Cómo citar este artículo: Romero, C. L. y Acosta, H. (2024). El valor participación social,
contribución al comportamiento ético de los estudiantes universitarios, Retos XXI, 8, 1-15.
El valor participación social, contribución al comportamiento
ético de los estudiantes universitarios
The value social participation, contribution to the ethical behavior of
the university students
M.Sc. Concepción Lucia Romero Pérez1, Dr. C. Haydeé Acosta Morales2
Fecha de recepción: 14 octubre 2023; fecha de aceptación: 26 diciembre 2023
RESUMEN
En Cuba, lograr la soberanía del pueblo
transita por la participación de los
ciudadanos, proceso característico de
la democracia socialista, inherente al
proyecto social que se construye, en la
medida en que la población se
involucre en proyectos sociales, de
manera consciente y comprometida, en
especial en el entorno comunitario. La
situación del mundo actual requiere de
la presencia del binomio ética-valores,
para enfrentar las amenazas que sobre
ella se ciernen. La universidad cubana,
en su vínculo con la sociedad, al
desarrollar la formación de sus
estudiantes, ha de educarlos como
profesionales y ciudadanos, que
colaboren con la solución de los
diversos problemas sociales con una
ética caracterizada por la sensibilidad
1 Universidad de Matanzas, Cuba, concepción.romero@umcc.cu, https://orcid.org/0000-0002-7544-9588
2 Universidad de Matanzas, Cuba, haydee.acosta@umcc.cu, https://orcid.org/0000-0001-9869-8141
humana, el amor a la justicia, a la
equidad, a las relaciones cordiales
entre las personas, al diálogo y al
consenso. El trabajo plantea un
conjunto de principios de la ética
martiana que pueden ser asumidos en
el comportamiento de los estudiantes
universitarios si cuentan con la
formación del valor participación social
como regulador de su conducta. Es
parte del proyecto científico
“Educación, valores, ciudadanía: retos
para el desarrollo de la personalidad
del profesional universitario
matancero”.
Palabras clave: valor, valor
participación social, ética,
comportamiento ético.
ABSTRACT
EL VALOR PARTICIPACIÓN SOCIAL, CONTRIBUCIÓN AL COMPORTAMIENTO ÉTICO
DE LOS ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS
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In Cuba to achieve the sovereignty of
the town traffics for the participation of
the citizens, characteristic process of
the socialist democracy, inherent to the
social project that is built, in the
measure in that the population is
involved in social projects, in a
conscious and committed way,
especially in the community
environment. The situation of the
current world requires of the presence
of the binomial ethics-values, to face
the threats that she has more than
enough they hang. The Cuban
university, in their bond with the society,
when developing the formation of their
students, it must educate them as
professionals and civic that collaborate
with the solution of the diverse social
problems with an ethics characterized
by the human sensibility, the love to the
justice, to the justness, to the cordial
relationships among people, to the
dialogue and the consent. The work
outlines a group of principles of the
ethical martiana that you/they can be
assumed in the behavior of the
university students if they have the
formation of the value social
participation as regulator of its
behavior; it is part of the project
scientific Education, values, citizenship:
challenges for the development of the
professional's university matancero
personality."
Keywords: value, value social
participation, ethics, ethical behavior
INTRODUCCIÓN
La ética y la axiología son dos ciencias
filosóficas de reciente reconocimiento
como tales. El término ética se
establece en el siglo IV a.n.e. Pero la
ética como ciencia acerca de la moral,
sobre el estudio científico de las
relaciones y del comportamiento moral
y con el propósito de fundamentar y
argumentar racionalmente el sistema
de valores, principios y normas
morales adecuadas para la conducta
social de los individuos (Ramos, 1996),
surge en los años 50 del siglo XX
(Osorio, 2014). Por su parte, la
axiología como ciencia ve la luz a
principios de dicho siglo. Aunque hacia
la segunda mitad del siglo XIX, se
manifestó como rama relativamente
independiente de la filosofía, para
determinar “¿cuál es la naturaleza de
los valores humanos?, ¿de dónde
surgen?, ¿cuál es su fuente?(Fabelo,
2003, p. 17).
Este trabajo responde al
resultado científico del proyecto
institucional La formación del valor
participación social en los estudiantes
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de la Universidad de Matanzas”, de la
referida universidad, cuyo problema
científico es ¿cómo contribuir a la
formación del valor participación social
en los estudiantes de la Universidad de
Matanzas? El objetivo planteado fue
diseñar una concepción teórico-
metodológica educativa para la
formación del valor participación social
en los estudiantes de la Universidad de
Matanzas. Y una de sus tareas
científicas, se dirige a elaborar los
presupuestos teóricos para dicha
formación axiológica, de lo que es
parte integrante el trabajo que se
presenta.
En su construcción se han
tenido en cuenta los aportes de una
diversidad de autores: Fabelo (2003),
Osorio (2014) y Ramos (1996), para
fijar el momento en que se reconocen
la axiología y la ética como ciencias
filosóficas independientes.
Carlos Marx y Federico Engels (1965),
en su primera obra en conjunto, La
Sagrada Familia, escrita en 1844 y
publicada en 1845, exponen la relación
entre los comportamientos humanos y
las condiciones sociales.
Vitier (2002), para la
valoración del peligro que representa
la guerra actual del imperialismo
contra Cuba, en el ámbito ideológico.
Prieto (2022), acerca del trasfondo
cultural del proceso revolucionario
cubano, a partir de 1959, y de los
intentos del imperialismo por colonizar
al país culturalmente. Domínguez
(2017) contribuye al estudio de la
personalidad de los jóvenes.
La temática martiana es tratada
mediante Osorio (2014), tomando de
referencia las Obras Completas de
José Martí (1975).
Lo axiológico es abordado por
Fabelo (1996) expuso la teoría
pluridimensional de los valores y el
mismo autor (2011), muestra el valor
supremo que representa la vida
humana.
Nieves (2019) y Romero (2023
a, b) plantean las características del
valor participación social, a lo que
contribuye la Constitución de la
República de Cuba (2019). Guanipa y
Angulo, (2019) reconocen la
importancia de la participación
democrática en el entorno comunitario.
Aparicio y Rodríguez (2020) abogan
por la raíz ética de la participación
social para que se produzca el cambio
favorable a la inclusión.
Chacón et al., (2023), brindan
información sobre los propósitos de la
formación pedagógica cubana.
Ortega, Acosta y Ortega, (2023)
precisan la necesidad de formar
valores afines a la participación social
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DE LOS ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS
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como el colectivismo y la solidaridad.
Pulgarín et al., (2023), se refieren a la
importancia de la lengua como vía
primordial de comunicación.
MÉTODO
Al tratarse de un momento
teórico del estudio, fueron utilizados los
métodos: analítico-sintético, para
descomponer la información y
sintetizarla debidamente, así como el
método inductivo-deductivo, para
determinar lo particular y lo general de
lo que se aborda en la literatura.
Se empleó el método histórico
lógico, al hacer un recorrido por los
diferentes momentos en que se ha
desarrollado la juventud universitaria
actual de nuestra institución y país.
Para la realización de la
investigación se tuvo en cuenta los
principios presentes en la ética
martiana: sensibilidad humana; acción
para el bienestar común; justicia social;
amor: a la patria, a la naturaleza, a la
humanidad; unidad de pensamiento y
acción; relaciones cordiales: el diálogo
y el consenso.
A su vez se precisaron las
características esenciales del valor
participación social: -derecho humano
y deber fundamental; -medio para
obtener los resultados planificados de
los proyectos sociales; -contribución a
la transformación de los individuos
como ciudadanos activos y
transformadores; -desarrollo de la
capacidad de obtener metas; -
contribución al desarrollo de la
motivación, autoestima, identidad y
sentido de pertenencia; -expresión de
criterios, sentimientos, intereses a
tener en cuenta para la adopción de
decisiones;
-valor consustancial a la sociedad que
construye el socialismo, inherente a la
democracia; -promoción de otros
valores como la justicia social, la
igualdad, la equidad, la libertad, la
tolerancia, la solidaridad y el respeto.
RESULTADOS
La consulta de la obra La sagrada
familia (Marx y Engels, 1965) sentó las
bases para el análisis del
comportamiento ético de los individuos,
en correspondencia con las
condiciones sociales en las que estos
se desenvuelven y que los mismos
hombres construyen. Marx y Engels en
la mencionada obra expresan:
Si el hombre es formado por las
circunstancias, será necesario
formar las circunstancias
humanamente. Si el hombre es
social por naturaleza, desarrollará
su verdadera naturaleza en el
seno de la sociedad y solamente
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allí, razón por la que debemos
medir el poder de su naturaleza
no por el poder del individuo
concreto, sino por el poder de la
sociedad (p. 213).
Ello exigió la exploración por la
situación cubana en los últimos
tiempos. La sociedad que en Cuba se
ha decidido construir, a partir del triunfo
de la Revolución en enero de 1959, se
sustenta en el humanismo y en la
justicia social. Valores directamente
relacionados con la democracia, la
equidad, la solidaridad, el respeto, la
corresponsabilidad, entre otros,
convencidos de la importancia del ser
humano. En la reciente conferencia del
filósofo cubano José Ramón Fabelo
Corzo (2023), se ratifica el postulado
de que más allá de lo que se piense o
de lo que diga, “es valioso para el ser
humano lo que le permita vivir, lo que le
permita conservar, reproducir y mejorar
la vida” (p. 273). Ello constituye un
indicativo ético por excelencia al
considerar la vida como valor supremo.
El camino recorrido durante el
proceso revolucionario para lograr “lo
valioso para el ser humano”, ha sido
escabroso y hoy presenta retos difíciles
de sobrepasar, por condiciones
externas e internas. La crisis global que
enfrenta el mundo, a partir de las
características del capitalismo en esta
fase imperialista, agravada por la
pandemia de Covid 19, con sus
implicaciones mundiales, repercute en
Cuba.
El imperialismo, en sus ansias
de sobrevivir en un mundo que transita
hacia la multipolaridad, acude a todos
los mecanismos a su alcance, inclusive
a la guerra, con sus presiones y
políticas proteccionistas. El mundo se
caracteriza por las asimetrías: en un
lado, altos niveles de pobreza en las
grandes masas, en otro, riquezas en
ocasiones billonarias que garantizan
grandes lujos y despilfarros a las
familias privilegiadas.
La pandemia de Covid 19
mostró las enormes diferencias
existentes y la insuficiencia de los
sistemas de salud de los países,
incluso de los desarrollados, para
enfrentar tan terrible suceso. Millones
de personas fallecieron por falta de
recursos, demoras en las decisiones de
los actores que han de tomarlas,
indiferencia ante el desastre, entre
otros factores.
Cuba, crecida ante la adversidad
y poniendo en práctica la fortaleza
científica lograda en varias décadas,
creó vacunas reconocidas por el
organismo correspondiente en el país y
que permitieron la protección de más
del 85% de la población con las tres
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dosis requeridas y el desarrollo de
vacunaciones de refuerzo,
fundamentalmente en la población
vulnerable.
Mientras, el mundo padece de
grandes masas de analfabetos y de
precarización laboral con presencia del
desempleo, trabajo informal y bajos
salarios, el alza de los precios a partir
de la inflación llega hasta el último
rincón, dificultando la obtención de
alimentos, materias primas y otros
insumos necesarios para el desarrollo
económico y, por ende, para la vida de
las personas. Lo cual no impide la
presión de organismos e instituciones
económicas y financieras
internacionales, como el Fondo
Monetario Internacional, para exigir
“cumplimientos” a países que han
acudido a sus “ayudas” en
determinados momentos.
La naturaleza está dando
muestras de los daños recibidos por la
acción irresponsable de los seres
humanos, de las corporaciones y de los
gobiernos, que no adoptan las medidas
a tiempo, ocasionando deterioros que
ya hoy en muchos casos resultan
irreversibles.
Cuba no solo presenta una
compleja situación económica por
insuficiencias o errores internos, sino
que recibe a diario las consecuencias
de la crisis mundial y del bloqueo
exterior. La difícil situación ha traído
como consecuencias carencias
extremas, grandes índices de inflación,
y con ello la insatisfacción de la
población ante los acuciantes
problemas y dificultades que ha de
enfrentar en su quehacer diario. Un
número significativo de cubanos, sobre
todo jóvenes, emprende camino hacia
otros países, sobre todo los
desarrollados, con la esperanza de
obtener mejores condiciones de vida.
En medio de esta situación, el
país adopta medidas para la atención a
las personas que presentan
vulnerabilidades; se otorga mayor
poder a los municipios, para la
utilización de recursos que contribuyan
a la solución de las problemáticas
locales, en los barrios y comunidades
con necesidades especiales.
Es esencial la participación
popular para la labor transformadora
que se emprende. El estudiante
universitario, por su condición de joven,
en su formación integral como
profesional, ha de contar con la
preparación necesaria como
ciudadano, no solo para participar
como miembro de su comunidad, sino
en tareas de dirección de proyectos u
otras, que permitan convertir a barrios
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y comunidades en protagonistas de su
historia.
Concebir a la ética y los valores
de forma comunitaria, fue abordado en
la literatura científica desde los años 90
del pasado siglo (Sánchez Vidal, 2015),
para quién, “estos valores comunitarios
son los encargados de iluminar la
conducta de cada individuo en la
sociedad” (p. 157).
¿Quiénes son los estudiantes
que actualmente transitan por las aulas
universitarias en el país? Son
estudiantes que arriban a la edad
juvenil, período intermedio, de tránsito
bio-psico-social, en el que desde el
punto de vista psicológico se
manifiestan características propias de
esta etapa, que no se observan de
manera homogénea en el tiempo en
todos los que transitan por este período,
ni su contenido resulta similar, ya que
dependen de factores que han estado
presentes durante el transcurso de la
vida, como son la educación recibida,
las condiciones de existencia, entre
otras.
Distinguen la edad juvenil la
restructuración de la autoimagen, el
joven exige independencia,
autodeterminación y reafirmación de su
identidad. Se produce la conformación
de la concepción del mundo:
representación generalizada y
sistematizada de la realidad en
su conjunto, de las leyes que
rigen su devenir y de las
exigencias que plantea el medio
social a la actuación del joven; es
también la representación del
lugar que ocupa el hombre en
este contexto y, por ende, la
propia personalidad.
(Domínguez, 2017, p. 104)
Aunque el aspecto cognoscitivo
no es el único componente de la
concepción del mundo, resulta
característico de este momento la
maduración del pensamiento lógico del
joven. Y se manifiesta el componente
axiológico, al desarrollarse una actitud
ante la vida, en correspondencia con los
valores que posee y que lo hacen capaz
de realizar la valoración moral de la
realidad social y la autovaloración.
Impulsado por estas características
internamente vinculadas, entre las que
destacan nuevas motivaciones, el joven
proyecta su futuro, elaborando el
sentido de la vida, del que sirve de
sostén la propia concepción del mundo.
Al considerar que los estudiantes
ostenten estas características, serían
una importante premisa en su formación
integral y, en especial, en su
preparación para el ejercicio de la
participación social.
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Al poseer los jóvenes una
concepción del mundo propia, una
identidad con el entorno en que viven y
se desarrollan, podrán determinar lo que
es valioso o antivalioso, y contar con un
basamento para asimilar los
conocimientos de las ciencias que
estudian y de la sociedad.
Resulta importante considerar
que los jóvenes que, en esta década,
asisten a la universidad se desarrollan
en un medio, en el que, para muchos,
el éxito social consiste en ocupar
posiciones, que les permitan disfrutar
de ventajas económicas y ejercitar
influencias, que suavicen o impidan les
afecten las consecuencias de las
limitaciones existentes. Ellos coexisten
en estas condiciones: mientras unos se
fortalecen ante los retos que impone el
momento, una parte han perdido la fe
en el mejoramiento de la sociedad
cubana y piensan que en otros países
lograrán cumplir sus aspiraciones
personales y familiares.
En este contexto, se ha de
acudir, una vez más, a la ética y los
valores para contribuir a que la
juventud universitaria desempeñe el
papel que le corresponde en la
construcción del presente y del futuro
patrios. Los docentes, en su labor
educativa cotidiana y el cumplimiento
del propósito de formar
axiológicamente al estudiante, han de
contar con la preparación necesaria
para transmitir los mensajes que
repercutan en el compromiso de su
formación integral.
Al referirse a la importancia de la
lengua como vía primordial de
comunicación que para los docentes
resulta imprescindible (Pulgarín et al.,
2023) afirman:
La lengua es el medio esencial
de comunicación, entendimiento
y comprensión entre todos los
miembros de una comunidad; de
ahí que su estudio y su
estabilidad adquieran una
dimensión ética al participar
decisivamente en la transmisión
de la cultura y en la formación y
afianzamiento de la identidad de
los hombres y de los pueblos (p.
159).
En el estudio realizado se tuvo
en cuenta la definición del valor
participación social, elaborada por
Romero (2023b), en correspondencia
con la teoría pluridimensional de los
valores de Fabelo (1996), que
reconoce tres planos de análisis o
dimensiones de los valores: objetiva,
subjetiva y oficialmente instituida. El
valor participación social, en su
dimensión objetiva, constituye:
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la significación positiva que
representa para la sociedad el
proceso mediante el cual el
individuo se manifiesta como un
ser social activo, consciente,
comprometido, transformador,
se involucra en acciones o
proyectos colectivos, en la
medida en que se identifica con
el entorno social del país y en
especial con el contexto barrial o
comunitario, a través de la
planificación y diseño de dichas
acciones o proyectos, su
ejecución y control, muestra del
ejercicio del poder popular en la
toma de decisiones (Romero,
2023b, p. 67).
En su dimensión subjetiva, se
expresa “en la toma de conciencia de
dicha significación, por lo que esta
adquiere sentido personal y su
asunción regula la conducta de las
personas” (Romero, 2023b, p. 67).
Por último, la dimensión
instituida se reconoce como:
aquel valor cuya formación y
desarrollo está refrendado en la
Constitución de la República
(1919), mediante sus artículos 3,
32, 80, 87 y 200, en el discurso
de la dirección del país y en el
caso de la educación superior
cubana, en los Planes de
Estudio E, que impulsan la
formación integral del
profesional con un enfoque
humanista (Romero, 2023b, p.
68).
En la formación pedagógica
cubana se aboga por:
Tener en cuenta el enfoque
ciudadano que significa la doble
condición de este proceso
formativo en cuanto a que el
estudiante se prepare como un
ciudadano cubano, con una
conciencia del civismo cubano
(…) (Chacón et al., 2023, p. 19).
Ello no es privativo de las
carreras pedagógicas, sino que está
presente en los perfiles profesionales
de todas las carreras universitarias,
implícito en la formación integral del
profesional.
En la búsqueda de ese
propósito, la concepción del valor
participación social es amplia, ya que
no se circunscribe solo a la
participación en acciones o actividades
políticas como puede ser el proceso
electoral, o las asambleas de
rendiciones de cuentas de los
delegados de circunscripción ante los
electores.
Se trata de que la participación
social se asuma como un modo de
existencia de las personas para ejercer
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como seres transformadores y, en
especial, en las comunidades y otros
entornos en los que los individuos se
desempeñan, según las necesidades
sociales. Su esencia, según Nieves
(2019), radica en tomar parte
conscientemente en la transformación
social y en la toma de decisiones.
Así, el ejercicio de la
participación social como valor
asumido, contribuye a la
transformación de los individuos en
ciudadanos activos y transformadores.
Con lo cual, a su vez, se favorece el
desarrollo del humanismo, de la
sensibilidad humana de los
participantes, en la medida en que se
motiven e identifiquen con el entorno
en el que participan: el prójimo, la
patria, la naturaleza, la humanidad,
presentes en la ética martiana.
Se trata de un valor
consustancial a la sociedad que
construye el socialismo cubano,
período intermedio en el que coexiste
lo nuevo con lo viejo, en una lucha en
la que ha de triunfar lo nuevo, donde
uno de los rasgos principales es la
democracia, que conduce a que el
pueblo pueda ejercer el poder, en tanto
expresión de su independencia y
soberanía. Y, en su ejercicio, brinde la
ayuda que requieran quienes lo
necesiten en los planos interno e
internacional, para lo que han de estar
preparados los estudiantes
universitarios.
La participación social, al ser
adoptada como valor, propende a la
acción para el bienestar común,
entendido como el bienestar para el
pueblo, que prioriza a los más
vulnerables e incluye a todos
aquellos que buscan materializar la
mayor justicia posible, en medio de
las difíciles condiciones por las que
transita el país, e incluso los que han
asumido la pasividad. En este
sentido, se pronuncian Aparicio y
Rodríguez (2020) al expresar “la
labor profesional de raíz ética
reforzará el cambio cultural
imprescindible para favorecer la
necesaria transformación social
hacia una más plena inclusión de las
personas con diversidad funcional”
(p. 37).
Por su parte, José Martí
conjuga el acto de aprender, de
poseer algo y de actuar bien, al
plantear: “Los hombres crecen,
crecen físicamente, de una manera
visible crecen, cuando aprenden
algo, cuando entran a poseer algo, y
cuando han hecho algún bien” (Martí,
1975, p. 289).
Lo cual, siguiendo el camino
de lo expresado anteriormente
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acerca de la influencia de la
participación social en el desarrollo
de la sensibilidad humana y asumir la
justicia social significa reconocer a
las personas en el sentido humano,
no como seres abstractos, sino como
seres sociales. Reconocerlos con su
diversidad, deberes y derechos, sin
discriminarlas por factores como
edad, sexo, color de la piel, nivel
escolar, procedencia, identidad de
género, creencias religiosas u otros
aspectos, sino que estos factores son
tenidos en cuenta para el beneficio
de dichas personas por parte del
sistema social, en el caso cubano.
Esa sensibilidad humana y
amor por la justicia, José Martí (1975)
la expresa en su visión del indio
americano:
Hállese uno a sí mismo en la
contemplación de lo que lo
circunda ¿por qué, pobre raza
hermana, cruzas la tierra con los
pies desnudos, duermes
descuidada sobre el suelo,
oprimes tu cerebro con la
constante carga imbécil? ¡Oh,
cómo, cómo duelen estas
desgracias de los otros! (p.
277).
El vínculo entre los valores
participación social y justicia social
lleva implícito el reconocimiento de la
igualdad, la equidad, la libertad, la
tolerancia, la solidaridad, el respeto,
que han de manifestarse en el ejercicio
de la participación social. Al respecto,
se considera pertinente, en este
estudio, lo planteado por Ortega et al.
(2023), “la cooperación y la
colaboración deben enseñarse y
practicarse adecuadamente a
diferentes niveles y edades. La
solidaridad, la compasión, la ética y la
empatía deberían estar integradas en
nuestra forma de aprender” (p. 21).
La participación social permite
que quienes participen formen parte del
desarrollo alcanzado, lo que conduce a
la elevación de su autoestima, al
sentirse protagonistas del cambio que
incluye su propia transformación.
Así, la participación social se
convierte en un proceso educativo, en
la medida en que constituye un medio
para obtener los resultados
planificados en proyectos sociales;
desarrolla la capacidad de obtener
metas mediante la actividad colectiva,
de manera creativa y es una vía para el
logro de la satisfacción de quienes
participan en el trabajo conjunto. Este
accionar conlleva al desarrollo y a la
corresponsabilidad, valor que no
siempre está presente en los
estudiantes al enfrentar las tareas en
equipo.
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Como derecho humano, la
participación social, a su vez,
constituye un deber ciudadano, que
facilita la expresión de criterios, de
sentimientos e intereses, para que
estos sean tenidos en cuenta en los
procesos de adopción de decisiones,
una de las principales dificultades que
exponen los estudiantes, cuando se
manifiestan indecisos ante las diversas
problemáticas que han de afrontar.
Sobre derechos y deberes,
resulta convincente la expresión
martiana: “al venir a la tierra, todo
hombre tiene derecho a que se le
eduque, y después, en pago, el deber
de contribuir a la educación de los
demás” (Martí, 1975, p. 376). Y Martí
continúa expresando “el mejor modo de
defender nuestros derechos, es
conocerlos bien” (p. 376).
La participación constituye una
vía importante de educación social, en
la que los participantes comparten sus
saberes, aprenden a conocer sus
derechos y deberes y a ejercerlos.
Siguiendo el pensamiento
martiano respecto a que “Quien dice
educar, ya dice querer” (Martí, 1975, p.
252), un aspecto ineludible, ha de ser
la presencia de la unidad de
pensamiento y acción, en un proceso
educativo colectivo dialéctico de
aprender y desaprender, en el que la
palabra no basta, sino que se trata de
un estrecho vínculo entre lo que se
piensa y lo que se hace, en la
búsqueda de un objetivo común.
A través de su vida, José Martí
abogó y fue ejemplo de las relaciones
cordiales entre las personas, mediante
el diálogo y la consecución del
consenso por la causa común y la
independencia. Así, unió a los pinos
viejos con los nuevos. La
materialización del valor participación
social se ha de valer del diálogo, la
reflexión, el respeto a la idea diferente,
para llegar al consenso, al reconocer a
las personas como seres sociales, con
su diversidad. Factor que inspira la
tolerancia y la solidaridad, valores que
hoy no siempre se manifiestan entre los
estudiantes universitarios.
DISCUSIÓN
Los jóvenes de la Universidad de
Matanzas, como los de otras regiones y
universidades del país, nacieron en los
primeros años del tercer milenio,
marcados por grandes dificultades
socioeconómicas. En el plano interno, la
escasez de productos vitales y la toma
de decisiones que condujeron a la
inercia y pasividad de los sujetos
sociales. En lo externo: grandes
conflictos bélicos provocados por los
intentos imperialistas de sortear la crisis
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general del capitalismo. Al respecto, el
intelectual y periodista Ignacio
En los años 90 del siglo XX, Cuba
vivió un Período Especial en tiempos de
Paz. (Bell et al., 2017). Se había
producido una abrupta desintegración
del campo socialista en Europa del Este
y la URSS, lo que provocó un severo
impacto sobre la economía cubana y en
el ámbito social. Se hicieron visibles
también errores internos que afloraron
en los momentos de una aguda crisis
económica.
Esta situación exigió la adopción
de medidas para resistir y reorientar la
economía, sin renunciar a los principios
y conquistas fundamentales del proceso
revolucionario, centradas en la
educación, la salud y el desarrollo
cultural general de la población.
A partir de 1994 se detuvo la
caída económica y comenzó una lenta y
gradual recuperación, en medio de las
difíciles condiciones que impuso el
bloqueo norteamericano al país. En la
Introducción de la Conceptualización del
Modelo Económico y Social Cubano de
Desarrollo Socialista, se plantea:
Entre los principales problemas
que se agudizaron en estos años
se destacan los desequilibrios
entre la disponibilidad y las
necesidades de divisas; la oferta
y demanda de productos y
servicios; obsolescencia
tecnológica, subutilización e
ineficiencia de la base productiva,
la infraestructura y del proceso
inversionista, crecientes riesgos y
daños medioambientales, así
como falta de organización,
disciplina, exigencia y control
(PCC, 2017, pp. 4-5)
La persistencia de limitaciones
para satisfacer las necesidades y los
efectos de la dualidad monetaria sobre
el poder adquisitivo incrementaron las
diferencias en los ámbitos económico y
social y contribuyeron a la
desmotivación, a la deserción de un
número considerable de trabajadores
de sus puestos de trabajo, hacia los
que les brindaran mayores ventajas
económicas, aun cuando exigieran
menor calificación. Los jóvenes que
transitan hoy por las aulas
universitarias han recibido una
educación institucionalizada con
limitaciones derivadas de ese éxodo de
maestros con una formación
profesional sólida, hacia diversas
funciones, y su sustitución por otros
con formación emergente, con las
repercusiones que están presentes,
tanto en el aspecto instructivo, como en
el educativo.
Otros trabajadores prefirieron la
vía de marchar al exterior, se manifestó
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DE LOS ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS
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la afectación de valores fundamentales
para la sociedad cubana, la indisciplina,
la corrupción y ciertas expresiones de
marginalidad social. Al respecto, se
reconoce “en otro orden, se acentuó el
envejecimiento y estancamiento de la
población, así como sus impactos en
todas las esferas” (PCC., 2017, p. 5).
Hoy, el país trabaja en un
reordenamiento económico. Han
surgido nuevos actores. Se realizó una
reforma salarial. Se eliminó el peso
cubano convertible (CUC) y se abrieron
establecimientos que operan con
moneda libremente convertible (MLC).
Todas ellas, entre otras medidas, para
tratar de mejorar la situación
económica, y enfrentar la cada vez más
recrudecida guerra económica,
comercial y financiera.
El alza de los precios es un
fenómeno característico de la inflación
que existe en medio de la crisis global
que se vive. Se han superado los límites
planificados por la dirección del país,
creando una situación crítica desde el
punto de vista económico y social.
El paradigma capitalista y sobre
todo norteamericano impera en los
medios audiovisuales que consume la
población y, en especial, los jóvenes.
Reciben esa información de una
realidad incompleta del capitalismo, sin
poseer vivencias directas de lo que es
ese sistema de explotación, que
controla mediante sus trasnacionales
los filmes, videos, series y redes a nivel
mundial.
La guerra persigue el antiguo
ilusorio objetivo del sexto presidente de
los Estados Unidos John Quincy
Adams, con la política de la fruta
madura, mediante la cual, por su
cercanía, Cuba debía caer en manos de
ese país; a lo que se unió la ambiciosa
Doctrina Monroe, que ampliaba sus
apetencias al radio de acción de toda la
América Latina.
Por su parte, Prieto (2022) afirma
que “el ciudadano culto y libre que es
en el centro de la utopía martiana y
fidelista debe estar preparado para
entender cabalmente el entorno
nacional e internacional y para descifrar
y sortear las trampas de la maquinaria
de dominación cultural(p. 18).
La relación ética-valores
constituye hoy un punto crucial en el
entorno mundial en el que se acude a
métodos muchas veces corruptos para
mantener poderes y las riquezas que
proporcionan.
Desarrollar la participación
social es una vía para descubrir y
enfrentar esas actitudes, mientras el
pueblo ejerce control sobre los
proyectos de los que forma parte,
constituyendo un valor que ejerce su
ROMERO Y ACOSTA
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acción ético-educativa en el ejercicio
de la acción por parte de los
participantes, al proporcionar la
manifestación de la reflexión, el diálogo
verdadero, sin manipulación, la
expresión de criterios atendibles y
atendidos y el ejercicio de la voluntad
mediante el consenso.
Los estudiantes universitarios
requieren ser partícipes del tratamiento
respetuoso, saber practicar el
humanismo al enfrentar los problemas
complejos de la cotidianeidad,
pensando en el prójimo, sin egoísmos
mezquinos, pensando en la patria que
les pide sacrificios y les da la
compensación del deber cumplido.
Pero, también, han de pensar en el
mundo que nos rodea, no como un
espejismo de riquezas, bellezas y
problemas resueltos, sino en la justa
medida en que se encuentra. Y la
participación social le brinda
conocimientos para poder comparar
con acierto, valorar lo que se tiene y
aprender a usarlo en beneficio no solo
personal.
Al ser el ejercicio de la
democracia un requisito básico de la
sociedad cubana, que trata de lograr la
mayor justicia social posible, la
manifestación de la participación social
contribuye al empoderamiento de las
masas, en el ejercicio de sus derechos
y deberes, de modo que quienes
participan se manifiesten en el entorno
familiar, escolar, comunitario y social
en general, como un modo de
existencia que le permita afianzarse
como ser humano socialmente
condicionado y realizado mediante su
actividad transformadora.
En ello, la universidad ha de
jugar un papel primordial, en la medida
en que la formación integral del
profesional lo afianza como ciudadano
consciente y comprometido, conocedor
de aspectos científico-técnicos, la
economía, la política, la filosofía, la
psicología, la sociología, la historia, la
ética, el medio ambiente.
Este estudio parcial contribuye a
la fundamentación de la necesidad de
desarrollar una concepción teórico-
metodológica educativa para la
formación del valor participación social.
CONCLUSIONES
Las condiciones actuales de
materialización del proyecto social
cubano exigen transformaciones de la
vida ciudadana, que potencien, por
encima de los derechos, el compromiso
y el cumplimiento del deber, con
creatividad y corresponsabilidad.
Corresponde a la universidad formar
este ciudadano participativo consciente
del presente y garantía del futuro,
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DE LOS ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS
RETOS XXI, O 2024, VOLUMEN 8
16
basado en los principios que brinda la
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