El Profesor Buenaventura Delgado Bujalance. Miradas didácticas y creativas1
Professor Buenaventura Delgado Bujalance. Looks and creative teaching

Carmen Andreu2 | Antonio García3 | Juan F. Ojeda4 | F. José Torres5

Recibido: 30-11-2012 | Aceptado: 17-12-2012

Resumen

El profesor Buenaventura Delgado Bujalance desarrolló hasta su muerte una dilatada y creativa actividad como geógrafo. De ella, a modo de homenaje y reconocimiento, queremos destacar en este artículo, por una parte, su convicción de la validez del viaje como fuente de conocimiento, sustentado en la sorpresa, el atrevimiento o la empatía. Por otra, el valor del cuaderno de campo como instrumento de comprensión y trasmisión del conocimiento adquirido y como herramienta de aprendizaje y evaluación.

El texto plantea, pues, en primer lugar las bases conceptuales en las que Buenaventura apoya su actividad, para después analizar sus cuadernos de campo y terminar presentando algunos resultados de la propuesta didáctica a través del viaje que, junto a él, hemos ido realizando en los últimos años.

Palabras Claves: didáctica geográfica, cuaderno de viaje, paisaje, arte, hermenéutica

Abstract

Professor Buenaventura Delgado Bujalance developed along his life an extensive and creative activity as a geographer. As a tribute and recognition, we emphasize in this article the conviction of the value of travelling as a source of knowledge, based on surprise, nerve and empathy. Likewise, the value of his travelogue as an instrument of comprehension and transmission of the acquired knowledge and as learning and evaluating tool.

Firstly the text presents the conceptual basis on which Buenaventura supports his activity, then analyzes his field notebooks and finishes by presenting some of the results of the didactic proposal through the journey we had shared with him in the last few years.

Key Words: geographical teaching, Travelogue, landscape, art, hermeneutics

Résumé

Le professeur Buenaventura Delgado Bujalance a mené jusqu’à sa mort une activité longue et créative en tant que géographe. En son hommage, nous voulons souligner dans cet article sa conviction de la validité du voyage en tant que source de connaissance, fondé sur la surprise, l’audace ou l’empathie. En outre, nous remarquons la valeur du cahier de terrain en tant qu’instrument de compréhension et de transmission des connaissances acquises et comme un outil d’apprentissage et d’évaluation. Dans le texte sont d’abord exposées les bases conceptuelles sur lesquelles le professeur Buenaventura Delgado a développé son activité, ensuite on entame l’analyse de ses cahiers de terrain et finalement, on présente quelques résultats du programme pédagogique proposé a travers le voyage, lequel nous avons partagé  avec lui durant ces dernières années.

Mots-Cles: l’enseignement géographique, cahier de voyage, paysage, art, herméneutiques

1. Presentación

Este texto colectivo pretende ser un homenaje, intencionadamente académico, a nuestro compañero Buenaventura Delgado Bujalance, con quien compartimos muchas horas de vida, aprendizaje y dedicación a responsabilidades docentes e investigadoras y de quien recibimos un apreciable legado de ideas y convicciones, muchas de las cuales fueron quedando recogidas en diez años de trabajo universitario compatibilizado con el de la enseñanza secundaria.

Con este objeto, el artículo se desarrolla en tres apartados, correspondientes a aproximaciones a este legado: el primero sobre las convicciones que sustentan el trabajo de Buenaventura Delgado, relacionadas con las posturas abiertas a la sorpresa y a la empatía como bases de conocimiento; el segundo, enfocado a la propuesta creativa y comprensiva que se desprende de los cuadernos de viaje de nuestro compañero; y el tercero, dirigido al interés didáctico que de todo ello se deriva.

2. Convicciones de un docente creativo

2.1. Sorpresa, conflicto y atrevimiento en las bases del aprendizaje.

El profesor Delgado Bujalance compartía con nosotros y con Edgar Morin (2000) la convicción de que el aprendizaje es un proceso complejo en el que se van entrelazando información, conocimiento y sabiduría. De manera que a la continua recepción actual de informaciones debe sucederle un tiempo de reflexión, selección y categorización de las mismas, para que su exceso no produzca obnubilación u opacamiento mental sino que se convierta en conocimiento asimilado. Este conocimiento propio, personal e intransferible tiende a ir convirtiendo las meras opiniones comunes en posiciones sostenidas en argumentos rigurosos y conduce a la sabiduría. Tal sabiduría se refuerza en la adopción de actitudes hermenéuticamente divulgativas de lo que se va conociendo y éticamente transformadoras de las realidades complejas que se van comprendiendo y diagnosticando.

Enseñar Geografía en la Universidad desde tales convicciones no es tarea fácil, porque podemos primar alguna parte del complejo proceso y obtener unos resultados indeseados generando estudiantes “enterados” –casi sin tiempo e incapacitados para categorizar las informaciones recibidas y, consecuentemente, para conocer- o estudiantes “sabihondos” – categorizadores y conocedores de las complejas realidades, pero incapaces de asumir una actitud divulgadora de sus conocimientos y transformadora de las realidades conocidas y diagnosticadas-. En un contexto de oferta masiva de informaciones sobre cualquier asunto, escaso valor de la lentitud que toda reflexión exige y sobrevaloración y respeto absoluto de lo opinático, muchos de nuestros estudiantes creen que han entendido algo cuando piensan que “ya saben de que va eso” al verlo en los esquemas e imágenes de nuestras presentaciones digitales o se ven obligados a expresar unas primeras opiniones sobre cualquier asunto en las clases más participativas en las que muchas veces no se llega al contraste y la validación de opiniones, con lo se ha conseguido fomentar el debate creativo, pero también la autoafirmación y el equívoco subrayado de lo opinático como conocimiento riguroso.

A pesar de todas aquellas dificultades, el profesor Delgado Bujalance estaba profundamente convencido de la validez transformadora de la enseñanza que impartía no sólo en la universidad, sino también como profesor de secundaria, hasta el punto de que nunca quiso renunciar a sus tareas docentes en el Instituto, porque entendía que en las edades preuniversitarias una clase y unas explicaciones de un profesor podían conducir a una transformación radical y muy visible de algunas personas. En las edades universitarias, tales transformaciones personales –decía- ya se han producido en la dirección que sea, pero las enseñanzas universitarias nos exigen trazar caminos que conduzcan a la comprensión de la complejidad como cualidad inherente a cualquier realidad.

La Geografía, como disciplina situada en la frontera de muchos conocimientos, se podía convertir en un buen cauce para la convergencia comprensiva de realidades, a partir del establecimiento de relaciones entre lo ambiental, lo espacial, lo territorial y lo paisajístico. Ante este reto de trazar caminos conducentes a la compresión de la complejidad desde la Geografía como disciplina universitaria, aparece el viaje como un instrumento significativo y pertinente de aprendizaje. Su carácter de significativo le deviene por su vinculación a la historia de la humanidad como fuente de conocimiento, en lo que tiene de experiencia individual y social asumida y compartida, que se manifiesta en sus diferentes modalidades (de placer, de trabajo, iniciático, pedagógico, etc.). Y, además, el viaje es un instrumento docente pertinente, porque, por un lado, conecta con las inquietudes y necesidades de un mundo cada vez más global y, por otro, responde a los objetivos y métodos de la Geografía, una disciplina que, por su mencionado carácter fronterizo, está especialmente orientada hacia el descubrimiento y la sorpresa.

2.2. Fenomenología y empatía como modos de conocer y comprender el paisaje.

El paisaje es la fisonomía del mundo que se nos manifiesta tras un largo y complejo camino. Al final, tal fisonomía se encuentra con miradas que culminan el proceso de construcción paisajístico del que se pueden ir siguiendo pasos desde su raíz originaria.

“Hasta este momento, nuestras clases, viajes y trabajos sobre los paisajes parecen culminar en propuestas bastante analíticas, taxonómicas y académicas, pero creemos que debemos abordar otros caminos que impliquen una mayor comprensión del profundo significado del paisaje, partiendo de la premisa metodológica de la fenomenología radical. La que entiende el paisaje como una experiencia singular y única que conduce a un objetivo sustancial: el disfrute intenso e íntimo de cada ciudadano de y en los paisajes a través de vivencias que quedan en el recuerdo, rememorando sensaciones y cambios casi imperceptibles a lo largo del año (formas, distribuciones, armonías, olores, sonidos...) y uniéndose a la cadena de copertenencia o cofabricación de paisajes y miradas. Así entenderemos y compartiremos con alumnos y lectores la raíz oriental del paisaje: En el fondo, el paisaje siempre es único porque es lo que cada cual –como ser inmerso en la cadena del mundo y de la historia- lleva dentro. Nada produce más disfrute que este descubrimiento. En el paisaje, el mundo y la historia que nos anteceden y que nos precederán nos llenan de dones que nos regalan gratuitamente, para que aprendamos a distinguir el valor patrimonial del precio de mercado” (DELGADO, B., 2011)

El profesor y creador Delgado Bujalance, hace converger en estos textos al tao y su shansui originario, con el panteísmo franciscano-buenaventurista y su pintura, con los padres de la moderna y analógica geografía (ORTEGA CANTERO, N., 1988) y con los planteamientos fenomenológicos y hermenéuticos de Dylthey, Husserl, Heidegger o Gádamer (CABALLERO, J.V.,2009). Pero, además, tal convergencia presupone la aproximación a otro método complementario de conocimiento comprensivo: la empatía.

“Los paisajes del olivar o de la viña son unos ricos reservorios de sensaciones, que suelen democratizarse en sus sabores, pero cuyas comprensiones totales exigen sumergirse en las experiencias de otros y utilizar la empatía como forma de conocimiento. En este caso, empatía es pensar e intentar compartir las experiencias campesinas y para un campesino sus olivos o sus viñas son el resultado de largos esfuerzos y esperanzas, que no cuadran con el actual empeño en que el olivar y sus aceites o el viñedo y sus vinos perezcan amenazados por las lógicas económicas, que entregan a la razón crematística todas las esperanzas de futuro” (DELGADO, B., 2011).

Tales convicciones pedagógicas y creativas fueron quedando recogidas en sus últimas reflexiones fenomenológicas y empáticas sobre paisajes concretos como las siguientes:

“Al final del camino, me agarro a mis paisajes de olivo, entre los que hay unos cuantos emblemáticos que forman parte de mi paisaje universal: Olivos griegos del Mar de Itea, que, bajo Delfos, desembocan en el Golfo de Corinto como un río verde. Es un olivar agreste y vivo que, con las primeras luces del día, se llena del insistente sonido de las chicharras que no cesa hasta que el sol se pone hacia el mar Líbico, mar de olivos de las tierras de Jaén bajando desde la sierra a Cazorla. Estos también son mis olivos, como los que escalan las flotantes colinas de Sierra Mágina. Olivos béticos, pintados con manchas de blancos caseríos, olivos en los que el humo mantiene signos de civilización y ciclos de vida y liturgia campesina” (DELGADO, B., 2011).

“Amanece como un océano de aire y cristal transparente, vemos como la inversión térmica de estas primeras horas de la mañana genera distintos planos y refracciones sobre aquellas transparencias. La sensación es íntima y polisensorial. El vacío se va llenando de plenitud: Hasta el fondo hileras de olivos que convergen en el horizonte sobre suelos rojizos y, en los primeros planos, olivos sobre cuyas ramas cuelgan hojas como párpados a los que un sueño pesado, casi insoportable, hace caer sobre el aire y, vencidas por el propio peso del sueño, se mecen lentamente. Sus pestañas rayan el aire. Emerge la belleza como ejemplo del bien platónico, que la mezcla y vincula con bondad y armonía. Al fondo, cerrando el plano hacia el norte, líneas de cumbres: Cazorla, el Pozo, Segura. Hacia el sur y el este, cumbres de Tiscar, Baza –con las primeras nieves- y Mágina. Pero en el olivar también hay vida que amanece: Brilla la lumbre de las candelas; huele a ramón quemado: se oyen voces, afanes y trabajos buscando una buena cosecha: mucho trabajo que delata el humo. Al fondo, el sonido de un tractor ¡cuidado con la modernidad, indolente y metonímica!” (DELGADO, B., 2011).

3. Diez años de aproximaciones al paisaje: los cuadernos de campo de Buenaventura Delgado

Leer y valorar los cuadernos de viaje de Buenaventura Delgado nos permite la aproximación no solo a los lugares que admiró, sino aprender de su propuesta como viajero y geógrafo. A través de sus páginas, pueden constatarse cambios notables no sólo en el plano técnico y plástico, sino también en el terreno de sus planteamientos y en el papel que en ellos va adquiriendo el propio cuaderno como instrumento de conocimiento y reconocimiento. La unión de estos distintos planos ofrece una magnífica herencia y un importante recurso para enseñar una forma de comprender y transmitir.

3.1. Acercamiento técnico e intencionalidad hacia el conocimiento geográfico.

Para ir desarrollando unos cuadernos en los que se mezclan textos con dibujos y acuarelas, Buenaventura Delgado -como es habitual en el viajero- reduce al mínimo sus materiales de trabajo: un pequeño block de papel, un lápiz, una caja de acuarelas y un pilot con el que traza algunas líneas.

Ilustración 1. Distintos recursos técnicos de la acuarela sobre papel húmedo y seco

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Fuente: Delgado, B., cuaderno 5, 2004

No prescinde de la línea, simple y esquemática,y en ocasiones se apoya en ella para describir algunos detalles, pero la impresión general que provocan la pincelada y el color domina casi siempre la imagen, evocando sensaciones, recuerdos, pensamientos.

Para el registro de imágenes, utiliza una técnica directa y en seco, humedece el papel para facilitar los fundidos solo en escasas ocasiones. El agua como medio le permite conseguir una escala de tonos desde el blanco del papel hasta grises intensos, sin perder transparencia. Se trata de un recurso pictórico, pero también al servicio del análisis comprensivo del paisaje.

En la misma línea se utilizan técnicas diversas: restregados de color en seco, lavados planos, graduales y variegados, pinceladas cortas. Con ello, consigue imprimir un ritmo diferenciado al pincel, respondiendo a la naturaleza de los elementos que representa. Sirva como ejemplo la figura 1 en la que podemos encontrar plumeados y punteos para evocar elementos vegetales y pinceladas amplias y horizontales para aludir al ritmo fluido del agua, trazos contundentes para sugerir la piedra o la arena de la superficie terrestre y pinceladas continuas que llegan a fundirse para hacernos sentir el aire húmedo de la playa.

Ilustración 2. Apunte resuelto con el contraste de colores complementarios (amarillo anaranjado y azul)

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Fuente: Delgado, B., cuaderno 2, 2003

En relación al color, la gama cromática se adapta a las características del lugar, a la naturaleza de los espacios geográficos o a las condiciones lumínicas y atmosféricas. Así se aplican con acierto armonías cromáticas diversas, basadas en la utilización de colores complementarios (figura 2) o armonías sustentadas en contrastes de calidad.

Pero más allá de los recursos técnicos, los cuadernos de campo del profesor Delgado son instrumentos de conocimiento y vehículos que facilitan el registro de la visión subjetiva, vía de acceso fundamental al conocimiento. Así pueden observarse -mezcladas en sus páginas- desde observaciones y referencias teóricas, pequeños detalles y anécdotas personales, reflexiones que surgen de la confrontación del conocimiento con la realidad percibida, planteamientos sobre la esencia de algunos asuntos básicos (el concepto paisaje, la función del agua, la configuración cultural de los territorios) hasta representaciones de percepciones subjetivas para las que usa indistintamente la palabra emocionada y poética, los dibujos y las acuarelas.

Ilustración 3.Ejemplos de distintas soluciones para el registro de imágenes y palabras

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Fuente: Delgado, B., cuaderno 3, 2003

Primando la inmediatez, dibujos, reflexiones escritas y pinturas se van distribuyendo en los cuadernos de manera espontánea. El viaje y la necesidad de registrar imponen el ritmo de trabajo, de manera que prefiere dejar constancia de cualquier impulso o de cualquier pensamiento, antes de que la meticulosidad y el orden lo dificulten. En muchas ocasiones, la convergencia de eficacia y comprensión le hacen simultanear texto e imagen que se apoyan mutuamente, conformando un todo y convirtiéndose en prueba de su vocación geográfica y docente por encima de la del pintor o artista.

3.2. Naturaleza, territorio y paisaje en los cuadernos de campo de B. Delgado.

De sus cuadernos se deduce una actitud abierta ante el paisaje y un interés personal hacia la actividad artística como modo de conocimiento, comprensión y expresión del mismo. A partir de una experiencia propia de viajero, ofrece una mirada personal y subjetiva de los lugares que va recorriendo en los años que realiza estos cuadernos. Pero no se olvida de su papel de geógrafo cultural que –tal como reivindica Vincent Berdoulay, 2002,- intenta conciliar aspectos subjetivos y emocionales con puntos de vista científicos y morales, en un proceso de cofabricación o copertenencia con los paisajes que contempla, disfruta y recrea.

3.2.1. Buenaventura Delgado y el agua.

“Itaca, el Mar, Ulises, Cavafis, el milagroso instante que une el paisaje con mi único paisaje interno, eterno” (DELGADO, B., 2003)

Como se irá viendo, tanto los montes como los vientos, los olivares como los paisajes coloniales de las minas, irán formando parte inseparable de su universo personal, de sus idas y venidas. Pero a través de todos ellos siempre el mar, el estrecho, la costa, la playa a la que vuelve como un refugio y a la que dedica numerosas y bellas páginas de sus cuadernos.

La playa, su playa de Zahara de los Atunes, no sólo es la cuna del viento, sino también su paraíso placentero. Desde el disfrute con su alegre primavera (figura 4) hasta el sosiego que encuentra en el ritmo lento del cálido verano (figura 5), son recurrencias en páginas de textos, dibujos y acuarelas dedicadas al mar.

Ilustración 4. Primavera en el mar

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Fuente: Delgado, B., cuaderno 5, 2004

Ilustración 5. Ritmo lento del verano

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Fuente: Delgado, B., cuaderno 5, 2004

En su mirada sobre el mar, debe destacarse su atracción por lo efímero y lo dinámico. Como recordando el “panta rei” de Heráclito, su atención queda atrapada por los aspectos fugaces del paisaje marino que intenta inmortalizar con las acuarelas.

Más de dos tercios de la acuarela de la ilustración 6 están dedicados a la gravedad de las nubes, manchas grisvioláceas indefinidas que amenazan tormenta. El pilot le permite perfilar la silueta de una sierra con la que contrapone aquel rasgo efímero del paisaje con una paralela preocupación por dejar constancia del lugar concreto. Es evidente su inmersión subjetiva en paisajes objetivos a los que pertenece y que él mismo fabrica desde una subjetividad cargada de emociones y sentimientos.

“El mar, la mar es un sonido lejano, una presencia rítmica, un respirar y un latido apagado que, sin embargo, envuelve y acompaña. Una luz entre los verdes brillos de la hierba. Un espejo entre la arena, donde el sosiego habita” (DELGADO, B., 2004)

Pero su sensibilidad estética le conduce inmediata y consecuentemente a la ética, en un ejercicio platónico y comprometido de identificación de belleza, verdad y bondad. A su emoción y sentimiento le acompañan de manera indisoluble, como la propia integralidad del paisaje, sus reflexiones de carácter moral y sus denuncias.

Ilustración 6. Aspectos fugaces del paisaje marino

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Fuente: Delgado, B., cuaderno 1, 2002

Ilustración 7. Reflexiones éticas ante el paisaje del Estrecho.

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Fuente: Delgado, B., cuaderno 5, 2004.

“Contemplo el estrecho desde las laderas de la sierra Betis. Junto a una mesa llena, insultantemente abundante. Corre el vino. Luz y azul, hermosuras del Rif en África. Miramos felices y no vemos nada más que una sombra desde la otra orilla. Pienso en cuántos ojos nos contemplan con pesadumbre, con envidia y, tal vez, con odio” (DELGADO, B., 2002).

Pero no sólo el mar, también el agua como dibujante y configuradora del paisaje, como esencia misma de aquel nombre primitivo del paisaje –montaña/agua-, es una constante en las anotaciones y pinturas de Buenaventura.

Ilustración 8. Agua en Cazorla

“El agua y su incesante movimiento, eterna permanencia. La pura fragilidad de la piedra
Fuente entre las rocas, el agua es un rumor, un idioma, un silencio que nos sosiega”

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Fuente: Delgado, B., cuaderno 3, 2003.

3.2.2. Buenaventura y los montes.

Los montes –parte del binomio montaña/agua- también atraen a Buenaventura Delgado que, en sus cuadernos, se refiere tanto a las distintas sierras andaluzas como a las montañas griegas o circunmediterráneas, dedicando especial atención a las subbéticas cordobesas, a Sierra Mágina y a la paradigmática Cazorla. Pero no le interesa la montaña sublime, romántica y lejana, sino el monte vivo o aquellos rastros de actividad que el hombre va dejando en su diario diálogo con la tierra que le sustenta.

Con sorprendente libertad tanto en el tratamiento como en la pincelada suelta, B. Delgado nos muestra el mosaico que la actividad del hombre deja en el paisaje serrano, en continuo diálogo entre el sustrato geológico, la actividad agrícola y, cómo no, el filtro subjetivo de su mirada, reproduciendo el esquema de aproximación integral que propone en sus cuadernos.

Ilustración 9. Sierra de Priego

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Fuente: Delgado, B., cuaderno 7, 2011

Ilustración 10. Cazorla

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Fuente: Delgado, B., cuaderno 7, 2010

Pero no pasa desapercibida la montaña en su inmensidad. En la imagen de Cazorla, (figura 10) destaca por su tamaño e intensidad el farallón montañoso, que recorta el azul del cielo y sirve de gran escenario al castillo como resto histórico y seña de identidad de un pueblo, que preside la imagen y, por el nivel de detalle en su proximidad, a la casa de labranza del primer término. En cualquier caso, Buenaventura se siente especialmente a gusto humanizando o personificando los elementos más imponentes del paisaje, como son las montañas con nombres propios:

“El Retín, la Plata, el viejo nombre de las montañas. Músculos de la tierra estremecidos, el salto de un tigre que muerde el cielo. Qué blandas son las rocas cuando se miran con cariño y sentimos que todos somos parte de la misma historia sobre el inexorable paso del tiempo” (DELGADO, B., 2002).

Aunque Buenaventura ha dejado imágenes muy emotivas y de innegable calidad plástica, en este artículo nos interesa destacar otras, más propias de cuadernos de campo, que llegan a contar con un acentuado carácter de análisis geográfico, utilizando las formas para representar los objetos territoriales y los colores sólo para destacar los componentes principales que le dan sentido.

Ilustración 11.Sierra Mágina. Síntesis subjetiva con el vacío como vehículo constructor

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Fuente: Delgado, B., cuaderno 7, 2011.

En ilustraciones como la 11 se asume con valentía el vacío como vehículo constructor del paisaje en su subjetividad, haciendo suyas las reflexiones de François Cheng: “(...) el vacío no es, como podría suponerse, algo vago e inexistente, sino un elemento eminentemente dinámico y activo” (2004: 68). En este atreverse a ir prescindiendo de todo lo que pueda ser accesorio a la interpretación del paisaje, puede reconocerse un avance sustancial hacia la abstracción como vehículo nuclear de comprensión paisajística.

3.2.3. Buenaventura y el viento.

El viento, machaconamente presente en su mundo tarifeño, es también protagonista indiscutible del paisaje visual y sonoro de aquella costa de la luz gaditana y por ende de su geógrafo y creador Buenaventura Delgado, quien reconoce, teme, ama y goza del viento y de su desesperada voz, de la que es capaz de captar sutiles matices en sus textos, dibujos y apuntes.

Ilustración 12. Viento de Levante

“El viento de levante no sopla, ruge y escupe arena sobre la playa. Dobla los árboles y levanta espuma del agua Se embosca tras las esquinas y nos empuja sin descanso como vengándose de los afanes de Ulises. Por la noche, galopa locamente por los tejados y salta entre los edificios despavorido huyendo de su propio ruido. No descansa el viento de levante, corriendo hacia donde el sol se pone, sin sentido. Así, días y noches hasta que lo aplaca el olvido”.

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Fuente: Delgado, B., cuaderno1, 2002

Ilustración 13.Viento de poniente

“En Agosto cuando el poniente fresco sopla, la tarde tiene un lejano sabor a invierno. Entonces la breña, cual marisma se carga de contenido acuoso, un húmedo país de agua, triste, cambiante e inconsistente llena el paisaje (...)”

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Fuente: Delgado, B., cuaderno 2, 2003

3.2.4. Buenaventura y las minas.

Las últimas páginas de los cuadernos están dedicadas a las minas de Rio Tinto, que el grupo de investigación al que pertenecía visitó en otoño de 2011. De aquellos viejos paisajes coloniales Buenaventura destaca su carácter histórico y paradigmático de luchas sociales y muestra el complejo entramado que forman la espectacularidad del color de la naturaleza mineral y el ingenio del hombre para su conquista y explotación.

Ilustración 14. Minas de Rio Tinto

“Viejos paisajes coloniales. Paisajes del abandono. Todo es desolación, ruina. La tierra rezuma sus fuegos internos. Hasta el verde de la vida tiene un tono triste y apagado. El ferrocarril recuerda tiempos mejores”.

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Fuente: Delgado, B., cuaderno 7, 2011.

Especialmente simbólica resulta la imagen del Tinto recogida en la ilustración 13, resuelta con lápiz y acuarela donde extrema su capacidad de síntesis y subraya el carácter subjetivo que ha ido adquiriendo su mirada sobre el paisaje. Adopta un punto de vista alto, más cercano al Shenyuan de la pintura taoísta (CHENG, F., 2004), que a las estrategias occidentales en la representación del espacio. La simplicidad de los trazos y las manchas y el vacío que participa de lo fenoménico, se asocian también al concepto de paisaje taoísta.

Ilustración 15.Visión sintética del Río Tinto

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Fuente: Delgado, B., cuaderno 7, 2011

4. Dificultades y algunos resultados de una docencia creativa

Demostrada la capacidad de Buenaventura Delgado para utilizar distintas expresiones creativas como vehículos de comprensión y, a un mismo tiempo, de trasmisión de realidades a las que copertenece y de paisajes que alcanza a cofabricar (BERDOULAY, V., 2002), fijamos ahora la atención en su dimensión docente caracterizada por la convergencia de rigor y atrevimiento.

El principio del aprendizaje está en dejarse sorprender por lo que se ve, se escucha o se lee, manteniendo una permeabilidad ante las informaciones que se van recibiendo desde distintas y variadas procedencias, evitando corsés que lo delimiten y condicionen, asimismo, la capacidad para enseñar. Si todo ello queda subrayado desde una perspectiva que apuesta por la Geografía como promotora de convergencias disciplinares, se puede entender que un ya viejo profesor de enseñanzas secundarias se enorgullezca de aterrizar en un equipo de jóvenes geógrafos universitarios y, a su vez, asuma en su nuevo contexto una posición privilegiada para proponer y desarrollar una docencia geográfica rigurosa, abierta a muchas miradas y atrevida.

La aportación del profesor Delgado a la definición de una propuesta geográfica de enseñanza-aprendizaje basada en el viaje y en su cuaderno de campo va concretándose a lo largo del último decenio y en ella se mezclan desde la constatación de la dificultad del alumno para elaborar interpretaciones paisajísticas complejas, hasta la necesidad de secuenciar inteligentemente el proceso de aprendizaje para atajar tal dificultad, pasando por la propuesta de un método fenomenológico y radical -al que se ha hecho referencia con anterioridad- cuyos resultados pueden ser inciertos y de evaluación compleja, pero –mediado un proceso riguroso de correcciones y diálogos- bastante plausibles y ricos.

Convencidos por nuestro compañero Buenaventura Delgado de que los objetivos académicos nos imponían marcos excesivamente rígidos que reducían la complejidad de las realidades geográficas al espacio cerrado e intelectualmente jerarquizado de una clase, hemos viajado cada curso con nuestros estudiantes -de distintas licenciaturas, grados y posgrados de la Universidad Pablo de Olavide- para leer con ellos y directamente unas realidades, unas poblaciones, unos recursos y limitaciones, unas invariantes territoriales, unos paisajes y unas vidas que –constituyendo los contenidos de nuestras materias- están ahí fuera, como unos retos con los que confrontar nuestras percepciones previas y académicas de ellos mismos. De este modo, el viaje se plantea como un reto de aprendizaje en el que unos contenidos curriculares y unas fotos fijas de nuestras percepciones se enfrentan al mundo real y a sus problemas cambiantes.

Tales enfrentamientos o confrontaciones otorgan al viaje una especial capacidad para generar conflictos cognitivos, convirtiéndolo en un instrumento que va más allá de los habituales análisis mecánicos y simples, ya que, al mostrar cómo nos afectan los elementos y procesos de la realidad, nos facilita la comprensión de la misma. Además, y desde un punto de vista paisajístico, el viaje propicia la inmersión directa de los alumnos en los paisajes, facilitándoles la comprensión de un concepto que combina la aparente sencillez de lo sensorialmente más evidente con la complejidad de una síntesis típicamente geográfica y poliédrica de lo ambiental, lo económico, lo social y lo cultural.

Así, cuando planteamos el viaje como vehículo para desarrollar formas atrevidas de aprendizaje, intentamos mantener en su programación sus caracteres específicos como realidad dialéctica -en la que se abandona consciente y voluntariamente la comodidad cotidiana para elegir la aventura, la incertidumbre o la posibilidad de encontrar momentos de disfrute profundo-, como realidad inestable -de carácter dinámico y móvil, desde la cual no se pueden rehuir modificaciones, impactos, intuiciones o desconciertos- y como realidad sorpresiva -que genera y provoca experiencias vivenciales desde el contacto directo con el mundo real y propone momentos fuertes o asume situaciones no programadas pero igualmente intensas, intentando no cambiar el paisaje por el pasaje-.

La integración de dichos caracteres intrínsecos al viaje con su definitorio papel de ejercicio didáctico, nos obliga a plantear unos itinerarios que contengan distintos tiempos y circunstancias. Una propuesta básica pero eficiente que hemos ido utilizando en los últimos años, al sustentar nuestros viajes en recorridos o itinerarios –los propios desplazamientos, donde se transmiten informaciones-; paradas –acercamiento directo y más comprensivo a territorios, ambientes o lugares concretos-; y momentos -donde sumergirse con especial intensidad en la realidad física –espacial-, humana –territorial- y perceptiva –paisajística- de entornos o lugares singularmente atractivos-. En todo momento, además, se ofrecen y coexisten miradas diversas: Miradas científicas, correspondientes a informes, mapas, elaboraciones estadísticas, descripciones objetivas. Miradas institucionales y técnicas, con fórmulas de regulación e intervención en su caso. Miradas creativas, de textos literarios descriptivos y emocionales, de expresiones pictóricas o musicales, que connotan el paisaje. Y miradas personales, del profesor y de cada alumno, que van configurando los conocimientos propios.

Por su parte, son varias las razones que acreditan como instrumento de evaluación de este aprendizaje al cuaderno de viaje. Tienen que ver con la aproximación subjetiva a la realidad, la capacidad de seleccionar y asimilar informaciones, la educación de la mirada para que sea fuente de información y punto de partida de la transmisión del conocimiento, la invitación a explicar, interpretar, defender opiniones argumentadas, o la capacidad de atreverse a trasmitir sintética y creativamente aquello que se ha visto. En definitiva, el cuaderno debe caracterizarse por ser el producto de unos “viajeros” aventurados (KESSLER, M., 2000), que observen la realidad desde perspectivas diferentes y que no se conformen con las fotografías o las meras anécdotas como únicos modos de almacenar realidades, impresiones y momentos. La dificultad radica en el hecho de que los alumnos o bien están poco familiarizados con las actividades de campo o suelen estar acostumbrados a la elaboración de trabajos en los que se reproduce de forma mecánica las explicaciones que se les ofrecen. Los cuadernos de Buenaventura pueden ser en este caso de gran ayuda como ejemplo.

En tal sentido, las secuencias de categorías como espacio-territorio-paisaje, o deducción-inducción, están presentes en la propuesta de cada viaje. En paralelo a ellas se plantean unas posibilidades sucesivas de aproximación a las realidades y unos medios para sus inclusiones en los cuadernos: esquemas comprensivos, reflexiones, posicionamientos e impresiones personales, profundización en algunas sensaciones ad hoc, estados de ánimo o experiencias y el modo en el que las descripciones literarias o las expresiones plásticas condicionan lo que van observando… Siempre evitando la mera reproducción literal, lo superficialmente sensiblero o lo anecdótico como objeto.

En definitiva, una propuesta necesaria e intencionadamente abierta, pero no por ello carente del rigor necesario para que se produzca un aprendizaje atrevido y que asuma los riesgos propios de enfrentarse a situaciones dialécticas. Como cabría esperar los resultados del ejercicio de aprendizaje propuesto son muy dispares. No obstante, cada viaje, cada grupo de viajeros va dejando resultados que pueden ilustrar el valor de esta experiencia docente. Entre estos ejemplos nos parece interesante, ahora, destacar algunos casos en los que los alumnos han comenzado a atreverse a reproducir en sus cuadernos momentos, ideas o comprensiones generadas en los propios lugares por los que pasan.

Algunos de los resultados más interesantes se obtienen cuando se cuenta con alumnos que -emulando a su profesor Delgado- crean esquemas en sus cuadernos de campo en los que se mezclan ideas desprendidas de las informaciones recibidas, con bocetos muy intuitivos, incluso inocentes, pero que revelan la comprensión de lo observado (figura 16)

Ilustración 16. Representación instantánea y sintética: Córdoba desde el Guadalquivir.

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Fuente: Sirugue, Isaline.

Como es lógico, la procedencia, la sensibilidad o la formación previa de los alumnos se proyectan –y es bueno que sea así- en sus cuadernos, integrándose con otros discursos. Lo que se puede observar en la figura 17, en la que se integran, de manera transdisciplinar, capacidades narrativas, etnográficas y gráficas.

Ilustración 17. Descripciones narrativas y análisis comprensivos: Roma y entorno.

“OSTIA ANTICA.

Curiosamente, para llegar a Ostia desde Roma, se pueden coger dos carreteras, continuar por la ostiense o coger la Vía del Mare […] ambas absolutamente paralelas y colindantes, ambas de un carril por sentido, separadas por una hilera de árboles. O incluso se puede ir callejeando por la margen derecha de la Vía del Mare que recorre también la vía dei Romagnoli.

Es verdaderamente extraño ir por una carretera y notar en todo el recorrido cómo en ambos lados continúan otras vías paralelas, y buscando respuestas la sabiduría popular no ayuda mucho, pues solo acierta a explicar que en Roma (y en el resto de Italia) hay cosas que son, pero nunca se sabe porqué…”.

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Fuente: Sacristán, Claudia (arquitecta).

Otras muchas veces, los recursos se independizan, pero pueden llegar a ofrecer resultados igualmente sugerentes, sean representaciones pictóricas sintéticas, que reproducen la idea de señalar aquello que es más significativo del paisaje (figura 18) u otro tipo de representaciones creativas y muy evocadoras tanto del objeto observado como de las sensaciones y sentimiento al observarlo (figura 19).

Ilustración 18. Representaciones pictóricas sintéticas: Paisajes de Jaén

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Fuente: Verger, Gwenael.

Ilustración 19. Representaciones subjetivas: Úbeda

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Fuente: Hernández Gómez, Carmen.

Pero no siempre es el soporte gráfico, acompañado o no de otros resortes, el que es capaz de sintetizar y trasmitir mejor lo aprendido en un territorio o en un paisaje. Los textos o incluso las fotografías, cuando tienen más intención que captar lo que se ve a modo de ventana, pueden ser igualmente válidos. En el cuaderno de su ruta por el río Guadaira, la alumna Laura Tobío, desde un parque de albero y ante la imagen de Alcalá, con su castillo y su puente del dragón, escribe:

“El amarillo en los pies, un amarillo como de sol pasado por el mortero. Guarda mi espalda la ingeniosa y triste figura del molino blanco, blanco cal y agua, que no viento. Y aquí, a nuestro lado, una dentellada en la loma permite asomarse tímidamente a la provechosa roca del albero. Mientras, un dragón bobo salva vacíos, posando figurativo. Al otro lado, vestida con cueros gastados, la fortaleza se ciñe sobre Alcalá, ignorante de polígonos, ocupando la retaguardia de una foto de grupo. Esta equis de los Alcores se antoja así un centro neurálgico para los sentidos, un observatorio privilegiado para abarcar las señas de identidad de sus paisajes y las raíces en las que éstas se hunden”.

5. A modo de conclusión.

A un artículo como éste no le cabe mejor conclusión que el anterior texto de nuestra alumna, quien ha sabido convertir en fruto rico y sorprendente una esperanzada semilla, plantada por alguien que ya se fue en un contexto de cotidianas zafiedades, desesperanzas y aburrimientos.

Igual que comenzamos compartiendo ideas con Edgar Morin, queremos concluir con una cita de uno de sus últimos textos, sobre la esperanza, que nos dio tiempo a comentar, antes de que se marchara, con alguien que creía en el poder taumatúrgico de la docencia y, con esa esperanza, la ejercía a diario:

“Si aparece una nueva sociedad-mundo, será el producto de una metamorfosis, ya que se convertirá en una sociedad de tipo nuevo y no en una reproducción gigantesca de nuestros actuales estados nacionales. Esto es, sin duda, improbable, pero toda mi vida he esperado lo improbable y, a veces, mi esperanza se ha visto satisfecha. Nuestra esperanza es una antorcha en la noche: No hay luz deslumbrante, no hay más que antorchas en la noche” (MORIN, E., 2010: 42)

6. Bibliografía

BERDOULAY, V. (2002) “Sujeto y acción en la geografía cultural: el cambio sin concluir”, Boletín de la AGE, 34, 15-61.

CABALLERO SÁNCHEZ, J.V. (2009) “Consideraciones sobre la naturaleza hermenéutica de la descripción geográfica. Las lecciones del Tableau de la Géographie de la France”, en: FERIA TORIBIO, J.M, GARCÍA GARCÍA, A. Y OJEDA RIVERA, J.F. Territorios, sociedades y políticas, Sevilla, Universidad Pablo de Olavide y Asociación de Geógrafos Españoles, 2009. pp. 27-39.

CHENG, F. (2004) Vacío y plenitud. Madrid: Siruela.

KESSLER, M. (2000) El paisaje y su sombra. Barcelona: Idea Book

DELGADO BUJALANCE, B. (2002) Cuaderno de viaje 1. inédito

DELGADO BUJALANCE, B. (2002-03) Cuaderno de viaje 2. inédito

DELGADO BUJALANCE, B. (2003) Cuaderno de viaje 3. inédito

DELGADO BUJALANCE, B. (2003) Cuaderno de viaje 4. inédito

DELGADO BUJALANCE, B. (2004) Cuaderno de viaje 5. inédito

DELGADO BUJALANCE, B. (2003-07) Cuaderno de viaje 6. inédito

DELGADO BUJALANCE, B. (2010-11) Cuaderno de viaje 7. inédito

DELGADO BUJALANCE, B. (2011) Escritos finales, inédito

MORIN, E. (2000) La mente bien ordenada, Barcelona: Seix Barral

MORIN, E. (2010) ¿Hacia el abismo? Globalización en el siglo XXI, Barcelona: Paidós

ORTEGA CANTERO, N. (1988): Geografía y cultura, Madrid: Alianza.

Notas

1. Los autores agradecen a Rocío Romero Domínguez sus transcripciones de textos inéditos de los cuadernos de campo

2. Universidad de Sevilla. carmenandreu@us.es

3. Universidad Pablo Olavide. agargar1@upo.es

4. Universidad Pablo Olavide. jfojeriv@upo.es

5. Universidad Pablo Olavide. fjtorgut@upo.es