QUE ALGUIEN PRESERVE LAS SEMILLAS: ECOTOPÍAS DEL SUBSUELO EN LA NARRATIVA CLI-FI DE JOSEFINA HEPP
SOMEONE PRESERVE THE SEEDS: ECOTOPIAS OF THE SUBSOIL IN THE CLI-FI NARRATIVE OF JOSEFINA HEPP
QUELQU'UN PRÉSERVE LES GRAINES: LES ÉCOTOPIES DU SOUS-SOL DANS LE RÉCIT CLI-FI DE JOSEFINA HEPP
Esteban Vera Campillay
Universidad de Playa Ancha
esteban.vera.campillay@gmail.com
https://orcid.org/0000-0002-8672-1313
Fecha de recepción: 01/12/2024
Fecha de aceptación: 14/05/2024
DOI: https://doi.org/10.30827/tn.v8i2.32056
Resumen: El artículo analiza las obras de ciencia ficción de Josefina Hepp, La época de la neblina (2015) y La época de las semillas (2018), como propuestas narrativas que representan el novum climático desde una mirada prospectiva, en el marco de los estudios utópicos y del cli-fi desde la perspectiva del Sur global, dentro de la ciencia ficción chilena. Estas obras exploran un espacio postantropocéntrico donde la preservación de semillas resulta una lectura clave para enfrentar la crisis medioambiental en el Antropoceno. Lo anterior se configura como un elemento esencial para la supervivencia planetaria y la regeneración ecológica. A través de tecnologías sustentables, la resistencia ecológica y la memoria cultural, el corpus propone una transformación orgánica de los sujetos y las comunidades frente al biopoder ejercido por las megacorporaciones. En este contexto, Blanca, la protagonista, representa la resistencia y la regeneración entre lo natural y lo humano, simbolizando la lucha contra el Capitaloceno y la defensa de la vida en un futuro marcado por el colapso ambiental.
Palabras clave: Josefina Hepp; novum; cli-fi; semillas; ciencia ficción.
Abstract: The article analyzes Josefina Hepp’s science fiction works, La época de la neblina (2015) and La época de las semillas (2018), as narrative proposals that represent the climatic novum from a prospective view, within the framework of utopian studies and cli-fi from the Global South perspective, in Chilean science fiction. These works explore a post-anthropocentric space where seed preservation becomes a key reading to confront the environmental crisis in the Anthropocene. This is configured as an essential element for planetary survival and ecological regeneration. Through sustainable technologies, ecological resistance, and cultural memory, the corpus proposes an organic transformation of subjects and communities in the face of biopower exercised by megacorporations. In this context, Blanca, the protagonist, represents resistance and regeneration between the natural and the human, symbolizing the fight against the Capitalocene and the defense of life in a future marked by environmental collapse.
Keywords: Josefina Hepp; Novum; Cli-fi; Seeds; Science fiction.
Résumé : L’article analyse les œuvres de science-fiction de Josefina Hepp, La época de la neblina (2015) et La época de las semillas (2018), comme des propositions narratives représentant le novum climatique d’un point de vue prospectif, dans le cadre des études utopiques et du cli-fi depuis la perspective du Sud global, au sein de la science-fiction chilienne. Ces œuvres explorent un espace post-anthropocentrique où la préservation des graines constitue une lecture clé pour affronter la crise environnementale de l’Anthropocène. Ceci se configure comme un élément essentiel à la survie planétaire et à la régénération écologique. À travers des technologies durables, la résistance écologique et la mémoire culturelle, le corpus propose une transformation organique des sujets et des communautés face au biopouvoir exercé par les mégacorporations. Dans ce contexte, Blanca, la protagoniste, incarne la résistance et la régénération entre le naturel et l’humain, symbolisant la lutte contre le Capitalocène et la défense de la vie dans un futur marqué par l’effondrement environnemental.
Mots-clés : Josefina Hepp ; novum ; cli-fi ; graines ; la science-fiction.
A medida que se acerca el Antropoceno la literatura representa y moldea problemáticas propias de la sociedad contemporánea. En este sentido, las distopías del espacio representadas en la ciencia ficción latinoamericana buscan una reformulación del canon que otorgue mayor protagonismo y reconocimiento a este género dentro de los estudios literarios. Lo anterior se debe a que la “dependencia histórica sobre paradigmas clasificatorios extranjeros utilizados para determinar la trascendencia y posición de los autores y obras [...] no va en 'paralelo a las tendencias estéticas del canon como históricamente lo determina la crítica literaria'” (Cano 35).
Esta idea de anti o contracanon en la que la ciencia ficción encuentra un lugar dentro de una tradición académica receptiva permite nuevas teorizaciones e interpretaciones. Por un lado, Teresa López-Pellisa identifica una diferencia frente a la homogenización global dentro de la propuesta latinoamericana, la cual “plantea estrategias discursivas de resistencia apostando por lo local y reivindicando una mirada propia frente a la cosmovisión de la cultura occidental como lenguaje universal” (López-Pellisa 22). Por otro lado, Gabriel Saldías ubica al género en el marco de “procesos sociales, históricos y políticos que directamente impactan y a su vez se nutren de las propuestas literarias actuales” (Saldías 248). Por su parte, Jeniffer Navarrete enfatiza este punto al concluir que el género surge en respuesta a las estructuras históricas adheridas a los sujetos latinoamericanos donde se configura “como una idónea herramienta para la detección, reflexión y crítica de nuestros padecimientos individuales y comunitarios” (Navarrete 37-38).
En Chile, José Sullivan ha revisado la producción histórica reciente del género enfatizando que este permite una crítica al modelo neoliberal (Sullivan 188-189), lo que se relaciona directamente con el trasfondo sociopolítico nacional. Esta hibridación amplía narrativamente la representación (Areco 2015) que la ciencia ficción ofrece sobre el Antropoceno (Stanley y Edwards 2015). Por ejemplo, la novela de Germán Marín, Tierra amarilla (2014), retoma la discursividad postdictatorial que se sustenta en el extractivismo (Johansson 2023).
Bajo el contexto anterior se plantea la necesidad de abordar este tipo de literatura de manera situada. Para ello, y desde la perspectiva teórica de la ciencia ficción, tomaré el concepto de novum narrativo propuesto por Darko Suvin (Alfaro, 2020) quien relaciona elementos de extrañamiento con respecto a una realidad empírica. De este modo, las novelas climáticas de ciencia ficción operan mediante la diferenciación y experimentación empírica del mundo imaginado, la cual se representa de manera disruptiva y anómala a las realidades aceptadas actualmente. Estas rupturas diferenciadoras serán incorporadas bajo la categoría de novum. Para el caso de este estudio, el cambio climático, el mundo distópico postantropoceno y el imaginario de los habitantes de estos espacios se categorizan como un novum, puesto que plantean rupturas narrativas diferenciadoras dentro de la visión desactualizada especulativa y anticipatoria que se tiene con respecto a la literatura de ciencia ficción. Bajo esta visión, el rol principal del novum no se enfocará en las tecnologías y los mundos futuros, sino más bien en cómo las problemáticas medioambientales moldearán los espacios y a los sujetos que aparecerán en la narración bajo un contexto tecno-ambiental prospectivo, es decir, con las posibilidades que emergen en respuesta a la distopía ecológica tratada.
En adición a lo anterior, el novum aborda las subjetividades de los personajes de las novelas. Esto se representa en Blanca, la protagonista de la narración en ambas obras, por quien se conocerá el imaginario urbano y climático a través del relato, la memoria, la reflexión del pasado y del presente. A su vez ella es el novum que representará una transición antropocéntrica hacia una ecotópica, desplazándose por ambos espacios, contrastando sus perspectivas de habitar mientras transita. Estos aspectos serán tratados en los siguientes apartados.
Por otro lado, el género de ciencia ficción que versa sobre temáticas ambientales se enmarca en el cli-fi, es decir, la narrativa de climaficción cuya formación se remonta a principios del siglo XX (Milner y Burgmann 23-35) y alcanza plena madurez frente al contexto climático actual. De ahí que este género, desde su posición anticanónica proporcione a los autores “una paleta versátil para transmitir los impactos multifacéticos del cambio climático” (Syeda Farha 65), es decir, en cómo el novum permite comprender las temáticas e interpretaciones en este tipo de obras.
Para el caso nacional, lo anterior se evidencia, por ejemplo, en Fruta podrida (2007) de Lina Meruane, la cual presenta una distopía en torno a la producción de seres humanos y su relación con una empresa frutícola en Chile. Su modelo extractivista de operar se manifiesta cuando sus protagonistas se niegan a ser sometidas a engendrar, desencadenando resistencias ante un biopoder inmanente.
A partir de lo anterior, las novelas del corpus a analizar, La época de la neblina (2015) y La época de las semillas (2018) de Josefina Hepp, plantean como hipótesis un novum climático desde una perspectiva prospectiva que reconfigura las cuestiones socioculturales de las narrativas cli-fi, posicionando la preservación de las semillas como eje vital para la supervivencia planetaria y la transformación orgánica de los sujetos desde un imaginario ecotópico. A partir de lo anterior, surgen preguntas medulares a desarrollar en este estudio: ¿cómo las semillas representan la clave para resistir y perdurar en el Antropoceno? ¿Contra qué entidades, corporaciones e instituciones debe preservarse la biodiversidad? ¿Qué modelo social debe adoptar la sociedad para una vida sustentable? ¿Cuál es el rol de las tecnologías en esta disputa por la preservación orgánica del ser humano y la naturaleza? ¿Qué transformaciones del imaginario individual deben experimentar los sujetos que habitan este espacio?
En el contexto literario y teórico planteado anteriormente, Josefina Hepp publica sus obras como parte de una trilogía[1] propuesta por la autora (Droppelmann) que aborda las consecuencias de un futuro en el que la crisis medioambiental no ha sido atendida. De este modo, se representan las resistencias que los sujetos oponen al habitar un territorio postantropocéntrico producto de la crisis medioambiental. Blanca será un sujeto en proceso de eco-resistencia en torno a su subjetividad (Arfuch 2007) que se verá reflejada en los espacios que transita, donde la biodiversidad añade desarrollo al novum medioambiental como clave para entender la (re)generación de este personaje y también del espacio frente al ecocidio (Broswimmer 2006) ocurrido durante el siglo XXI.
Bajo una lectura ecocrítica y ecotópica el corpus de investigación se representa en una perspectiva solarpunk situada en “un mundo en el que los cambios biofísicos antropogénicos han resquebrajado las infraestructuras productivas del globalismo actual” (Rivero-Vadillo 186). En las novelas los espacios transcurren en ciudades donde lo sintético reemplaza lo natural (Hepp, La época de la neblina), tanto en los cuerpos como en la naturaleza misma, la cual se limita a pequeños biomas que intentan preservarse y que, a su vez, serán blanco de megacorporaciones que intentan consumirlos completamente (La época de las semillas) mediante el robo y tráfico de las semillas orgánicas que se preservan en esos lugares.
Dentro de este espacio, la discursividad disidente socioambiental busca una justicia social y ecológica (Rivero-Vadillo 189) —aspecto que se representa por las resistencias al biopoder establecido en la sociedad hipertecnologizada en la que Blanca vive, formando distopías con visiones esperanzadoras de la humanidad (Lynall 193)— debido a la preservación e intentos de (re)germinación de las semillas orgánicas para sanar el medioambiente. Bajo este análisis, las novelas exploran, desde la representación solarpunk, posibilidades del progreso tecnológico “en un mundo en el que las catástrofes ecológicas y el cambio climático están transformando la vida de todos los habitantes del planeta, sin distinción de género, cultura o especie (aunque sí en términos de clase)” (Rivero-Vadillo 201). Dicha clase será la distinción que realizan las megacorporaciones con respecto a la sociedad y su intento de mantener el control y geolocalización de todos los sujetos que habitan sus espacios urbanos, sean estos niños, niñas, hombres o mujeres.
Este espacio solarpunk que se presenta como un novum a través de las semillas será una de las problemáticas centrales en las novelas. Desde el punto de vista narrativo, dichos espacios se relacionan con los estudios utópicos que viene realizando desde hace más de dos décadas Lisa Garforth (Utopias: Imagining the Sustainable Society) y que ha podido desarrollar para la narrativa actual con enfoque ecológico en Green Utopias: Enviromental Hope before and after Nature (2018). Dentro de una lectura interdisciplinaria, la perspectiva actual del solarpunk (Lynall; Rivero Vadillo) permite sustentar medios instrumentales y tecnológicos que van más allá de solo relacionar la naturaleza con la sociedad (Garforth, Green Utopias 61), abordando la conjunción misma entre ficción utópica[2] y filosofía ecopolítica, las cuales han servido como sustentos temáticos incluso más que la idea de reconstruir un discurso ecocéntrico emancipador y la imaginería de la utopía (44). Lo anterior se traduce en el modo de habitar de los personajes utópicos verdes que serán la resistencia ecológica solarpunk de las novelas. Blanca migrará hacia estas sociedades (Hepp, La época de la neblina) que buscan replantear la forma de vivir y habitar no en, sino con la naturaleza (La época de las semillas). Lo anterior resulta fundamental para el discurso utópico verde y su horizonte apocalíptico, puesto que el novum de las novelas, bajo los estudios utópicos, lo categoriza como ecologías utópicas, las cuales muestran “una economía de estado estacionario, la autosuficiencia, la disminución del tamaño de la población y la movilidad personal, la agricultura orgánica y el uso sostenible de los recursos, y un estilo de vida más simple, más lento y menos orientado al consumo” (Garforth 133), lo que lo distingue dentro del debate sostenible.
En las novelas, la eco-resistencia en la que se inserta Blanca se encarga de preservar las semillas e investigarlas para su (re)germinación en el planeta. El bioma subterráneo a donde llegará desarrolla tecnologías que ayudan a regenerar la biomasa del planeta, intentando inclusive destruir con biotecnología los partenoids, microorganismos que se encargan de destruir cultivos completos usados en gran parte del mundo (Hepp, La época de las semillas 55). Blanca experimenta y vive la sociedad solarpunk, que se encarga de la preservación ancestral de las plantas (57), mantiene un banco de semillas de todo tipo y de todas partes del mundo (58), archiva registros de su hábitat (75), e inclusive vive una vida de reciclaje compostando lo orgánico e intercambiando el resto (116-117). Dentro de estas experiencias ecológicas utópicas, destaca un espacio llamado nursery:
llegamos a una cámara gigantesca [...] Por todos lados había estructuras como grandes torres, con muchas pantallas de luz, creando un espacio casi excesivamente iluminado. Y en cada piso, de cada torre, crecían cientos —a mis ojos miles— de pequeñas plantas de distintos tamaños, formas y tonos de verde (59).
Las impresiones de Blanca eran evidentes: le había asombrado la forma de mantener la vida en sociedad bajo tierra, en plena clandestinidad con respecto a las megacorporaciones. Pese a la extrema radiación solar en el desierto de Atacama, el consumo ilimitado de energía solar permitía el uso de generadores de agua atmosférica y el cultivo orgánico de alimentos (44). Esto último será una de las acciones de regeneración de lo natural en este mundo posantropocéntrico:
¿Qué era un plátano y por qué querían resucitarlo?
Como la mayoría sabe, los plátanos se extinguieron con las plagas que atacaron los cultivos a principios y mediados de siglo. Las variedades comerciales no tenían semillas, eran clones. Los parientes silvestres no se alcanzaron a guardar, o al menos eso es lo que se cree comúnmente. Pero nos alegra decir que acá hemos podido conservar algunas colecciones de esas semillas, traídas de otros bancos clandestinos alrededor del mundo, y podríamos desarrollar un programa para desarrollar nuevas variedades (115).
Los anteriores ejemplos sirven para presentar la propuesta ecotópica que expande el novum de las novelas cli-fi mediante el uso de las semillas como elemento de extrañamiento, las cuales simbolizarán la forma en que las sociedades germinan bajo tierra. Esto permite proyectar nuevos imaginarios en torno a las representaciones posibles y sus causantes dentro de una propuesta narrativa[3]. En este sentido, las obras de Hepp permiten ficcionalizar, mediante el novum, los cambios epistémicos para enfrentar la crisis ecológica, donde la relación entre literatura y medio ambiente se centra en la tierra y en una nueva forma de escribir sobre la naturaleza. Como resultado, las novelas de Hepp amplían el modo en que se trata la naturaleza, pues se ofrecen diversas metodologías y marcos teóricos para estos temas narrativos (Balarezo 123).
Este espacio de discusión cli-fi en las novelas del corpus surge bajo la ecotopía de un mundo en el que se necesitan replantar y recuperar las semillas para dar sustento al medioambiente devastado por “un capítulo innombrable de nuestra historia humana. La población global se redujo en unas pocas décadas: una catástrofe tras otra, una guerra tras otra, hasta que finalmente el planeta dejó de sacudirse y de autoflagelarse” (Hepp, La época de las semillas 66). El carácter prospectivo señalado al inicio se pone de manifiesto al situar la narración en un futuro posterior al siglo XXI:
Hace más de cien años que sabemos que estamos destruyendo este planeta. Hace más de cien años, y todavía no encontramos la voluntad para actuar. En vez de buscar soluciones para revertir el problema global, nos concentramos en aliviar nuestras propias necesidades más inmediatas. Nos olvidamos de que había otros seres, les dimos la espalda y continuamos mirándonos el ombligo. La tecnología opera únicamente para nuestro beneficio. Los conocimientos que alguna vez estuvieron profundamente inmersos en la naturaleza, cuando todavía éramos parte de ella, fueron extirpados y transformados, hasta que ya no pudimos reconocerlos (140-141).
En La época de la neblina, primera parte de la trilogía, se representa este novum climático. Blanca vive un espacio decadente tanto de lo natural como de lo humano. A través de su familia recibe conocimiento sobre los días antiguos, una época que no conoció. Prefiere una vista hacia el mar de edificios, en un horizonte de cemento y metal, pensando en los recuerdos de su abuelo, en sus historias de infancia paseando por el campo, el bosque, los lagos: “y no podía consolarme por haber perdido todo eso” (La época de la neblina 7-8). Otras mañanas, se levantaba cantando:
ajena a todo lo que acontecía a mi alrededor […] Ahora todo es distinto. Vivo en estado de alerta, como si esperara la noticia de que el mundo se va a acabar de un minuto para otro. Sin embargo, no cedería mis incertidumbres actuales por las comodidades de entonces. Y tengo clarísimo en qué momento ocurrió el cambio (8).
Esta propuesta hacia el estilo narrativo directo de contar los pensamientos y reflexiones de Blanca permite relatar en retrospectiva. Adicionalmente, estos la posicionan como sujeto que analiza su propia subjetividad desde el recuerdo, haciendo uso de su memoria (Jelin), la cual germina simbólicamente por sus raíces familiares como si se tratase de una semilla.
En este sentido, la voz de Blanca es determinante para entender el imaginario en el que habita y los que transita. Por ejemplo, su visita a la Reserva natural del abuelo, una de las últimas que existen: mientras viaja con sus padres a este lugar, describe un mundo dividido entre biomas narrativos que separan espacios donde el cambio climático ha tenido un efecto destructivo. En su trayecto, ve un mundo en el que “todo era ruina y soledad, edificios demolidos, poblados desolados” (Hepp, La época de la neblina 11) que contrasta con su experiencia en la diminuta biodiversidad que encuentra cercana al arroyo de poner los pies en el agua no contaminada. Esos momentos clave se almacenan en su memoria, donde germinarán como forma distinta de entender y experimentar el imaginario que la rodea. Ella relata: “Presté atención y entonces lo oí. Un sonido leve y delicado, o varios sonidos que se iban entremezclando, agudos, bajos, repetitivos, semi-eléctricos. Una pequeña orquesta. —¿Qué es? —Son grillos. —Grillos —repetí, para grabar ese nombre en mi memoria” (21).
Si bien Blanca fue optando por habitar un mundo ecodistópico, la realidad de su espacio se ve permeada, en un principio, por la atención hacia la tecnología más que a lo natural. Por ejemplo, su fascinación al conocer los contacts, mecanismos y gadgets que virtualizan la realidad a través de lentes de contacto (40); o bien cuando observa la recreación sintética de la naturaleza en el colegio internado al que asiste, como el pasto artificial con diversos olores (119). La protagonista, en síntesis, representa el diálogo entre lo humano y no humano, entre lo natural y lo sintético.
Los estudios utópicos de Garforth (Utopias: Imagining the Sustainable Society), muestran que la ciencia ficción tiene la particularidad de “absorber y trabajar con temas ambientales, pero ha producido pocas utopías ecológicas directas” (148)[4]. Esta saturación de la destrucción ecológica permite el desarrollo de nuevas narrativas que buscan una “descripción menos apocalíptica y la más positiva de las posibilidades de relación entre la naturaleza no humana y las sociedades humanas” (150).
En este sentido, las propuestas de Garforth sostienen el novum ecológico que Hepp propone en sus novelas. Se aborda el problema ecotópico desde un enfoque poético, hermenéutico y situado, lo cual contrasta con el enfoque tecnocrático y descontextualizado del presente (274-278) para (re)imaginar un futuro sostenible en el que la liberación y preservación de las semillas permitan una apertura a cuestionamientos sobre la hegemonía actual con respecto a la naturaleza.
Blanca experimentará esta transformación tras lo esencial y lo orgánico de una sociedad que se opone a la vida sintética que la rodea. Uno de los habitantes de esta clandestinidad le dirá:
Avanzas por la vida sin enterarte de nada, dejando que la corriente te arrastre; escuchas unos cuantos comentarios, lees unos cuantos blogs y estás segura de que entiendes todo el problema […] Hay mucha gente como tú, gente que cree que sabe, pero en verdad no, y al final hacen un montón de daño (Hepp, La época de la neblina 125).
La confrontación anterior pone de manifiesto un campo de referencia prospectivo, entendido como una “construcción sobre la que proyectamos todos nuestros miedos actuales, reflexionando sobre quiénes somos a partir de cómo nos concebimos en unas coordenadas diferentes” (Moreno 146-147). La referencia contextual de una parte del novum ecotópico alude al tiempo actual del siglo XXI, el cual opta por seguir hacia un mundo cada vez más hipertecnologizado.
Blanca se pregunta, llena de frustración y rabia: “¿Yo, dejarme arrastrar por la corriente? ¿Yo, ignorante? ¿Yo, hacer daño?” (Hepp, La época de la neblina 125). Este cuestionamiento la impulsa a comprender en profundidad cómo el mundo fue colapsando en términos bioclimáticos. Entonces, toma conciencia del uso que la humanidad ha hecho del medioambiente: “Lo que alguna vez fue naturaleza pasó a ser un recurso natural, y luego, ni siquiera eso. Creímos que lo habíamos hecho todo nosotros y nos felicitamos por nuestro poder que parecía infinito” (141).
Esta conciencia, que conecta con sus memorias en una nueva forma de concebir el imaginario, se metaforiza en la idea de semilla representada en Blanca. Ella posee la capacidad de germinar y regenerar su espacio de manera orgánica, incluso mientras habita en suelo antropocéntrico. Esta transformación será crucial en su desarrollo dentro de las novelas, constituyéndose en la base de su lucha por la preservación tanto de sí misma como de las semillas orgánicas. Blanca asume este novum presentado e incluso participa de él en esta vida ecotópica que comenzará a darle impulsos para actuar. Por ejemplo, esconde clandestinamente una semilla de quillay, árbol autóctono de Chile, asociado con las tradiciones ancestrales de los pueblos originarios, que lo utilizan con fines medicinales. En este sentido, bajo términos literarios, Blanca sana gracias al instinto de preservación, acto que será condenado por el biopoder ejercido por las instituciones en su mundo.
Bajo esta mirada crítica de ser diferente, se produce la apertura hacia un futuro en donde la regerminación de la vida se vuelve sustentable dentro de este imaginario. Además, entrega una base ecotópica para “ofrecer enfoques experienciales, en lugar de cognitivos, hacia la sostenibilidad que buscan tender un puente entre nuestra realidad y los mundos utópicos verdes”[5] (Utopias: Imagining the Sustainable Society 169). Debido a esta perspectiva, las novelas se distinguen de los tropos antitecnológicos y antiurbanos, preindustriales, edénicos y holocáusticos que surgieron desde principios del siglo XX hacia finales de este en el desarrollo de la ciencia ficción anglosajona y norteamericana. La propuesta de Hepp varía en torno a asumir un mundo post-cambio climático, es decir, una visión de cómo revertir el desastre una vez este ya ha ocurrido, cómo revertir y convivir en un mundo que procura devorarse a sí mismo. Blanca será el centro de la visión representativa como protagonista y como una semilla humana que intenta asentarse en una sociedad más orgánica. Ejemplo de ello es su estancia en el internado escolar al que llega, donde Blanca entra en contacto con uno de los grupos de resistencias liderado por el profesor Einar, quien le dirá al inicio de sus clases:
Acá vamos a acceder a conocimientos que no están fácilmente disponibles... que no están en la nube. Son conocimientos recabados a lo largo de muchos años, y desde mucho tiempo antes que surgiera internet, relativos al estudio de la vida […] Vamos a explorar lo que se sabe respecto a las distintas formas de vida en el planeta, y también cómo ha sido manipulada por los humanos, y de paso, lo que se ha olvidado […] (Hepp, La época de la neblina 65).
Este grupo comienza a consolidarse como comunidad frente al territorio que habitan dentro del internado. Sin embargo, la llegada de un nuevo director, un sujeto con características posthumanas, resultado de experimentos biopolíticos, amenaza su misión. Este personaje encarna el intento fallido de los Estados por crear nuevas especies humanas capaces de adaptarse a las condiciones extremas del clima mundial: “Estos ensayos pronto se terminaron. Formalmente, al menos. El Estado dejó de financiarlos porque hubo muchas manifestaciones en contra. La gente opinaba que estaban creando… parahumanos” (La época de las semillas 122). Algunas de estas modificaciones incluían la habilidad psíquica de leer la mente. Este sujeto, llamado por todos Abarca, arriesga la misión del grupo e impone un adoctrinamiento reforzado que será la ley que justifique sus métodos invisibilizados de opresión (La época de la neblina 106-109), normalizando una vida hiperconectada y sintética dentro de la vida institucional. Abarca simboliza la vida sintética de este mundo, mientras que Blanca encarna la semilla orgánica de la vida ecotópica.
Este espacio infértil en el que vive Blanca será decisivo para que ella busque otras formas de habitar. Al respecto, uno de los personajes del grupo de resistencia le dirá: “Deberías haber nacido en otra época, en una más amable. Se supone que la ignorancia es felicidad, pero ya no más. Tienes que estar al tanto de lo que pasa” (La época de la neblina 126). Esta es precisamente la sociedad informada, pero no hiperconectada; opuesta a un mundo en el que “todos [están] conectados, constantemente. Pero no podemos decir todo lo que queremos” (130). Blanca, al recibir toda esta información, despierta y experimenta un renacer hacia el conocimiento del estado actual del mundo. Se le da a elegir entre optar por una vida normal o unirse a la causa de evitar la pérdida total de la naturaleza mundial: “Sin ninguna duda, mi lado es el mismo lado del que están ustedes […] Cerré los ojos y lloré. Sin sonido para que nadie oyera. Era mi llanto privado de dolor por el mundo” (149).
Este llanto es un preludio para los acontecimientos que ocurrirán dentro de la novela. En la medida que Blanca decida actuar en pro de la generación de la naturaleza, toma cada vez más participación de la resistencia. Este actuar traerá también pérdidas emocionales significativas para ella.
Por haber elegido el bando contrario, Blanca estará en la mira del director Abarca, quien intenta en reiteradas ocasiones asesinarla. En uno de estos intentos, le confiesa a ella: “Es mejor arrancar las malezas cuando todavía no han echado raíces profundas. Cuando no han crecido tanto. Esa es mi filosofía. Ya ves, Blanca, yo también presto atención a la naturaleza” (228). La anterior representación de Blanca como una planta que está en pleno crecimiento, (re)generándose en un ambiente hostil, es un intento del biopoder regente por “neutralizar el posible elemento “nocivo” que habían identificado en mí” (La época de las semillas 8).
Lo anterior es de suma importancia para la narrativa de las novelas, puesto que uno de los intereses mundiales es el tráfico de semillas que las megatransnacionales no poseen y que sí están bajo el cuidado y preservación de grupos subversivos a ellas, como lo es el CISA: “Centro Superior de Instrucción Alternativa. O como decían algunos, el Centro de Imbéciles Soñadores Arriesgando su vida” (La época de la neblina 147).
En La época de las semillas, la vida en un bioma territorial más enfocado permite que Blanca vaya germinando su subjetividad en torno a la preservación de la naturaleza: “Nuestro viaje al desierto implicaría una nueva vida donde podría seguir disipando la neblina que antes confundía mis sentidos y vislumbrar qué era lo que nos podía deparar el futuro” (10).
En su nueva vida orgánica, habitando en comunidad, llega al bioma subterráneo bajo el desierto de Atacama. Descubre la simbiosis de tecnología-sociedad al convivir con Nett, un sistema digital modular encargado de regularizar las emociones de los habitantes del lugar mediante la conexión de ellos en la red, lo que ayuda a su salud mental (41). Otra de las tecnologías bajo tierra son los hologramas, encargados de reconfigurar holográficamente el desarrollo potencial de una planta que provienen de las semillas, permitiendo identificar vastas colecciones en tanto se aseguran del embrión que debe estar en cada semilla almacenado (74). Blanca aprende además que la Reserva del abuelo “es un banco, como este, un búnker, pero mucho más grande. No solo guarda semillas sino también todo tipo de tejidos criopreservados y el ADN de múltiples formas de vida. Es uno de los más grandes del mundo, pero no es el único” (79).
El novum narrativo de las novelas de Hepp converge con las propuestas ecotópicas cli-fi que representan la narración. En este sentido, la protagonista habita y conoce a su abuela Isabel, una arconte de semillas y sujeto de experimentación, junto con Abarca, que fue sometido a un programa del Estado chileno como parte de las medidas de adaptación al cambio climático (119) para recolonizar el planeta. Toda esta situación le revelaría algo mayor: el mundo post-cambio climático representado se controlaba por UGAB, Advisory Board para los United Goverments, la “hermandad de personas que movían los hilos del mundo a su antojo, al ritmo de su hambre insaciable, fabricando catástrofes al gusto del consumidor” (104-105), el cual representa plenamente una sociedad mundial regida por un Capitaloceno (Haraway 83-89) extremo. Frente a esto, Isabel revela a través de sus memorias, es decir, el código genético de su subjetividad, lo siguiente: “en tiempos de megasequías, megalluvias y megaincendios. Todos los que se quedaron viendo las pantallas en sus casas mientras la otra mitad del planeta se moría de hambre y de impotencia” (La época de las semillas 66).
En este sentido, la propuesta ecotópica del novum se ejemplifica bajo el siguiente sueño de la protagonista:
[…] estaba en el mar con Benjamín. Nadábamos en un agua de color azul claro y flotábamos entre unas olas suaves. De repente yo hundía un poco la cabeza, hasta sumergir las orejas, y podía oír el silencio, un silencio inmenso.
Sé que era el mar porque el agua parecía no tener fin; pero ahí terminaban los parecidos con nuestro mar, que es como un cuerpo agonizando desde hace mucho tiempo. A nadie se le ocurriría bañarse en él, entre los restos de lo que alguna vez fueron organismos vivos, en un entorno hostil de restos de plástico y marejadas. El del sueño, en cambio, estaba sano, limpio, y me dejó con una sensación de calma a pesar de la comparación terrible […] Imaginé lo que debió ser estar en una playa, sin ningún tipo de preocupación, sin ningún presentimiento de lo que vendría en el futuro, solo descansando y pensando que la vida era maravillosa, con los dedos entre la arena, bajo el sol cuando el calor todavía era medianamente soportable (90).
Esta fluctuación entre un novum que se presenta disruptivamente y el mar del tiempo presente de Blanca contrasta con a la visión de cómo fue este bajo la perspectiva ecotópica de lo que alguna vez fueron los océanos. Esta oposición de espacios, sensaciones y ambientes problematiza los aspectos críticos que proponen las novelas siendo uno de ellos la recuperación de aquellos modos de vida.
Frente a esta sociedad que vive regenerando la biodiversidad, las megacorporaciones deciden invadirla y saquear, o destruir toda forma orgánica de vida, lo que incluía las semillas y los avances por preservarlas. En esta acción, destruyen el búnker y matan a Isabel. Frente a este desastre familiar y ecocida, la mamá de Blanca dirá: “[…] nací en este tiempo terrible, hostil, que no le debería haber tocado vivir a nadie. El mismo que ahora estás conociendo. Por favor, perdóname” (273).
Esta dimensión narrativa en la que el novum se manifiesta a través del espacio y del diálogo de los personajes, es decir, su interacción con sus memorias y con la conciencia de su estado actual frente al horror del mundo distópico en el que viven, propone la oposición narrativa con los espacios ecológicos a los cuales se hace referencia. En este sentido, el trabajo de la memoria colectiva, orgánica, permite tener una visión esperanzadora de resistirse a un mundo postantropocéntrico que intenta fagocitar lo natural, es decir:
nuevos espacios vitales […] porque el capitalismo del siglo XXI exhibe una capacidad inaudita de devorar las fuerzas vitales y reciclar las resistencias a toda velocidad, convirtiéndolas en eslóganes publicitarios para venderlas a buen precio en el mercado (Sibilia 216-217).
Las semillas, en este sentido, se abrirán paso a través de los grupos de resistencia sobrevivientes. La mirada ecotópica perdura en ellos, permitiendo diseminarse por los espacios donde el control de las megacorporaciones no esté presente. Las semillas serán, por tanto, el único impedimento (La época de las semillas) para lograr su objetivo de acabar con la regerminación de la naturaleza.
Pese a todo lo ocurrido, Blanca, como sujeto, decide el camino de la resistencia, de la regeneración. Las raíces de la familia no estaban destruidas y menos la esperanza de recuperar las semillas y proteger otras reservas. Ella elige preservar, elige el camino de la eco-resistencia, aspecto que se desarrollará en el siguiente apartado.
En relación con los ejemplos de las novelas mencionadas en los anteriores apartados, las eco-resistencias en Hepp se confirman desde la perspectiva solarpunk, dado que se oponen a las articulaciones biopolíticas de un capitalismo industrial y a la hegemonía sobre la reglamentación de la vida en las poblaciones locales y mundiales (Sibilia 200). En este sentido, las novelas logran enfatizar la imperfección del sistema biopolítico mismo, “porque las redes de poder también están plagadas de resistencias, insurrecciones y líneas de fuga” (215-216). Por ende, la idea de un grupo organizado a nivel global desde la clandestinidad, desde la oposición al sistema, viviendo en biomas subterráneos, es una representación misma de sujetos que intentan germinar la preservación de lo natural en sus propias subjetividades. A través de la vida en comunidad logran resistir a la sociedad misma y a UGAB. Este objetivo perdurará a través de la sociedad ecotópica que promueven e intentan preservar bajo el discurso central de la preservación de las semillas como código natural de regerminación.
Si bien este grupo de resistencia logra ecosustentarse en todas sus necesidades, existen marcas que la lucha contra el sistema genera en ellos. Blanca ve cómo Isabel ha sufrido por ser parte del grupo opuesto al orden social global:
Pasó que a mí me dio miedo el mundo. En ese tiempo decidí que era demasiado arriesgado amar tanto. Este ya no es un planeta en el que se pueda amar de esa forma. Aunque quizás arriesgado no es la palabra. La palabra es doloroso. De un dolor insoportable (Hepp, La época de las semillas 85).
Este mundo descrito y representado por las memorias de Isabel será el de la sociedad adormecida frente a la mortandad y la caída de las sociedades a nivel global (Hepp, La época de las semillas 103). En sus memorias ella recuerda:
Extraño tantas cosas que parece que estuviera hablando de otro planeta. Echo de menos incluso los problemas que teníamos antes, esos problemas cotidianos de quién sacaba la basura, quién reciclaba, quién iba a comprar el pan. Me producen hasta ternura. Recuerdo que un año nos preocupamos porque se nos llenó la casa de hormigas. ¡Imagínate preocuparte por eso, en vez de alegrarse porque había hormigas! Pero en ese entonces no sabíamos lo rápido que serían los cambios. Fue como si de un día para otro, ¡bum!, se nos hubiera quemado la casa […] También extraño cosas concretas, como la miel de ulmo o darme duchas largas con agua caliente (189).
Estos recuerdos dan cuenta del contexto que se vive a principios de este siglo XXI, el cual ya sufre los efectos del cambio climático como tal. Para asombro de Blanca, descubre que las subjetividades pueden ser trastocadas por el ambiente donde estas se desarrollan. Ejemplo de ello es la habilidad posthumana de Abarca, capaz de imprimir pensamientos y recuerdos en la mente de las personas, manipulando la conciencia misma del ser humano, o sea, las memorias, los sentimientos, el vivir, la identidad (200-201).
Aun con todas estas experiencias, la regerminación de Blanca como sujeto dará resultados. Será parte de la eco-resistencia (306) con la misión de rescatar las semillas y adquirir toda la información necesaria para ello; sin embargo “[h]abía muchas razones para confiar, para esperar, para seguir” (317), tal como las plantas aguardan su época para (re)generarse.
Este intento territorial del sujeto por realizar un proyecto holístico y comunitario (Racionero Ragué 77-79) se manifiesta al intentar preservar y regenerar la biodiversidad que otrora existió en la Tierra del siglo XXI hacia atrás. En este sentido, Blanca se transforma de un sujeto pasivo a uno activo que forma parte de la eco-resistencia, llevándola a perder a seres amados como sus abuelos. Parte de la metáfora en su (re)germinación radica en la muerte; la naturaleza sirviendo de compost para las futuras plantas, guardadas en las pequeñas semillas que se alimentarán y darán vida, preservando el ambiente. Tal como el terreno fértil para la siembra, Blanca se nutre de sus abuelos, desde sus memorias con su abuelo Sebastián hasta las experiencias y recuerdos que le transmite Isabel. Lo anterior será una de las extensiones de la raíz que el novum comprende dentro de las estructuras del discurso crítico y la narración misma de las obras.
En cuanto la categoría de sujeto en eco-resistencia, Blanca tiene memorias y subjetividades que la enlazan con lo orgánico:
Cuando era chica soñaba con conocer un bosque. Ahora conozco un bosque y voy a conocer un desierto. Y a pesar de mis incertidumbres actuales, no cambiaría mi destino por nada. Solo hubiera preferido, quizás, haber nacido en otra época, una época más amable, sin tanta neblina confundiendo nuestros sentidos (La época de la neblina 268).
Esta idea de neblina se interpreta como una nube tóxica, producto de la acción de la degeneración climática y social que son el resultado de un Antropoceno.
Por otro lado, entrar bajo tierra le significó una unión con sus lazos familiares, con la necesidad de (re)generar(se) en el proceso de estar allí, “rodeados de plantas, haciendo tareas que requerían gran dedicación y delicadeza, trabajando a veces en silencio y a veces conversando, nos servía también para cultivarnos a nosotros mismos” (La época de las semillas 63). Blanca recibe de parte de Isabel, no solo el conocimiento y la regeneración de su subjetividad, sino también parte de la suya, de forma material. Esto ocurre mediante un collar que contenía una colección privada de semillas, siendo un kit de supervivencia para poder sembrar en caso de emergencia (212):
Afuera, en una pequeña etiqueta, aparecían varios nombres, algunos familiares, otros totalmente desconocidos: Albahaca, Algarrobo, Arroz, Arveja, Avena, Boldo, Canelo, Cebada, Cebolla, Copao, Chilco, Garbanzo, Maíz, Matico, Melón, Murta, Papa, Poroto, Quinoa, Quillay, Rica-rica, Soya, Tomate, Trigo y Zapallo […] De repente se me vino una imagen a la cabeza. O una sensación, más bien. Cientos de plantas vivas en miniatura, pulsando entre mis manos, esperando su momento adentro de su propia caja personalizada (214).
Esta regerminación también será como sujeto corporal. Blanca tiene los genes de las experimentaciones que se realizaron en el cuerpo de Isabel, lo que la lleva a despertar su capacidad de ser una mind reader, lectora de mentes. Con esta capacidad adquirida luego de su enfrentamiento y derrota ante el UGAB y el director Abarca, define su subjetividad y la usa para ayudar a los sujetos que habitan y transitan con ella, como lo hizo con Esperanza, quien intentó suicidarse ante la derrota y la pérdida de vidas y de semillas (292-293).
Bajo estas perspectivas, Blanca como sujeto viene a ser una extensión misma de la naturaleza de las semillas, que viven en “ecorregiones” (Racionero Ragué 84-89) donde la muerte, la preservación, las memorias, el habitar y el acercamiento a ambientes y espacios naturales serán la respuesta hacia nuevas formas de vida frente a una desolación que el panorama actual del Antropoceno plantea en los personajes:
Isabel no estaba. Era el peor momento de mi vida y nada podía cambiar mi sensación de impotencia absoluta. Porque no solo habíamos perdido a tanta gente querida, a Nett, nuestra casa y las semillas; habíamos perdido las ganas de pelear. ¿Para qué, ¿para darle un mejor futuro a quiénes? La especie humana, me pareció, ya había elegido su destino (La época de las semillas 277-278).
Es esta perspectiva del sentido de pérdida y del coste medioambiental del Antropoceno en la que las narrativas del cli-fi vienen a poner por explícito el desastre socioambiental de un cambio climático casi irreversible. Sin embargo, permite entender cómo se debe convivir y trabajar por la preservación de la biodiversidad. Blanca dirá al final de la segunda novela: “Quizás algún día volverían las condiciones favorables para que los quillayes y las otras plantas germinaran y crecieran ahí como lo habían hecho antes. Mientras tanto, esperaba que siguieran resistiendo” (La época de las semillas 315-136). Esto cierra el ciclo vital entre las semillas y el sujeto Blanca una semilla que se (re)genera a partir de la eco-resistencia.
A partir de la propuesta del cli-fi, vista desde la perspectiva del novum, se permiten comprender las causas y las críticas hacia la degradación medioambiental, pero a la vez plantear un camino alternativo para entender cómo nos relacionamos con el planeta (Flys Junquera et al. 58). Las obras de Hepp se sitúan entre este novum, que se moldea en un cli-fi narrativo que no solo incorpora el ambiente, sino también a los sujetos y sus memorias, con la narración del tipo postapocalíptica. En este sentido, las novelas permiten corroborar que “No todas las historias postapocalípticas son distópicas y no todas las obras solarpunk son progresivamente utópicas” (Więckowska 347).
Bajo esta perspectiva que dialoga con los estudios utópicos de categoría ecotópica, el aporte crítico de nuevos espacios de escritura se abre con novelas emergentes como las de Josefina Hepp. Parafraseando a Arnaldo Donoso, se debe proponer la idea de pensar en verde la literatura chilena en su contexto del Sur global, lo que permitirá un enfoque crítico y creativo (Donoso 115) que proponga soluciones a las problemáticas ambientales actuales. Por esta razón, la ciencia ficción cli-fi en las obras del corpus será parte de esta situación, en donde se presenta prospectivamente una alternativa realista de representar el contexto actual (Vint 132) mediante un novum ecotópico y la necesidad de plantear reflexión y crítica que dialoguen con las soluciones a mediano y corto plazo, que son urgentes de realizar.
Por otro lado, en ambas novelas se plantea un modelo solarpunk de habitar y recuperar la naturaleza a través de la tecnología, pero también del imaginario social de habitar un espacio pensando en la regeneración de lo natural, de lo orgánico. En un enfoque interdisciplinar entre el novum de Suvin y los estudios utópicos de Garfoth, este género dentro de la ciencia ficción comprueba lo planteado por Vint, en tanto ofrece la posibilidad de un “cambio continuo hacia un futuro abierto que (re)hacemos” (Vint 136). Lo anterior se refuerza al contexto de recepción actual de las obras, donde el ideal es que estas nos inciten “a la acción, antes de que deje de ser ficción” (Frumkin 2).
En un entorno mediático que infradimensiona los peligros medioambientales de la crisis climática, las obras de Hepp se suman a las voces narrativas que representan un discurso ecológico (Bayerlipp et al. 10) localizado que fomente alternativas a un futuro sustentable desde la perspectiva literaria chilena, que intenta reconfigurar “los imaginarios geográficos advirtiendo la complejidad del territorio y del futuro de la vida sobre la tierra” (Johannson 223). Por lo que la posición desde la teoría prospectiva de la ciencia ficción asume a la literatura como herramienta retórica para profundizar en inquietudes culturales del ser humano (Moreno 477) y, a su vez, en su capacidad de ofrecer enfoques experienciales, en lugar de cognitivos, sobre la sostenibilidad. Lo anterior permite tender un puente entre nuestra realidad y los mundos utópicos verdes (Garfoth, Green Utopias 169).
Para concluir, Blanca sufre el mismo proceso de las semillas para regenerarse; echando raíces a través del ejercicio de la memoria y la comunalidad que la acoge una vez decide el camino de la resistencia. Esta subjetividad se opone a las formas convencionales de pensar una sociedad en crisis, pero que hay que confrontar a través de la preservación de lo natural.
Asimismo, esta relación entre lo antropocéntrico, la ecocrítica, los estudios utópicos y la ciencia ficción con su novum narrativo en el corpus de estudio, da como resultado una propuesta que permite incorporar situaciones donde la humanidad peligra a pesar de su avance tecnológico, donde el ideal de progreso y crecimiento económico no se preocupa por el proceso de extinción de especies y recursos de manera irreversible, que vienen a sumarse a desastres naturales que son el producto de la acción humana (Johansson 205) sobre el medioambiente y clima global. De ahí que la sensibilidad posthumana, o bien post siglo XXI, sea necesaria para enfrentar la problemática de poder “resituarse ante la naturaleza” (Camasca 99).
Finalmente, las ideas de representación prospectiva se corroboran con las de plantear una interpretación cli-fi a estas obras de ciencia ficción, género que posiciona y realza su planteamiento hacia posibilidades que se proyectan y plantean a través de la conformación de un novum que vele por la preservación de la biodiversidad, del ecosistema, de las semillas, de las memorias en la medida que las destruya, promoviendo la disrupción con la realidad empírica de la narración y de la misma sociedad humana. En este sentido, las novelas permiten la apertura a nuevas formas de entender las relaciones entre la ciencia ficción latinoamericana y chilena “en el camino hacia la descolonización de la literatura y la ciencia ficción, creando futuros alternativos” (Reina-Rozo 53), con la necesidad de ver postulados sobre la crisis global en la que se encuentra nuestro planeta. De ahí que el contexto propio del cli-fi descrito en este estudio enfatiza en el conocimiento de las bóvedas y sarcófagos del Día del Juicio Final que, en tiempos actuales, se están construyendo en el mundo y sirven como espacios donde las semillas y la biodiversidad en general son prioridad uno.
Urge, por tanto, la necesidad de continuar académicamente esta línea de estudios dentro de la ciencia ficción chilena y latinoamericana, desde sus territorios como de las propuestas narrativas que proponen nuevas formas de interpretar el género en esta parte del mundo y en la medida que se intercepten propuestas de estudios de forma interdisciplinaria. En este sentido, la ciencia ficción es un campo literario que permite una conexión menos forzada a otras disciplinas del conocimiento.
Bibliografía citada
Alfaro, Roy. “Traducción de Una poética sociológica de la ciencia ficción. Darko Suvin.” Revista de Estudios Interdisciplinarios en Ciencias Sociales, vol. 22, no. 1, 2020, pp. 224–234. http://www.doi.org/10.36390/telos221.
Areco, Macarena. “Visión del porvenir y espejo del presente: una panorámica del casi siglo y medio de ciencia ficción chilena”. Cartografía de la novela chilena reciente: realismos, experimentalismos, hibridaciones y subgéneros, Macarena Areco (ed.), Santiago, Ceibo, 2015, pp. 115–133.
Arfuch, Leonor. El espacio biográfico: dilemas de la subjetividad contemporánea. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2007.
Balarezo, Diana. “Ecocrítica: Orígenes y Fundamentos”. Kipus. Revista Andina de Letras y Estudios Culturales, no. 52, 2022, pp. 111–124. https://doi.org/10.32719/13900102.2022.52.8.
Bayerlipp, Susanne, et al. “Introduction. The Media Ecologies of Literature”. Media Ecologies of Literature, Susanne Bayerlipp, Ralf Haekel y Johannes Schlegel (eds.), Londres, Bloomsbury, 2023, pp. 1–14.
Broswimmer, Franz. Ecocidio. Ciudad de México. Océano De Mexico, 2006.
Cano, Luis. “Consonance and Subversion: Literary Canon and Popular Narratives”. Peter Lang Companion to Latin American Science Fiction, Silvia Kurlat y Ezequiel De Rosso (eds.), New York, Peter Lang, 2021, pp. 33–42. https://doi.org/10.3726/b14354
Casmasca, Edwin. “La literatura en la perspectiva de la ecocrítica”. Tesis, vol. 13, no. 16, 2020, pp. 97–110.
Donoso, Arnaldo. “Estudios literarios ecocríticos, transdisciplinaridad y literatura chilena”. Acta Literaria, no. 51, 2015, pp. 103–118.
Droppelmann, Verónica. “Josefina Hepp, agrónoma y escritora dedicada a la flora nativa: ‘Las plantas son pura generosidad’”. Ladera Sur, 24 mayo 2022. https://laderasur.com/articulo/josefina-hepp-agronoma-y-escritora-dedicada-a-la-flora-nativa-las-plantas-son-pura-generosidad/ .
Flys Junquera, Carmen, et al. Ecocríticas: Literatura y medio ambiente. Madrid. Iberoamericana, 2010.
Frumkin, Howard. "Cli-Fi—Helping Us Manage a Crisis". The BMJ, vol. 387, 2024, pp. 1–3. http://dx.doi.org/10.1136/bmj.q1734.
Garforth, Lisa. Green Utopias: Environmental Hope before and after Nature. Cambridge. Polity, 2018.
____. Green Utopias: Imagining the Sustainable Society. PhD thesis, University of York, 2002.
Haraway, Donna. Seguir con el problema. Barcelona, Consonni, 2019.
Hepp, Josefina. La época de la neblina. Santiago, Zig-Zag, 2015.
____. La época de las semillas. Santiago, Zig-Zag, 2018.
Jelin, Elizabeth. Los trabajos de la memoria. México D.F., Siglo XXI Editores, 2002.
Johansson, María Teresa. “Figuras y locus de la depredación: el realismo delirante en Tierra Amarilla de Germán Marín”. Revista de Humanidades, no. 48, 2023, pp. 131–154. https://doi.org/10.53382/issn.2452-445X.743
____. “Movimientos de Tierra: nuevas imágenes geopolíticas y ambientales de Chile”. Estéticas de la tierra en América Latina: Literatura, cine, arte, Jörg Dünne y Jenny Haase (eds.), Iberoamericana, 2024, pp. 205–24. https://doi.org/10.31819/9783968695297_011.
López-Pellisa, Teresa. “Prólogo: recorridos, líneas de fuga y reflexión crítica del porvenir”. Historia de la ciencia ficción Latinoamericana II. Desde la modernidad hasta la posmodernidad, Teresa López-Pellisa y Silvia Kurlat (eds.), Madrid, Iberoamericana, 2021, pp. 9–32.
Lynall, Gregory. “Solarpunk: From Science Fiction and Future Fantasies”. The Cambridge Companion to Literature and Climate, Adeline Johns-Putra y Kelly Sultzbach (eds.), Cambridge, Cambridge University Press, 2022, pp. 191–200.
Lloyd, Saci. The Carbon Diaries 2015. New York, Holiday House, 2008.
Milner, Andrew, y J.R. Burgmann. Science Fiction and Climate Change: A Sociological Approach. Liverpool, Liverpool University Press, 2020.
Moreno, Fernando. Teoría de la Literatura de Ciencia Ficción: Poética y Retórica (Prospectiva). Vitoria, Portal Editions, 2013.
Navarrete, Jeniffer. “Panorama general de la literatura de ciencia ficción en Latinoamérica”. Leteo: Revista de Investigación y Producción en Humanidades, vol. 3, no. 6, 2022, pp. 31–40.
Racionero, Alexis. Ecotopía: una utopía de la Tierra. Barcelona, Anagrama, 2022.
Reina-Rozo, Julián. "Art, Energy, and Technology: The Solarpunk Movement". International Journal of Engineering, Social Justice and Peace, vol. 8, no. 1, 2021, pp. 47–60. https://doi.org/10.24908/ijesjp.v8i1.14292
Rivero-Vadillo, Alejandro. “Nuevas perspectivas en la ficción climática actual: la tecnofilia solarpunk frente al imaginario del decrecimiento.” Nueva Revista del Pacífico, no. 76, 2022, pp. 183–204.
Saldías, Gabriel. “Los lugares del futuro: aproximaciones críticas recientes sobre la ciencia ficción hispanoamericana”. Revista Iberoamericana, vol. 22, no. 81, 2022, pp. 231–249. https://doi.org/10.18441/ibam.22.2022.81.231-249
Sibilia, Paula. El hombre postorgánico: cuerpo, subjetividad y tecnologías digitales. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2006.
Sullivan, José. “La ciencia ficción en Chile (1973–2019).” Historia de la ciencia ficción Latinoamericana II. Desde la modernidad hasta la posmodernidad, Teresa López-Pellisa y Silvia Kurlat (eds.), Madrid, Iberoamericana, 2021, pp. 161–195.
Stanley, Finney, y Edwards, Lucy. “The ‘Anthropocene’ Epoch: Scientific Decision or Political Statement?” GSA Today, vol. 26, no. 3–4, 2015, pp. 4–10. https://doi.org/10.1130/GSATG270A.1
Syeda Farha, Shah. “Climate Fiction (Cli-Fi): Exploring Climate Change in Literature”. Nature and Narrative: An Ecocritical Survey, Altaf Ahmad Bhat y Mudasir Ahmad Gori (eds.), Nueva Delhi, Authors Press, 2024, pp. 60–95.
Vint, Sherryl. Science Fiction. Cambridge, The MIT Press, 2021.
Więckowska, Katarzyna. "Appositions: The Future in Solarpunk and Post-Apocalyptic Fiction”. Text Matters: A Journal of Literature, Theory and Culture, no. 12, 2022, pp. 345–359. https://doi.org/10.18778/2083-2931.12.21
Yelin, Julieta. Biopoéticas para las biopolíticas: el pensamiento literario latinoamericano ante la cuestión animal. Pittsburgh, Latin America Research Commons, 2020.
[1] Hasta la fecha de esta investigación, la tercera parte de la saga aún no ha sido publicada.
[2] La autora se basa en Levitas (1990) para actualizar el término utópico. Véase en Garforth 127-28 la asociación sobre la forma diferente de vivir y ser bajo un nuevo ordenamiento social para expandir y mejorar las condiciones del bienestar humano.
[3] Por ejemplo, la obra The Carbon diaries (2015) de Saci Lloyd, plantea una crítica generacional a la indiferencia de retrasar la disminución de la huella de carbón a nivel global. Como resultado, las grandes corporaciones y políticos niegan directamente la consecuencia asegurando un cambio climático irreversible y consolidado a partir de 2020.
[4] Trad. propia. Cita original: “Science fiction has a history of absorbing and working with environmental themes, but has produced few straightforward ecological utopias” (Utopias: Imagining the Sustainable Society 117).
[5] Trad. propia. Cita original: “offer experiential rather than cognitive approaches to sustainability that offers to build a bridge between our reality and the green utopian worlds” (Utopias: Imagining the Sustainable Society 117).