduce una fuerte censura contra el profesorado, durante la II República
se había considerado al maestro como un agente modernizador. Quizá por esta
razón se explica el implacable proceso de depuración y exterminio al que
fueron sometidos los docentes por los rebeldes durante los meses y años-
que siguieron a la sublevación militar. El exterminio físico de los maestros
perseguía un efecto ejemplificador. Los maestros personificaban la aspiración
de una escuela laica y democrática, una escuela que respetara la conciencia
del niño. Para los legisladores republicanos la escuela era la encargada de
transformar lentamente la sociedad. Y la sublevación militar perseguía justo lo
contrario: mantener las viejas estructuras y el antiguo orden establecido.
En los lugares en los que no estaba garantizado el orden del gobierno
republicano, la depuración del magisterio comenzó inmediatamente, horas
después de la sublevación militar.
Las comisiones de depuración debían recabar información de los docentes de
la provincia respectiva. Con este propósito se elaboró una "Hoja Informativa" de
carácter confidencial, con un cuestionario que contenía doce preguntas que
versaban sobre el concepto profesional que se tenía del maestro, sus ideas
políticas, la afiliación a partidos y sindicatos, la asistencia a reuniones políticas,
las creencias religiosas, los diarios o revistas a las que estaba suscrito o leía y
su conducta a partir del golpe militar. La "Hoja informativa" se enviaba para su
cumplimentación al alcalde, al cura párroco, a un padre de familia y al
comandante del puesto de la Guardia Civil de cada población. Las respuestas
eran casi siempre vagas, sin ningún matiz y, en la mayor parte de ellas, se
aprecia una condena previa.
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Las consecuencias de la depuración para los docentes afectados por la purga
fueron de distinto orden: algunos fueron destituidos, separados definitiva o
temporalmente del ejercicio activo de la docencia. Otros fueron castigados con
un traslado forzoso, una suerte de destierro, sanción que se unía a la
prohibición para ocupar cargos directivos. Y otros fueron asesinados frente al
pelotón de fusilamiento.
En 1939 un contingente muy numeroso de intelectuales, profesores, artistas,
maestros y republicanos de todas las tendencias, se vieron obligados a
abandonar España. La mayor parte de ellos cruzó primero la frontera francesa.
Algunos de ellos volvieron, a pesar del temor a las represalias, a España y
otros, después de unas semanas o unos meses en condiciones muchas veces
penosísimas, auxiliados por el Servicio de Evacuación de los Republicanos
Españoles (S.E.R.E.) o la Junta de Ayuda a los Refugiados Españoles
(J.A.R.E.), se dirigieron, generalmente, a distintos puertos de Latinoamérica, en
especial a México, que acogió, entre 1937 y 1942 a unos treinta mil refugiados
que llegaron en barcos como el Mexique, Ipanema, Sinaia, Nyassa, Flandre o
Santo Domingo.
La escuela se convierte así en un aparato propagandístico y funciona como
arma poderosa de adoctrinamiento de las generaciones futuras.
Todo lo relacionado con la escuela: Textos escolares, programas, recursos
didácticos, actividades…, estaban planificados para inculcar al alumnado los
valores tradicionales, patrióticos y religiosos (Nacional-Catolicismo).
La educación se presentaba como la institución idónea para socializar a los
niños en los principios del Estado Nuevo. Junto a la iglesia, la escuela -y el
maestro como su principal agente-, fueron los instrumentos propagandísticos,
para lo que se servían de los cantos, de los rezos, de los símbolos, de las
celebraciones, y de otros rituales escolares que tenían como objetivo, además
de evidenciar la estética y el discurso del franquismo, la humillación y el
sometimiento de las posibles voces y conciencias discordantes. Para realizar
esta tarea no era necesario contar con un magisterio bien formado. Bastaba
con un magisterio obediente y temeroso que dedicara la mayor parte de su
energía y de su trabajo a legitimar el Nuevo Estado.
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La Iglesia y la Falange se convierten en las dos instituciones que dirigían la
vida cultural y educativa de la “Nueva España”, contribuyendo la primera a
configurar un estado conservador y aportando la segunda, los aires de
totalitarismo propios de los regímenes fascistas europeos, según señala Alicia
Altead.
El franquismo, en estos primeros momentos supuso una ruptura para los
progresos intelectuales y sociales que habían tenido lugar en el periodo
republicano. Agustín Escolano (1989) hacía la siguiente reflexión: “El mero
recuerdo de aquellas tradiciones generadas en los círculos liberales y
socialistas en su mayor parte, desencadenaba en la inteligencia del nuevo
sistema sentimientos de aversión, intolerancia y repudio”
Fueron sucediéndose distintos ministros: Joaquín Ruíz Giménez, Jesús Rubio
García-Mena, Manuel Lora Tamayo, personas menos preocupadas por los
temas religiosos y patrióticos, como puede observarse en la falta de legislación
sobre estos temas durante sus estancias en el Ministerio. Sin embargo, el
régimen del General Franco, seguía teniendo un gran peso específico, de aquí
que los contenidos católicos y falangistas: rezos, misas, consignas, himnos…,
seguían presentes en todas las escuelas españolas.
De julio de 1967 a junio de 1973 llevó las riendas del Ministerio José Villar
Palasí, miembro del Opus Dei, cuya aportación fue decisiva para el sistema
educativo español. Villar Palasí constituyó: “la reforma profunda” que
culminaría con la promulgación de la Ley General de Educación (E.G.B.).
Esta Ley General de Educación fue diseñada con unos criterios técnicos y
estuvo precedida de un interesante estudio del sistema educativo español: el
Libro Blanco -La educación en España. Bases para una política educativa
(Madrid, 1969)- que puso al descubierto importantes carencias del sistema.
Villar Palasí escribió en la introducción al Libro Blanco:
"Esta nueva política educativa y la reforma que propugna comprenderá en el
futuro una reforma integral de la sociedad y de sus viejas estructuras, al modo
de una revolución silente y pacífica que será, sin embargo, tremendamente
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más eficaz y profunda que cualquier otra para conseguir una sociedad más
justa". (Villar Palasí, 1969).
El gran legado de la Ley General de Educación fue, sin duda, la Educación
General Básica que supuso la extensión de la Educación Primaria desde los
seis a los catorce años a toda la población con carácter gratuito. Esta medida
que tendía a la igualdad de oportunidades se contradecía con la dualidad de
titulaciones que se establecían al finalizar esta etapa obligatoria. El principio de
igualdad de oportunidades hubiera exigido que se prestara mayor atención a la
educación infantil. El Preescolar de la Ley General de Educación, con dos
etapas: el jardín de infancia para niños de dos y tres años y la escuela de
párvulos para niños de cuatro y cinco años, era insuficiente para intentar situar
a los niños en igualdad de condiciones al empezar el período de escolarización
obligatoria.
Además de la E.G.B., en la Ley General de Educación se dispuso la creación
del Bachillerato Unificado y Polivalente, la Formación Profesional que no
terminaría de alcanzar el prestigio que desde luego merece, las Escuelas
Universitarias de Formación del Profesorado de E.G.B., que introducen, por
primera vez, la formación del magisterio en la Universidad, los Institutos de
Ciencias de la Educación, instituciones con competencias en la formación
permanente del profesorado no universitario, etc.
Además de las reformas en la estructura del sistema educativo y de la
introducción de nuevos contenidos, uno de los grandes logros de la Ley
General de Educación es que situó a la educación entre las prioridades de los
sucesivos gobiernos.
El papel propagandístico de la educación en este periodo.
El patriotismo y catolicismo cumplieron la función social de legitimar, apoyar y
justificar la ideología franquista a través de la educación.
Propaganda política.
Los contenidos patrióticos estaban siempre presentes en la vida escolar. Así se
contaba con numerosos libros escolares, cuyos títulos y portadas mostraban
una fuerte carga ideológica.
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La exaltación al Caudillo la encontramos en todo tipo de libros escolares,
cartillas, enciclopedias, libros de áreas, lecturas…, Franco personaliza la
historia de España y todos sus acontecimientos, es presentado como modelo
de identificación social, representativo de los valores sociales y exaltación
política, su imagen era familiar para todos los escolares de la época.
La historia y las grandezas de España se presentaban como una sucesión de
hechos y personajes importantes que van a dar lugar al “Alzamiento Nacional”.
Los símbolos son utilizados para transmitir determinado tipo de creencias que
sirven de guía en el comportamiento culturalmente aceptado por los miembros
de esta sociedad. Representan los valores de esta sociedad. El respeto y
homenaje a la bandera española, al escudo, el yugo y las flechas, las
columnas, el laurel y la paloma, la camisa azul y la boina roja.
La elección de estos símbolos no fue casual, estaba bien planificada para
imprimir en la sociedad un carácter militar y fiel a los principios del “Glorioso
Movimiento Nacional”.
Los sacrificios por la Patria. Ser español parecía ser algo muy importante
porque pertenecíamos a la Patria y por ella era preciso hacer numerosos
sacrificios que nos permitirían alcanzar la gloria del Imperio. Pla Cargol (1946)
hablaba de la Patria de la siguiente forma: “Nuestra Patria es España.
Debemos amar a nuestra Patria, Hemos de estudiar y trabajar para enaltecerla
y hemos de sacrificarnos por ella si alguna vez necesita de nuestro servicio”
“La Patria ha de ser nuestro más firme amor, el verdadero amor de los
amores. Ella nos cobija, nos educa, nos guarda y nos defiende, ella es
también nuestra Madre, y como a nuestra madre carnal, debemos
reverenciarla, honrarla y quererla” (Dalmau, 1946)
Los Cuestionarios Nacionales de Primera Enseñanza de 1953 señalaban las
fiestas patrióticas de obligado cumplimiento en las escuelas y comunes para
todos los grados. El día de la Hispanidad, el 18 de julio, el día de la victoria y la
fiesta de la raza, entre otras muchas.
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Se exigía una veneración ciega hacia España y su historia, concediéndose
prioridad al adoctrinamiento político y la sujeción total de la escuela a los
intereses del estado totalitario. Para conseguir este carácter patriótico se
consideraba fundamental la formación del espíritu nacional, disciplina que en
esta etapa era considerada como fundamental, tal como apuntaba Ibáñez
Martín en 1945: “La formación del espíritu nacional, como esencial disciplina
que ha de iluminar y enfervorizar el alma de nuestros niños y nuestros jóvenes”
Para conseguir este objetivo las escuelas se llenaban de numerosas y variadas
actividades: izar y arriar la bandera, las consignas, los periódicos murales, las
lecciones conmemorativas, los cuadernos de rotación, las marchas, las
canciones patrióticas…
Propaganda religiosa
Durante el período de la dictadura de Franco era obligatoria la enseñanza de la
religión católica.
La ley de Enseñanza Primaria de 1945 en el Título 1. Capítulo II. Artículo quinto
decía: “La educación primaria inspirándose en el sentido católico, consustancial
con la tradición escolar española, se ajustará a los principios del Dogma y de la
Moral católica y a las disciplinas del Derecho canónico vigente”.
La enseñanza de la Religión contaba con mayor número de libros que otras
áreas, además de las lecciones incluidas en las Enciclopedias y en los libros de
religión e historia sagrada, se disponía del “Catecismo” y de textos específicos
sobre los evangelios:El Evangelio en la Escuela”, “El Evangelio explicado” ,
Libros que contenían el texto íntegro de cada evangelio con las explicaciones y
aplicaciones prácticas o consecuencias morales que se desprende de cada uno
de ellos.
También podemos comprobar las numerosas publicaciones de lecturas
religiosas. En las escuelas de la época se realizaban muchos actos religiosos:
Las fiestas conmemorativas como la Santa Cruz, la fiesta de todos los santos,
Cristo Rey, el día del Domund. Las lecciones para la preparación para la
primera Comunión. El mes de mayo se dedicaba a la Virgen María, con la
imagen de la virgen se instalaba un altar, que niños y maestros adornaban, allí
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se hacían las “flores”. El rezo del rosario, la misa, los rezos a la entrada y las
salidas, la Navidad, las visitas al Altísimo y muchas más actividades
completaban las jornadas escolares.
La formación religiosa se convierte en una aliada para promulgar las ideas
religiosas que sustentaban el Nacional-Catolicismo llenando de contenido
religioso, tanto los contenidos del curriculum escolar, como el ambiente
educativo de los centros que debía de estar: “En su totalidad influido y dirigido
por la doctrina del Crucifijo” (Onieva, 1939: 140-141).
La educación en la dictadura franquista se convirtió en una clara manifestación
propagandística. El poder político establecido utilizó a la escuela como el
agente social capaz de adoctrinar a sus ciudadanos y todas las medidas
emprendidas tenían la intencionalidad de convertir la escuela en un lugar de
adoctrinamiento político-religioso, sin prestar atención a las nuevas didácticas y
prácticas educativas que se habían experimentado en la época anterior.
Lo importante era que la Educación sirviera a la ideología dominante y la
escuela era el lugar de transmisión.
Conclusiones
A lo largo del presente estudio hemos podido constatar la relación existente
entre las dos variables analizadas: educación y propaganda y cómo estas se
complementan para dar respuesta a una de las necesidades con las que se
encuentra los gobiernos de la nación, queriendo transmitir sus ideologías para
formar los ciudadanos que pensaban debía tener España.
Una vez recogidos los datos y analizados, los tres periodos en que hemos
dividido el sistema educativo español desde 1900/1975, podemos concluir que
cada periodo estudiado reúne una serie de indicadores que permiten, no sólo
conocer el sistema educativo, sino también las características del contexto
social y la evolución de la sociedad española.
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Creemos haber alcanzado todos los objetivos planteados en la fase inicial, ya
que el estudio teórico descriptivo de la propaganda y el análisis del sistema
educativo en el periodo histórico, nos ha puesto de manifiesto, por un lado, la
fuerza de la comunicación propagandística, especialmente en los regímenes
totalitarios, aunque también en otras organizaciones políticas de corte más
democrático.
Por otro lado, constatamos que los periodos históricos en los que dividimos
nuestro estudio, han sido muy eficaces, pues nos han permitido identificar las
diferencias claras de cada uno de los periodos, así como las semejanzas
presentadas, siempre desde la intención de los poderes públicos de perpetuar
sus ideas sobre la formación de los ciudadanos que necesitaba el estado
español.
Cabe destacar que en el segundo periodo que va desde 1931/1939. La
educación evoluciona de forma considerable, adquiriendo un prestigio nacional
e internacional. Para lograr hacer de España una auténtica democracia
resultaba evidente que el programa pedagógico de la República sólo podía
basarse en una escuela pública, gratuita y laica. En este periodo se produce la
guerra civil, por eso hemos incluido un apartado en este periodo de la
educación en el periodo bélico, en el que se ve claramente la importancia que
la educación y la escuela tenían para la República, así no sorprende que, a
pesar de las terribles urgencias de la guerra, en la zona republicana se
procurara atender la educación de la infancia y la alfabetización de los adultos,
incluso en las propias trincheras.
También podemos concluir cómo a partir del levantamiento militar del general
Franco, la escuela se convierte, más que en ningún otro periodo, en un aparato
ideológico al servicio del Estado. Después de la guerra civil, la escuela se
convirtió, definitivamente, en un poderoso instrumento utilizado para formar a
los jóvenes y a los niños en los principios que convenían al régimen. La
escuela fue, principalmente, un medio de legitimación de la dictadura y lugar de
adoctrinamiento político y religioso, fieles a los ideales del Nacional -
Catolicismo.
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El tercer periodo correspondiente al mandato del General Franco, comienza
con un uso excesivo de propaganda y un fuerte adoctrinamiento desde todas
las actividades de la escuela, pero a partir de julio de 1967 a junio de 1973 que
llevó las riendas del Ministerio José Villar Palasí, miembro del Opus Dei, hubo
un cambio de talante que culminó con la promulgación de la Ley General de
Educación (EGB), que trajo nuevos aires científicos y técnicos al sistema
educativo español
Para finalizar, es preciso seguir reflexionando sobre el valor de la comunicación
propagandística y su papel en la educación, o de otro tipo de comunicaciones
como la publicitaria, la política o empresarial, y valorar su eficacia en los
sistemas educativos. Todos estos aspectos nos permitirán realizar estudios de
mayor calado, desde la perspectiva comparada, para valorar las debilidades y
fortalezas, acomo las posibilidades del sistema educativo. Pensamos que se
trata de un estudio introductorio que muestra de una manera global la situación
del sistema educativo español y de la sociedad en donde se puso en práctica, y
que constata la importancia que los diferentes gobiernos y formas de estado
concedieron a la propaganda dentro de las escuelas para plantear sus idearios
políticos y religiosos.
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