Historia de los paisajes españoles1

Manuel Mollá Ruiz-Gómez

Universidad Autónoma de Madrid

La introducción del libro de Gonzalo Madrazo comienza con estas palabras: “Existen muchas maneras de aproximarse a un paisaje, pero todas deberían pasar por reconocerlo y entenderlo. Se trata, por un lado, de pisar el territorio y, por otra, de analizar los porqués de su apariencia”. En poco más de dos líneas el autor hace una atinada declaración sobre lo que el quehacer geográfico debe ser, algo que, lamentablemente, cada día es más ajeno a la geografía o, por ser más precisos, a tantas geografías en las que no hay territorios que pisar, reconocer o entender. Lejos de estas modas fatídicas, Madrazo recorre la vertiente segoviana de la Sierra de Guadarrama durante un larguísimo periodo de su historia que nos trae del siglo XI al presente, casi paso a paso, de forma prolija, con un extraordinario manejo de las fuentes y acompañado de una completísima colección de cuadros, mapas, figuras y gráficos, muy bien elaborados y siempre justificados. El libro consta de una introducción, cuatro capítulos, un epílogo y unas conclusiones, en los que el autor nos lleva por esos paisajes forestales segovianos demostrando que los ha pisado, que los reconoce y que los entiende, lo que nos permite a los lectores su cabal comprensión.

En la introducción, Madrazo da una breve y muy notable lección sobre algunas de las más importantes líneas de investigación en las que su trabajo podría quedar encuadrado. La Historia ambiental, la ecológica, la Ecología histórica, la Historia forestal, la Geohistoria forestal y la Historia de los montes son conceptos que el autor define para, a continuación, situar su estudio en el marco, en principio, de la Historia forestal. Sin embargo, va más allá en su delimitación para encuadrarlo, en una concepción más geográfica, en la Historia del paisaje, que es lo que, en definitiva, hace en este libro. Como él mismo dice, “El paisaje forestal se entiende aquí como un concepto de síntesis, que engloba tanto los elementos inmediatamente visibles del mismo, caso de la vegetación, como de aquellos otros –menos perceptibles- que constituyen la estructura en la que se sostiene su apariencia, caso de la propiedad o los aprovechamientos forestales, amén de otros elementos perceptivos (estéticos), representativos (identitarios) o discursivos.” De todo ello trata este libro.

En los dos primeros capítulos el autor se dedica a la evolución de los montes en el Antiguo Régimen. Por un lado, el primero abarca desde los siglos XI al XVI, fundamentales para comprender esos paisajes forestales en la actualidad. Las razones por las que el estudio debe comenzar en el siglo XI quedan claramente explicadas, porque configuran,

en la vertiente segoviana de la Sierra de Guadarrama, un doblamiento, una organización social y unas estructuras económicas con voluntad de continuidad. Concretamente, el rastro de esa organización y uso del territorio en el paisaje forestal actual es lo que nos ha remontado a fechas tan lejanas.

El segundo capítulo se ocupa del estado de los montes a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, es decir, el paisaje forestal al final del Antiguo Régimen. A partir de la Real Ordenanza para el aumento y conservación de Montes y Plantíos de 7 de diciembre de 1748, Madrazo nos explica el papel de la Corona en el control de los montes y los conflictos que de ello se derivan, tanto con el campesinado como con los grupos liberales ilustrados. Es muy interesante el cambio de escala que, a lo largo del capítulo, va realizando el autor, analizando tanto lo que se refiere a la aplicación de la Real Ordenanza como a los conflictos por el uso y disfrute de Los Comunes de Riaza y Sepúlveda. De nuevo, una magistral combinación del uso de fuentes de carácter general con las que se encuentran en los archivos locales.

Los dos últimos capítulos, el tercero y el cuarto, nos traen al presente desde mediados del siglo XIX. En el capítulo tercero, con un acertado y significativo título, “Destrucción y construcción de un nuevo paisaje forestal (1850-1939)”, Madrazo recorre todo lo acontecido en esos montes segovianos durante dicho periodo. Los cambios provocados en la propiedad de Los Comunes, el papel de la nueva administración forestal y lo que significa la quiebra del régimen comunal agrario, y los cambios en la vegetación serrana de Segovia, son los tres ejes fundamentales que nos ayudan a comprender todo lo que hizo que esos paisajes forestales sufrieran la destrucción del antiguo sistema de aprovechamientos forestales; un auténtico terremoto, por usar palabras del autor. El cuarto y último capítulo, “Crisis del mundo rural y repoblación forestal (1939-1986)”, se inicia con el Plan para la repoblación forestal de España, de 1939, y la importancia que el mismo tendrá en la Sierra de Guadarrama con la declaración de interés forestal para la misma y los consiguientes planes de repoblación de sus montes. También es importante en este capítulo todo lo referente al acceso a la propiedad para las repoblaciones y la cuestión de los aprovechamientos y la gestión. Me parece de especial interés el último apartado del capítulo, dedicado a los cambios paisajísticos de las repoblaciones forestales, donde se pone de manifiesto el papel jugado por las mismas en los cambios en el paisaje, más intensos en los últimos cuarenta y cinco años, que en su historia desde el siglo XII; sin olvidar las consecuencias del abandono de prácticas tradicionales que han favorecido los procesos naturales de la recuperación de la cubierta vegetal.

El epílogo, “La política forestal actual”, es un breve quinto capítulo que nos lleva más allá de la historia milenaria de estos paisajes forestales de la Sierra de Guadarrama en su vertiente segoviana. Como dice el autor,

Se trata, pues, de conectar la perspectiva histórica con el presente y el futuro, pero no como una simple continuación temporal, sino con el fin de entender los paisajes forestales actuales y valorar críticamente la política y la planificación que los afecta.

Con rigor y sentido crítico, se valoran aquí las nuevas políticas forestales, como generalidad y también con referencia a los montes segovianos de la Sierra, sin olvidar las críticas que las políticas forestales de los últimos años se han hecho desde una perspectiva ambientalista y paisajística.

Antes de acabar con unas palabras del autor sacadas de sus conclusiones, un comentario breve sobre la bibliografía, que no es, como tantas veces ocurre, un catálogo de libros y artículos más o menos relacionados con el asunto objeto del libro, sino que es, en su amplitud, la bibliografía utilizada por Gonzalo Madrazo y que pone de manifiesto su conocimiento sobre las cuestiones forestales, a la vez que, sin duda, ofrece un importante y bien cuidado repertorio.

En cuanto a las conclusiones, quiero acabar con unas líneas del autor que recogen cabalmente lo que se ha ofrecido en las casi quinientas páginas del libro. Escribe el autor, en referencia a los tres argumentos mantenidos a lo largo del libro:

El paisaje es un concepto de aluvión, que sintetiza y representa la territorialidad de muchos sistemas (naturales, humanos, intelectuales y espirituales) y este libro, consciente de sus límites, ha aspirado a ofrecer una imagen integral de los montes. En segundo lugar, el paisaje se manifiesta comúnmente a escalas medias, coincidiendo muchas veces con la noción de comarca, por lo que el trabajo ha priorizado el estudio a esas escalas, alternando la perspectiva general de toda la vertiente serrana y la local / comarcal de Los Comunes de Sepúlveda y Riaza. Por último, y en relación con lo anterior, comarca y paisaje son dos términos evocadores, recientemente adoptados por el vocabulario de la política forestal, de modo que precisar su empleo y ponerlo en relación con su contenido histórico ha sido otro de nuestros afanes.

Yo diría, para acabar, que esa aspiración de la que habla ha quedado de sobra cumplida en este extraordinario libro.

Notas

1. MADRAZO GARCÍA DE LOMANA, Gonzalo: La evolución del paisaje forestal en la vertiente segoviana de la Sierra de Guadarrama, Valladolid, Junta de Castilla y León, 2010, 446 págs.