El autismo presenta una sintomatología
marcada por alteraciones y dificultades en
las áreas de la comunicación y la
interacción social, así como restricciones
en los comportamientos, intereses y
actividades (American Psychological
Association [APA], 2014). Esto supone que
las necesidades de las personas con
autismo requieran de una atención más
personalizada y una educación más
particular y adaptada. Wing y Gould (1979)
hablan de la triada de alteraciones, la cual
detalla cómo las personas con autismo
tienen dificultades en la socialización
(iniciativa para interactuar y poco interés
hacia juegos que impliquen la relación con
más personas), en la comunicación verbal
y no verbal (ausencia o retraso en el
lenguaje oral) y en el ámbito de la
imaginación (intereses restringidos).
A menudo, se ha planteado que los niños
con autismo “trabajan, comprenden y
aprenden mucho mejor con recursos
tecnológicos que con los métodos
tradicionales. Todo esto puede deberse a
que las personas con autismo se centran
mucho más en lo visual y en lo ya
establecido” (González, 2020, p. 23). En
esta línea, autores García et al. (2016),
Hernández y Sosa (2018), Jiménez et al.
(2017), Sánchez Aneas (2017) o Sánchez
del Cerro (2019) resaltan el interés que
presentan los menores con autismo ante
las TIC, ya que, al ser un recurso muy visual
y llamativo, la atención que le prestan es
mayor y más continuada.
A su vez, diversidad de estudios
demuestran que los recursos didácticos
apoyados en TIC resultan motivadores
para alumnado con autismo (Gallardo-
Montes et al., 2021; González et al., 2016;
Lozano et al., 2013; Matey, 2017; Sánchez,
2017; Sánchez, 2019; Tortosa y de Jorge,
2002) y ofrecen una atención
individualizada (Moral, 2019) e
interdisciplinar (Matey, 2017).
En relación con lo anterior, es necesario e
imprescindible que los docentes cuenten
con la suficiente formación para trabajar
con alumnado con autismo, así como
conocer los recursos tecnológicos con los
que potenciar su aprendizaje y autonomía.
Romero y Harari (2017) coinciden en que
las TIC facilitan el aprendizaje a los
estudiantes con este trastorno y potencian
los procesos comunicativos (Cabero-
Almenara et al., 2016; Grande et al., 2016).
Por ello, la formación con la que cuente el
profesorado es vital de cara al éxito
educativo y personal del estudiante. En
este sentido, Gallardo-Montes et al. (2019)
exponen que los profesionales en autismo
utilizan las TIC principalmente para el
trabajo de la comunicación y la