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Autores/as

  • Juan Antonio Cámara Serrano Departamento de Prehistoria y Arqueología. Universidad de Granada
Vol. 19 (2009), Monográfico, Páginas 7-9
DOI: https://doi.org/10.30827/cpag.v19i0.182
Recibido: Jan 5, 2013 Publicado: Jan 5, 2013
Cómo citar

Resumen

Podemos hablar de que existen diversas aproximaciones a la relación entre Ideología y Arqueología, siendo dos las fundamentales, la primera tiene que ver con la relación entre el Conocimiento y su uso social, o sea la relación entre la práctica científica y la Ideología, entendiendo ésta no sólo en sus aspectos peyorativos sino en todas sus implicaciones (Eagleton, 2005:48-50) que tienen que ver con la conceptualización (idealización incluso hasta el enmascaramiento y el engaño) de las condiciones materiales de la existencia (Eagleton, 2005:188, 231, 234; Scarduelli, 2007:277) y la segunda con el estudio de las ideologías del pasado. De hecho la Ideología existe en todas las sociedades humanas, aunque varía en relación con el grado de jerarquización alcanzado (y la necesidad de enmascaramiento) y en las clasistas adquiere ciertas especificidades de sometimiento, aceptación de la exacción y cualificación para las tareas encomendadas (Therborn, 1987:14-15).

En el primer aspecto hay que decir que la representación (ideológica) es también parte de la realidad (Gramsci, 1993:75) e incluye parte de “verdad” pero a veces con inversiones (Bourdieu, 2002:88, 151). La Ideología no es simplemente una mistificación, y, en este sentido, para poner en cuestión una Ideología específica resulta más fácil luchar contra las condiciones que crean su auge que intentar desmontarla haciendo ver sus enmascaramientos y contradicciones (Gramsci, 1993:11, 70, 103; Eagleton, 2005: 55, 103, 111, 143, 213, 236, 284). Sin embargo creemos que los investigadores no pueden permanecer impasibles ante el uso de la ciencia que no puede ser neutral (Harvey, 1977), al tener como objetivo incrementar el dominio y la comprensión de su medio ambiente por el hombre, convirtiéndose a menudo en el instrumento de la explotación (Marcuse, 1986:85).

Naturalmente la Historia siempre ha servido para justificar el presente (Given, 2004:4; Fernández, 2006:19) y, como arma ideológica, para perpetuarlo en el futuro, pero aquí estamos hablando de la propuesta de un futuro diferente. En este marco las críticas a la justificación no deben conducir a pretender un uso de la Historia para rastrear simplemente las diferencias con las épocas pretéritas (Lecaldano, 2008:53; Manacorda, 2008:10), dado que en primer lugar ello supondría prácticamente reducir ésta a un plano ejemplificador, olvidando las conexiones reales pasado-presente, y en segundo lugar impediría ver cómo funcionan los mecanismos de explotación en otras sociedades, cómo se perpetúan en la nuestra, y las formas en qué se intenta evitar cualquier regulación comunitaria. Al final las propuestas de énfasis en las diferencias lo que implican es que nuestra sociedad no sólo es sustancialmente diferente de las que la precedieron sino que sus componentes son irreductibles a aquéllas, con lo que la convivencia de modos de producción en una formación social, por la que aquí abogamos, queda rechazada implícitamente por estos planteamientos. Para evitar caer en estas posiciones es por lo que defendemos aquí también la utilidad para la investigación de la Ideología de nuestro presente (y la de nuestra disciplina) del estudio de la Ideología del pasado, aunque este análisis indudablemente esté condicionado por nuestras propias circunstancias históricas.

Las manipulaciones aparentente más fáciles de identificar, aunque esto no sea totalmente cierto como demuestra el artículo de G. Ruiz Zapatero (este vol.), se localizan en el ámbito de la divulgación (o de la docencia si damos un paso más hacia la difusión del conocimiento y su asimilación en los ámbitos no meramente científicos). Quizás aun más difícil de ver es como lo que se está comunicando son esquemas que facilitan (inventan) la cohesión y la exclusión como aspectos contrapuestos de una identidad que es siempre construida (Malighetti, 2007:7), incluso con invenciones de la tradición (Montanari, 2000:66; 82-84, 91; Giannuli, 2009:302-303).

Aunque el esquema de este libro pretendía que, ambos aspectos, uso “ideológico” actual de nuestra disciplina y análisis de la Ideología del pasado, se presentaran claramente separados al lector, los artículos finalmente presentados a menudo se ocupan de ambos temas (Bueno y Balbín, este vol., Cámara y Molina, este vol., Spanedda, este vol.), siendo significativo que si uno de los aspectos tratados tiene que ver con el uso sesgado de los datos o la excesiva generalización como bases para la afirmación de determinados presupuestos, otro tiene una fuerte relación con la discusión anterior, la proyección de determinadas actitudes, religiosas (críticas en Bueno y Balbín, este vol., Spanedda, este vol.) a las comunidades del pasado, siguiendo la nunca probada idea de que la “religión” es un fenómeno “universal” (p. ej. Bataille, 1991; Eliade, 2007) (olvidando incluso las diferencias históricas en este tipo de manifestaciones que implican la creencia en seres sobrenaturales).

Otros artículos, aun centrándose en el segundo de los aspectos, el uso de la Ideología en las comunidades del pasado, no olvidan que sus propuestas suponen una determinada toma de postura y manifiestan claramente sus intenciones y las bases de su programa de investigación (Morán y Parreira, este vol.), como también hacen otras contribuciones más teóricas que prácticamente recorren todos los aspectos en los que la Arqueología ha sido usada “ideológicamente” (justificando la nación y la religión por ejemplo) (Castro y Escoriza, este vol.).

Otro rasgo en común tienen la mayor parte de los artículos que se centran en el análisis de los casos arqueológicos, el intento de superar la manifestación ideológica (el ritual) para deducir otros aspectos de la organización social y rastrear la realidad tras la ficción. En este sentido el objeto de estudio fundamental puede ser la representación figurada (Spanedda, este vol., y de manera sucinta Castro y Escoriza, este vol.), la expresión monumental (Morán y Parreira, este vol.), un aspecto del que nos hemos ocupado en diversas ocasiones, o el uso de determinados elementos como símbolos de pertenencia a un grupo y expresión de la riqueza (Costa y García, este vol.; Cámara y Molina, este vol.).

Un aspecto que no podemos dejar de resaltar es como, sin haberlo pretendido, gran parte de este volumen, y no sólo la parte monográfica, trata de estos temas, y no sólo desde el punto de vista del análisis de las ideologías del pasado (Fernández, este vol., Melis, este vol., Carrasco y Pachón, este vol.) sino porque algunos de estos artículos merecerían ser incluidos en el primer apartado por sus críticas al tratamiento tradicional de determinados problemas arqueológicos.

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Cómo citar

Cámara Serrano, J. A. (2013). IDEOLOGÍA Y ARQUEOLOGÍA: PRESENTACIÓN. Cuadernos De Prehistoria Y Arqueología De La Universidad De Granada, 19, 7–9. https://doi.org/10.30827/cpag.v19i0.182