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Hipercorrección de /‐s/ en el español de Almería
Variación 1(2) (2024), 31‐43
1)
No es preciso ni tan siquiera aplicar la fórmula, dado que existen incontables aplicaciones on line que permiten establecer
un muestreo pernente, seleccionando tanto el margen de error como el nivel de confianza. Entre muchos otros, cfr.
hps://www.quesonpro.com/es/calculadora‐de‐muestra.html; hps://es.surveymonkey.com/mp/sample‐size‐calculator/;
hps://delighted.com/es/sample‐size‐calculator;hps://www.qualtrics.com/es‐es/geson‐de‐la‐experciencia/invesgacion/
calcular‐tamano‐muestra/; hps://www.joorm.com/es/sample‐size‐calculator/, por citar solo algunas referencias solo en
español.
inmediatas, aunque probablemente tampoco resulten ajenas a las nuevas urgencias que se le
plantearon entonces a los sociolingüistas almerienses, de alguna manera presagiadas en García
Marcos y Fuentes (1997). En efecto, allí se vacinaba lo imperavo de una inmediata
planificación lingüísca que regulase lo que entonces apuntaba a converrse en un intenso, y
diversificado, contacto lingüísco, consecuencia directa de los importantes movimientos
migratorios que se estaban registrando. Con independencia de que sea la causa principal (o no)
del descuido de las invesgaciones variacionistas, lo cierto es que el grueso de la producción de
esos mismos autores se orientó en esa dirección (García Marcos, 2025). Tan solo en Mateo y
García Marcos (2023) se retomaron las actudes sociolingüíscas hacia las lenguas extranjeras,
examinadas en esta ocasión desde la perspecva del empo real, con una más que considerable
y fehaciente distancia temporal.
Quedaron, por tanto, muchas cuesones pendientes, no solo las más evidentes en el nivel
gramacal que nunca se llegó a abordar, sino en cuesones más puntuales y de detalle, como
sucedió en el fónico. Abad (2003) había realizado un estraficación fónica verdaderamente
rigurosa, pero aún así restaban cuesones que, por fuerza, habían de escapar a un diagnósco
de conjunto, como el que se acomeó allí. Entre estas úlmas figuró el posible comportamiento
hipercorrecto de algunos grupos sociales ante la caída de /‐s/, manteniendo la sibilante
conforme al patrón centropeninsular, tal y cono había aparecido desde las primeras indagaciones
sobre evaluación en Almería (Fuentes González, 1996; García Marcos y Fuentes González, 1998).
Quedaba, por tanto, como un posible foco de interés de cara a futuras invesgaciones
sociolingüíscas.
Lo cierto es que ese futuro se ha alargado, incluso en exceso, como es evidente. En todo caso,
se pretende aquí saldar esa deuda sociolingüísca, abordando una invesgación monográfica
sobre la suerte de la sibilante implosiva almeriense. Para ello se han recopilado materiales
nuevos desde los que poder observar con mayor certeza su situación actual y su posible
evolución, sobre todo a parr del empo aparente. En total, han sido 136 minutos de grabación,
recogidas entre disntos períodos de 2021 y 2023. A la vista está, el muestreo ha sobrevivido a
evidentes intermitencias, sobre todo porque siempre ha conservado un mismo criterio
constante. De esa manera, se ha conseguido reunir una muestra de 68 hablantes, lo que supone
haber manejado un nivel de confianza (90 %) y un margen de error (10 %) más que aceptable
para los 196.851 habitantes censados en la capital. No se ha seguido, por tanto, la rao de Labov,
el tan reiterado como opmista 0,0025 % generalizado a cualquier muestra sociolingüísca urbi
et orbe. Los reparos teóricos y empíricos expuestos por García Marcos (2023) aconsejan esta otra
elección que, por lo demás, sigue la estricta prácca estadísca. La rao que demuestra
empíricamente Labov en Nueva York, en efecto, se ajusta a esos estándares estadíscos, lo que
implica su validez para esa ciudad y, en consecuencia, la imperiosidad de proceder a calcularla
para cualquier otra comunidad. Labov, en gran medida, se tomó la molesa de recorrer un
camino de sobras conocido, solo que a la inversa: llegó a la rao que le hubiera proporcionado
directamente la aplicación de criterios estandarizados de muestreo estadísco con los que
hubiera obtenido el mismo muestreo sin necesidad de su prolija demostración. Todavía más
improcedente es mantener inalterable la misma rao cuando los universos de referencia
cambian, contraviniendo los fundamentos más básicos de la estadísca. Por el contrario, aquí se
ha recurrido a un cálculo estandarizado habitual, del po de donde N = tamaño de la población,
e = margen de error ; k: probabilidad de que las respuestas sean ciertas (conforme al puntaje de
una tabla progresiva, que asigna 1,65 k al 90 %; 1,96 k al 95 % y 2,58 k al 99 %), p: proporción de
éxito y 1‐p: proporción de fracaso
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