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Revista de Variación y Cambio Lingüístico
ISSN: 3020‐9854
APLICACIÓN DE LAS POLÍTICAS DE IGUALDAD Y DIVERSIDAD A LA
REDACCIÓN DE GUÍAS DOCENTES EN LA UCLM
APPLYING EQUALITY AND DIVERSITY POLICIES TO THE WRITING OF COURSE GUIDES
AT THE UNIVERSITY OF CASTILLA‐LA MANCHA (SPAIN)
Ana Martín‐Macho Harrison
Universidad de Caslla‐La Mancha
Recibido / Submied: 04/11/2024
Aceptado / Accepted: 05/12/2024
Resumen
La toma de conciencia de la sociedad española respecto al machismo se refleja en disntos
ámbitos. Entre ellos, el lenguaje igualitario se ha converdo en un debate polarizado entre las
posiciones normava y sociolingüísca. Dada la necesidad de adoptar una visión más
mazada […] de las relaciones entre género gramacal y sexismo” (Escandell‐Vidal, 2020),
tras definir la relación entre sexo, género gramacal y género sociocultural, en este arculo se
exponen los argumentos normavos y sociolingüíscos respecto al masculino genérico. Y se
explora el recorrido de propuestas como el morfema neutro ‐e. Asimismo, se argumenta la
idoneidad de la guía docente para dar cumplimiento al marco legal que establece tanto el uso
de un lenguaje igualitario como la defensa de la igualdad y la diversidad en la UCLM. Se
aportan para ello pautas y materiales complementarios a las Recomendaciones para un Uso
Adecuado del Lenguaje en las Universidades de la CRUE y a la Guía del lenguaje no sexista de
la UCLM. Por úlmo, se propone una lista de comprobación aplicable a cualquier guía
docente para dar cumplimiento a la normava vigente en materia de igualdad. Más allá del
lenguaje, incluye sugerencias para apartados como las competencias o la bibliograa.
Palabras clave: guía docente; lenguaje inclusivo; polícas lingüíscas; igualdad; diversidad
Abstract
Spanish societys growing awareness of sexism is reflected in different spheres. Among them,
egalitarian language has recently become a polarised debate, the extremes of which are the
normave and sociolinguisc posions. Given the need to adopt a more nuanced view of the
relaonship between grammacal gender and sexism (Escandell‐Vidal, 2020), aer defining
the relaonship between sex, grammacal gender and sociocultural gender, this arcle sets
out the normave and sociolinguisc arguments regarding generic masculine in Spanish. It
also explores the evoluon of proposals such as the neuter morpheme e. Arguments are
presented in favour of the suitability of the course guide to comply with the legal framework
that establishes both the use of egalitarian language and the defence of equality and diversity
at UCLM. Some complementary guidelines and materials to the Conference of Rectors of
Spanish Universies (CRUE)’s Recommendaons for the Appropriate Use of Language in
Universies and the UCLM's Guidelines for non‐sexist language are provided. Finally, a
checklist applicable to any course guide for compliance with current equality regulaons is
proposed. Beyond language, it includes suggesons for secons such as competences and
bibliography.
Keywords: course guide; inclusive language; language policies; equality; diversity
DOI: hps://doi.org/10.30827/3020.9854rvcl.1.2.2024.32248
Variación. Revista de variación y cambio lingüísco, 1(2), diciembre 2024, pp. 85‐101
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1)
Un vacío léxico se produce cuando un término carece de equivalente para referirse al otro sexo. Ejemplos: misoginia,
mujeriego.
2)
Un falso genérico consiste en el empleo del tér
mino hombre con significado de humanidad.
Ejemplo: la historia del
hombre.
1. INTRODUCCIÓN
Las lenguas reflejan la cultura de una sociedad en un momento de la historia. Si una cultura es
sexista, esto se reflejará en su lengua. En el refranero español, por ejemplo, podemos encontrar
tanto insultos como consejos respecto a cómo tratar a las mujeres, donde abundan la apología
de la violencia sica y la equiparación con animales: Mujer al volante, peligro constante; A la
mujer y a la burra, cada día una zurra; A la mujer y a la cabra, soga larga.
Si una cultura toma conciencia respecto a su propio sexismo, esto se reflejará asimismo en su
lengua. Los refranes mencionados probablemente no se usarían (o al menos no se crearían) hoy
en la sociedad española, cuya percepción de la violencia de género ha cambiado mucho en pocas
décadas. Este cambio es visible, por ejemplo, en el humor. En 1990, la violencia de género era
objeto de chiste en España. TVE emia en el especial de Nochevieja del dúo Martes y 13 un
sketch de humor protagonizado por una mujer que decía “mi marido me pega”. Millán Salcedo,
el cómico que interpretaba a aquella mujer maltratada, ha pedido disculpas públicamente y
declarado que el chiste no le hace ninguna gracia y que le abochorna”. Este caso describe la
escasa información y sensibilización de que se disponía entonces sobre el tema, de modo que a
la dirección de TVE le pareció bien emir aquello y la gente por la calle repea entre risas la frase
“mi marido me pega” (LaSexta Nocias, 2016). La sociedad española ahora se manifiesta cada
año en contra de este po de violencia. Y los medios de comunicación contabilizan las vícmas
anuales.
Volviendo al lenguaje, podemos idenficar otros cambios visibles, más allá del refranero, que
reflejan que la sociedad es (o intenta ser) más igualitaria. La incorporación masiva de la mujer a
profesiones y cargos antes ocupados por hombres ha dado lugar a que se exenda el uso de
sustanvos femeninos como médica (que estaba ya en el diccionario académico con acepción de
profesión desde 1899). También ha suscitado reflexiones interesantes: en 2016, la BBC se
preguntaba cómo subsanar el vacío léxico
1)
primera dama en caso de que fuese necesario aplicar
este concepto a Bill Clinton (BBC Mundo, 2016). Finalmente, no se ha acuñado un equivalente
masculino para primera dama, que designa una realidad, las mujeres que se dedicaban a apoyar
la campaña políca de sus maridos, porque esto no ocurre en el caso de los maridos de las
presidentas. Ni siquiera sabemos qué aspecto enen los maridos de Merkel, Susana Díaz, etc. No
existe, por tanto, la necesidad de designar esta realidad (Codapatv, 2019, pp. 19:16‐20:40).
La toma de conciencia respecto al androcentrismo cultural hace que se perciban ahora falsos
genéricos
2)
que muy probablemente pasaban desapercibidos (por ejemplo, en tulos como El
hombre y la erra y Érase Una Vez. . . el Hombre, exitosas emisiones televisivas de los años 70,
repuestas durante décadas posteriores y aún disponibles). Un ejemplo reciente es la serie de
arculos conmemorava tulada Llegada del hombre a la luna (Naonal Geographic España,
2024), dentro de la cual algunos arculos sí emplean alternavas al falso genérico hombre, como
ser humano (Milo, 2023) o persona (Leija, 2023).
En cuanto al origen de estos cambios, recurriendo a la disnción sociolingüísca,
consideramos cambios desde arriba” aquellos cambios conscientes que se inician en las capas
superiores de la jerarquía social, y cambios desde abajo” aquellos que son inconscientes y
parten de capas inferiores o medias de la sociedad (cf. Labov, 1996, p. 145, Trudgill y Hernández
Campoy, 2007. s.v. cambio desde arriba / cambio desde abajo).
Tomando estas definiciones de manera amplia, podríamos considerar cambio desde arriba el
que viene impuesto por la legislación, como la Ley Orgánica para la igualdad efecva de mujeres
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y hombres que en 2007 estableció como criterio general de actuación de los poderes públicos “la
implantación de un lenguaje no sexista”.
Y aunque no es un cambio inconsciente, podríamos considerar que la modificación de la
quinta acepción del adjevo fácil en el DRAE el 8 de marzo de 2018 paró desde abajo, puesto
que se llevó a cabo “a peción de personas anónimas y famosas, así como de diversas
organizaciones y asociaciones” (Agencia EFE, 2018). La definición original dicho especialmente
de una mujer: Que se presta sin problemas a mantener relaciones sexuales” se transformó en
dicho de una persona: Que se presta sin problemas a mantener relaciones sexuales”.
Por úlmo, además de esta difusión social (desde arriba vs. desde abajo), siguiendo a Sáez
Rivera (2021, p. 273) podemos intentar trazar la difusión textual‐eslísca por tradiciones
discursivas. La proliferación de desdoblamientos en contextos como el educavo podría
considerarse una difusión eslísca con origen en los textos del ámbito legislavo:
no hay que descartar que su amplio uso en los textos legales haya influido potenciando su empleo en
otros géneros. Así se ha comprobado que sucede con otras fórmulas, para las que está demostrado el
trasvase desde su uso en los documentos notariales hasta su adopción por la historiograa, entre
otros géneros (Almeida, 2012, p. 2).
Como hemos visto, la evolución de la sociedad conduce al rechazo de ciertas expresiones
machistas (refranes, acepción de cil), a la toma de conciencia sobre los falsos genéricos y a su
corrección (la misión que llevó al ser humano a la Luna), a reflexiones sobre cómo suplir los
vacíos léxicos (¿primer caballero?). Además, la lengua ene herramientas para nombrar a las
mujeres (médica). Pese a ello, como veremos a connuación, existe un fuerte debate en el
ámbito universitario sobre la existencia de sexismo en el lenguaje. Nos detendremos en las
diferencias entre sexo, género sociocultural (gender) y género gramacal, así como en los dos
fenómenos sociolingüíscos más notorios del lenguaje no sexista: los desdoblamientos de
género y el morfema e. Seguidamente, nos adentraremos en la cuesón de las guías docentes,
por qué y cómo emplear en ellas el lenguaje no sexista y cómo afrontar la brecha de género en
su apartado de bibliograa. Por úlmo, dado que el mundo académico no puede producir teoría
sin más, es imprescindible que esa teoría tenga una dimensión aplicada” (Venegas, 2010, p. 399),
se propone una lista de comprobación aplicable a la guía docente de cualquier asignatura para
dar cumplimiento a la normava en materia de igualdad en la UCLM.
2. DEBATE SOBRE SEXISMO LINGÜÍSTICO
El tema del lenguaje igualitario se ha converdo en un acalorado debate” en el mundo
hispanohablante, donde además de animosidad, ha generado confusión y una serie de
senmientos encontrados” (Parra y Serafini, 2022, p. 144). La polémica sobre la existencia de
sexismo en el lenguaje no es nueva ni exclusiva de la lengua española. El debate estalló en
países de habla hispana a parr de los años 80 del siglo XX y, al parecer, hemos vivido varios
ciclos de intensificación del mismo en las esferas públicas durante los úlmos decenios” (Becker,
2019, p. 5). Actualmente está muy vivo, hasta el punto de que se ende a equetar
polícamente a quien habla en función de su uso del lenguaje porque quien habla escoge y al
hacerlo se posiciona políca y écamente” (del Valle, 2018).
es para nuestra sociedad un tema candente, con una elevada carga emocional. Se ha converdo en
uno de esos asuntos polarizadores de actudes […], en los que la confrontación de ideas, lejos de
promover o favorecer un acercamiento de posiciones, suele contribuir a reforzar los supuestos previos
y a llevar al extremo las posiciones. Cada grupo está cada vez más convencido de estar en lo cierto, y
cualquier enfoque contrario le parece equivocado e insostenible (Escandell‐Vidal, 2020).
Este debate suele simplificarse en los medios de comunicación, mostrando una fuerte
oposición entre un grupo [A] que “representa la voz de los expertos’, lingüistas que estudian el
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El denominado salto semánco consiste en la ulización aparente (y necesaria reinterpretación) del masculino genérico
en el mismo contexto en que más adelante se repite el vocablo masculino usado en sendo específico. Ejemplo: Todos los
trabajadores de la empresa estáis invitados a una copa para celebrar la navidad. ¡Podéis traer a vuestra mujer!)” (Almeida,
2012, p. 2).
lenguaje cienficamente’ o escritores que se adhieren a la posición normava representada por
la Real Academia Española” y un segundo grupo [B] que ende a idenficarse como la voz de los
‘no expertos’ —aunque también hay lingüistas, escritores y acvistas— que hablan del lenguaje
inclusivo desde la sociolingüísca, las polícas de la idendad y el bienestar psicológico” (Parra y
Serafini, 2022, p. 144). El debate mediáco “parece replicarse” en el “ámbito universitario
español, [...] sin dejar paso a un análisis en profundidad que pueda llevar al entendimiento entre
posturas enfrentadas” (Guerrero, 2021, p. 26). Los extremos de este debate polarizado se
recogen en la Tabla 1.
No faltan argumentos lingüíscos a favor de la posición normava: el femenino es el único
género marcado, no ambiguo. Se compara el carácter no marcado del género masculino con el
del número singular, y se argumenta que el uso del masculino inclusivo favorece la economía
lingüísca (González Calvo, 1998). La RAE se muestra a favor de la igualdad de la mujer, reconoce
que el diccionario y la lengua procede de una época en la que la sociedad era mucho más
masculina, por no decir […] machista” (El País Uruguay, 2022, pp. 8:19‐8:29); y ha actualizado
múlples entradas del diccionario, sobre todo relavas a profesiones, cuya definición en
femenino era “mujer de…” y en masculino, “hombre que se dedica a…”. Ahora la definición para
ambos géneros gramacales comienza con “persona que se dedica a…” (El País Uruguay, 2022,
pp. 7:52‐8:17). Pero sigue defendiendo el masculino inclusivo sin considerarlo machista. Advierte
de los peligros de desnaturalizar profundamente el lenguaje en nombre de un feminismo mal
entendido”, lo cual lda de “estupidez” (Univision Nocias, 2019, pp. 6:10‐7:30).
No faltan tampoco argumentos desde la perspecva sociolingüísca o los estudios de género.
La anécdota sobre el efecto del salto semánco
3)
recogida en el libro Cómo se enseña a ser niña:
el sexismo en la escuela (Moreno, 1986), ejemplifica el punto de vista [B]. Nos invita a ponernos
en la piel de una niña que en clase oye la frase “los niños que terminen pueden ir al recreo” y
aprende que ella está incluida en ese los niños. Aplica este aprendizaje y alza la mano al oír “Los
niños que quieran formar parte del equipo de fútbol que levanten la mano”, pero en este caso
verá “frustradas sus ilusiones igualitarias” y aprenderá o senrá algo que nunca experimenta un
niño, es decir, que ella “ocupa un lugar provisional en el idioma” (Moreno, 1986, p. 31).
Tabla 1. Polarización del debate sobre el sexismo lingüísco. Elaboración propia a parr de Escandell‐Vidal (2020).
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4)
La ambigüedad del masculino, en ocasiones inclusivo y en ocasiones específico, se ha “reconocido desde anguo por
creadores de pos textuales en los que la exactud y univocidad son fundamentales, como por ejemplo los ordenamientos
legales o los documentos notariales, que han recurrido a disntas fórmulas para solventar este problema” (Almeida, 2012,
p. 2), entre ellas el desdoblamiento léxico, frecuente en la documentación notarial y cienfica de la Edad Media (Lobo et al.
2015, p. 824), así como en obras literarias desde, al menos, el siglo X” (Lobo et al. 2015, p. 845). En su estudio de
documentación de cancillería castellana de los siglos XIII y XIV, Lobo et al. (2015, p. 845) concluyen que las estructuras de
desdoblamiento de género “podrían formar parte de una tradición escrituaria” y aunque no descartan un posible fin
ornamental, le atribuyen un claro carácter prácco, la finalidad de especificar el referente o la persona a quien “se hace una
concesión o se exige un pago” (Lobo et al. 2015, p. 825). En cuanto a la literatura, aparece en el Cantar de mio Cid, como
recoge Almeida (2012): “Exiénlo ver mugieres e varones, / burgeses e burgesas por las finiestras son” (v. 16b‐17), “quenon ý
fincás ninguno, mugier nin varón” (v. 2709), Los moros e las moras bendiziéndol' están” (v. 541)”.
El debate no solo ene lugar en el ámbito de la lingüísca, está muy presente en la políca.
Como ya se ha mencionado, en 2007, la Ley Orgánica para la igualdad efecva de mujeres y
hombres estableció como criterio general de actuación de los poderes públicos “la implantación
de un lenguaje no sexista en el ámbito administravo y su fomento en la totalidad de las
relaciones sociales, culturales y arscas”. Es decir, pasó a ser obligatorio emplear un lenguaje no
sexista, pero no se especificaba cómo hacerlo. Fruto quizás de esta falta de formación,
proliferaron los desdoblamientos xicos, que consisten en la mención expresa de los dos
géneros (los ciudadanos y las ciudadanas, diputados y diputadas). Lejos de constuir un recurso
nuevo, constuyen un procedimiento que se ha empleado con fines práccos u ornamentales
desde al menos el siglo X
4)
. Pero a raíz de esta norma de 2007, llegaron a pronunciarse fórmulas
desdobladas muy cuesonables desde la morfosintaxis, como miembros y miembras (RTVE.es,
2008) o portavoces y portavozas (LaSexta, 2018).
Veamos un par de respuestas a la polémica surgida en torno al desdoblamiento miembros y
miembras, empleado por la entonces ministra de Igualdad, Bibiana Aído, en el Congreso en
2008:
La feminización de los términos relavos a individuos humanos de modo que existan una variante
femenina y otra masculina de ciertos términos, la cuesón del «género» en sendo sociocultural, me
parece una actuación conveniente con los extremos que se quiera (jueza, médica,…) para que la
sociedad sepa de quiénes se está hablando. Esto es justo y necesario, siempre y cuando la creación
del nuevo vocablo no origine más problemas de los que soluciona, como podría suceder en el caso de
miembro, palabra que, como sabemos, no designa solo seres animados, razón por la cual la creación
de un femenino podría generar interpretaciones no debidas. Puesto que el castellano ene otro
mecanismo para indicar el género de los referentes: el uso de los arculos masculino y femenino, el
empleo de la miembro cuando se quiera aludir a las mujeres que forman parte de una corporación me
parece un uso más elegante e inequívoco (Demonte, 2009).
Desde la RAE, por su parte, se acusó a la entonces ministra de ser defensora de todas esas
mandangas, de esa confusión de sexo y género”, que tacharon de estupidez” y de locura. Sin
embargo, siguiendo la lógica del funcionamiento del diccionario académico, por supuesto no
cerraron la puerta a que miembra pudiera aceptarse en caso de que su uso se extendiera: “Una
persona puede proponer un término y que a ‘todos nos estallen los oídos’ […] pero eso no quiere
decir que dentro de un empo no pueda ser normal’, como el caso de ‘médica’, que en un
principio sonaba ‘mal’” (RTVE.es, 2008).
Dado que la RAE recoge los usos del lenguaje que son mayoritarios en la sociedad a medida
que esta evoluciona, si y cuando la mayoría de la población hispanohablante emplee el
sustanvo miembra (se difunda y alcance altura social y eslísca una innovación, pues),
aparecerá en el diccionario académico.
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3. GÉNERO GRAMATICAL
Ante la polarización (extremo [A] vs. extremo [B]),
hace falta adoptar una visión más mazada de estas ideas y de las relaciones entre género gramacal
y sexismo, entre feminismo y políca lingüísca, entre cambio y sistemacidad. Para lograrlo, es
necesario entender qué es el género gramacal, cómo se expresan las diferencias de sexo cuando los
referentes son seres sexuados (y, especialmente, humanos), cuáles son los mecanismos formales que
subyacen a su expresión en las lenguas, cuáles son las estrategias alternavas propuestas y qué
implicaciones ene la ulización de estas estrategias (Escandell‐Vidal, 2020).
Veamos a connuación los conceptos de sexo, género sociocultural y género gramacal.
Sexo es la condición orgánica, masculina o femenina, de los animales y las plantas” (RAE,
2014, s.v. sexo, acepción 1). Se determina mirando los genitales de una persona al nacer. Se
considera que existen dos sexos, aunque no siempre haya una idenficación biológica binaria
(intersexualidad o “hermafrodismo”). Además, es posible cambiar el sexo asignado al nacer
(transexualidad).
Género sociocultural (gender) es el “grupo al que pertenecen los seres humanos de cada sexo,
entendido este desde un punto de vista sociocultural” (RAE, 2014, s.v. género, acepción 3). No es
innato, no es biológico. Se aprende durante el proceso de socialización, según las expectavas
sociales, por haber nacido con pene o vagina. Ello ene que ver con los roles, las caracteríscas
sociales y culturales que la sociedad atribuye a las mujeres y a los hombres. Determina qué
comportamientos una determinada cultura considera “femeninos” o “masculinos”.
La aparición de este término, en los años 60 y en el ámbito del psicoanálisis, y la disnción
que supuso entre connotaciones biológicas y culturales sirvieron a las teorías feministas para
demostrar que la condición de inferioridad de las mujeres no se debía a un condicionamiento
natural, sino a la cultura patriarcal.
No siempre existe, pues, una correlación automáca entre sexo y género sociocultural.
Existen múlples idendades de género más allá del sistema binario basado en la diferencia
sexual. Por citar solo algunas: agénero, bigénero, género fluido o inestable, intergénero o género
intermedio (Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, 2018).
Género gramacal es, por otra parte, una categoría gramacal inherente en sustanvos y
pronombres, codificada a través de la concordancia en otras clases de palabras y que en
pronombres y sustanvos animados puede expresar sexo” (RAE, 2014, s.v. género, acepción 8).
Los sustanvos en español pueden ser de género masculino o femenino. En otros idiomas, existe
también el género neutro en sustanvos. En castellano, pueden ser neutros los demostravos
(esto, eso, aquello), cuanficadores (tanto, cuanto, mucho, poco), arculos (lo) y pronombres
personales (ello, lo).
El género gramacal femenino se forma normalmente a parr del masculino, mediante
mecanismos como la modificación del morfema (alumno‐alumna, alcalde‐alcaldesa), de la
palabra completa (heterónimos) (hombre‐mujer, yerno‐nuera), o del determinante (el atleta‐la
atleta, el psiquiatra‐la psiquiatra).
En sustanvos de referente sexuado, el género gramacal coincide a menudo con el sexo,
pero no ene por qué designarlo. Y aparece con carácter arbitrario en sustanvos inanimados
que designan realidades no sexuadas.
Lejos de ser transparente, el género gramacal resulta a menudo arbitrario. Podemos
observar por ejemplo que:
1. Existen sustanvos ambiguos en cuanto al género. Un mismo sustanvo se usa en ambos
géneros. El mar o la mar, el maratón o la maratón, el cobaya o la cobaya.
2. Un mismo sustanvo cambia de género en disntas lenguas. Leche es masculino en
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italiano (il lae), francés (le lait), gallego y portugués (o leite). En alemán, sol es femino
(die Sonne), luna es masculino (der Mond), y bebé es neutro (das Baby, “lo bebé”).
3. Un sustanvo cambia de género a lo largo de la historia. Puente era femenino en español
medieval. Esto se refleja en apellidos como Lapuente o de la Puente.
4. Los sustanvos epicenos designan seres de ambos sexos mediante un único género
gramacal. La mayoría son nombres de animales (la liebre, la pantera, el búho, el lince, el
sapo), aunque algunos designan personas (la criatura, la persona, la vícma).
5. Hay lenguas sin género gramacal (inglés, euskera, japonés moderno). Y hay lenguas que
enen cuatro o cinco géneros gramacales. Por ejemplo, el “Dyirbal” o “Yirbal”
(Australia).
Pese a que “la correlación entre género gramacal y sexo biológico no es sistemáca ni
uniforme” (Demonte, 2009), es cierto que las lenguas codifican el hecho de que en el mundo
biológico existan individuos de disntos sexos a través del género gramacal, y que “persiste la
idea” de que el género gramacal reproduce el género sociocultural (Sancha Vázquez, 2021).
La asociación de estos tres conceptos (sexo, género sociocultural, género gramacal) está
muy presente en el debate sobre el sexismo en el lenguaje, junto con el hecho de que en
castellano se use el masculino para generalizar e incluir tanto a hombres como a mujeres.
4. MASCULINO GENÉRICO
Uno de los rasgos de la lengua española es el uso incluyente, extensivo o no marcado del
género gramacal masculino, empleado para designar grupos que incluyen elementos tanto
masculinos como femeninos o bien elementos de referencia inespecífica (Almeida, 2012, p. 2).
Además de en nombres y pronombres, el género gramacal aparece en palabras con las que
concuerdan, como determinantes, adjevos o parcipios. Tradicionalmente se ha empleado el
masculino plural para generalizar (Los alumnos repedores deberán estar matriculados) y
también por defecto en las concordancias con dos referentes (Los alumnos y las alumnas
deberán estar matriculados).
Esto se considera, desde la sociolingüísca y otros enfoques muldisciplinares, un rasgo
sexista de la lengua española, el correlato gramacal de un ordenamiento social ancestral […]
patriarcal” (Sarlo y Kalinowski, 2019, p. 40), un síntoma de androcentrismo que oculta a las
mujeres.
Si nos preguntamos por qué se generaliza en masculino y no en femenino, de nuevo
encontraremos argumentos opuestos. Desde el extremo [A], la visión normava, se suele
destacar el hecho de que el femenino es el género marcado, mientras que el masculino es
ambiguo. Así, Grijelmo (2019) defiende que quienes estudian los orígenes remotos de las
Tabla 2. Géneros gramacales en “Dyirbal” o “Yirbal” (Australia). Fuente: Wälchli y Di Garbo (2019: 258)
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5)
El Observatorio de palabras de la RAE presta atención a la evolución de palabras que han generado dudas, pero cuyo uso no
se considera aún asentado. Se trata de una información provisional que no implica aceptación o inclusión en el diccionario
normavo. Actualmente, en el Observatorio de palabras encontramos términos como gamificación, guasapear
o veroño.
lenguas actuales saben que” la aparición del género femenino
como género específico creó, en realidad, el género masculino. Nadie comeó una apropiación
masculina de la clase absoluta de los seres humanos, sino que todo se debió a la creación del género
femenino [...]. El masculino genérico [...] no se creó como fruto de la dominación de los varones, sino
como consecuencia de la visibilidad femenina.
Un argumento frecuente de la visión más social del debate o [B] es la siguiente cita atribuida
al lingüista Antoine Meillet (1921):
Si nos queremos dar cuenta de que en los idiomas que enen disnción entre masculino y femenino,
el femenino siempre deriva del masculino y nunca es la forma principal, no lo podremos hacer,
evidentemente, más que remontándonos a la situación social respecva de mujeres y hombres en la
época en que se fijaron estas normas gramacales.
Además, desde el feminismo se nos invita a reflexionar sobre el hecho de que tomar lo
masculino como modelo, canónico, centro, o prioridad, no es algo exclusivo de la lengua. La
lengua, al igual que el conocimiento en muchas disciplinas, se crea, estudia y sistemaza en un
mundo de supremacía masculina. Por citar solo un ejemplo conocido, los síntomas y signos que
produce el infarto en varones de mediana edad se consideraban, hasta no hace mucho,
universales. El único modelo que se estudiaba era el masculino, lo cual dificultaba enormemente
el diagnósco de infarto en mujeres, porque presentan síntomas diferentes (Díaz y Corrales,
2024, p. 53).
5. MORFEMA ‐E
Existen hoy múlples propuestas para superar el hecho de que el género gramacal
masculino se tome como central y genérico. La sensibilidad actual ya no es solo la de visibilizar a
las mujeres, nombrándolas en cargos y profesiones (profesora contratada doctora) o a través del
desdoblamiento que, por cierto, refuerza el binarismo de género (alumnos y alumnas). La
preocupación radica actualmente en encontrar el modo de incluir a todas las idendades de
género, para lo cual se priman los sustanvos colecvos (alumnado) o las formas impersonales,
y han aparecido los morfemas neutros @ (l@s alumn@s deberán estar matriculad@s), x (lxs
alumnxs deberán estar matriculadxs) o e (les alumnes deberán estar matriculades). Como
documenta Guerrero (2021, p. 25), siete universidades en Argenna “han dado carta de
naturaleza al empleo de estas alternavas”. La propuesta que parece haber tenido mayor
aceptación en las regiones hispanohablantes, posiblemente debido a que resulta pronunciable,
es el morfema ‐e.
La RAE de momento no ha aceptado ninguna de estas propuestas por considerar que su uso
no está generalizado, sino que una minoría de la población hispanohablante intenta imponerlo a
la mayoría (El País Uruguay, 2022, pp. 9:27‐9:33). Sanago Muñoz Machado, director de la RAE,
explica que el idioma evoluciona lentamente, que las fórmulas que ahora no se aceptan podrían
entrar en el uso ordinario de la lengua en un inmediato futuro (El País Uruguay, 2022, pp. 9:09‐
9:24). Es lo que ocurrió, por ejemplo, en Suecia, donde el pronombre neutro hen fue aceptado
por la Academia en 2015 porque su uso se había generalizado (The Guardian, 2015; Moreno,
2015).
En castellano, el pronombre equivalente al sueco hen sería elle, que llegó a integrar (solo
durante tres días, del 27 al 30 de octubre de 2020, cf. La Nación, 2020) el Observatorio de
palabras de la RAE
5)
, con la definición “pronombre de uso no generalizado creado para aludir a
quienes puedan no senrse idenficados con ninguno los dos géneros tradicionalmente
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existentes” (RTVE.es, 2020). La RAE explicó que elle fue rerada por la confusión que generó, y
que se volvería a valorar (La Nación, 2020).
El pronombre elle, el morfema e y otras propuestas menos pronunciables (como la @ o la x)
de momento se consideran meras licencias. Podríamos decidir usarlas en determinados
contextos comunicavos, pero no sería adecuado emplearlas en un documento académico como
la guía docente. De hecho, no se recomiendan en las guías de lenguaje inclusivo salvo para
correos electrónicos informales (UCLM, 2010, p. 9). Emplearemos por tanto disntas estrategias
de redacción igualitaria que están aceptadas y que se nos proponen desde la CRUE y la UCLM,
en guías creadas en y para el ámbito universitario.
6. LENGUAJE NO SEXISTA EN LA GUÍA DOCENTE: POR QUÉ Y CÓMO
Independientemente de cuál sea nuestra opinión, de dónde nos posicionemos en el debate
sobre la existencia de sexismo en el lenguaje, la normava internacional, nacional, regional e
instucional nos invita a emplear un lenguaje igualitario. Las polícas lingüíscas establecen que
debemos expresarnos, ya sea oralmente o por escrito, evitando usos del lenguaje que puedan
resultar no inclusivos.
Ya en 1987, la UNESCO reivindicó el uso de un lenguaje que nombrase explícitamente a las
mujeres (Resolución 14.1, aprobada en 1987). De igual manera, el Consejo de Europa en 1990,
en su recomendación de 21 de febrero, consideró básico que los Estados miembros promoviesen
un lenguaje no sexista que tuviera en cuenta la presencia y situación de las mujeres en la
sociedad. En el ámbito nacional, estas recomendaciones se plasmaron tanto en el primer Plan
para la Igualdad de Oportunidades de las Mujeres, aprobado por el Consejo de Ministros en
sepembre de 1987, como en la Orden de 22 de marzo de 1995 del Ministerio de Educación y
Ciencia para adecuar la denominación de los tulos oficiales.
Como recoge Guerrero (2021), en los años ochenta y a parr de la pionera recomendación de
la UNESCO, se editaron las primeras guías de lenguaje inclusivo en España. Las guías específicas
para el ámbito universitario” no aparecieron “hasta finales de la primera década del presente
siglo […] coincidiendo con la puesta en marcha de las Unidades de Igualdad […] en las
universidades” (Guerrero, 2021, p. 19).
Estas guías suelen coincidir en que es importante cuidar la forma, la corrección y el eslo,
recomendando no abusar de los desdoblamientos léxicos que tan mala fama le otorgaron al
lenguaje no sexista porque prolongan y ralenzan el discurso. Pese a ello y pese a la longevidad
del debate sobre el sexismo en el lenguaje, la aceptación de estas guías sigue siendo
relavamente baja” (Becker, 2019, p. 6). Entre los movos de rechazo, Guerrero (2021, p. 26)
apunta a las limitaciones en su metodología dado que no están elaboradas por lingüistas o
analistas del discurso, así como a cuesones ideológicas y al debate mediáco “no exento de
descalificaciones, burlas e ironías”. Entre las causas de su despresgio, destaca el informe
Sexismo lingüísco y visibilidad de la mujer (Bosque, 2012), en el cual se crican duramente
guías de lenguaje inclusivo de disntas universidades españolas, en concreto, UGR, UM, UNED,
UPM.
La Tabla 3 recoge algunas de las normas más relevantes del marco legal en materia de
igualdad y diversidad consolidad en el presente siglo, de aplicación a las guías docentes en la
UCLM.
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Tabla 3. Marco legal. Elaboración propia.
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La guía docente es un po de texto que resulta idóneo para aplicar la normava vigente en
materia de igualdad. Al ser un texto escrito que se prepara y revisa exhausvamente, nos
permite planificar y corregir, dedicar empo a garanzar su claridad. El profesorado dedica
mucho más empo a su redacción que a la de otros escritos (actas, correos electrónicos, etc.).
Antes de ser publicada, cada guía docente de la UCLM pasa por un proceso de revisión en el que
parcipan varias personas: quien/es la redacta/n, quien coordina el curso y quien coordina la
tulación. Además, permanece en la web durante todo el curso, se consulta frecuentemente e
incluso en ocasiones se reproduce parcialmente (en campus virtual, en los enunciados de las
pruebas de evaluación o en la publicación de resultados).
Para redactarla con lenguaje inclusivo, se puede consultar la Guía del lenguaje no sexista de la
UCLM y las Recomendaciones para un Uso Adecuado del Lenguaje en las Universidades, de
CRUE‐Sostenibilidad. También pueden resultar úles la Guía de comunicación no sexista
(Instuto Cervantes, 2021) que respeta en gran medida los criterios de la Academia (Guerrero,
2021), y las guías específicas por ámbitos de conocimiento surgidas por ejemplo en el seno de
los disntos Ministerios. Además, habría que tener en cuenta que:
1. El Reglamento de evaluación del estudiante de la UCLM de momento no está redactado con
lenguaje igualitario. Por tanto, si parafraseamos algún fragmento, comprobaremos y
mejoraremos su lenguaje para que no resulte excluyente.
2. Remplazar “alumno” por estudiante” no garanza la solución. Hay que atender también a
las palabras que concuerdan con “estudiante”.
Tabla 4. Opciones de paráfrasis no sexista para el Reglamento de evaluación del estudiante de la UCLM. Elaboración
propia a parr de Resolución de 24/05/2022, UCLM.
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Tampoco deberíamos, en lo posible, abusar de colecvos como alumnado cuando estemos
describiendo requisitos que se deben cumplir de manera individual, como la superación de una
prueba de evaluación. En ese caso, sería mejor recurrir a estructuras impersonales (habrá que
superar, será necesario superar).
3. En las alusiones a quien imparte la materia, a menudo por defecto se habla de el
profesor. Si se trata de una profesora, conviene modificarlo.
Con todo, habrá casos en que nos costará encontrar una solución no sexista y que suene
natural. Un ejemplo podría ser la sustución de “tutor o “tutora” por el abstracto “tutoría”,
que puede sonar annatural para designar persona. En ocasiones preferiremos optar por el uso
de la barra que, como dice la Guía del lenguaje no sexista de la UCLM, es preferible evitar “si
existen términos genéricos, pero resulta de ulidad en algunos casos” (UCLM, 2010: 9), pudiendo
además alternar el orden y no usar siempre la colocación masculino/femenino. No existen
fórmulas que podamos aplicar al 100 % de los casos, habrá que analizar cada expresión en su
contexto.
7. PARIDAD EN LA BIBLIOGRAFÍA DE LA GUÍA DOCENTE
En el apartado Bibliograa de la guía docente, convendría analizar si hay un número similar de
autoras y de autores, ya que la recomendación de la UCLM es que se sitúe en torno a un 60/40
(UCLM Igualdad, 2024: 6).
En efecto, como muestra la Tabla 4, que resume los datos de un estudio cuantavo global,
las barreras a las mujeres en la ciencia siguen estando generalizadas en todo el mundo (Larivière
et al., 2013).
Tabla 6. Desigualdades de género en la ciencia mundial.
Elaboración propia a parr de Larivière et al. (2013). Negrita propia.
Tabla 5. Remplazar 'alumno' por 'estudiante' no siempre es suficiente. Elaboración propia.
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Larivière et al. (2013) advierten del simplismo de interpretar sus resultados desde un punto
de vista misógino, es decir, como confirmación de la opinión de que la invesgación de las
mujeres es menos frecuente y de menor calidad que la de los hombres. Subrayan las enormes
implicaciones que encierran los datos y concluyen que cualquier políca realista para mejorar la
parcipación de las mujeres en la ciencia debe tener en cuenta la variedad de contextos sociales,
culturales, económicos y polícos en que esta se genera y aprende. Cada país debería idenficar
cuidadosamente los micro mecanismos que contribuyen a reproducir el orden pasado.
Una posible contribución para no perpetuar esta situación es analizar si la bibliograa que
ofrecemos en nuestra guía docente es paritaria. El primer paso para que resulte visible es
desarrollar los nombres completos, en lugar de emplear solo las iniciales, de la autoría de cada
referencia. En segundo lugar, un recuento (a mano o con la ayuda de la IA) permite hacerse una
idea aproximada de la proporción de autoras que se incluye, para así ser más conscientes de si
existe brecha de género en la bibliograa y replantearse qué se está citando o pasando por alto y
por qué. Por úlmo, si se concluye la voluntad de incluir más autoras en la bibliograa, la web
500 women sciensts recopila bases de datos úles para localizar expertas en todos los sectores
y disciplinas.
8. LISTA DE COMPROBACIÓN PARA LA GUÍA DOCENTE
Teniendo en cuenta todo lo expuesto y para dar cumplimiento al marco legal y las
recomendaciones instucionales, a connuación, se propone una lista de comprobación
aplicable a cualquier guía docente de la UCLM. Incorpora preguntas para facilitar la detección de
áreas de mejora en sus disntos apartados, así como una sección rellenable a la derecha donde
es posible anotar las ideas y cambios para su posterior implementación. Esta lista de
comprobación constuye un mecanismo para la aplicación y la evaluación de la integración de la
perspecva de género en la docencia en la UCLM, en consonancia con recomendaciones como la
CM/Rec(2007)13 del Comité de Ministros a los Estados miembros relava a la integración de la
dimensión de género en la educación.
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Tabla 7. Elaboración propia a parr de la Guía de recomendaciones para incluir la perspecva de género en la
docencia universitaria (UCLM Igualdad, 2024).
9. REFLEXIÓN FINAL
La defensa del lenguaje inclusivo suele empujar las fronteras de la lengua. Es dicil
pronoscar en qué medida la comunidad hispanohablante usará los cambios y recomendaciones
que hoy se debaten, pero no cabe duda de que su uso reivindicavo ha servido para despertar
conciencias e invitar a la reflexión. El debate en el ámbito universitario se beneficiaría de una
mayor implicación por parte de la Lingüísca o el Análisis del Discurso.
Tanto el lenguaje como la reexión con perspecva de género enen cabida en los
contenidos, las competencias o la bibliograa de cualquier guía docente, dado que están
presentes en todas las disciplinas. Redactar la guía docente con perspecva de género y con un
lenguaje igualitario exige un esfuerzo de creavidad, experimentación y aprendizaje. Aunque
siempre será más fácil eliminar el sexismo del lenguaje que de la sociedad, al incluir la
perspecva de género en nuestra docencia, estaremos contribuyendo desde las aulas a una
sociedad menos machista.
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PERFIL ACADÉMICO‐PROFESIONAL
Ana Marn‐Macho es doctora en Lingüísca Inglesa (UCM), máster en Ciencia del Lenguaje y
Lingüísca Hispánica (UNED), licenciada en Traducción e Interpretación (UCM) y traductora‐
intérprete jurado de inglés (MAEC). Ha impardo clase en Filología en la Universidad de Hull, en
Traducción e Interpretación en la Universidad de Bolonia, y colabora como ponente invitada en
el máster en Traducción Literaria de la UCM. Actualmente trabaja en el Departamento de
Filología Moderna de la UCLM, imparendo Gramáca y Metodología de la lengua inglesa en la
Facultad de Educación de Toledo, donde preside la Comisión de Igualdad.