El patrimonio: la construcción del pasado y del futuro

Bernardina Carolina Egea Rodríguez

Historiadora del Arte. Universidad de Granada

1. Datos bibliográficos

• Nombre y apellidos del autor: Horacio Capel Sáez.

• Título de la obra: El patrimonio: la construcción del pasado y del futuro.

• Ciudad donde se editó: Barcelona.

• Nombre de la editorial: Ediciones del Serbal.

• Fecha de edición: 2014.

• Número de páginas: 184.

• ISBN: 978-84-7628-747-7

2. Resumen expositivo

El libro El patrimonio: la construcción del pasado y del futuro (Ediciones del Serbal, 2014), escrito por el Profesor Emérito de Geografía Humana de la Universidad de Barcelona, Horacio Capel Sáez, se enmarca en el XII Congreso Mundial de las Ciudades del Patrimonio, celebrado en Oaxaca en octubre de 2013. A través de sus páginas, el autor presenta la cuestión patrimonial, elaborando un amplio recorrido desde la constitución histórica del concepto hasta los debates más actuales en torno al tema.

Sobre el patrimonio se cimentó la visión del pasado, estableciéndose ciertos hitos, en un primer momento de carácter monumental, que se convirtieron en los emblemas de identidad cultural bajo los que se aglutinaron sociedades. Sin embargo, el patrimonio no es únicamente una cuestión del pasado. Con la apertura del concepto, gracias a la consideración de nuevos valores a proteger, las posibilidades de aquello que se puede patrimonializar son casi infinitas. A través de dichas posibilidades, seguimos conformando nuestra historia, es decir, nuestra identidad y nuestra memoria. Por tanto, el patrimonio es también una cuestión de presente y de futuro. Qué se protege, quién protege, por qué y cómo, son cuestiones de necesitado debate y análisis puesto que afectan a la realidad de lo que somos, de aquello que nos constituye como ser social. El autor se adentra en todos estos aspectos desde una perspectiva histórica, económica y social, para analizar el estado de la cuestión.

El concepto de patrimonio es muy complejo. Sus orígenes pueden ser rastreados hasta edades muy tempranas, si bien se constituye e institucionaliza en el siglo XVIII, principalmente gracias a la Revolución Francesa. En este momento se protegen los monumentos arquitectónicos más representativos, especialmente los de la Edad Media. El proceso de concienciación y sensibilización, debido fundamentalmente a las modificaciones sustanciales de los monumentos provocadas por las restauraciones estilísticas, y a las transformaciones llevadas a cabo en las ciudades por las grandes actuaciones de renovación urbana decimonónicas, trajo consigo la extensión de la protección al entorno del monumento y la consideración del patrimonio industrial. Así, el patrimonio pasa a ser una cuestión, no solo monumental, sino urbana. A partir de este punto la protección se extiende al patrimonio natural por un lado, y al paisajístico y rural, por otro. Un paso más en la evolución del concepto lo supondrá la consideración de la importancia de la cultura, no solo significada en tus testigos físicos, sino en las prácticas humanas y modos de vida, surgiendo así el patrimonio intangible y el patrimonio oral. El libro reseñado ofrece un completo recorrido a través de estas catalogaciones patrimoniales y los aspectos que las han hecho posibles.

La legitimidad del patrimonio radica en la sociedad. Nace debido a la necesidad de proteger los valores (histórico-artísticos, documentales, naturales, paisajísticos, científico-técnicos, etc.) contenidos en los distintos bienes culturales, sean estos materiales o inmateriales. Dichos valores son protegidos para poder legarse a la sociedad. Sin embargo, esto se ve en muchos casos comprometido debido a diversos factores que pueden analizarse en torno a dos puntos: el papel que juega el patrimonio en el desarrollo económico y las dificultades en la gestión de tan inmenso legado.

El patrimonio es un gran protagonista dentro del sector turístico, y por tanto, un factor de desarrollo económico. La explotación de éste como producto turístico puede venir a cumplir esa función de transmisión de valores, reportando a su vez importantes beneficios económicos y contribuyendo al desarrollo de la zona. Sin embargo, esto también trae consigo ciertos peligros tanto para el bien cultural como para la sociedad en la que se inserta. Por un lado, la conversión del patrimonio en producto turístico puede ocasionar la sobreexplotación del mismo. Esto tiene importantes consecuencias negativas, como la degradación física del bien cultural, la banalización de sus valores, o la pérdida del carácter de autenticidad, lo que provoca que se difumine el sentido de identidad, premisa fundamental de la actividad patrimonial.

Por otro lado, el turismo masificado provoca fuertes transformaciones en la ciudad, pudiéndose percibir éste como un intruso por parte del habitante. Además, la concentración turística en determinadas zonas patrimoniales, especialmente en las ciudades históricas, puede producir procesos de gentrificación y de “urbanalización”. Surgen aquí diferentes cuestiones sobre cómo vivir en la ciudad y hacer ciudad, de tal manera que se puedan satisfacer las expectativas y necesidades del turista pero manteniendo al mismo tiempo la calidad de vida del habitante. Sobre las ventajas, problemas y posibles soluciones de estas cuestiones, ahonda ampliamente el autor.

Todo lo anteriormente comentado queda organizado a través de los siete capítulos en los que se divide el libro. En los dos dos primeros El monumento singular y Del monumento al entorno, se estudia el origen y su evolución hasta la consolidación de los conjuntos históricos de las ciudades. En Políticas y agentes urbanos en los centros históricos se analizan las repercusiones en la ciudad de los factores patrimoniales y su influencia en las políticas de urbanismo, para pasar en el capítulo cuatro y cinco, Patrimonio natural y territorial y La universalización del patrimonio y las rutas culturales, a hablar de los patrimonios surgidos a raíz de la continua sensibilización hacia otros valores a proteger más allá de los históricos-artísticos. Se propone como culminación a estos procesos la aparición de las rutas culturales transnacionales, cuyo establecimiento supone la valoración conjunta de muchos de esos valores: histórico-artísticos, territoriales, paisajísticos, naturales, tradicionales, o en cuanto a acciones humanas. En los dos últimos capítulos, La dimensión económica: turismo y patrimonio y Políticas del patrimonio, amenazas y defensas, se realiza un análisis sobre el estado de la cuestión en la actualidad desde diferentes puntos de vista: el económico, el de la gestión y la descentralización de la misma, el de las nuevas tecnologías, o desde las consecuencias sociales.

3. Comentario crítico

Hablar de patrimonio es hablar de infinitud de temas a un tiempo, puesto que el patrimonio es un concepto abierto, en continua expansión. Encajar todos los engranajes que lo constituyen no es tarea fácil, sin embargo, el autor logra la consecución de temas de manera exitosa, haciendo comprensible toda la complejidad de la dimensión patrimonial de manera clara. Además, son especialmente interesantes los análisis sobre las cuestiones relacionadas con el patrimonio y la ciudad. Tal y como se propone en el libro, es verdaderamente necesario desconcentrar el turismo de las zonas históricas y dispersarlo por toda la ciudad, integrando zonas marginales también ricas patrimonialmente, puesto que cada vez más, el turista postmoderno busca una experiencia vital de la ciudad y no tanto conocer aspectos aislados de la misma.

De otra parte, quizá precisamente la diversidad de temas tratados por el autor hace que se detenga de forma demasiado breve en algunas cuestiones sobre las que hubiese sido interesante profundizar más. Por ejemplo, frente a la profundidad con la que se aborda la cuestión del turismo urbano, hubiese sido necesario ampliar el análisis sobre el turismo rural, y cómo dentro de éste se ha puesto el foco sobre prácticas y oficios artesanales, produciéndose en algunos casos la “retradicionalización”, muchas veces ficticia, de algunos territorios. Por otro lado, se echa de menos en el capítulo seis mayor incidencia sobre los debates que giran en torno al modo en que las nuevas tecnologías afectan negativamente a la percepción del patrimonio, ya que la experiencia virtual es un complemento pero nunca podrá ser sustituto de la experiencia real.

En el capítulo siete, el análisis sobre la descentralización de las competencias tutelares del patrimonio, quizá debería haber sido más amplio porque dicha descentralización en ciertos casos, actúa en perjuicio del patrimonio al no haber coordinación entre instituciones estatales, autonómicas y locales. Para ilustrar este problema, hubiese sido fundamental esbozar un esquema de dicha transmisión de las competencias titulares del patrimonio en lugar de centrarse únicamente en el caso catalán. También en este capítulo es destacable la consideración del autor sobre la necesidad, en su opinión, de suprimir las manifestaciones religiosas de la calificación de Patrimonio de la Humanidad. En este sentido, es necesario recordar que las declaraciones patrimoniales se justifican en el sentir de la sociedad, la cual construye su identidad a través de manifestaciones culturales de muy diverso tipo, también religioso. Por último, hubiese sido necesario, para completar todos los temas sobre los que reflexiona el autor, incluir un capítulo dedicado a la difusión del patrimonio y a las propuestas de difusión del mismo, ya que la gran finalidad patrimonial es la transmisión del conocimiento contenido en los bienes culturales, y es aquí donde aún queda mucho por hacer por parte de las instituciones tutelares.

En definitiva, salvando los aspectos anteriores, es un libro de contenidos profundos, que plantea de forma sencilla pero amplia todas las cuestiones de necesitado debate en torno al patrimonio. Al mismo tiempo, conciencia de la obligación que tiene la sociedad a participar en dichos debates, puesto que el patrimonio nos afecta y pertenece a todos.