La Ayuda Oficial al Desarrollo española
en Guinea Ecuatorial: un análisis crítico

José Manuel Maroto Blanco1

Recibido: 06/12/2013 | Aceptado: 10/03/14

Resumen

Este trabajo analiza la evolución de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) otorgada de manera bilateral por parte de España a Guinea Ecuatorial en los últimos años. Pretendemos que el análisis de su dinámica en términos absolutos y relativos así como la determinación de los sectores de inversión más beneficiados por las ayudas, nos den las claves para tratar de conocer si están incidiendo en los principales problemas que padece la población guineana. Justifica nuestro interés la constancia, que se deriva de las fuentes oficiales disponibles más fidedignas, de que la sociedad guineana está muy afectada por la pobreza y ve sistemáticamente violados sus derechos fundamentales año tras año. Para tratar de conseguir ese objetivo consideramos que es imprescindible relacionar las orientaciones de los planes directores de Cooperación Española con la AOD. De esta manera pretendemos comprobar nuestra hipótesis de que la AOD española no tiene como objetivos prioritarios satisfacer las necesidades inmediatas de los sectores más pobres de la población ni promover un estado democrático y menos corrupto en Guinea Ecuatorial.

Palabras clave: Guinea Ecuatorial, España, Cooperación Internacional Española, Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD), Derechos Humanos (DDHH).

Abstract

Spanish Official Development Assistance in Equatorial Guinea: a critical analysis

This paper analyzes the evolution of Official Development Assistance (ODA) given bilaterally by Spain to Equatorial Guinea in recent years. We intend that the analysis of their dynamics in absolute and relative terms, and the determination of the investment sectors that benefited most from the aid give us the key information to try to know whether they are influencing the main problems faced by the Guinean population. Our interest is justified by the evidence, derived from the most reliable official sources available, that the Guinean society is greatly affected by poverty and that their fundamental rights are systematically violated year after year. In furtherance of this objective, we consider that it is essential to relate the guidance of master plans of Spanish Cooperation with ODA. In this way we intend to test our hypothesis that the Spanish ODA does not have as priorities neither to meet the immediate needs of the poorest sectors of the population nor to promote a democratic and less corrupt state in Equatorial Guinea.

Keywords: Equatorial Guinea, Spain, Spanish International Cooperation, Official Development Assistance (ODA), Human Rights (HR).

Résumé

L’aide publique au développement espagnole à la Guinée équatoriale: une analyse critique

Cet article analyse l’évolution de l’Aide Publique au Développement (APD) donnée par l’Espagne bilatéralement à la Guinée équatoriale au cours des dernières années. Nous avons l’intention que l’analyse de leur dynamique en termes absolus et relatifs, et la détermination des secteurs d’investissement plus bénéficiés par l’aide, nous donnent les clés pour tenter de savoir si elles influencent les principaux problèmes rencontrés par la population guinéenne. Notre intérêt est justifié par la preuve, qui est dérivé des sources officielles les plus fiables, que la société guinéenne est grandement affectée par la pauvreté et la violation systématique de leurs droits fondamentaux année après année. Dans la poursuite de cet objectif, nous considérons qu’il est essentiel de relier les orientations des plans directeurs de la coopération espagnole avec l’APD. De cette façon, nous avons l›intention de tester notre hypothèse que l›APD espagnole n’a pas pour priorité de répondre aux besoins immédiats des secteurs les plus pauvres de la population ni de promouvoir un état démocratique et moins corrompu en Guinée équatoriale.

Mots-clés: Guinée équatoriale, Espagne, espagnole de coopération internationale, l’aide au développement (APD), Droits de l’Homme (RH)

1. Marco teórico

1.1. Debate en torno a la Ayuda Oficial al Desarrollo

La Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) hace referencia a aquellos flujos dirigidos a los países en «vías de desarrollo» o a las instituciones multilaterales por parte del sector público. Estas transacciones deben cumplir los siguientes requisitos: que su objetivo principal sea la promoción del desarrollo económico y social de sus destinatarios y que tenga un carácter concesional, es decir, que incluyan al menos un 25 por ciento en forma de donación (Führer, 1996: 24).

Pese a la fijación del concepto, la AOD ha sido, tanto por su eficacia como por sus objetivos reales, objeto de un intenso debate basado fundamentalmente en dos visiones de pensamiento opuestas: la teoría del interés público, abanderada por el economista y director del Proyecto del Milenio de Naciones Unidas, Jeffrey Sachs, y la teoría de la elección pública, representada en la figura del economista y profesor de la Universidad de Nueva York, William Easterly (Rodríguez, Ramos y Gómez, 2012: 113).

La tesis de Jeffrey Sachs (2005: 346) considera que la «AOD contribuye a arrancar el proceso de acumulación de capital, crecimiento económico y aumento de las rentas familiares» y se debería distribuir, de mayor a menor volumen, en el presupuesto estatal, en la empresa privada y directamente a las familias «principalmente para emergencias humanitarias».

Mediante este hecho, se llevaría a cabo un proceso autosostenido en el que la acumulación de capital acabaría siendo una realidad y sacaría a las familias de la subsistencia. De esta manera, se eliminarían las críticas de aquellos que afirman que la ayuda oficial se concibe como una limosna y no como una inversión real (Sachs, 2005: 347).

El propio Sachs (2005: 373-379) argumenta que es necesario un «pacto global para acabar con la pobreza». Para ello es necesario que los países del Norte se comprometan con todos aquellos Estados del Sur que tengan una fuerte voluntad de ser ayudados. Los países democráticos deberían ser premiados con volúmenes de ayuda mucho mayores que los de los países autoritarios o corruptos.

La dirección que se debe tomar debe pasar por un compromiso que luche contra la pobreza, tanto en el ámbito colectivo como en el individual, así como contrarrestar el papel de EEUU en el mundo y reforzar instituciones como Naciones Unidas (NNUU), el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Mundial (BM) para que, con mayor autonomía, luchen más decididamente por cumplir los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Para ello, es fundamental que los pobres denuncien estas injusticias para presionar a los Estados ricos, que la ciencia se oriente a resolver los problemas de los más desfavorecidos y que el resultado sea fomentar un desarrollo sostenible (Sachs, 2005: 502-505).

Frente a la anterior tesis, tenemos la del profesor William Easterly. Critica el etnocentrismo con el que se plantean estas políticas de ayuda, encaminadas a transformar el conjunto de las sociedades y no a dotar de más oportunidades a los más pobres (Easterly, 2007: 12-13). Considera que los problemas de estas sociedades no deben solucionarse con los grandes planes desarrollados en los países del Norte, sino actuando desde abajo, con las comunidades locales y siendo conscientes de las diferencias de cada sociedad (Easterly, 2006).

En cuanto a su eficacia, considera que no hay ninguna evidencia real de mejora en los países receptores de ayuda, lo que contrasta con el discurso de los grandes agentes de la AOD que apunta en el sentido opuesto (Easterly y Williamson, 2011). Afirma que hay argumentos suficientes para creer que las «políticas sólidas» en los países que reciben ayuda no están directamente ligadas a una mayor eficacia de la AOD (Easterly, Levine y Roodman, 2004).

Entre los grandes problemas destaca que las ayudas no van dirigidas especialmente a los países con los ingresos más bajos, siendo muchos de estos beneficiarios, Estados con gobiernos corruptos y autocráticos, así como se siguen manteniendo ayudas de tipo técnico o en especie, que considera inefectivos (Easterly y Pfutze, 2008: 24). De hecho, hay quien afirma directamente que la corrupción de los receptores no tiene ninguna repercusión negativa sobre el alivio de sus deudas o la ayuda que reciben (Alesina y Weder, 2002: 1136).

Otro de los problemas que sugiere Easterly (2002: 34) es el efecto contraproducente de la excesiva burocratización en torno a la recepción de las ayudas. En primer lugar, considera que las ayudas acaban difuminándose en un mar de burocracia, que controla realmente estos fondos y provoca que las políticas liberales acaben perdiendo el respaldo en los países pobres. Por último, plantea una serie de alternativas que intenten salvar el obstáculo de la burocracia y acaben llegando a los más necesitados como realizar, por ejemplo, transferencias de fondos de ayuda a través de ONGs.

Al margen de estos dos autores, otros investigadores afirman que la AOD repercute en la lucha contra la desigualdad, pero para ello es necesario contar con un plazo largo de tiempo, siendo mucho más relevante el crecimiento económico del país en la consecución de este objetivo (Cuesta, González, Larrú, 2006: 230).

David Llistar (2009) va un paso más allá y desarrolla el concepto de «anticooperación» en contraposición con el de la ayuda al desarrollo. Con ello hace referencia a las decisiones que, nacidas en el Norte, perjudican a las sociedades del Sur. Decisiones que están amparadas por el sistema capitalista, permitiendo que se reproduzcan los «mecanismos de anticooperación» y donde encontramos a los hidrocarburos como uno de los elementos estrella que los promueve (Llistar, 2009: 67).

Otras voces discordantes demuestran que el camino que siguieron países como Gran Bretaña o EEUU para alcanzar el «desarrollo» es completamente distinto al que los países del Norte le dictan a los países en «vías de desarrollo», basados en el libre comercio y olvidando que ellos, en su día, hicieron del proteccionismo un instrumento clave para promocionar sus industrias nacionales (Chang, 2002). Todas las políticas que impiden realmente que fomenten su propia industria interna, los coloca en lo que Watkins denominaba el «staple trapp», es decir, en una situación de profunda dependencia respecto a sus exportaciones (Engelhard, 2004:18).

Otras críticas a la AOD parten de su desatención hacia las mujeres. Así en sus orígenes, las diferencias de género no se consideraron un condicionante en las posibilidades para alcanzar el «desarrollo» (Cirujano, 2005: 28) y no fue hasta la década de los setenta, aunque más concretamente con la IV Conferencia sobre la Mujer en Beijing en 1995, cuando «se promueva con fuerza entre la comunidad de donantes la necesidad de superar la injusticia social con base en el género» (Rodríguez Manzano, 2005: 239).

Sin embargo, no se ha seguido una misma estrategia para ello, sino que se han desarrollado principalmente dos enfoques distintos. El primero de ellos es el de «Mujeres en el Desarrollo» (MED), que considera que una integración de las mujeres en el desarrollo implica la desaparición de las desigualdades de género. Posteriormente se empezó a llevar a cabo el de «Género en el Desarrollo» (GED) considerando que éste último va «un paso más allá» y que se centra «en las diferentes dimensiones que alimentan las desigualdades estructurales» (Espinosa, 2011: 127), que «hace más hincapié en saber de qué situaciones distintas parten hombres y mujeres para el desarrollo de proyectos» (Espinosa, 2011: 134) y «toma en consideración las desiguales relaciones de poder entre hombres y mujeres» (Rodríguez Manzano, 2005: 244).

No obstante, se proclama un discurso que valora el papel de las mujeres en la sociedad «y la necesidad de implementar sus derechos pero sin destinar recursos, ni económicos ni de otro tipo, para poder hacer efectivas esas declaraciones» (De la Cruz, 2008: 270) así como sigue siendo una realidad que el enfoque MED es a día de hoy «el primer enfoque adoptado para abordar las cuestiones relativas a la desigualdad entre mujeres y hombres» (Espinosa, 2011: 130). Todo un déficit cuando todo lo anterior se considera imprescindible para lograr un desarrollo humano sostenible (Häming, 1999: 181).

En el caso concreto del África Subsahariana, existe un amplio consenso en considerar que la AOD ha sido un fracaso (Amin, 1994: 47; Torres, 2001) y, según las instituciones que han intentado buscar una explicación a esta «derrota de la ayuda», se han obtenido conclusiones dispares.

Por un lado, contamos con los análisis tradicionales de las grandes instituciones2 mundiales que explican las razones del fracaso en factores internos de los países pobres tales como el crecimiento demográfico, los desastres naturales, la corrupción y mala gestión del sector público, la inestabilidad política, etc. Otra visión proviene de las consultoras de las instituciones principales que, sin poner en cuestión la acción de los donantes, creen que los fallos radican tanto en la falta de seguimiento de los proyectos y de la coordinación de los donantes como en la poca definición de las prioridades de la ayuda. Sin embargo, opiniones que surgen al margen de la visión oficial denuncian que la ayuda tiene como objetivo abrir nuevos mercados, por lo que mantener regímenes pro-occidentales debe ser una prioridad. Asimismo, afirman que la ayuda aumenta las diferencias sociales, así como las existentes entre campo y ciudad, desorganizando, además, las administraciones locales e ignorando el sector informal. Por si fuera poco, hay investigadores de la rama de la antropología o de la sociología que piensan que no se tiene en cuenta la desconexión que existe entre la ayuda y la sociedad «beneficiada», que llega a percibirla como una imposición occidental, que se inmiscuye en sus concepciones jerárquicas, religiosas, éticas, etc. o quienes la perciben como una ayuda gratuita que no responde directamente al esfuerzo de la sociedad y la desincentiva (Torres, 2001).

Tampoco faltan voces que denuncian el poco protagonismo que tienen los países africanos a la hora de elaborar los planes de ayuda pues, en la mayoría de los casos, su papel se reduce a «ratificar las modalidades de pago» (Mbaye, 2010: 36), e incluso en ocasiones, varios organismos discuten parte de esta ayuda sin la presencia del país «beneficiario» (Torres, 2001: 151).

Gustau Nerín (2011), considera que la cooperación con África acaba en muchos casos convirtiéndose en un negocio lucrativo, plagado de incoherencias y con un marcado carácter etnocéntrico. Asegura que los Estados destinan la ayuda, no donde haya más pobreza, sino donde tengan más intereses económicos reforzando así su propio bienestar. (Nerín, 2011: 103-120). «El desarrollo, pues, se ha convertido en el nuevo opio del pueblo, el mito que da sentido a la sociedad occidental y a todo el resto del planeta» (Nerín, 2011: 202).

1.2. Guinea Ecuatorial: un territorio lleno de contradicciones

Con una superficie de 28.051 km2 y una población de 736.296 personas en el año 2012 (Banco Mundial), Guinea Ecuatorial es un país caracterizado por la pluralidad étnica. En 2012 se consolidó, según datos del BM, como el país con el PIB per cápita por paridad del poder adquisitivo más alto de todo el continente africano, con un total 29.742 dólares. Uno de los motivos fundamentales para explicar este dato tan elevado lo encontramos en la extracción de petróleo y gas natural, que supone más del 90% del PIB de este país. Pese a ello, la tasa de incidencia de la pobreza es del 76,8% (Banco Mundial).

Pese a los datos macroeconómicos, Guinea Ecuatorial ocupa el puesto 136 en el Índice de Desarrollo Humano (IDH) de los 186 de los que se disponen datos. La esperanza media de vida al nacer en 2012 era de tan solo 51,4 años, mueren 121 niños de cada 1000 menores de 5 años (PNUD, 2013b) y el 35% de ellos sufre retraso en su crecimiento (PNUD, 2011). Todo ello, dentro de un contexto político «donde la falta de equidad y justicia son sus verdaderas señas de identidad» (Rondo, 2007: 95). Un gobierno cuya base se sostiene en clanes de la etnia mayoritaria, la etnia fang, y hace de las expresiones culturales de las minorías, un delito (Rondo, 2007: 108). Por ello podemos encuadrar el gobierno de Guinea Ecuatorial dentro de lo que Mbuyi Kabunda (2009: 84) califica como «etnofascismos».

Otros indicadores como el Índice de Transparencia Internacional de 2013, señalan que Guinea Ecuatorial se encuentra en la posición 163 empatada con Guinea Bissau, Chad y Haití con un total de 19 puntos sobre 100, calificación aun peor que la del año 2012. Además, en la Encuesta de Presupuesto Abierto, índice que “clasifica a los países según la trasparencia de sus sistemas e información presupuestaria» (CSER, 2009) de 2012, éste lo coloca como el Estado con el peor indicador posible, un 0 sobre 100. La ausencia de datos sobre ingresos impide elaborar su índice de Gini.

Derivado de lo anterior, consideramos que la AOD en Guinea Ecuatorial debe ser analizada teniendo en cuenta el contexto comentado por dos razones fundamentales. En primer lugar, porque España es el país donante bilateral más importante en este territorio y, en segundo lugar, por la mala situación que padece el país subsahariano.

2. Objetivos, fuentes y metodología de este estudio

En este contexto pretendemos describir cuál ha sido la evolución reciente de la AOD bilateral, es decir, la ayuda que España ha otorgado en calidad de donante a Guinea Ecuatorial. ¿Esta ayuda ha ido dirigida a los sectores más desfavorecidos de Guinea Ecuatorial? ¿Están aumentado los flujos de la ayuda por parte de España en los últimos años para paliar las deficiencias del país? ¿Cuál es la importancia relativa de Guinea Ecuatorial dentro del África Subsahariana en los presupuestos de la AOD?

Cualquier científico que haya tratado de acercarse al análisis de la realidad de los países pobres conoce la gran cantidad de limitaciones que existen para tratar de responder a este tipo de cuestiones, consecuencia entre otras razones de la falta de fuentes con un mínimo de rigor científico. La obra de Abaga, F (1997), que consideramos el trabajo más completo hasta la fecha sobre la cooperación en Guinea Ecuatorial, denunciaba las dificultades con las que se encuentra el investigador para hacerlo sobre este país y para conseguir que la información disponible nos permita conocer su evolución reciente y situación actual. En este caso, se mostraba imprescindible, partiendo del anterior trabajo, conocer y valorar el cambio tan profundo por el que ha pasado Guinea desde la elaboración de la citada obra, mitad de la década de los noventa.

Y es que, efectivamente, en la actualidad Guinea Ecuatorial se ha convertido en un importante exportador de petróleo. El porcentaje de ingresos estatales que proviene del crudo alcanza el 90% y supone el 97% del valor total de las exportaciones, colocándose según datos de 2009 (CIA.World-Factbook, 2013) en el puesto 25 del ránking mundial de exportadores de petróleo, siendo, sin embargo, un país con tan solo 28.051 km² de extensión, algo menos de un tercio de la superficie andaluza. Por ello, la situación actual dista mucho de la anteriormente analizada.

Finalmente, antes de analizar el papel de España en Guinea Ecuatorial, hemos de advertir que para tratar de evitar llegar a conclusiones basadas en fuentes con poco rigor, nos hemos apoyado fundamentalmente en los datos oficiales derivados de los Planes de Cooperación al Desarrollo de España, las estadísticas de organizaciones internacionales más fiables como es el caso del PNUD o el BM, sin olvidar los informes de organizaciones como Central Africa Regional Program for the Environment (CARPE) o Amnistía Internacional, organismos que trabajan, desde sus distintas concepciones del desarrollo, para hacer del mundo un lugar más justo y habitable.

Pese a ello, a día de hoy contamos con series de datos de instituciones como el BM, cuyos valores, en ocasiones, aparecen repetidos a lo largo del tiempo, muestra de la dificultad para obtenerlos. Por otro lado, instituciones como el PNUD no disponen de informaciones fundamentales para conocer la realidad ecuatoguineana, cuestión que contrasta con que otros países con un IDH más bajo, sí los tengan. Lo anterior pone de manifiesto una vez más las limitaciones a los que se enfrentan los estudios de este tipo así como, una serie de obstáculos que no podemos obviar. En primer lugar, la elección de unos indicadores u otros implica un sesgo, pues parten de una idea concreta de desarrollo, y, los propios valores de estos indicadores presentan una realidad, cuanto menos, falseada (Méndez y Molinero, 1984: 48).

3. Resultados

3.1. ¿Qué importancia ha tenido la Ayuda Oficial al Desarrollo española en Guinea Ecuatorial en los últimos años?

Desde que Guinea Ecuatorial proclamara su independencia política respecto a España en 1968, el país africano dependió de la ayuda externa que le proporcionaba su antigua metrópoli, llegando a firmar acuerdos no siempre beneficiosos para ellos. De hecho, en 1969, e inmersos en un ambiente de tensiones, se firmó entre Guinea Ecuatorial y España el «Acuerdo de Cooperación Económica, Comercial y de Pagos» en la que nuestro país se aseguraba mantener un intercambio comercial favorable con la excolonia, «estrangular su economía» y no dejar que el nuevo Estado negociara con otras potencias en condiciones más ventajosas. Tan solo un año después de la firma de este acuerdo, 1970, el país subsahariano ya importaba un 13% más de productos españoles que en el año de la independencia, 1968. (Abaga, 1997: 64-68).

Entre las razones por las que se firmaron, debe destacarse la importancia que tenía el concepto de «Madre Patria», con la consiguiente fe ciega en un país, España, que había sido el medio por el cual Guinea Ecuatorial había entrado en un nuevo escenario internacional, el de los países soberanos. Sin embargo, el proceso lo había visto a través del prisma de un país aislado, lo que era España en aquel entonces. Sus primeros 11 años constituyeron un periodo turbulento para el nuevo estado africano, que vio cómo «lo poco y frágil que se había heredado del periodo colonial» acabó derrumbándose y sumiendo al país en un aislamiento que no le permitió participar en los debates sobre desarrollo de las décadas de los 60 y 70 (Abaga, 1997: 71).

Durante sus primeros pasos como estado independiente también contó con el apoyo de Francia, que ayudó a dotar de importantes infraestructuras al país. El giro hacia el bloque comunista que impulsó el primer gobierno de Macías, tuvo como consecuencia que países como la URSS, China o Cuba tuvieran también un protagonismo especial en la AOD. Tras el golpe de Estado de Teodoro Obiang en 1979, Guinea Ecuatorial necesitó una ayuda exterior mucho más importante que cuando se independizó, de hecho, recibió grandísimos flujos de ayuda debido a su apertura al mercado mundial (Abaga, 1997: 75).

Desde 1993 hasta 2004, por el contrario, los flujos de ayuda sufrieron un importante retroceso. Como se desprende del gráfico nº 1, también disminuyó el porcentaje de la AOD respecto a los Ingresos Nacionales Brutos (INB) del país subsahariano. Guinea Ecuatorial, según datos del BM, pasó de obtener una AOD que representaba el 51% de su INB en 1991 a tan solo el 0,23% en el 2011. El motivo fundamental, sin embargo, no se debe tanto a la disminución de la cooperación sino al hallazgo y a la explotación de yacimientos petrolíferos en el país, que hacen que la AOD tenga un peso relativo mucho menor en su economía.

Gráfico 1. Evolución del porcentaje que ha representado la AOD a Guinea Ecuatorial, respecto
a sus Ingresos Nacionales Brutos entre 1989 y 2011

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Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del Banco Mundial.

Dentro de este porcentaje, el grupo de países miembros del Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD)3 le donan la mayor parte del capital que va destinado mediante acuerdos bilaterales. Por ello, un dato interesante es comprobar la importancia de las ayudas de los miembros del CAD respecto al total de la AOD recibida por el país africano en los últimos años. El gráfico 2 demuestra que es muy alta.

Gráfico 2. Ayuda total que recibió Guinea Ecuatorial y la recibida específicamente
de los miembros del CAD, entre 2004 y 2011

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Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del Banco Mundial.

Como ya hemos mencionado, el papel de España como donante bilateral es el más importante de entre todos los países. El flujo de AOD que España ha facilitado en los últimos años a su antigua colonia, según el BM, ha sido siempre el más alto, salvo la excepción del año 2010, en la que Italia otorgó a Guinea Ecuatorial una cantidad cercana a los 60 millones de euros.

Esto se sustenta en los datos que han sido representados en el Gráfico nº 3, donde además se comprueba que a lo largo de los 4 años, su ayuda es mucho más regular. Llama la atención el caso italiano, cuya cooperación en el año 2010 parece responder más a un plan concreto que a una estrategia de política exterior que se mantenga en el tiempo. En este mismo año, las exportaciones italianas hacia Guinea Ecuatorial aumentaron más del doble, pasando de estar valoradas en 453.759.000 dólares a 963.727.000 dólares (Oficina Económica y Comercial de España en Malabo, 2012). Esta AOD se justifica por el deseo de establecer unas relaciones estables entre ambos países (Gobierno de Guinea E.: 2010).

Gráfico 3. Ayuda Oficial al Desarrollo de los miembros del CAD a Guinea Ecuatorial entre 2008 y 2011

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Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del Banco Mundial.

En cuanto a su volumen total, la AOD española hacia Guinea Ecuatorial ha ido decreciendo desde 2009 hasta 2012. Si atendemos a los planes anuales de cooperación, en el año 2011, la partida de AOD en Guinea Ecuatorial era más elevada que en el 2010. Sin embargo, según los datos del BM, la ayuda final bajó desde 2009 hasta 2011 de manera ininterrumpida. Todo hace pensar que la AOD de 2012 también lo hizo (aunque el BM no nos ofrece en su web datos actualizados) debido a que el volumen de AOD que se planificó para la región del África Subsahariana fue más de cuatro veces menor en 2012 que la cuantía otorgada en 2009 que ascendió a 482,5 millones de euros, siendo en 2012 de tan solo 108. El gráfico nº 4 permite visualizar lo comentado.

Gráfico 4. Comparación entre las previsiones anuales de Cooperación española a Guinea Ecuatorial
y los datos de ayuda bilateral neta que ofrece el Banco Mundial entre 2009 y 2011

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Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del Banco Mundial.

Una vez demostrado que el interés de la AOD española, ya sea utilizando las previsiones españolas o los datos del BM, es el más importante en Guinea Ecuatorial, cabe preguntarnos, ¿qué papel tiene la AOD en Guinea Ecuatorial respecto al resto de países del área subsahariana? Los siguientes mapas y gráficos que hemos confeccionado, demuestran que Cabo Verde y Guinea Ecuatorial son los países de esta zona en donde se hallan los valores mayores de la relación AOD/habitante. Hemos utilizado este indicador ya que sería poco adecuado comparar la AOD absoluta de los distintos países, pues sus características son muy dispares, tanto en el ámbito superficial como en el demográfico. De esta manera, basándonos en los datos de los planes anuales de cooperación de 2009 y 2012 y haciendo uso del dato de efectivos poblacionales que nos proporciona para cada año el BM, se pueden obtener algunas conclusiones de interés. En primer lugar, podemos observar un importante descenso de la AOD en el África Subsahariana que afecta a todos los países (salvo en el caso de Níger, que aumenta). En segundo lugar, podemos corroborar como, pese al descenso que se ha producido, hay dos áreas que han copado en 2009 y 2012 el interés de la AOD española, que son Guinea Ecuatorial y Cabo Verde. En tercer lugar, llama la atención cómo la AOD española no tiene una presencia importante en la totalidad de los países del continente más pobre del mundo; de hecho, de los 46 países que forman el África Subsahariana4, sólo 15 se ven beneficiados por esta AOD y, en un futuro próximo, este número se puede ver reducido ya que, según D. Gonzalo Robles, presidente de la AECID y Secretario General de Cooperación para el Desarrollo debemos ser «más selectivos, hay que entender que hemos estado en demasiados sitios, para que nos entendamos, España ha estado en 50 países en el mundo haciendo cooperación cuando cooperaciones similares a las nuestras, yo diría más potentes que la nuestra, como por ejemplo el Reino Unido, tiene 25 países» (RTVE, 2012), haciendo evidente que los recortes también afectan al ámbito de la AOD.

Mapas 1 y 2. Ayuda Oficial al Desarrollo por habitante de España
al África Subsahariana en 2009 y 2012

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Fuente: Elaboración propia a partir de las previsiones del «Plan Anual de Cooperación de 2009 y 2012
y los datos demográficos del Banco Mundial.

El análisis de la distribución espacial de la AOD española/habitante demuestra que el descenso de la AOD ha sido especialmente intensa en Namibia y Mauritania y, pese a un decrecimiento general, las zonas donde la ayuda ha sido más intensa están en Guinea Ecuatorial y Cabo Verde.

Gráfico 5. Ayuda Oficial al Desarrollo de España a los Países del África Subsahariana
en los que actuó en 2009

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Fuente: Elaboración propia a partir del Plan Anual de Cooperación Internacional Española 2009.
Datos demográficos del Banco Mundial.

Gráfico nº 6. Ayuda Oficial al Desarrollo media por habitante de España
a los países del África Subsahariana en los que actuó en 2012

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Fuente: Elaboración propia a partir del Plan Anual de Cooperación Internacional Española 2012
y datos demográficos del Banco Mundial.

A la vista de los datos representados en los Gráficos n.º 5 y n.º 6, los resultados nos indican lo siguiente:

• La AOD española no ha visto en África Subsahariana un área prioritaria para destinar su ayuda a la cooperación (la AOD bilateral bruta a esta región por parte de España representaba el 26,96% del total) (PACI, 2012b: 23), ya que no sólo ha disminuido sustancialmente su cuantía, sino que además no ha actuado ni en un tercio de los países del área. Las previsiones, pese a ello, no son más halagüeñas y nos incitan a pensar que en el futuro próximo estará reservada a un número menor de países.

• Guinea Ecuatorial es el país en el que los intereses de la AOD española están más presentes, aumentando su peso relativo en la región del África Subsahariana pese a la disminución del volumen total de ayuda bilateral.

• La Ayuda que España otorga de manera bilateral a Guinea Ecuatorial es la más importante que recibe el país, por lo que tenemos un alto grado de responsabilidad ante su éxito o fracaso.

3.2. ¿Cuál ha sido la evolución de la AOD española por sectores de actuación en los últimos años?

Según las previsiones de los últimos planes anuales en cooperación, la AOD de España a Guinea Ecuatorial se ha caracterizado, como se puede comprobar en el gráfico nº 7, por dejar ciertos sectores poco o nada atendidos, además de, como ya nos indica el BM, disminuir año a año.

El análisis de la evolución por años y por sectores de actuación de los euros/habitante que se han destinado en forma de ayuda al país africano, permiten afirmar que los más importantes han sido, sin lugar a dudas, el de la educación y el de la salud.

Gráfico 7. Comparativa en euros por habitante de la Ayuda Oficial al Desarrollo española por sectores de actuación, en Guinea Ecuatorial desde 2009 a 2012

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Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de las previsiones de los planes de cooperación
y los datos demográficos del Banco Mundial.

Parece evidente que un sector como el de la educación deba ser una prioridad en un país como Guinea Ecuatorial, en el que el gobierno invierte, según el último dato del PNUD, el 0,7% del PIB (2013b: 164), y la UNESCO en 2009 denunciaba que sólo el 26,8% de la cantidad correspondiente a ese porcentaje, iba dirigida a la educación primaria. Estos datos se ven agravados cuando observamos que, pese a que Guinea Ecuatorial tiene la segunda tasa de alfabetización más alta del África Subsahariana, el trabajo infantil afecta al 28% de los niños entre 5 y 14 años (PNUD, 2013b: 176); la tasa bruta de matriculación en primaria es la novena por la cola dentro de los países subsaharianos y las de educación secundaria y terciaria son del 27% y 3,3% respectivamente, índices, que en cualquier nivel educativo se clasifican como de «Desarrollo humano bajo» (PNUD, 2013b: 172-173).

Pese a que las estadísticas indican que el número de alumnos por profesor es ligeramente más alto de 27 (PNUD, 2011: 178), investigadores como Agustín Velloso Santisteban, profesor de la UNED, denuncia que «hay aulas con más de 80 alumnos» u organismos como el CESR, critican que, pese a que la educación primaria sea un derecho contemplado en la Constitución, se cobra para cursarla (2009: 2). Tampoco es un dato esperanzador saber que menos de la mitad del profesorado está capacitado para ejercer la profesión (PNUD, 2013b: 172).

La AOD que España destina en el mundo a la educación primaria ha recibido en el trienio 2007-2010 un protagonismo mucho mayor al que le otorgaba con anterioridad (Alboan, 2012), en que no era una prioridad básica (Rodríguez, 2005; Ortega, Hernández y Torres, 2006). Debemos recordar que uno de los derechos universales y objetivo del Milenio es «Lograr la enseñanza primaria universal» (NNUU, 2013).

Pese a ello, en la «XI Comisión mixta Guinea Ecuatorial-España de Cooperación para el desarrollo 2009/2011», de las cinco líneas de actuación que se proponen para la educación, sólo una de ellas atiende a la educación primaria, en la que España se compromete en la formación de personal en general, entre la que se incluía a los maestros. Las cuatro líneas restantes se involucran solamente en el ámbito universitario, al cual accede un porcentaje mínimo de la población.

Ciertamente parece que la «Educación Primaria» debería tener una atención más importante tanto para el gobierno ecuatoguineano como para la cooperación española. Sin embargo, no podemos olvidar la existencia de problemas estructurales del país como son la escasa libertad de expresión, la falta de material escolar, la poca regulación de las becas o el nulo respeto a la diversidad cultural (Dyombe, 2009). Por ello, España debe promover una educación primaria de calidad que facilite el acceso a la educación secundaria y universitaria, claves estas últimas etapas, en la formación de los nuevos ciudadanos. La educación en libertad es el motor para que la ciudadanía pueda asumir los retos futuros, aminorando uno de los principales medios de control social con el que cuenta la dictadura, la enseñanza. Por otro lado, si aceptamos que la inteligencia se construye afrontando los problemas que surgen en nuestro entorno, debemos reflexionar si una educación que excluye a la mayoría de las formas culturales existentes y no tiene en cuenta los retos cotidianos a los que se tiene que hacer frente, es una educación que va por el buen camino o por el contrario, es una imposición que no solo viene desde fuera, sino también promovido desde las capas más altas del poder interno.

El siguiente sector en el que España colabora en mayor medida es en el de la «Salud y salud reproductiva». La situación en Guinea Ecuatorial no es nada positiva en este aspecto. El número de infectados por el VIH aumenta de manera lenta pero constante a lo largo de los años según BM, hay sólo un médico por cada 3.300 habitantes, más de 500 personas fallecen al año por paludismo y en él, encontramos la mayor proporción de niños menores de un año que no se han vacunado nunca del sarampión, de la difteria, o del tétanos, datos sólo superados por Somalia y República Centro africana. Otros datos demoledores los proporciona UNICEF. Tan solo 1/5 de los niños con menos de 5 años que padecen diarrea reciben sales de rehidratación oral en el medio rural ecuatoguineano (2013: 145), siendo éste, el que alberga a más del 60% de la población y, siendo la malaria, la causa por la que mueren más niños. Sólo el 1% de los pequeños duerme con mosquiteras tratadas con insecticidas, y ni la mitad recibe medicinas antipalúdicas (2013: 109).

El gasto del gobierno en salud en un país en donde la esperanza media de vida es de 51,4 años5 (PNUD, 2013b: 146), representa tan sólo el 4% del PIB. A lo anterior hay que añadir que tan sólo el 2,61% va destinado al sector público, mientras que el 1,33% restante se destina al sector privado (Banco Mundial). Ello deja patente que 1 de cada 3 euros va destinado a un sector al que accede poca población, y que es considerado por muchos disidentes como un negocio directo del dictador. La acción de la cooperación en este apartado ha sido en los últimos años muy bien valorada. Las acciones más destacadas por parte de la ayuda española son, por ejemplo, el convenio de la AECID con la Federación Española de Religiosos Socio sanitarios (FRS), que ha luchado por la asistencia socio-sanitaria, y por mejorar las «actividades de capacitación de profesionales y de la población», fortaleciendo así el sector público sanitario. También ha habido acciones en favor de la lucha contra las principales endemias, para mejorar la gestión y el gobierno de los hospitales y para la mejora de la higiene hospitalaria (Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación, 2013) .

Pese a ello, existen críticas al sistema de salud ajenas a los organismos oficiales de Guinea Ecuatorial y de España. Manuel Cascón Lauzirika, médico de Bata, confirma que se han dado pasos adelante en esta materia, pero denuncia los favoritismos y abusos que existen en la sanidad, y opina que el país tiene suficientes recursos como para tener un nivel sanitario que sea un ejemplo para el contexto africano (Cascón, 2006), recordemos que el PIB per cápita es el más alto de toda África. Otra voz crítica proviene de Wenceslao Mansogo Alo, activista pro Derechos Humanos, miembro del partido de la oposición Convergencia para la Democracia Social (CPDS) y médico de una clínica privada. Este señor fue destituido de su cargo dentro de la sanidad pública en Guinea por sugerir que los expertos de este sector debían demostrar sus aptitudes para ejercer la profesión. Además, denunció en 2011, por medio de la organización EG Justice que lo que existe en el país subsahariano es una verdadera desorganización sanitaria, cuyas líneas de actuación están marcadas por los acuerdos externos del país o propuestas personales del presidente Obiang. Por si ello fuera poco, asegura que las nuevas clínicas «funcionan como entidades privadas del presidente» (Mansogo, 2011), mientras han sido financiadas por fondos públicos. Mansogo pasó 4 meses en la cárcel.

Lo que parece evidente es que existen problemas de fiabilidad de los datos sobre sanidad. A veces los informes nos muestran datos que provienen de encuestas poco representativas o incluso existen numerosas dimensiones de estudio sanitario en los que ni el PNUD, ni el BM ni otras organizaciones tienen la capacidad de ofrecernos ningún tipo de valores. España debería intentar mediante la AOD, obtener informaciones más fiables que nos hicieran saber dónde están los problemas más graves en Guinea Ecuatorial y apoyar más decididamente, no solo la prevención de enfermedades o la profesionalización de médicos/as o enfermeros/as, sino también invertir en el sector «Agua», cuya calidad está íntimamente ligada con la salud de los ecuatoguineanos. Éste es uno de los grandes déficits de la cooperación española.

En el gráfico número 7 puede observarse como en los últimos tres años, España no ha colaborado en este sector (según las previsiones), cuando estamos ante un país en el que solo el 51% de la población tiene acceso a agua potable, siendo el agua no potable una fuente inagotable de enfermedades y contagios. Este valor se ve mucho más agravado en el medio rural, que es más sensible a las enfermedades y en el que solo el 42% de la población tiene acceso a ella en condiciones adecuadas (Banco Mundial).

Sin embargo, han existido actuaciones como la de FRS (2011: 1) que en el periodo de 2008-2011 han llegado a construir hasta 55 pozos aunque su eficacia sobre el terreno ha sido duramente criticada (Nerín, 2013). Por otro lado, la «XI Comisión mixta Guinea Ecuatorial-España de Cooperación para el desarrollo 2009/2011» muestra que la atención a este recurso va más encaminada al «adecuado uso del agua y para el mantenimiento y gestión de los sistemas de agua, saneamiento y depuración». Sin duda habría que hacer de este tema una política prioritaria, ir más allá del «mantenimiento y gestión», para aumentar el número de personas con acceso a agua potable, ya que con ello disminuiríamos las infecciones y contagios producidos por el consumo de agua no potable.

Otro sector al que España le otorga poca importancia es al de «Medio Ambiente», de hecho, no ha invertido ni un euro en él en el periodo 2009-2012. Si partimos del hecho de que el sistema económico internacional obliga a los países pobres a explotar intensamente sus recursos naturales para poder sobrevivir (Sutcliffe, 1992), no resultaría extraño pensar que el nivel de agotamiento de los recursos en Guinea Ecuatorial fuese alto. Sin embargo, el BM asegura que de los más de 300.000 barriles/día que extrae el país, utiliza para su consumo interno poco más de 2.000 y que el PNUD lo considera como el país del mundo con el índice mayor de «Agotamiento de los recursos»6 superado solamente por el Congo. De lo anterior se deduce que parece necesaria establecer una nueva estrategia de actuación, máxime cuando ni los beneficios del sector de los hidrocarburos recaen sobre la totalidad de la población, y cuando este sector «no crea empleo para la mayoría de la población activa» (Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, 2004), ni tampoco para una parte significativa.

Otro de los problemas del país respecto al medio ambiente es que, ya desde 1997 se planificó una idea de «desarrollo» en el que el sector de las infraestructuras prevalecía sobre el ambiental. Éste se consideró como la llave para alcanzar el desarrollo. Partiendo de un problema de base, a ello hay que añadirle otras innumerables carencias como la deficiente coordinación institucional entre el sector público y privado, la falta de un marco normativo adecuado o el déficit de información con el que cuentan las autoridades para plantear líneas de actuación en pro del medioambiente (PNUD, 2013b: 21).

Además, todos los espacios naturales protegidos han mostrado deficiencias en numerosos aspectos como en la falta de protección legal, en las pocas o nulas actividades de conservación que se llevan a cabo, en la sobreexplotación de recursos por la caza, la pesca o la tala de árboles. El Monte Alén es considerado el primer lugar donde se llevaron a cabo actividades de conservación que, sin embargo, han perjudicado a las poblaciones que viven de la economía de subsistencia de dicho espacio (CARPE, 1998: 57) y la cooperación española afirma que «la debilidad institucional lleva a una escasa o nula gestión y control de las actividades», así como «la insuficiencia de recursos humanos especializados en medio ambiente, la falta de sensibilización entre la población y la inexistencia de plantas de residuos sólidos contribuye negativamente a la conservación del medio ambiente» (PAE Guinea Ecuatorial, 2006: 8).

Tanto la AOD española como el gobierno ecuatoguineano demuestran una falta de interés por el medioambiente. La AOD debería prestar una atención mayor a este sector ya que un desarrollo económico que conlleve un agotamiento de los recursos daña el bienestar futuro (Martínez Alier, 1992: 47) y, entra en contradicción con el desarrollo de las generaciones futuras.

Si valoramos el sector de actuación «Instituciones de igualdad de las mujeres», debemos reconocer que ha sido poco atendido. Bien es cierto que existen o han existido programas como VITA que han puesto su acento en la salud materna e infantil u orientaciones dirigidas a mejorar el acceso a la educación para las niñas (Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, 2004). Sin embargo, aunque en el Art. 5 de la Constitución ecuatoguineana se establece «la igualdad entre el hombre y la mujer», o el Art. 15 «Cualquier acto de parcialidad o de discriminación debidamente constatado por […] sexo […] es punible o castigado por la ley»7, lo cierto es que la realidad de la mujer en este país es la del sometimiento, en la mayoría de los casos, a un sistema patriarcal en el que no tiene capacidad de decisión propia. Anastasia Nzé Ada presidenta de la ONG «Igualdad y Derecho en África», señalaba en diciembre de 2011 «que son difíciles las condiciones de vida y de trabajo para la mujer ecuatoguineana», aunque opinaba que los políticas del gobierno van por buen camino (Gobierno de Guinea E., 2011). Sin embargo, Naciones Unidas consideró que no se habían obtenido los resultados previstos en materia de Igualdad pese a los numerosos avances y a programas destinados a paliar las desigualdades de género. Entre las quejas más llamativas, destaca que numerosas costumbres tribales hacen menos accesibles el disfrute de los Derechos Humanos a las mujeres, que aún persisten los matrimonios con dote (aunque están disminuyendo hasta ser casi inexistentes en el medio urbano) y que la prostitución, que está aumentando, ha cogido por sorpresa al gobierno, siendo un claro indicador de la pobreza femenina, del machismo que impera en esa sociedad y el escasísimo acceso de las mujeres a la educación o al desarrollo humano (NNUU, 2011).

Estrategias y programas que luchan para acabar con el analfabetismo femenino, el aumento de las mujeres en los poderes públicos (aunque disminuyen en los puestos de máxima responsabilidad como en el parlamento) o el apoyo técnico y financiero del MINASPROM8 a las mujeres rurales son pequeños pasos por la consecución de una igualdad de género que aún queda muy lejos (Nzang, 2008).

España debería apostar más por la igualdad en las relaciones de género a sabiendas de que esta igualdad no solo debe consolidarse de forma legal, sino de forma real, y más aún cuando en el espacio subsahariano los problemas en este aspecto son «bastante numerosos y difíciles de salvar» (Vieitez, 2010: 282).

Otro sector de actuación polémico es el de «Gobierno y sociedad civil». No debemos olvidar el marco poco democrático con el que cuenta Guinea Ecuatorial, en el que no existe libertad de voto, se falsean los censos, etc. (Campos, 2011: 98). La disminución del porcentaje de ayuda a la sociedad civil, definida por el AECID como «grupos organizados y asociaciones que gozan de autonomía en su relación con el Estado y que están formados voluntariamente por miembros de la sociedad para proteger y difundir sus intereses…», nos pone en tela de juicio sobre si realmente el Estado español tiene un verdadero interés por propiciar un cambio en las estructuras de poder y toma de decisiones en el país subsahariano. Nos llama la atención que las partidas destinadas a este sector en el periodo 2002-2007 ya hubieran sido criticadas siendo proporcionalmente eran bastante más elevadas que en este periodo que analizamos (Larrú, 2009: 273).

El que la partida a «Otras infraestructuras y servicios sociales» hayan aumentado en 2012 respecto al año anterior, es un dato curioso en un país en el que la mayoría de clínicas y hospitales están en la pequeña isla de Bioko, donde se encuentra la ciudad de Malabo y, donde desgraciadamente, hay solo un centro de salud por cada 11.267 habitantes (NNUU, 2011: 28), a sabiendas, como hemos expuesto antes, de las deficiencias en sanidad. Otorgar un porcentaje mayor de la AOD a infraestructuras que no entran dentro de los espacios de «Salud y salud reproductiva», «Educación» o «Agua» entre otros, parece un despropósito ante las necesidades inmediatas de los habitantes más desfavorecidos de Guinea ecuatorial.

Otros sectores que en el último año de 2012 han tenido una presencia mínima han sido los de «Sectores productivos» y «Acciones de carácter multisectorial» en los que no se incluye al «Medio ambiente», siendo en ambos de solo el 0,1% (PACI, 2012: 76).

Frente a la AOD de España, en constante decrecimiento, destaca como en los últimos 10 años ha aumentado la presencia empresarial española en el país africano. Ya en 2003, Repsol se hizo con el 25% de la explotación de una zona rica en petróleo de 689 km de extensión. A ello se le unieron acuerdos de condonación de deuda para promover el aumento de empresas de nuestro país en Guinea Ecuatorial. Nombres como el de Repsol, Unión Fenosa, Supermercados Santy, Martínez Hermanos, ENBASA, se refieren a empresas que operan de manera significativa en Guinea Ecuatorial (Campos 2011: 117).

También es muy revelador el constante incremento del comercio entre Guinea Ecuatorial y España. Utilizando datos de la Oficina Económica y Comercial de España en Malabo, nuestro país se ha convertido en el principal proveedor de importaciones del país de Obiang, pasando de 194 millones de euros en 2009 a 269 millones en 2011, superando a EEUU en ese lapso de tiempo. Entre las exportaciones españolas más importantes destacan «Tecnología industrial», «Otras bebidas alcohólicas», «Industria auxiliar mecánica y de la construcción» y «Hábitat» que suponen más del 65 % del total de las 22 primeras exportaciones.

En cuanto a las importaciones desde Guinea Ecuatorial, la evolución de su volumen también ha sido positiva. En 2009 España importaba productos por valor de 458 millones de euros y en 2011 esa cifra era ya de más de 1.361 millones. Entre las importaciones más destacadas tenemos a «Medio Ambiente y producción energética» que, atendiendo a los datos del Ministerio de Economía y Competitividad actualizado a junio de 2013, suponen el 97,6% del valor de las importaciones totales en esta partida.

Llama la atención que, mientras el dinero de la AOD disminuye, aumenta el de las importaciones y exportaciones al país ecuatoguineano, dejando patente una clara dependencia tecnológica e industrial de Guinea Ecuatorial. Sin embargo, esta dependencia tecnológica no se traduce en una balanza comercial positiva de España con Guinea Ecuatorial, sino que la diferencia entre el valor de las importaciones y las exportaciones aumenta de manera exponencial año tras año (Ministerio de Economía y Competitividad, 2013).

Además, Guinea Ecuatorial parece estar condenada a asumir la función que tuvieron las colonias a lo largo de toda su historia: servir como lugares de suministro de materias primas a los países del Primer Mundo (Chang, 2004). Ello llama aún más la atención cuando observamos que el país ecuatoguineano necesita, aun así, comprar fuera de su territorio materias primas alimenticias para poder vivir, debido a la existencia de una agricultura orientada al mercado como es el caso de monocultivos como el cacao que hacen imposible que el país se dote de sus propios alimentos y que el beneficio de su agricultura de exportación sea acaparado por un sector muy pequeño de la población (Abaga, 1997).

Los resultados que podemos sacar de este apartado son las siguientes:

• Guinea Ecuatorial tiene recursos suficientes para mejorar las condiciones de vida de su población, aunque, a día de hoy no dirige todos sus esfuerzos a sacar a su sociedad de la miseria.

• La AOD española supone una cantidad mínima dentro de los ingresos del Estado y además su cuantía ha disminuido en valores absolutos. Además, no se mantiene estable a lo largo de los años estudiados, ni mantiene un volumen de ayuda homogéneo en los distintos sectores de actuación sobre los que interviene.

• Hay sectores en los que España debería concentrar más sus esfuerzos como son «Educación primaria», «Instituciones de igualdad de las mujeres», «Agua» o «Medio ambiente» entre otras. Es necesario hacer de ellas políticas prioritarias por el impacto que tendrían para los más necesitados y para las generaciones futuras.

• Pese a la existencia de la AOD y, valorando los datos, da la sensación que las relaciones entre España y Guinea Ecuatorial se estrechan cada vez más debido al comercio internacional y a la inversión privada, que por las estrategias de cooperación públicas españolas, cuyos objetivos, deberían buscar más «el bienestar de la sociedad en su totalidad».

3.3. Las orientaciones del «Plan Director de la Cooperación Española 2013-2016» aplicadas al caso de Guinea Ecuatorial.

El Plan Director de la Cooperación Española 2013-2016 muestra la AOD como «una expresión clara de ese empeño de los españoles por acompañar los esfuerzos de nuestros países socios para avanzar en su desarrollo y, en general, por construir una globalización más justa y solidaria» (Plan Director de Cooperación Española 2013-2016, 2012: 16).

Las orientaciones de esta ayuda, por tanto, son las líneas maestras por las cuales debe girar cualquier proyecto de cooperación que emane del seno de la sociedad española. Pese a las buenas intenciones y palabras con las que se nutren los documentos de cooperación realizados, nos parece conveniente contrastar la información con la que contamos en referencia al país objeto de estudio (Guinea Ecuatorial), con las dos primeras orientaciones de la cooperación, Tabla nº 1, y conocer si realmente se están llevando a cabo o, por el contrario, no quedan sino en papel mojado.

Tabla 1. Orientaciones de la Cooperación Española 2013-2016

ORIENTACIONES DE LA COOPERACIÓN ESPAÑOLA 2013-2016

1

Consolidar los procesos democráticos y el Estado de derecho

2

Reducir las desigualdades y la vulnerabilidad a la pobreza extrema y a las crisis

3

Promover oportunidades económicas para los más pobres

4

Fomentar sistemas de cohesión social, enfatizando los servicios sociales básicos

5

Promover los derechos de las mujeres y la igualdad de género

6

Mejorar la provisión de Bienes Públicos Globales y Regionales

7

Responder a las crisis humanitarias con calidad

8

Construir una ciudadanía global comprometida con el desarrollo

Fuente: Plan Director de Cooperación Española 2013-2016, p. 16.

La primera orientación que aparece en el «Plan Director de la Cooperación Española 2013-2016» de nuestra cooperación es «Consolidar los procesos democráticos y el Estado de derecho». Sin embargo, todas las elecciones en el país subsahariano que se han llevado a cabo en el siglo XXI han estado salpicadas por el fraude y la corrupción. De hecho, «las elecciones legislativas y municipales de 2008 dejaron un resultado escandalosamente irreal» obteniendo el partido del gobierno «de los 100 diputados, 99» (Sant Gisbert, 2008: 64-65). En estas elecciones se practicaba el voto público, en algunos lugares no había papeletas de los miembros de la oposición e incluso hubo detenciones a interventores de otros partidos políticos.

La propia dictadura de Teodoro Obiang prohibió la entrada de periodistas extranjeros, viajar en coche durante la semana de las elecciones e incluso cerró varios colegios electorales (El País, 2012). Por si fuera poco, más reciente nos queda el triunfo del partido del gobierno el 26 de mayo de 2013. Cualquier periódico se ha hecho eco de la fraudulenta y aplastante victoria de un Teodoro Obiang que no ha parado de ganar pese a que, según algunos medios, hasta el 75% de la población vive bajo el umbral de la pobreza (ABC, 2013). Estas elecciones pasadas han sido consideradas un fracaso hasta por los Estados Unidos y las denuncias de las elecciones anteriores se han repetido en esta ocasión.

Ante esta situación y poniéndola en relación con «la consolidación de procesos democráticos» llama la atención que el Plan África 2009-2012 no hiciera del apoyo a la democracia una acción principal de la política española en Guinea Ecuatorial (Campos, 2011: 117) cuando sí lo hizo en su origen (De Miguel, 2002: 224). Con estos datos, podemos afirmar que se está tendiendo a una profunda desvalorización de la primera orientación de la AOD española aplicada al caso concreto del país ecuatoguineano.

Por otro, tampoco existe una condena firme al denominado «Golpe de la Libertad» de Teodoro Obiang en 1979. Algunos artículos, como el que proviene del Instituto Cervantes, El caso del español en Guinea Ecuatorial (Nistal, 2006: 74), desaprueban en repetidas ocasiones al primer dictador Macías Nguema pero no se observa la misma actitud ante este golpe de Estado, ni ante la figura del presente dictador.

En este contexto, de poco o nada sirven las denuncias de Amnistía Internacional sobre las detenciones de activistas de la oposición el pasado mes de mayo, o la detención de jóvenes universitarios tras las revoluciones árabes en 2011, (Amnistía Internacional, 2013), para que tengan un efecto real sobre las políticas a nivel interestatal.

A la vista de los datos, el problema radica en la inmunidad política que tiene un gobierno no democrático en la escena internacional y que, pese a ser acusado de tener un 0 en el Índice de Presupuesto Abierto del 2012, su dictador ha tenido el honor de que su nombre sea propuesto para bautizar un premio de la UNESCO (2010). Finalmente fue denominado como «Premio Internacional UNESCO-Guinea Ecuatorial de Investigación en Ciencias de la Vida, generosamente promovido por el Presidente Obiang» (Gobierno de Guinea E., 2012: 3).

Por otro lado, el «Plan Director de la Cooperación Española 2013-1016» también consta de una segunda orientación: «reducir las desigualdades y la vulnerabilidad a la pobreza extrema y a las crisis». Las dificultades de acceso al agua potable por una parte muy significativa de la población y el escaso apoyo que el sector de actuación «Agua» recibe de la AOD española, contrastan con esta segunda orientación. De la misma manera, la ayuda a mejorar la situación de las mujeres, nula en el 2012, o el apoyo a «Gobierno y sociedad civil», que podría constituirse en una herramienta para promover una cultura democrática o disminuir malas prácticas como la corrupción, no parecen ser importantes, sobre todo en el contexto en el que nos encontramos.

A ello hay que añadirle una inexistente atención al medioambiente, tanto por la AOD como por el gobierno de Guinea Ecuatorial. Por un lado, se hipoteca el «desarrollo» de las generaciones futuras en el país y, por otro, se desatienden directamente las necesidades inmediatas de gran parte de los ecuatoguineanos. Éstos últimos, o bien no entienden la manera en la que se distribuyen los beneficios de una naturaleza capitalizada, o no comparten que se trate al medio que los rodea con la categoría de objeto y no de sujeto y con un papel imprescindible para la vida humana.

Es una realidad que la situación del país es nefasta en el ámbito de la igualdad. De hecho, pese a tener la renta per cápita mayor de África, sus ingresos, procedentes de los recursos naturales, ha acabado por enriquecer a las élites y a aumentar las desigualdades. Este fenómeno no es ajeno al ámbito de otros estados africanos (Chabal, 2011: 176).

Estas élites son el signo más visible de la desigualdad. Según un documento del Secretario del Tribunal Federal de Primera Instancia del Distrito Central de California fechado el 11 de Junio de 2012, se acusó al hijo del dictador y segundo vicepresidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Nguema Obiang, de corrupción, de blanqueo de dinero y de la posesión ilícita de una mansión en Sweetwater mesa Road en Malibú, un Ferrari 599 GTO o un guante forrado de cristales que perteneció a Michael Jackson. Entre otras cosas, también se denuncia el hecho de haber propuesto acciones ilegales a empresas como «Ocean Energy», a las cuales pagaría cantidades astronómicas con dinero estatal9. También ha sido vox populi las numerosas posesiones de las que el propio hijo de Obiang hace gala y de las numerosas adquisiciones y los problemas que tuvo con la justicia francesa (El País, 2012). Si tenemos en cuenta el dato sobre la pobreza que da la última fuente citada, podemos hacer una valoración de que, mientras el 70 % de los ecuatoguineanos vive con menos de un dólar al día, el hijo del dictador, con un sueldo inferior a los 50.000 euros, tiene un patrimonio que supera los 700 millones.

Por otro lado, parece irónico que algunos cooperantes hayan «heredado algunos espacios de ocio que antaño frecuentaban los colonos como el hotel Bahía de Malabo o el bar Central de Bata» (Nerín, 2011: 36) o de que «cuando una ONG solicita a la Agencia Española de Cooperación una ayuda es necesario que detalle el impacto que puede tener sobre la economía española» (Nerín, 2011:105-106) dejando el componente social en un segundo plano.

Teniendo en cuenta la relación entre los datos existentes y las orientaciones de nuestra AOD las conclusiones a las que podemos llegar son las siguientes:

• Las orientaciones del «Plan Director de la Cooperación Española 2013-2016» ante las cuales todos los españoles debemos responder en la actualidad, no se ajustan fielmente a la actuación llevada a cabo en Guinea Ecuatorial.

• No existe entre las instituciones españolas una condena firme a una situación de injusticia social en el país Subsahariano.

4. Conclusiones y recomendaciones

En este trabajo hemos podido demostrar que la AOD española en Guinea Ecuatorial es la más importante de todas las que recibe el país africano. Sin embargo, sabemos que la importancia relativa de la AOD ha ido disminuyendo en relación a los INB debido a la cada vez más intensiva extracción de hidrocarburos. Ello deja patente que Guinea Ecuatorial tiene el potencial económico necesario para sacar a sus pueblos de la pobreza y la marginación. Echarle la culpa del atraso del país a España sería un error.

La tendencia actual es que la AOD disminuya en los países subsaharianos. Sin embargo, nuestras relaciones con Guinea Ecuatorial están aumentando gracias al comercio exterior. Con ello la relación entre intereses privados (empresas) está aumentando mientras la relación interestatal, que presume de ser pública, disminuye.

Tampoco podemos afirmar que la AOD vaya dirigida a los sectores más desfavorecidos del país africano. Son muchos los campos de actuación que han pasado desapercibidos por nuestra cooperación o han tenido una importancia marginal. Sin embargo, sí se ha actuado en otras esferas que, sin ser actuaciones que podamos tachar de malintencionadas, sí demuestran que el interés de nuestra ayuda deja de lado a los que están inmersos en la pobreza, que constituyen la gran mayoría de la población.

Por último, otra conclusión evidente es que los planes directores de la cooperación no se ajustan a la realidad de la ayuda. Adentrarse en su lectura es entrar en un mundo de buenas intenciones pero mensajes vacíos de contenido, donde no se concretan proyectos ni establecen metas concretas que luchen por la igualdad y la libertad de aquellos que tienen «el privilegio» de ser objeto de la AOD española.

Otros aspectos que se pueden derivar de este trabajo es la variabilidad año tras año del volumen de ayuda que se destina a cada país y a cada sector de actuación dentro de cada Estado. La AOD de España no debería en ningún caso, variar tanto de un año para otro, sino que debería fijarse con cuotas anuales durante varios años con el objetivo de que ninguna ONG o institución se quedara sin poder realizar sus actividades en pro de los derechos humanos. El objetivo final de la AOD debería ser siempre el de la extinción, si ello es la consecuencia de que un país pueda valerse de manera más autónoma y salvaguardando los derechos y libertades de los pueblos a los que representan. Por ello, la AOD debe procurar que los propios países puedan llevar adelante, con sus propios medios, tareas sanitarias, educacionales, medioambientales… y no prorrogar la dependencia externa que en demasiadas ocasiones favorece relaciones basadas en el colonialismo en pleno siglo XXI.

En el caso concreto de Guinea Ecuatorial, un país que tiene recursos suficientes para realizar este tipo de políticas, la AOD debería tener un papel importante en la lucha contra la corrupción, financiando investigaciones, haciendo que los indicadores de corrupción de este país estén estrechamente ligados al volumen de ayuda que recibe, haciendo partícipes de esta tarea a las ONGs y obligando a que el país receptor haga públicos a los beneficiarios de estas ayudas (Larrú, 2009: 275-276).

La AOD, en situaciones como ésta, debería ir dirigida especialmente hacia los más desfavorecidos, pues son las víctimas de la geopolítica mundial y de la situación de corrupción y mala gestión de las élites internas de sus países. Debemos posibilitar, mediante la ayuda dirigida a la educación, la conciencia crítica entre los más jóvenes y que sea la propia sociedad guineana la que conquiste la democracia. La actual situación política de Guinea Ecuatorial no debería contar con el beneplácito de los dirigentes extranjeros, en general, y españoles, en particular. Por esta razón, es injustificable que la AOD apoye a regímenes totalitarios (Massiah, 2009: 59) provocando la poco conveniente situación de que sea la única que actúa contra la desigualdad (Cuesta, González, Larrú, 2006: 230), aunque su lucha contra la desigualdad queda en entredicho a la vista de los resultados expuestos en este trabajo.

Es fundamental combatir y mostrar una posición contraria frente a la anticooperación que «parte de decisiones políticas tomadas en el Norte Global» (Llister, 2009: 59) y eliminar la burocracia financiando directamente ONGs del Sur (Jadot, 2009: 139) haciendo con ello más partícipes a los ecuatoguineanos. Con ello podrá avanzarse hacia una desigualdad menor y con un grado más alto de libertad por parte de las poblaciones autóctonas.

Ni el marco en el que trabaja la AOD es bueno, ni las prioridades de ella, las mejores. En pocas ocasiones se hace partícipe a las poblaciones de los programas de ayuda. Consideramos completamente cierto que el que algo quiere consigue los medios y el que no, solo busca excusas. Por ello debemos luchar por un aumento de la AOD que consiga cubrir los déficits de los países pobres, redefinir las prioridades, democratizar las ayudas, asegurándonos que sean las personas más desfavorecidas socioeconómicamente las más beneficiadas y propiciando que a medio plazo se reduzca la dependencia de los países pobres. El objetivo de la ayuda debería estar ligado al de su propia extinción, si ello significa la consecución de una serie de objetivos que posibiliten a los pueblos «ayudados» poder gozar de libertad, igualdad y autonomía. Solo mediante una mayor independencia económica podemos hablar de una real independencia política. Estos consideramos que deben ser los ejes fundamentales que debe asumir la AOD.

En la misma línea de Easterly y Pfutze (2008: 24) respecto a la poca fiabilidad de los datos en determinados aspectos de la cooperación, debemos añadir que esta deficiencia va más allá en el caso de Guinea Ecuatorial, como demuestra la escasez de datos con los que dispone el PNUD para este país. De este trabajo, por tanto, se deduce la falta de un adecuado estudio de análisis y diagnóstico que pueda detectar los verdaderos problemas, debilidades, fortalezas y oportunidades del Estado subsahariano, cuestiones claves para avanzar en el diseño de una política de AOD más acorde con los intereses generales de sus habitantes.

Por último y, ante el conocimiento de que «la opinión pública no alcanza a conocer los objetivos de la AOD y los esfuerzos en conseguirlos», (Unceta y Gutierrez-Goiria, 2012: 4) creemos que es hora de poner el tema de la Cooperación al Desarrollo en la primera línea del debate político. Los fondos de la AOD son públicos. Lo que se hace con ese dinero se hace en nombre de todos los españoles y por ello, toda la sociedad debería ser consciente de cuáles son las prioridades con las que nuestros gobiernos los utilizan y qué impacto real genera en los países de destino. Tenemos la posibilidad de liderar una nueva forma de ayuda que se preocupe realmente por las poblaciones más desfavorecidas y sea enemiga de crear dependencia. De no ser así, parece necesario redefinir un concepto que no debe ser el más apropiado cuando satisface al mismo tiempo «al rico y al pobre, al Norte y al Sur» (Latouche, 2004).

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Sobre el autor

José Manuel Maroto Blanco

Estudiante de 4º del Grado de Historia (Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Granada (UGR)). Becario de Iniciación a la Investigación de la Universidad de Granada, adscrito al Departamento de Historia Contemporánea. Para la realización de este artículo ha sido fundamental la Beca de Iniciación a la Investigación concedida por el Vicerrectorado de Política Científica e Investigación en el año 2013. Su último trabajo, publicado en 2011, fue:
El desierto de Tabernas, un subdesierto cálido con grandes potencialidades turísticas, en Ortega Santos, A. y Molina Aguado, A. (eds.) Oasis. Agua, biodiversidad y patrimonio.

Notas

1. Becario de Iniciación a la Investigación de la Universidad de Granada, adscrito al Dpto. de Historia Contemporánea. E-mail: jmmaroto@correo.ugr.es

2. Instituciones como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial.

3. Los países que forman parte del CAD son: Alemania, Australia, Austria, Bélgica, Canadá, Dinamarca, España, Estados Unidos, Finlandia, Francia, Grecia, Holanda, Irlanda, Italia, Japón, Corea del Sur, Luxemburgo, Noruega, Nueva Zelanda, Portugal, Suecia, Suiza, Reino Unido, aparte de la Comisión Europea.

4. La región del África Subsahariana está formada por: Angola, Benín, Botsuana, Burkina Faso, Burundi, Cabo Verde, Camerún, Chad, Comoras, Congo, Costa de Marfil, Eritrea, Etiopía, Gabón, Gambia, Ghana, Guinea, Guinea-Bissau, Guinea Ecuatorial, Kenia, Lesoto, Liberia, Madagascar, Malaui, Malí, Mauricio, Mauritania, Mozambique, Namibia, Níger, Nigeria, República Centroafricana, República Democrática del Congo, República Unida de Tanzania, Ruanda, Santo Tomé y Príncipe, Senegal, Seychelles, Sierra Leona, Sudáfrica, Sudán del Sur, Suazilandia, Togo, Uganda, Zambia, Zimbabue. PNUD (2013b).

5. De 186 países, la esperanza de vida en Guinea Ecuatorial sólo es más alta que en la Rep. Dem. del Congo, Mozambique, Chad, Rep. Centro Africana, Burundi, Sierra Leona, Guinea Bissau, Afganistán, Zambia, Lesoto y Suazilandia.

6. «Agotamiento de los recursos naturales: expresión monetaria que se refiere al agotamiento de la energía, los minerales y los recursos forestales, expresada como porcentaje del ingreso nacional bruto (INB) total» (PNUD, 2013b: 193). Guinea Ecuatorial basa su economía en la exportación de materias primas como los hidrocarburos, el cacao o la madera ofreciendo, además, escasas alternativas a esta sobreexplotación del medioambiente.

7. Ley Fundamental de Guinea Ecuatorial. Nuevo texto de la Constitución de Guinea Ecuatorial, promulgada oficialmente el 16 de febrero de 2012. Con los textos de la Reforma Constitucional aprobados en referéndum el 23 de noviembre de año 2011.

8. El Ministerio de Asuntos Sociales y Promoción de la Mujer (MINASPROM) tiene como misión estimular y potenciar las acciones emprendidas desde el aparato estatal para la promoción de la mujer en Guinea Ecuatorial.

9. Causa 2:11-cv-03582-GW-SS Documento 50 Radicado el 11/6/12 Página 1 de 121 ID de página nº 380. Tribunal de distrito de los Estados Unidos para el distrito central de California. Núm, CV 2: 11-3582-GW-SS. Hon. George H. Wu. Segunda demanda enmendada verificada por decomiso in rem, pp. 1-12.