cuestionado, especialmente, la
consideración selectiva del tipo de
escolares que deberían recibir educación
inclusiva, la falta de formación inicial y
permanente de los docentes para atender
a escolares con discapacidad y necesidades
educativas diversas (Llorenty Álamo, 2016;
Tárraga et al., 2013), los temores, estigmas
y prejuicios que obstaculizan la inclusión
(Hernández y García, 2017; Mangano,
2015; Mendoza, 2015), así como la
dependencia excesiva de agentes externos
para implementarla (Ewing et al., 2018).
En el contexto de la educación
cubana, Borges y Orozco (2013) señalan
que la presencia de escolares con
Necesidades Educativas Especiales en
entornos educativos regulares se ha vuelto
cada vez más frecuente. La atención
educativa que se les brinda,
independientemente de su tipo de
necesidad, se centra en los aspectos que
requieren ser desarrollados, teniendo en
cuenta sus diferencias individuales. Este
enfoque se basa en el principio
fundamental de que todos las personas se
desarrollan según las mismas leyes bio-
psico-sociales, lo que respalda la adopción
de un currículo inclusivo para todos los
escolares. Es precisamente por esta razón
que el papel y las funciones del maestro de
educación primaria en Cuba se vuelven
cada vez más complejos y diversificados
(Cosme y Alondriz, 2018), cuando estos
deben comprometerse a brindar una
educación para todos a través de un
currículo integral, flexible, contextualizado
y participativo.
Así pues, la tercera fase del proceso
de perfeccionamiento educacional en
Cuba se ha concebido en torno a la
búsqueda y aplicación de métodos,
procedimientos y recursos innovadores,
fundamentados en las mejores prácticas
educativas. Su finalidad primordial radica
en asegurar el logro de los fines y objetivos
establecidos en todos los niveles de
enseñanza. Al respecto, Bienes et al. (2021)
subrayan la necesidad de ahondar en la
preparación de los docentes como un
elemento clave para el éxito del proceso de
perfeccionamiento. La preparación
docente, según González et al. (2019),
constituye una dimensión esencial para
fortalecer las competencias pedagógicas,
estimular la actualización y fomentar una
actitud de aprendizaje continuo.
Las investigaciones realizadas en
Cuba con respecto a esta problemática
muestran similitudes significativas con los
estudios llevados a cabo en otras áreas
geográficas (Soler, 2020; Pérez et al., 2018;